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Pareidolia, la tendencia a ver caras en sitios inusuales

s algo muy común que ante ciertos objetos o imágenes como manchas, grietas, vetas de madera, texturas de piedras, pliegues de telas, siluetas rocosas, sombras y una enorme cantidad de estructuras, reconozcamos o creamos percibir una figura que nos refiere a algo específico sin que realmente tenga esas características formales. Muy frecuentemente asociamos esas figuras no definidas con rostros, ya sea humanos o de otro tipo, o bien con imágenes significativas para nosotros, como animales o representaciones místicas.

A esa experiencia de percibir patrones y figuras en objetos que no tienen forma definida, los psicólogos le dan el nombre de pareidolia, En un documento titulado Pareidolia: ver rostros en lugares inusuales, Kim Ann Zimmermann afirma que a ese fenómeno psicológico que hace que algunas personas vean o escuchen una imagen o sonido vago o aleatorio como algo significativo se le conoce como pareidolia. Agrega que la palabra se deriva de las palabras griegas para, que significa en lugar de, y el sustantivo eidolon, que significa imagen, forma o figura.

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La autora cita al célebre astrofísico y autor estadounidense Carl Sagan, quien en su libro “El mundo embrujado por los demonios: la ciencia como una vela en la oscuridad” argumentó que la pareidolia era una herramienta de supervivencia. Afirma ahí que esta capacidad de reconocer rostros desde la distancia o con poca visibilidad es una técnica de supervivencia importante. Que este instinto ayuda a los humanos a juzgar instantáneamente si una persona que se aproxima es un amigo o un enemigo y que esto podría resultar en una mala interpretación de imágenes aleatorias o patrones de luces y sombras para percibirlas como caras.

El hecho es que prácticamente en todas partes pareciera que estamos viendo rostros. En la parte frontal de los automóviles, en los contactos de pared de corriente eléctrica, en manchas de todo tipo e incluso en las imágenes de Marte. Hay quienes afirman reconocer objetos fuera de lugar en las fotos que la NASA ha compartido de las expediciones que se han aproximado o se han posado en la superficie de ese planeta.

Entre ellas está la muy célebre imagen de un supuesto rostro que capturó la sonda Viking 1 en el ya lejano año de 1976. Asimismo, en las fotos de expediciones recientes parece apreciarse una cuchara, una estatua asiria y hasta una ardilla. La agencia espacial, por supuesto, ha explicado con razonamientos la causa de cada una de estas confusiones, lo que, sin embargo, no ha impedido que la imaginación de la gente siga volando muy alto.

Hablando específicamente de la tendencia a ver rostros en diversas partes, el líder de opinión Lachlan Gilbert en un texto publicado en el sitio web de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), indica que la pareidolia de rostros el fenómeno de ver caras en objetos cotidianos. Dice que es una condición muy humana que está relacionada con la manera en que están conectados nuestros cerebros. Hay una investigación de la UNSW Sydney —dice— que ha demostrado que procesamos estas caras “falsas” utilizando los mismos mecanismos visuales del cerebro que hacemos con las caras reales. Refiere que en un artículo publicado en la revista Psychological Science, el investigador principal, el Dr. Colin Palmer, de la Facultad de Psicología de la UNSW, dice que ver caras en objetos cotidianos es algo muy común. “Una característica sorprendente de estos objetos es que no solo parecen caras, sino que incluso pueden transmitir un sentido de personalidad o significado social. Por ejemplo, las ventanas de una casa pueden parecer dos ojos mirándote, y un pimiento puede tener una expresión feliz en su rostro”.

El Dr. Palmer —continúa refiriendo Lachlan Gilbert— dice que para responder a la pregunta de por qué ocurre la pareidolia de rostros debemos analizar qué implica la percepción facial. Si bien todos los rostros humanos se ven un poco diferentes, comparten características comunes, como la disposición espacial de los ojos y la boca. “Este patrón básico de características que define el rostro humano es algo con lo que nuestro cerebro está particularmente a la falta de datos, llamados errores de bits, causados por problemas en la transmisión de los datos fotográficos de Marte a la Tierra. Los errores de bits forman parte de uno de los “ojos” y “fosas nasales” de la roca erosionada que se asemeja a un rostro humano cerca del centro de la imagen. Las sombras en la formación rocosa dan la ilusión de nariz y boca. Los geólogos planetarios atribuyen el origen de la formación a procesos puramente naturales. El rostro tiene 1.5 kilómetros (una milla) de ancho, con un ángulo del sol de aproximadamente 20 grados. La imagen fue tomada desde un rango de 1.873 kilómetros (1.162 millas).

Crédito: NASA/JPL-Caltech sintonizado y es probable que sea lo que atraiga nuestra atención sobre los objetos de pareidolia”.

En otro documento, este firmado por Chalup, Hong y Ostwald y cuyo sugestivo título es “Simulación de Pareidolia de caras para análisis de imágenes arquitectónicas”, leemos que la La pareidolia es una forma de apofenia y que esta, a su vez, es la percepción de conexiones y el significado asociado de eventos no relacionados. Nos dicen también que estudios recientes, con el apoyo de encefalografía, han encontrado que la percepción de objetos en donde creemos ver caras tiene mucho en común con la percepción de caras reales. “Ambas ocurren (a diferencia de los objetos que no son caras) como un paso de procesamiento relativamente temprano de señales en el cerebro”.

Dicen que el reconocimiento facial es una habilidad especial, distinta del reconocimiento general de objetos y nos recuerdan que, de acuerdo a diversos estudios, las condiciones psiquiátricas y neuropatológicas pueden tener un impacto negativo en la capacidad de reconocer la expresión facial de las emociones.

Independientemente de los estudios científicos que se han realizado acerca de esta tendencia a ver caras en los objetos, es innegable que, en determinados momentos, todos vemos formas alternas en objetos diversos. Una tendencia muy común es ver caras e incluso rasgos de personalidad a la parte frontal de los automóviles. Su estructura simétrica y su par de faros otorgan a los autos una disposición que nos hace percibir en ellos desde un gesto despreocupado hasta una actitud agresiva.

En un artículo en línea llamado “Para los expertos, los autos realmente tienen caras” Rose Eveleth informa que en un estudio reciente (publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences) se pidió a un grupo de expertos en automóviles que observaran la parte delantera de los automóviles y se descubrió que al hacerlo se activaba la misma área del cerebro involucrada en el reconocimiento de rostros humanos.

Es lógico pensar que, tanto los fabricantes como los vendedores de automóviles, están muy atentos a este tipo de nociones y muy prestos para aprovechar a su favor esta tendencia. No podríamos saber que tanto más saben ellos acerca de estos temas, pero sí se ha podido comprobar que “la cara” de un auto puede ser un factor que marque la decisión de compra.

En el artículo citado Rose Eveleth dice que, cuando se trata de automóviles, la cara sí importa, incluso para los no expertos. Afirma que hay investigaciones que sugieren que los compradores tienden a preferir automóviles con caras más agresivas y enojadas.

Seguramente habrá, como en todas las áreas de consumo, nichos de mercado para todo tipo de gustos y tendencias. En un texto en línea firmado por Nicholas Maronese dice que un estudio realizado por los psicólogos Stefan Stiegar y Martin Voracek de la Universidad de Viena concluye que las personas tienden a comprar autos que se ven como ellos. O sea, que se parecen a ellos. Esto parece llevar las cosas ya demasiado lejos, pero el estudio, titulado “No solo los perros se parecen a sus dueños, los coches también” se basó en fotografías en blanco y negro de 30 personas y sus coches. Los investigadores se aseguraron de usar solo automóviles que los propietarios habían seleccionado de alguna manera ellos mismos, en lugar de automóviles recibidos como obsequios, premios o por herencia. Usando estas imágenes, los investigadores crearon conjuntos de imágenes con el automóvil en la parte superior y seis posibles propietarios, incluido el real, debajo. Los conjuntos de imágenes se entregaron a 160 participantes, a quienes se les pidió que clasificaran a cada uno de esos seis posibles propietarios como los más o menos propensos a poseer ese automóvil. El propietario real invariablemente se clasificaba como “1” con mayor frecuencia y “6” con menor frecuencia. “La persona promedio puede detectar una similitud física en las ‘caras’ de los autos y sus dueños”, resumió el psicólogo investigador Jesse Bering en su evaluación del estudio.

Los autores de esta investigación afirman que algo similar sucede con la elección de nuestros perros, es decir, que existe una tendencia a seleccionar canes que sean parecidos a nosotros. Tal vez lo mismo podríamos decir de muchas otras cosas de las que nos rodeamos.

Así que esa tendencia que tenemos de ver caras en todas partes, incluso en los sitios más inesperados es algo inherente a la naturaleza humana. El asunto, como podemos fácilmente deducir, es de una profundidad mucho mayor que lo que aquí estamos apenas anotando. Podríamos encontrarle implicaciones religiosas, psicológicas, esotéricas e incluso políticas. Todo es cosa de detenerse a observar con mucha atención.

Referencias

https://www.livescience.com/25448-pareidolia.html https://newsroom.unsw.edu.au/news/science-tech/why-brain-programmed-see-faces-everyday-objects https://www.researchgate.net/profile/Stephan-Chalup/publication/228735838 https://www.smithsonianmag.com/smart-news/for-experts-cars-reallydo-have-faces-57005307/ https://www.ctvnews.ca/autos/you-are-what-you-drive-studyshows-people-tend-to-drive-cars-that-resemble-their-ownfaces-1.1993200