5 minute read

Visión para crecer

Preguntar Para Reinventar

Por: Emilio Pineda Sotelo

Advertisement

omo cada inicio de año buscamos detenernos un poco para reflexionar qué herramientas nuevas o qué estrategias podemos arrancar para así consolidar un poco más nuestro negocio y nuestros proyectos. Esta pausa debe ser breve porque tenemos que entrar en acción muy pronto. Así que en sus marcas, ¿listos? ¡Fuera! Debemos partir de un principio fundamental que será la esencia de este artículo: “La cotidianidad mata la creatividad”. Esto se debe a que entramos en un círculo vicioso en el que todos los días hacemos exactamente lo mismo, y aunque obtenemos los mismos resultados siempre, no queremos hacer nada diferente porque ya nos hemos acostumbrado a ello. Así que todos los días realizamos las mismas rutinas: nos levantamos muy temprano, preparamos todo para salir, vamos al trabajo, realizamos nuestras actividades como lo hemos venido haciendo durante mucho tiempo, y finalmente regresamos a casa para dormir. Y así al día siguiente iniciamos de nuevo el mismo proceso.

Tengo que insistir en lo siguiente porque es muy importante: hacemos lo mismo todo el tiempo y obtenemos siempre los mismos resultados, pero no queremos cambiar nada, aunque estemos descontentos con esos resultados, debido a que ya nos acostumbramos a la rutina y también a que nos da pereza realizar cambios. Además, no sabemos exactamente cómo empezar a cambiar.

Una de las estrategias que siempre nos recomiendan en los libros de desarrollo personal, o los conferencistas motivacionales, es la famosa frase “Desaprender lo aprendido”. Esto, desde luego, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Con tremenda ligereza nos dicen: “Saca todo eso que tienes en la cabeza y tíralo a la basura para hacer espacio a lo nuevo que viene por aprender y por saber”. El gran problema ante esto es que normalmente no sabemos qué proceso hay que seguir para desaprender lo aprendido.

Otra de las grandes dificultades que enfrentamos consiste en que lo que hemos aprendido ya se encuentra muy arraigado en nuestro pensamiento, conductas, reacciones, tradiciones, y hasta en nuestra escala de valores. Por eso es tan difícil quitarnos aprendizajes adquiridos previamente, porque ya forman parte de nuestra personalidad, de nuestra manera de conducirnos y nuestra forma de mirar al mundo. Por lo tanto, si realmente queremos realizar cambios verdaderos en nuestra persona, y en nuestro entorno, tenemos que crearnos un método paso a paso.

Quienes me han leído de tiempo atrás saben que una de las estrategias que más recomiendo para realizar cambios es empezar a hacernos preguntas. Cuestionarnos lo que hacemos, lo que decimos, lo que pensamos, lo que nos influye, es una buena manera de mirar nuestra realidad desde otro punto de vista. Como ya lo dije antes, este proceso es difícil y doloroso, porque va a tocar fibras sensibles en el interior de nuestras creencias y de nuestra forma de ver la realidad. Pero si dejamos de tenerle miedo a las preguntas podemos constatar que mediante los cambios se dan procesos fluidos y con resultados mucho más positivos.

Por ello debemos empezar a hacernos preguntas esenciales:

La primera pregunta es: ¿Vale realmente la pena pensar como pensamos, hacer las cosas que estamos haciendo y seguir el camino en que nos encontramos? Esta pregunta es profunda porque nos obliga a revisar si tenemos objetivos en la vida o no, y si estos objetivos coinciden con lo que estamos haciendo en este momento. Un factor que debemos tomar en cuenta al preguntarnos esto es nuestra satisfacción en la vida. Es evaluar si realmente el camino que hemos elegido nos satisface y nos hace sentir en plenitud.

Muchas veces elegimos un camino en la vida simplemente porque nos garantiza algún tipo de ingreso seguro, aunque no es el que deseamos, ni con el que soñamos. Hemos aprendido que el “poquito pero seguro” es mucho mejor que tomar riesgos o emprender algunos proyectos que no nos garantizan un éxito como tal. Pero seamos realistas: ¿En este momento nos sentimos exitosos? ¿Hemos alcanzado las metas que esperábamos haciendo lo que estamos haciendo? Si la respuesta es un rotundo “sí” debemos felicitarnos, porque entonces somos la consecuencia de una cadena de buenas decisiones. Sin embargo, si en este momento sentimos que la respuesta es un “no” y que no nos percibimos con satisfacción ni con plenitud, entonces no todo está perdido, podemos tomar cartas en el asunto para cambiar el rumbo.

Para que la respuesta a esta pregunta sea mucho más integral debemos incluir el factor económico. En pocas palabras, cuestionemos si lo que estamos ganando actualmente nos hace felices o nos da satisfacción. Es muy válido, ya que una gran parte de nuestro esfuerzo en la vida está orientado para asegurarnos una cierta calidad de vida para nosotros y para la gente que nos rodea. Por lo tanto, debemos hacer a un lado el prejuicio de que pensar en dinero es pura avaricia. No solo tenemos el derecho a pensar en nuestro bienestar económico, sino que estamos obligados a hacer cuanto podamos por el bien nuestro y de la gente que nos importa.

Si la respuesta ha sido que no nos sentimos completamente plenos y que estaríamos mucho más a gusto si las circunstancias de nuestra vida fueran diferentes, entonces es momento de plantearnos una segunda pregunta:

¿A dónde queremos llegar?

Esta pregunta nos plantea un ejercicio de visualización, el cual nos establecerá los posibles escenarios en los cuales queremos encontrarnos. Probablemente nos gustaría que nuestro negocio tuviera un ritmo de crecimiento mucho más acelerado, que nuestros ingresos económicos sean mejores, que gocemos de mayor tiempo para dedicarlo a las cosas que nos gustan, sin que el factor del dinero se convierta en un asunto de preocupación o de angustia. Responder esta pregunta implica establecer circunstancias concretas, por ejemplo: en dónde nos gustaría vivir, cuánto quisiéramos que facture nuestro negocio, cuánto dinero queremos ganar, qué coche nuevo queremos tener, en qué posición del mercado, o nuestro gremio, quisiéramos estar, a qué tipo de eventos o situaciones sociales nos gustaría asistir.

Una vez establecida esta visualización entonces nos planteamos una tercera pregunta:

¿Qué herramientas necesito?

La respuesta a esta pregunta debe contener una gran cantidad de elementos centrados en conocimientos y en habilidades que probablemente debamos adquirir para ponernos en acción y alcanzar los objetivos que hemos visualizado. Probablemente necesitamos conocimientos nuevos como mercadotecnia, uso de redes sociales, finanzas personales y para nuestro negocio, incluso asuntos técnicos o artísticos como decoración, diseño gráfico y muchas cosas más. También necesitaremos desarrollar habilidades personales que teníamos dormidas o que de plano no dominábamos, por ejemplo hablar en público o habilidades de comunicación efectiva, mejorar nuestras estrategias de liderazgo, aprender nuevas técnicas que tienen que ver con lo que hace nuestro negocio, y una gran cantidad de competencias que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos. Aquí siempre hemos dicho que ningún conocimiento sobra. La última pregunta también es desafiante: ¿Estamos listos para enfrentar los cambios?

Poner en acción nuestras nuevas estrategias, acompañadas de nuevos conocimientos y habilidades, implica estar dispuestos a pagar el precio de nuevos hábitos, esfuerzos que antes no hacíamos, incluso enfrentar los prejuicios de aquellas personas que no entienden que estamos trabajando para mejorar.

No son momentos para esperar que la realidad cambie. Está en nuestras manos empujar todas las circunstancias posibles para que esos cambios se produzcan. Necesitamos poner la creatividad a nuestro servicio y así empezar a construir un nuevo “yo”. Recordemos siempre que cuando nuestros cambios son positivos y enfocados al progreso acabamos salpicando virtudes a las demás personas que nos rodean. Hagámonos responsables de nuestro progreso.

Sus comentarios son bienvenidos en: comunicreando@gmail.com