Aportes del diseño

Page 28

biciones, la publicación de casos emblemáticos, el desarrollo de productos en la modalidad de financiamiento con riesgo compartido entre Estado y empresas, etc. En todos los casos se obtuvieron resultados, apreciables a través de indicadores como el acceso a nuevos mercados, el aumento de las ventas, etc. Estas políticas acompañan procesos sistémicos de fortalecimiento productivo asociado a la internacionalización de las economías. En el caso de España, los investigadores José Molero Zayas y Mikel Buesa3 hicieron una evaluación de las políticas de diseño en el marco de una evaluación de la competitividad de la economía española. Las primeras manifestaciones de reconocimiento del diseño en España, comienzan en 1984 con la Ley de Reconversión y Reindustrialización. En 1985 se pone en marcha el Plan de Promoción del Diseño y Moda: Intangibles Textiles, gestionado por el Centro de Diseño y Moda en el marco de un plan de reconversión textil. El diseño aparece como pilar de las políticas de reconversión, junto a la ingeniería y el marketing.4 Posteriormente, el plan se extiende a todo el sector manufacturero, y es asumido en forma particular por el Plan de Promoción del Diseño Industrial (1992-1995) siendo la DDI –Sociedad Estatal para el Desarrollo de Diseño y la Innovación– la responsable de la gestión. Este plan consolida las políticas de diseño y sus resultados son evaluados y rediseñados en función del perfil industrial español, hacia las áreas más resistentes a su incorporación; incluyen convenios específicos para cada región, con modelos alternativos; y privilegian los desarrollos de productos industriales y los criterios más integrados de la gestión. Sus conclusiones señalan la tendencia a subvalorar la capacidad de las pequeñas empresas. Aun en sectores tradicionales, pueden dedicar entre el 2% y el 5% de sus ventas al desarrollo en diseño, porcentaje mayor que el destinado a la I+D, actividad con la que complementan la actividad innovadora. Manifiestan una propensión exportadora a pesar de ser organizaciones jóvenes. Finalmente, focalizan su capacidad competitiva en el diseño, la calidad y el servicio al cliente sin ser necesariamente potentes en tecnología. Ellos califican al diseño como reinnovación. Los autores atribuyen el 24,1% de la actividad innovadora de la industria al diseño y a la ingeniería, el 17,4% a la I+D y el 53,3% a la innovación incorporada en la inversión.5 El diseño es especialmente un recurso de competencia cuando cabe la posibilidad de hacer un cambio de mirada sobre el producto, de cara a los contextos específicos y a los agentes que operan en los mismos. Entiende especialmente en cuestiones culturales y tecno-culturales, es decir, cuando las tecnologías deben desempeñarse en condiciones particulares, preferencias, esquemas valorativos de las comunidades locales. Tiene una proximidad con la mercadotecnia, pero tiene recursos de imagen, de visualización y simbólicos que son específicos de la disciplina. LO QUE PASA EN NUESTRO MEDIO En nuestro país no hay mediciones, pero se conocen impactos del diseño en la recuperación de las empresas textiles. La formación de los clusters de diseño en la ciudad de Buenos Aires y el proceso de posicionamiento del diseño en los circuitos 26. Aportes del diseño

access to new markets, increase in sales, etc., the results were positive. These policies accompany economic internationalization related systemic processes of productive growth. In the case of Spain, researchers José Molero Zayas and Mikel Buesa3 conducted an evaluation of design policies within the framework of an evaluation of the competitiveness of the Spanish economy. In Spain, initial recognition of design began in 1984 with the Rationalization and Reindustrialization Law. In 1985, the ‘Plan for the Promotion of Design and Fashion: Textile Intangibles’ organized by the Design and Fashion Center within the framework of a plan for textile rationalization was put into effect. Together with engineering and marketing, design emerged as the mainstay of the rationalization policies.4 Subsequently, the plan was extended to encompass the entire manufacturing sector, and was incorporated within the Plan for the Promotion of Industrial Design (1992-1995), the Sociedad Estatal para el Desarrollo de Diseño y la Innovación (DDI) being responsible for its management. This plan consolidated the design policies and its results were evaluated and redesigned in line with the Spanish industrial profile, toward the areas most resistant to its incorporation; included were specific agreements for each region, with alternative models; and the development of industrial products and the most highly integrated management criteria was privileged. The conclusions show a trend to undervalue the capability of small companies. Even in traditional sectors, they can devote between 2% and 5% of sales to the development of design, a larger percentage than that assigned to R&D, an activity which complements that of innovation. In spite of being young companies, they exhibit an export-oriented trend. Finally, they focus on their competitive capability in design, quality and customer service, even if they are not necessarily technologically strong. They qualify design as reinnovation. The authors attribute 24.1% of the industry’s innovating activity to design and engineering, 17.4% to R&D and 53.3% to investment incorporated innovation.5 Design is a competitive resource especially when a possibility exists of changing an attitude toward a product vis-àvis the specific contexts and agents involved. It is particularly appropriate in cultural and techno-cultural situations, in other words, when technology must operate under specific conditions, preferences and standards of values of local communities. It is close to marketing but adds the resources of image, visualization and symbolism proper to the discipline. THE CASE IN OUR MARKET Local statistics are not available, but that design has had an impact on the revitalization of textile companies is a known fact. The creation of design clusters in the city of Buenos Aires and the positioning of design in cultural circuits have been described by Susana Saulquin. The subject of urban intangibles, or territorial competences, is associated with the idea of industrial districts (Poma, 2000)6, in which certain tacit practical competences predominate disseminated throughout the social fabric of society. Rausell Koster7 extends this concept


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.