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PLANEACIÓN DEL PROGRESO PERSONAL

l concepto de “la búsqueda del sentido de la vida” es uno de los más valiosos que ha externado el Dr. Thomas J. Peters, reconocido como uno de los “gurús” de la Administración Moderna, además de ser el que más impacto ha tenido en el destino de millones de personas. Él nos explica que el elemento central del éxito de una persona es la identificación de los objetivos que cada uno de los individuos pretende lograr en todas las etapas de su existencia. Esto mismo es el fundamento de la teoría de la Logoterapia, propuesta por el Dr. Víctor E. Frankl, psiquiatra vienés, autor del libro El Hombre en busca del sentido, quien afirma que los seres humanos podrán lograr una vida plena siempre que sepan cuál es el sentido de su vida.

Refiriéndose a la formación de equipos de trabajo exitosos, Ernest Becker, señala en sus textos las siguientes afirmaciones: “La sociedad es un vehículo de heroísmo terrenal... así el hombre trasciende a la muerte encontrando significado a su vida... por el deseo vehemente que tiene la criatura de ser tenida en cuenta... se detecta que lo que el hombre teme realmente no es tanto extinguirse, como extinguirse de una manera insignificante.” Y añade: “Los hombres se conforman con la falta de libertad a cambio de perpetuarse” Lo que dicho de otra forma significa que los humanos están dispuestos a encadenarse de buena gana a un horario de trabajo solamente cuando perciben la causa como importante en algún sentido.

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De lo anterior podemos deducir un aforismo que cada día está tomando más importancia: “Las personas pueden hacer y lograr lo que desean”.

Si nos basamos en el análisis de los tres elementos de una conducta exitosa que son: Saber, Poder y Querer, descubriremos que este último, en ocasiones, podría suplir o complementar a los otros, pero que casi nunca sucederá lo contrario. Esto es, si quieres algo lo suficiente, podrás lograrlo aunque tengas deficiencias en saber cómo o en las habilidades para hacerlo, pues el deseo intenso hará que busques los caminos adecuados para lograrlo. Sin embargo, es posible que una persona tenga todas las posibilidades de saber cómo hacer algo y las habilidades suficientes para lograrlo, pero si le falta la fuerza motriz del deseo, con seguridad no lo logrará, o en el mejor de los casos obtendrá un resultado mediocre.

De esta forma podemos resumir que tratándose de personas que se desempeñen en cualquier ambiente, pero sobre todo en el empresarial, ya sea como propietarios, empleados o profesionales de cualquier actividad, como pueden ser los consultorios de optometría, la plenitud de su vida y de su carrera en los negocios está por delante. No importa que en este momento la persona ya haya tenido logros resonantes y satisfactorios, siempre podrá tener muchos otros más altos y significativos si a los elementos ya señalados del Saber, Poder y Querer añadimos el de la Planeación de su futuro.

A este respecto, Theodore Kuhn, renombrado escritor dedicado a desentrañar las posibilidades administrativas que pudieran imperar en el futuro, señala que “Todos debemos darle gran importancia al Futuro, pues es ahí en donde pasaremos el resto de nuestra vida”.

Así, considerando solamente las posibilidades de acción futuras, es tiempo de que nos formulemos las siguientes preguntas: ¿A partir de ahora, tu carrera será una serie de logros magníficos o tendrá solamente una existencia mediocre? ¿Te has dado cuenta de qué factor o cosa es lo que habrá de determinarlo en uno u otro sentido?

Las repuestas son muy sencillas, pero a su vez fundamentales: Tu futuro puede ser y será magnífico si tú lo haces magnífico. O bien, será solo mediocre si permites que así sea.

Estas dos frases, al parecer sencillas, encierran un profundo significado: la primera de ellas es activa y la segunda, pasiva. La primera sugiere ataque, y la otra, defensa. La primera implica hacer algo, en este caso planear, para atraer el progreso que se desea, la otra supone no hacer nada más, ni distinto a lo actual, y en consecuencia lograr, en el mejor de los casos, solamente resultados iguales a los actuales. Queda claro, pues, que el problema real no es qué tanto sé o cuánto puedo lograr, sino cuánto deseo llevarlo a cabo. Pero este deseo debe ser vehemente; esto quiere decir que debes quererlo intensamente, que estás listo a pagar el precio que la vida habrá de cobrarte.

¿Por qué digo que podemos lograr más de lo que ya hemos obtenido? Tratadistas de diversas ramas han señalado con frecuencia que el cerebro humano tiene capacidades muy altas, y que lo normal es que casi no las utilizamos más que en un porcentaje que regularmente no va más de un escaso 10 a 20%. En otras palabras, ni uno solo de los seres humanos está empleando al máximo sus energías, su capacidad intelectual y sus habilidades, por lo que todos nosotros podemos lograr más y mejores cosas que las que ahora tenemos, tan solo fomentando dos cosas, aparentemente sencillas pero que requieren de un espíritu disciplinado, dispuesto a brindar un esfuerzo mayor, y que son: la planeación de nuestro proyecto de vida, y el desarrollo de un profundo deseo para lograrlo.

La Vida. Ésta todo te cobra; jamás te perdona nada. Y te lo cobrará en las más diversas formas. Así, si deseas tener un negocio próspero, una buena casa u otro tipo de bienes, te cobrará en planeación, en esfuerzo, en dedicación, en constancia, en tiempo de diversión, en desvelos y hasta en pérdida de actividades sociales y sentimentales. Si no estás dispuesto a pagar alguno de estos conceptos, entonces podrás disfrutarlos el tiempo y con la intensidad que los desees, pero entonces te lo cobrará con la no obtención de los bienes y el tipo de vida que deseas. Resumiendo, el asunto de la planeación de tu vida se reduce a esta pregunta: ¿Lo que quieres, lo quieres BASTANTE?

Si así es, podrás lograr, dentro de los límites razonables, aquello que deseas. Pero si no quieres progresar y te conformas con lo que ahora tienes y no deseas lo suficiente lograr cosas mejores y no quieres pagarle a la Vida lo que ella te cobrará, entonces no las conseguirás.

Debemos estar conscientes que para cada actividad en la vida se requieren habilidades específicas para realizarla; así, algunas personas nacen con más habilidades que otras, pero esto no quiere decir que las que tienen pocas habilidades no podrán ser personas exitosas. Un ejemplo lo tenemos en los eximios cantantes Plácido Domingo y Luciano Pavarotti; según declaraciones de ellos mismos, Luciano fue un niño privilegiado por la naturaleza, pues desde pequeño podía entonar las más complicadas melodías con una voz privilegiada; no así Plácido, quien no nació con los dones del bel canto, pero gracias a la orientación de sus padres y a la dedicación y constancia encaminada a lograr un desarrollo armónico de sus facultades de cantante, ha llegado a ser uno de los más brillantes exponentes operísticos en la historia de la humanidad. Aunque sus habilidades no eran las suficientes, su disciplina, esfuerzo, el orgullo de hacer las cosas bien y eso que yo llamo “el hambre de ser” lograron lo que para la gente mediocre podría ser un milagro, pero que para aquellos que saben que el triunfo es de los que lo persiguen, no es más que una consecuencia lógica y predecible.

El famoso entrenador de futbol americano, Vince Lombardi, decía que la victoria solamente se logra dando lo que él llama “el segundo esfuerzo”, y añadía: “La victoria no es algo ocasional, no se triunfa de vez en cuando, no se hacen las cosas bien a veces, es preciso hacerlas bien siempre, y sobre todo, con el deseo de ganar. Este deseo es el que convierte las buenas intenciones en algo firme y sólido. El objetivo es vencer con justicia, corrección, decencia, de acuerdo a las normas, pero vencer”. Yo creo firmemente en estas cosas; existirán algunos que piensen que esto no es cierto, que las cosas pasan o no pasan, a estos solamente les puedo decir que sigan como están; pero habrá otros que sí entenderán lo que he escrito, que estarán dispuestos a pagar el precio para adquirir el hábito de vencer. Si inventas excusas y pretextos, si te engañas a ti mismo, si vacilas, solamente serás un perdedor. Un hábito, bueno o malo, se convierte pronto en una forma de ser natural, si vemos las cosas a fondo, cada hombre debe ser su propio Lombardi, tener fe en sí mismo y seguir pensando que hay un hábito para vencer y otro para perder; lo que tú hagas, es una decisión que solo a ti le corresponde tomar, pero si decides vencer, de seguro serás uno de los hombres vencedores del equipo de Lombardi.

Así como hay un hábito de perder existe un hábito de vencer. Por lo general, una vez que alguien entra al círculo de los vencedores, jamás querrá volver al círculo de los perdedores.

El triunfo se logra por la acertada combinación de talento y aptitud más actitud. Si posees talento y aptitud suficientes y deseas el triunfo lo bastante, puedes alcanzarlo. Entonces solamente podrán ganarte aquellos que ambicionan el triunfo tanto como tú y que tienen más talento y aptitudes o aquellos –y vale la pena que te lo grabes en la mente– que tienen menos talento y aptitudes que tú, o quizás igual, pero que están dispuestos a pagarle a la vida más que tú, con dedicación, constancia y disciplina y con un ansia apasionada de remontarse hasta las mayores cumbres.

Una vez que hayas decidido que deseas progresar en la vida lo bastante y estás dispuesto a pagarle a la vida el precio respectivo y dedicarte a esa tarea sumamente difícil que es la autodisciplina, en lugar de dedicarte a esas labores que te darán menos realizaciones y, por supuesto, menos ingresos, habrás dado el primer paso y el más importante hacia tu propia superación.

Pero todavía hay mucho por hacer. Hasta ahora solamente has convenido en que estás dispuesto a aplicar una dosis mayor de disciplina en tu vida diaria. Pero aún falta que lo hagas.

Afortunadamente hay ciertas cosas que puedes hacer y que pueden facilitarte este paso. Una de las principales consiste en el cultivo consciente y deliberado de hábitos que habrán de ayudarte a superarse.

Un aspecto interesante de las costumbres sociales es nuestra tendencia natural a identificar a los “hábitos” con nuestras debilidades o falta de carácter, en lugar de asociarlos con nuestras buenas costumbres. Por lo general, pensamos en malos hábitos, tales como la impuntualidad, el comer en exceso o el morderse las uñas y equivocadamente le hemos dado a la palabra “hábito” la connotación de “malo” y nos inclinamos a perder de vista el hecho de la existencia de “buenos hábitos” que pueden estar igualmente enraizados y resultar sumamente útiles.

Hay poco que hacer para cambiar la naturaleza humana, pero sí podemos crear hábitos que nos ayuden a superar las debilidades de la naturaleza humana. Podemos inculcar hábitos que serán una ayuda constante para nuestra auto-disciplina, que reducirán el desgaste y el mal trato de nuestra fuerza de voluntad y que constituirán una influencia auto supervisora consistente y poderosa.

Podemos clasificar a los hábitos en “Hábitos de la Técnica” y “Hábitos del Trabajo”, ambas clases de hábitos pueden convertirse en auxiliares de inapreciable valor para lograr toda clase de éxitos. Todos nosotros estamos familiarizados y conocemos el valor de los hábitos de la técnica, pero tal vez no apreciamos del todo lo que valen los hábitos del trabajo. Examinaremos a continuación la diferencia entre ellos:

Una persona puede tener el hábito de afeitarse todas las mañanas. Siendo esta actividad cosa de costumbre, la desarrolla rápida y eficientemente gracias a los hábitos de la técnica respectiva. Si no contara con el auxilio de esos hábitos de la técnica de cómo afeitarse, la tarea probablemente requeriría mayor tiempo del que ahora consume y los resultados serían mucho menos satisfactorios.

Los hábitos de trabajo juegan en la afeitada diaria un papel igualmente útil e importante. Puesto que la persona ha creado el hábito de realizar esa labor cada mañana, ella se afeita todas las mañanas llueva o truene, sea día de trabajo o de descanso, sin excusa ni pretexto, sin necesidad de recurrir a su fuerza de voluntad, sin tener que convencerse a sí mismo argumentando la necesidad e importancia de afeitarse.

Este hábito de trabajo le impulsa a afeitarse todas las mañanas, sin discusiones de por medio, es uno de sus mejores amigos. Tú puedes emplear la misma clase de ayuda, en forma de hábito, de cien maneras distintas, para facilitarte la tarea de obligarte a ti mismo a realizar lo que sabes que tienes que hacer para lograr el grado de éxito al que aspiras.

Ahora bien, he aquí un aspecto interesante de estos hábitos de trabajo: A menos que tengamos buenos hábitos de trabajo, forzosamente tendremos malos hábitos, que son la otra cara de la misma moneda. En otras palabras, a menos que procuremos crear y cultivar buenos hábitos de trabajo, estaremos, automáticamente y sin darnos cuenta de ello, inculcando dentro de nosotros los malos hábitos respectivos.

O tenemos el buen hábito de la puntualidad, o tenemos el mal hábito de la impuntualidad. O tenemos el buen hábito de ser corteses, o tenemos el mal hábito de la falta de cortesía. O tenemos el buen hábito de hacer las cosas bien, o tenemos el mal hábito de hacer las cosas mal. Y así, ad infinitum.

Está claro que una de las cosas más útiles que podemos hacer en nuestra búsqueda de mayor capacidad y mayor éxito consiste en inculcar dentro de nosotros mismos la mayor cantidad de buenos hábitos de trabajo posibles.

Comencemos ahora mismo a crearnos esos hábitos concienzuda y deliberadamente, con la serenidad de ánimo que da el saber que una vez establecidos resultarán inmutables, permanentes, como hábitos que son. Y lo mejor, nos ayudarán a realizar por simple hábito las cosas que sabemos que hay que hacer para alcanzar el éxito y a las que a menudo ofrecemos resistencia solamente por la fragilidad de nuestra naturaleza humana.

Prepara una lista de unos cuantos hábitos de trabajo que te gustaría tener y que, en tu opinión, te ayudarían a efectuar con mayor facilidad y regularidad las cosas que deseas o tienes que hacer para alcanzar tu meta.

Luego reduce esta lista a un mínimo, pues mejor tener éxito al tratar de inculcarse unos cuantos hábitos nuevos, que fallar en el intento de crearse muchos a un mismo tiempo. Finalmente, di con firmeza: “Estas cosas las voy a hacer; estos hábitos voy a creármelos. Cuando me sienta tentado a descuidar cualquiera de estas cosas, recordaré que el descuidar la tarea, aunque sea por solo un día, sería como romper un hilo del cable que estoy trenzando, por lo que el castigo a ese descuido resultará mucho mayor del que estoy dispuesto a aguantar. Estoy decidido a hacer estos cables de hábitos y cuando los haya hecho, seré una persona más fuerte y capaz y estaré mucho más cerca del logro de mis aspiraciones”.

En este punto debemos hacer un resumen: Primero decidiste que deseas lograr determinadas etapas de progreso y que deseas esto lo bastante para hacer algo a fin de conseguirlo.

Luego preparaste un programa para lograr que tus hábitos sean una ayuda en lugar de un obstáculo

Ahora estás listo para dar los pasos específicos que te ayudarán a organizar tus esfuerzos de manera que rindan mayor fruto.

A continuación encontrarás los pasos que debes y querrás dar para escalar nuevas y más altas cimas en el camino del éxito profesional.  No te preocupes de más. Muchos de nosotros acarreamos inútilmente un gran número de preocupaciones. Deberíamos despejarlas de nuestras mentes, porque afectan en forma desfavorable nuestra eficiencia y hacen decaer nuestra felicidad. Estas preocupaciones innecesarias compiten contra nuestros esfuerzos para lograr esa tranquilidad mental y emotiva sin la cual ninguno de nosotros podría ser en verdad eficiente.

Cada uno de nosotros hace su cruz tan pesada como quiere. Los rencores y odios que cada uno de nosotros lleva dentro de sí serán los que condicionen nuestra conducta para apreciar o despreciar el más precioso de los dones que jamás se nos ha concedido: El Don de la Vida.

A veces debemos darnos el lujo de adoptar la posición del ‘¿Qué más da?’ Después de todo, si se trata de asuntos triviales y podemos olvidarlos, en un momento quedaremos listos para emplear nuestras energías en cosas que sí valen la pena; pero si hacemos berrinche y nos preocupamos demasiado del asunto, la pérdida de eficiencia resultante de nuestra falta de tranquilidad emotiva nos costará diez veces, cien veces, lo que en realidad vale.

 Deja que tus hábitos trabajen por ti. Haz que tus hábitos te ayuden.

Ya vimos como los hábitos de trabajo pueden ayudarnos a lograr un nuevo nivel de autodisciplina. Consideremos ahora el valor de crear los hábitos de la técnica. Conviene que recordemos que toda habilidad, en cualquier actividad, no es más que una serie de buenos hábitos.

Tú puedes hacer que tus presentaciones a tus clientes sean más efectivas, aunque sea por solo unos cuantos puntos de porcentaje, por medio de prácticas diseñadas a manera de reforzar tus hábitos de la técnica.

Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el caso de los campeones de carreras de automóviles. En el año 2022, el campeón de automovilismo deportivo, Max Verstappen, ganó 22 millones de euros tres veces más que su compañero Sergio Pérez (7 millones de euros), pero no quiere decir que el campeón sea tres veces más veloz que su coequipero, sino solamente lo es por unas cuantas centésimas de segundo, pero eso sí, en forma constante; invariablemente él está arriba por esas centésimas y esa insignificancia constante es la que le da el lugar de privilegio.

 Equilibra tu presupuesto. Dentro de los límites razonables, la forma en que una persona maneja su dinero importa más que la cantidad de dinero de que dispone. Cómo maneja el dinero es lo que determina si consigue vivir bien y tener el éxito financiero, o si no lo logra.

Por tanto, tus planes de progreso deben forzosamente incluir proyectos para vivir dentro de un presupuesto equilibrado, así como para terminar el año con un superávit mayor que el que tenías al inicio. En otras palabras, un plan sencillo de presupuesto que sí resulta apropiado para ti, será infinitamente mejor que otro más detallado pero no propio para tus necesidades.

 Vigila tu salud. Rara vez una persona alcanza el éxito cabal si no le respalda una salud fuerte y vigorosa. No te dejes engañar por las excepciones a esta regla; la ley de probabilidades nos da una cantidad de más de uno de cada cien mil individuos. ¿Te arriesgarías a jugar con esta gran desproporción en contra?

No cabe duda que uno de los más grandes auxiliares para alcanzar el éxito será esa energía, esa vitalidad, esa resistencia que te lleva a través de un día largo y arduo sin dejarte agotado, tan solo placenteramente agotado, pero todavía con la mente alerta. Esa clase de vitalidad proviene de la buena salud que se obtiene con una dieta equilibrada, horas regulares de trabajo, sueño suficiente y entretenimiento apropiado y con una adecuada cantidad de ejercicio. Ejercicio, no esfuerzos exagerados, no agotamiento.

 Planea tu día la noche anterior. Existe una frase muy antigua en los círculos de negocios; es virtualmente un mapa que indica el camino al éxito:

“Programe su trabajo y trabaje su programa”

¡Y da resultado! Quien programa su trabajo, aunque no pueda realizar todos sus planes, logra más, por el solo hecho de contar con un programa, que si no tuviera ninguno.

Puedes seguir las siguientes tres sugerencias para tener una visión más completa del éxito que puedes alcanzar:

1.- Programa tu año un mes antes.

2.- Programa tu semana el día anterior.

3.- Programa tu día la noche anterior.

Decídete ahora mismo a hacerlo y ello te fijará un curso para el resto del año que convertirá tu esfuerzo en una inversión lucrativa. Hazlo. ¡Pero hazlo ya!

 Lleva registros y úsalos. La programación del trabajo y el mantenimiento de registros se relacionan íntimamente y a menudo son confundidos entre sí, pero en realidad son dos actividades con métodos y objetivos totalmente distintos. La programación es cosa de perspectiva ; el llevar registros es cosa de retrospectiva. La programación te dice qué intentas hacer con tu tiempo; los registros te dicen qué hiciste efectivamente con él.

La cualidad principal de los registros consiste en añadir viveza a tu trabajo. No juegas al dominó o al béisbol sin llevar la anotación. Otra cualidad de los registros radica en la tendencia a incrementar de manera efectiva tu eficiencia, a través de la comparación de los resultados.

 ¡Empieza ahora mismo! Hay un proverbio chino que nos dice que aun el más largo de los viajes comienza con un solo paso. Podría agregarse que ese primer paso es el más difícil de dar, pues para la mayoría de nosotros la mitad más dura de casi toda labor consiste en comenzarla. Echa una mirada a tu propia forma de ser y ve si es esto cierto o no en tu propio caso. ¿No es verdad que casi todos nosotros, al enfrentarnos a la necesidad de efectuar alguna labor difícil, desagradable o a la que no estamos acostumbrados, podemos encontrar docenas de pendientes que preferimos terminar primero, por nuestra aversión natural a ponernos a caminar con lo otro?

Podemos ayudarnos a combatir el poder destructivo de la inercia con solo reconocer que existe, y entonces ponernos a la defensiva en contra de ella cuando aprendamos esta gran verdad: una vez comenzada una tarea, ya está terminada su primera mitad.

 Sigue hasta terminar. Pocas fallas contribuyen tanto a la mediocridad como el no seguir un asunto hasta terminarlo. Muchas personas de gran capacidad en potencia tienen sueños de grandeza, grandes proyectos y aún comienzan a realizarlos, pero fracasan porque no siguen sus planes hasta terminarlos. Una vez más, aquí la inercia entra en acción. Y una vez más, hay que combatirla para alcanzar nuestros objetivos.

Pero ¿cómo hacerlo?

¡Ponte en el banquillo de los acusados!

Asegúrate de que tus planes son sólidos, razonable y prácticos. Después de eso, dalos a conocer a las personas cuya opinión consideras valiosa, aquellos que se interesan en verte progresar.

¿Qué pasaría si le dices a los demás cuál es tu propósito y no lo cumples? Querrás seguir contando con el respeto y buen concepto de aquellos a quienes les comunicaste tus intenciones y te abstendrás de quebrantar tu palabra porque tú mismo te colocaste en el banquillo de los acusados.

Este es, pues, el octavo y último punto en tu plataforma de progreso: ¡Sigue hasta terminar! Puedes ayudarte a seguir con solo colocarte a ti mismo en el banquillo de los acusados.

Recapitulando:

Organizarás tu filosofía cuando hayas decidido exactamente qué es lo que deseas lograr y resuelvas que deseas alcanzar esa meta lo bastante para pagar su precio.

Organizarás tus hábitos y conseguirás que te ayuden, en vez de estorbarte, cuando te hayas dado cuenta del poder del hábito y te lances deliberada y concienzudamente a cultivar los hábitos que deseas tener.

Organizarás tus asuntos financieros cuando hayas equilibrado tu presupuesto, ya que al hacerlo estarás organizando tu propia economía.

Organizarás tus asuntos personales cuando vigiles tu salud, pues entonces habrás equilibrado tu dieta, ejercicio y trabajo. Tu vida estará mejor organizada.

Organizarás tu trabajo cuando comiences a programar tu año, tu mes, tu semana y tu día y cuando, además, trabajes y cumplas tus programas.

Organizarás tus asuntos de negocios cuando establezcas registros, los mantengas al corriente ¡Y los uses!

Si tú te organizas bien ¿Quién podrá detenerte?

El C.P. y maestro Jorge Arturo López Mátuz es socio director de Consultoría Integral para Alta Dirección. Se ha especializado en Capital Humano, Administración y Mercadotecnia. Investigador e innovador, con conocimientos actualizados y más de 40 años de experiencia. Es asesor de organismos empresariales y en el sector público. Comentarista en medios de comunicación y columnista en diversos periódicos sobre temas empresariales.Tiene registrados 81 cursos de su autoría en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social y, en forma adicional a las horas de academia, ha impartido más de 3,700 cursos y conferencias acerca de temas de su especialidad. Puede consultarle en el e-mail: jalmatuz@hotmail.com