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¡UN TALLER DE LOCOS!

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COMPOSICIÓN

COMPOSICIÓN

Hace siete años coordino el Taller de Composición y Realización Fotográfica del Departamento de Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de las Artes, dentro del marco de Upami, un espacio que conjuga la Universidad pública y Pami.

El taller esta integrado por adultos mayores (jubilados) que van de los 60 años hasta el infinito. En principio nos reuníamos de manera presencial, pero luego continuamos de forma virtual por zoom. Durante la pandemia el taller se convirtió en un espacio de contención y amistad, los adultos mayores al ser considerados población de riesgo, se encontraban confinados en sus hogares, en muchos casos privados de sus afectos más cercanos. La fotografía se convirtió en un lugar de reunión y encuentro. Sacábamos fotos entre cuatro paredes con la única consigna de que fueran ¡verdaderas obras de arte! Usamos mucho nuestra imaginación. El resultado de ese año de imágenes fue una foto-película con once directores fotógrafos (los participantes del taller), ocho montajistas voluntarios, alumnos y egresados de la Universidad Nacional de las Artes, y un profesor loco, yo.

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Si bien nada reemplaza el contacto personal de manera presencial, el zoom nos permitió abrir el juego y federalizar la propuesta académica sumando a jubilados de todo el país. Creció el grupo de alumnos y ex alumnos. Lo de ex alumnos es algo relativo porque tengo un problema endémico, la gente no quiere abandonar el taller y no tengo manera de sugerirles (ni quiero) que se vayan. Algunos se van, suman experiencias en otros talleres, y luego vuelven. El taller se convirtió en un fueguito donde calentar el alma. Lo vincular y afectivo circula entre nosotros, compartimos en fotos parte de nuestras vidas, lo que permite abrir nuestro corazón, conocernos, comprometernos con el otro, sentir. También aprende- mos reglas de composición, encuadre, el trabajo con la luz, la perspectiva, distancia focal, y otros menesteres. Sacamos fotos con las herramientas que tenemos disponibles, desde el principio pongo el acento en que cada uno trabaja con el equipo que tiene, cámara de fotos o celular. El resultado de nuestras imágenes depende más de la creatividad que de un recurso tecnológico, y ellos mismos se sorprenden con las fotografías que logran.

El taller de fotografía también es una excusa para integrar a la familia y otros afectos. Siempre necesitamos a hijos y nietos, amigos y vecinos, que nos sirvan de modelos para nuestros experimentos fotográficos. Ellos acceden a regañadientes pero finalmente se logra el objetivo de integrarlos a la trama. Nuestro trabajo se completa cuando mostramos nuestras fotografías a los demás. Esta es una parte importante del proceso creativo, porque la obra se completa con el otro. Cuando exhibimos nuestro trabajo nos sentimos vulnerables, expuestos, convivimos con la duda, aprendemos a valorarnos. Entonces sí somos artistas.

El presente libro es un recorrido por las imágenes de los participantes del taller, de estos últimos tiempos. Nos muestra una variedad de posturas frente a la vida, diversidad de enfoques, la mirada empoderada de los adultos mayores con todo su bagaje de experiencias.

Elegí titular este proyecto “Educar con la fotografía” en principio porque se trató de una labor educativa dentro del marco del taller. Pero fundamentalmente porque creo que las imágenes nos forman, nos atraviesan, nos influencian de múltiples maneras, en definitiva nos educan y son una parte vital de nuestro crecimiento.

Lo Grupal

Los talleres son una experiencia doble de enseñanza y aprendizaje, en ellos aprendo tanto como brindo conocimiento a los demás. Porque una de las maneras más maravillosas de aprender es en- señar. Cada persona que pasa por mis cursos me enseña algo, me ofrece lo mejor de si mismo, su propia vida.

En mis cursos hay risas y lágrimas de emoción, como en la vida. Se crea un espacio donde poder expresar (y observar) nuestros sentimientos. Un espacio de calidez humana, de cariño, ternura, afecto, un espacio de conocimiento.

El grupo aporta calor al individuo. Nos necesitamos, por eso nos buscamos, nos integramos, con las molestias e incomodidades que a veces lo grupal plantea, pero recibiendo el calor que en definitiva el grupo nos aporta.

Todo grupo es una célula viva, un cuerpo sensible, con identidad y características propias. Un grupo es una trama, un tejido de personas que aportan color y textura desde lo individual a lo grupal en su totalidad. Así como no estamos siempre iguales, el grupo tampoco lo está. El individuo está atravesado por innumerables vectores (líneas de fuerza coercitivaS) que lo modifican, y es desde su momento presente que lleva al grupo sus circunstancias. El grupo lo adapta, lo integra, opina. El individuo aporta al grupo, y el grupo aporta al individuo. Ambos crecen de la mano. Lo grupal potencia la experiencia, lo multiplica.

El grupo es una masa afectiva, es amor circulando por sus venas, es alimento que nutre, es un puente, es estímulo, es soporte, lo grupal nos enriquece, somos más cuando somos juntos. Tus potenciales se multiplican en la voz coral del grupo. Lo grupal es una elección de crecimiento. Siempre el otro nos suma. Y así vamos por la vida, entrando y saliendo por los poros de la piel de lo grupal, perteneciendo a unos y a otros, siendo y no siendo, para poder ser.

Como dice Rimbeau: “¿Cuántos otros yo dejé de ser para ser este que soy?”.

Alguna tarde de Junio de 2023

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