Dialogos transdisciplinarios III

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hacer aguar por todos lados. Paradójicamente, a pesar de la inviabilidad militar de la contrarrevolución, seguía teniendo la posibilidad de golpear la economía del país, esto con la anuencia y el apoyo irrestricto del gobierno norteamericano. En este contexto, donde las crisis económica y social comienzan a ser insoportables, el gobierno tuvo que adoptar medidas cada vez más severas, rígidas e impopulares, en nada beneficiaban a sus bases, que habían sido su verdadero apoyo, sostén y resistencia contra el plan militar norteamericano. Sobre estos puntos se pueden hacer desarrollos sugerentes y profundos, pero la cuestión telón de fondo de esta trama es dar respuesta a lo siguiente: ¿cómo se fue configurando un cuadro en extremo complejo, abigarrado y altamente explosivo? En muchas de sus vertientes, sumamente contradictorio como para generar un derrumbe turbulento y desgarrador para las fuerzas progresistas y de izquierda, no sólo a escala local, sino, también continental, porque se le había apostado todo a esta revolución, y paulatinamente se fue desfigurando hasta llegar a una crisis de la que todavía no sale. A todo esto, sigue latiendo una esperanza de reconstitución histórica de esta experiencia. Concluyo con una cita en extremo pertinente del ex presidente de Nicaragua Sergio Ramírez que en mucho sintetiza el periodo propuesto: El doctor Emilio Álvarez Montalván, el más respetado de los ideólogos conservadores de Nicaragua, dijo una vez, cuando ya habíamos sido derrotados en las elecciones de 1990, que el sandinismo había traído por primera vez a la cultura nicaragüense la sensibilidad por los pobres. Esta es, en verdad, una de las herencias indelebles de la revolución, más allá de los espejismos ideológicos que nos deslumbraron entonces, de los excesos burocráticos y de las carencias del marxismo practicante, de la inexperiencia y de las improvisaciones, de las poses, las imitaciones y la retórica. Los pobres siguen siendo la huella humanista del proyecto que se fue haciendo pedazos por el camino, en su viaje desde las catacumbas hasta la pérdida del poder y la catástrofe ética; un sentimiento soterrado o postergado, pero de alguna manera vivo […] Lo deseable y lo justo debía desafiar a la realidad; y en la esfera de la realidad estaba la economía, como parte de la obsolescencia a desterrar, pero estaba el tejido de las relaciones sociales marcadas por siglos de tradición cultural.34

Notas 1

Rosa María Pochet-Abelino Martínez, Nicaragua. Iglesia: ¿manipulación o profecía?, San José, DEI, 1987. pp. 151-152. Col. Sociología de la Religión. Iglesia y Pueblo. 2 Mt. 6, 6-13. 3 I° Cor. 11, 17-34. 4 Lc. 6, 17-26. 5 Is. 6, 22. 6 Tomás Borge, “La Revolución combate a la Teología de la Muerte”, en Cristianismo y Liberación en América Latina, México, Claves Latinoamericanas, 1986. pp. 137. 7 Joseph E. Mulligan, The Nicaraguan Church and The Revolution, Kansas City, Sheed & Guard, 1991. p. 210. 8 Ernst Bloch, Principio Esperanza, Barcelona, Editorial Herder, 1979. 9 Jürgen Moltmann, Teología de la Esperanza, Barcelona, Editorial Herder, 1970. pp. 15-16.

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