

Con esta Edición Especial iniciamos la celebración del Cuarto Aniversario de Humo Latino Magazine, destacando el trabajo de Robert Glick, quien transforma las anillas en piezas de arte. Llevar como portada una de sus obras, elaborada ex profeso, es para nosotros motivo de orgullo y gran satisfacción, que mucho apreciamos.
Por otra parte, desde hace un par de años hemos dedicado tiempo a investigar la historia de La Perla, una fábrica mexicana centenaria, cuya vida finalizó meses atrás. La bisnieta del fundador, Alejandra Corrales Amezcua, nos obsequió cientos de anillas que permanecían almacenadas; algunas, muy antiguas.
Gracias a ello, junto a una breve semblanza de la fábrica –cuya historia aporta material suficiente para un libro– hoy presentamos una muestra representativa y antes enviamos a Robert Glick el material base de su trabajo. Estas páginas son un anticipo de los contenidos de nuestra Edición de Aniversario, que aparecerá a mediados de mes, como es costumbre.
César Salinas Chávez
Director
Alberto Arizmendi
Director Editorial
GH L
República Dominicana
Julio César Fuentes
Director Comercial
Honduras
Patricia Pineda
Rolando Soto
Roberto Pérez Santiago
Director de Arte
Raúl Melo
Mesa de Redacción
Enrique Quijano
Corrección de Estilo
Moisés Licea
Web Master
Yoshua Segovia
Community Manager
Argentina
Gastón Banegas
Colombia
Federico Londoño Mesa
Eduardo Márquez
Canadá
Nicolás Valenzuela Voss
Chile
Francisco Reusser
Christopher Sáez
Michel Iván Texier Verdugo
Cuba
José Camilo López Valls
La Revista Humo Latino Magazine® se reserva el derecho de rechazar artículos no solicitados o que contravengan su perfil temático, así como los que no se ajusten a sus normas de estilo.
Los artículos recibidos se aprobarán en primera instancia por integrantes del Consejo Editorial. Nos reservamos el derecho de realizar cambios o introducir modificaciones en los manuscritos,
© Derechos Reservados. Humo Latino® Prohibida la reproducción total o parcial del contenido, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético. www.humolatino.com issuu.com/humolatino
España
Luciano Quadrini
Sofía Ruiz
José Antonio Ruiz Tierraseca
Fernando Sanfiel
Estados Unidos
Anastasia Psomiadi
Blanca Suárez
Francisco Arias
Lefty Karropoulos
México
Aurelio Contreras
Gonzalo Romero
Manolo Santiago
Puerto Rico
Cándido Alfonso
José Luis Acosta
República Dominicana
Francisco Matos Mancebo
Wendell Rodríguez
Venezuela
José Bello
Diego Urdaneta
en aras de una mejor comprensión lectora, sin que ello implique cambiar su contenido.
Las y los autores son responsables del contenido publicado bajo su firma. Humo Latino Magazine® no asume responsabilidad alguna sobre posibles conflictos derivados de la autoría de los trabajos y publicación del material gráfico que les acompaña.
Cuatro años atrás decidimos emprender la ruta de Humo Latino, apoyados por un grupo de colaboradores y amigos que se sumaron al propósito de visibilizar a los productores de cigarros y marcas pequeñas o boutique que incursionaban en la industria tabacalera. El instrumento era, y es, una revista electrónica mensual en español –el idioma del tabaco– dirigida a un público internacional amplio.
A lo largo del tiempo hemos mantenido ese "norte", aun cuando nuestros objetivos y medios se ampliaron, gracias a la incorporación de algunas casas productoras de amplia y reconocida trayectoria.
Con pocos meses en el mercado, en enero de 2022 editamos paralelamente el periódico Humo Latino Journal, que alcanzó ocho números (tres en inglés) distribuidos en once países y en EE.UU., durante la feria de la Premium Cigar Association (PCA). Abrazamos también al mercado anglosajón con Humo Latino Global, revista electrónica que desde mayo de 2024 se publica mensualmente.
A la página web y redes sociales de nuestros inicios se sumaron sus pares en inglés; la empresa, con sede en México, se estableció también –con independencia– en la República Dominicana, y desde noviembre de 2024 ofrecemos trimestralmente la revista impresa en español Humo Latino Dominicana, que extiende su circulación a otros países, además de una Edición Especial en inglés.
Sobre este cuarto aniversario y 48 números de Humo Latino Magazine, baste mencionar que hemos dedicado más de 5 mil páginas a informar a nuestros lectores sobre el Mundo del Tabaco desde un enfoque inclusivo que, por dar un ejemplo, también ha destacado el papel de las mujeres en la industria.
Reconocemos y valoramos a patrocinadores, colaboradores y lectores, pues a todos ellos debemos nuestra permanencia, y de igual manera la confianza de quienes nos han compartido –como fuentes de información– las historias de vida que compartimos y hablan de sus esfuerzos y anhelos.
Este registro periodístico, humano, que es como plantar una semilla en el surco que traza otro, ha permitido a Humo Latino crecer, desarrollarse y avanzar hacia su consolidación... y a nosotros, vivir el sueño.
Raúl Melo
Abogado con una firma en Nueva York, donde ha ejercido su profesión durante más de tres décadas, Robert Glick es un aficionado a los cigarros que desde los 25 años, atraído por la belleza de sus detalles dorados y relieves troquelados, comenzó a coleccionar las anillas de los que consumía. Durante algún tiempo, un contenedor de vidrio fue el destino para decenas de anillas que brillaban en su interior como si se tratara de monedas, pero al exceder su capacidad, Robert tuvo una idea que cambiaría el rumbo de su afición.
Sobre una mesa, algo tan sencillo como un posavasos inspiró la herencia artística del abogado para convertirlo en algo más, ayudado de la estética y elegancia que las anillas de cigarro podían aportar. Así, este trozo de madera se convirtió en el primer objeto intervenido por su curiosidad y el resultado fue satisfactorio.
Con el tiempo, la técnica de Robert evolucionó hasta convertirse en una especie de rompecabezas que toma forma pieza a pieza, sin líneas ni bordes que hagan evidente que se trata de anillas. Así es como él busca separarse de otros artistas y sigue aprendiendo, para mejorar.
Nacido en Queens, Nueva York, y fan de los Mets, fue a la Escuela de Leyes en Massachusetts y no tiene formación artística alguna, pero sí posee la influencia de su madre, una mujer con muy buen ojo para el arte, así como de su padre, quien durante muchos años se dedicó al diseño gráfico y a la elaboración de distintas obras enfocadas en la publicidad.
Al principio sus diseños eran lineales, pero luego experimentó con objetos más complejos, ampliando la gama de materiales para su conservación y aprendiendo algo con cada pieza nueva.
Playing with my favourite bands, una guitarra real intervenida con base en tres mil anillas y aplicaciones antiguas de cajas.
Así, llegó la creación de un estudio en casa y Artdefumar, la cuenta de Instagram con la que empezó todo, en la que de pronto una lluvia de seguidores se hizo presente para disfrutar de lo que Robert estaba haciendo.
Intervino humidores, ceniceros, cortadores y encendedores que tenían gran éxito entre sus amigos del Cigar Lounge, y gracias a los eventos de la industria a los que ha sido invitado, conoció y se ha convertido en amigo de muchos de los productores líderes del sector, para quienes ha realizado trabajos especiales. La lista incluye a Tony Gómez, Eladio y Emmanuel Díaz, Jorge Padrón, Carlito Fuente Jr. y muchas otras personas con quienes poco a poco fue conectando, para que su arte llegara a niveles tales que ahora es parte de la familia tabaquera global.
Afirma que los elementos más atractivos de una anilla son las texturas, las aplicaciones doradas y las pequeñas medallas o monedas que muchas incluyen en sus diseños, algo que se destaca en el estilo antiguo de las anillas de La Perla seleccionadas para adornar la portada de esta Edición Especial; piezas que datan de entre 1889 y 1972, “con detalles majestuosos que recuerdan a la realeza”.
En Art de Fumar, la clave de los diseños radica en la conexión que logra entre cada anilla, piezas que –aunque tienen su propio discurso y cuentan una historia por sí mismas– al amalgamarse son transformadas en una sola pieza de arte, “de la misma manera en que la industria se convierte en una gran familia”.
Al trabajar sobre una superficie plana –como es el caso de esta portada– el objetivo es utilizar tantas piezas distintas como le sea posible, buscando que cada una tenga su visibilidad y espacio determinado, pero manteniendo un equilibrio que respete su identidad. “Conservar la autenticidad de la pieza en una portada es un reto, porque el objetivo es que cada anilla esté presente y al mismo tiempo sea parte armónica del conjunto”.
De manera distinta, al intervenir un objeto en 3D –como la selección que en el pasado presentamos dentro de la sección Anatomía de una Pieza de Arte–, las anillas pierden su identidad y lo aportan todo a la pieza en general.
A lo largo de los años, como fumador y como artista, Robert ha tenido la oportunidad de ser testigo de la evolución de la industria del tabaco premium a través de las anillas de cada cigarro disfrutado y, de acuerdo con su experiencia, la tecnología ha jugado un papel fundamental en estos cambios.
Los nuevos métodos de impresión, para realizar el troquelado y hasta para recortarlas, además del papel y tintas utilizadas, marcan la diferencia, y puntualiza que existen casos particulares como las anillas de Arturo Fuente Cigars o de los Diamond Crown de J.C. Newman, que aun cuando pertenecen a la era moderna conservan diseños clásicos y nostálgicos.
Pero, en comparación, las texturas y grosores del papel de las anillas de La Perla son muy distintos y hacen sentir su valor histórico. Al tenerlas en las manos y trabajarlas con el toque sutil de los dedos, “lo que intento es mantener una mezcla equilibrada de estilos antiguos y modernos cuando diseño y, con ello, además de expresar algo en conjunto puedo contar parte de la historia y evolución de las anillas a lo largo del tiempo”.
En este sentido, sostiene que las anillas de La Perla son ejemplo de un estilo que desafortunadamente se ha ido perdiendo en la era moderna y por ello disfrutó de manera especial durante la creación de esta portada; oportunidad que tomó como una celebración de una era pasada dentro de la industria, reservando algunas piezas en su colección de Óleos y acuarelas, para seguir honrando el pasado a través de su inclusión en piezas de arte futuras.
El estudio de Robert Glick semeja una fábrica pequeña que mantiene un orden perfecto. Repisas, restiradores y espacios de trabajo muestran todo tipo de herramientas y materiales, rodeados por decenas de cajas llenas de anillas clasificadas por formas y colores, como si se tratara de tubos o botes de pintura.
De algún modo, los objetos que reviste son como rompecabezas 3D. “El secreto es que tomo una anilla cualquiera y separo los elementos de diseño que la componen, que son de diversos tamaños, y organizo las piezas. Es un trabajo muy detallado, un proceso que a muchas personas les parecería tedioso y que requiere de equipo especial como lupas, pegamentos, pinzas y así…”.
Para lograr diseños perfectos, sin bordes ni espacios en blanco, utiliza pequeños recortes de las partes de sus anillas y, durante el proceso, diminutos trozos de papel se convierten en desechos que invaden y ensucian la pieza. “En lugar de usar mis manos, a propósito opté por utilizar una brocha o pincel para limpiar la superficie, y con ese detalle creo una conexión sensorial que me hace sentir como un pintor; es la manera en la que expreso mi intención”.
Una vez colocadas, el recubrimiento de las anillas depende de la pieza. Por ejemplo, en un cenicero utiliza resina epóxica resistente al calor, y cuando son de vidrio, en ocasiones las adhiere por abajo y entonces las cubre de otra manera. Las cajas y otros objetos los rocía con laca mate o al alto brillo, y cuando busca que las texturas puedan sentirse –especialmente cuando ocupa anillas que contienen relieves y mucho arte en su diseño– sigue un proceso distinto.
Es el caso de los encendedores y cortadores, que protege para que los aceites de los dedos no los arruinen. Pero si está trabajando sobre una mesa o un tablero de ajedrez busca un acabado espejo, nivelado, que sirva para seguirlos utilizando con su fin original. “Siento que cada anilla debe estar en cierta posición que no puedo predeterminar. Es como si ellas me fueran conduciendo y por eso a veces juego a recortar una pieza y esperar a que me diga dónde quiere estar”.
Entre muchos otros objetos ha revestido instrumentos musicales, muebles, máscaras, zapatos, sombreros, carteles, cuadros, figuras de cerámica, antigüedades, juguetes, relojes, siestas, e incluso ha creado anuncios para cigar lounges. A pregunta expresa, responde que cada trabajo es como un hijo, y aunque se siente muy satisfecho con sus trompetas, zapatos y banderas, si debiera elegir algunos, el tablero de ajedrez estaría definitivamente entre sus favoritos.
Trabaja solo, con la televisión como sonido de fondo, y cuando no está en el papel de abogado cualquier lugar es bueno para desarrollar su arte: la sala de espera de un aeropuerto, o mientras viaja en un avión… “En los hoteles me levanto cada mañana y avanzo con algo, porque es lo que amo hacer”. Y de hecho tiene por costumbre “mantener andando” seis u ocho proyectos a la vez, porque cada uno requiere de su propio tiempo para irlo analizando, cambiando e incluso desecharlo. “Hay piezas que me pueden tomar horas, mientras que para otras necesito de varios meses”.
Robert Glick es un perfeccionista que realiza un trabajo delicado, con mano firme y mucha paciencia. Un artista cuyo mayor placer es observar y escuchar las impresiones que sus piezas despiertan en la gente, “pues no hay mayor recompensa que disfrutar lo que haces, cuando los demás lo disfrutan también”.
Para él, trabajar con las anillas de La Perla fue un reto especial por lo antiguas que son y lo delicado del papel que, más allá de su edad, es de un material mas fino y delgado. “Mención aparte merece el hecho de que no existen más de ellas y, mientras trabajo, también rindo respeto a su historia. Hablando de anillas modernas, se pueden conseguir muy fácilmente, pero esa posibilidad no existe cuando trabajas con materiales antiguos”.
Se dice satisfecho con el resultado obtenido para esta portada, tanto por ser un trabajo de Edición Especial, como por lo que representa como un reflejo de la industria, de los distintos fabricantes, y de su pasión y desempeño como artista.
artdefumar.com/ artdefumar
La historia de La Perla, una de las fábricas de puros emblemáticas de esta industria en México y, por el momento, la más longeva, concluyó este 2025 –luego de 127 años–, tras la venta de su último edificio, en la ciudad de Banderilla, Veracruz. Fuente de empleos y riqueza, sobrevivió a la Revolución y a los movimientos sindicales del siglo pasado, intercalados con su auge inicial y la bonanza que trajo a este sector la Segunda Guerra Mundial.
Cuatro generaciones de la familia Corrales –con ahora ya cinco hombres llamados Andrés–, pero también mujeres, esposas o hijas, estuvieron al frente del negocio, cuyo declive inició en los años cincuenta, tras su cierre temporal y una crisis económica, sumados a la consolidación popular de los cigarrillos, a los impuestos y a un mercado cambiante cuya modernización no pudieron acompañar, así como la falta de internacionalización definitiva de sus productos y otros factores, en un país donde el tabaco ya sólo implica pasado.
Sin embargo, el rol protagónico alcanzado por La Perla en otros tiempos está presente en un rico legado histórico que pervive en objetos, imágenes y trozos de papel transformados en arte valioso: anillos, anillas o vitolas que los coleccionistas –vitólfilos– han atesorado a través de los años en México y el extranjero, principalmente en España.
Acompaña este relato una muestra representativa de las existencias finales de los materiales gráficos de la empresa, obsequiados a Humo Latino por Alejandra Corrales Amezcua, bisnieta del fundador y última responsable de la fábrica.
Fragmento de la lista de "Precios Corrientes" de Madrazo y Corrales, publicada en diciembre de 1899.
José Madrazo, español que salió de Cuba con el "polvorín revolucionario", fundó en el puerto de Veracruz, en 1871, la fábrica La Unión, de Madrazo y Cía., referente de la industria cigarrera nacional durante las últimas décadas del siglo XIX. De hecho, un autor le atribuye ser la primera fábrica de puros en el país.
Logró fama tras obtener premios en la Exposición Nacional de 1874 y 1875, y fue la "Única premiada en la Exposición de Filadelfia (1876), y en la Exposición de París (1878)", como se lee en su propaganda, en la que se describen como "fábrica de tabacos, cigarros y almacén de tabaco en rama".
Por su parte, Andrés Corrales Corrales nació en Santa Eulalia (Santolaya), capital de concejo de Cabranes, en el oriente de Asturias. Llegó al puerto de Veracruz, donde se estableció inicialmente, y fue gerente y socio de la fábrica El Arte. Si esto es correcto, La Perla, de Madrazo y Corrales, surgió de la fusión de las empresas
Propaganda en el Primer Almanaque Histórico, Artístico y Monumental de la República Mexicana para 1884 y 1885.
mencionadas e inicialmente operó con su anexa, La Industrial Mexicana.
También existe la versión de que en La Perla participaron varias sociedades, unificadas en 1902 como Andrés Corrales y Cía: La mencionada con José Madrazo; una segunda, con Tomás Pereda; la tercera, con Santos Ortiz y José Somoano, y una cuarta en la que participaron el mismo Santos Ortiz, así como José Corrales García, Francisco Corrales Sánchez y Andrés Corrales Sánchez.
Sobre Corrales Corrales sabemos que murió en Banderilla, pero de su socio principal se ignora si en algún momento se separó de la empresa y, sin documentación que así lo pruebe, además de su discreción, se ha dicho que también se desenvolvía en el sector financiero.
Alberto Arizmendi
El 12 de mayo de 1898, el administrador principal de la Renta del Timbre en Veracruz certificó el registro número 155, correspondiente a la fábrica de tabaco de puros de perilla La Perla, de Andrés Corrales Corrales, establecida en la calle 5 de Mayo núm. 55 de la ciudad y puerto de Veracruz. Dos meses después se presentó ante la misma instancia el Libro Diario, con timbres por un valor de 7.11 pesos y 144 fojas útiles, selladas y firmadas, para administración de la empresa.
Pero él mismo había registrado el nombre
La Perla desde 1896, en cuanto llegó al país procedente de España, de acuerdo con su bisnieta Alejandra; un dato que confirma el inventario de la Oficina de Patentes y Marcas
1890-1902.(1) Andrés Corrales se asoció en 1897 con José Madrazo, cuando a nombre de ambos se autorizaron las marcas Águilas Mexicanas, Regalía Pearson, Flores Americanas, Perlas Finas y Regalía El Gran Pacífico.
El 1 de diciembre de 1899, Madrazo y Corrales publicaron una lista de "Precios Corrientes" encabezada por las imágenes de La Perla,(2) "fábrica de tabacos y almacén de rama", y La Industrial Mexicana, "tabacos de Cuba y al gusto de los consumidores", acompañadas de escudos de armas que –se entiende– corresponden a sus apellidos. Listaron 86 vitolas regulares (formas y tamaños), más otras 22 de exportación.
Ilustraciones de Heppenheimer y Maurer, de Gebr. Klingenberg, y fotografía de Émilienne d’Alençon.
Prácticamente desde sus inicios, La Perla llevó como imagen el rostro de una mujer que ha dado pie a distintas historias y no pocas especulaciones, conocida como La Muñeca de La Perla o La Muñeca de Corrales. Se atribuye al vitólfilo valenciano José Pascual el haberla identificado o relacionado con Émilienne André, nacida en 1970 y rebautizada como Émilienne d’Alençon al convertirse en artista de variedades del frívolo París de finales del siglo XIX.
Dado el número y variedad de las anillas y habilitaciones de la marca en las que aparece, se ha escrito que Andrés Corrales Corrales pudo haber elegido su retrato tras conocerla durante un viaje a París, o que incluso sostuvieron un romance. También se ha dado vuelo a la imaginación, especulando que el empresario la vio actuar, le encantó su arte e insistió, hasta obtener permiso para reproducir su rostro como imagen de La Perla.
No obstante, nuestro colaborador español José Antonio Ruiz Tierraseca, presidente del Grupo Vitolfílico del
de Gebr. Klingenberg.
Sureste, dedicó un amplio artículo seriado a resolver el misterio. Expone que el personaje se presenta anónimo en una marca emergente, lo que poco ayudaría a la artista. También existe una prueba litográfica sellada por la casa Gebr. Klingenberg (GK) que, según se estima, corresponde a 1894.
Plantea que en realidad el original, Full Bloom, se debe a la litográfica Heppenheimer y Maurer (1872-1885) cuando Émilienne era una niña, y que cuando llegó a la GK el encargo de crear algo para La Perla vieron el modelo, les gustó, lo modificaron con su estilo y ahí quedó... "No olvidemos –agrega– que para 1898 todo lo relacionado con Heppenheimer se había diluido en la American Lith. Co.".
Para abril de 1902, un nuevo cartel con el título Gran Fábrica de Tabacos La Perla incluyó los retratos de los socios, flanqueados por las medallas de oro obtenidas en la Exposición Universal de 1900 en San Antonio, Texas, y en la Exposición Pan-Americana celebrada en Buffalo, EE.UU., un año después. Anunciándose como almacenistas de tabaco en rama y fabricantes de tabacos, presentaban sus marcas anexas La Ilusión y La Camelia.
La lista de precios, por millar, incluyó 99 vitolas para las que especificaron el envase y su capacidad, así como el peso aproximado en kilogramos. También detallaban el costo por colocación de anillos, gastos de envío y otros cargos, y la presentación de sus productos con papel plomo y anillo; únicamente anillo, y en mazos. Como dirección del establecimiento aparecía la calle Playa núm. 27,(3) además de un depósito en la calle Lerdo núm. 1.
A lo largo de los años, La Perla llevó en sus productos anillas bajo distintas denominaciones: A. Corrales, Andrés Corrales, Madrazo y Corrales, Madrazo y Corrales Sucr., Andrés Corrales y Cía. y Andrés Corrales, S.A., que guardaron cierta correspondencia con su evolución y la composición de la sociedad empresarial.
Sobre su procedencia, las de una primera época corresponden a las litográficas alemanas Gebr Klingenberg (GK) y Hermann Schott (HS), pero luego se imprimieron en EE.UU. por Consolidated, Lithographing Corporation (C), en Galas de México, en la capital del país, y finalmente en la imprenta familiar, en Xalapa, donde se utilizaron una máquina de impresión Chandler y una suajadora tipo Thompson.
De los trabajos encargados a GK, la anotación del 17 de mayo de 1899 en el Libro de Administración consigna un pago de 668 pesos. A continuación, algunas muestras correspondientes a distintas épocas:
de la Playa en el puerto de Veracruz, al principiar el siglo XX.
Para entonces también habían puesto en funcionamiento un taller en la ciudad de Xalapa, capital del estado, en la Segunda Calle de Zamora núm. 2, y se consigna que ese mismo año concluyó la construcción de una fábrica –en toda forma– en el número 82 de la antigua Calle de Colón, hoy Úrsulo Galván.(4) Mantuvieron la leyenda que apareció desde el primer cartel: "Dispuestos a obsequiar cualquier pedido que se nos haga de vitolas de capricho, para lo que contamos con los operarios más hábiles de esta plaza".
Fue poco antes de 1907 cuando La Perla se trasladaría a Banderilla,(5) una localidad pequeña, cabecera municipal "sin importancia", pero cercana a Xalapa y ubicada en el camino principal entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México, donde operaba –desde 1892–una estación del Ferrocarril Interoceánico que la comunicó con el resto del país.(6) Aquí también se construyó un edificio diseñado especialmente para la fábrica, en el número 92 de la actual calle Benito Juárez.
La fábrica en la antigua Calle de Colón, hoy Úrsulo Galván, en Xalapa, Veracruz.
Los certificados 11,242 y 11,243 de la Oficina de Patentes y Marcas reservaron el 18 de mayo de 1911 las denominaciones o leyendas "Victorias de F. I. Madero" y "Obsequios de F. I. Madero" –solas, o unidas a otras palabras–, en favor de Andrés Corrales y Cía., como marcas de fábrica para distinguir toda clase de tabacos labrados, especialmente puros.
Podrían utilizarse en anillos y etiquetas, grabadas o representadas sobre cajas y empaques, con cualquier tamaño, tipo de letra y alineación y colores, incluyendo los metales. En fin, de cuantas maneras se estimara mejor, para hacer propaganda de un artículo y evidenciar su procedencia.
A nombre de la empresa, el 20 de mayo se envió un telegrama a Ciudad Juárez, dirigido a Francisco I. Madero, pidiéndole autorización para utilizar su retrato en las anillas de la fábrica La Perla, y se le felicita cordialmente. Esto ocurrió días después de la toma de Ciudad Juárez, que forzó la renuncia de Porfirio Díaz a la Presidencia, el 25 de mayo.
Así lo confirma la asistencia de sus representantes obreros al Primer Congreso de Trabajadores de la Industria Tabaquera en la Ciudad de México, en julio de 1906.(7) Corrían los tiempos de un movimiento social creciente, que en este caso favoreció el registro del Sindicato de Torcedores de Tabaco de la fábrica La Perla por la Junta Central de Conciliación y Arbitraje, "subordinado" a la entonces Federación Sindicalista de la Región Jalapeña.(8)
Pintura del último edificio de la fábrica, en Banderilla, Veracruz.
Entre 1911 y 1919, la zona se vio afectada por el movimiento revolucionario,(9) sufriendo los disturbios ocasionados por carrancistas y zapatistas, a los que se sumaron las guardias blancas de los hacendados, hasta que finalmente el Ejército Federal del presidente Venustiano Carranza logró pacificar la zona.(10) De cualquier modo, los tabacaleros incluían en sus puros anillos o anillas con personajes de uno y otro bandos, lo que les permitió sortear la situación cambiante.
El Gremio de Tabaqueros de Banderilla fue uno de los clubes adherentes a Madero.
Durante las primeras dos o tres décadas del siglo XX, Madrazo y Corrales –posteriormente Corrales y Cía. Sucrs.– absorbió en su totalidad diferentes marcas registradas por otros empresarios, como La Camelia, y logró el control de las marcas de La Ilusión, de Veracruz, propiedad de Maus y Oropesa. También compró
las marcas de Bernabé García; de la fábrica Peláez, de Puebla; de la fábrica La Esperanza, de Teocelo, y hacia los años cincuenta adquirió el taller y las marcas de El Toro, de Alfonseca Sucrs., en Xalapa.
En la colección obtenida aparecen también anillas correspondientes a Alonso y Cía., de Xalapa; Flor Fina –sin mayor referencia– de Veracruz; Juan O. Roux y Cía.; La Competencia y otras no identificadas. El muestrario siguiente exceptúa las de empresas importantes, que se tratan aparte.
Aunque las fábricas de cigarrillos surgieron en el país desde mediados del siglo XIX, fue hacia 1910 cuando el consumo se generalizó a tal grado, que empresas como El Buen Tono producían anualmente más de cien millones de cajetillas. El desarrollo tecnológico que acompañó al uso de maquinaria facilitó a la transnacional British American Tobacco (BAT), que ingresó a México a través de la Compañía Manufacturera de Cigarros El Águila, dominar el mercado casi totalmente hacia 1928.(11)
Andrés Corrales Corrales.
No obstante, durante las décadas de los veinte y treinta, el mejoramiento de Banderilla permitió el desarrollo industrial y la producción de La Perla era alta, pues además de surtir al mercado nacional se dedicaba a la exportación. Andrés Corrales Corrales había adquirido la totalidad de la empresa y con el correr de los años también había comprado y absorbido otras tantas, manteniéndose al frente del negocio hasta su fallecimiento, en 1935.
Propaganda de El Buen Tono, la fábrica de cigarrillos que inició la popularización de su consumo.
En el libro Monografía Descriptiva de la Ciudad de Veracruz. Apuntes históricos, geográficos, estadísticos, guía práctica para el viajero y el hombre de negocios (1900) del editor Francisco J. Miranda, el Directorio profesional: Comercio, industrias, autoridades, oficinas públicas, ferrocarriles, comercio marítimo, etc. ofrece una relación de tabacaleras.
Entre ellas se publicita La Ilusión, de Maus y Oropesa, S.C., como fábrica, almacén de tabaco en rama y manufacturera de su propia marca de puros para la exportación. Ubicada en la calle Vicario núm. 22 de Veracruz, se muestra una "vista" de la fachada del inmueble. Su absorción por Andrés Corrales y Cía. eliminó a esta empresa de los documentos oficiales al concluir la primera década del siglo.
En algunas anillas utilizadas por La Perla, los nombres de Maus y Oropesa se suprimieron o tacharon.
Miembros del
Producto del matrimonio con la mexicana Clara Sánchez, su hijo único, Andrés Corrales Sánchez, se hizo cargo de La Perla. Como la Segunda Guerra Mundial fue también un factor de bonanza,(12) la fábrica se desarrolló a gran escala: "Se enviaban al norte del país grandes cantidades de habanos de calidad, e igual, por ferrocarril, a la Ciudad de México,
Andrés Corrales Sánchez.
así como a particulares de Oaxaca, Mérida y del extranjero". La materia prima se obtenía en El Valle Nacional, Oaxaca, y en San Andrés Tuxtla, Veracruz, gracias a cosecheros exclusivos que garantizaban la calidad del tabaco.(13)
Furgones llenos de puros iban hacia la frontera norte, donde el mayor comprador era la milicia estadounidense. La Perla fue una fuente de empleo que incluso propició la migración de trabajadores, pero este fenómeno duró poco tiempo, pues los sindicalistas aprovecharon para exigir mejoras y aumentar sus prestaciones progresivamente, de tal suerte que entre 1940 y 1950 mantuvieron la amenaza constante de un paro general que finalmente se produjo en 1951, cuando el establecimiento permaneció cerrado durante un año.(14)
Existen registros de que Corrales Sánchez, socio de la Cámara de Comercio de Xalapa, afirmó que a pesar de la benevolencia hacia sus trabajadores carecía de posibilidades económicas para modificar el contrato colectivo de trabajo y satisfacer su "exceso de peticiones".(15)
Esta empresa tuvo diferentes denominaciones o razones sociales: entre 1885 y 1892, B. García y Cía.; de 1893 a 1903, aproximadamente, Bernabé García y Cía. Sucesores, y a partir de 1904, B. García o García, pues sobre las alas de sus anillas se encuentran, indistintamente, ambas. Sus marcas fueron La Rosa de Oro y La Flor de Bernabé García.
Con base en el análisis de su vitolario, se ha escrito que seguramente
debió ser español y de procedencia asturiana, ya que se encuentran textos como Mineros, Flores de Asturias, Glorias de Pelayo, etcétera.
Aunque surgió antes que La Perla, acabó siendo propiedad de ésta, como lo ratifica un par de papeletas litográficas de la marca La Flor de Bernabé García, con el texto "Prop.: Andrés Corrales y Cía.", y que incluyen su Registro, el núm. 155.
Pero la vida del empresario fue breve y en 1952 su esposa, Julia Elena Correa Bretón, Doña Julita, tomó las riendas e integró una nueva sociedad: Andrés Corrales, S.A., con sus hijos Andrés, Julia Elena y María Concepción, así como su sobrino Ignacio Hinojosa Correa. (16) No obstante, tras su reapertura La Perla ya no volvió a despuntar: "Una nueva crisis económica, más severa, se generó entre 1965 y 1968, cuando casi desaparece. Esta situación, derivada de la falta de apoyo gubernamental, la transformó en una microempresa tradicional".(17)
Al fallecer Doña Julita, en 1991 su hijo Andrés Corrales Correa se ocupó de la fábrica, que tras vivir una época "buena" durante los años sesenta y setenta, con bodegas llenas, inició su declive final con la década siguiente. La venta de sus productos disminuyó y se fueron quedando sólo en el mercado nacional, donde algunos distribuidores como Casa Petrides, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México,(18) impulsaban su producto insignia: Canalejas (19)
El recuento de esta última época corre a cargo de Lucía Alejandra Corrales Amezcua, bisnieta del fundador, quien a partir de 2007 fue responsable de la empresa familiar, al morir su padre. Explica que simplemente dejaron de ser competitivos frente a otras empresas con más recursos económicos y comerciales, que sí pudieron dedicarse a la exportación.
Instalaciones de la fábrica de Banderilla, en funciones, y propaganda de los años setenta.
Cubrir la nómina le obligó a reducir los tiempos de trabajo a prácticamente medio turno, y a ello se sumó la antigüedad de muchos tabaqueros, quienes hacia 2012 se jubilaron, luego de 40 y hasta 50 años en la empresa. Al comprar menos materia prima también se perjudicó a los cosecheros, de quienes obtenían fundamentalmente la variedad Sumatra, de tal suerte que recuerda a su padre consiguiendo tabaco en regiones distintas a Los Tuxtlas.
Por otra parte, ella decidió mantener su trabajo como profesora y dedicar a la fábrica el tiempo libre. "Ya desde la época de mi papá el negocio no era redituable. Él tenía desde años atrás una imprenta en el centro de Xalapa, y de ahí obtenía recursos para mantener a la empresa prácticamente como un recuerdo familiar".
Aunque algunos de los pureros retirados aceptaron trabajar por fuera para ganar dinero extra, el número de empleados se fue reduciendo poco a poco y al final sólo quedaron cuatro torcedores, un empacador y un auxiliar de oficina. La última venta a un distribuidor fue en abril de 2013, poco antes de cerrar, aunque cabe mencionar que durante los siguientes años se elaboraron esporádicamente pequeños lotes para bodas y otros eventos sociales.
Pese a las dificultades, Alejandra recuerda que obtuvo a cambio algunas alegrías, como sucedió en la Feria de Banderilla, donde rompieron el récord de El puro más grande del mundo, con una pieza de más de 26 metros de longitud. Otra, cuando era más joven, fue la celebración del centenario de La Perla, que tuvo lugar el 16 de mayo de 1998 –cuatro días después–, e incluyó la develación de una placa conmemorativa en sus instalaciones.(20)
1. DIARIO OFICIAL, Tomo LXI, núm. 13, julio 15 de 1902, p. 132. Secretaría de Estado. Despacho de Fomento, Colonización e Industria. Oficina de Patentes y Marcas, Inventario de registro por numeración progresiva de expedientes de marcas correspondientes a la ley del 28 de noviembre de 1889 de la Secretaría de Fomento, Sección Segunda, recibido el 22 de julio de 1903. El expediente de registro de La Perla, número 1673, consta de 14 fojas.
2. Aparece la imagen icónica de la marca, con la imagen de una mujer cuya identidad es tema aparte.
3. La 8a. calle de La Playa –actualmente avenida Landero y Coss– sustituyó a la Calle de Los Cuernos, conocida así entre los siglos XVII y XIX por albergar la carnicería y el matadero, donde se acumulaban las cornamentas de los animales sacrificados. Datos y fotografía de 1900, en Veracruz Antiguo, https://aguapasada.wordpress. com/2013/12/06/nueva-veracruz-calle-de-los-cuernos/ Fotografía de 1867, en https://www.pinterest.com.mx/ pin/412642384590904258/
4. ROMERO RAMÍREZ, Raúl, 1999. “El papel informal en el desarrollo de la región de Banderilla, Veracruz (1940-1994)”, en Vázquez Palacios, Felipe R. (Coord.). Las interacciones sociales y el proselitismo religioso en una ciudad periférica, CIESAS, México, pp. 19-62.
5. GONZÁLEZ SIERRA, José. Monopolio del Humo. Universidad Veracruzana, Centro de Investigaciones Históricas, Instituto de Investigaciones Humanísticas, 1987. De acuerdo con las fuentes, no es posible documentar las fechas exactas del traslado de la fábrica a Banderilla ni el cierre de sus sedes y/o sucursales tanto en el puerto de Veracruz como en Xalapa. Baste señalar que en distintos documentos oficiales La Perla aparece en una y otras sedes entre 1913 y 1930.
6. ROMERO RAMÍREZ, Raúl. Op. Cit.
7. MELGAREJO VIVANCO, José Luis. Breve historia de Veracruz. Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, 1960. pp 232-233.
8. VELASCO FUENTES, María Trinidad. Actores locales y reforma agraria en el centro de Veracruz. Un análisis sociopolítico, 1915-1941. Universidad Veracruzana, Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, Maestría en Ciencias Sociales. Tesis de grado. Xalapa, Veracruz, junio de 2020.
9. El 22 de abril de 1911, la facción revolucionaria encabezada por Cándido Aguilar enfrentó a las fuerzas federales y tomó el pueblo de Banderilla, donde destruyó la vía del Ferrocarril Interoceánico. El presidente Francisco I. Madero otorgó al personaje el cargo de general brigadier, y en su momento, el presidente Venustiano Carranza le concedió el de comandante de la División Mixta. (DE LA PAZ REYES, Karina. Veracruz, pionero en la Revolución Mexicana, en Universo. Universidad Veracruzana: https:// www.uv.mx/prensa/reportaje/veracruz-pionero-en-larevolucion-mexicana/
10. MELGAREJO VIVANCO, José Luis. Op. Cit. 11. GONZÁLEZ SIERRA, José. Op. Cit.
12. Como en muchas otras fábricas, corre la leyenda de que el primer ministro británico, Sir Winston Churchill, llegó a probar sus puros.
13. ROMERO RAMÍREZ, Raúl. Op. Cit.
14. VELASCO FUENTES, María Trinidad. Op.Cit.
15. Idem.
16. FERNÁNDEZ MANOVEL, José Luis. El Prestigio de una Marca: La Perla, de Andrés Corrales, en Revista de la Asociación Vitolfílica Española (AVE), núm. 100. Madrid, España, Marzo-Abril de 1966. El autor cita como fuente de algunos datos a Doña Julita y a su hija Conchita, con quienes se entrevistó personalmente.
17. ROMERO RAMÍREZ, Raúl. Op. Cit.
18. La Casa Petrides, propiedad de Tracíbulos Petrides, se encontraba en la actual calle Madero, pero sus hermanos Zenón y Nicolás establecieron Hermanos Petrides en la calle República de Uruguay. "Era una época en que el Centro Histórico de la Ciudad de México tenía un carácter aglutinador: “Había hasta dos tabaquerías por cuadra, pero también muchas cantinas, bares y restaurantes”.
MARMOLEJO, Roberto, en: Foropuros: https://www. foropuros.com/threads/la-favorita-tabaquer%C3%ADa-deciudad-de-m%C3%A9xico.9475/
19. Diversas anillas de La Perla aluden a José Canalejas Méndez (1854-1912), abogado y político liberal español asesinado cuando presidía el Consejo de Ministros.
20. Un siglo de la Gran Fábrica La Perla de Tabacos, en Diario de Xalapa, viernes 29 de mayo de 1998.