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Lectura
Comprensión oral
Escucha el texto locutado de la lectura y responde a las siguientes preguntas:
• ¿Quién narra la historia de Balaabilú? ¿A quién se la cuenta?
• ¿Quién es Balaabilú?
• ¿Cuándo ocurrieron los acontecimientos de la historia que narra Namán?
• ¿Qué consecuencias provocó la sequía en aquel reino?
• ¿Quién lanzó la maldición sobre el reino?
• ¿Qué sacrificio hizo el joven enamorado por la princesa Leila?
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Balaabilú
«¿Te he hablado ya de Balaabilú?».
Lalla menea la cabeza. Es feliz: es ni más ni menos el momento de oír una historia, así, en la playa, mirando el fuego que alimenta el chapoteo de la pez en la olla, la mar muy azul, sintiendo el viento tibio que zarandea el humo, con las moscas y las avispas zumbando, y no muy lejos, el ruido de las olas de la mar, que vienen hasta la vieja barca volcada en la arena. […]
El viejo Namán murmura el nombre del ruiseñor como si tratase de recordar con detalle todo lo que hay en la historia. Unta los palos en la pez caliente y empieza a pintar el casco de la barca por donde están los refuerzos de estopa, entre las junturas de las tablas.
«Fue hace mucho tiempo», dice Namán, «esto ocurrió en una época que no conocimos ni yo, ni mi padre, ni siquiera mi abuelo, pero no obstante queda buena memoria de lo que pasó. En aquel tiempo no había la misma gente que ahora, y no se sabía nada de los romanos ni de lo que es de otros países. Por eso todavía existían los zhun, porque nadie los había expulsado. Bueno, pues en aquel tiempo había en una gran ciudad de oriente un emir poderoso que tenía una hija única llamada Leila, la Noche». […]
El atardecer cae despacio en el cielo y va oscureciendo más el azul de la mar, y la espuma de las olas parece todavía más blanca. El viejo Namán hunde los pinceles en la cacerola de pez con regularidad y los pasa, haciéndolos rodar un poco, por las rendijas reforzadas con estopa. El líquido ardiente penetra en los intersticios y chorrea sobre la arena de la playa. Todos los niños, y Lalla, miran las manos de Namán.
«Entonces ocurrió algo terrible en ese reino», continúa Namán, «sobrevino una gran sequía, un azote de Dios para todo el reino, y no quedaba agua en los ríos ni en las albercas, y todo el mundo se moría de sed, los árboles y las plantas primero, luego los rebaños de animales, los corderos, los caballos, los camellos, los pájaros, al fin los hombres, que morían de sed en los campos, al borde de los caminos; era terrible de ver y por eso la gente se acuerda todavía…».
Las moscas planas vienen, se posan en los labios de los niños, les zumban en los oídos. Es el olor acre de la pez lo que las emborracha, y también el humo que, con sus pesadas volutas, se arremolina entre las dunas. Hay también avispas, pero nadie las espanta, porque cuando el viejo Namán cuenta una historia es como si se volvieran un tanto mágicas también ellas, como los zhun.
«El emir de este reino estaba triste y ordenó convocar a los sabios para pedirles consejo, pero nadie sabía cómo hacer para detener la sequía. Entonces vino un viajero extranjero, un egipcio, que sabía magia. El emir lo convocó también, y le pidió que pusiera fin a la maldición que pesaba sobre el reino. El egipcio escudriñó una mancha de tinta y hete aquí que de pronto se asustó, se puso a temblar y se negó a hablar. ¡Habla!, le decía el emir, habla y haré de ti el hombre más rico de este reino». […]
Cuando Namán deja de hablar para introducir los pinceles en la cacerola, los niños, y Lalla, no se atreven casi ni a respirar. Escuchaban las crepitaciones del fuego y el ruido de la pez que hierve en la olla. […]
«Entonces el egipcio preguntó al emir: ¿no mandaste castigar antaño a un hombre por haber robado oro a un comerciante?. Sí, lo hice, contestó el emir, porque era un ladrón. Has de saber que ese hombre era inocente, le repuso el egipcio, y fue acusado sin fundamento, y lanzó sobre ti una maldición; él es quien ha enviado esta sequía, pues es un aliado de los espíritus y de los demonios».
Cuando cae la tarde, así, en la playa, es un poco como si el tiempo ya no existiera, como si hubiera vuelto atrás, a otro tiempo muy largo y suave, y a Lalla le gustaría que la historia de Namán no acabase nunca, aunque tuviera que durar días y noches, y a ella y a los otros niños los ganara el sueño; cuando despertasen estarían todavía allí para escuchar la voz de Namán.
«¿Qué hay que hacer para contrarrestar esa maldición?, inquirió el emir, y el egipcio lo miró fijamente a los ojos: has de saber que hay un solo remedio, y voy a decírtelo, dado que me exiges que te lo revele. Es preciso que sacrifiques a tu hija única, a la que amas más que a nadie. Ve, conviértela en pasto de las bestias salvajes del bosque, y la sequía que castiga a tu nación tocará a su fin. El emir rompió a llorar y a lanzar alaridos de dolor y de cólera, pero como era hombre de bien dejó que el egipcio partiera en libertad. Cuando el pueblo se enteró de esto, también lloró, porque amaba a Leila, la hija de su rey. Pero era preciso consumar el sacrificio, y el emir decidió conducir a su hija al bosque para entregarla como pasto a las bestias salvajes. No obstante, había en el reino un joven que amaba a Leila más que los demás y estaba dispuesto a salvarla. Había heredado de un pariente mago un anillo que otorgaba a quien lo poseía el poder de transformarse en animal, pero nunca podría recuperar su forma primera, y sería inmortal. Llegó la noche del sacrificio; el emir partió hacia el interior del bosque en compañía de su hija…». […]
El rugido de las olas en la playa es más nítido por momentos, como si arribara la mar. Pero no es más que el viento, que sopla, y cuando se enrosca en el seno de las dunas, esparce trombas de arena que se mezclan con el humo.
«En el bosque, atada al árbol, la pobre Leila temblaba de miedo y pedía socorro a su padre, porque no tenía valor para morir así, devorada por las bestias salvajes… Ya un lobo de gran tamaño se acercaba a ella, que veía brillar sus ojos como llamas en la noche. De pronto se oyó una música en el bosque. Era una música tan bella y pura que Leila cesó de tener miedo, y todas las bestias feroces del bosque se detuvieron a escuchar. […] Entonces Leila regresó en la mañana a la casa de su padre, después de caminar toda la noche, y la música la había acompañado hasta las puertas del palacio. Cuando la gente vio aquello, se sintió muy feliz, porque quería mucho a la princesa. Y nadie prestó atención a un pajarito que volaba discreto de rama en rama. Y esa misma mañana empezó a caer la lluvia sobre la tierra…».
Namán deja un instante de usar los pinceles; los niños y Lalla miran su cara cobriza en la que brillan sus ojos verdes. Pero nadie hace preguntas, nadie interviene para que acabe.
«Y bajo la lluvia seguía cantando el pájaro Balaabilú, porque él había salvado la vida a la princesa a la que amaba. Y como ya no podía recobrar su forma primigenia, vino a posarse cada noche en la rama de un árbol que daba a la ventana de Leila, para cantarle su bella música».
Jean Marie Gustave Le Clézio, Desierto, Tusquets.
Vocabulario
Pez: en femenino, sustancia pegajosa que, mezclada con estopa, sirve para impermeabilizar la superficie de los barcos de madera.
Estopa: material obtenido del lino o del cáñamo que se emplea para fabricar cuerdas y tejidos.
Zhun: geniecillo de la tradición árabe. Puede producir muchos daños a las personas.
Emir: príncipe o caudillo árabe.
Intersticio: espacio pequeño entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo.
Voluta: figura en forma de espiral.
Extrae información
1 ¿Qué dos historias se van alternando en la lectura? Cita los personajes que las protagonizan.
2 Esquema a cuatro bandas. Cada una de las historias que se cruzan en el texto presenta una estructura narrativa clásica de introducción, nudo y desenlace. Complétala en tu cuaderno.
Estructura
Historia 1 Historia 2
• Introducción: Lalla y un grupo de niños observan y se preparan para escuchar a Namán.
• Nudo:
• Desenlace:
• Introducción:
• Nudo: Llega la sequía al reino y …
• Desenlace:
3 En la historia 1, ¿qué está haciendo el viejo Namán mientras narra la historia de Balaabilú?
4 El texto está plagado de elementos sensoriales que aportan viveza a la narración. Completa la tabla en tu cuaderno con términos que expresen realidades que se perciban por estos sentidos.
Vista Oído Olfato Gusto Tacto
Reflexiona sobre la lengua
5 Clasifica estas palabras del texto en tu cuaderno: feliz, chapoteo, mágicas, emir, Balaabilú, hermosa, ruiseñor, época, así, memoria, sequía, música, joven, única, árbol, líquido, Namán.
Llanas Agudas Esdrújulas
Con tilde Sin tilde Con tilde Sin tilde
6 Cambia el número de estas palabras y explica las consecuencias del cambio en la acentuación:
8 En el texto aparece el sustantivo pez en femenino. En masculino, este sustantivo tiene otro significado. Utiliza el diccionario y escribe una oración con cada uno de ellos.
9 Busca y copia en tu cuaderno palabras de la misma familia léxica de estas palabras:
Barcaza Historia M Sica
10 Escribe los antónimos de estos términos de la lectura: memoria, maldición, atardecer, inocente, salvajes.
Interpreta y analiza
11 En la historia 2, ¿qué relevancia adquiere el anillo mágico en el desenlace?
12 ¿Qué efecto provocó la música en Leila?
13 ¿Fue el de Balaabilú un amor eterno? Explícalo.
14 A medida que el viejo Namán va narrando la historia, el día avanza. Copia algunas expresiones del texto que corroboren este paso del tiempo.
15 ¿En qué momento de la historia se funden, según el viejo Namán, el mundo real y el mundo de la imaginación?
16 Comenta las reacciones de los niños mientras Namán va contando la historia de Balaabilú.
17 La pregunta. ¿Es Namán un buen «contador de historias»? Justifica tu respuesta.
18 Mesa redonda. ¿Qué te parece el final de la historia 2 de la lectura? ¿Es un final feliz? ¿Por qué?
19 ¿Con qué adjetivo calificarías la actitud del emir en relación con su hija?
Valora y relaciona con tu mundo
20 Decálogo de intenciones. En la lectura, la sequía se detiene debido a elementos mágicos. ¿Qué medidas adoptarías en el mundo real? Por parejas, elaborad un listado con las ideas más relevantes.
7 Encuentra en la lectura cinco formas verbales de la tercera persona del singular del pretérito perfecto simple de indicativo. ¿Cómo son por su acentuación?
Ortografía CONSULTA EL ANEXO 1
21 Balaabilú sacrifica su vida por amor. Debatid en clase sobre ello. ¿Creéis que el amor es importante? ¿Por qué?
22 ¿Te gusta escuchar los cuentos y las historias de tus mayores? ¿Qué sentimientos y emociones sientes al escucharlos? ¿Te gusta contar tus propias historias? ¿Por qué?