Liderazgo al estilo de los jesuitas capitulo 8

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CAPÍTULO 8 "No rechazar el talento ni el hombre de calidad" Cómo el amor descubre el talento y une los equipos San Ignacio de Loyola exhortaba a los directores jesuitas a gobernar "más por amor que por te-mor"; San Francisco Javier explicaba que "Sociedad de Jesús" quería decir "una sociedad de amor y una comunidad de espíritus", no "de severidad y temor servil". Diego Laínez, sucesor de Loyola como general, escribía a los jesuitas que estaban en la India: "No parece necesario que les escriba a ustedes una carta especial puesto que estoy en comunicación frecuente con sus superiores sobre las cuestiones esenciales, pero quiero tener la satisfacción de escribirles ahora como prueba de mi afecto por ustedes, a quienes llevo en mi corazón, inscritos en mi alma". El amor era el pegante que unificaba a la Compañía de Jesús, la fuerza motivadora que acicateaba sus esfuerzos. En el fondo, el amor era el lente a través del cual los jesuitas veían el mundo que los rodeaba. Amar a sus superiores, a sus colegas, a sus subalternos, a sus enemigos y a aquéllos a quienes servían, cambiaba no sólo la manera como los jesuitas veían a los demás sino también qué veían. Su visión se hizo más aguda, se les abrieron los ojos para ver talento y potencial. Liderazgo inspirado en amor es: • Visión, para ver el talento, potencial y dignidad de cada persona; • Valor, pasión y compromiso para desatar ese potencial; y • Lealtad y mutuo apoyo resultantes, que vigorizan y unen los equipos. Loyola decía: Primero mírate a ti mismo, después a los demás. Nadie percibe a los otros con certeza sin haber logrado primero un conocimiento saludable de sí mismo. Aprecia tu potencial y tu dignidad humana. Luego mira a los demás: su derecho de primogenitura es nada menos que la mera dignidad humana. Sin embargo, el amor no es sólo ver sino también hacer algo con respecto a lo que se ve. La contemplación para alcanzar el amor no sólo les daba a los jesuitas una visión global sino que los comprometía a hacer de esa visión una realidad viviente, día tras día para las personas que encontraban: "El amor se debe manifestar más en hechos que en palabras". Comentario: Había mucha presión para Loyola en cuestiones de aceptar a no judíos como jesuitas, las mayores quejas venían de España, pero a pesar de la presión los aceptaba, porque para no era importante le origen de esas personas, sino sus cualidades. La tensión en España era real e intensa, no simple invento de un director nacional débil de carácter y antisemita. El mismo Loyola tuvo que contestar duras quejas del conde de Éboli. Pero no cedió: "Me dicen que su Señoría está disgustado porque admitimos tantos nuevos cristianos en nuestra compañía. La compañía no debe ni puede excluir a nadie... No puede rechazar ningún talento ni a ningún hombre de calidad, ya sea nuevo cristiano o noble caballero o cualquier otra cosa, si su conducta religiosa es útil y se ajusta al bien universal". Ese rechazo era contrario al amor en que se basaba la compañía de Jesús. Un líder nunca debe discriminar a nadie por su origen, apariencia, antepasado o por ningún motivo que no tenga que ver por con sus cualidades o capacidades, porque todos somos líderes y a veces solo falta alguien que brinde esa oportunidad de ser líder.



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