Revista Occidente 567 - Diciembre 2025

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DEMO CRACIA Y NUEVOS ENFOQUES

¿POR QUÉ LAS ENCUESTAS EN CHILE MUESTRAN IMPORTANTES DESVIACIONES?

CUANDO EL PAÍS CAMBIÓ MÁS RÁPIDO QUE SUS HERRAMIENTAS DE INVESTIGACIÓN

* EL PODER CONTRA LA VIOLENCIA: REFLEXIONES DE BYUNG–CHUL HAN SOBRE LA OBRA DE HEGEL

* DE JANUCÁ A LA NAVIDAD

* GAZA: LA FRÁGIL FRANJA DE ORIENTE MEDIO

4 Correo de los lectores

5 Una interpretación de una elección que ya pasó

10 Democracia y nuevos enfoques

17 ¿Por qué las encuestas en Chile muestran importantes desviaciones?

Cuando el país cambió más rápido que sus herramientas de investigación

23 El poder contra la violencia: Reflexiones de Byung–Chul Han sobre la obra de Hegel

26 Gaza: la frágil franja de Oriente Medio

32 Ser una científica antártica: De luces y de sombras

La trayectoria de Claudia Maturana Bobadilla

40 De Janucá a la Navidad:

La reconversión de la luz como símbolo del tiempo y cómo la humanidad transformó el tiempo en un espejo de su búsqueda espiritual

50 “Le Train Bleu”

El mágico viaje en el tren del tiempo

54 Literatura (Buenos) Libros para fin de año

56 Música

Jaco Pastorius, el genio del bajo

60 Cine

Guillermo del Toro: Un paseo por su imaginario y obsesiones

64 La última palabra

El encanto de la ciencia

Fundada en 1944

Diciembre 2025

Edición N° 567

ISSN 0716 – 2782

Director

Rodrigo Reyes Sangermani director@revistaoccidente.cl

Comité Editorial

Ximena Muñoz Muñoz

Ruth Pinto Salgado

Roberto Rivera Vicencio

Alberto Texido Zlatar

Paulina Zamorano Varea

Editor Antonio Rojas Gómez

Diseño

Alejandra Machuca Espinoza

Colaboran en este número: Guillo

Javier Ignacio Tobar

Roberto Berrios

Galo López Zúñiga

Felipe Quiroz Arriagada

Álvaro Vogel Vallespir

Ignacio Vidaurrázaga Manríquez

Cristian Villalobos Zamora

Pierine Méndez Yaeger

Pablo Cabaña Vargas

Edgard “Galo” Ugarte Pavez

Ana Catalina Castillo Ibarra

Rogelio Rodríguez Muñoz

Fotografías Shutterstock.com Unsplash.com

Publicación

Editorial Occidente S.A. Marcoleta 659, Santiago, Chile

Gerencia General

Gustavo Poblete Morales

Suscripciones y Publicidad

Nicolás Morales suscripciones@editorialoccidente.cl Fono +56 22476 1133

Los artículos firmados u opiniones de los entrevistados no representan necesariamente la línea editorial de la revista. Se autoriza la publicación total o parcial de los artículos con la única exigencia de la mención de Revista Occidente.

LA MODERACIÓN

La política pareciera definirse a dos bandos permanentemente excluyentes. Se es de uno o se es del otro, se les acusa a los indecisos de ser responsables de los males del otro, y a los adversarios, de ser responsables de todos los males de la sociedad futura, como si los encuentros posibles y los avances comunes no supieran de acuerdos. Cada sector hace esfuerzos no siempre sinceros para atraer agua a su molino, toma las ideas del candidato que perdió en primarias, incorpora en su programa propuestas que en otras circunstancias no estarían y esgrime comentarios positivos al que hace poco también fue un enemigo.

Se denostan los extremos mutuamente y se anticipa que de ganar el contrario todos los tormentos de la sociedad se cernirán sobre nuestras cabezas. Pero ojo, los del medio también acusan lo mismo, son poseedores de la verdad ecuánime y tienen la clave de todas las soluciones, por cierto, también la clave de dirimir los extremos en disputas. Vislumbran que sus ideas y no las de los otros son las mejores, que la gente sigue distinguiendo no las ideas mejores, sino las ideologías, y que los triunfos y las derrotas están íntimamente relacionadas con proyectos de país que son como un estanco, un manual de procedimientos rígidos extraídos de una carpeta guardada en la repisa, un mamotreto de modelos de sociedad que se acumulan en las bibliotecas y en los anaqueles de la historia.

Así es difícil reencontrarse, extraer lo bueno de todas las ideas, coincidir en lo esencial y respetar al adversario, ya no como un contrario sino como un complemento. Es cierto que a veces hay ideas que asustan, propuestas que enganchan popularmente y que sin embargo son ajenas a los avances de un país democrático e inclusivo, como hemos visto últimamente, las democracias se fragilizan casi sin darnos cuenta, aunque también es cierro, no obstante todo lo que hemos descrito, es legítimo y acaso necesario, que haya distintas miradas de país, incluso aunque no se trate solo de matices sino de propuestas más profundas, por eso es bueno informarse bien y decidir en consecuencia.

Muchos señalan que Chile, a pesar de los eventos que contradicen la historia, goza de una institucionalidad sólida, al menos todo lo sólida que se espera de un estado en pleno desarrollo como el nuestro y con tantas tareas pendientes, y que en el vecindario es por todos reconocido y cuyas cifras indesmentibles avalan un trabajo que instala a Chile en una posición de privilegio. Por supuesto el país, está muy lejos de caerse a pedazos, y los indicadores internacionales así lo indican. Ello debería disipar los temores más catastrofistas que nos instalan en épocas electorales, sin duda, pero hay que estar atentos. Para ello se requiere de una ciudadanía participativa y comprometida con nuestra democracia, informada y alerta, pero especialmente de una clase política a la altura de la constancia que profundice el valor de sus instituciones y trabaje en pos de una unidad y no tanto, como a veces parece ser, en sus propios beneficios sectoriales y ventajas partidarias.

INCERTIDUMBRES POLÍTICAS

Sr. director,

El resultado de la primera vuelta presidencial ha dejado en muchos chilenos una sensación de incertidumbre y confusión. La fragmentación del electorado, las lecturas contradictorias y el clima de polarización dificultan comprender con claridad hacia dónde se encamina el país y cuáles serán las prioridades del próximo gobierno. Esta encrucijada, lejos de ser solo un fenómeno político, refleja también las tensiones sociales que Chile arrastra desde hace décadas.

La segunda vuelta representa, por lo tanto, un desafío mayor. Nuestro país se encuentra en un punto decisivo: es indispensable resguardar los avances sociales alcanzados en los últimos años, especialmente aquellos orientados a disminuir la profunda brecha entre ricos y pobres, mejorar la protección social y fortalecer derechos largamente postergados. El riesgo

de retroceder en materias que han permitido mayor equidad no puede tomarse a la ligera.

Sea cual sea la preferencia de cada ciudadano, es fundamental que el debate público se mantenga informado, responsable y orientado al bienestar común. Chile necesita mirar hacia adelante, construir acuerdos amplios y evitar que la incertidumbre electoral se transforme en un retroceso social.

Pablo Alvarado, Profesor

GABRIELA MISTRAL

Sr. director,

La figura y la obra de Gabriela Mistral están adquiriendo hoy la dimensión que por décadas se les negó. Durante mucho tiempo, la poeta fue mirada con un cierto desdén literario, marcada por prejuicios que la reducían a una imagen provinciana o a estereotipos asociados a su labor docente y a aspectos de su vida personal. Sin embargo, esa misma experiencia vital —la pedagogía, el

compromiso social, el contacto directo con el dolor humano— es la que otorga a su obra una fuerza universal. La relectura de su legado revela una autora de enorme complejidad intelectual, capaz de unir ternura, pensamiento político, espiritualidad y una mirada profunda sobre América Latina.

Hoy, afortunadamente, emerge con claridad la verdadera estatura de Mistral: una escritora moderna, vigente y universal, cuya obra merece ser leída sin prejuicios ni simplificaciones.

Atte

a participar en la reforma educacional de México en

años 1922 a 1924, por José Vasconcelos, ministro de Educación. Viajó por toda América Latina promoviendo una pedagogía moderna, participativa y afectiva. Su constructo educativo lo tenemos presente en sus textos y discursos, como en “Lecturas para mujeres” o en muchas de sus cartas, se refleja su pensamiento educativo, donde combina poesía, ética y pedagogía. Su enfoque sensible y transformador inspiró generaciones de profesoras y profesores en Chile y el continente. Hoy es símbolo de una educación con sentido humano y compromiso social. Podemos destacar los siguientes escritos pedagógicos: Lecturas para mujeres en 1924 creado durante su trabajo en México, contiene textos educativos, morales y literarios dirigidos a mujeres jóvenes, donde destaca principalmente la formación integral, el pensamiento crítico y la sensibilidad estética. Publicó artículos y ensayos en medios como el Mercurio, la Nación o Revista de Educación, donde reflexionaba sobre el rol del maestro, el amor en la enseñanza, la pobreza infantil y la urgencia de alfabetizar. En su correspondencia con otros educadores y figuras políticas, expresa ideas sobre cómo debe ser el sistema educativo con respecto a lo ético y centrado en el ser humano. Decía que enseñar no es solo transmitir conocimientos, sino formar personas sensibles y éticas. Fue una férrea defensora del acceso a la educación en zonas rurales, donde ella misma enseñó. Siempre buscó empoderar

SU OPINIÓN NOS IMPORTA

Envíe sus opiniones en una extensión máxima de 1100 caracteres con espacios a: director@occidente.cl Occidente se reserva el derecho a editar los textos y ajustarlos a las normas editoriales. El lenguaje debe ser respetuoso y sin descalificaciones.

Luisa Mercado Santiago

REVISTA OCCIDENTE

Sr. director, Deseo expresar mi sincero reconocimiento a la Revista (Occidente) por la calidad y profundidad de los artículos que publica en cada edición. En un tiempo marcado por la prisa, la estridencia y el debate fragmentado, resulta especialmente valioso encontrar un espacio donde los temas sociológicos, filosóficos y políticos se aborden con la claridad, la sencillez y la elegancia intelectual que distinguen a su revista.

Los ensayos y reflexiones que ustedes ofrecen no solo informan: invitan a pensar, a cuestionar, a comprender el mundo desde una mirada más amplia y serena. Cada número es, para muchos lectores, una oportunidad de encuentro con ideas que iluminan nuestra realidad sin dogmatismos y con un rigor que se agradece profundamente. Quisiera, por ello, agradecer el esfuerzo editorial que hace posible esta labor y celebrar la continuidad de un proyecto que mantiene viva la conversación cultural en un país que la necesita. Espero con entusiasmo cada nueva edición.

Roberto Contreras Talca

UNA INTERPRETACIÓN DE UNA ELECCIÓN QUE YA PASÓ

POR JAVIER IGNACIO TOBAR

Abogado, académico, ensayista

Hago presente que este artículo lo escribí antes de la segunda vuelta, o sea, una vez terminadas las elecciones y entregados los resultados de la primera, que sí contiene muchos datos, y, a su turno, la tremenda sorpresa del candidato del “Partido de la Gente” y el quinto lugar de la que llevaba “Chile Vamos”, además de la baja votación de la candidata del oficialismo. Por esa razón, una vez que se enfrenten a las siguientes páginas, ya tendremos nuevo presidente de la República y lo que digo parecerá inútil. Pero, creo, la primera vuelta nos entregó elementos más que importantes para entender el Chile que es y el que viene. Todos los datos a los que hago mención tienen su fuente en www.servel. cl. Acá voy.

El pasado domingo 16 de noviembre de este 2025 seguí el desarrollo de una jornada electoral que era

decisiva para el rumbo político, institucional, emocional y económico del país desde la recuperación de la Democracia. Observé la apertura de mesas y la llegada constante de votantes que, esta vez, participaron bajo un régimen de voto obligatorio. Esa condición introduce un matiz completamente distinto: amplía la base electoral, tensiona las proyecciones previas y convierte la elección en un termómetro social cargado de expectativas. A medida que avanzó el día, percibí que cada señal tiene que ser interpretada con especial atención, porque el país atraviesa un momento en que la estabilidad democrática ya no puede darse por garantizada.

Cuando se entregaron resultados, constaté que Jannette Jara, como era esperado, obtuvo un 26,8% de los votos y José Antonio Kast un 23,9%, lo que instaló de inmediato una segunda vuelta que se disputará el 14 de diciembre. Comprendí que estos números no sólo ordenan el mapa político, sino que confirman tendencias que venían asomando desde

hace meses: la consolidación de dos polos (más o menos) fuertes —uno de izquierda “a la antigua” y uno de derecha “radicalizada”— en un contexto de un preocupante debilitamiento estructural del centro político (o “Democracias liberales”). Observé también como se renovó la mitad del Senado y la totalidad de la Cámara de Diputados, generando un Congreso sin mayorías claras. Presiento que gobernar, durante los próximos años, exigirá nuevamente una capacidad de negociación muy superior a la mostrada en ciclos anteriores.

Mientras reviso el nuevo equilibrio parlamentario, constato que ninguna fuerza logra controlar por sí sola ninguna de las dos Cámaras. Lo anterior reafirma una idea que vengo reflexionando desde hace tiempo: la Democracia chilena entra en una fase donde la gobernabilidad se vuelve un desafío central. Sin acuerdos estables ni coaliciones cohesivas, cualquier agenda legislativa requerirá pactos amplios, paciencia política y claridad programática. Percibo que este escenario exigirá un tipo de liderazgo que el país no ha visto en años, o sea uno capaz de articular mayorías diversas sin caer en paralizaciones crónicas.

En paralelo, veo con detención la reacción de los mercados: la renta variable y el tipo de cambio ya venían mostrando signos de estabilización durante las semanas previas (sin mérito alguno del Ministro señor Grau), lo que interpreto como una señal que los inversionistas habían internalizado un escenario probable, es decir, una segunda vuelta entre Jara y Kast, sin sorpresas mayores. A partir de ello, anticipo que el tipo de cambio podría seguir moviéndose hacia los 900 pesos por dólar si en los próximos días. La campaña entrega señales de institucionalidad, moderación y gobernabilidad. Entiendo que el mercado no reacciona solo a programas, sino a la percepción de estabilidad, previsibilidad y capacidad de conducción.

Mientras analizaba la jornada electoral, constaté el despliegue paralelo de las campañas en el mundo digital y su efecto inmediato y quién supo utilizar mejor la herramienta. Pienso en cómo, desde hace meses, venimos monitoreando las publicaciones de los ocho candidatos presidenciales. Desde el 18 de agosto de este año 2025, el zoom electoral nos ha permitido comprender con más precisión las decisiones detrás de cada mensaje. Constato que las plataformas ya no operan como espacios deliberativos, sino como escenarios emocionales donde las candidaturas buscan producir reacciones rápidas, impulsivas y altamente codificadas (delincuencia, miedo y crecimiento económico más empleo). Hoy, la política digital no persigue convencer: persigue activar emociones inmediatas que se expresan en pocos caracteres o segundos.

Basta una mirada por las redes sociales más utilizadas (o visitadas) para dar crédito a lo que digo, o, lo que es peor, como se construyen verdades completas en torno a las que, al menos, son relativas.

En la medida que reviso el material acumulado durante la campaña, identifico dos grandes territorios discursivos.

El primero, que es de carácter aspiracional-programático, lo observé especialmente en las campañas de Jara y Matthei, donde se tratan de potenciar atributos personales, cercanía y propuestas mezcladas con registros cotidianos. El segundo, el territorio, centrado en orden y seguridad, predomina en las publicaciones de Kast y Kaiser, con un lenguaje más duro y partidista. Parisi aparecía en una zona periférica, abundante en contenidos, pero sin convertir ese volumen en adhesión estable. Más atrás, Artés, Enríquez-Ominami y Mayne-Nicholls apenas logran proyectar presencia.

Pero el fenómeno del cual se ha escrito mucho ya todos sabemos donde estuvo, y hoy, luego de elegido el futuro Presidente de la República (el cargo es nominalmente señalado en masculino), ya conocemos quien movió mejor sus fichas desde ese 16 de noviembre.

Esta clasificación me lleva a comprender que

los candidatos enfrentarán (en segunda vuelta) un desafío político complejo: capturar la atención de un electorado disperso, con muchos jóvenes nacidos en Democracia, las denominadas “clases medias emergentes”, con hábitos digitales muy fluidos y un nivel creciente de desafección por la representación. Al mismo tiempo, constato que el desafío metodológico es igualmente profundo: interpretar qué significa una reacción digital — un like, un comentario, una visualización — en un ecosistema donde los algoritmos privilegian el conflicto sobre el argumento. Es evidente y comentado el bajo nivel del debate que se dio en la primera vuelta, con debates ilegibles, y, por sobre todo, en multiplicación máxima.

Vuelvo entonces a los primeros meses del ciclo electoral, particularmente marzo de este año.

Identifico episodios de alto impacto emocional y comunicacional: la agresión a Carolina Tohá el 8 de marzo generó 12 millones de visualizaciones, saturando el ecosistema digital. Kast marcó un tono negativo temprano al acusar al Gobierno de ser “el peor de la historia”, mientras Matthei osciló entre negatividad y la siempre peligrosa (hoy día) neutralidad. Jara conservó un tono informativo. Kaiser expresó un enojo emergente. La alegría — como emoción digital — se

convirtió en un componente marginal. La pelea fácil, si bien rechazada por las encuestas, fue tema central en la pasada elección o también denominada “Primaria de las Derechas).

Durante el mes de abril, el escenario se intensificó. Hubo peaks comunicacionales: la renuncia de Tohá al Gobierno, las declaraciones de Matthei del 16 de abril, el bono de natalidad de Kast, las tensiones internas del oficialismo que involucraron a Jara con Carmona a cargo de los misiles en contra de la candidata de su Partido, aunque, según la propia señora Jara, lo era de 9 Partidos de “centro izquierda”, o, según sus palabras, de la manoseada social Democracia. En este contexto, detecto que la negatividad se consolida como dominante. Kast y Matthei superan valores de “enojo” cercanos a 5% según las cuestionadas encuestas. La alegría se desplomó por debajo de 10% en prácticamente todos (Criteria de septiembre de 2025). Las campañas se volvieron entonces un campo emocional altamente reactivo, y los algoritmos reforzaron ese patrón.

A partir del mes de mayo sigo el análisis de sentimientos y emociones elaborado por la plataforma “C2 del CEP”, arrojó una conclusión inquietante: la preferencia declarada por la Democracia cayó a un mínimo histórico del 44,2%, mientras la indiferencia frente al régimen político alcanza el 33,5%. Estos números, por sí solos, vuelven a situar a Chile en un estado de vulnerabilidad democrática. Comprendo que, en este contexto, la comunicación digital juega un rol central en moldear percepciones, amplificar tensiones y alimentar polarizaciones.

En paralelo, la irrupción poderosa del voto por Franco Parisi.

Constato el día después que obtuvo un 19,7% y se transformó, nuevamente, en la gran sorpresa electoral. Entiendo que sus votos operan en circuitos digitales no medidos, que su identidad antipolítica lo conecta con votantes invisibles para las encuestas, y que su fortaleza territorial se concentra en el norte del país con porcentajes superiores al 30% en regiones como Antofagasta y Atacama. Analizo que ese voto está compuesto mayoritariamente por trabajadores informales, jóvenes y adultos jóvenes desconfiados de instituciones, usuarios intensivos de plataformas digitales y con un patrón emocional donde prevalece la desconfianza social.

Parisi evitó respaldar inmediatamente a alguno de los finalistas. Declaró (mientras hablaba por teléfono con su hijo) que no firmará “cheques en blanco” y exigió a los candidatos Jara y Kast (triunfadores en la primera vuelta) “ganarse los votos”. Comprendo que esta posición no es solo una estrategia electo-

ral, sino un reflejo del ethos de su base: autonomía, desconfianza y rechazo a los acuerdos entre élites, tan propio de la Democracia que heredamos de la gloriosa década de 1990. Su bancada de 14 diputados anticipa un Congreso donde su “Partido de la Gente” (no del “Pueblo”) será decisivo.

Detengámonos un rato en este eje. Una de las propuestas del mencionado candidato que no era “ni facho ni comunacho” – según sus dichos – fue clave en el norte del país, que es la “macrozona” donde claramente triunfó: minar la frontera por donde ingresan gran parte de los extranjeros que hoy están en la calidad de “ilegales” en el país. Una vez que lo propuso, fue más allá que otros de la derecha chilena. Pero, además de la “macrozona”, Parisi, en las 29 comunas que integran esa parte del país, Parisi ganó en 26, lo que equivale a un 89,6% de esas ciudades, todas ubicadas en las Regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Atacama. En total, en todas esas regiones, consiguió 306.758 votos, promediando el total, en esas 4 regiones, de 74.199,2 votos. El máximo fue en Antofagasta (la Región con el per cápita más alto de Chile), llegando a 137.597 sufragios. Es sabido por todos que el norte del país tiene problemas asociados a la percepción de considerarse zonas que aportan de manera fuerte por medio de la actividad minera, pero que no reciben de vuelta una atención especial a sus problemas. La idea de

“norte abandonado a su suerte” hizo mucho sentido a su electorado cansado de ser el patio trasero y de la inseguridad en las fronteras que lo cubren, en que, sin lugar a duda, el tema de la inmigración ilegal y la inseguridad mueve la aguja. Pero, además, los temas económicos, aunque no tanto por la lucha en contra de la pobreza, sino que, por sobre todo la libertad y la seguridad para la riqueza amasada por parte de los trabajadores de las faenas mineras, las asociadas a ellas y el fruto que las mismas producen en el resto de la población.

El tema migratorio marca fuertemente al norte de Chile. De acuerdo con los datos del Servicio Nacional de Migraciones, luego del CENSO del año 2024, en Arica y Parinacota, por ejemplo, la población migrante alcanza un 14,8%, en Tarapacá un 23%, en Atacama un 8,4%, y en Antofagasta un 19,4%. A lo anterior se suman los problemas de seguridad, de los cuales varios se asocian a “Bandas Extranjeras”. Por ejemplo, Arica y Parinacota, según la misma fuente, tiene la tasa de homicidios más alta de todas las Regiones: 9,9 asesinatos por cada 100.000 habitantes, en tanto Atacama presenta una variación del 162% en la cantidad de secuestros entre los años 2023 y 2024.

El electorado de Parisi se caracteriza por estar compuesto por segmentos de bajo nivel de ingresos (a nivel nacional), tener una baja identificación con el sistema político y con el eje izquierda y derecha

(“élites tradicionales”), y por ser mayoritariamente críticos de quien esté a cargo del Gobierno de turno. Además – y este no es un dato menor – la cantidad de votantes del candidato del “Partido de la Gente” es mayor cuando hay menor escolaridad y altas bajas en las carreras profesionales y técnicas.

Con todo este panorama — el avance cronológico de la campaña, los patrones comunicacionales, los resultados de la jornada y el rediseño territorial — observo un país que ingresa a una etapa decisiva. La segunda vuelta definirá más que un liderazgo, y pondrá a prueba la capacidad política de reconstruir un mínimo democrático compartido.

La primera vuelta del año 2025 revela un país que vive simultáneamente una crisis de representación, un reordenamiento territorial, una mutación emocional y una recomposición social. El ciclo electoral muestra que la Democracia ya no opera exclusivamente sobre convicciones institucionales, sino sobre emociones intensas, percepciones inestables y narrativas digitales que median la relación entre ciudadanía y política.

El despliegue de sentimientos negativos —especialmente enojo, frustración y desconfianza— no es un dato aislado: es la expresión de un clima social polarizado, donde la política pierde centralidad como espacio de articulación y se convierte en un espectáculo digital regido por algoritmos que premian el conflicto. Esta lógica debilita los incentivos para el diálogo, desplaza los temas programáticos y reduce la política a identidades reactivas.

La fragmentación (ahora relativa) del Congreso y la fuerza electoral de actores como Parisi revelan un desplazamiento estructural del mapa político, en que la representación se distribuye entre fuerzas tradicionales, nuevas identidades digitales y movimientos antipolíticos. Esta diversificación, lejos de representar pluralismo efectivo, amenaza con generar ingobernabilidad si las élites políticas no comprenden las transformaciones profundas del electorado.

Al mismo tiempo, el deterioro de la valoración democrática —con un 44,2% de preferencia y un 33,5% de indiferencia— muestra que la crisis no es solo política: es también emocional y cultural. La Democracia pierde terreno cuando no entrega seguridad, claridad ni sentido. En este contexto, la segunda vuelta de 2025 se convierte en un ensayo general sobre la capacidad del sistema político para recomponer legitimidad y recuperar su vínculo con los ciudadanos.

Creo que este ciclo electoral confirma que la Democracia chilena no está garantizada por su pasado ni por su institucionalidad formal. Requiere liderazgo, requiere claridad, requiere responsabilidad y requiere una voluntad política real de reconstruir la confianza.

Si los actores que compiten y los que observan no asumen este desafío, el país puede entrar en una fase prolongada de inestabilidad democrática.

Dicho todo lo anterior, los candidatos de la izquierda y la derecha tendrán que haber buscado su voto, básicamente, en los sectores postergados por las élites, en la población que tiene bajos niveles de escolaridad y universitaria, en los que no han encontrado su lugar dentro de los “elegidos”, y, por sobre todo, en leer muy bien el nuevo clivaje chileno, o sea el del plebiscito de rechazo al primer proyecto de nueva Constitución redactado por la Convención Constitucional, o, si se quiere, por la calma en observar qué pasó por el vuelvo que hubo en lo que votó para lo que se ofreció por el “Consejo Constitucional” y posterior “Asamblea”.

Así las cosas, y mirando lo que ha pasado con los votos en estos movidos años de elecciones, creo que la extrema derecha (nadie cambia en 4 años) superará el 55% de los votos, mientras la izquierda no superará el 40% de los sufragios, mientras que los blancos y nulos (que no son, necesariamente, un “viaje” de quienes optaron por Parisi en primera vuelta) llegarán a un 10%.

La Democracia, como la conocimos en la década de 1990 y sus derivados como en binominalismo quedaron atrás. Pero insisto que el problema no está en la demanda, sino en que la oferta sepa mirarla con cuidado para explicar cómo se lidera un país sin seguir los temerarios ejercicios de otras latitudes.

Ciclos le llaman.

Como dije, ese artículo lo entregué antes de la segunda vuelta, por lo que “la cuenta” por mis predicciones podrán hacerlos en las “Correo de los lectores” de esta revista.

DEMOCRACIA Y NUEVOS ENFOQUES

POR ROBERTO BERRÍOS

Ingeniero, escritor y ensayista

Podríamos partir con una definición clásica sobre la democracia, con una definición más bien popular o de sentido común. La democracia es un sistema político en el que el poder pertenece al pueblo en el cual las decisiones importantes la toman directamente los ciudadanos o a través de representantes elegidos mediante votaciones libres y periódicas.

Sus principios básicos son: Igualdad donde todas las personas tienen el mismo valor y derecho a participar. Libertad, cada ciudadano puede expresarse votar y elegir. Participación, la ciudadanía influye en las decisiones públicas. Estado de derecho, las leyes se aplican a todos, incluso a los gobernantes.

La destacada académica y filosofa española Adela Cortina, considera que la democracia es la mejor forma de gobierno y ella plantea una “democracia comunicativa”, basada en el diálogo sereno y la amistad cívica, que se contrapone a la manipulación de la “democracia emotiva”.  Sostiene que una democracia para que sea auténtica y sólida, es fundamental fortalecer la ética en todos los ámbitos, tanto como en la política, también fortalecer la educación y cultivar valores como la justicia, la igualdad, la solidaridad y también la empatía.

Cortina critica las debilidades de las democracias actuales, como la corrupción y el individualismo, y destaca la necesidad de una ética cosmopolita y una educación en valores desde la infancia para formar ciudadanos responsables.

Adela Cortina plantea tres modelos de democracia, para lo cual los define de la siguiente forma:

Democracia emotiva: los líderes manipulan los sentimientos de los ciudadanos para obtener votos, utilizando la retórica para influir en las emociones en lugar de basarse en el diálogo racional. En este caso las élites manipulan los sentimientos y emociones de los electores con el fin de conseguir sus votos, entendiendo la política como el arte de la conquista y conservación del poder con cualesquiera medios. Una negativa retórica. Esta es la forma de actuar, así funciona en las democracias a las que se ha llamado “democracias de las masas”, porque en ellas se cuenta con masa y no con pueblo, con individuos heterónomos, no con ciudadanos autónomos.

Democracia agregativa: reconoce los desacuerdos y llega a acuerdos por mayoría, aunque Cortina advierte que este modelo puede ser insuficiente y menos ideal que uno basado en el consenso, siempre los consensos o la unanimidad son en alguna forma paralizantes, ya que son muy lentos. Es más ágil y eficiente las mayorías. En esta opción los ciudadanos son más racionales que en la línea emotiva. Democracia comunicativa : es el modelo que Cortina defiende, donde los ciudadanos buscan forjar una voluntad común a través del diálogo sereno y la amistad cívica, dando prioridad a la ciudadanía sobre la masa. Los ciudadanos que componen el pueblo son conscientes de que las discrepancias son inevitables, que los desacuerdo componen en principio la sustancia de una sociedad pluralista.

ÉTICA Y DEMOCRACIA

Cortina considera la ética como un pilar esencial para la democracia. Una democracia fuerte no puede existir sin un sólido fundamento ético en sus ciudadanos, también en sus líderes tales como: diputados, senadores,

concejales, dirigentes sindicales entre otros y por supuesto todas sus instituciones.

Para Adela Cortina la importancia de la educación es prioritaria para formar ciudadanos responsables y críticos, capaces de participar en la vida democrática y de resistir la manipulación, hoy también podríamos plantear la manipulación tecnológica, vía redes sociales, fake news.

Critica duramente la corrupción, a la que compara con la hidramítica, (Hidramítica es un término que se refiere a una hidra mítica, una criatura legendaria de la mitología con múltiples cabezas, similar a un dragón. Estas criaturas se describen a menudo como formidables y amenazantes, emergiendo de aguas oscuras y poseyendo un poder misterioso) señalando que muta y se adapta, pero que debe ser combatida activamente.

Respecto de los medios de comunicación, ella argumenta que una democracia sólida no puede prescindir de un periodismo ético que informe de manera veraz y sirva como foro de debate público, consideraciones como el cuarto poder. Propone una ética que vaya más allá de las fronteras nacionales, basada en la justicia y la compasión. Esto se vio muy bien reflejado en la interdependencia global que se hizo evidente durante el periodo epidémico del Covid 19.

DEMOCRACIA

La reflexión sobre la democracia en el pensamiento político contemporáneo se debe mucho a Hannah Arendt, filósofa judeo-alemana que vivió entre 1906 y 1975. Testigo directo de los totalitarismos del siglo XX, su obra se construyó en diálogo constante con los grandes colapsos políticos de su tiempo: el nazismo, el estalinismo y la crisis del humanismo europeo. Sin embargo, lejos de limitarse a una denuncia del horror totalitario, Arendt buscó rescatar el sentido más profundo de la política: la posibilidad de que los seres humanos actúen juntos en libertad.

Para Arendt, la democracia no es un sistema de gobierno ni una simple técnica de administración del poder. Es, ante todo, una forma de vida política que solo se realiza cuando los ciudadanos se encuentran, dialogan y actúan colectivamente en el espacio público. De ahí que su pensamiento sea radicalmente distinto del modelo representativo moderno, que tiende a reducir la participación ciudadana a la emisión periódica del voto. Arendt recupera la antigua idea griega de las polis, entendida como el lugar donde los hombres libres se reúnen para debatir los asuntos comunes y construir, mediante la palabra y la acción, un mundo compartido. Arendt percibía que la política moderna se había empobrecido y que el dominio de la economía, la tecnocracia y la burocracia habían copado todo el espacio público. Su pensamiento es una invitación a reconstruir la esfera pública como lugar de aparición, deliberación y acción compartida.

Su democracia no se mide por la eficiencia, sino por la vitalidad del espacio común donde los ciudadanos se reconocen como iguales y distintos a la vez. El pensamiento político de Hannah Arendt se construye a partir de una profunda revisión de la tradición occidental. A diferencia de muchos filósofos políticos modernos, Arendt no busca fundar el poder en principios trascendentes, como la razón, el contrato o la naturaleza humana, sino en la experiencia concreta de actuar con otros. Para ella, lo político no es una consecuencia de la necesidad ni un medio para asegurar la supervivencia, sino el espacio donde los hombres se manifiestan como seres libres. Su línea se opone al individualismo moderno. El ser humano no es un ente aislado, sino un ser plural, cuya identidad se revela solo en el encuentro con los demás. Esa pluralidad es irreductible e inevitable, es la condición básica de toda comunidad democrática.

A partir de esta idea, Arendt introduce su famosa distinción entre trabajo, obra y acción: El trabajo se relaciona con la necesidad biológica, con el ciclo de la vida y la supervivencia. La obra corresponde al mundo de los objetos duraderos que el ser humano fabrica. La acción, en cambio, es el ámbito propiamente político: el único donde los hombres pueden iniciar algo nuevo, dialogar y construir sentido común. La democracia, por tanto, no depende de la producción ni de la gestión, sino de la capacidad humana de actuar juntos en libertad. El poder, en esta visión, no se impone desde arriba ni reside en una autoridad permanente; nace y existe solo mientras

los ciudadanos actúan en concierto. “El poder surge donde las personas se reúnen y actúan juntas”, dirá Arendt en Sobre la violencia (1970). Este enfoque entra en contradicción con el modelo liberal que concibe el poder como herramienta de dominación y control. Para Arendt, el poder no es violencia ni coerción, sino un fenómeno relacional, sustentado en la palabra, la promesa y el reconocimiento mutuo. La verdadera política comienza cuando los hombres deciden aparecer unos ante otros, debatir y persuadirse mediante la palabra, sin recurrir a la fuerza. Por eso, la libertad política no consiste en hacer lo que uno quiera, sino en participar activamente en los asuntos comunes. La libertad, en el sentido arendtiano, se manifiesta en la acción, no en la introspección ni en la privacidad. La democracia es, así, el régimen de los que actúan, no de los que simplemente obedecen o administran. Este enfoque revela la participación frente a la pasividad política. En la modernidad, advierte Arendt, el espacio público ha sido desplazado por la esfera social y económica, donde lo que domina son las necesidades y los intereses privados. Cuando la política se reduce a administración o gestión, desaparece la posibilidad de acción, y con ella, la libertad. El ciudadano se convierte en un consumidor, y la democracia es una rutina sin vida. La pluralidad, además, exige igualdad: no en el sentido de uniformidad, sino como condición para que cada voz pueda ser escuchada. Todos los ciudadanos deben tener el derecho a aparecer en el espacio público y ser vistos como interlocutores válidos. La democracia, en consecuencia, no es la eliminación de las diferencias, sino su articulación en un horizonte común.

Finalmente, Arendt plantea que las democracias siempre están amenazadas por dos fuerzas opuestas: la violencia, que destruye el espacio de palabra, y la apatía, que lo vacía. Frente a ambas, su filosofía defiende la necesidad de un espacio público donde las personas puedan actuar y hablar juntas. Allí reside la esencia de la democracia: en el ejercicio continuo de la libertad entre iguales y diferentes.

EL IDEAL ARENDTIANO DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

Frente a las limitaciones de la democracia representativa moderna, Hannah Arendt propone un ideal que podríamos llamar democracia participativa o de consejos, inspirado en experiencias históricas concretas. Ella destaca la aparición espontánea de consejos ciudadanos durante momentos de transformación política. Qué curiosa coincidencia, esos consejos de participación creados posterior

al estallido social en Chile, en la famosa crisis de octubre del año 2019, donde se dan origen a grupos de participación y opinión no vinculantes, estos movimientos de participación ciudadana nacieron para relacionarse e incidir en la nueva constitución que iba a nacer, la que finalmente fracasó. En esas instancias, los ciudadanos comunes se reúnen sin mediaciones jerárquicas para deliberar y decidir sobre los asuntos públicos. Por esto Arendt plantea que el pueblo tiene la capacidad para autogobernarse, antes de que el poder sea institucionalizado o monopolizado por una autoridad central. Su propuesta no es abolir las instituciones representativas, sino la de revivir el espíritu participativo en el que se fundó toda verdadera república. Lo que le interesa no es la eficiencia administrativa, sino la experiencia de libertad que nace cuando las personas actúan juntas. Además, su idea de democracia está estrechamente ligada a la educación cívica y al juicio político. Entre el pasado y el futuro, subraya que la capacidad de juzgar es esencial para sostener una comunidad libre. Juzgar implica pensar por uno mismo, pero también hacerlo “en el lugar de los otros”, es decir, considerando la perspectiva ajena. Así, el juicio se convierte en el puente entre la pluralidad y la acción: solo quienes aprenden a pensar políticamente pueden participar de manera responsable en el espacio público. Por último, Arendt insiste en que el sentido de la democracia no reside en la obtención de resultados, sino en el acto mismo de participar. La política, para ella, no es un medio sino un fin en sí: el lugar donde los seres humanos experimentan la libertad como una realidad concreta. La democracia participativa arendtiana es, por tanto, una forma de renovar el pacto entre libertad y comunidad, entre acción y responsabilidad, entre la palabra y un mundo común.

VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE ARENDT

El pensamiento de Hannah Arendt sobre la democracia conserva una actualidad sorprendente. En una época marcada por la desafección política, la desinformación y la primacía de lo técnico sobre lo deliberativo, su insistencia en la acción, la pluralidad y el espacio público aparece como una advertencia y, al mismo tiempo, como una esperanza. Arendt nos recuerda que la democracia no puede sobrevivir si los ciudadanos renuncian a actuar juntos, si se refugian en la pasividad o se limitan a consumir política como un espectáculo.

La crítica arendtiana a la burocracia, al tecnocratismo y a la subordinación de la política a la economía anticipa muchos de los males actuales: la pérdida del sentido

de comunidad, la fragmentación del discurso público y la crisis de representación. Sin embargo, Arendt no se instala en la nostalgia ni en el pesimismo. Su pensamiento apunta a una renovación republicana basada en la participación, el juicio y la responsabilidad ciudadana. En sus palabras, “cada generación, por el hecho de nacer, es una nueva garantía de que lo humano puede recomenzar.”

Hoy, cuando los algoritmos y las redes sociales penetran la opinión pública y las instituciones parecen distantes, la invitación arendtiana que llama a reconstruir el espacio público cobra una relevancia urgente. Recuperar la política en su sentido pleno implica revalorar la palabra, la acción y el encuentro con los otros. Significa devolver a los ciudadanos la posibilidad de aparecer, de decidir y de compartir el mundo. La democracia según Hannah Arendt no es un estado alcanzado, sino una tarea permanente. Es el arte frágil de mantener abierto el espacio donde los hombres, en su diversidad, puedan reconocerse y actuar juntos.

MODELOS DEMOCRÁTICOS

NO OCCIDENTALES

LA SEUDO DEMOCRACIA CHINA

Según el pensamiento de la China continental expresado por un partido único, ellos plantean que la democracia según el pensamiento chino es un valor común de la humanidad y un ideal que siempre ha sido apreciado por el pueblo chino. China es un país con una historia feudal que se remonta a varios miles de años, que degeneró en una sociedad semifeudal y semicolonial tras la Guerra del Opio de 1840. Durante los últimos decenios este organismo único ha liderado al pueblo en la realización de la democracia popular en China. El pueblo chino ahora tiene en sus manos su propio futuro y el de la sociedad y el país. La democracia es un fenómeno concreto en constante evolución. Arraigada en la historia, la cultura y la tradición, adopta diversas formas y se desarrolla siguiendo los caminos elegidos por diferentes pueblos a partir de su exploración e innovación.

El debate ideológico sobre la democracia en China ha existido en la política china desde el siglo XIX. Académicos, pensadores y legisladores chinos han debatido sobre la democracia, una idea que fue importada inicialmente por las potencias coloniales occidentales, pero que, según algunos, también guarda relación con el pensamiento chino clásico. Desde mediados del siglo XVIII, muchos chinos debatieron sobre cómo abordar la  cultura occidental. Aunque los confucianos  chinos se

opusieron inicialmente a las formas de pensamiento occidentales, se hizo evidente que algunos aspectos de occidente resultaban atractivos.  Las derrotas de la  dinastía Qing en las Guerras del Opio obligaron a un sector de los políticos e intelectuales chinos a replantearse su noción de superioridad cultural y política. La democracia se arraigó en la conciencia china porque era la forma de gobierno empleada en occidente, potencialmente responsable de sus avances industriales, económicos y militares. Un sector de académicos y políticos chinos se convenció de que la democratización y la industrialización eran imperativas para una China competitiva. En respuesta, varios académicos se resistieron a la idea, argumentando que la democracia y la occidentalización no tenían cabida en la cultura tradicional china. Este debate se centró en la compatibilidad filosófica de las creencias confucianas tradicionales chinas y las tecnologías occidentales.

La República Popular China no es una democracia liberal ni representativa y el gobierno chino afirman que China es una democracia socialista y una dictadura democrática popular .Bajo la presidencia de Xi Jinping, China también se considera una democracia popular integral. Muchos observadores extranjeros y algunos nacionales clasifican a China como un estado autoritario de partido único, y otros afirman que ha virado hacia el neoautoritarismo. Mientras muchos la caracterizan solo como una dictadura

Sin lugar a duda que desde la mirada Arendt o Cortina no representan en absoluto los conceptos delineados anteriormente. Pero curiosamente que es digno de estudio y exploración el nivel de desarrollo alcanzado por China en estos últimos treinta años. Es sorprendente, los niveles de pobreza han bajado en forma sorprendente, los niveles de educación, la innovación, el desarrollo industrial, el desarrollo de inteligencia Artificial, las autonomías en el desarrollo de Chips, probablemente es un tema para explorar y estudiar más profundamente.

LA DEMOCRACIA DE LA INDIA

El modelo democrático se acerca más al modelo occidental en participación a través de modelo republica parlamentaria y federal y elección de presidente con un consejo de ministros liderado por el Primer ministro. Crecimiento y divergencias: China y la India, estos países han experimentado altas tasas de crecimiento del PIB, impulsadas por inversiones en educación y capital humano. China tiene un sector manufacturero más desarrollado y un nivel de pobreza más bajo. India, aunque tiene una economía más pequeña, ha mostrado una aceleración

en su productividad y un fuerte sector de servicios. Comercio bilateral: El comercio entre ambos países ha crecido significativamente, alcanzando un récord de más de $136 mil millones en 2024.

Inversión mutua: Las empresas indias han aumentado su presencia en China, especialmente en los sectores farmacéutico y manufacturero. Por su parte, más de cien empresas chinas operan en India, principalmente en infraestructura y electrónica. Diferentes modelos de desarrollo: China se centra en la industrialización centralizada y la exportación, mientras que India ha adoptado un modelo más liberalizado con un enfoque en el sector servicios y la iniciativa “Make in india”.

DEMOCRACIA EN CHILE

Algunos pensamientos o algunas creencias que son muy generalizadas en la población no son expresadas por miedo a la presión social, por alguna razón se ocultan esas opiniones cuando son minoritarias y controvertidas, por temor a recibir algún tipo de castigo por ejercer esas opiniones. Este fenómeno fue desarrollado por la politóloga alemana Elizabeth Noelle Neuman quien lo propuso en su libro “La espiral del silencio”.

Causas de este fenómeno según NoelleNeuman quien afirma que la espiral del silencio se debe principalmente a dos tipos de miedos: el que sentimos a quedarnos aislados socialmente y el temor a consecuencias aún más importantes. La intensidad de estos miedos puede variar por distintos factores, los cuales influyen en el grado de resistencia a mostrar una opinión divergente. Las personas suelen tener temor de ser rechazadas por los demás.

A modo de ejemplo, el caso de un estudiante de Economía que simpatiza con el comunismo y evita manifestarlo ante sus profesores y compañeros de estudio, mayoritariamente de tendencia neoliberal. Este espiral del silencio se genera cuando la persona tiene una opinión divergente, escucha a otras defendiendo de forma ferviente el punto de vista mayoritario, y queda reforzada de nuevo cada vez que esto vuelve a suceder. Así, nos sentimos menos libres para expresar una opinión minoritaria cuanto más popular es la dominante.

Importante y relevante es el análisis que desarrolla el ingeniero y especialista en comunicaciones Carlos Correa Bau respecto de las encuestas en el actual proceso eleccionario. Plantea que no solo miden el ánimo social, sino que también lo fabrican, siendo una práctica muy común de las organizaciones encuestadoras. Según Correa la veda de quince días está fuera del tiempo, esta se creó en una época

sin redes sociales, cuando la información solo la manejaban los medios tradicionales. Ciertamente la información circula abiertamente en los podcast o grupos de WhatsApp. No es posible prohibirlo. Esta se descontrola totalmente transformándose en rumores, que pesan más que los datos procesados técnicamente.

Podríamos preguntarnos qué tan perfecta es nuestra democracia cuando todo el proceso eleccionario está afectado por la espiral del silencio, fuertemente influenciado por las empresas encuestadoras, por los medios de comunicación y redes sociales cada vez con más fuerza, no existiendo un debate transparente a nivel ciudadano.

REFLEXIONES FINALES

Podríamos concluir que los modelos teóricos de Adela Cortina y Hannah Arendt tienen algunos puntos en común de crítica a los modelos actuales vigentes que, en conjunto con la espiral de silencio de Noelle Neumann, son conceptos validados por una participación limitada de la gente, por la manipulación de las élites políticas y los nuevos medios de comunicación como las redes sociales, por esto la democracia no es un sistema de gobierno ni una simple técnica de administración del poder. Esto se hará realidad cuando los ciudadanos se encuentren, dialoguen y actúen, donde y cuando se debatan los asuntos comunes y contribuyan mediante la palabra y la acción, donde los consensos siendo más

lentos, son finalmente las mayorías más eficientes. Existiendo elementos que obstaculizan y amenazan la democracia, donde la violencia destruye el espacio de la palabra y la comunicación, y la apatía no permite la participación, donde la corrupción se le compara con la hidra mítica, la que muta y se adapta, la cual debe ser combatida activamente.

Los medios de comunicación, como el periodismo ético, no pueden estar ausentes en una democracia, también debiese estar presente en los algoritmos de las redes sociales que penetran la opinión pública, por eso es importante la reconstrucción de este espacio público, por eso también la importancia de la educación para formar ciudadanos responsables y críticos, la subordinación a la economía es causal de los males actuales, la pérdida del sentido de comunidad, la fragmentación del discurso público y el exceso de individualismo forman parte del consumismo de la política como espectáculo.

En esta reconstrucción global, en este mundo multipolar que está naciendo, donde nuevas ideas estan floreciendo, se debiese abrazar un desarrollo ético donde todos los conceptos teóricos de Hanna Arendt y Adela Cortina, sin lugar a duda tendrán una necesaria aplicación según cada cual, en sus niveles y propias realidades, todos esto asociado al desarrollo de una nueva democracia digital cumpliendo asi los preceptos de ambas pensadoras.

¿POR QUÉ LAS ENCUESTAS EN CHILE

MUESTRAN IMPORTANTES

DESVIACIONES?

CUANDO EL PAÍS CAMBIÓ MÁS RÁPIDO

QUE SUS HERRAMIENTAS DE INVESTIGACIÓN

POR

GALO LÓPEZ ZÚÑIGA

Administrador público, cientista político, ensayista

Las elecciones del recién pasado 16 de noviembre evidenciaron un fenómeno que ya venía gestándose: las encuestas muestran diferencias significativas respecto de lo que finalmente ocurre en la realidad política. Más que interpretarlo como un error categórico, lo que vemos es un desajuste creciente entre los instrumentos de medición y una sociedad que ha cambiado con mayor velocidad que los métodos diseñados para comprenderla.

La fragmentación del electorado, los movimientos rápidos de opinión, el aumento de la no respuesta y la amplificación mediática de cifras parciales no invalidan las encuestas, pero sí revelan sus límites actuales. Estos facto-res han puesto en tensión la capacidad de las encuestas para captar no solo tendencias electorales, sino también la complejidad de una ciudadanía que se diversifica, se mueve y se contradice de maneras cada vez menos previsibles.

Este artículo explora cómo y por qué se ha producido este desfase, y qué nos dice sobre el estado actual de la sociedad chilena y sobre la necesidad de actualizar las herramientas con las que intentamos interpretarla.

EL VALOR (Y LA FRAGILIDAD)

DEL MÉTODO

Las encuestas ocupan un lugar central en la vida pública porque permiten aproximarse al comportamiento de una población vasta sin necesidad

de consultarla en su totalidad. A través de una muestra relativamente peque-ña, bien seleccionada, es posible obtener señales sobre preferencias, climas de opinión y disposiciones políticas. Esta capacidad de inferir a partir de una parte lo que ocurre en el conjunto ha sido, durante décadas, una herramienta decisiva para comprender procesos sociales y orientar decisiones públicas y privadas.

Sin embargo, esa inferencia descansa en ciertos supuestos que deben cumplirse para que la fotografía resultante sea confiable. Se requiere que las preferencias de las personas no cambien de manera brusca en muy poco tiempo; que la ciudadanía, en una proporción razonable, esté dispuesta a responder; y que la población no esté tan fragmentada que resulte difícil construir una muestra que la represente

adecuadamente. En buena parte de la transición democrática chilena, estos supuestos se cumplían de manera suficiente como para hacer de las encuestas instrumentos relativamente estables y útiles.

Pero el país ha cambiado. Chile es hoy una sociedad más heterogénea, más desconfiada y también más volátil. Los temas que polarizan a la ciudadanía son más diversos, los clivajes se han multiplicado y los estados de ánimo pueden transformarse en cuestión de días o incluso horas. Esta combinación hace que el método -que fue diseñado para sociedades con mayor estabilidad en sus preferencias- enfrente una realidad que se mueve con una velocidad y complejidad que todavía no logra capturar por completo.

Lo que antes eran condiciones razonablemente estables para la inferencia estadística, hoy aparecen tensionadas por una sociedad que se reconfigura continuamente. Las encuestas siguen siendo valiosas, pero su fragilidad aumenta cuando la realidad que intentan medir se vuelve más dinámica que los instrumentos con que se la observa.

“El país cambió de forma y las herramientas de medición no cambiaron con él.”

DISPERSIÓN: UNA SOCIEDAD QUE DEJÓ DE AGRUPARSE EN TORNO A UN CENTRO

En el pasado, la política chilena podía representarse como una gran mayoría situada en posiciones moderadas y dos minorías ubicadas en los extremos. Esa estructura -que se asemejaba a una campanapermitía identificar con relativa claridad un “elector promedio”, un punto común alrededor del cual se organizaban las preferencias. Esa concentración facilitaba la medición, porque la mayor parte de la población se agrupaba en torno a valores similares.

Pero ese escenario ya no existe. Hoy la ciudadanía se distribuye a lo largo de múltiples ejes simultáneos: “izquierda y derecha”, “élites y anti-élites”, “ecologistas y anti-ecologistas”, “continuismo y cambio”, “seguridad y derechos”, “feministas y antifeministas”, entre otros. La antigua distribución de la población en forma de campana perdió densidad en el centro y se transformó en varias “U” superpuestas, donde distintos grupos se ubican en posiciones distantes entre sí. Los que también se segregan internamente entre moderados y radicales.

Para comprender este fenómeno, es útil incorporar el concepto de desviación estándar, una medida estadística que indica qué tan concentrada o dispersa está una realidad. Cuando la desviación estándar es baja, significa que la mayoría de las personas se parecen

entre sí en sus opiniones o comportamientos; cuando es alta, indica que los individuos están distribuidos de manera más amplia y heterogénea. En términos simples, la desviación estándar mide cuánto se aleja la gente de su promedio.

La desviación estándar de la sociedad chilena -entendida como la dispersión de preferencias, identidades políticas y motivaciones- se ha elevado de mane-ra evidente. No solo existen más grupos; dentro de cada grupo hay más diferencias, más matices y más trayectorias posibles. Esta mayor dispersión tiene consecuencias metodológicas directas: mientras más dispersa es una población, más exigente se vuelve el trabajo de medición, porque ya no basta una muestra pequeña para capturar adecuadamente esa diversidad.

Cada segmento comienza a funcionar como un universo propio, con lógicas, ritmos y patrones de participación que no se parecen necesariamente a los de otros sectores. Esto obliga a utilizar muestras más amplias, mejor estratificadas y diseñadas con mayor precisión para evitar que ciertos universos queden subrepresentados o invisibilizados.

En síntesis, la dispersión no es solo un cambio político o cultural: es también un desafío técnico que incrementa la dificultad de obtener mediciones confiables. Las encuestas ya no observan a una

ciudadanía articulada en torno a un centro claro, sino a múltiples grupos que no comparten un mismo punto de referencia.

“Las encuestas ya no miden a un país con un centro claro, sino a múltiples grupos que no comparten un mismo punto de referencia.”

VOLATILIDAD:

UN PAÍS QUE CAMBIA DE OPINIÓN

EN POCO TIEMPO

Si la dispersión ya constituye un desafío importante para la medición, la volatilidad lo profundiza aún más. Hoy las preferencias políticas se mueven con una rapidez que hubiera sido difícil de imaginar hace dos décadas. Cambios en el clima de opinión pueden producirse en cuestión de días -o incluso de horasdebido a hechos delictuales de alto impacto, debates televisivos, episodios mediáticos, controversias en redes sociales o variaciones en el ánimo colectivo.

Una encuesta aplicada diez o quince días antes de una elección puede estar captando un país que ya dejó de existir en el momento del voto. Lo que ayer parecía una tendencia firme puede diluirse o invertirse con un evento inesperado, una polémica que estalla en redes o un discurso que moviliza temores o esperanzas. En un contexto así, las encuestas funcionan más como fotografías instantáneas que como

instrumentos capaces de anticipar comportamientos con estabilidad.

Este fenómeno no es una excepción: los cambios abruptos entre el primer proceso constituyente y el segundo muestran a un país con la potencialidad y la voluntad de cambiar su polaridad. Así también, las oscilaciones entre elecciones consecutivas muestran que la ciudadanía se ha vuelto más sensible a los acontecimientos coyunturales y que su comportamiento político responde cada vez más a impulsos emocionales, percepciones de inseguridad o reacciones inmediatas a hechos públicos. O bien, electores que llegan al mismo lugar de votación sin una idea clara, pudiendo cambiar a última hora su decisión.

La volatilidad no invalida las encuestas, pero sí obliga a interpretarlas con mayor prudencia. En sociedades con movimientos tan rápidos, una medición aislada ya no puede considerarse una señal estable del comportamiento electoral, así como tampoco el hacer de varias encuestas o una secuencia de ellas un collage para interpretarlo como una realidad en movimiento. Se necesitan métodos capaces de capturar la dinámica y las tensiones que se incuban en la realidad, no solo el momento estático; es decir, se requiere de instrumentos que observen la trayectoria y la energía que tensiona a esa realidad, no únicamente la foto en distintos momentos.

“Las encuestas son una fotografía útil del instante, pero la sociedad se mue-ve; necesitamos instrumentos capaces de captar ese movimiento, sus tensiones y contradicciones, porque es en esas oscilaciones donde se moldea una realidad cada vez más inestable.”

EL SILENCIO ESTADÍSTICO: CUANDO LA GENTE DEJA DE CONTESTAR

A la dispersión y la volatilidad se suma un fenómeno menos visible, pero igual de decisivo para entender por qué las encuestas se alejan del país real: la no respuesta, o lo que en términos más amplios podemos llamar el silen-cio estadístico. Este silencio no es casual ni marginal. Es el resultado de la desconfianza acumulada, del agotamiento ciudadano, de la precariedad que dificulta detenerse a responder una llamada, y también del malestar más profundo que atraviesa a parte importante de la población.

Hoy es cada vez más frecuente que las personas, al ver un número desconocido en su teléfono, opten por no contestar o simplemente por bloquear-lo. Ese gesto cotidiano -aparentemente menor- introduce un sesgo importante: deja fuera de la conversación estadística a sectores enteros que ya no participan

ni siquiera del circuito mínimo de consulta. Esto afecta especialmente a quienes experimentan mayor frustración con la política, a quienes viven situaciones de vulnerabilidad, o a quienes desconfían de instituciones públicas y privadas. Pero también incluye, y este es un punto clave, a personas informadas, politizadas y activas, que igualmente rehúyen participar porque sienten que su respuesta no tendrá impacto o porque temen ser perfiladas, segmentadas o utilizadas en campañas.

Cuando grupos específicos se autoexcluyen de manera sistemática, las en-cuestas comienzan a perder representatividad. Aunque la metodología sea correcta en el papel, la realidad que ingresa al estudio deja de ser un reflejo fiel del conjunto social. Las encuestas no solo miden lo que la gente piensa, sino también quién está dispuesto a hablar. Y en un país donde crece el silencio, la voz que se escucha se vuelve parcial, desequilibrada y frágil.

Este fenómeno no implica que las encuestas no sirvan, pero sí obliga a reconocer que las muestras actuales no siempre captan la sociedad en su conjunto, especialmente en un contexto de cansancio democrático, desigual-dades persistentes y una relación tensa entre ciudadanía e instituciones.

El silencio estadístico es una señal más de una democracia fatigada, donde no solo cuesta participar en elecciones, sino incluso contestar una llamada.

“Cada vez más personas, al ver un número desconocido en su celular, simplemente no responden e incluso lo bloquean. Ese gesto cotidiano -aparentemente menor- está dejando fuera a grupos completos de la conversación estadística.”

MUESTREO Y MÁRGENES DE ERROR: EL ESPEJISMO DE LA PRECISIÓN

La creciente dependencia de paneles online, sumada a las bajas tasas de respuesta en encuestas telefónicas, ha reducido la capacidad de las encuestadoras para construir muestras realmente representativas. Esto tiene un efecto directo en algo que el público suele interpretar como garantía de exactitud: el margen de error. En términos simples, ese margen solo es válido cuando la muestra se obtiene mediante un procedimiento probabilístico sólido. Cuando la selección de participantes no es completamente aleatoria -como ocurre en gran parte de los paneles online-, el margen de error que se comunica deja de describir con fidelidad la incertidumbre real.

Aquí aparece el “espejismo de la precisión”. Las encuestas entregan cifras con aparente exactitud

-porcentajes con uno o dos decimales, diferencias que parecen significativas-, pero su confiabilidad depende de condiciones que hoy pocas veces se cumplen. En la práctica, estas cifras están influenciadas por tres factores que rara vez se explican al público:

1. La calidad y representatividad del muestreo, 2. La volatilidad del electorado, que puede cambiar preferencias en pocos días, y 3. El momento específico en que se toma la encuesta, que puede coincidir con eventos, emociones o tensiones pasajeras.

Pese a esto, el ecosistema mediático suele comunicar los resultados como si fueran diagnósticos definitivos, enfatizando diferencias mínimas que muchas veces están dentro del ruido estadístico. Así, números que parecen exactos se convierten en supuestas certezas, cuando en realidad son aproximaciones que deben leerse con cautela.

El problema no es que las encuestas carezcan de valor, sino que su precisión aparente puede engañar cuando no se considera el contexto, el método y sus limitaciones reales. En un país más dinámico y cambiante, interpretar estos márgenes sin matices puede llevar a conclusiones apresuradas o abiertamente equivocadas.

RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

Los desajustes entre encuestas y resultados no pueden atribuirse únicamente a las empresas encuestadoras. Aunque estas cumplen un rol central —y deben mejorar, transparentar y actualizar sus métodos—, la distorsión que observamos en el debate público es el resultado de una responsabilidad compartida entre varios actores del ecosistema político y comunicacional.

En primer lugar, los medios de comunicación suelen convertir diferencias en titulares llamativos. Un dato discrepante de una encuestadora se amplifica como hecho noticioso o una variación dentro del margen de error aparece presentado como una tendencia “en ascenso” o “en caída”. Así también, un empate estadístico puede mostrarse como una definición categórica. Esta amplificación no ocurre por mala intención, sino por dinámicas propias de la industria informativa, que privilegia la urgencia, la novedad y la competencia por la atención del público. Sin embargo, esa lógica transforma estimaciones probabilísticas en aparentes verdades absolutas, y los medios como factores de confusión más que de información.

A esto se suma la instrumentalización política. Los actores partidarios -oficialistas u opositores- suelen usar las encuestas como herramientas de presión al medio, validación de lo propio o deslegitimación de

los adversarios. En efecto, un número favorable se convierte rápidamente en argumento estratégico; uno desfavorable, en motivo para cuestionar la metodología, la empresa o incluso la legitimidad del adversario. Así, la encuesta deja de ser un instrumento de conocimiento y pasa a ser un arma retórica, lo que dificulta una lectura serena de sus limitaciones.

También participa la ciudadanía, que en un contexto de sobreinformación y cansancio institucional suele esperar de las encuestas algo que ellas nunca han prometido: certezas absolutas. Esa expectativa de predicción infalible termina generando frustración, desconfianza y una sensación de engaño cuando los resultados no coinciden con las intuiciones o con el desenlace electoral.

Finalmente, la propia industria encuestadora tiene su parte en esta responsabilidad: no siempre explicita suficientemente los márgenes de incertidumbre, la naturaleza del muestreo, las tasas de respuesta o las limitaciones metodológicas. En ocasiones, la presión por entregar resultados semanales lleva a comunicar cifras sin contextualización suficiente.

Por todo ello, la problemática de las encuestas no es estrictamente técnica. Es un fenómeno cultural, comunicacional y político, donde cada actor del sistema aporta, de distintas maneras, a la construcción

de expectativas que los datos no pueden satisfacer completamente.

“El problema no es solo técnico: es cultural, comunicacional y político.”

¿Debemos abandonar las encuestas? No: debemos actualizarlas.

Las encuestas siguen siendo una herramienta fundamental para comprender cómo piensa, siente y decide una sociedad. Renunciar a ellas sería un retroceso, porque permitirían perder una fuente valiosa de información en un momento en que la vida pública necesita, más que nunca, datos que ayuden a interpretar fenómenos complejos. El problema no es el método en sí, sino el desajuste entre el país que buscan medir y las herramientas con que lo hacen.

Para que las encuestas recuperen su capacidad de lectura de la realidad, es necesario modernizarlas. Esto implica diseñar mejor las muestras, hacer explícitas las tasas de respuesta y reconocer que, cuando un porcentaje significativo de personas no contesta, la imagen final puede estar incompleta. También requiere comunicar con mayor claridad los límites interpretativos de cada estudio: una encuesta no es una predicción, sino una aproximación condicionada por el momento en que se realiza, por quiénes participan y por cómo se seleccionan los casos.

Del mismo modo, se necesitan modelos que incorporen la volatilidad como parte del comportamiento político actual. En un país donde las preferencias cambian con rapidez, no basta con tomar una fotografía o un con-junto de ellas: se requieren mecanismos que capturen la dinámica, los movimientos y las tensiones internas de la ciudadanía. Eso significa diseñar estudios más frecuentes, combinar métodos tradicionales con nuevas tecnologías y explorar formas de seguimiento que reflejen de mejor manera la fluidez de los procesos sociales.

Actualizar las encuestas también demanda un esfuerzo comunicacional. La información debe ser presentada de manera más transparente, mostrando las incertidumbres y evitando transmitir al público una falsa sensación de exactitud. No se trata de debilitar la confianza en los estudios, sino de fortalecerla a partir de una relación más honesta entre lo que los datos permiten saber y lo que no es posible anticipar. En síntesis, el desafío no es abandonar las encuestas, sino ajustar las herramientas al país real, no seguir aplicando métodos pensados para un Chile que cambió profundamente. Recuperar

la capacidad de comprender lo que ocurre exige adaptación metodológica, claridad comunicacional y un compromiso colectivo con la lectura responsable de los datos. Solo así podremos volver a contar con estudios que aporten a la deliberación democrática y a la toma de decisiones informada.

CONCLUSIÓN: CONFIANZA, RIGOR Y HUMILDAD INTERPRETATIVA

Las encuestas no han perdido su valor, pero sí han perdido sincronía con una sociedad que se mueve con mayor rapidez y complejidad que en el pasado. El problema no es la técnica en sí misma, sino la distancia que se ha abierto entre una ciudadanía más dispersa, volátil y desconfiada, y métodos que continúan operando bajo supuestos que ya no se cumplen plenamente.

Recuperar la confianza en las encuestas exige rigor metodológico, mayor transparencia en la comunicación de sus límites y una lectura más prudente por parte de medios, actores políticos y ciudadanía. Comprender mejor un país en transformación demanda no abandonar las encuestas, sino actualizarlas, complementarlas y utilizarlas con la humildad interpretativa que corresponde a cualquier instrumento que intenta describir una realidad en movimiento. Porque, “Medir un país en movimiento exige herramientas en movimiento. Ese es el desafío que hoy enfrentamos.”

Al mismo tiempo, es necesario evitar un error que se ha vuelto frecuente: desdibujar el rol de las encuestas. Estas no son -ni han sido nunca- mecanismos de revelación ni oráculos del futuro, sino herramientas de información, útiles para orientar decisiones y comprender fenómenos sociales complejos. Cuando se transforman en supuestos pronósticos infalibles o se instrumentalizan políticamente por candidatos, partidos o gobiernos, pierden su naturaleza interpretativa y se vuelven parte del conflicto que intentaban iluminar. Lo mismo ocurre cuando los medios amplifican sus resulta-dos como si fueran certezas absolutas en busca de audiencias, desconociendo sus límites y condiciones.

Asumir las encuestas como lo que realmente son -instrumentos de medición sujetos a incertidumbre- y no como aquello que nunca debieron ser -profecías, armas políticas o titulares infalibles- es fundamental para restituir su valor en la deliberación democrática. Solo así podremos volver a contar con estudios que informen, orienten y complementen la comprensión de un país que cambia rápido, y que exige, más que certezas, rigurosidad, transparencia y una interpretación responsable.

EL PODER CONTRA LA VIOLENCIA

REFLEXIONES DE BYUNG–CHUL HAN

SOBRE LA OBRA DE HEGEL

POR FELIPE QUIROZ ARRIAGADA

Magíster en Psicología, magíster en Educación, profesor de Filosofía.

En el lenguaje del sentido común, no es extraño que se relacione al termino Poder con otros como ambición, cinismo, soberbia e, incluso, maldad. Por todo ello, la forma predilecta de su conquista se asocia a la violencia, mediante la cual, como señalase Maquiavelo, el fin justifica los medios.

Sin embargo, desde el pensamiento filosófico clásico, hasta el contemporáneo, las visiones respecto del poder son en extremo diversas y ricas en significaciones. Para Platón, por ejemplo, la búsqueda del poder se relacionaba con la responsabilidad respecto del ejercicio público, con el trabajo por el bien común, lo cual es en extremo distante del interés egoísta. Por otra parte, ya en plena primera modernidad, para Spinoza la expansión de la voluntad personal en beneficio del entorno y el colectivo, fuerza a la cual denominara Conato, representa la característica fundamental del ser humano, mediante la cual este se supera a sí mismo constan-

temente, y desde la que es capaz de generar colectividad y sociedad. Posteriormente, sería Friedrich Nietzsche quien considerase al Poder como la característica fundamental de la condición humana, ya que, en polémica con Darwin, sería imposible explicar vida civilizada alguna si esta especie solamente se limitara a la adaptación al entorno para sobrevivir. El ser humano busca, constantemente, influir más en su entorno, transformando al mismo de acuerdo a su diseño y, con ello, edificando la cultura por encima de la realidad natural.

Sin embargo, también han existido abundantes teorías filosóficas que han condenado al poder, considerando su búsqueda como un desvío del camino esencial del ser humano. Para Byung – Chul Han, ese es el caso de Heidegger. De acuerdo con ello, en la obra del filósofo del siglo pasado se homologa a la voluntad de poder con el pensar calculador. Para el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung tampoco fue distinto, al considerar a la voluntad de poder como la antítesis del amor, por lo que, cuando se ama, no se busca el poder, y cuando esto último ocurre, no se ama.

Para Han, estas miradas son restrictivas, respecto del poder, ya que se lo confunde con imposición, coerción, prepotencia y, finalmente, violencia. Según el filósofo contemporáneo, las principales claves para tener una mirada más acertada y comprensiva del fenómeno del poder las entregó el gran idealista alemán, Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Incomprendido por muchos, quienes ven en su teoría un intento obsesivo por querer dominar tiránicamente los fundamentos de la realidad, Hegel entregó a la posteridad del desarrollo histórico, social y filosófico de la humanidad una mirada amplia y profunda respecto de la relación entre el poder y lo que Han denomina Libertad. Sobre ello, se señala: “El poder determinante, por ende, no opera oprimiendo sino liberando” (Han, 2019, p. 90). A lo cual se agrega: La libertad es entonces permanecer juntos y en el otro, ser idéntico a mí mismo en el otro. La libertad permite un decidido ligar-se a aquello que constituye mi propia determinación, una sumisión decidida, un decidido sí al otro, que al mismo tiempo implica un sí a mi propio yo-mismo. (p. 95).

Esto se explica debido a que, según la teoría de Hegel, en nuestra relación humana con la alteridad, esto es, con lo que creemos externo a nuestra percepción,

es decir, con la naturaleza y los objetos, lo que esta alteridad es para nosotros está por completo cargada con las características y fuerzas que habitan en lo que nos es más inmediato, esto es, la consciencia que intermedia. De esa manera, no sólo actúa el hombre para con su entorno, sino que también lo hace el yo para con cualquier otro. Así, cuando se establece un vínculo significativo es cuando la pasión de un ser es capaz de persuadir y compartirse para con otro, y, de esta manera, lo que antes era una identidad excluida, o como denominase Hegel, en abstracto, ahora lo es en el otro. Eso ocurre cuando se logra compartir una pasión, una convicción, un anhelo, así como un amor. La relación que se da entre la identidad y la alteridad es una dinámica dialéctica y que, por lo mismo, se entrelaza entre opuestos. De esta manera, la influencia que ejerce alguien sobre otros, base de la interacción social, también tiene elementos parecidos a los de la expansión del amor, en la cual lo que era esencial para uno pasa a serlo para dos o más, compartiéndose y espejeándose, por tanto, lo íntimo en lo que antes fue ajeno. La libertad, entonces, refiere a ese descansar en la relación entre lo que antes fue distintito, pero que por medio del vínculo hoy es uno, en su diferencia. Sobre ello, se declara lo siguiente: “Poder libre”, por consiguiente, no es un oxímoron. Tampoco es una expresión torpe o inauténtica. Más bien designa adecuadamente una relación singular en la cual el poder, el amor y la libertad coinciden. El poder libre crea una continuidad en la que toda separación, toda grieta, todo dolor es superado. En contraposición a la violencia este opera uniendo y reconciliando. (p.99).

El natural y fluido expandir de lo mejor de nuestra forma de ser hacia los demás, no tiene relación alguna con la violencia, sino que es su antítesis, identificándose, más bien, con lo que Han denomina amabilidad. La violencia, por el contrario, niega la entrega, la ofrenda, hacia otro, niega el vínculo, sometiendo mediante la anulación a lo alterno. Sobre ello, se indica: “En contraposición a este poder del concepto la violencia no apunta a la mediación. Es un fenómeno de aislamiento. Lo “idiota”, por ende, no sería el rasgo fundamental del poder, sino más bien el de la violencia”. (p.94). A lo cual se agrega lo siguiente: “La ausencia de poder genera distanciamiento, discontinuidad y dispersión. El poder es, pues, todo lo contrario de la violencia. Es precisamente el vacío de poder lo que provoca violencia”. (p.102). Lo cual se puede concluir con la siguiente sentencia: “Allí donde reina el poder del Espíritu cesa la coacción” (p. 100).

De esta manera, la obra de Hegel, desde la lectura de Han, nos invita a una comprensión más profunda y no restrictiva del fenómeno del poder, ya que es, mediante este, como se expresa nuestra relación con lo semejante, así como con lo que nos es extraño. O sea, es ella la fuerza que articula nuestra vida social completa, así como las más altas cimas de la emocionalidad de nuestro mundo subjetivo, el cual no se puede activar sin el vínculo, y el temerario impulso hacia el vacío que hay entre el misterio de una persona a otra. La política, entonces, puede ser un ejercicio que se posicione infinitamente lejos de las mezquindades que hoy vemos, de interminables maniobras para el beneficio personal egoísta, en desmedro del interés colectivo. Quien ejerce de esa manera al poder, lo desvirtúa de su esencia, transformándolo, de forma explícita o implícitamente, en su opuesto más extremo, esto es, en violencia, para con los demás, pero, principalmente, para consigo mismo, ya que con ello se termina de alienar lo mejor que tiene la condición individual del ser humano, esto es, la capacidad de saltar de infinito en infinito, contrayendo mundos.

Estando, en el actual escenario del país, a las puertas de la elección de las máximas autoridades del próximo gobierno, resulta necesario recordar que aquello que está en juego en toda dinámica de influencia que ejerce un grupo humano para con otro es si acaso ese movimiento se fundamenta en el intercambio entre identidades válidas, o, por el contrario, en la violencia de quienes anulan la mirada alterna, despojando al desarrollo humano de aquello que le es más propio y preciado; la amabilidad de la libertad compartida.

GAZA LA FRÁGIL FRANJA DE ORIENTE MEDIO

“Durante las cinco semanas que pasé en Gaza no vi ni traté a ningún combatiente. Mis pacientes eran niños de seis años con metralla en el corazón y balas en el cerebro, mujeres embarazadas con la pelvis destrozada y el feto partido en dos en el útero”

(Médico voluntario en Gaza Estadounidense)

“Hamás es una organización terrorista. No representa las aspiraciones legítimas del pueblo palestino. No ofrece soluciones, solo derramamiento de sangre”

(Roberta Metsola. Presidenta del Parlamento Europeo)

Historiador y profesor de historia

En este artículo trataré de analizar la escalada del conflicto en la Franja de Gaza durante el presente año. No obstante, hoy más que nunca resulta necesario contextualizar y detenernos a estudiar la raíz histórica de esta lamentable tragedia, con el fin de calibrar su importancia geopolítica en la actualidad. A fin de cuentas, esta beligerancia entre Israel y Palestina ha afectado por igual tanto a Oriente como a Occidente durante cientos de años. La importancia territorial, cultural e histórica de la Franja de Gaza constituye un límite, tanto implícito como explícito, entre dos paradigmas que ya estaban divididos desde los tiempos del emperador romano Diocleciano, e incluso antes. Por lo tanto, compartir territorios nunca ha sido una tarea sencilla. Una posible salida podría ser que estas naciones, de marcada raíz teocrática, dejen de lado sus discrepancias religiosas y aúnen criterios para alcanzar una paz duradera y un reparto territorial integral.

ISRAEL

La historia de Israel es de larga data; en la práctica, atraviesa varios siglos. Para reconstruir su pasado y comprender su presente es necesario recurrir al trabajo de los historiadores, arqueólogos y, de manera más subjetiva para algunos, al estudio teológico de la Biblia. Con todo, su vertiente religiosa se sustenta en una teocracia y, como tal, las concesiones que pueda hacer hacia otras creencias serán siempre mínimas, especialmente bajo el prisma de “la Tierra Prometida”, surgida en un momento histórico en que,

en Medio Oriente, abundaban las religiones politeístas. Ello generó un profundo contraste con esta nueva religión monoteísta que reclamaba territorios por mandato divino.

Fue sumamente desafiante para Israel dar a conocer este monoteísmo al resto de las civilizaciones que habitaban la fértil media luna, y reclamar territorio en un contexto donde, por ejemplo, eran esclavos en Egipto y, en las polis de Mesopotamia, predominaban creencias radicalmente opuestas. Considero que esta nueva religión israelita, fundamentada en la revelación y en las promesas de los profetas, les granjeó enemistades con las demás creencias del Oriente Próximo, sobre todo porque los mensajes proféticos eran abstractos para las polis politeístas.

Si bien los israelitas se consolidaron como una nación teocrática, especialmente después de Moisés, carecían —en aquella época— de un orden práctico territorial, con capitales y gobernantes capaces de ejercer control y autoridad. Jerusalén no fue un bastión seguro para ellos hasta los tiempos del rey David, quien conquistó la ciudad y, junto con sus descendientes, encarnó la puesta en práctica del

ideal de la Tierra Prometida. Además, durante ese período se fortaleció la creencia en la llegada del Mesías —Jesús—, en una época en que la corrupción asolaba a los israelitas y contradecía sus aspiraciones éticas y religiosas del Antiguo Testamento.

Hacia el año 600 a.C., el rey de Babilonia, Nabucodonosor, incendió Jerusalén y exilió a los israelitas. Como consecuencia, se dispersaron por distintos territorios. Posteriormente, bajo el dominio de los persas y el mandato de Ciro, lograron reagruparse, aunque nunca como una nación independiente, sino más bien como una colonia persa. Alejandro Magno, uno de los personajes más icónicos de la historia, conquistó a los persas y, nuevamente, dejó a Israel sin rumbo definido, despojándolo gradualmente de sus creencias más arraigadas. Los romanos repitieron la misma dinámica: colonizar y castigar al pueblo sin miramientos, como ocurrió en el año 70 d.C., cuando destruyeron y quemaron sin contemplaciones el segundo templo de Jerusalén.

En definitiva, el pueblo israelita sufrió persecuciones a lo largo de toda su historia. Durante la Edad Media permanecieron dispersos y, como si fuera poco, el

violento Holocausto del siglo XX redujo drásticamente su población. En síntesis, vivieron durante más de dos mil años en distintos lugares —desde España hasta Rusia— sin constituirse como una nación compacta. Por lo tanto, el apoyo de la ONU para reconocer su unidad territorial, al término de la Segunda Guerra Mundial en 1948, representó un bálsamo para sus aspiraciones.

Sin embargo, las naciones de la media luna le declararon la guerra en innumerables ocasiones, y Palestina fue perdiendo progresivamente sus territorios hasta quedar confinada en Gaza, que hoy se ha transformado quizá en la peor cárcel con vista al mar: un lugar donde se acumulan millones de toneladas de escombros, un futuro incierto y miles de muertos.

PALESTINA

Escribir sobre el origen de Palestina implica remontarse a la prehistoria y recorrer los senderos de gran parte de la historia universal. El famoso río Jordán y la cuenca del Mediterráneo fueron las primeras zonas fértiles en ser pobladas, cercanas a la actual Franja de Gaza.

Precisamente, donde hoy se ubican los principales territorios de Israel —desde la segunda mitad del siglo XX—, se encontraban originalmente los asentamientos de lo que hoy conocemos como Palestina. Este fue un pueblo genuinamente semita y, según la tradición bíblica, descendiente de Noé. Estos semitas debieron soportar la ocupación y el uso de sus tierras conforme las civilizaciones fueron conquistando la región. Las polis de Mesopotamia, el Antiguo Egipto y los asirios se fueron alternando el poder y el dominio territorial durante siglos.

El primer acto de beligerancia entre los israelitas fue contra los filisteos, conflicto que dio origen al Reino de Israel y Judá. Sin embargo, los asirios los expulsaron sin mayores contemplaciones, y el territorio pasó a ser parte integral de Palestina.

La invasión persa de Babilonia y las conquistas de Alejandro Magno traspasaron con el tiempo el control del territorio al Imperio Romano de Oriente (Bizancio), que a su vez facilitó la expansión musulmana, consolidando la ocupación árabe durante siglos en un punto donde convergían tres religiones: cristiana, judía y musulmana.

Como si lo anterior fuera poco, las cruzadas de Occidente tuvieron como objetivo liberar Jerusalén (La tierra Santa). Este foco conflictivo ha perdurado a lo largo de los siglos, alimentado por las intolerancias religiosas que podrían resumirse así: los cristianos reclaman el territorio por ser la cuna del cristianismo; los musulmanes argumentan que en

esas tierras Mahoma ascendió a los cielos; y los judíos reivindican la tierra prometida por los profetas. ¿Habrá alguna vez concesiones entre estas compactas teocracias?

¿Se firmará la tan anhelada paz?

Mientras tratamos de responder estas preguntas, cada día mueren personas inocentes, la ONU emite declaraciones sin intervenir, y la prensa especula.

El Imperio Otomano brindó relativa tranquilidad a los palestinos hasta las puertas de las guerras mundiales. Sin embargo, en el siglo XIX muchos judíos emigraron a Palestina debido principalmente a las persecuciones rusas. En 1917, el Imperio Británico apoyó el movimiento sionista y prometió un hogar judío en territorio palestino. Tras algunos levantamientos, la recién creada ONU, en la segunda posguerra, impuso una partición territorial entre el Estado árabe y el judío. Nadie quedó completamente conforme, lo que originó la creación de grupos paramilitares palestinos y expropiaciones territoriales arbitrarias por parte de Israel. Desde 1948, los palestinos fueron desplazados y comenzaron a concentrarse en Gaza y territorios adyacentes.

Las aspiraciones territoriales de Palestina se desvanecieron tras diversas escaladas bélicas, a pesar de acuerdos como el de Oslo impulsado por Yasser Arafat. Aun así, pocos países de la ONU reconocen a Palestina como Estado. La mayoría la considera una entidad no estatal con calidad de observador.

IMPORTANCIA DE LA FRANJA DE GAZA

Desde una mirada geográfica —fundamental para comprender su relevancia histórica—, Gaza es en realidad un oasis que da vida a la región y actúa como puente entre Asia y África, siendo tan estratégico como los Balcanes a modo de ejemplo. Los antiguos egipcios llamaban a esta unión entre continentes “la Vía de Horus”, muy transitada por los faraones. Los otomanos la rebautizaron como la “Ruta del Sultán”. En síntesis, Gaza ha sido siempre una puerta de entrada a Oriente y un punto culminante de fronteras culturales que le confieren un equilibrio único.

Sus primeros habitantes fueron los cananeos y los filisteos. No obstante, el valor estratégico del sector atrajo a faraones, asirios y babilonios, quienes se disputaron el control de la franja. Alejandro Magno, para conquistar Egipto, debió primero asentarse en Gaza, cuyos tesoros legendarios —según el historiador Jean-Pierre Filiu— llenaron diez barcos. Los famosos mosaicos del subsuelo atestiguan su pasado imperial tanto oriental como occidental. Fue además un punto obligado de peregrinaje, conocido por su

hospitalidad y por sus excelentes vinos.

En el siglo VII fue tomada por los musulmanes, quienes impusieron su religión, aunque permitieron a los judíos vivir en paz a cambio de un impuesto. Con el tiempo, Gaza prosperó y se transformó en un importante centro del misticismo judío, origen del mayor movimiento mesiánico judío moderno. Por su condición de joya geopolítica, Gaza atrajo el interés de potencias y caudillos como Napoleón, Gran Bretaña y el Imperio Otomano, pues desde allí los caminos conectaban con Alejandría, Beirut, Jerusalén y El Cairo, y era cuestión de tiempo extender las rutas hasta Estambul.

NAKBA

Cada 15 de mayo los palestinos conmemoran la Nakba (“catástrofe”), que recuerda el desplazamiento forzoso de 1948. Más que una fecha, simboliza un proceso de desintegración nacional y pérdida territorial. Las primeras protestas comenzaron en 1949, manifestando el descontento por la pérdida de sus tierras, aunque Yasser Arafat oficializó el término Nakba varias décadas después.

El proceso implicó el desplazamiento de más de 700.000 palestinos, la destrucción de centenares de

aldeas, miles de muertos y la pérdida de cerca del 80% del territorio. Las consecuencias a largo plazo son devastadoras: desplazamientos forzados, exilio masivo y un éxodo que hasta hoy supera los seis millones de personas.

FRANJA DE GAZA HOY

Para entender la situación actual de Gaza, debemos remontarnos al ataque de Hamás a Israel en 2023. Hamás es un movimiento palestino creado en 1987, con una carta fundacional redactada en 1988. Defiende la causa de la recuperación de los territorios palestinos. La comunidad internacional lo considera una organización terrorista. Actualmente controla lo que queda de la Franja de Gaza, con más de dos millones de habitantes.

Desde el ataque de 2023 (1.200 a 1.400 muertos), la represalia israelí ha acelerado la destrucción de Gaza: más de 70.000 muertos, hambruna crónica, miles de ataques aéreos, pérdida de infraestructura y fragmentación territorial mediante corredores de control militar establecidos por el cuestionado primer ministro Benjamín Netanyahu. Hoy la crisis humanitaria es extrema. Casi 200.000 edificaciones —entre viviendas, escuelas, museos y hospitales— han sido destruidas. La OMS informó que el 94% de los centros de salud son inutilizables y su propio almacén principal de insumos médicos fue bombardeado. Una comisión de expertos de la

ONU ha calificado los hechos como genocidio. El 90% de las escuelas permanecen cerradas; las pocas en pie sirven como refugios, dejando a más de medio millón de niños sin acceso a la educación. Las tierras fértiles han sido arrasadas, los pozos de agua inutilizados y más de mil kilómetros de redes sanitarias destruidos. Cientos de tumbas y sarcófagos de valor histórico se han perdido, y casi mil mezquitas —entre ellas la gran Al-Omarí, la más antigua de la Franja— han sido destruidas.

Las denominadas “zonas de seguridad” israelíes han reducido aún más el territorio palestino, fragmentando lo que queda de poblaciones y aldeas.

IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE LA FRANJA DE GAZA

Lo más preocupante es la pasividad de la ONU y de las potencias mundiales, cuyos discursos se diluyen en promesas vacías. Esta tragedia trasciende lo bélico: se transmite en tiempo real, evidenciando la indiferencia ante una aniquilación humana.

Muchos Estados repudian lo que ocurre, pero lo toleran al no intervenir directamente. Mientras tanto, la violencia en Cisjordania es tan severa como en Gaza. Las potencias occidentales —en especial Estados Unidos y varios países europeos— quedan expuestas en su complicidad por omisión, mientras que algunas naciones de África y América Latina han tomado posturas más firmes, recordando su propio pasado colonial y la lucha por la autodeterminación.

Los expertos de la ONU – como fue señaladohan declarado que se trata de un genocidio, pero, ¿qué hacen realmente las grandes potencias para detenerlo? La eliminación no solo es física: es cultural, política y económica. Se destruyen archivos, museos, universidades y símbolos de identidad. Gaza se desangra mientras su memoria es borrada.

Cisjordania también sufre incursiones nocturnas constantes. Para muchos palestinos, las autoridades árabes han perdido credibilidad, mientras que las potencias callan. Sudáfrica, en cambio, ha dado un paso moral al demandar a Israel ante la Corte Internacional de Justicia por genocidio, evocando su propia experiencia con el apartheid.

En Chile, el presidente de la República declaró:

“He instruido a la ministra de Defensa que, a la brevedad, me presente un plan de diversificación de nuestras relaciones comerciales en materia de defensa, que nos permita dejar de depender de la industria israelí en toda área.”

Israel, por su parte, ha sabido consolidarse en las últimas cinco décadas como una potencia regional con capacidad nuclear, control marítimo y aéreo, y el apoyo de Estados Unidos, así como el reconocimiento de varios países vecinos: Egipto, Jordania, Emiratos Árabes y Marruecos, entre otros.

Controlar Gaza es tener las puertas abiertas entre Occidente y Oriente.

EPÍLOGO

La escalada de violencia en Gaza no es un hecho fortuito ni reciente. Es el reflejo de una enemistad de siglos entre dos teocracias antagónicas cuyas bases excluyentes repercuten en la política y las aspiraciones territoriales.

El ser humano ha alcanzado logros científicos y tecnológicos notables —ha llegado a la Luna, ha

desarrollado la inteligencia artificial y ha salvado millones de vidas mediante la medicina—, pero sigue siendo incapaz de superar la intolerancia, la mezquindad y la violencia.

Mientras las potencias observan desde la distancia, las vidas humanas se pierden por miles. Los líderes calculan sus declaraciones, sopesando los beneficios políticos de cada palabra. La historia se repite: una humanidad que se enorgullece de su progreso, pero sigue mostrando su rostro más primitivo.

¿Cómo puede un pueblo que sufrió seis millones de víctimas en un horrendo Holocausto no comprender que repetir el mismo horror carece de sentido?

Es hora de cuestionar la labor de la ONU, ¿Es un organismo autónomo o una marioneta del poder?

Solo cuando la justicia y la equidad prevalezcan podrá hablarse de una paz verdadera para el pueblo palestino e israelita que han soportado dosis de sufrimiento que de una vez por todas deben culminar.

SER UNA CIENTÍFICA ANTÁRTICA:

DE LUCES Y DE SOMBRAS LA TRAYECTORIA DE CLAUDIA MATURANA BOBADILLA

POR IGNACIO VIDAURRÁZAGA MANRÍQUEZ

Periodista y magíster en literatura

Tiene 41 años y es originaria de Santiago. Los estudios y experiencias para transformarse en científica le han significado la mitad de los que tiene de vida. Es madre de Violeta de 1 año y 9 meses, y pareja con el también científico

Sebastián Rosenfeld al que conoció navegando en el ya retirado buque Almirante Óscar Viel, en uno de los siete viajes que ha realizado al sexto continente. Como familia viven desde hace poco tiempo en Punta Arenas, “base” desde la que ambos continúan su trabajo científico, incluido viajes juntos o por turnos para cuidar de su hija.

Es Claudia Maturana, licenciada en Biología, magíster en Ciencias Biológicas y Doctora en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Chile. En 2020 continuó con su postdoctorado FONDECYT en el Instituto Milenio de Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE).

En los últimos años ha estado participando como coinvestigadora en diversos proyectos. A saber, el interno del Instituto Milenio BASE: “Insectos antárticos nativos y no nativos: ¿qué nos dice la estructura poblacional sobre su capacidad para dispersarse y colonizar nuevos hábitats frente al cambio climático?”.

Además, del proyecto gabinete INACH: “Descifrando los patrones invasivos de la nueva mosca antártica trichocera maculipennis : Un enfoque genético y morfométrico integrativo”.

Posteriormente y en tanto investigadora principal de postdoctorado, impulsó el proyecto 2021-2024 FONDECYT “Cambio de rango provocado por el calentamiento global en el camarón hada branchinecta gaini: nuevos conocimientos sobre especies de agua dulce como centinelas del cambio climático en la Antártida”.

LAS OTRAS FORMAS DE PARTICIPAR

En 2017 Claudia fue fundadora y directora de la ONG APECS-Chile (Asociación de jóvenes investigadores polares) y en la actualidad oficia como vocera del Colectivo Mujeres Antárticas.

En 2019 participó del video promocional del día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB). En tanto, el 2022 participó en el documental: “Soy la Tierra, Historias desde el fin del mundo”. Antes, el año 2021 había recibido el Premio Joven Destacada en el X Congreso de Investigaciones Antárticas y el mismo año el Premio L’Oreal for Women in Science 2021 en la categoría de postdoctorado.

Este año, integró la delegación de Chile en “Expo Osaka 2025”, en Japón.

MUJERES EN ANTÁRTICA

Las mujeres científicas son una realidad reciente en su presencia y masividad en la Antártica.

Cuando el escritor chileno Salvador Reyes (Premio Nacional de Literatura 1967) luego de retornar de la IX Comisión Antártica publicó en 1956 su crónica “El continente de los hombres solos”, estaba expresando la situación existente y predominante hasta ese momento. Antes, algunas científicas noruegas , argentinas y estadounidenses habían trabajado en esos aislados territorios. Y mucho antes, habían ido mujeres como parejas de capitanes o incluso disfrazadas para encubrirse.

Desde Chile solo con posterioridad y no sin grandes dificultades en los 70 y 80 hubo pequeño grupo de académicas e investigadoras pioneras, como lo fue por ejemplo la paleontóloga Teresa Torres.

La doctora Claudia Maturana pertenece a la cohorte de científicas post 2000.

-Cuéntanos de tus motivaciones primeras.

-Siempre estuve orientada a la ciencia, a la astronomía. Siempre estuve interesada en el origen de

la vida. Desde que estaba en séptimo básico comencé a escribir un diario de vida. Entre las lecturas, incentivada por mis profesores, estaba la astrobiología y desde ahí empecé a derivar a la biología. Me interesaba estudiar las bacterias y por eso ingresé a un curso de biotecnología. Pero, no era lo mío porque era más industrial y aplicado. Después trabajé en varios laboratorios buscando lo mismo.

-¿Quiénes, en tus estudios universitarios, fueron tus profesores señeros?

-Cuando comencé me interesaba la biología del desarrollo y estaba Juan Fernández que era un senior en el tema. En ecología Jorge Mpodozis que había escrito un libro con Humberto Maturana sobre la teoría de la evolución. Hasta que después conocí a mi tutor que me encausó en el tema antártico: Elie Poulín, un francés. Creo que él es transversal a todo, es un eje medular a lo largo de toda mi carrera, está en todo lo que he dicho, en los grados académicos y en los terrenos. Elie fue mi mentor, es parte de mi vida, me formó en términos científicos y también valóricamente en cómo se hace la ciencia.

LAS EXPLORACIONES

Las experiencias relevantes de Claudia son diversas

y las enumera como aprendizajes o dificultades que debió resolver. Desde viajes y exploraciones a sitios difíciles de acceder como ir a las Malvinas o muy distintos: como participar en un documental de promoción de la marca Chile en el exterior.

-¿Qué destacarías de tus exploraciones?

-Primero, el terreno que hice sola en la Región de Magallanes. Creo que no dimensioné la complejidad de hacerlo. Solo me lancé por un tema de inseguridades, de dificultad de llevar a otro, y también de presupuesto. Y, por cierto, y en el origen, el querer probarme. Estuve en varios lados: la Isla Navarino, Península Brunswick, Tierra del Fuego, las Torres del Paine y después las Islas Malvinas, ese fue un terreno de los años 2016 y 2017.

-¿Cómo llegaste a Malvinas?

-No es muy habitual, pero nosotros teníamos el contacto con Paul Brickle director de un centro de investigación del Atlántico Sur (SAERI). Les dije que quería ir y que necesitaba el apoyo logístico de allá (transporte y alojamiento). Fue en el marco de mi doctorado y pagué mi pasaje con el fondo de investigación de tesis doctoral del INACH que me había ganado. Luego, todo coincidió porque desde Malvinas tomaría un buque hacia el Reino Unido.

-¿Qué significa navegar en un buque británico operado por civiles?

-Eres una científica más trabajando en ciencia, y como no es un operador de la armada, sino que civil, y es científico, te tratan como una persona que está haciendo su trabajo, te facilitan todo, te dan una habitación, un bolso lleno de equipamiento científico, ropa, guantes, etc. que por cierto después debes devolver.

Ojalá pudiéramos avanzar hacia allá porque toda la logística del buque británico estaba para nosotras: las actividades, la cotidianidad y la convivencia. Por ejemplo, no había problemas con el alcohol. Todos quienes estábamos ahí éramos civiles, sabíamos adónde íbamos, había muchas mujeres y por eso me sentí muy segura y tranquila. No había ninguna prohibición, de hecho, había un botiquín con paracetamol, parches curitas y condones para quién los requiriese en un escritorio donde tenías libre acceso.

Lo cierto, es que es muy difícil ver algo así en un buque de la Armada chilena en Antártica.

“TENER MÁS CALLE”

-¿Te refieres a otra forma de hacer ciencia cuando se sale a centros europeos y otros en comparación con hacerlo en Chile?

-Sí, influye desde donde te paras a hacer la pregunta. La historia es que peleé harto por ir a la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Luego quedé, pero después me falló el inglés y perdí el cupo, y no me dieron ninguna posibilidad de ingresar de otra forma como ocurre en otras universidades en que hacen unos pre-cursos de inglés. Eso, porque esa es de muy alto prestigio. A la vez, percibí que la ciencia y las preguntas de investigación que nos hacemos acá son igual o más relevantes que las que se hacen allá. También, me di cuenta de que hay gente brillante y otra no tanto, pero tienen una plataforma de base superior. O sea, depende mucho más de cuáles son tus recursos y tus redes para hacer ciencia que de tus capacidades personales.

-¿Con tener “más calle” te refieres a la capacidad de resolver o inventar lo que no se tiene?

-Efectivamente, eso es muy gráfico porque cuando ellos no tenían las tecnologías se entrampaban y no avanzaban. Creo que el ejemplo de mi sistema de muestreo realizado con piezas adquiridas en una ferretería es una expresión de eso. Yo no tenía las tecnologías para acceder a una impresora 3D o algo así, entonces salía del paso inventando con lo que tenía a mano.

LA SUBANTÁRTICA

-¿Por qué te interesa la subantártica?

-En el presente la ecorregión subantártica de Magallanes ha ido cobrando creciente relevancia porque tiene identidad como denominación de origen, y eso tiene múltiples significados.

Desde cuando empecé a hacer ciencia Antártica han transcurrido veinte años. Desde ahí entiendo la relevancia de lo subantártico, por eso hoy después

de haber pasado muchos años haciendo ciencia Antártica, he concentrado mi interés en lo subantártico como un polo de diversificación en el sentido que es un lugar histórico y evolutivo con la confirmación del Gondwana. Tiene una relevancia significativa por las especies que ahí se originan, se dispersan y se comunican con la Antártica.

Además, Punta Arenas como una de las puertas de entrada a la Antártica, significa más que una función logística, o un rol turístico o de identidad social. Porque tiene que ver con la parte evolutiva que yo estudio, de cómo lo subantártico está súper conectado con lo antártico, y eso se puede investigar en ciertas especies de mis proyectos.

Por otra parte, el tema subantártico no es algo particular mío, viene de un centro donde actualmente trabajo: el CHIC -Cape Horno Internacional Center(Centro Internacional Cabo de Hornos) que otorga mucha relevancia a este tema. Su director de investigación es el Dr. Ricardo Rozzi, quién junto al doctor en Botánica Andrés Mansilla, han organizado expediciones al Cabo de Hornos.

-¿Es más difícil o menos complejo estudiar la subantártica que la Antártica?

-Estudiar el territorio subantártico logísticamente es más difícil que estudiar la Antártica, porque el acceso

no está cubierto. En el caso de la Antártica uno va por INACH pero, a las islas subantárticas ¿Cómo se va? La Armada no tiene una cobertura asegurada, hay que hacer mucho más lobby, es mucho más caro, entonces no es trivial hacer ciencia en el territorio subantártico.

Hasta el momento al Cabo de Hornos se ha ido muy poco y las expediciones no suelen ser muy exitosas, porque primero hay que resolver satisfactoriamente los problemas logísticos que son significativos.

-¿Qué lo hace complejo?

-Aún no he ido, pero ahí se accede por mar, hay que tener una embarcación robusta porque los canales y fiordos no siempre son amigables, cuesta acceder. Se requiere contar con capitanes que tengan la experiencia y desde eso den la seguridad requerida.

En mi caso trabajo en tierra, entonces igual hay que instalar un campamento-base y eso requiere otra logística porque hay fuertes vientos.

A la Antártica he ido siete veces y al Cabo de Hornos ninguna. Espero que eso cambie, estamos poniendo mucho esfuerzo en eso, porque la historia está incompleta. Falta investigación en el territorio subantártico, pero todavía no están las posibilidades. Hasta ahora no hay programas de investigación subantárticos, el CHIC viene a cubrir esa parte y por eso el Centro Subantártico está en Puerto Williams, en Navarino que es un territorio muy relevante para nuestro estudio.

-¿Puedes explicarnos más del CHIC?

-El CHIC es un fondo basal, que es iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, al que se postula primero por cinco años con la posibilidad de renovar por otros cinco más. Lo que lo

caracteriza es la transferencia en todos sus aspectos: de capacidades, conocimiento, equipamiento, etc.

Tiene universidades albergantes que patrocinan y que los acogen y entre ellas está la UMAG.

Hoy, este proyecto le da vida al edificio que se construyó en Puerto Williams que se denomina Centro Subantártico. Lo que ahí ocurrió fue una transformación en el pensamiento, un salto porque hay un componente educacional y social muy acentuado, y es esa impronta lo que ha generado nuevos respaldos. Además, porque se instaló en Puerto Williams y está haciendo una intervención con la ciudadanía muy fuerte y sistemática, respetando los conocimientos locales y las comunidades originarias de allá.

En mi caso, trabajo principalmente con el “programa centinela” de cambio climático que refiere a las especies que nos sirven para monitorear las alteraciones que está generando el cambio climático, ahí están: el copépodo, la branquinecta y la mosca.

-¿Por cuánto tiempo vas?

-Eso no está claro porque tengo un postdoc que dura un año con posibilidad de renovación. Eso aún tengo que coordinarlo con la Dra. Tamara Contador que es la investigadora principal de la línea de los centinelas. Ella dirige ese nodo y es una investigadora que ha llegado a ser una persona clave dentro del directorio, del centro y de Puerto Williams. Está inserta con su familia, tiene sus dos niños allá.

Creo que Tamara respira ese territorio subantártico y tiene mucho coraje.

LOS RIESGOS DE SER MUJER CIENTÍFICA

La trayectoria de la doctora Claudia Maturana documenta las luces y sombras de ser mujer y hacer ciencia. Explorar, embarcarse en buques, bajar a terreno, alejarse de los hijos o estar lejos en fechas conmemorativas.

No es fácil desenvolverse en ambientes predominantemente dirigidos por hombres de civil o uniforme.

-¿Cuáles son tus reflexiones luego de estos veinte años de trayectoria, siete viajes a la Antártica, además de a otros territorios de la subantártica?

-En Antártica, como son ambientes aislados y se depende de la logística de la Armada e INACH, tú te sientes más vulnerable e indefensa, pero los riesgos son los mismos. El tema de la violencia de género y el acoso por cierto está presente. También, la situación de bajarse en un lugar con mucho viento o donde sube la marea con rapidez.

Por otra parte, un tema que me ha ocurrido frecuentemente es la dificultad para establecer algunas redes de colaboración.

Antes, cuando te contactaban los colegas hombres, eso podía ser mal interpretado como que podían querer otra cosa contigo, que podía no deberse a tu calidad científica. Pero, hoy en día se ha instrumentalizado, aunque no siempre sea así. En la actualidad, suma puntos en las postulaciones incluir a mujeres en los cupos de proyectos.

También y a veces, he escuchado a colegas que dicen: te estoy llamando porque eres mujer y de región, así de explícito.

Por mi parte, soy partidaria de conversar de todo y ponerlo sobre la mesa.

UNA VIOLACIÓN EN ANTÁRTICA

El Poder Judicial en su portal oficial de noticias informaba el 8 de octubre último: “El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Punta Arenas condenó a Jorge Eugenio Gallardo Cerda a la pena de 300 días de presidio efectivo, más la accesoria legal de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena, en calidad de autor del delito de violación. Ilícito perpetrado en febrero de 2019, en las islas Shetland del Sur, ubicadas a 120 kilómetros de la Antártica […] La víctima se encontraba en una expedición científica en el territorio antártico chileno, específicamente en la península Byers […] junto a otros tres compañeros de trabajo, entre ellos el imputado”. Conocida la anterior resolución la científica Claudia Maturana, como vocera del Colectivo de Mujeres Antárticas (CMA) declaraba a ITV Patagonia: “…Luego de conocer la sentencia final, para nosotras fue irrisoria, pensamos que Chile desaprovechó un hito importante para mostrar al mundo que estas situaciones nunca más se deben dar ni en Antártica ni en ningún otro lugar. Mientras, estamos promoviendo investigación llevando a la Antártica a jóvenes investigadoras. Nos parece una paradoja muy lamentable…”

En simultáneo, en su comunicado escrito el CMA reconocería el “esfuerzo del Ministerio Público al enfrentar un caso inédito”. A la vez que subrayaba la ausencia de apoyo y acompañamiento por parte del ministerio de la Mujer y Equidad de Género y de la Universidad de Talca a la que pertenecía el victimario y el proyecto.

LA DIVULGACIÓN CIENTÍFICA Y LA

TRANSDISCIPLINARIEDAD

¿Cuán encerrada esta la investigación científica en su nicho y ámbitos? Eso se torna evidente en el

lenguaje donde con demasiada frecuencia se habla para sus iguales, sin importar mucho que el público ciudadano no asimile ni comprenda esos mensajes. Un ejemplo excepcional de rol de divulgación viene al caso. Por estos días se ha conocido el reconocimiento al diseñador gráfico de INACH Pablo Ruiz como ganador de concurso internacional para crear el logotipo oficial de SCARFISCH (Grupo de acción del Comité Científico de Investigación Antártica sobre peces). Pablo, en quince años de trayectoria, ha creado desde infografías altamente complejas hasta relatos para niños y una extendida variedad de formas que han contribuido a facilitar el conocimiento y quehacer en ciencias, y muy en particular a más extendido el conocimiento de la Antártica.

Aún es dificultoso asumir que para “aterrizar” la mayor parte de los relatos científicos se requiere transdisciplinariedad, contar con otras profesionales que faciliten esa divulgación? En suma, que los científicos no pueden pretender ser simultáneamente periodistas, titiriteros, actores, diseñadores, audiovisualitas, escritores, etc.

-¿Cómo aprecias tú el trabajo interdisciplinario?

-Mi visión es súper crítica de lo que hemos hecho, creo que la ciencia ha tenido un acercamiento al público no científico manteniendo los mismos cánones que le resultan familiares. Creo que hemos sido muy unidireccionales en esa divulgación, en esa extensión del conocimiento. Pareciera que el científico todavía asume “que imparte conocimiento”, nos falta diálogo. Pero, debo reconocer que para responder esa pregunta con certeza todavía no sé leer con exactitud-porque no recibo ese feedback-¿qué más se espera cuando por ejemplo comparto una charla en un colegio, y luego me voy?

Hoy existen requerimientos que se han agregado como la extensión y las universidades se tienen que acreditar en esa línea de trabajo. El problema es que los científicos y científicas tenemos que hacerlo todo. Postular, ir a terreno, hacer ciencia de frontera y además hacer una extensión que nunca nos han enseñado cómo hacerla. Entonces ahí entran otros actores que debemos integrar porque son facilitadores: periodistas, comunicadores, diseñadores, artistas, historiadores, escritores, cineastas etc.

Puede ser que todavía nos guste ese como trono en el que nos hemos sentido cómodos y donde parece que nos han puesto. La gente sigue creyendo significativamente en la ciencia, nos validan y nos ponen en un sitial.

Hay una alta demanda de hacer comunidad científica, pero no le puedo decir a un periodista:

tienes la oportunidad de relatar mi paper. Tengo que retribuir ese servicio, al ilustrador, al periodista. Lo que tenemos hoy es un empobrecimiento, una precariedad de todos estos eslabones que necesitamos cubrir para hacer una ciencia que impacte y que llegue a las personas, a los ciudadanos de a pie.

CONSTRUIR UNA FAMILIA

QUE HACE CIENCIA

-¿Cómo es formar una familia de dos personas que hacen ciencia sin postergarse uno u otro? ¿Hay alguna receta o modelo? ¿Los proyectos contemplan este ámbito de familia con hijos o hijas?

-Puedo hablar desde mi experiencia. Soy una persona muy planificada y planifiqué lo de ser madre, a ese nivel, en el minuto en que lo decido no lo hago porque estoy con alguien en particular. Lo decido como mujer, porque desde antes sabía que en el minuto que me convirtiera en madre iba a dejar de hacer ciertas cosas como científica.

Cuando conozco a Sebastián, que en su actividad hace lo mismo, yo vi en él la posibilidad de disminuir esa cuota de las cosas que dejaría de hacer. Eso me dio mucha más libertad. Entonces, más que la edad, que no deja de ser importante, es con quien decides ser madre. Él no es un hombre que tenga que darle una lista de tareas, como: acuérdate del bolsito, de la pediatra, esa carga mental no la tengo y eso es un tremendo alivio.

El que sea también científico me da a mí la libertad de imaginarme mi vida científica en paralelo con ser madre, porque él conoce lo que significa: los congresos, los terrenos, etc.

Además, que él quería ser papá. Entonces, eso significó que los dos entendiéramos que Violeta era muy querida y esperada y por lo mismo nos esforzamos por tenerla, y ahora en criarla, pero nunca abandonar lo que a los dos nos hace realmente felices.

Hoy siento que nuestra Violeta tiene una cercanía bastante profunda con la naturaleza, le gustan los pájaros, está conectada con su entorno…

RECADO SOBRE

EL TRABAJO DE LA MUJER

Gabriela Mistral trabajó como maestra en Punta Arenas y en otras ciudades de Chile. Con el añadido que este año se cumplen ochenta años desde que obtuviera el Premio Nobel de Literatura.

Entre sus recados-cartas desde lejos hay diversas menciones destinadas a las mujeres, aquí un trozo de uno de ellos intitulado: Recado sobre el trabajo de la mujer

“Ya no es cuestión de que nos hablen de un “mejoramiento en los salarios femeninos”, sino lisa y llanamente de pedir la nivelación de los jornales para los dos sexos. Al igual que el horario y a igual género de labor, paga común”. (Recados completos, Gabriela Mistral, La Pollera Ediciones, 2023, p.648).

DE JANUCÁ A LA NAVIDAD

LA RECONVERSIÓN DE LA LUZ COMO

SÍMBOLO DEL TIEMPO Y CÓMO LA

HUMANIDAD TRANSFORMÓ EL TIEMPO EN UN ESPEJO DE SU BÚSQUEDA ESPIRITUAL

POR CRISTIAN VILLALOBOS ZAMORA

Ingeniero y ensayista

“Antes de comenzar, me parece oportuno aclarar que el enfoque de este texto es puramente histórico.

La intención es compartir lo que la reflexión histórica ha planteado sobre el tema que vamos a revisar. No existe el propósito de entrar en el ámbito de la fe de las personas. Cada lector y lectora es libre de reflexionar y sacar sus propias de conclusiones de lo que aquí se expone.”

Desde los inicios de la humanidad, la luz ha sido símbolo de lo divino y lo eterno. En torno a ella se han tejido mitos, leyendas, rituales y hasta calendarios se han elaborado, que, más allá de sus interpretaciones, representan una misma aspiración: hallar en la luz un orden para el tiempo

Cuando hablamos del origen de la luz como símbolo de renacimiento, resulta más preciso referirse a “orígenes” en plural, y no a un único origen, pues esta creencia se fue conformando a través de un proceso dinámico que tomó siglos en desarrollarse y consolidarse. No responde, por tanto, a un punto de partida definido, sino a una confluencia de influencias,

acontecimientos y figuras clave que, en conjunto, dieron lugar a nuevas formas de comprender la luz.

Uno de estos orígenes es la fiesta judía de Janucá (en hebreo ḥănukkāh, que significa “dedicación”), conocida también como la Fiesta de las Luces. Durante ochos días y ocho noches, se celebra cada año a partir del 25 de Kislev, el tercer mes del calendario hebreo, de carácter lunar, que en el calendario gregoriano corresponde a finales de noviembre o comienzos de diciembre. Esta festividad conmemora tanto la insurrección del pueblo judío como el milagro divino ocurrido hace más de dos mil doscientos años. Pero antes de comprender el sentido de la fiesta de Janucá, es necesario retroceder al momento en que el mundo judío enfrentó su primer gran choque cultural: la llegada de Alejandro Magno a Judea. Este encuentro no fue propiamente militar, ya que no hubo una resistencia significativa a su entrada. En aproximadamente quince años, entre el 337 y el 322 a.C., Alejandro de Macedonia logró conquistar la totalidad del Imperio Persa, incluyendo Judea, sin hallar oposición directa en esta región. A primera vista, este hecho podría parecer secundario, sin embargo, tuvo una enorme relevancia histórica. La conquista de Alejandro marcó el inicio de la influencia

helénica sobre Judea, un fenómeno conocido como helenismo. A diferencia de los conflictos anteriores, eminentemente bélicos, el helenismo representó un desafío cultural profundo, una amenaza directa a la identidad y las tradiciones del pueblo judío. El helenismo se impuso como una fuerza transformadora que comenzó a modificar la lengua, las costumbres y la cosmovisión de los pueblos conquistados. El griego se convirtió en la lengua común de este vasto territorio, desplazando progresivamente a otras culturas. Desde esta perspectiva, el helenismo fue percibido por muchos sectores del judaísmo como el enemigo número uno de su cultura, al representar una amenaza a la supervivencia del pueblo judío. Unos de los hechos más significativos fue la fundación de Alejandría por parte de Alejandro Magno, ciudad que se convertiría en un centro cultural clave del mundo helenístico y en un punto de contacto —y por cierto, de tensión— entre la tradición judía y la cultura griega. Alejandría fue fundada como una ciudad eminentemente griega y judía. Aunque situada en Egipto, no era una ciudad egipcia en su esencia cultural. Desde su fundación, numerosos judíos emigraron hacia Alejandría, atraídos por su dinamismo

y oportunidades. Según cuenta Flavio Josefo, en la ciudad de Alejandría vivían unos quinientos mil judíos en una población total cercana al millón de habitantes. Por ello, es un error común pensar que la diáspora judía comenzó únicamente tras la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. En realidad, la dispersión del pueblo judío había comenzado siglos antes, impulsada por motivos económicos, sociales y políticos. Muchos judíos de Galilea, por ejemplo, emigraban hacia Siria, Asia Menor o Grecia en busca de mejores oportunidades, ya que la falta de trabajo y las difíciles condiciones de vida en su región los obligaban a buscar sustento en otras tierras del mundo helenístico.

El segundo conflicto relevante en este proceso aparece hacia el año 190 a.C., cuando Judea, que hasta entonces estaba bajo dominio egipcio, pasa a manos de los seléucidas, es decir, los greco-sirios. Aunque todos estos pueblos eran herederos del helenismo, conviene recordar que, tras la muerte de Alejandro Magno, su imperio fue dividido entre sus generales, ya que no dejó sucesor legítimo. A diferencia de los greco-egipcios (los Ptolomeos), que fueron relativamente tolerantes, los seléucidas adoptaron una política mucho más agresiva en materia religiosa. Intentaron imponer en Judea el culto a los dioses del panteón griego, levantando altares a Zeus y exigiendo la adoración de imágenes extranjeras. Aquello provocó una profunda crisis espiritual y cultural en el pueblo judío, que veía amenazada su identidad. En el año 175 a.C., cuando se instaló un altar pagano en la ciudad de Modín, el rechazo popular fue inmediato. Poco después, en el año 167 a.C., un sacerdote anciano llamado Matatías (Matatías ben Jonatán), junto con sus hijos, entre ellos Judas Macabeo, todos miembros de la familia de los Asmoneos, encabezaron una rebelión contra esta helenización forzada. Matatías el Asmoneo fue un sacerdote levita, descendiente de una línea que, según las crónicas, venía de Aarón, hermano de Moisés. Durante el reinado de Antíoco IV Epífanes, los oficiales del rey intentaron obligarlo a ofrecer sacrificios paganos, Matatías se negó y mató al emisario griego y al judío que accedió a realizar el sacrificio a los ídolos. Tras su muerte, su hijo Judas Macabeo asumió el liderazgo militar y religioso. Los Asmoneos terminarían fundando una dinastía que gobernaría Judea durante casi un siglo, hasta el 37 a.C., cuando Roma impuso a Herodes.

Este levantamiento, conocido como la Rebelión de los Macabeos, se convirtió en una guerra prolongada y sangrienta que se extendió durante veinticinco años, desde el 167 hasta el 142 a.C.

Aunque hoy se celebra el triunfo de los Macabeos

ALEJANDRO MAGNO

como una fiesta alegre, en realidad fue una lucha ardua por la supervivencia espiritual y cultural de un pueblo. Finalmente, los judíos lograron vencer a los greco-sirios, liberar Jerusalén y purificar el Templo, restableciendo el culto monoteísta. Judea recuperó entonces su independencia política, perdida siglos antes con la conquista babilónica de Nabucodonosor en el 586 a.C.

De este acontecimiento surge la festividad de Janucá, que significa “dedicación” o “inauguración”. Conmemora la nueva consagración del Templo de Jerusalén y, especialmente, el llamado milagro del aceite: al encender la menorá (el candelabro sagrado), solo se encontró una pequeña vasija de aceite puro, suficiente para un solo día, pero la llama permaneció encendida durante ocho días, el tiempo necesario para preparar nuevo aceite consagrado. Por ello, cada año, durante ocho noches consecutivas, los judíos encienden la janukiá , un candelabro de nueve brazos: ocho para los días del milagro y uno adicional, el shamash, que sirve para encender los demás. Más allá de su dimensión religiosa, Janucá simboliza la victoria de la luz sobre la oscuridad, de la libertad sobre la opresión, y del espíritu sobre las fuerzas que buscan someterlo.

Así como la diáspora extendió la presencia judía por todo el mundo antiguo, Janucá mantuvo encendida la llama de su identidad. Ambas historias, la dispersión y la resistencia, son expresiones distintas de una misma voluntad: la de preservar la luz interior frente a los imperios que intentaron apagarla. Esa luz, que sigue ardiendo cada año en los hogares judíos, es también una metáfora de la fidelidad a los principios y de la esperanza que resiste al paso del tiempo. Interesante es mencionar que, cuando el ejército judío triunfante de los Macabeos entró en Jerusalén, decidieron proclamarse reyes de Judea. Pero los sacerdotes del Templo de Jerusalén se opusieron. Dijeron: “ Ustedes no pueden ser reyes porque no descienden del rey David. Para reinar en Judea, hay que pertenecer a la tribu de Judá, a la dinastía davídica”. La respuesta de los Macabeos fue contundente: “Nosotros tenemos el ejército”. Y con eso, impusieron su poder por la fuerza. Como resultado, muchos sacerdotes y habitantes de Jerusalén fueron asesinados; la guerra tomó el carácter de una auténtica purga religiosa y política. Tras su victoria, los Macabeos descendientes de Matatías, se proclamaron reyes de Judea y asumieron también el sumo sacerdocio, pese a no pertenecer a la línea

davídica y, por tanto, carecer de legitimidad dinástica. Algunos sacerdotes sobrevivientes del Templo, descontentos con esta usurpación y con la creciente corrupción política del nuevo régimen, abandonaron Jerusalén y se refugiaron en el desierto. De acuerdo con varias tradiciones y estudios modernos, de entre esos grupos surgiría más tarde la comunidad de los esenios, conocida por su vida austera, su dedicación a la pureza ritual y sus textos sagrados hallados en Qumrán. Décadas después, en el año 63 a.C., el general romano Pompeyo y sus legiones conquistaron Jerusalén, poniendo fin a la independencia de Judea y marcando el inicio de una nueva etapa bajo el dominio de Roma… aunque esa, es otra historia. En los siglos XIX y XX, especialmente en Estados Unidos y Europa, esta fiesta comenzó a ganar popularidad, probablemente por su cercanía estacional con la Navidad cristiana. La llamada menorá de Janucá, no es el único objeto de la celebración. Por ello, muchas comunidades judías comenzaron a incorporar elementos como el intercambio de regalos o decoraciones festivas sumadas a las ceremonias

públicas acompañadas de música o comida, para afianzar la identidad judía, especialmente en contextos mayoritariamente cristianos. Sin embargo, la historia original de Janucá no está centrada en las luces ni en los milagros, como comúnmente se presenta, sino en un conflicto bélico y político de grandes proporciones, marcado por la resistencia a la imposición cultural y religiosa del helenismo. Así, la verdadera historia de Janucá no solo es símbolo de afirmación del judaísmo, sino también expresión de un periodo en que las tensiones entre culturas y religiones determinaron profundamente la evolución del pensamiento religioso y cultural de Occidente. Siglos más tarde, en el corazón del Imperio Romano, otro conflicto, ya no político, sino teológico, marcaría un quiebre definitivo entre el judaísmo y una nueva religión naciente.

EL MARCIONISMO Y LA RUPTURA CON EL JUDAÍSMO

En el año 144 d.C. apareció un libro hoy desaparecido, conocido como “Antítesis”, escrito por Marción del Ponto, quien, para fundamentar su doctrina, redactó una lista de proposiciones tomadas del Antiguo Testamento, las cuales se oponían a la enseñanza de Jesús. La obra fue perseguida y destruida por la Iglesia, que la consideró herética, aunque su influencia marcó profundamente los primeros siglos del cristianismo.

Marción era un gentil, es decir, un no judío, nacido en Sínope, ciudad de la provincia Romana del Ponto, hacia el año 85 d.C., que creía en Jesús como el Mesías. Sin embargo, sostenía que el cristianismo debía independizarse completamente del judaísmo. Su pensamiento surgió en un momento particularmente tenso, apenas nueve años después de la última gran rebelión judía contra Roma (la rebelión de Bar Kojba, en el año 135 d.C.), cuando ser identificado como judío resultaba políticamente peligroso.

En ese ambiente, Marción propuso una idea radical: “para que los romanos no nos confundan con los judíos, debemos romper todo vínculo con la religión de Israel”. Su conclusión fue drástica: eliminar el Antiguo Testamento. De hecho, fue él quien introdujo por primera vez el término “Antiguo Testamento”, para contraponerlo al “Nuevo Testamento” que él mismo quiso establecer. Marción consideraba que la Biblia hebrea era peligrosa para los seguidores de Jesús, pues mantenía la identidad judía del movimiento. En su visión, el Dios del Antiguo Testamento, el creador del mundo material y de la Ley, no era el mismo que el Dios de amor revelado por el Galileo.

La llamada “herejía” de Marción consistía en una

MARCIÓN DEL PONTO

teología dualista, es decir, proponía la existencia de dos dioses: un Dios iracundo y vengativo, el del Antiguo Testamento (al que llamó el Demiurgo) y un Dios amoroso y comprensivo revelado por Jesús en el Nuevo Testamento. De esa dualidad derivaba su rechazo absoluto del Antiguo Testamento y de su Dios, por considerar incompatible con el mensaje de misericordia predicado por Jesús.

Marción elaboró así el primer canon cristiano, por el Evangelio de Lucas (el único de los evangelistas no judío, según su interpretación) y diez cartas de Pablo, cuidadosamente editadas para eliminar toda referencia al judaísmo. Rechazó los evangelios de Marcos, Mateo y Juan, por considerarlos demasiado vinculados al pensamiento judío. Este movimiento, conocido como Marcionismo, fue el primer intento sistemático de construir un cristianismo puramente gentil, desvinculado de sus raíces judías. Su influencia fue tan grande que obligó a la Iglesia a definir qué textos formaban parte de los cánones oficiales y cuáles no, proceso que culminaría varios siglos después.

El marcionismo marcó el cambio profundo que se produjo en apenas dos o tres generaciones tras la muerte de Jesús. Los gentiles, incorporados al movimiento mesiánico por Paulo de Tarso, comenzaron a dominar la comunidad cristiana y a desplazar a sus fundadores judíos. Así, el cristianismo primitivo (los

judíos seguidores de Jesús) pasó de ser una rama del judaísmo a una religión nueva, y, en muchos aspectos, opuesta a Israel. Marción y sus seguidores expresaron ese giro ideológico al afirmar: “ Israel tiene el Antiguo Testamento; nosotros tenemos el Nuevo”. El pensamiento de Marción marcó el punto de quiebre decisivo en la historia del cristianismo. Al proponer una separación entre el Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo, abrió el camino hacia una religión distinta, desligada de las prácticas rituales y del calendario judío. Desde entonces, el cristianismo comenzó a construir su propia identidad simbólica, reinterpretando las antiguas fiestas en función de una nueva visión del tiempo y de la salvación.

Así como Marción separó los textos y los dioses, la iglesia de Roma separó el tiempo: el calendario solar reemplazó al lunar, y con ello el cristianismo comenzó a mirar el cielo no para contar los meses, sino para leer en el sol un símbolo de lo eterno.

ROMA Y LA SEPARACIÓN

DEFINITIVA CON EL JUDAÍSMO

Hacia el año 150 d.C., comienzan a consolidarse en Roma los primeros intentos sistemáticos por separar al cristianismo de su raíz judía. Este proceso fue impulsado por dos figuras fundamentales: Justino Mártir y Aniceto, obispo de Roma. Muchos historiadores consideran que ambos fueron los verdaderos arquitectos del cristianismo institucional, ya que sus decisiones marcaron el rumbo teológico y ritual que distinguiría a la Iglesia romana del resto de las comunidades cristianas de Oriente.

Justino, originario de Flavia Neápolis (actual Nablus, en Samaria), era un filósofo convertido al cristianismo que enseñaba en Roma. En su obra Diálogo con Trifón, escrita hacia el año 155 d.C., se presenta por primera vez a sí mismo como un “cristiano judío”, una expresión que muestra la tensión interna de su tiempo: el deseo de conservar las raíces hebreas, pero al mismo tiempo de afirmar una nueva identidad. El “Trifón” de su diálogo podría representar al rabino Tarfon, mencionado en la tradición oral hebrea del Talmud. En la obra, Justino expone su distanciamiento del judaísmo, afirmando que los cristianos ya no deben involucrarse en los asuntos políticos de Judea ni seguir las antiguas leyes rituales. En Roma, Justino mantuvo una estrecha relación con Aniceto, un cristiano originario de Siria que llegó a ser obispo de Roma entre los años 155 y 166. Ambos compartían una la visión de que el cristianismo debía separarse claramente del judaísmo para consolidarse como una religión autónoma. Para lograrlo, impulsaron una serie de reformas decisivas.

La primera fue establecer de forma oficial el domingo como día de culto, en reemplazo del sábado (Shabat). Argumentaron que el domingo representa el día de la resurrección de Jesús. Pero la idea de fondo era dejar atrás el calendario judío y con las autoridades de Jerusalén. Desde entonces, el cristianismo romano adoptó el domingo como símbolo de la nueva fe.

Pero la segunda reforma fue aún más profunda y determinante. En el judaísmo, la Pascua (Pésaj) se celebraba el 14 de Nisán, según el calendario lunar. Sin embargo, Roma decretó que la Pascua cristiana debía regirse por el calendario solar romano, desligándola de su fecha hebrea. Este cambio implicaba no solo una nueva forma de calcular el tiempo religioso, sino también una ruptura ritual, ahora los cristianos ya no celebrarían la Pascua junto a los judíos. El motivo fue que mientras el calendario lunar era controlado por las autoridades judías, el calendario solar dependía del poder romano. Desde ese momento, el cristianismo occidental comenzó a conmemorar la Pascua en fechas diferentes a las del judaísmo. Esto provocó una profunda fractura en las comunidades Judías del Imperio. Sin embargo, las comunidades de Asia Menor, Siria, Judea y Egipto, es decir, todo el Oriente cristiano, se negaron a aceptar esta reforma. Estos grupos, conocidos como los Cuartodecimanos, insistían en celebrar la Pascua el 14 de Nisán, como lo había hecho Jesús y sus primeros discípulos.

Otras medidas, como la modificación de las leyes alimentarias, generaron confusión entre los fieles, ya que muchos seguían respetando las normas dietéticas bíblicas. Las crónicas del martirio de Lyon (177 d.C.) relatan que los romanos identificaban a los cristianos que se negaban a comer alimentos prohibidos por la Torá, y los ejecutaban por ello. Paradójicamente, poco después Roma declararía que tales observancias ya no eran necesarias.

En síntesis, entre los años 150 y 190 d.C., Roma protagonizó una auténtica revolución espiritual y cultural. Se abandonó el Shabat, se modificó la Pascua, se reinterpretaron las leyes dietéticas y se estableció la autoridad papal mediante la excomunión. Todo este proceso respondió al propósito de asegurar la autonomía del cristianismo frente a sus raíces judías y adecuarlo al marco político y simbólico del Imperio romano.

A partir de ese momento, el tiempo cristiano comenzó a definirse según el sol —el calendario imperial— y no según la luna, como en la tradición hebrea. Este cambio, más que una simple cuestión de fechas transformó la manera de concebir la historia, el rito y la relación con lo divino. De ese proceso

nacerían, con el tiempo, las grandes festividades cristianas que conocemos hoy, entre ellas la Navidad, heredera simbólica de las antiguas celebraciones solares y expresión de la nueva identidad espiritual que Roma quiso construir.

Tras consolidar su independencia doctrinal, el cristianismo debía ahora enfrentarse al desafío de integrar en su mensaje a las antiguas tradiciones del mundo pagano.

EL SINCRETISMO DE LA LUZ

La consolidación del cristianismo como religión autónoma implicó no solo una ruptura teológica con el judaísmo, sino también una transformación temporal y simbólica. Dejar atrás el calendario lunar hebreo, el cual, estaba centrado en las fases de la luna y las estaciones agrícolas de Palestina, significó dejar atrás un tiempo particular y vinculado a la historia de Israel, para adoptar el calendario luni-solar romano, que se ajustaba más con la vida civil y cósmica del Imperio. Este cambio no fue solamente práctico. También expresó una transformación espiritual, el paso de una fe nacional a una religión con mayor alcance.

Las reformas litúrgicas y doctrinales impulsadas desde Roma permitieron al cristianismo integrarse en la cultura imperial. Al expandirse por regiones donde las antiguas tradiciones solares y agrícolas estaban profundamente arraigadas, la Iglesia comprendió que, para ser verdaderamente católica debía asimilar y transformar los símbolos del mundo pagano. En lugar de suprimir las festividades populares, las repensó, otorgándoles nuevos significados.

Así, la Pascua, que en su origen seguía el calendario lunar hebreo, pasó a celebrarse en relación con el equinoccio de primavera, simbolizando la renovación y la vida. Y, algunos siglos más tarde, la Navidad se fijó en torno al solsticio de invierno, cuando la luz comienza a renacer. En efecto, los rituales dedicados al Sol Invictus , al dios Mitra o a las Saturnales romanas fueron incorporados al calendario cristiano y resignificados.

EL SOL INVICTUS Y EL SIMBOLISMO DEL RENACER

Entre los cultos solares más influyentes se encontraba el del Sol Invictus, “el Sol invencible”, instaurado oficialmente por el emperador Aureliano en el año 274 d.C. Este culto celebraba el 25 de diciembre el renacimiento del sol tras el solsticio de invierno, momento en que, después del punto más bajo del año, el astro comenzaba nuevamente a ascender en el horizonte. El simbolismo era poderoso, porque

representaba la victoria de la luz sobre la oscuridad, del calor sobre el frío, de la vida sobre la muerte. En un Imperio que atravesaba crisis políticas y espirituales, el Sol Invictus representaba la promesa de una esperanza de renovación.

La Iglesia cristiana, lejos de oponerse a esta tradición, la reinterpretó. Si el Sol Invictus era la fuerza física que renacía, Jesús sería la “luz del mundo” que vence las tinieblas de la muerte y del pecado. El nacimiento del Sol invencible se transfiguró así en el nacimiento del Salvador. Así, de un símbolo cósmico se transformó en un símbolo teológico.

MITRA Y LA LUZ INTERIOR

El dios Mitra, de origen persa, también ejerció una profunda influencia en el imaginario romano. Su culto, extendido entre los soldados y los funcionarios imperiales, exaltaba la lealtad, la pureza y la lucha contra las fuerzas de la oscuridad. Mitra nacía de una roca, era el portador de la luz, y su festividad coincidía también con el solsticio de invierno. En sus rituales se celebraba la victoria de la vida y el orden sobre el caos.

Las ceremonias mitraicas se realizaban en templos subterráneos conocidos como mitreos, espacios cerrados y oscuros que representaban el interior de la tierra o la caverna cósmica donde nace la luz. El iniciado descendía a esa oscuridad simbólica para participar en una experiencia de renacimiento espiritual, donde la luz al final emergía desde la oscuridad. Así, el mitreo no era solo un lugar físico oculto bajo las rocas, sino también una representación de la interioridad humana, donde la luz divina debía ser descubierta y encendida.

El paralelismo simbólico entre Mitra y Jesús fue evidente para los primeros teólogos, ambos eran figuras de luz, mediadoras entre lo humano y lo divino, vencedoras del mal y de la oscuridad espiritual. Sin embargo, el cristianismo otorgó a este simbolismo una dimensión ética y universal. Mientras Mitra protegía

DIOS PERSA MITRA MATA A UN TORO SAGRADO.
SOL INVICTUS

a sus iniciados, Jesús ofrecía la salvación a toda la humanidad. De esta forma, la iglesia no eliminó el sentido mitraico del renacer, sino que lo integró en un horizonte de redención espiritual más amplio.

LAS SATURNALES, DEL DESORDEN AL EQUILIBRIO

Por su parte, las Saturnales o Saturnalias eran una de las fiestas más populares de Roma, dedicadas al dios Saturno, antiguo soberano de la Edad de Oro. Se celebraban entre el 17 y el 23 de diciembre, en un ambiente de alegría y permisividad, donde se suspendían las jerarquías sociales, los esclavos eran servidos por sus amos, y se compartían banquetes, juegos y regalos. La inversión temporal de los roles simbolizaba el deseo de retorno a un mundo de igualdad y abundancia, un paréntesis de armonía en medio del estricto orden romano.

El cristianismo, al integrar estas celebraciones, conservó su idea de esperanza y renovación, pero su centro simbólico fue desplazado, el desorden ritual dio paso a la contemplación del misterio de la Encarnación. El intercambio de regalos y la fraternidad se repensaron como expresión del amor divino manifestado en el nacimiento de Jesús.

EL LENGUAJE UNIVERSAL DEL SOLSTICIO DE INVIERNO

El trasfondo astronómico del solsticio de invierno, esto es cuando el sol alcanza su punto más bajo y el día más corto del año marca el inicio de su ascenso, proporcionó un lenguaje universal que estaba por sobre las fronteras y las religiones. En las culturas agrícolas, este momento señalaba el comienzo del retorno de la luz, la promesa de fertilidad y de un nuevo ciclo vital. Por supuesto, la Iglesia reconoció en ese ritmo cósmico una metáfora perfecta para expresar su mensaje de que la vida surge de la muerte y la esperanza vence a la oscuridad.

Al fijar el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, la Iglesia no inventó nada nuevo, sino que resignificó una experiencia ancestral. La luz que renace cada año en el cielo fue entendida como la luz espiritual que vuelve a encenderse en el corazón del hombre. Así, cada solsticio recuerda que la oscuridad nunca tiene la última palabra.

UNA SÍNTESIS CULTURAL Y ESPIRITUAL

Esta estrategia de transformación cultural no fue casual ni al azar. La Iglesia romana, consciente del poder simbólico de las fiestas populares, utilizó

el calendario como instrumento de integración y unión. Al adoptar el lenguaje de la luz, la oscuridad, la muerte y el renacimiento, el cristianismo introdujo su propio mensaje de salvación en términos para ser comprendidos por las culturas helenísticas y romanas. De esta unión nace una nueva manera de concebir el tiempo sagrado, ahora es un ciclo solar que expresa la aspiración humana de que la luz —física y espiritual— vuelve cada año para anunciar un nuevo comienzo. El cristianismo heredó del judaísmo el valor de la memoria y de la esperanza, pero las ubicó dentro de un marco simbólico más amplio, donde el cosmos entero se convertía en metáfora del destino humano.

La Navidad, en este sentido, no debe entenderse solo como una festividad religiosa, sino como una síntesis cultural que unió bajo una misma imagen el renacer de la luz a las antiguas esperanzas de la humanidad. La luz que antes celebraban los pueblos como fuerza solar pasó a entenderse como símbolo del espíritu que resiste y renace. Más allá de la fe, esa imagen ha conservado su poder cultural hasta nuestros días, recordándonos que en la oscuridad más onda, se oculta la promesa de una nueva luz más brillante.

CONCLUSIONES

Hemos realizado un largo viaje, desde la rebelión de los Macabeos hasta la consolidación del cristianismo en Roma. Este viaje muestra que la historia de las religiones no es una sucesión de rupturas inmediatas, sino un proceso de transformación en el tiempo, donde las culturas heredan, reinterpretan y resignifican los símbolos del pasado para poder sobrevivir.

Históricamente, el cristianismo nació como una rama del judaísmo (los que creyeron que Jesús era el Mesías y seguidores de Saulo de Tarso), pero su separación no fue solo religiosa, sobre todo política y cultural. Tras las guerras judeo-romanas, ser identificado como judío resultaba peligroso, el movimiento cristiano entendió que, si quería sobrevivir dentro del Imperio, debía separarse de su religión madre. Por eso, los primeros líderes cristianos, desde Marción hasta los obispos romanos, iniciaron un proceso de separación simbólica: modificaron el calendario, sustituyeron el sábado por el domingo, y desvincularon la Pascua hebrea para inscribirla en el calendario solar imperial. Este cambio marcó algo más profundo que una reforma ritual, porque fue el nacimiento de una nueva noción del tiempo. El

calendario, antes regido por las fases de la luna y por las estaciones agrícolas de Palestina, ahora pasó a definirse según el sol, símbolo cósmico del Imperio y del orden universal. Roma transformó el tiempo sagrado en un instrumento de unión política, y la Iglesia romana lo convirtió en un lenguaje espiritual. Así, el cristianismo se integró de forma perfecta en la estructura simbólica del mundo romano, dejando atrás su carácter étnico y convirtiéndose en una religión autónoma.

Sin embargo, para lograrlo, Roma no pudo eliminar las tradiciones que habían dado sentido a los pueblos conquistados. Comprendió que debía integrarlas. En lugar de suprimir los ritos paganos, como: el Sol Invictus , el dios Mitra y las Saturnales , los incorporó a una nueva retórica espiritual. Así, donde antes se celebraba el renacer del sol tras el solsticio, la Iglesia vio en el nacimiento de Jesús, la “luz del mundo”; donde los romanos intercambiaban ofrendas para honrar a Saturno, el cristianismo celebró la fraternidad y el amor al prójimo. La estrategia fue inteligente: una síntesis cultural en la que los antiguos símbolos fueron revestidos de un nuevo significado moral y espiritual. En este sentido, el cristianismo triunfó porque supo asimilar el lenguaje solar y cósmico del mundo antiguo y convertirlo en una teología del espíritu. El tiempo dejó de ser solo la medida de las estaciones para transformarse en la búsqueda humana de sentido. La luz física del sol y la luz interior del alma se unieron en un mismo símbolo, el de la esperanza que se resiste a la oscuridad. Por eso, tanto Janucá como la Navidad (más allá de sus diferencias religiosas) expresan una misma creencia ancestral, de que la luz, aunque amenazada, siempre regresa.

Así, desde Judea hasta Roma desde el Templo hasta las Iglesias, la historia de la luz nos enseña que las religiones son, en el fondo, distintas formas de una misma aspiración humana: comprender el sentido del mundo y encontrar en el ritmo del cosmos el reflejo de la eternidad.

El cristianismo, al romper con el judaísmo y al integrarse en el mundo pagano, no solo cambió su teología, también transformó la manera en que la humanidad concibe el tiempo. De la luna a la órbita del sol, del templo al calendario, del rito local al símbolo universal, la historia de la Navidad es la historia de cómo el ser humano convirtió el tiempo en un espejo de su propia búsqueda espiritual.

Tal vez por eso, más allá de las creencias y las épocas, seguimos encendiendo luces, como recordatorio que la esperanza —como el sol— siempre vuelve a nacer.

“LE TRAIN BLEU” EL MÁGICO VIAJE EN EL TREN DEL TIEMPO

POR PIERINE MÉNDEZ YAEGER Periodista

Durante más de un siglo, el emblemático restaurante ubicado en el primer piso de la Estación Lyon de París, ha encantado a sus visitantes gracias a un entorno arquitectónico de ensueño y un lujo esplendoroso, que recrean el esplendor de la Belle Epoque y el encanto de los viajes en tren por la Costa Azul francesa e italiana. Cualidades que a lo largo de los años han seducido a magnates, escritores, nobles, intelectuales y directores de cine.

En el mundo del Séptimo Arte son muy comunes las cenas románticas en restaurantes elegantes, donde las parejas suelen compartir instantes mágicos de seducción y encanto, disfrutando al mismo tiempo los dulces placeres que brinda la gastronomía internacional.

La excepción a esta regla suele ser el cine de acción, que raramente utiliza este recurso, pues su

esencia se basa en estímulos hiperventilados, como explosiones, disparos, persecuciones a alta velocidad y enfrentamientos físicos entre antagonistas, dejando de lado los mágicos recursos estéticos o románticos de las obras más refinadas.

Sin embargo, de cuando en cuando surgen notables excepciones que sí deleitan los sentidos del espectador mediante escenarios realmente grandilocuentes, tanto por su belleza estética, como por el uso de recursos del romanticismo clásico, como las citas en balcones a la luz de la luna y las cenas restaurantes elegantes.

Esto nos permite disfrutar instantes cinematográficos donde el placer romántico, estético y visual se convierte en el protagonista de la historia, logrando que el espectador anhele en lo más profundo de su ser (a pesar de los giros que luego pueda tener la historia), estar en ese mismo sitio para disfrutar junto al amor de su vida, de los placeres del buen vivir y la gastronomía.

Esa misma sensación experimentaron, con toda seguridad, los espectadores de la película “Nikita” (1990) del cineasta francés Luc Besson, durante la famosa escena de la “cena romántica”, donde la psicopática asesina reclutada a la fuerza por el gobierno francés (Anne Parillaud), y su no menos siniestro oficial supervisor (Tchéky Karyo), comparten, elegantemente vestidos, una copa de fino champagne en un lujoso restaurante que parece recrear un vagón de primera clase de los trenes del siglo XIX.

Es un instante sublime, intensamente estético y que combina de manera magistral la tensión argumental con la elegancia sublime, forjando un entorno de magia casi romántica y donde las verdaderas estrellas protagónicas son las butacas de cuero, la mesas de mantel largo, las paredes cubiertas de frescos, las

columnas con adornos dorados, las lámparas de cristal y el ambiente clásico del lujo parisino, matizado por la elegancia de los personajes y la suave delicadeza de un instante cargado de emotividad, que de pronto estalla con súbita violencia, mientras la protagonista ejecuta su primera misión homicida, corriendo entre mesas finamente servidas, comensales horrorizados, pisos de reluciente plaqué y salones de exuberante esplendor, donde resalta, con elegancia suprema, un majestuoso y fino reloj dorado.

Ese lugar no es otro que el famoso restaurante

Le Train Bleu (El tren azul), ubicado en el primer piso de la histórica Gare de Lyon (estación ferroviaria París-Lyon), en el distrito 12 de la capital francesa; sitio mundialmente reconocido por su suntuosa decoración propia de la Belle Époque de principios del siglo XX y por su ambiente único, diseñado precisamente para hacer sentir a los comensales la experiencia ensoñadora de encontrarse a bordo de uno de los trenes de lujo que trasladaban a la crema

de la sociedad europea, desde y hacia los exclusivos balnearios de la costa mediterránea.

SÍMBOLO DE ESPLENDOR ARQUITECTÓNICO

Le Train Bleu no es solo una joya arquitectónica centenaria. Es toda una institución parisina y auténtico trozo de historia suspendido en el tiempo.

De hecho, su construcción formó parte de los suntuosos trabajos realizados con ocasión de la “Exposición Universal de 1900”, evento que el municipio parisino y el gobierno francés organizaron para recibir los avances científicos y tecnológicos del nuevo siglo. Por ello, no se escatimaron gastos para darle a sus salones el entorno adecuado de un mundo de ensueño. Un verdadero símbolo de la gloria francesa y de la superioridad cultural de su sociedad, que aún luchaba por recuperar el sitial perdido tras la humillación de la derrota militar y la caída del Segundo Imperio, luego de la fatal guerra contra Prusia de 1870.

De partida, su ubicación no es una casualidad, pues la intención era que los visitantes de la exposición fuesen recibidos por un restaurante de lujo ubicado precisamente en la gran estación de París-Lyon, una de las más importantes terminales ferroviarias de la capital francesa.

Y la elección fue, sin duda, plenamente exitosa, pues cada viajero que arribaba a París, podía entrar en sus salones y sentir de inmediato todo el mágico esplendor de la maravillosa Belle Époque

Un espíritu que con el paso del tiempo se fue transformando en un símbolo clásico parisino, gracias a un entorno que parece casi enteramente teatral, gracias a la combinación de frescos monumentales, columnas neobarrocas, pinturas de grandes dimensiones, lámparas majestuosas y banquetas de terciopelo.

Un completo acierto estructural y estético del arquitecto Marius Toudoire, quien también fue responsable del diseño de la emblemática fachada de la estación y de su icónica torre de reloj, que aún hoy encantan a los viajeros de todo el mundo, que tienen la fortuna de pasar por esta emblemática terminal ferroviaria (la tercera en importancia de toda Francia).

EPICENTRO DEL GLAMOUR SOCIAL Y ARTÍSTICO

Si bien el restaurante fue concebido como una de las joyas de la Exposición Universal de 1900, su inauguración oficial recién se concretó al año siguiente, en una fastuosa ceremonia encabezada por el entonces Presidente de la República francesa, Émile Loubet.

Curiosamente, por entonces solo era conocido como el “Buffet de la Estación”, y no fue sino hasta 1963 que adoptó el nombre que lo haría famoso, con el cual rinde homenaje al legendario tren ParísVentimiglia (hogar del legendario Corsario Negro de Emilio Salgari), que desde 1868 une la capital francesa con los exclusivos balnearios de la Costa Azul francesa e italiana.

En sus orígenes, dicho servicio ferroviario se caracterizaba por sus vagones pintados de azul profundo y decorados de lujo sin igual, características que el arquitecto Toudoire buscó replicar a la perfección en múltiples detalles, y que rápidamente convirtieron al restaurante en cita obligada no solo para los viajeros de la alta sociedad, sino también para los artistas, los escritores y la realeza.

Esto permitió que Le Train Blue recibiera la visita frecuente de personajes históricos e inolvidables del siglo XX como Coco Chanel, Jean Cocteau, Sarah Bernhardt, Colette, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Jean

Gabin, Brigitte Bardot, Marcel Pagnol y el expresidente François Mitterrand.

Todos ellos, entre muchos otros representantes de la moda, la alta sociedad, la cultura y las artes, se convirtieron en comensales habituales del Tren Azul Parisino, no solo por los placeres de su afamada cocina, sino también por la extraordinaria experiencia que significaba sumergirse en la magia de un entorno diseñado para conquistar, seducir y despertar el placer estético en toda su magnitud.

Una experiencia que se basa en un diseño y decorado que reúne todo lo espectacular de la Belle Époque , incluyendo frescos murales, lámparas de araña de pampillón, abundantes dorados, carpintería tallada, suelos de parqué originales, banquetas de cuero tapizadas y grandes relojes, todo bañado por la luz natural.

Ambiente que evoca el lujo y grandeza de los grandes hoteles de finales del siglo XIX y que, de uno u otro modo, hoy también forman parte del patrimonio arquitectónico de la humanidad.

Como parte del decorado de la gran sala, por ejemplo, resaltan tres cuadros que representan a las

tres ciudades más importantes de Francia: París, con una obra de François Flameng; Lyon, con un cuadro de Guillaume Debufe; y Marsella, pintada por Gaston Casimir Saint-Pierre.

A su vez, el cuadro principal que adorna el escenario central, fue realizado por el artista Albert Maignan y representa el teatro de Orange, donde también están presentes varios retratos de personalidades ferroviarias de la época, como Stéphane-Adolphe Dervillé, presidente de la Compagnie de Chemin du Fer Paris Lyon Méditerranée (PLM).

La Sala Dorada es otro sector clásico y muy visitado del restaurante, por la abundante decoración artística, donde destacan en particular dos obras del pintor Jean-Baptiste Olive, que representan la isla de Saint-Honorat y el Puerto Viejo de Marsella.

Todo este mágico entorno de lujo, refinamiento e historia, ha permitido que Le Train Blue también haya sido poderosa fuente de inspiración para numerosos directores de cine quienes, tal como Luc Besson con Nikita, recurrieron a sus salones para crear historias que hablan desde la magia del placer estético.

Esta relación con el Séptimo Arte comenzó en 1972, con la película Viajes con mi tía del director estadounidense Georges Cukor; y continuó con otras exitosas experiencias como, por ejemplo, La maman et la putain (1973), de Jean Eustache (una de las películas más aclamadas de la historia del cine francés); Place Vendôme (1998), de Nicole García; Filles uniques (2003), de Pierre Jolivet; la comedia Mr. Bean’s Holiday (2007), de Steve Bendelack; y Micmacs à tire-larigot (2009), de Jean-Pierre Jeunet.

RESURRECCIÓN EN GLORIA

Es por todo ello que cuesta imaginar que, en un momento crítico de su historia, este mágico recinto estuviese a punto de desaparecer, debido al implacable avance de la así llamada “modernidad”, que suele ignorar el valor del patrimonio y reemplazarlo por estructuras frías y carentes de alma, que son más “económicas y resistentes”, pero que en definitiva hipotecan la cultura y destruyen la memoria.

Su salvación vino gracias a una iniciativa del famoso escritor André Malraux, entonces Ministro de Estado responsable de Asuntos Culturales, quien en 1966 encabezó una campaña para reunir los fondos necesarios para la supervivencia del restaurante, que desde entonces se convirtió en un ícono del espíritu de resistencia parisino.

De hecho, este mismo sentimiento de preservación cultural permitió que, en 1972, varias de sus salas fueran declaradas monumentos históricos, incluyendo el comedor principal, el salón dorado, los salones

tunecino y argelino, así como los pasillos de acceso. Todos ellos están ahora protegidos por su valor patrimonial y artístico.

Ese mismo espíritu que lo salvó de la destrucción modernizadora, brinda hoy a los turistas de todo el mundo la oportunidad de entrar en una auténtica máquina del tiempo, que les permite alejarse del bullicio de los andenes y adentrarse en el corazón del mito ferroviario, disfrutando, al mismo tiempo, de todos los placeres de la buena mesa parisina.

De hecho, Le Train Blue es hoy un clásico ineludible dentro del circuito gastronómico parisino, pues cientos de comensales concurren a sus salones, para comer antes de abordar un tren; para cenar después de asistir a un espectáculo; para celebrar un momento especial o simplemente para tomarse un respiro reparador dentro del agitado ritmo de vida moderno.

En este marco dorado, hoy vive la cocina generosa y refinada del chef Michel Rostang (galardonado recientemente con una estrella Michelin), y que rinde homenaje a los clásicos franceses, recuperando el espíritu de los antiguos bufés de estación.

De este modo, su carta es un fiel reflejo de los grandes clásicos de la cocina francesa, destacando finas preparaciones como pierna de cordero lechal, quenelles de lucio con salsa Nantua, meunière de lenguado, foie gras, milhojas y baba au rhum.

Platos que se combinan con el constante esfuerzo para recrear un ambiente único que mezcla, en todo momento, esplendor y delicadeza.

Es así como hoy Le Train Bleu invita a disfrutar de una auténtica escala entre el patrimonio y el “arte de vivir” francés, brindando un “intermedio gastronómico” mágico y encantador, que, en justicia y desde todo punto de vista, se debe vivir al menos una vez en la vida.

(BUENOS) LIBROS PARA FIN DE AÑO

RECOMENDACIONES PARA ESTE FIN DE AÑO

Regalar un libro para Navidad, no sólo es una muestra de cariño y reconocimiento, sino que también un resumen del año que se termina y la manifestación de una -¿ingenua?esperanza de que el verano, será el momento idóneo para abordar obras que durante el año fue imposible disfrutar producto de la rutina y los apuros.

De esta forma, es posible rastrear modas y conmemorar efemérides, rendir homenajes y ponerse al día. O, como ocurre en muchas ocasiones, encontrar el ambiente propicio para sacar de la biblioteca algún libro que estaba esperando su momento, luego de años mirando la pared y exponiendo su solapa.

Aquí van entonces, algunas breves recomendaciones para regalar o autorregalarse en estas fiestas de fin de año, surgidas desde distintos lugares y tradiciones culturales del continente.

FUGUET RECOBRADO

Hemos sido injustos con Alberto Fuguet. Desde que a principios de los años 90 el crítico Ignacio Valente intentara poner fin a su carrera prematuramente -y los comentaristas se esmeraban en poner de relieve su gringofilia y recordarle su paso por el taller de José Donoso del que fue excluido por no haber leído a Dostoievski-, no había recibido, hasta ahora, la atención y los elogios que merece

Con la feliz reedición de “Missing, una investigación”, este autor de novelas, cuentos, libros de cine, director de películas y periodista, narra la historia de su tío Carlos Fuguet, oveja negra de

su familia que se fue a Estados Unidos y con quien nuestro autor muestra una previsible simpatía. Su tío, sin quererlo, se convirtió en un “perdido”, a la manera de Papelucho (obra que Fuguet tanto admira), y el libro trata precisamente del viaje de su sobrino el país del norte para saber de su vida, los motivos de su autoexilio y cómo era posible reactualizar esa metáfora anacrónica del sueño americano.

En esta obra, profunda y personal, aparecen las referencias cinéfilas de siempre, la ocurrencia pop que en los noventa parecía un divertimento y hoy conforma un estilo, y esa absoluta agilidad de su prosa que entretiene y documenta, rasgos que permiten acercarse al universo narrativo del autor y reflexionar acerca de las familias, sus lealtades y rupturas, temas ideales para analizar durante el período estival que se avecina.

ENRÍQUEZ, ALMADA Y SCHWEBLIN: TRES NARRADORAS ARGENTINAS

No es un misterio que la narrativa argentina se renueva con la misma facilidad que su selección, y que cada cierto tiempo surgen autores que logran reunir la esquiva masividad con el sello de calidad propio del Río de la Plata.

De esa interesante camada de autores, destaco a Selva Almada, Mariana Enríquez y Samanta Schweblin, que si bien tienen en común ser mujeres y argentinas, han dado vida a obras tan disímiles como interesantes.

Almada, en primer término, retrata la Argentina profunda, aquella que está alejada de ese Gran Buenos Aires que tendemos a mitificar por su vida nocturna, actividad cultural y atractivos turísticos, hablando, por ejemplo, en “Chicas muertas”, de una serie de femicidios ocurridos en las provincias de Entre Ríos, Córdoba y Chaco, respectivamente, durante los años ochenta, con

una austeridad, economía de recursos y precisión que hacen olvidar la existencia de un narrador, para adentrarnos en la crónica de esas vidas que terminaron abruptamente producto del machismo, la sinrazón y el aburrimiento.

Diametralmente opuesta es la literatura de Mariana Enríquez, a esta altura ícono pop de la cultura latinoamericana, y que ha logrado posicionar al gótico y al terror fantástico, como géneros que también pueden leerse en español, y ambientarse en nuestras selvas, barrios y en el contexto de los macondianos carruseles políticos del continente. En especial, la enorme “Nuestra parte de noche”, resume las principales preocupaciones de la autora: la realidad política como telón de fondo del terror, la muerte, el sexo y la conexión con mundos paralelos, logrando entretener y generar suspenso, elementos ideales para un lector promedio de verano.

Finalmente, Samanta Schweblin es también autora de cuentos y novelas, destacando entre ellas “Distancia de rescate”, una novela breve perfecta que con delicadeza trata sobre los miedos de la paternidad y los hechos que amplían o reducen la distancia afectiva y emocional entre padres e hijos, la que fue adaptada al cine por Claudia Llosa y se encuentra disponible en Netflix.

MARIO VARGAS LLOSA Y LA UNIVERSALIDAD

El carácter de resumen que tienen los regalos de fin de año, obliga a pensar en Mario Vargas Llosa -fallecido este 2025-, como un indispensable en cada silla de playa o mesa de cabaña de veraneo, ya sea en su faceta periodística y ensayística, en su rol de cuentista y novelista breve o de autor de novelas torrenciales que nos hacen recordar a sus referentes del siglo XIX.

En ese sentido, obras lúdicas como “Pantaleón y las visitadoras”, o recopilaciones de sus artículos periodísticos son más que compatibles con el ambiente de relajo y apertura que trae el verano. Ahora bien, si el lector considera que es una época propicia para afrontar desafíos de mayor complejidad, llevar en la maleta obras como “La casa verde”, “La guerra del fin del mundo” o “La fiesta del chivo”, puede ser la oportunidad para obtener ese placer único que otorga entregarse a una narración de largo aliento, adentrarse en las reglas propias del mundo que propone y respirar ese humanismo universal que fluía de sus escritos.

Ahora, para diversificar el placer intelectual, son igualmente recomendables las charlas y conferencias que es posible encontrar en YouTube, en especial su discurso de aceptación del Premio de Literatura el año 2010, o sus reflexiones acerca de los autores que le cambiaron la vida, como Víctor Hugo, García Márquez y Cervantes.

JACO PASTORIUS, EL GENIO DEL BAJO

POR EDGARD “GALO” UGARTE

Licenciado en Teoría de la Música Universidad de Chile, cantautor, compositor y guitarrista

Fue uno de los grandes protagonistas del jazz de la segunda mitad del siglo XX. Nadie hasta ese entonces había explorado tanto las posibilidades del bajo eléctrico, a tal punto de que se le considera el inventor del bajo fretless (si bien, en realidad, fue el que inventó su técnica definitiva). Su virtuosismo musical, su despliegue escénico y su trágica muerte a la temprana edad de 35 años lo volvieron una verdadera leyenda. Nos referimos a Jaco Pastorius.

CON LA MÚSICA EN LA SANGRE

Norristown es un borough (entidad municipal de gobierno, usualmente más pequeña que una ciudad, y una subdivisión de un condado), ubicado en el condado de Montgomery en el estado estadouni-

dense de Pensilvania. Allí, el 1 de diciembre de 1951, la ama de casa de ascendencia sueca y finlandesa Stephanie Haapala y el percusionista y cantante de swing de raíces alemanas e irlandesas Jack Pastorius, tienen a su primogénito, John Francis Pastorius III. El padre no era el único músico de la familia: a la vez, su padre John Francis Pastorius I, también se dedicaba a la música: tocaba el tambor en una banda de la localidad de Bridgeport, cerca de Filadelfia.

Los Pastorius eran una familia católica convencional; el pequeño John Francis era monaguillo en la parroquia del barrio. Puertas adentro, sin embargo, las cosas no eran color de rosa. Su padre cantaba en sucuchos nocturnos y acostumbraba a alargar la fiesta bebiendo, a despecho de que le esperaban su esposa y sus tres hijos. Llevaba poco dinero a casa, cuando aparecía. La señora Pastorius se esforzaba por sacar adelante a los críos en medio de no pocas dificultades. En 1959, cuando John Francis estaba cerca de cumplir ocho años, la familia se estableció en Oakland Park, Florida, cerca de Fort Lauderdale. Allí se inscribió en la primaria católica de St. Clement, y escogió el nombre de Anthony al momento de realizar su confirmación, por lo que pasó a llamarse oficialmente John Francis Anthony Pastorius III. “Creciendo en Florida, nunca nadie me dijo: «tienes que tocar jazz» o «tienes que tocar blues». Yo me limitaba a escuchar. Lo que me gustaba, me gustaba. Y lo escuchaba todo, desde Elvis a Miles Davis. Florida es genial porque no existen los prejuicios musicales. Mi familia se mudó a Florida cuando yo tenía siete años y allí empecé a escuchar a grupos de percusión, a bandas cubanas, a James Brown, a Sinatra, a los Beatles. Lo oía casi todo por la radio”, contaría después Jaco.

Por esa época empezó a trabajar como repartidor de periódicos, y con su salario compró una pequeña batería, que terminó reemplazando a unos bongós que solía tocar con un par de baquetas. Empezó a interesarse en el bajo después de ver en vivo a un músico caribeño llamado Fish Ray, quien tocaba una especie de bajo casero en un hotel de la zona llamado

Yankee Clipper. Otra de sus aficiones de infancia era el béisbol: a los once años integró el equipo de las estrellas de la liga infantil de su localidad. El nombre de Jaco fue inspirado por su amor a los deportes, como resultado de su admiración por el umpire Jocko Conlan, posteriormente cambió de “Jocko” a “Jaco”, después de que el pianista Alex Darqui le enviase una nota. Darqui, que era francés, escribió “Jaco” en vez de Jocko. A Pastorius le gustó el cambio y adoptó el nuevo nombre artístico.

LOS INICIOS

Pastorius formó su primera banda, llamada The Sonics (no se trata de la banda formada en Seattle que tiene el mismo nombre), acompañado de John Caputo y Dean Noel. Fue a la escuela secundaria Northeast High en Oakland Park. Aunque le gustaba probar varios instrumentos, como la guitarra o el saxofón, la percusión fue su primer amor. Con su trabajo de repartir periódicos reunió dinero suficiente con el que comprar una batería a su medida. Empezó a tocar en bandas adolescentes, pero cuando tenía trece años se lesionó la muñeca mientras jugaba al fútbol («mi mano izquierda casi se separó del resto del brazo») y, tras recuperarse, descubrió que ya no tocaba la batería como antes. Esto hizo que perdiese el puesto en su anterior grupo; sin embargo, cuando el bajista se marchó, Jaco decidió que intentaría

sustituirlo. Se compró un bajo Fender y empezó a practicar. Progresó con tanta rapidez que, aun siendo menor de edad, empezó a codearse con músicos profesionales de la zona. Se las arreglaba para pisar cualquier escenario; ante el asombro de sus compañeros de grupo, Jaco conseguía conciertos en antros frecuentados por negros, en unos barrios donde, en otras circunstancias, no se hubiesen atrevido a poner el pie. Allí, Jaco era bienvenido por su simpatía y carisma, siendo muy respetado porque, bueno, el chico realmente sabía tocar.

Atraído por el jazz, ahorró de nuevo, esta vez para comprarse un contrabajo. Esto, a la larga, terminaría originando el estilo que le hizo famoso. Se estaba aficionando al sonido particular de ese instrumento, cuyo mástil no tiene trastes, cuando un día la madera de la caja de resonancia del contrabajo se quebró por culpa del calor y la humedad tan extremos de Florida. Jaco empezó a echar de menos ese sonido, pero no tenía dinero para comprar otro contrabajo. Entonces, se le ocurrió una solución: decidió quitarle los trastes al mástil de su bajo eléctrico con un cuchillo, rellenando después los huecos con una resina que se utilizaba para la reparación de embarcaciones. Así nació su famoso «Bass of Doom», el bajo con el que empezó a tocar a todas horas, con el que grabaría durante toda su carrera, el que le acompañó durante casi toda su vida. Lo cierto es que cuando Jaco era un adolescente, los bajos eléctricos sin trastes o fretless ya se comercializaban, pero eran utilizados de manera esporádica, como una alternativa puntual al bajo convencional. Él, sin embargo, desarrolló todo su estilo tocando con su bajo fretless, y esto, con el tiempo, ayudaría a distinguirlo de todos los demás bajistas de su generación.

La primera oportunidad real de Pastorius ocurrió cuando se convirtió en el bajista de Wayne Cochran y los C.C. Riders. Él también participó en varias grabaciones locales de R&B y jazz, como por ejemplo, algunas con Little Beaver e Ira Sullivan.

Más tarde, a los veintidós años, decidió matricularse como estudiante en la facultad de música de la

Universidad de Miami. Los profesores descubrieron que, pese a sus evidentes carencias teóricas, su nivel técnico era tan avanzado y sus conocimientos sobre diversos estilos eran tan amplios, que no podía ser un alumno. De hecho, lo contrataron como profesor de bajo. Así conoció a otro profesor prodigioso, un joven de diecinueve años llamado Pat Metheny, que tocaba la guitarra y que también era tan bueno que terminó convirtiéndose en profesor. Pastorius y Metheny se harían famosos por separado, pero eran amigos desde aquellos tempranos años. La primera vez que Metheny, recién llegado de Kansas y con muy poca experiencia musical, vio tocar a Jaco, no pudo creer lo que estaba presenciando. Creyó que el mundo fuera de su tierra estaba repleto de genios: «Mi primera reacción al escucharle fue pensar: ¿hay gente así en todas partes? ¿Es esto lo normal? Quizá debería subirme al autobús y volver a Kansas City». Formaban una curiosa pareja y, según Metheny, su relación era «volátil». Cuando tocaban juntos, Jaco tenía a todo el mundo a sus pies, pero Pat era el único que parecía crítico, pensando más en las piezas que acababa de escribir que en las inexplicables filigranas de su amigo. Ambos jóvenes prodigios fueron descubiertos por el legendario pianista de jazz Paul Bley, quien de inmediato captó su potencial.

LA CONSOLIDACIÓN

En 1975, graba el disco Bright Size Life acompañando a Metheny, con lo cual comienza su ascenso a la fama y permanece algún tiempo como bajista del grupo Blood, Sweat & Tears. Además de ser un gran showman, Jaco desarrolló un estilo único de composición e interpretación. Tocaba de manera virtuosa, trajo colores nuevos al mundo del bajo eléctrico con líneas melódicas que parecían emerger de la nada elevándose al cielo como pirotecnia, sofisticadas atmósferas y complejas armonías. Indagó profundamente en el universo de los armónicos y los hizo parte de su estilo y su inconfundible sello. El funk corría por su sangre como en pocos se ha visto y llevó este instrumento a un nivel de protagonismo que no tenía antes.

Mientras entre los músicos de jazz se cimentaba la fama de Pastorius, en 1976 el bajista ingresó a la banda Weather Report, comandada por Joe Zawinul y

Wayne Shorter, ex músicos de Miles Davis, donde a su talento se sumó su sentido del espectáculo. Muestra de ello era la utilización del talco en el escenario, para así deslizarse y bailar a lo James Brown mientras actuaba con la banda.

También en 1976 llega su gran debut en solitario, con su disco homónimo. Con su versión de “Donna Lee”, queda claro que se trata de un virtuoso, pero es tal vez con temas como Continuum (el que tanto había impresionado a Joe Zawinul) o Portait of Tracy, donde vemos que aparte de ser un virtuoso, Jaco está dispuesto a revolucionar el instrumento, tocándolo con un concepto que hasta entonces nadie había concebido. La utilización magistral que hace de los armónicos en Portait of Tracy, da a conocer unas posibilidades para el instrumento en las que nadie había pensado. Portait of Tracy es un tema en el que el bajo deja de ser un instrumento de acompañamiento para convertirse en algo más parecido a un piano, o una guitarra, donde tenemos bajos, armonía y melodía al mismo tiempo. Este tema está grabado en una sola pista, sin “pinchar” (el “pinchazo” es una técnica de grabación muy usual que permite, por ejemplo, rehacer la grabación en un cierto punto, generalmente donde ha habido un error, conservando las partes anteriores y/o posteriores). En este disco, además de componer todos los temas (algunos en co-autoría), Jaco es autor de los arreglos de bronces y cuerdas. Participan músicos del calibre de Don Alias, Randy Brecker, Michael Brecker, David Samborn, Herbie Hancock, Peter Graves, Narada Michael Walden, Wayne Shorter y Lenny White entre otros, además de Michael Gibbs como director de la sección de cuerdas. Contiene 11 temas: Donna Lee (Parker), Come On, Come Over (Herzog/Pastorius), Continuum (Pastorius), Kuru/Speak Like a Child (Hancock/Pastorius), Portrait of Tracy (Pastorius), Opus Pocus (Pastorius), Okonkole y Trompa (Alias/Pastorius), (Used to Be a) Cha-Cha (Pastorius), Forgotten Love (Pastorius), (Used to Be a) Cha-Cha (Pastorius), 6/4 Jam (Pastorius). Jaco obtiene por este disco dos nominaciones al premio Grammy, una al “Mejor Disco de Jazz”, y otra al “Mejor Solista de Jazz” por el tema Donna Lee.

Era el músico de jazz del momento. Por lo mismo, terminó colaborando, entre otros, con Herbie Hancock, Joni Mitchell y John McLaughlin y era constantemente alabado por la crítica especializada. Esto reforzó su arrogante declaración que repetía a quien quisiera escucharlo: “Soy el mejor bajista del mundo”.

Después de dejar Weather Report, Jaco formó su propia banda, Word of Mouth, con la cual también grabó varios discos y realizó numerosas giras hasta el año 1983. Notables músicos fueron parte de aquella banda, entre ellos el baterista de Weather Report, Peter Erskine, el trompetista Randy Brecker, el saxofonista Bob Mintzer y el percusionista Don Alias.

DESCENSO A LOS INFIERNOS

A partir de mediados del año 1982 Jaco comenzó a sufrir las primeras manifestaciones de trastornos mentales, y se le diagnostica como maníaco depresivo. Los fármacos que le habían recetado para tratarse le impedían concentrarse, lo adormilaban, lo que le imposibilitaba componer; o peor aun, directamente le dormían los dedos, lo cual no le permitía tocar el bajo. Así que Jaco rehusó tratarse, cayendo en una espiral de conflictos familiares y conductas autodestructivas. Se volvió alcohólico, tomando por costumbre vagar por las calles y convivir con mendigos y vagabundos, de quienes se haría amigo tocando para ellos. Incluso el famoso bajo Fender Jazz Bass que Jaco utilizó tanto tiempo, le fue sustraído mientras jugaba un partido de baloncesto en las canchas de la calle 54 en Nueva York, ya que acostumbraba a dejarlo apoyado en un banco sin prestarle atención mientras jugaba. Jaco fue internado varias veces por

sus trastornos maníaco depresivos, pudiendo pasar de la más absoluta depresión a un estado de euforia en cuestión de segundos.

Aun estando en un estado tan lamentable, grabó un vídeo educativo sobre técnicas de bajo junto a uno de sus ídolos, el también legendario Jerry Jemmott (en sus momentos de bajón, Jaco había llegado a decir: «todo lo que hago es una mala imitación de Jerry Jemmott»). En el vídeo, a Pastorius se lo ve con mal aspecto, aparentando bastantes más años de los que tiene. Cuando un respetuoso Jemmott le pregunta sobre cómo le hace sentir que el mundo lo considere un músico increíble, Pastorius responde con un descorazonador «pues consíganme un concierto». Aún era famoso, aún era respetado; incluso sus ídolos hablaban de él con veneración…pero estaba solo. No porque no tuviese a nadie. Tenía una mujer, tenía hermanos, tenía amigos, tenía admiradores. Pero era incapaz de aceptar la ayuda que le ofrecían. Como si estuviese en otra dimensión...

Fue el 11 de septiembre de 1987. Jaco pretende entrar en una discoteca. Se presenta con mal aspecto y el portero del local le impide acceder. Jaco enfurece y, mientras profiere insultos, comienza a patear una puerta de cristal. Cuando ve que los encargados de seguridad se le echan encima trata de huir, pero le alcanzan y empiezan a pegarle. Ni siquiera intenta devolver los golpes; parece completamente rendido e indefenso. Eso no detiene al portero, un cinturón negro de kárate quien, sin reconocer de quién se trataba, se ensaña con él ante el horror de los presentes. Le propina una paliza que le rompe varios huesos de la cara y del cráneo, además de un brazo. Los golpes son tan brutales que uno de los ojos de Pastorius se desplaza de su cuenca. Todo por haber pateado una puerta. Inconsciente, es llevado a un hospital, donde se le declara en estado de coma. Durante varios días permanece allí, mientras sus familiares conservan la esperanza de que pueda llegar a recuperarse. Pero las heridas son demasiado graves y, después de varios días de tensa angustia, una hemorragia interna detiene toda actividad cerebral. Su cuerpo aún vive, gracias a la respiración asistida, pero los médicos hacen un trágico anuncio a la familia: ya nunca volverá a despertar. Aunque su corazón late, su mente no volverá a funcionar. Diez días después de la paliza, los padres del infortunado individuo acceden a seguir el consejo del personal sanitario y autorizan la retirada de la respiración asistida. Así murió, a los treinta y cinco años de edad, Jaco Pastorius, el hombre que revolucionó la escena del jazz, el genio del bajo eléctrico que se transformó en una leyenda imperecedera de la música.

GUILLERMO DEL TORO UN PASEO POR SU IMAGINARIO Y OBSESIONES

POR ANA CATALINA CASTILLO IBARRA Académica, magíster en Literatura, diplomada en Historia y Estética del Cine

Guillermo del Toro, afamado director de cine mexicano y algo así como “el señor de los monstruos”, logró concretar el sueño que acariciaba desde su primer largometraje: ha filmado su Frankenstein. Lo más interesante es que al revisar gran parte de su filmografía puede descubrirse que ensayó para ello desde siempre. Desde los diseños de sus personajes, la paleta de colores, hasta el acting de sus criaturas, todo se fue delineando poco a poco desde su ópera prima Cronos (1992). Allí visita una historia de vampirismo, mostrando sus primeras señas de identidad: la mezcla de terror y fantasía.

Guillermo del Toro Gómez, nació el 9 de octubre de 1964 en Guadalajara, capital del estado de Jalisco y, según consta en su biografía oficial, era un niño silencioso, que jugaba con insectos, soñaba cosas raras y gustaba de los libros. Escucharlo, a sus ya 60 años, revela que su capacidad de asombro parece

estar intacta. Cada una de sus entrevistas y clases magistrales, que se llenan de estudiantes, permiten apreciar que su habilidad para crear personajes y espacios es fruto de largas horas de cine, lectura y observación. Egresado en 1983 del Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Universidad de Guadalajara, en 1985 viaja a Nueva York a estudiar con Dick Smith, legendario maestro del maquillaje para cine. A partir de entonces, Guillermo del Toro ha construido una de las filmografías más singulares y reconocibles del cine contemporáneo, una donde su sensibilidad humanista dialoga constantemente con el horror, pero también con el amor.

Desde su debut en pantalla grande, durante los noventa, reveló su interés por mezclar lo monstruoso con lo íntimo y ha desarrollado un universo visual donde lo fantástico es una vía para explorar heridas personales y colectivas: “Lo fantástico ilumina lo político”, ha dicho. Para Guillermo del Toro, sus monstruos son la otredad, los seres fuera de norma, habitantes de los márgenes de diversa naturaleza. Pero también son la alteridad de pensamiento o concepción más justa de cómo habitar el mundo. Pues, como también ha manifestado, escoge poner a la otredad en escena “ante una ideología que nos divide”, y el género fantástico le permite “encarnar conceptos superiores a la realidad”.

Según el director mexicano, la causa de su particular imaginario está en sus sueños lúcidos infantiles y, por supuesto, en su alma mexicana, porque afirma que es propio de su cultura que lo sublime y lo terrible se sucedan de un segundo a otro. Ambos factores involucran una manera especial de ver la vida. Desde la conciencia del sueño hasta la conciencia de ser un otro.

Como sea, lo que está claro es que, aunque las criaturas que pueblan su imaginario portan la carga del horror y la muerte –o al menos de lo extraño– lo cierto es que, durante más de 30 años, y 13 largometrajes mediante, Guillermo del Toro nos recuerda que el horror esconde belleza, que la muerte es solo consecuencia de la vida, y que los fantasmas tienen un sentido específico: se relacionan con lo que no ha pasado, con lo que ha pasado y nos duele o con lo que no puede pasar. Así reflexionaba a propósito de una de sus películas, El espinazo del diablo (2001). Entonces, en los mundos creados por el director mexicano, lo monstruoso se convierte en vía de exploración de lo humano, articulando una poética del asombro y la otredad. Y todo ello, revela él, es una parte de su biografía. Ese cruce entre realidad y fantasía y entre lo cotidiano y lo ominoso, lo ha llevado también a visitar y enriquecer técnicas de animación, particularmente de stop motion (animación en volumen), por ejemplo, en la cofundación de un lugar especializado, el famoso “Taller del chucho”, en Jalisco.

CLAVES DE SU OBRA

Como decíamos más arriba, al revisar la filmografía de Guillermo del Toro, es fácil constatar cómo, de una manera u otra, tanto en historias propias como en reescrituras o adaptaciones de cómics, tales como Hellboy (2004) sus monstruos suelen ser una metáfora de la diferencia.

En este artículo nos centraremos en tres obras que reflejan una constante temática: El laberinto del fauno (2006), La forma del agua (2017) y Frankenstein (2025). En ellas, Guillermo del Toro utiliza lo monstruoso no como amenaza, sino como metáfora de la diferencia, la exclusión y la dignidad. Su estética –orgánica, artesanal, barroca– resulta inseparable de su ética: una defensa radical de la imaginación, la otredad y la compasión. En El laberinto del fauno se sirve de un correlato fantástico para mostrarnos el camino de vuelta al lugar seguro. Ambientada en la posguerra civil española sigue la historia de la niña Ofelia. Recién llegada a la casa del nuevo esposo de su madre, quien está en avanzado estado de embarazo, se topa en un bosque con un fauno que le revela que ella es la princesa de un antiguo reino. Para volver a él deberá pasar varias pruebas y sortear los obstáculos que le presentará el

Hombre Pálido, un monstruo con ojos en las palmas de sus manos. A decir de Del Toro, este personaje simboliza las instituciones que devoran la inocencia. Uno de los aspectos más impactante y hermoso en su tristeza de El laberinto del fauno es presentar la fantasía como salvación. Ante la realidad adversa y la brutalidad de la guerra encarnada en su cruel padrastro, Ofelia escoge la vía de lo fantástico y su muerte la lleva, de manera poética, de regreso a su reino, que no es otro que el vientre materno.

En La forma del agua, sitúa la historia durante la Guerra Fría. En medio de la carrera armamentista, un laboratorio secreto y de alta seguridad esconde una monstruosidad: un hombre-anfibio, objeto de tortura de uno de los agentes. El secreto es descubierto por una mujer de la limpieza, Elisa, quien en un acto de genuina compasión lo protege y se conecta amorosamente con él.

Lo que puede parecer absurdo, funciona a la perfección en el mundo creado por Del Toro, pues el romance entre dos marginales, el monstruo y la mujer de la limpieza –muda y solitaria– corrobora una de las máximas del director mexicano: “cuando se ama se es eterno, porque el amor es la ausencia de miedo”. A la vez, prepara el camino para explorar una temática que le interesa y lo obsesiona: “solo los monstruos juegan a ser Dios”.

Por lo mismo, en su versión del monstruo creado por la escritora Mary Shelley y que para Guillermo del Toro es el padre de todos los monstruos, explora de manera similar a como lo había hecho en su extraordinaria animación Pinocchio (2022), la idea de un hijo lanzado al mundo, que se educa a sí mismo a través

de la aventura. Frankenstein fue su manera de hablar sobre cómo se transmite el dolor de padres a hijos por generaciones, pero también habla del perdón y de la reivindicación del monstruo como protagonista y no como antagonista.

La obsesión del maestro mexicano por la Criatura de Víctor Frankenstein radica, entre otros factores, en que en él encontró todas las preguntas filosóficas de la historia: quién soy, qué hago aquí, por qué me trajeron al mundo. Para alivianar en parte el dolor existencial de la Criatura, incorpora la compasión en la figura de Elizabeth, la novia del hermano de Víctor Frankenstein. Ella, mediante la mirada conecta con la parte de humanidad que posee y angustia a la Criatura. Una vez más, la idea de la mirada como conexión emotiva entre seres que habitan los márgenes por su sentir diferente, que no calza en un mundo de ambiciones y sed de poder.

El visionado de las tres obras citadas permite apreciar cómo en El laberinto del fauno hace convivir el horror con lo sublime y experimenta con el diseño de sus monstruos hasta llegar a La forma del agua, donde ensaya incluso la proxémica entre Elisa y el hombre-anfibio para instalarla después en los planos de la Criatura y Elizabeth.

Los monstruos del mexicano son parte suya: su forma de ver y habitar el mundo. Uno cruel, que puede por momentos volverse mejor gracias a la mirada amorosa y a la comprensión y aceptación de la diferencia. Por eso, revisar su filmografía permite descubrir una alta sensibilidad en historias donde lo fantástico es solo un ropaje de lo real, para atenuar un mundo que puede fácilmente volverse feroz y donde, paradojalmente, el verdadero monstruo es el que ejerce cualquier tipo de poder arbitrario y desconoce la compasión.

EL ENCANTO DE LA CIENCIA

Licenciado en Filosofía y Magister en Educación, Universidad de Chile

En su libro Destejiendo el arco iris. Ciencia, ilusión y el deseo de asombro (Tusquets) Richard Dawkins realiza una apasionada defensa de la ciencia en dos frentes.

En el primero se opone a quienes acusan a la ciencia de robarle a la vida la calidez que la hace digna de vivirse. El título de su libro –nos explica– procede de un poema de John Keats, quien creía que Newton había destruido la poesía del arco iris al reducirlo a los colores prismáticos. Esto, a juicio de nuestro autor, es una equivocación. La ciencia, lejos de provocar frialdad y desolación, puede proporcionar asombro reverencial mostrando el sentido de lo maravilloso que hay en el mundo.

Quienes se definen como amantes del arte, muchas veces sienten una injustificada antipatía hacia la ciencia y la razón; injustificada pues en ellas no hay nada de amenazador. Por el contrario, los misterios no pierden su encanto cuando se los resuelve, la solución es muchas veces más bella que el enigma e, incluso, cuando se desentraña un misterio salen a relucir otros, quizás inspiradores de una poesía más elevada.

Con un estilo cautivador, ameno, al alcance de todo lector, Dawkins recopila –desde la astronomía y la genética hasta el lenguaje y la realidad virtual– ejemplos variados que muestran que la ciencia también entraña belleza y que el descubrimiento de los mecanismos que rigen los fenómenos naturales, lejos de destruirla, ensalza la poesía revelándonos aspectos sorprendentes que de ninguna otra manera podríamos apreciar o imaginar.

El otro frente es el de las pseudociencias. ¡Cuánta superchería y charlatanería tratan actualmente de vestirse con el ropaje de la ciencia para ser, así, admitidas en el escenario de las certidumbres humanas! Sin embargo, no pasan de ser creencias infundadas, “mala

poesía” al decir de Dawkins.

¿Qué impulsa a la gente a creer en cosas para las cuales no existe la menor comprobación? Nuestro autor, biólogo evolucionista, aventura una teoría: en el caso de la especie humana la selección natural (la supervivencia de los mejor adaptados) favorece la credulidad ingenua de las criaturas infantiles, penalizando una actitud mental experimental y escéptica a esa edad. Naturalmente el aprendizaje mediante ensayo y error no es algo positivo ni beneficioso en la niñez, pues los errores son a veces demasiado costosos, pudiendo incluso llegar a acabar con la vida de quien ensaya. De modo que la credulidad en los niños –ante lo que dicen sus padres, sus profesores, las personas mayores– es, en general, algo normal y saludable.

Pero esta candidez confiada puede tornarse en credulidad enfermiza y censurable si persiste en la edad adulta. Crecer debe incluir el cultivo de un saludable escepticismo. Sin embargo, la extendida disposición mental hacia la credulidad en la adultez surge del anhelo de las comodidades y seguridades perdidas de la niñez. Y de esta disposición se aprovechan los propagadores de pseudociencias. Dawkins pasa revista a varios ejemplos de “poesía científica mala”: la astrología, las “ciencias de lo paranormal” (precognición, telepatía, espiritismo), las teorías sobre visitas extraterrestres, la especulación sobre milagros y coincidencias sobrenaturales. Con ironía, pero también con rigor científico, nuestro autor encara a estas pseudociencias mostrando lo que más probablemente son: fraude, ilusión, alucinación, error o embuste.

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