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INSEGURIDAD ALIMENTARIA LIGADA A LA CRISIS ENERGÉTICA
El escenario es claro: alto valor del gas, menos fertilizantes, menos cosechas y más inseguridad alimentaria. La ONU estima que si no se toman las medidas necesarias frente a los factores que influyen en el acceso a los alimentos necesarios para vivir, para el año 2050, más de 2.000 millones de personas sufrirán de hambre en todo el mundo.
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la inseguridad alimentaria ocurre cuando una persona no tiene la cantidad o calidad de alimentos para suplir sus necesidades biológicas, y a pesar de que es un concepto que suele relacionarse con la tierra, los cultivos y los recursos del agro, podría aumentarse en los próximos años a causa del alza de los costos de los energéticos.

Ante el incremento del precio de los fertilizantes (principalmente exportados por Rusia) se pronostica un aumento en los productos básicos alimentarios en cuatro trimestres del 2023, según el Fondo Monetario Internacional. La clave de este aumento está en el gas natural, que en 2022 fue 150% más costoso que en 2021; hablamos de un insumo clave para los fertilizantes a base de nitrógeno. El FMI advierte que esto podría generar un alza de 8.5% en el precio de los alimentos básicos, pues se predice una caída del 1% de las cosechas mundiales.
Los precios de la gasolina también han sufrido fuertes incrementos. Los costos de este commodity afectan directamente a los productores y transportistas de alimentos a nivel mundial, ya que hacen menos accesible el correcto funcionamiento de su maquinaria y limitan su producción agrícola.
Según el Programa Mundial de Alimentos, desde el 2019 aumentó el número de personas afectadas por la inseguridad alimentaria. En el 2020 se agudizó ante la emergencia sanitaria, después por conflictos geopolíticos, y otro de los factores en los últimos años ha sido la crisis climática.
El índice de precios alimenticios entre 2021 y 2022 registró un incremento de 14.3% en los productos alimenticios básicos. Los más afectados fueron los lácteos, cereales y aceites vegetales.
La Organización de Naciones Unidas señala que se está lejos de lograr el objetivo del hambre cero para 2030, y que la seguridad alimentaria de la población más vulnerable está en serio riesgo de deteriorarse.
La ONU estima que entre 720 y 811 millones de personas pasaron hambre en 2020, y ese mismo año, casi 1 de cada 3 personas en el mundo (2.370 millones), no tuvo acceso a una alimentación adecuada.
El objetivo de la FAO es alcanzar la seguridad alimentaria para todas las personas del mundo. Esta institución determinó una Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES) que mide los niveles de acceso de las personas u hogares a los alimentos:
La inseguridad alimentaria leve, cuando existe duda sobre la capacidad para obtener los alimentos.
La inseguridad alimentaria moderada, cuando la calidad de los alimentos y su variedad se ve afectada y se pueden saltar las comidas.
La inseguridad alimentaria grave, cuando no se consumen alimentos durante el día o más tiempo.
La ONU estima que si no se toman las medidas necesarias, para el año 2050, más de 2.000 millones de personas sufrirán de hambre en todo el mundo. Entre los tipos de inseguridad alimentaria se encuentran:
Inseguridad alimentaria transitoria Se produce cuando las personas no tienen la capacidad de satisfacer sus necesidades alimentarias durante un tiempo limitado debido a un hecho ocurrido; por ejemplo, un desastre natural.
Inseguridad alimentaria aguda. Cuando la incapacidad de una persona de consumir alimentos pone su vida o sus medios de manutención en peligro inmediato.
Inseguridad alimentaria estacional. Es temporal y a corto plazo. Es la pérdida repentina de la capacidad de adquirir alimentos para satisfacer los requerimientos necesarios para vivir.
Inseguridad alimentaria crónica. Es a largo plazo o se presenta de forma continúa. Las personas no tienen la capacidad de satisfacer sus necesidades alimentarias durante un tiempo prolongado.
Durante las reuniones de Impacto sobre el Desarrollo Sostenible del Foro Económico Mundial, los expertos indicaron que la alimentación debe incluirse en los debates sobre el clima. "La situación actual es una llamada de atención para los responsables políticos sobre lo que está en juego cuando se trata de la seguridad alimentaria y el impacto y la intersección entre los alimentos y el clima"-WEF.
Los conflictos geopolíticos, el COVID-19 y la recesión económica asociada, y el cambio climático, son los principales motores de la inseguridad alimentaria, y se interrelacionan. El cambio climático tiene dos dimensiones: los extremos, como las inundaciones, y la variabilidad, que dificulta mucho la toma de decisiones de los agricultores. Aquí es donde la tecnología podría ayudar. -"La alimentación se ha dejado fuera del diálogo casi por completo; es el segundo factor de emisiones a nivel mundial, y también es el sistema más directamente afectado por el clima. Lo que está surgiendo en nuestro sistema alimentario es una oportunidad para ayudar a resolver la crisis climática, a diferencia de cualquier otro sector".
