CATALOGO ANDRES RICO

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Galería de Arte al Paso

Galería de Arte al Paso

mayo 2025

La obra Explotación interna y externa, del artista colombiano Andrés Rico, inaugura un nuevo ciclo de reflexiones en nuestra Galería al Paso. Este trabajo no solo significó el nacimiento de nuevas tecnologías de montaje para GAAP, sino que también nos permitió establecer un vínculo profundo con el porvenir. Hablar del futuro, tanto como hecho como posibilidad, nos inquieta. Nos genera ansiedad, esa sensación ambigua entre la esperanza y el temor. Aquí, cabe recordar que, desde la psicología, la ansiedad ante el futuro se entiende como una respuesta natural del cuerpo y la mente frente a la incertidumbre. Esta ansiedad puede ser vista como una defensa, un mecanismo que nos prepara para lo desconocido, pero que también revela la fragilidad de nuestra seguridad frente a los cambios. Es tentador pensar que la mirada infantil hacia las nuevas tecnologías es inocua, que la inteligencia artificial no podría lastimar lo esencial de nuestra humanidad. Pero es justamente allí donde habita el riesgo: en su aparente neutralidad. Si hay algo que define lo humano, es la emoción; y si esta empieza a confundirse o a ser manipulada por máquinas, ¿qué nos queda? .La obra invita a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a ceder lo más íntimo de nuestra sensibilidad a algoritmos que no sienten?, ¿Qué sucede cuando la tecnología interpreta nuestras emociones mejor que nosotros mismos? ¿Nos libera o nos somete?

La instalación se desarrolló en cuatro etapas. Aunque originalmente no estaban todas planificadas, la generosidad y visión comunitaria de Andrés permitieron que la muestra pudiera continuar en GAAP. Estas etapas fueron: montaje inicial de la obra, robo de la escultura en la vía pública, reconstrucción comunitaria y nuevo montaje. Sin duda, fue toda una travesía que como equipo asumimos con compromiso y creatividad. Rediseñamos programas, confeccionamos nuevas estrategias de montaje y gestionamos acciones comunitarias que reforzaron el espíritu colectivo del proyecto. Para el equipo GAAP, el trabajo comunitario es esencial. Creemos en el reparto de saberes, en la escucha activa y en la colaboración como herramientas transformadoras. La calle no solo es soporte, sino también diálogo constante . La obra fue concebida como la figura de un niño sentado sobre una granada (bomba). Al fondo, una explosión en algún lugar indeterminado del desierto. El niño, con las manos en posición de plegaria y unas gafas de realidad virtual en su rostro, nos confronta directamente con la incertidumbre del porvenir. Nos obliga a pensar en la velocidad vertiginosa del desarrollo tecnológico, en los cambios en la educación mediados por pantallas, y en la progresiva pérdida de métodos de investigación críticos y reflexivos. Para quienes transitaron la Galería al Paso, esta obra no pasó desapercibida. Más que dialogar, sus elementos visuales gritaban. El calor de la bomba estallando, y de otra a punto de estallar, se podía sentir en el rostro. Durante varias

semanas, las miradas se resistieron a esa violencia simbólica. Pero entonces ocurrió lo inesperado: la escultura del niño fue robada. Este hecho nos perturbó como equipo, y nos llevó a preguntarnos: ¿Qué lleva a un transeúnte a intervenir de forma violenta una obra? ¿Qué papel juega el arte en el espacio público cuando se convierte en blanco de actos de apropiación o destrucción? ¿Es la calle un escenario de resistencia o de despojo?

Aunque en GAAP no compartimos ni promovemos este tipo de intervenciones, entendemos que el espacio público está expuesto a múltiples miradas, interpretaciones y acciones. La calle no duerme. Ante ello, la apertura, tolerancia y visión del propio artista nos permitieron resignificar la experiencia. Gracias a la visita mediada por Angélica Gamboa, miembro del equipo GAAP, convocamos a voluntarios y voluntarias que se sumaron a una nueva fase del proyecto: la reconstrucción.

Esta vez no se trataba de reemplazar lo robado, sino de complementar el gesto artístico original. Andrés construyó una estructura ligera de alambre que luego fue moldeada en papel maché, con la ayuda de la comunidad. Una vez seca y pintada, fue instalada sobre la granada. Esta nueva escultura mostraba una mujer junto a una niña: una escena que, nuevamente, evocaba la infancia, pero esta vez acompañada. Aquí proponemos una reflexión: ¿Nos conmueve más la imagen de un niño solo que la de una madre con su hija? ¿Por qué la presencia materna transforma nuestra percepción del peligro y la vulnerabilidad? La etapa final de este proceso nos recordó la perseverancia y compromiso del artista. Andrés Rico no solo es fiel a su obra, sino también a sus raíces: al eje cafetero como a la memoria cultural que lo atraviesa. Vino desde lejos a empaparse de Chile, de Calama, del desierto. Su obra no se instala como un objeto estético, sino como un gesto ético. Nos desafía. Nos incomoda. Y, sobre todo, nos convoca a pensar en lo que realmente importa.

Álvaro Loins Campillay

Productor General

ANDRÉS RICO

Nació en 1989 en Mistrató (Risaralda), Colombia, ha sentido desde temprana edad una profunda necesidad de construir su identidad. Esta búsqueda lo ha llevado a residir en diferentes territorios de su país natal y actualmente vive y trabaja en Chile, siempre con una nostalgia palpable por su pueblo natal, quizás influenciado por sus paisajes y verdes montañas. Es artista plástico y visual, pintor interdisciplinario de la Facultad de Artes de la Universidad Antonio Nariño (UAN). Complementó su formación con estudios en medios pictóricos en la Academia de Artes Guerrero. Su obra ha sido exhibida en galerías y espacios culturales como La Galería Jorge Jurado, Zona L y la Casa Cultural Mistrató Risaralda. Además, ha llevado su trabajo más allá de las fronteras colombianas, colecciones en Chile y Suiza. Su búsqueda por encontrarse lo ha motivado a reinventarse continuamente y a cuestionar su práctica artística desde diversas perspectivas.

EXPLOTACIÓN

INTERNA Y EXTERNA

La propuesta artística se compone de un objeto tridimensional, construido mediante capas de cartón pegadas y prensadas, formando un bloque sólido que luego es tallado con precisión. El resultado es una figura que representa a un niño sobre una granada, con un fondo bidimensional evocando una explosión. Esta instalación invita a una reflexión profunda sobre la vulnerabilidad de nuestro futuro, un futuro que se ve reflejado en la figura infantil, símbolo de la inocencia y la fragilidad. El niño, posicionado en actitud de plegaria, se erige como un emblema de la búsqueda de salvación, tanto interna como externa. Su postura, casi de súplica, parece sugerir un anhelo de protección y esperanza en un contexto incierto. Esta imagen se completa con la presencia de la tecnología, insinuándose como una posible distracción ante la amenaza inminente, representada por la granada. El objeto en el que el niño descansa, aunque a simple vista parece un símbolo de seguridad —un objeto velico aparentemente sólido—, es en realidad una bomba de tiempo, una metáfora de la fragilidad y el peligro latente que acecha a las nuevas generaciones.

De esta manera, la instalación no solo aborda la vulnerabilidad de la infancia frente a un mundo lleno de incertidumbres, sino que también nos invita a reflexionar sobre la paradoja de la tecnología: un refugio que, al mismo tiempo, puede convertirse en una distracción peligrosa que nos aleja de los verdaderos riesgos. La figura del niño, suspendida en este contexto, nos interpela sobre nuestra responsabilidad colectiva de proteger el futuro y los valores esenciales que permitirán su preservación.

Tomo como referencia al artista Marco

Alcázar para continuar la discusión propuesta sobre el destino de los recursos extraídos del territorio. A partir de su enfoque, afirmo la retórica en torno al litio, utilizado como materia prima en la creación de baterías; las cueles se utilizan en los dispositivos electrónicos como las gafas de realidad virtual, el cobre y otros metales, empleados en la fabricación de armas; utilizó la metáfora para representar una granada de fragmentación y el oro, considerado una fuente de riqueza, fomentando la avaricia. La pregunta central que planteo es: ¿qué sucede con los residuos generados en el territorio?

Para responder a esta cuestión, recurro a la ironía: los metales pesados y valiosos son extraídos y llevados y exportados, mientras que los residuos; “Cartón” que en teoría aún podrían reciclarse, quedan en el territorio.

El aporte artístico es coger toda esta maquinaria orquestada por una edificación monumental del monstro de los lados oscuros y nocturnos del ser humano, en un gesto como reciclar, luego se utiliza el lenguaje artístico que desvalida toda la irracionalidad.

Este proceso, en su apariencia de reciclaje, va más allá de lo físico; se convierte en un acto de reconstrucción simbólica, un esfuerzo por transformar lo desechado en una propuesta de esperanza y reflexión, que abre la puerta a un futuro en el que la conciencia ecológica se rija como la verdadera fuente de riqueza.

Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart, convocatoria 2025, región de Antofagasta.

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