AÑO 2019: ¿RESILIENCIA EN EL SECTOR PESQUERO Y ACUÍCOLA VENEZOLANO? FUNDATUN En el Año 1996, la Administración Pesquera de aquel entonces, el “Servicio Autónomo de los Recursos Pesqueros y Acuícolas (SARPA)”, dependencia adscrita al Ministerio de Agricultura y Cría, editó el libro “La actividad pesquera-acuícola en Venezuela”; un trabajo de corte divulgativo sobre este sector productor enfocado en el objetivo de colocar, en el contexto de la economía nacional, la importancia de estas actividades y la contribución de éstas a lo que en la actualidad denominamos la “cadena de valor”. También tuvo como la finalidad que el órgano formulador de la política gubernamental del sector agrícola contara con elementos suficientes para direccionar las oportunidades y potencialidades que las labores de la pesca y la acuicultura promovían para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de una importante cantidad de personas. Se evidenció en la publicación, que la pesca y la acuicultura indudablemente actuaban como proveedores de proteína y generadoras de ingresos; además de facilitar el crecimiento económico a través de las actividades de captura, procesamiento y comercialización. Anteriores monografías, realizadas en el año 1989 por la entonces Dirección General de Pesca y Acuicultura, también son referencias de las políticas que promovieron el impulso del sector pesquero nacional en la época y marcaron importantes interrelaciones con la investigación académica en universidades e instituciones de investigación gubernamentales. Más adelante en el año 2005, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) divulga los “Perfiles sobre la Pesca y la Acuicultura por Países (Fishery and Aquaculture Country Profiles)”, donde también se identifica a detalle cifras y características muy importantes de la prominente actividad pesquera y acuícola del país. No obstante, es en el documento “La actividad pesquera-acuícola en Venezuela” (1996) donde se resaltaron indicadores, que hasta el momento no habían sido tomados en cuenta, para observar que la pesca y la acuicultura, en comparación con otros sectores aportadores de alimentos a la población nacional, constituían actividades fundamentales para la población de numerosas regiones costeras, ribereñas, insulares y continentales. Además del redimensionamiento institucional que convirtió a la Dirección General de Pesca y Acuicultura en un Servicio Autónomo y de poner en contexto a la importante producción pesquera y acuícola del país, en el mencionado documento se resaltan temas como: la infraestructura portuaria, que sirve de apoyo en tierra a toda la operatividad de la flota nacional; los centros de almacenamiento y acopio construidos por el estado; las preferencias alimentarias del consumidor venezolano; la industria pesquera desarrollada en todo el territorio venezolano; la importante generación de empleo, la participación del sector en el Producto Interno Bruto; el comportamiento de la balanza comercial; la legislación pesquera y los acuerdos internacionales. Diez (10) temas o indicadores bien expuestos al país, para diseñar políticas que evidentemente no sólo involucran al sector pesquero y acuícola, sino a todo un entorno que en conjunto representan la dinámica económica local, regional y nacional. Las cifras en el documento, correspondientes a la industria pesquera del año 1993, señalan la existencia de 218 empresas dedicadas al procesamiento de productos pesqueros, con una capacidad instalada cercana a las 300 mil toneladas por año y se constituía en fuente de empleo directo para unos 12 mil trabajadores. Los datos dan cuenta que el 62% de esas empresas se dedicaban a las actividades de congelación y refrigeración, el 21,5% a la elaboración de productos salados y ahumados, un 14,7% a producir enlatados y harinas de pescado, y un 1,8% otras actividades relacionadas. Dichas empresas abarcaban la geografía nacional, pues en el Oriente se encontraban 135 de estas instalaciones, 54 en la región Occidente y 29 asentadas en la región Centro-Sur. Con datos ponderados del Banco Central de Venezuela, en el documento se realizó un análisis del aporte del sector pesquero al Producto Interno Bruto (PIB) en el período de 1989 a 1994 y observaron, entre caídas y subidas, que para ese último año había contribuido al 7% del PIB Agrícola. Con respecto a la Balanza Comercial, el análisis habla de un “saldo superavitario”, como resultado de políticas en pro del desarrollo del sector. El