José Regueira Ramos - Cronista Oficial de Jimena
duro realizado por cuadrillas de jornaleros metidos en fango. Durante el verano se realizaba la escarda, en la cual participaban las mujeres. La coincidencia de venta de tierras parceladas y la legislación favorecedora del cultivo del arroz atrajo a estas tierras a agricultores valencianos y sevillanos, conocedores de este cultivo. Así sucedió con Félix Jurado Bueno y Francisco García Fernández, que eran presidente y secretario del Sindicato Arrocero de Sevilla. Este último fue además presidente de la Comunidad de Regantes y propietario del molino arrocero que se situó en una nave junto a la plaza. Puso al frente de la explotación a Rafael Estorach, conocedor de las técnicas del cultivo del arroz, por ser natural de Tortosa, donde cultivaba este cereal en el delta del Ebro. Posteriormente llegaron otras familias también conocedoras de este cultivo, que llegaron a tener fuerte implantación en la zona. Tal es el caso del valenciano Vicente Puchades que, junto con otros familiares y amigos
compraron tierras a los March y constituyeron la Agrupación de Arroceros Valencianos, que fue el cultivador más importante de la zona. El cultivo del arroz trajo consecuencias sanitarias importantes. Ya en 1917 se había prohibido su cultivo, debido a la presencia de paludismo. Con la prohibición, desapareció esta enfermedad, que en cambio reapareció veinte años más tarde, cuando en 1937, en plena guerra civil, las autoridades autorizaron a la SIAG nuevamente el cultivo arrocero, lo que trajo la inmediata aparición del paludismo. Hubo necesidad de instalar en Dispensario Antipalúdico en la calle Larga nº 26, atendido por el médico titular Ernesto Lobo y sus hijas Milagros y Teresa,quienes suministraban pastillas de quinina, que denominaban ATP. El paludismo se producía por la acción del plasmodium, transmitido por el mosquito Annopheles, presente en zonas pantanosas. Tras un período de incubación de varios días, el enfermo adquiría un color amarillo, temperatura alta, escalofríos y dolo-
res. La enorme presencia de mosquitos hacía muy difícil e incómoda la vida de los vecinos, que luchaban contra ellos con plumeros, gasas , tejidos ligeros, filtros,etc. Una situación que los tesorilleros padecieron y de la que guardan no precisamente grato recuerdo.n
HISTORIA - LA REVISTA DE SOTOGRANDE
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