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ECOREFLEXIONES DEL 2002 Y SU VIGENCIA EN EL 2020

Carlos E. Giménez B. -FUNDATUN- 17 de Diciembre 2020

Algunos estudiosos y analistas sociales no han compartido la tesis fatalista, mantenida por algunos sociólogos positivistas, la cual sostiene que las poblaciones humanas que viven la zona tropical están destinadas a una calidad de vida inferior debido al clima y al mestizaje. Dentro de esa línea, de no aceptar esa premisa, destaca el ilustre escritor y pensador venezolano Don Cecilio Acosta, quien atribuía las causas de nuestras desgracias al odio y a la falta de constructores. Sin embargo, está claro que el área tropical ubicada alrededor del ecuador, desde la latitud 23.5° más al norte hasta los 23.5° sur, constituye una de las porciones más significativa del globo terráqueo y, sin caer en el determinismo de la fatalidad tropical, pareciera que sí se debe admitir y reconocer que hay en la balanza un sinnúmero de cuestiones negativas que se expresan en el orden social, económico, político y natural. Pareciera que el reto de los países tropicales estaría en establecer condiciones, por la vía cultural, para compensar las naturales condiciones adversas del área.

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Mapa político de la región que abarca el clima tropical (meteoblue, 2011)

Mapa político de la región que abarca el clima tropical (meteoblue, 2011)

Las variables políticas, económicas y sociales están entrelazadas inexorablemente en cualquier sociedad y, en el caso de las sociedades tropicales, no es difícil advertir el lamentable estado de alta entropía predominante; salvo honrosas excepciones que son característicamente parecidas a las sociedades de cuatro estaciones.

Es posible que un clima determinantemente exigente, como el templado, moldee patrones sociales de conducta en todos los órdenes culturales; por el contrario, la estabilidad climática de los trópicos permite ser menos exigentes consigo mismos. Es decir, hay una coexistencia viable entre el entorno y el individuo, que al ser aparentemente menos exigente, posiblemente sea la causa de muchos males estructurales que tienen que ver con el desarrollo cultural.

En un orden natural, se encuentra que las zonas tropicales poseen un medio biológico terrestre y acuático muy diverso; que por diverso es adverso, nada fácil para el dominio real del hombre. Las especies animales y vegetales son múltiples en comparación con las zonas templadas. La zona tropical alberga grandes extensiones de bosques heterogéneos cuyo valor fundamental es el suministro de oxígeno. Nada comparado con los homogéneos bosques templados donde la selección natural ha permitido una realidad comparativamente ventajosa.

Contraste de biodiversidad entre la selva tropical (arriba) y el bosque templado (abajo)

Contraste de biodiversidad entre la selva tropical (arriba) y el bosque templado (abajo)

Podría deducirse entonces que los países de la franja tropical deben estar muy atentos a las tendencias mundiales sobre calificadores de biodiversidad, por cuanto, pareciera fácil cumplir con exigencias de biodiversidad en las zonas templadas, pero no con la misma facilidad en zonas tropicales. Hay un agravante, cual es la desigualdad en desarrollo acumulado que favorece las zonas templadas y las necesidades de desarrollo potencial futuro que compromete fundamentalmente a las zonas tropicales.

Ranking mundial de los diez países con mayor biodiversidad según el Instituto Humboldt de Colombia (2017)

Ranking mundial de los diez países con mayor biodiversidad según el Instituto Humboldt de Colombia (2017)

La cruda realidad tropical exige el desarrollo de metodologías, tecnologías y formación de recursos humanos capacitados para enfrentar el reto de manejar nuestra realidad tropical en términos de sostenibilidad, sin renunciar al debido desarrollo futuro.

El manejo de la diversidad pesquera es una muestra de lo que debemos hacer en otras áreas de la producción. Las tecnologías de los países del norte han fluido hacia el sector de la pesca tropical con un éxito relativo. Posiblemente, esta situación se ha facilitado por la dinámica migratoria de algunas especies, particularmente de aquellas altamente migratorias, como los atunes tropicales de producción masiva, por cuanto, se sobrepasan barreras naturales que en la práctica son garantes de los flujos tecnológicos pesqueros. Esa situación plantea nuevas necesidades para la pesca, nuevos elementos para rendir cuentas ante la comunidad mundial sobre la explotación de los recursos vivos del mar; tanto de los jurisdiccionales como los de alta mar.

 Rutas de migración de las poblaciones de Atún Rojo (Thunnus thynnus) del Atlántico (modificado de Verónica Degollado, 2015)

Rutas de migración de las poblaciones de Atún Rojo (Thunnus thynnus) del Atlántico (modificado de Verónica Degollado, 2015)

En ese orden de ideas, cada día se hace más imperativo la observación científica en los barcos pesqueros. Un barco pesquero que normalmente lleva a bordo: capitán, maquinista o motorista, cocinero y marineros, tendrá para los próximos tiempos que reservar un espacio para el observador a bordo. El científico que colecta los datos sobre la faena pesquera reporta además los elementos para calificar el desempeño de las unidades pesqueras, labor que corresponde a los centros de evaluación, convalidación de datos y de chequeo de la veracidad de los mismos, mediante programas adecuados al respecto.

Esta práctica implica nuevos conceptos en el manejo de pesquerías. Nuevos paradigmas. Y significa un grado de conciencia cada vez más en concordancia con las necesidades de explotación racional y conservación de los recursos vivos acuáticos.

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