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y se comprende el lenguaje oral en cada idioma tiene más o menos similitudes en términos de las redes cerebrales encargadas de procesar esa información”, explica Paz-Alonso. “Dado que el español se lee igual que se escribe y en inglés o en hebreo no, se podría pensar que en un hablante de estas últimas lenguas se deberían activar redes cerebrales diferentes; sin embargo, no es así: se activan las mismas regiones en todos los idiomas, también en el chino, que sigue un sistema totalmente diferente”, añade.
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estudiado los cerebros de 84 voluntarios, 21 por idioma. Mientras se les hacía leer o escuchar diversas palabras, se analizó su actividad cerebral mediante una técnica conocida como resonancia magnética funcional, gracias a la cual se observan las regiones cerebrales implicadas en una tarea determinada. “Escogimos unos idiomas tan diferentes entre sí porque de este modo podíamos observar mejor si la manera en que se lee
¿CÓMO APRENDEMOS A LEER? Los investigadores interpretan que el proceso natural del aprendizaje nos lleva a desarrollar, a partir de los primeros meses de vida, la red neuronal encargada de comprender el lenguaje oral, y que sobre ella se apoya la red que se ocupa de descifrar el lenguaje escrito cuando aprendemos a leer, hacia el final de la primera infancia. Así, se produce una convergencia entre ambas redes, ya que la red cerebral dedicada a la comprensión de la lengua hablada sirve como andamio para la lectura. Dado que este fenómeno se ha observado en los hablantes de lenguas tan dispares como las citadas, los investigadores creen que han descubierto “un principio universal de organización cerebral del lenguaje”, en palabras de Paz-Alonso. “Esto implica una cierta economía en la organización cerebral: seguramente sería poco eficiente tener dos sistemas de lenguaje totalmente separados o con poca convergencia entre sí para la comprensión y la lectura, especialmente cuando uno de ellos se ha desarrollado previamente”, explica. A raíz de estos hallazgos, a los investigadores se les plantean nuevas cuestiones. Por ejemplo, si en los distintos idiomas se activan zonas cerebrales comunes, ¿estas se comunican de manera similar o diferente?, o ¿en qué medida afecta a la capacidad de lectura la manera en que esté establecida la red cerebral dedicada a la comprensión, la cual se establece antes en el desarrollo del lenguaje? l
Enero 2017 / Impacto evangelístico
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