Ideas de Izquierda 03, septiembre 2013

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En definitiva, resulta difícil entender por qué es que, a la luz de evidencias como las que presenta Goldfrank a lo largo de su artículo, los editores y los distintos autores de la obra (incluyendo al propio Goldfrank) siguen hablando de gobiernos de izquierda en América Latina. De mi parte, me interesa defender una visión de la izquierda que, al mismo tiempo (y contra lo que se asume en el texto de Levitsky y Roberts), subraye la importancia de la democracia económica y la democracia política (o, en otros términos, critique tanto la concentración del poder económico como la concentración del poder político). Esta definición alternativa del término “izquierda” (definición que aquí simplemente propongo, sin intentar defenderla en detalle –tarea que dejaría para otra oportunidad) se vincula mejor, según diré, con los ideales y tradiciones del pensamiento de izquierda. El hecho de que la definición de “izquierda” utilizada en The Resurgence of the Latin American Left sea una definición esencialmente económica, para la cual la concentración del poder político no representa un problema, resulta particularmente curioso, a la luz de la tradición de la izquierda occidental, y sobre todo teniendo en cuenta lo que podríamos llamar la “primera izquierda” latinoamericana. Y es que, desde sus orígenes, y al menos hasta bien entrado el siglo XX, las fuerzas más contestatarias, radicales, igualitarias, de la política latinoamericana, fueron consistentemente defensoras de la democracia política, una defensa que llevaron siempre de la mano de sus reclamos por la democracia económica. A través de sus reclamos por la democracia política, dichas fuerzas de avanzada mostraron su oposición al proyecto político conservador –un proyecto verticalista, de autoridad concentrada– que tanto peso adquiriera en los años que siguieron a la independencia. Mientras tanto, a través de sus reclamos por la democracia económica, ellas se presentaron, fundamentalmente, en oposición al proyecto económico liberal, caracterizado por su anti-estatismo, su defensa de la libertad y la desregulación económicas, su complacencia frente a la concentración económica, y su descuido de la cuestión social. Como ejemplos relevantes en dicho recorrido, podrían mencionarse las tempranas medidas dispuestas por el uruguayo José Gervasio Artigas, combinando iniciativas asambleístas con disposiciones económicas fuertemente igualitarias (reflejadas, por caso, en su notable Reglamento Provisorio); los discursos asociacionistas y favorables a la democratización de la propiedad, de políticos como Juan Montalvo, en Ecuador; o las notables demandas democratizadoras aparecidas en México desde el momento mismo de la lucha independentista –comenzando por los reclamos por la tierra de los “curas revolucionarios”, Miguel Hidalgo y José María Morelos, hasta llegar a las exigencias de democratización política y repartición de la tierra avanzadas por el liberalismo radical mexicano, en la Convención Constituyente de 1857 (Gargarella 2013). Nadie resumió mejor este doble compromiso radical, a favor de la democratización política y

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“Lo que nos queda es la decepcionante conclusión según la cual, desde el 2000, básicamente todos los gobiernos latinoamericanos han sido de izquierda, lo cual significa vaciar de contenido al término “izquierda” y, por tanto, no afirmar nada más que una tautología.

” económica, que el político colombiano Murillo Toro, cuando dijo: Toda reforma política debe tener por objeto una reforma económica, y si antes de querer realizar ésta planteamos aquella, corremos el riesgo no sólo de trabajar estérilmente, sino de desacreditar a los ojos del pueblo que no discute, el principio que queremos ver en obra... las formas políticas no valen nada si no han de acompañarse de una reconstrucción radical del estado social por medio del impuesto, y de la constitución de la propiedad de los frutos del trabajo. ¿Qué quiere decir el sufragio universal y directo aunque sea secreto en una sociedad en que [muchos de los votantes] no tienen la subsistencia asegurada y dependan por ella de uno solo?

Murillo Toro dejaba en claro, de ese modo, que el cambio en pos de una sociedad más igualitaria requería radicalizar los cambios políticos realizados, duplicando la apuesta: la democracia política debía pasar a acompañarse con cambios dirigidos a asegurar la democracia económica, esto es, las bases materiales del cambio político propuesto. Dicho lo anterior, quisiera resaltar de modo especial la forma en que estos primeros radicales tradujeron sus reclamos por la democratización de la política en demandas decididamente anti-presidencialistas, incondicionalmente críticas de la concentración de la autoridad. El punto es especialmente notable, sobre todo cuando pensamos la cuestión desde el siglo XXI, y vemos la facilidad con que se asocia a la izquierda con la defensa de gobiernos de autoridad concentrada. Lo cierto es que, desde su propio nacimiento en América Latina, el pensamiento más radicalizado de la región se mostró inequívocamente contrario a esa concentración del poder y defendió la democracia política –y así una postura claramente anti-presidencialista– antes que la verticalidad política.

Conclusión: un concepto renovado, que debe ser resistido A lo largo de este trabajo, presenté objeciones a la definición del término “izquierda” que se ofrece en The Resurgence… a partir de una diversidad de razones. La principal ventaja de la definición que utilizan los autores es que recoge ciertos usos habituales, muy extendidos, del lenguaje común. La gran desventaja es que, además de imprecisa, la definición permite que se

acomoden dentro del campo de la izquierda algunos gobiernos que –tal como los autores reconocen a lo largo de la obra– no desafían la propiedad privada; no van hacia el socialismo; no pueden considerarse siquiera socialdemócratas; no generan relaciones más igualitarias; concentran el poder; no democratizan la sociedad; asumen comportamientos autoritarios; persiguen a minorías; y para peor tienen poco que ver con la tradición de los partidos y programas de la izquierda, y muy poco en común con la historia del radicalismo político latinoamericano.

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