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El territorio se convierte en una apuesta por la vida.
(1) “Los territorios son las manifestaciones o expresiones de la relación inseparable y continuamente cambiante entre la especie humana y la tierra” (Noguera, 2004, p117), “el territorio es un espacio habitado” (Leff, 2012, p3), “el territorio es material y simbólico al tiempo, biofísico y epistémico, pero más que todo es un proceso de apropiación socio-cultural de la naturaleza y de los ecosistemas que cada grupo social efectúa desde su “cosmovisión” u “ontología” (Escobar, 2015, p21).
(2) Así, la cultura como forma de adaptación del hombre al medio producida y reproducida por lenguaje y símbolos expresa las transformaciones que realiza la cultura sobre la naturaleza. (Ángel, 2013). Hoy, estas tramas simbólicas históricas-éticas que tejen las culturas se continúan construyendo desde el pensamiento moderno y la razón instrumental y utilitaria determinando la forma de habitar basado en el control y el poder sobre la vida y la visión antropocentrista (Noguera, 2004).
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(3) De esta forma, “el territorio viene a rede nir el habitar mismo, el hábitus y el hábitat” (Leff, 2012, p5) constituyéndose desde sistemas complejos, plurales, heterogéneos y diversos que desafían las concepciones y prácticas del mundo moderno para construir mundos de vida donde todos los seres tengan las condiciones para orecer, por tanto, “el territorio se convierte en espacio signi cado por nuevos sentidos de la vida” (ibid., p5).
(4) En esta vuelta al ser y estar, es vital recuperar el cuerpo y mundo de vida como guras marginadas, poseedoras de verdades y sentidos, como cuerpos-simbólico-bióticos y re exiones ético-estéticas (Noguera, 2004) para sentipensar con el territorio y transitar hacia el pluriverso (Escobar, 2015), explorando procesos de des/re/territorialización en la búsqueda de “maneras de habitar el mundo y construir diferentes territorios de vida” (Deleuze y Guattari citado en Leff, 2012, p5) como rizoma, conexión, heterogeneidad y multiplicidad [...] (Deleuze y Guattari, 1994) .
(5) En este sentido “...el territorio no es la delimitación del espacio por la fuerza de las guerras de conquista, por la dinámica de expansión del capital, por la refuncionalización del valor de la tierra y el subsuelo por la globalización económica...” (Leff, 2012, p5), no es la racionalidad moderna, el reduccionismo cientí co y el dualismo losó co que ha escindido el mundo en sujeto-objeto, cultura-ecosistema, cuerpo-alma, ruralidad-ciudad [...]. El territorio se convierte en una apuesta por la vida.
Como Huella
José H Guio Parra
(1)El territorio es rejilla, tan complejo como la celdas de un fractal como simple en su más mínima ortogonalidad, entrama las más inescrutables realidades y la hilaridad de los sucesos más vacuos, es permanente, se trata; y parafraseando un poco, re ere "algo nuevo, siempre inacabado, en curso, que se dice minoritario en tanto carece de modelo alguno, se erige como proceso constante, nunca de nido, en un continuo cambio, y que es territorio ya que consiste en la construcción que permite la supervivencia de un sujeto, con la creación de huellas, el espacio habitado y apropiado, la subjetivación de sí mismo" (Roa, 2017); allí los pliegues que emergen no distan, se relacionan; dialogan; develan, se generan permanentes. Gestado de la relación y de la pluralidad de esta, se deshumaniza; alienta a pensar más allá de la esfera humana, la expresividad del territorio pasa a ser comprendida como un componente de la materialidad del mundo, en la cual se cuenta la naturaleza, y no como un componente exclusivo de lo humano. Así pues; (Deleuze & Guattari, 2004), la expresividad no es más el territorio propio y exclusivo de la especie humana, sino que en la Tierra y el territorio demarcado es posible encontrar la expresividad de la naturaleza por lo tanto existen relaciones que prescinden de lo humano, que se animaliza en torno a la idea de una expresión autónoma de esos otros, ellos, sujetos capaces de territorializar .
(2) Cuando Deleuze reivindica la presencia de ese animal no lo hace en tanto especie dominada o en tanto viviente menor frente a esa especie dominante mayor que sería el hombre. Se interesa en él como fenómeno anómalo, como fenómeno de borde, como devenir que permite a la humanidad pensar la cultura en términos de pluralidad y la vida en tanto diversidad de marchas y de ethos (Sauvagnargues, 2006).
(3) Territorio es con uencia de acción; tan válido el actuar humano, como el canto de los pájaros; ya el pájaro que canta, marca por ende su territorio y por tanto territorializa, provincializa y regionaliza. Es el movimiento inacabado, el bucle repitiéndose dentro del movimiento de una composición mayor; y la composición solista, instrumentalmente acompañada pero con partes independientes que se entretejen.
(4) Es a partir de la consideración del hombre como un ser situado que es posible el examen de la relación del hombre con aquello que cotidianamente le circunda o rodea. Un ser que a partir del ahí; (Da) de su ser, es capaz de proyectarse, en un trayecto o dirección, que existencialmente, con gura aquello llamado espacio. Lejos de una determinación topográ ca, como límite y mera ubicación de algo, constituye la posibilidad de poder hablar del mundo, y con esto, del sin n de relaciones que se pueden establecer con aquello que ante él comparece: el territorio, la naturaleza, la geografía, una construcción estética, etc. (Cordero, 2014).
(5) El territorio se expresa en tanto resulta trazado, marcado, es las huellas, y la expresión que ha sido construida, es el soporte; y la construcción de este deviene en manifestación del territorio mismo, es percibido subestimadamente como estático, y aun así, se mueve.
