Karla Argueta, Nahomy Ramírez, Évelyn Linares, Diana Rivera, Diego Gómez.
Contenido
Mensaje del Presidente, Ricardo Poma
Prólogo, por Roberto Salomón, Director artístico del Teatro Luis Poma
“Fundación Poma deja huella en la vida de los estudiantes y de sus familias”
Adonai, Rocío y Edith Cornejo
Exbecarios y Becaria al Talento
Hijos de Jaime Cornejo, colaborador de Grupo Poma
“Queremos hacer lo mismo que Fundación Poma hizo por nosotros”
Carlos, Beatriz y Ernesto Orellana
Graduados del Centro ¡Supérate!
Fundación Poma
Exbecarios de Fundación Poma y graduados de ESEN
“La ética es la base de la cultura ESEN”
Everardo Rivera
Graduado de la II Promoción de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Director general de ESEN
“Me impresiona el liderazgo que hemos desarrollado en las mujeres de las comunidades”
Karla Segovia
Graduada de la VII Promoción de ESEN
Directora ejecutiva de la Fundación
Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL)
“Cuando todo falta, FUSAL siempre nos apoya”
Narcisa Catalán Voluntaria de la Fundación
Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL)
“Estamos transformando vidas”
Ricardo Sagrera
Presidente de Fundación Sagrera
Palomo, fundador del Programa Empresarial ¡Supérate!, miembro de la junta directiva de FUSAL y del comité ejecutivo de ESEN.
“Lo mejor que puedes hacer para superar una crisis es seguir estudiando y prepararte mejor”
Sara Maravilla
Graduada del Centro ¡Supérate! Fundación Poma y Exbecaria al Talento
Psicóloga del Centro ¡Supérate! Fundación Poma
“La sola presencia del Teatro Luis Poma es un llamado a consumir arte”
Jorge Ávalos
Ganador del I Premio Ovación
Periodista, crítico teatral y dramaturgo
“El Teatro Poma construye puentes en las carreras de los artistas”
Larissa Maltés y Otto Rivera
Actores de Proyecto Dioniso
“Es a través de la educación que puede mejorarse la calidad de vida de las personas”
Ana de Bardi
Directora ejecutiva de la Fundación
Empresarial para el Desarrollo
Educativo (FEPADE)
“Becas al Talento me cambió todo”
Yamileth Díaz
Graduada del Complejo Educativo
Católico Ricardo Poma
Exbecaria al Talento
“Si estás vivo y en este lugar, es para poner tu vida al servicio de los demás”
Madre Rutilia Aguilar y
Madre Rosa Elvira Santillana
Exdirectora y directora del Complejo Educativo Católico
Ricardo Poma
“Si le pones empeño a lo que haces, puedes lograr lo que sea”
Melissa Chacón
Exbecaria de Fundación Poma y graduada de ESEN
Hija de Lorena Chacón, colaboradora de Grupo Poma
“Gracias a Fundación Poma ahora trabajo en lo que siempre soñé”
César Ruiz
Ganador del I Certamen
Nacional de Matemáticas
Exbecario de Fundación Poma y graduado de ESEN
“En el Teatro Poma siempre me siento en casa”
Dinora Alfaro
Ganadora del X Premio Ovación y I Certamen Bienal de Dramaturgia
Directora, actriz y dramaturga
“El futuro pertenece a quienes creen y confían en lo grande que pueden lograr”
Nelson y Roberto Merche
Exbecario y becario al Talento
“Los países que mejoran son los que apuestan por la educación”
Enrique Bolaños
Rector del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE)
“Ayudar a otros es una forma de agradecer el apoyo que hemos recibido”
Josué y Joel Natarén
Exbecario y becario de Fundación Poma
“Hay que despertar la vocación de servicio en los niños para tener adultos con empatía”
Hernán López
Socio de Club Rotario
San Salvador – Cuscatlán
“La base de una adolescencia y juventud sana e integral se forma desde la primera infancia”
Iris Palma
Directora de la Asociación
Pro Casa Maternal
“El lugar donde estamos siempre tiene un propósito para nosotros y para ayudar a otros”
Karla Alvarado Mancía
Gerente de RR.HH. de Hotel Real
InterContinental Guatemala
“La vida es un milagro”
Celina Aguirreurreta, Directora ejecutiva de Fundación Sana mi Corazón
“Quisiera que todos los parques de San Salvador funcionaran como el Parque Cuscatlán”
Mayu Ferrufino
Directora ejecutiva de Fundación
Parque Cuscatlán (Fundaparc)
“Debemos regresar a las culturas que mantenían el arte como otro alimento necesario”
Naara Salomón
Actriz
“La manera de enseñar a leer y escribir debe cambiar a métodos y recursos psicoafectivos”
Zoila Recinos
Cofundadora y Directora ejecutiva de Contextos
“Me motiva estudiar el pasado y la necesidad de que las cosas no se olviden”
David Rocha
Investigador y crítico teatral
“La mejor política social es invertir en educación y generar empleos”
José Panadés
Presidente de Fundación
Padre Arrupe
“Una sociedad que no le apuesta a la educación, no podrá avanzar”
Karla Nicole Guzmán Castro
Exbecaria al Talento
Hija de Ruth Castro, colaboradora de Grupo Poma
“En nuestro medio se valora más el tener que el saber”
Margarita y Roberto Galicia Espectadores del Teatro Luis Poma
“El arte nos permite construirnos a otros niveles y eso también es bienestar”
Antonio Romero
Curador de la sala de exposiciones del Teatro Luis Poma
“Este país ha sido golpeado por muchas dificultades, pero salimos adelante”
Héctor Vásquez
Asistente técnico del Teatro Luis Poma
“Gracias a Fundación Poma podemos ayudar de manera efectiva y oportuna”
Mónica de Samayoa
Directora ejecutiva de Fundación Teletón
“Todos los días somos testigos de la vida y la muerte. Lo que más necesitamos es apoyo”
René Aparicio y Brenda Córdova
Director de programas y resiliencia comunitaria y Jefa de movilización de recursos
Cruz Roja Salvadoreña
“Cuando la vida te da una buena oportunidad, aunque sientas miedo, hay que aprovecharla”
Gabriela Melgar
Ganadora del XVIII Certamen Nacional de Lenguaje, Literatura y Ortografía
Exbecaria de Fundación Poma y graduada de ESEN
“No hay nada que sustituya el encuentro humano que brinda el teatro”
Óscar Guardado
Ganador del XIV Premio Ovación
Actor y productor de teatro
“Los fondos que entrega el Premio Ovación generan más empleos”
Lorena Juárez Saavedra
Ganadora del V Premio Ovación
Escritora, dramaturga, actriz y docente
“La educación y preparación constante son la mejor base para el futuro”
Armando y Luis Rivera
Graduados de ESEN
Exbecarios de Fundación Poma
Hijos de Armando Rivera, colaborador de Grupo Poma
“Aunque una oportunidad parezca lejana o imposible, siempre confía en ti mismo”
Henry Ernesto Ascencio Trejo
Exbecario al Talento
Hijo de Raúl Ascencio, colaborador de Grupo Poma
“Me gusta sacar la esencia de una obra de teatro a través de la fotografía”
René Figueroa Poeta y fotógrafo oficial del Teatro Luis Poma
“Deseo que el Teatro Luis Poma siga siendo un oasis en la ciudad”
Gabriel Granadino
Artista gráfico
Epílogo del Vicepresidente, Alejandro Poma
Mensaje del Presidente
Ricardo Poma
Presidente de Fundación Poma
CEO de Grupo Poma
Apreciados amigos:
Celebrar 40 años de trabajo de la Fundación Poma es un hito que nos llena de profunda alegría, sano orgullo e ímpetu para seguir adelante. A lo largo de nuestra trayectoria, como familia y grupo empresarial, hemos profundizado el legado social iniciado por mi padre, Luis, y su hermana, Didine, con el propósito de contribuir a la construcción de un El Salvador más pujante, próspero y solidario.
La fuerza vital de un país es su gente; son las personas, quienes con su esfuerzo, talento e ideas propulsan el desarrollo. Por eso es fundamental facilitarles condiciones para que puedan alcanzar su máximo potencial. En Fundación Poma, por cuatro décadas, hemos trabajado para mejorar sus oportunidades de salud, educación y cultura.
Nos llenan de satisfacción los resultados de nuestros programas y la incidencia positiva que hemos generado a través de nuestra participación activa en la creación y sostenibilidad de importantes instituciones como la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL), la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) y el Teatro Luis Poma.
Al reflexionar sobre la trascendencia de nuestro trabajo podemos afirmar con certeza que lo más gratificante es inmensurable: ¿cómo se mide la alegría de un joven
que recibe una beca?, ¿la ansiada oportunidad de imaginar y crear?, ¿el alivio que provoca una mano amiga en momentos de dificultad?, ¿la esperanza de un futuro más prometedor?
Nuestro impacto tiene rostro y nombre. Esta publicación recopila los sueños, los retos y los triunfos de algunos de los participantes de nuestros programas y también de aliados cercanos. Todos ellos se caracterizan por su determinación, valentía y un profundo deseo de reescribir su historia, la de sus familias y el país.
Cada relato es una muestra del innegable efecto multiplicador de invertir en áreas prioritarias para el desarrollo humano. Deseamos que este libro provoque diálogos y reflexiones sobre la importancia de involucrarnos, desde nuestras posibilidades, en la solución de los desafíos sociales de nuestro entorno.
Nuestra familia tiene un arraigo profundo en El Salvador. En esta tierra yace lo más querido y bajo este cielo se han forjado nuestros mejores sueños. Es nuestro firme deseo profundizar nuestro trabajo para acercarnos a la visión de un país con más bienestar y oportunidades para todos. Como empresario, estoy convencido de que no podemos ser fríos espectadores; más bien, tenemos el llamado a ser actores relevantes, catalizadores del progreso social.
“Quienes participamos en Fundación Poma hemos aprendido que cada esfuerzo cuenta, y que cada semilla florecerá en los años venideros”
Roberto Salomón
Director artístico
Teatro Luis Poma
Prólogo
Creer en el país que te vio nacer. Creer que puedes influir en el desarrollo de las cosas. Creer que el estatus quo no es un ente inamovible, estático. Creer en la posibilidad de trascender privilegios. Creer que tu accionar se construye con una finalidad: el bienestar de los demás. Creer en la gente que te rodea, aunque haya vivido vidas distintas a las tuyas. Creer en la importancia de respetar diversas formas de pensar y creer, siempre y cuando no se excluyan entre sí. Creer que tu fe en el cambio puede mover montañas. Creer que los demás no son una masa, sino un conjunto de individuos, cada uno con los mismos sueños de vivir mejor. Creer que tienes una misión en la vida. Creer que naciste para servir. Creer que ‘servir’ significa poner tu granito de arena, o colocar una primera piedra o ¿por qué no?, construir verdaderas catedrales del saber, de la cultura y de la experiencia. Creer.
Celebrar 40 años de historia no es simplemente recordar el pasado; es rendir homenaje a un legado que ha transformado y enriquecido el arte, la salud y la educación en nuestro país. Fundación Poma, con su inquebrantable compromiso, ha sido un faro de esperanza y progreso durante estas cuatro décadas, marcando un impacto significativo en la vida de innumerables personas.
Fundación Poma ha demostrado que el presente no es una fatalidad, sino un lienzo sobre el cual es posible pintar un futuro mejor. Cada uno de sus proyectos ha sido una afirmación del poder transformador del arte, la capacidad sanadora de la salud y la importancia crucial de la educación. Su labor ha sido guiada por la convicción de que, a través de la cultura y el conocimiento,
Creer en la posibilidad de trascender privilegios. Creer que tu accionar se construye con una finalidad: el bienestar de los demás”.
podemos construir una sociedad más justa y equitativa. Este compromiso se refleja en cada iniciativa, en cada proyecto emprendido, en cada vida tocada.
En estos 40 años, el cambio, guiado por el entendimiento de que el conocimiento es el cimiento sobre el cual se construyen los ideales y las acciones que perduran, ha sido una constante. Enfrentar desafíos con determinación, buscar soluciones innovadoras; saber que no estamos solos, que miles de manos y corazones han colaborado en esta tarea, nos llena de gratitud y orgullo. Quienes participamos en Fundación Poma hemos aprendido que cada esfuerzo cuenta, y que cada semilla florecerá en los años venideros.
Celebremos no solo lo logrado, sino también lo que está por venir. Al final de cada uno de los 40 relatos que componen el libro, una palabra expresa lo que significa para cada entrevistado ser parte de este fabuloso viaje. Oasis, ternura, familia, oportunidad, impulso, crecimiento, amor, refugio, pertenencia, felicidad son algunas de ellas. La suma de estas palabras atestiguan que Fundación Poma es un legado vivo que continúa creciendo y evolucionando en el camino de lo que es posible alcanzar cuando se cree en un futuro mejor y se trabaja con pasión.
“Fundación Poma deja huella en la vida de los estudiantes y de sus familias”
Adonai, Rocío y Edith Cornejo Exbecarios y Becaria al Talento Hijos de Jaime Cornejo, colaborador de Grupo Poma
Tres sonrisas universitarias hablan sobre sus pasos al éxito. Los hermanos Adonai, Rocío y Edith Cornejo soñaban desde niños con la idea de ir a la universidad. No sabían con certeza si podrían lograrlo y cómo; pero estaban seguros de hacerlo. Para ellos y su
familia, el bienestar está relacionado con la oportunidad de prepararse académicamente.
Recuerdan su infancia con cariño y destacan el esfuerzo con el que sus padres enfrentaron los momentos de preocupación.
“El hecho de ver cómo hacían cada inicio de año y cada fin de mes para pagar la colegiatura, útiles escolares, ropa y todo eso… Siento que es el mayor reto que tuvieron para darnos lo mejor. Todo eso nos sirvió de ejemplo para que también nosotros
aprendiéramos a valorar el esfuerzo y nos proyectáramos a futuro. La universidad era lejana, pero necesaria”, comenta Adonai, el mayor de los hermanos.
Su padre, Jaime Cornejo, es colaborador de Grupo Roble desde hace veinte años y conocía de los programas de becas de la Fundación Poma, entre ellos, Becas al Talento y el programa de medias becas para hijos de colaboradores en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN). Estudiar en esta última institución era el gran sueño de Adonai, así que hizo el riguroso proceso de admisión. Lo superó con éxito y en 2017 comenzó sus estudios de Ingeniería de Negocios. Detrás suyo venían dos sueños más.
Rocío deseaba estudiar Licenciatura en Diseño Gráfico Publicitario en la Universidad Francisco Gavidia y con el apoyo de Becas al Talento logró graduarse en abril de este año. Edith, la más joven, es actualmente becaria activa en el mismo fondo y estudia para ser profesora de Educación Inicial Parvularia, en la Universidad Evangélica.
La oportunidad que han significado estas becas para cursar sus carreras superiores no la toman a la ligera, los tres reflexionan en que su esfuerzo y dedicación ha rendido frutos para poder alcanzar aquella meta que sentían tan lejana en su adolescencia.
“Las oportunidades están para ser tomadas. Sabemos que no llegan a todas las personas por igual o quizás alguien no se entera o no sabe cómo aplicar; pero están ahí, hay que buscarlas siempre”, dice Edith y Rocío la complementa: “También hay un miedo en los jóvenes a ser rechazados o que una puerta no se abra para seguirse preparando y prefieren buscar un trabajo, pero estudiar es importante”.
¡Arriésguense!, busquen lo que les gusta hacer, lo que les apasiona, lo que significa un motivo para despertarse cada día y que ese motivo les sirva de inspiración para poder lograr aquello que anhelan”.
Adonai Cornejo
Edith cuenta que se sintió acompañada por Fundación Poma en todo su proceso y eso hizo una diferencia para enfrentar sus temores y tener más confianza en las habilidades que comenzaba a reconocer en ella. Ahora tiene la seguridad de llegar a ser directora de su propio colegio y experimentar con nuevas formas de enseñanza para crear oportunidades al alcance de más personas.
Rocío se proyecta con su propia agencia de publicidad y Adonai se enfoca en tener su propia consultoría en inteligencia de negocios con enfoque en ciencia de datos.
Los tres profesionales siguen teniendo aquella mirada ilusionada de la infancia y confían en que pueden lograr lo que se propongan. Coinciden en que a veces está bien tener dudas, propias o por la realidad difícil que se presenta; pero saben que los riesgos valen la pena.
“¡Arriésguense!, busquen lo que les gusta hacer, lo que les apasiona, lo que significa un motivo para despertarse cada día y que ese motivo les sirva de inspiración para poder lograr aquello que anhelan. Es probable que algunas personas sean buenas para el deporte o para alguna cosa en específico y que eso sirva de motivación para ser los mejores en ese campo. Nunca dejen de perseguir sus sueños”, sentencia Adonai.
“Me gustaría mejorar la estructura educativa de todo el sistema educativo, nos faltan
muchas herramientas y nos graduamos con muchas debilidades para nuestro desarrollo a esas edades”, dice con claridad cuando recuerda sus inicios.
Los tres intercambian miradas y, sin ninguna pausa, completan lo que el otro dice. La sintonía también es emocional, hay en ellos un profundo agradecimiento y un fuerte espíritu de unidad. Coinciden en mantener y buscar siempre la excelencia, como lo han demostraron a lo largo de su proceso de formación superior. Mantener buenas notas de promedio es uno de los requisitos al tener una beca. Esa responsabilidad fue inculcada en edad temprana por sus padres; pero pulida durante su madurez académica.
Se sienten diferentes, se expresan diferente y su futuro se ve diferente. “Estamos haciendo cosas o logrando cosas que en algún momento pensábamos que estaban bien distantes y saber que puedo traer a la casa esa parte de una estabilidad y estar cada día un poco mejor, eso me motiva. Levantarse y dar lo mejor en el trabajo y pues ver que todo vaya bien”, dice Rocío.
Edith agrega que su motivación en general es su familia: “Mi casa, mi papá, mis hermanos, todos. Ver cómo estábamos antes y ahora que ya podemos ayudar a la casa. Sin duda, la Fundación Poma ha sido nuestra mejor aliada”.
Fundación Poma en una palabra: SOLIDARIDAD.
“A
veces, hacer sacrificios en el corto plazo implica beneficios a largo plazo”
Carlos, Beatriz y Ernesto Orellana Graduados del Centro ¡Supérate! Fundación Poma Exbecarios de Fundación Poma y graduados de ESEN
Levantarse, ir a la escuela, regresar a cenar y repetir lo mismo al día siguiente. Todo igual. Siempre igual. Así cuentan estos tres hermanos que era su vida en secundaria.
Carlos, de 28 años, Beatriz, de 27 y Ernesto, de 25, describen el principio de su vida académica como pequeña y repetitiva: “Yo regresaba a la escuela cada día y no tenían
aspiraciones ni sueños de nada. Las familias que sufren complicaciones y permanecen sobreviviendo el día a día es imposible que piensen en otras cosas. Van a la escuela por-
que es obligación, aprendan o no”, comenta Carlos y su hermana le complementa: “En la escuela de la colonia veíamos la comodidad de nuestros compañeros, no tenían hambre en la vida, y los profesores tampoco nos hablaban de ella. Sólo daban la materia y nada más”.
Ernesto, el menor de los Orellana, cuenta que sus compañeros durante sexto y séptimo grado ya estaban expuestos a amistades en malos pasos. Recuerda que muchos comenzaron a involucrarse en actos vandálicos y como consecuencia eran arrestados por horas y, por supuesto, faltaban mucho a clases.
A finales del 2010, Carlos fue considerado para participar en el programa ¡Supérate! Fundación Poma, una iniciativa creada por la Fundación Sagrera Palomo para fortalecer las capacidades en inglés e informática de jóvenes estudiantes en institutos nacionales. La Fundación Poma había decidido trabajar en un nuevo centro en Santa Tecla.
Carlos llegó junto a dos compañeros más a las primeras oficinas del programa en San Salvador para presentar sus pruebas y hacer el curso preparatorio. Sus padres, quienes insistían a sus hijos en la importancia de estudiar, lo acompañaron a las entrevistas y justamente con ellos celebró cuando llegó el aviso de aceptación.
Cuando Carlos inició sus clases en el programa, el mundo se abrió frente a sus ojos: diferentes actividades extracurriculares, clases de inglés, computación, talleres de valores, visitas al Teatro Luis Poma, excursiones y numerosas experiencias que lo expusieron a otras culturas e idiomas. Sumado a eso recibió una guía para la construcción de su plan de vida y la oportunidad de recibir apoyo psicológico para cuando él lo necesitara.
Fue una época de mucho crecimiento. La calidad del programa es muy alta, demandante de tiempo y rendimiento. Nos expusimos a otros contenidos que nunca habíamos pensado y que estaban en contraste con nuestra escuela cotidiana”.
Carlos Orellana
Confiesa que la logística fue una duda al principio, ya que salía de la escuela al mediodía y movilizarse en media hora desde la colonia Quezaltepeque hasta Santa Elena, donde estaban las instalaciones del centro, era un reto; pero, una vez solucionado el tema del transporte, comenzó su nueva etapa.
Los mismos pasos siguieron sus hermanos. Beatriz y Ernesto comentan que no estaban acostumbrados a moverse en transporte público ya que de la casa a la escuela se iban caminando, porque está a una cuadra de distancia. Tampoco se alejaban mucho del hogar sin sus padres, pero esa experiencia los hizo sentir que comenzaban a abrirse paso por sí solos.
“Fue una época de mucho crecimiento. La calidad del programa es muy alta, demandante de tiempo y rendimiento. Nos expusimos a otros contenidos que nunca habíamos pensado y que estaban en contraste con nuestra escuela cotidiana. Nos daban seguimiento personalizado con ‘la psico’ del centro cada cierto tiempo para saber cómo estábamos. En el centro, había un profesor por materia y eso hizo la diferencia en nuestra forma de aprender. Crecí al tener contacto con otros estudiantes de otras escuelas que también eran muy buenos. Todo eso me llevó a replantearme lo que conocía de la vida porque recibí enseñanza vocacional y eso me abrió la mente”, describe Beatriz. Cuando ella y Ernesto llegaron al programa ¡Supérate!
Fundación Poma; el centro ya estaba en Santa Tecla y el traslado fue fácil.
Así, aprendieron todo el contenido posible, hasta llegar a pensar en los estudios universitarios. Los tres fueron beneficiados con becas y medias becas para la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN). Carlos ingresó en 2014 para la carrera de Ingeniería en Negocios; Ernesto, en 2017, para la Licenciatura en Economía y Negocios y Beatriz, en 2015, para estudiar Ciencias Jurídicas.
Los tres chicos habían interiorizado que estudiar no es sólo memorizar cosas: “Tanto en ¡Supérate! Fundación Poma como en la ESEN colaboramos con fundaciones y organizaciones distintas para apoyar a grupos de personas vulnerables. Ahora hablamos de lo que Fundación Poma hizo por nosotros y queremos hacer lo mismo”, dicen los hermanos.
Sienten que van por una carretera de bienestar de la que no quieren desviarse. Han encontrado concordancia entre lo que soñaban y lo que ya saben que pueden lograr. Se graduaron de ESEN con honores y los tres están planeando continuar con maestrías y especializaciones. Se declaran listos para afrontar los problemas porque no sólo están preparados académicamente, también su actitud ante la vida está enfocada en solucionar problemas y mejorar continuamente.
Fundación Poma en una palabra: ESPERANZA.
“La
ética es la base de la cultura ESEN”
Everardo Rivera
Graduado de la II Promoción de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Director general de ESEN
Si alguien puede hablar sobre hacer carrera dentro de una misma familia es Ever. Su trayectoria en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) abarca más de la mitad de su vida. Forma parte de la segunda generación de graduados y actualmente es el Director General de la casa de estudios. Él mismo dice que es una “historia de vida y amor, primero como estudiante y luego como parte del equipo”.
Tras graduarse de la Licenciatura en Economía y Negocios en el año 1998, el director académico de la Escuela en ese momento lo impulsó para viajar a la Universidad Católica de Chile a estudiar una Maestría en Economía. Iba por dos años y se quedó tres. Regresó en agosto del 2002 y se convirtió en docente en ESEN.
Ever siempre tuvo gusto por los trabajos en equipo y le atraía ser capaz de explicar de diferentes maneras lo mismo. Disfrutó la docencia hasta agosto de 2005, cuando tuvo la oportunidad de obtener una beca Fullbright que lo llevó a la ciudad de Nueva York y nuevamente hizo una pausa laboral para un nuevo estudio. “La ESEN siempre me apoyó para que siguiera estudiando más y más y después regresar a mi alma mater, que siempre ha sido ESEN”, comenta.
En mayo de 2008, su jefe de ese momento se retiró de la Escuela. Además, ESEN había ampliado su oferta académica con la carrera en Ciencias Jurídicas y luego lo haría con la Ingeniería en Negocios. Esos cambios abrieron una nueva puerta para Ever, quien fue elegido como Decano de la Licenciatura en Economía y Negocios.
Destacado por su liderazgo, Ever asumió entre junio de 2010 y julio de 2011 un nuevo reto: la Dirección General de manera interina. Lo que vino después lo tomó por sorpresa. El Rector de ESEN, Ricardo Poma, le propuso “cerrar el círculo”. No entendió bien la referencia porque sabía que la dirección general era temporal y debía entregarla a quien contrataran. Don Ricardo le recordó a Ever todas sus etapas en la Escuela y estaba seguro de que un graduado ESEN estaba listo para esa posición de liderazgo. Era él.
“Siempre me he sentido en familia, es una familia académica. No tiene nada que envidiar a otros lugares en los que he estudiado como Chile y Nueva York. La ESEN tiene todo para hacer cumplir su misión de formar a los jóvenes como líderes del futuro”, agrega.
Una de las cosas que más destaca Ever al hablar de ESEN es su excelencia académica y ética. Recuerda siempre un consejo de don Ricardo: “Cuando tenga que elegir entre comer bien y dormir bien, haga lo que haga siempre decida lo que le permita dormir bien”, dice. Esa frase la repite cada vez que debe tomar cualquier tipo de decisión. La ética es la punta de lanza de los valores de la comunidad académica.
ESEN ha estado para Ever en los buenos momentos y también en los desafiantes. Recuerda algunas circunstancias personales difíciles y reconoce que la cercanía con
La educación transforma a las personas y sus realidades. Lo bonito es verlos superarse y que luego buscan ayudar a quienes vienen detrás como una manera de devolver lo que recibieron”.
sus colegas y el liderazgo de don Ricardo le ayudaron a salir adelante.
Ese espíritu fraterno y solidario se materializa en las asociaciones estudiantiles que amplían la perspectiva de los estudiantes, los reta a definirse a sí mismos más allá de su vocación y los reta a disfrutar de otros ámbitos de la vida como el arte y el deporte o por medio del altruismo.
Durante la pandemia por COVID-19, la comunidad de maestros y alumnos tomó la iniciativa para organizarse, donar y distribuir alimentos y medicinas a quienes más lo necesitaban. “Hubo jóvenes cuyos padres perdieron sus trabajos o uno de sus padres falleció y entre estudiantes se organizaron para ver de qué manera les donaban comida. También sufrimos inundaciones por tormentas y se hicieron más recaudaciones de fondos. Tengo muy marcado eso de la escuela porque también lo hicimos cuando yo fui estudiante. Somos más de 800 alumnos y, al menos 25 profesores a tiempo completo, y realmente convivimos como en una casa grande donde todos nos llamamos por nuestro nombre y tratamos de mantener siempre la integridad en esta convivencia”, añade.
Una de las características del modelo de ESEN es su programa de becas y financiamiento. Desde su creación a la fecha, aproximadamente uno de cada tres jóvenes cursa sus estudios con algún tipo de apoyo y el 25 % de su comunidad estudiantil proviene de institutos nacionales, algunos de ellos ubicados fuera de San Salvador.
Hoy en día, aproximadamente 250 alumnos cuentan con algún tipo de beca o apoyo complementario para costear transporte, alimentación o alojamiento.
Desde 2008, Fundación Poma creó el programa de Becas del Rector a la Excelencia Académica en ESEN. Este incentivo es otorgado una vez al año a los mejores estudiantes activos de las cuatro carreras y de los cinco años. Se trata de una beca por un año para continuar estudios superiores en la Escuela. Este programa se suma a otros que la Fundación ha promovido en ESEN y que suman en total 275 becas otorgadas.
Ever menciona que una de las experiencias más conmovedoras es ser testigo de cómo cinco años después de haber tomado la decisión de estudiar en ESEN, los jóvenes becarios que ingresaron con ilusiones tímidas a un entorno de alto rendimiento académico se convierten en profesionales con un sello inigualable. Muchos de ellos se gradúan con honores, son candidatos para oportunidades laborales de calidad y con mucha determinación regresan a sus hogares para hacer mejoras en las casas de sus padres y para apoyarlos económicamente.
“La educación transforma a las personas y sus realidades. Lo bonito es verlos superarse y que luego buscan ayudar a quienes vienen detrás como una manera de devolver lo que recibieron”, explica Ever.
Fundación Poma en una palabra: CORAZÓN.
“Me impresiona el liderazgo que hemos desarrollado en las mujeres de las comunidades”
Karla Marjorie Segovia
Graduada de la VII Promoción de ESEN
Directora ejecutiva de la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL)
“Compromiso con impacto” es la frase con la que FUSAL se define a sí misma. Fundada en 1986 por el empresario Luis Poma y un grupo de colegas del sector privado, ha acompañado a El Salvador en las emergencias más críticas, como lo hacen los buenos amigos.
El programa que vio nacer a la organización es el de Ayuda Humanitaria, una iniciativa creada en alianza con la American Salvadoran Humanitarian Foundation (SAHF), radicada en Miami, para aliviar las necesidades más urgentes derivadas de la guerra civil y el terremoto de 1986.
Ambas organizaciones actuaron con rapidez, transparencia y organización para canalizar la ayuda proveniente de Estados Unidos. Casi cuatro décadas después, la relación entre FUSAL y SAHF continúa. Juntos han gestionado y distribuido más de $850 millones de dólares en donaciones, que han beneficiado a más de 600 organizaciones en El Salvador.
La directora ejecutiva de FUSAL, Karla Marjorie Segovia, explica que, cada año, en promedio, 150 organizaciones son atendidas por el Programa de Ayuda Humanitaria y
eso se traduce en más de 100 mil personas impactadas en todo el territorio.
La continuidad del programa depende del compromiso de muchas instituciones aliadas, entre ellas Fundación Poma. Su contribución es clave para movilizar los contenedores de donaciones, que en su mayoría transportan medicamentos e insumos médicos, alimentos, material educativo, entre otro tipo de insumos que cubren necesidades básicas de grupos poblacionales vulnerables.
“Tenemos un país con muchos accidentes geográficos y hay servicios de difícil acceso para mucha gente. Ese es un reto y lo enfrentamos para cumplir la misión de aliviar la pobreza para que todos los salvadoreños puedan crecer y desarrollar su potencial humano con bienestar. Todo eso se logra a través del financiamiento de Fundación Poma año con año”, explica.
FUSAL ha trabajado estrechamente con empresas y organizaciones internacionales para generar oportunidades de alivio en momentos retadores para el país. Después de los terremotos de 2001, Grupo Roble, división inmobiliaria de Grupo Poma, desarrolló un proyecto de vivienda social llamado Residencial Libertad, en el municipio de Tonacatepeque, con el objetivo de cubrir la demanda habitacional de miles de familias afectadas por los sismos. El complejo con viviendas para más de 3,500 familias incluyó una clínica, un centro educativo y amplios espacios deportivos, que fueron dinamizados por FUSAL por medio de diferentes programas que continúan funcionando hasta el día de hoy.
El contacto con las comunidades y la constante búsqueda de soluciones para contribuir a superar la pobreza, llevó a FUSAL, en 2004, a crear el programa “Libras de amor”, con el objetivo de disminuir los niveles de desnutrición y anemia en los municipios con más carencias del área rural. En más de una década y con el apoyo de los técnicos y las comunidades, lograron disminuir en un 51 % la desnutrición crónica, 67 % la desnutrición global y en 79 % los casos de anemia.
En 2019, la iniciativa evolucionó y se convirtió en el Programa de Primera Infancia, una intervención que además de enfocarse en educación en nutrición, también enfoca sus esfuerzos en el desarrollo infantil adecuado y las buenas prácticas de crianza. Actualmente, apoya a más 6,000 familias con hijos de hasta cuatro años de edad, en 22 municipios de Ahuachapán, Sonsonate, La Libertad, Morazán y Usulután.
Karla enfatiza que la transformación impulsada por el Programa de Primera Infancia trasciende a la comunidad y sus habitantes. “Me impresiona el liderazgo que hemos po-
Me impresiona el liderazgo que hemos podido desarrollar en mujeres que a veces, tal vez nunca, pensaron que podían hacer algo por su comunidad y, gracias a todo lo que aprendieron por estos programas, quedaron tan empoderadas que se volvieron lideresas”.
dido desarrollar en mujeres que a veces, tal vez nunca, pensaron que podían hacer algo por su comunidad y, gracias a todo lo que aprendieron por estos programas, quedaron tan empoderadas que se volvieron lideresas. Coordinamos a más de 400 voluntarios; pero el 90% son mujeres que han transitado de ser beneficiarias a ser replicadoras y eso es muy valioso”, destaca.
Otro hilo que estrecha la relación es el programa de Donantes Afiliados, impulsado por Fundación Poma, que duplica las aportaciones voluntarias que hacen los colaboradores de las empresas de Grupo Poma al Programa de Primera Infancia de FUSAL. De esta manera, la organización busca incentivar la solidaridad y profundizar el impacto.
El compromiso de FUSAL es palpable en la adversidad, incluso en los momentos de mayor incertidumbre. Durante la pandemia por COVID-19, una crisis sanitaria que mantuvo en vilo al mundo, la organización, junto a Fundación Poma, idearon el Fondo de la Solidaridad. Esta iniciativa permitió recaudar $2.2 millones con el apoyo de 30 empresas y organizaciones para la compra de pruebas serológicas y moleculares, equipo médico y formación técnica del personal de primera línea, detalla la directora ejecutiva.
“Por idea de don Ricardo Poma se creó el Fondo de la Solidaridad para movilizar $2 millones de dólares y apoyar en lo que la pandemia estaba creando. Fue muy crítico poder contar con los fondos otorgados a través de la unión de más de treinta empre-
sas, fundaciones y ayudas individuales para paliar la crisis”, detalla.
Como resultado de esta sinergia se logró tamizar a casi 30 mil salvadoreños que estaban en centros de contención y personal médico que servía en los hospitales. Además, se compraron, en Estados Unidos, 73 mil equipos de protección completos, que fueron donados en todos los centros que atendían casos sospechosos de contagio y también se financió la conformación de un equipo tamizador de más de 50 personas para atención comunitaria.
Finalizada la fase más crítica de la pandemia, una de las mayores preocupaciones a nivel mundial y nacional fue el rezago educativo de la niñez, que durante más o menos dos años debió cursar sus estudios de manera virtual. ¿Cómo transformar esa realidad? En alianza con la Fundación para la Educación Superior (FES), FUSAL lanzó el programa “Lee conmigo”, como segunda fase del Fondo de la Solidaridad. El objetivo es recuperar los niveles de lectoescritura de niños de entre 7 y 9 años de 20 municipios.
“Una de las cosas más mágicas que tiene FUSAL es que tenemos una cultura de generar impacto. Nuestras historias de sostenibilidad nos diferencian de todas las otras organizaciones por el potencial y lo tangible de transformar la vida de las personas para siempre”, afirma.
Fundación Poma en una palabra: BIENESTAR.
“Cuando todo falta, FUSAL siempre nos apoya”
Narcisa Catalán
Voluntaria de la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL)
Abuelas, madres, nietas y bisnietas. Varias generaciones de mujeres en el caserío El Espino celebran el acceso a salud temprana a través del programa de Primera Infancia de la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL).
Narcisa ha sido testigo por más de dieciocho años de la importancia de la atención en salud integral, desde el embarazo y durante los primeros años de vida. Su comunidad está ubicada en el municipio de Concepción de Ataco y ha sido uno de los primeros lugares donde inició este programa de FUSAL, apoyado desde sus inicios por Fundación Poma.
“Yo me acuerdo que llegó un doctor y nos dijeron que lleváramos a nuestros niños para que los pesaran y tomaran medidas. Querían conocer los problemas de nutrición y crecimiento”, cuenta. En ese momento, Narcisa era madre de 14 hijos, los menores, de dos y cuatro años, asistían a esos primeros controles. Además, ya era abuela de su primera nieta, que ahora tiene 22 años.
Durante los controles mensuales, Narcisa recuerda las charlas educativas sobre higiene integral y prevención de enfermedades, así como la entrega de paquetes de alimentos, que se complementaban con las demostraciones de cocina saludable para que cada ingrediente que recibían fuese preparado de manera óptima, pensando en la nutrición infantil.
“Es diferente el arroz según la forma en que se prepara. Nosotros a veces hacemos chiles rellenos o pastelitos de masa con arroz y soya adentro. Ya es distinto si hacemos tortitas de carne de soya con huevo o el arrocito blanco”, explica.
Las actividades impactaron tanto a Narcisa que al poco tiempo de haber iniciado la intervención ella se apuntó como voluntaria. Con mucho orgullo, recuerda los métodos de enseñanza del equipo de FUSAL hacia las voluntarias, quienes luego quedaron a cargo de los controles una vez su municipio alcanzó la etapa de sostenibilidad del programa.
Como una manera de apoyar la vocación de su madre, las hijas de Narcisa se convirtieron también en voluntarias. Ese respaldo y compañía fueron su mejor motivación para liderar junto a otras tres vecinas y colegas la permanencia de las prácticas saludables en su comunidad.
“Es bonito ver el grupo de mamás que se formó. Todas ponemos nuestro tiempo y a veces hacemos los controles en nuestras casas si no hay otro espacio. Uno por uno van pasando con los niños pequeñitos, hasta los cinco años más o menos que ya les toca irse del programa; pero si lo necesitan, les seguimos ayudando un tiempo más”, asegura Narcisa.
A ella lo que más le gusta de estos momentos de integración es la capacidad de escucharse entre todos. Cada familia es un mundo diferente, pero el apoyo para encontrar soluciones a los problemas es mutuo, desde un consejo de alimentación hasta una decisión de crianza. Incluso, ella misma también ha necesitado apoyo. Su nieto Gerardo nació con dificultades de movilidad y, gracias a la red de contactos que había construido como voluntaria, logró conseguir una silla de ruedas para él. Ahora su nieto es ya un adolescente y su participación en el programa durante los primeros años de vida contribuyó a su buen desarrollo.
La familia es lo más importante. Por eso me siento satisfecha con este trabajo de voluntaria”.
“Podemos ayudar a muchas señoras que son de la tercera edad y que viven solas. A varias les cuesta conseguir alimento y alguna medicina, entonces entre toda la comunidad también apoyamos esos casos para que nadie se quede sin comer”, cuenta como reflejo de los lazos que el programa estrechó en su comunidad.
Se declara una voluntaria feliz, sobre todo cuando el control mensual toca hacerlo en su casa y recibe a una treintena de niños. Dice que ese ‘relajo’ le gusta mucho porque su esposo y dos hijas que viven con ellos la ayudan a la hora de tomar los pesos y las tallas. Todos en casa se levantan temprano para preparar las sillas y los recursos de cocina para la demostración de nutrición. Durante la cuarentena por COVID-19, compartir con sus vecinos y los niños fue una de las cosas que más le hizo falta.
“La familia es lo más importante. Por eso me siento satisfecha con este trabajo de voluntaria porque, cuando toda falta, FUSAL siempre nos apoya. Hasta allá llegó Don Ricardo Poma y ahora me gustaría contarle todas las cosas que hacemos desde que nos enseñaron la primera vez. Nunca me pienso retirar de voluntaria”.
Fundación Poma en una palabra: SOLIDARIDAD.
“Estamos transformando vidas”
Ricardo Sagrera Presidente de Fundación Sagrera Palomo, fundador del Programa Empresarial ¡Supérate!, miembro de la junta directiva de FUSAL y del comité ejecutivo de ESEN.
Hay un antes y un después en la vida de un estudiante del Programa Empresarial ¡Supérate!. La perspectiva de los jóvenes se amplía, “florecen”, dice convencido Ricardo Sagrera, presidente de la Fundación Sagrera Palomo y fundador del programa.
Para ilustrarlo trae a su memoria la reflexión de un graduado, a quien su paso por ¡Supérate! y luego por la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) le mostró un camino de posibilidades inimaginables y una mirada amplia sobre la prosperidad: “Yo antes me consideraba pobre; hoy ya no soy pobre. No tengo dinero, pero ya no soy pobre”, relató frente a otros jóvenes, con el objetivo de animarlos durante su paso por el programa.
Momentos como ese le confirman a Ricardo que la vía para impulsar la transformación es la educación. Por eso cuando el empresario pensó en construir “un puente entre jóvenes talentosos, con un alto deseo de superación personal, y las oportunidades del mercado laboral”, concibió un programa de formación especalizado en Inglés e Informática, dos competencias altamente valoradas en los entornos de trabajo, y Valores, base para el desarrollo de personas íntegras.
La visión de la Fundación Sagrera Palomo era tan clara que decidieron construir el primer Centro ¡Supérate!, en 2004, en alianza con Grupo Hilasal, y trabajaron con esmero y minuciosidad en el desarrollo de un modelo educativo con los más altos estándares de calidad.
“Cuando creíamos que ya el modelo estaba bastante bien desarrollado fue cuando invitamos a nuestros amigos, empresarios y otras fundaciones para que se unieran, porque creíamos que todos estos tenían la posibilidad de hacer una escala interesante y tener un efecto multiplicador”, recuerda.
En 2011, Fundación Poma se unió a la franquicia e inició la operación de su centro en Santa Tecla para atender a jóvenes provenientes de ese distrito y municipios aledaños. En 13 años, 490 jóvenes se han graduado del Centro ¡Supérate! Fundación Poma.
Actualmente, la franquicia social ¡Supérate! está presente en El Salvador y Panamá con 14 centros y una comunidad de 1,732 estudiantes activos, más 4,711 graduados.
“Tenemos familias en las cuales ya hemos graduado hasta cuatro jóvenes. Eso nos llena…”, dice el empresario con una sonrisa que no necesita más palabras. “¡Qué más podemos decir! Estamos transformando vidas”, finaliza.
De acuerdo con el presidente de Fundación Sagrera Palomo, el Centro ¡Supérate! Poma es uno de los centros estelares del programa, y destaca la excelencia del trabajo de la fundación, su ADN empresarial -que le ha permitido transformar recursos en resultados de impacto-, así como el espíritu de retribuir a la sociedad.
“En los programas de la Fundación Poma siempre hay un nivel alto de desempeño enfocado en resultados”, enfatiza el empre-
No podemos ignorar lo que está pasando. Si hubiera más amigos involucrados en giving back creo que habría un país un poco más solidario, más equitativo”.
sario, al hablar de las diversas áreas en las que interviene esta.
Los lazos que unen a ambas organizaciones son fuertes. Ricardo rememora los años de trabajo en la década de los 80, con el empresario Luis Poma en la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL), así como numerosas iniciativas que ha impulsando junto a su “tocayo”, como familiarmente se refiere a Ricardo Poma, en diferentes organizaciones, entre ellas la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN).
Para el líder de la Fundación Sagrera Palomo el rol del sector privado es relevante para impulsar el progreso social. “No podemos ignorar lo que está pasando. Si hubiera más amigos involucrados en giving back creo que habría un país un poco más solidario, más equitativo”, sostiene.
Fundación Poma en una palabra: SOLIDARIDAD
“Lo mejor que puedes hacer para superar una crisis es seguir estudiando y prepararte mejor”
Sara Maravilla Graduada del Centro ¡Supérate! Fundación Poma y Exbecaria al Talento Psicóloga del Centro ¡Supérate! Fundación Poma
La maravillosa historia de Sara Maravilla inició en un momento retador para su familia, que tambaleaba debido a una fuerte crisis económica. Su padre se esforzaba para generar ingresos a pesar de luchar con una enfermedad, su madre apoyaba con ventas ambulantes y sus hermanos universitarios pusieron en pausa los estudios. Lo que comenzó cuando Sara tenía diez años se alargó más de lo esperado y alcanzó su adolescencia.
Ella valora la creatividad de sus padres para enfrentar los desafíos. Cuenta que su mamá vendía ropa por catálogo además de frijoles cocidos listos para comer. “Entre 2014 o 2015, pasé limpiando y vendiendo
frijoles. Fue muy duro”, recuerda Sara, para quien la posibilidad de estudiar una carrera superior se desvanecía.
A pesar de todo, se esforzaba por continuar sus estudios en el Centro Escolar Católico Alberto Masferrer. Un día de clases, entró un profesor al aula y contó que el Centro ¡Supérate! de Fundación Poma tenía becas disponibles. Sara levantó la mano para anotarse primero y averiguar después.
Durante el proceso de admisión, recuerda que una de las psicólogas que la entrevistó le preguntó qué quería hacer de su vida y Sara respondió: “aeromoza, para viajar por el mundo”. Esa respuesta la mortificó varios días porque sentía que había sido una mala contestación para una entrevista sobre becas de estudio. Sin embargo, su personalidad burbujeante y su certeza en las capacidades que quería desarrollar fueron suficiente para que le otorgaran la oportunidad que esperaba. Sintió que la puerta de las posibilidades se abría frente a ella.
¡Supérate! Fundación Poma funciona a contra turno de los horarios formales de la escuela. Sara inició clases un 27 de febrero de 2014 junto a sus compañeros de otros centros escolares. Comenzó una etapa de alto rendimiento: “Me levantaba a las 6:00 a.m. Mi primer año de bachillerato fue muy difícil. Durante tres años llegué a casa a las 6:00 p.m. a comer, cambiarme y a las 7:00 u 8:00 de la noche comenzaba a hacer mis tareas. Hubo momentos en que dormía cuatro horas y otros días con suerte dormía cinco. Tuve que aprender a organizarme”, cuenta.
En su tercer año ya estaba finalizando sus estudios en el Centro y se dio cuenta de que
Ahora veo a quienes fueron mis primeros alumnos que se van a graduar este 2024 y es una mezcla de sensaciones muy interesante. Yo estuve en ese lugar, usé esas computadoras para mis tareas y creo que soy un ejemplo de que sí se puede”.
toda esa experiencia la estaba preparando para ser adulta: “Fue un caos mental, pero me di cuenta de que ya estaba entendiendo a qué me quería dedicar. Cuando hice las pruebas vocacionales, los resultados indicaron que podría estudiar para ser maestra, trabajadora social o psicóloga y eso me gustó”, relata.
Durante las primeras clases de la materia de “Valores” que impartía una psicóloga, Sara empatizó mucho con los temas. Esa experiencia contrastó con su respuesta inicial de ser aeromoza. La cantidad de información que ahora tenía para poder tomar decisiones de vida era caudalosa. El programa había ampliado su perspectiva y la estaba transformando.
En ¡Supérate! Fundación Poma hablaron de las Becas al Talento de Fundación Poma y pensó en aplicar. Una de las psicólogas del equipo, Angélica Anaya, la acompañó en este nuevo proceso y la apoyó en su autoconfianza: “Cuando me llegó la noticia de poder asistir a la universidad, grité tanto de alegría que mi mamá me escuchó desde el patio”.
Durante su nueva etapa como universitaria, siempre se mantuvo involucrada con el ¡Supérate! a través de diferentes actividades. A pesar de sus nuevas responsabilidades académicas; encontró tiempo para regresar adonde fue feliz. Apoyó con tareas administrativas, además de asistir a muchas
actividades con los estudiantes, impartir charlas de valores y apoyar en procesos de selección de nuevos becarios. Sara se había convertido en la mano derecha del equipo que la vio desarrollarse.
En 2021, comenzó su último año de Licenciatura en Psicología, en la Universidad Dr. José Matías Delgado, y la directora, Andrea Arbizú, la contactó para pedirle nuevamente apoyo. A un mes de egresar y después del proceso de inducción, vio cómo se abría una nueva puerta: lo que comenzó como un interinato se tornó en una vacante oficial.
“Todo se dio muy curioso y, a veces, me dan ganas de llorar cuando recuerdo cada etapa. El dinero siempre ha sido limitado para mis papás. Todos siempre buscando cómo avanzar apoyándonos en familia. Ahora veo a quienes fueron mis primeros alumnos que se van a graduar este 2024 y es una mezcla de sensaciones muy interesante. Yo estuve en ese lugar, usé esas computadoras para mis tareas y creo que soy un ejemplo de que sí se puede”, reflexiona.
Sara explica que le gusta sentir que pertenece a muchas vidas y pensamientos distintos. El Centro ¡Supérate! Fundación Poma le dio la confianza y capacidad de conocer los soyos y avanzar en cada etapa.
Fundación Poma en una palabra: PUENTE.
“La sola presencia del Teatro Luis Poma es un llamado a consumir arte”
Jorge Ávalos
Ganador del I Premio Ovación Periodista, crítico teatral y dramaturgo
La vida de Jorge siempre estuvo llena de arte escénico. Evoca el antiguo teatro de CAESS, en donde ahora está ubicado el Teatro Luis Poma, el cual solía visitar en su infancia para ver presentaciones de teatro de vanguardia. Ahí conoció las canciones de protesta política de los años setenta y eso quedó también en su memoria.
Cuando tenía quince años, recuerda la vez que, después del colegio, entró al Teatro Nacional, en San Salvador, para ver una presentación de títeres con Roberto Franco. En México, disfrutó del famoso Teatro Blanquita, que combinaba actos tipo Las Vegas y algunos shows de comedia al estilo mexicano. Luego, en Guatemala, conoció la obra “Diario de un loco” que utilizaba el método Stanislavski, entre otras puestas en escena más. Todas esas experiencias le provocaron la necesidad de conocer ese mundo que le iba sembrando semillas que germinaban en ideas.
El inevitable exilio lo obligó a vivir entre San Francisco y Nueva York por veinte años, pero fueron esas nuevas experiencias artísticas las que terminaron de consolidar sus inquietudes por el quehacer teatral. Ya tenía su fin último en mente: convertirse en dramaturgo y en ese camino pasó por periódicos como escritor de cultura. Al regresar a El Salvador, en 2001, ya hacía crítica teatral y reportajes, pero no existía todavía un teatro con arraigo.
“Las artes como tal no se activan sólo porque hay un artista haciendo cosas, sino cuando se dinamizan procesos y se crea un tejido social que permite muchos elementos sostenidos en el tiempo”, sentencia el dramaturgo.
Un par de años después algo nuevo pasó: “El teatro con Robi Salomón y la voluntad política de Fundación Poma se unieron y los medios de prensa comenzaron a publicar sobre estas actividades”. También vivió su primera incursión en el Teatro Luis Poma y montó una exposición de danza, en el año 2003, para darle más foco a esta rama escénica.
Para él, el Teatro Luis Poma es un espacio donde los artistas encontraron un hogar con raíces, finalmente. De pronto, los grupos comenzaron a sentirse cómodos para producir específicamente para ese lugar. Creaban con la meta de estar ahí, con una taquilla que se distribuía entre actores y comenzaron a recibir un salario, ¡por hacer arte!
De quienes no estaban a la altura o hacían malas producciones, no escribía una crítica al respecto, porque “desaparecían solos”. “El Teatro Poma creó una barra de calidad que ha ido subiendo con la oferta del público. Eso fue un ganar-ganar”, enfatiza.
“Robi siempre le imprime cierta visualización y dinamismo a lo que presenta. Desde siempre fue muy inusual. Siempre tuvo un estilo distinto. Es un ‘puestista’ de escenas”, dice Jorge al contar los inicios de la primera sala privada con una cartelera ininterrumpida.
Para Jorge, la Fundación Poma creó esta circunstancia especial que el teatro se merece. Ese espacio imaginario de invención en actores y creadores es importante porque propició dimensiones de lo verosímil. Por ejemplo, en la obra “Por delante y por detrás”, la pieza original describe una casa de dos pisos; pero en el Poma crean la ilusión con tres escalones, “pero la gente lo ve, lo acepta, lo vive, compra la ilusión porque lo que los actores ofrecen es verosímil”, explica.
En esos ejemplos, habla de su obra “Ángel de la guarda” que siempre sintió como un reto que el público podría rechazar por la carga del argumento; pero permaneció en repertorio ocho años. Sobrevivió mucho más allá de su expectativa y cautivó al público porque era inusual llegar al fondo de un alma y enfrentar al horror del abuso.
No puede faltar en su recuento “La canción de nuestros días”, una obra creada por él junto a Alejandra Nolasco, ganadora del premio VI Ovación, en 2014, y con la concursaron las actrices Lilibeth Rivas y Emmy Stephany.
Entre las montañas de Cacaopera, magia de luces, sonidos, fondos, un cuenco puesto
bocabajo que simula una enorme roca y una serie de discos que son golpeados por la luz y los convierte en un atardecer en el campo: “Ves esas fotos a color y es hermoso lo que hicimos. Roberto siempre entendió el pragmatismo y lo técnico, lo que hace eficiente y atractiva la puesta en escena. Es un maestro en eso. Nunca hay algo de más en sus presentaciones y muchos nos apegamos a eso”, agrega.
Para este multifacético creador, lo que el público necesita son emociones reales y eso viene no de lo que el actor siente, sino del significado que el espectador encuentra en la obra. El público en su mente suma significados propios y eso produce emociones.
Jorge participó como documentalista del proceso de la Comisión de la Verdad al final de la guerra civil en El Salvador. Para cumplir los procesos, se fue a vivir a Morazán y vio regresar a la gente de los campos de refugiados. Cuando los entrevistaba, sentía que tenía una deuda con ellos y “La canción de nuestros días” viene de ahí. El día que se estrenó con todo el cuidado que pusieron, veía al público atento, reír y llorar y luego la ovación final. Lloró por esa promesa que no pensó posible realizar y por lo que ahora agradece a la Fundación Poma y a su equipo.
Fundación Poma en una palabra: VISIÓN.
Las artes como tal no se activan sólo porque hay un artista haciendo cosas, sino cuando se dinamizan procesos y se crea un tejido social que permite muchos elementos sostenidos en el tiempo”.
“El Teatro Poma construye puentes en las carreras de los artistas”
Larissa Maltés y Otto Rivera
Actores de Proyecto
Dioniso
Dos sonrisas aparecen entre historias y ganas de contarlas. Larissa y Otto son dos jóvenes actores que parece que ya tienen la experiencia de una vida sobre las tablas.
Proyecto Dioniso nació en 2018 como inquietud de un grupo de jóvenes artistas para hablar de los temas que les duelen a esas edades. Iniciaron producciones que fueron un encuentro generacional para contar historias con nuevas formas.
“Somos un colectivo que venimos de distintos lugares y nos encontramos en el Teatro Luis Poma gracias al apoyo de Robi Salomón. Desde ese momento nos dio la bienvenida y nos acuerpó a los actores emergentes”, dice Larissa.
La primera vez que se presentaron fue en el Centro Nacional de Artes (CENAR), durante el Encuentro Nacional de Teatro Universitario, en el año 2013. Después de eso, el Teatro Luis Poma abrió sus puertas a los recién graduados para que pudieran presentar sus proyectos.
“El Teatro Poma siempre fue la máxima meta para presentarnos porque no sólo es la mejor infraestructura para nosotros como actores, significa conocer el trabajo de otros artistas de afuera”, afirma Otto, quien recuerda las primeras veces que compartieron con los actores internacionales Sergio Mercurio y César Brie, grandes referentes del teatro latinoamericano.
Lari coincide en la “suerte infinita” de esos encuentros para su propia formación: “El Teatro Poma construye puentes en las carreras de los artistas. Yo llegué a presentarme al premio Ovación que dos de nuestras integrantes actrices ganaron. Nos presentamos con gran expectativa de ser una dramaturgia nacional escrita por Alejandra Nolasco y Jorge Ávalos. Era ‘La canción de nuestros días’.
El arte y la cultura son importantes, vitales. Nos hace cuestionarnos como humanos, lo que vivimos y lo que queremos contar. Quienes actuamos le permitimos a la gente sentir a través de una historia que merece ser escuchada”.
Larissa Maltés
Yo me acababa de graduar de la escuela y tuve la gran suerte de participar en una obra ganadora del premio Ovación. Estuve en el ojo de la gente y me llamaron para otros proyectos. Todo lo que ha venido después ha sido maravilloso”, relata.
El reconocimiento al que se refiere Lari fue instituido en 2009 por Fundación Poma y el Teatro Luis Poma con el objetivo de incentivar el desarrollo y ejecución de proyectos artísticos innovadores, así como impulsar la profesionalización del gremio. El premio Ovación facilita a los ganadores un apoyo valorado en $5,000 para llevar a cabo su propuesta.
Otto destaca lo extraordinario que resulta un teatro ubicado en medio de un centro comercial, donde se puede consumir de todo: comida, ropa, electrodomésticos, servicios y ahora arte. Los puntos de coincidencia para él son importantes en el acceso al arte en cualquier momento.
Con esto en cuenta, Larissa rememora la vez que se presentó con dos de sus compañeras actrices en Cárcel de Mujeres y el temor que sentían respecto a si podrían gustar y entretener a ese público poco habitual para ellas. Al final de esa función, una mujer privada de libertad les dijo: “Les quiero agradecer porque con esto que nos trajeron nos hacen olvidarnos de esta realidad y nos metieron con ustedes en ese viaje, gracias”. Ese comentario les afirmó su vocación de contar historias en diferentes escenarios y sobre diferentes temas, más allá del entre-
tenimiento, como una forma de impactar la mente y el corazón de los públicos.
Ambos recuerdan la presentación de la obra “Dekamerón”, su segunda puesta en escena como colectivo en El Poma y que atrajo a un público al que el teatro desea llegar más seguido: los jóvenes. “El arte y la cultura son importantes, vitales. Nos hace cuestionarnos como humanos, lo que vivimos y lo que queremos contar. Quienes actuamos le permitimos a la gente sentir a través de una historia que merece ser escuchada. Eso me mueve. El Teatro Luis Poma me ha permitido desarrollarme como profesional de manera ética y responsable”, afirma Larissa.
Hacen una pausa y asienten al mismo tiempo cuando hablan de esa infraestructura que tan cómodos los hace sentir: “Está equipado con todas las de la ley, es una infraestructura digna para artistas y el público que también merece respeto. Las condiciones especiales del sonido, luces acondicionadas, una taquilla organizada, parqueo seguro. Todo eso para que puedas ausentarte de la avalancha cotidiana y vengas a desconectarte para sentir otras realidades”, dicen mientras se complementan.
La versatilidad del Poma es una característica que subrayan, ya que el espacio facilita foros después de algunas funciones teatrales, exposiciones en el lobby, talleres y toda una serie de actividades artísticas y culturales dentro de un centro comercial.
Fundación Poma en una palabra: CRECIMIENTO.
“Es a través de la educación que puede mejorarse la calidad de vida de las personas”
Ana de Bardi
Directora ejecutiva de la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo (FEPADE)
Con 18 años de experiencia en el mundo de la educación y los programas de becas, Ana de Bardi, Directora Ejecutiva de FEPADE, ha sido testigo de numerosas historias que confirman la importancia de que los jóvenes tengan acceso a oportunidades de formación para romper círculos de pobreza.
La organización que ella lidera administra cien fondos de becas de todo tipo: de empresas, fundaciones, familias y personas particulares. Uno de ellos es el programa de Becas al Talento de Fundación Poma, creado en 2007, aunque la relación entre ambas instituciones se remonta a 1986, cuando la familia Poma fue una de las primeras en apoyar la misión de FEPADE, cuenta Ana.
Becas al Talento facilita que jóvenes con sobresaliente desempeño académico y limitados recursos económicos cumplan el sueño de cursar una carrera superior, sea técnica o universitaria, en áreas que son altamente demandadas por el mercado laboral.
La Directora Ejecutiva de FEPADE destaca diferenciadores de este programa, entre ellos la calidad de la documentación solicitada, la investigación del contexto de cada aplicante, así como el seguimiento para cada becario. “Eso hace un mundo de diferencia, particularmente con Alejandro Poma y Juanita Zelaya, quienes han estado en estos procesos desde el día uno, retándonos, cuestionándonos y poniéndonos la barra cada vez más alta”, sostiene.
Entre 2007 y 2024, Becas al Talento ha otorgado 1,541 becas para alumnos de los catorce departamentos del país. De ellas,
Lo que persigue el programa de Fundación Poma es incidir en la movilidad social, no solo de los jóvenes, sino de las familias que están siendo apoyadas por el programa de becas”.
989 han sido para estudios técnicos y 492 para estudios universitarios. En el acumulado histórico, el 42.19 % de las ayudas han sido dirigidas a jóvenes mujeres, pero en los últimos años las mujeres han recibido más del 50% de las becas.
El involucramiento con la realidad de los becarios le reveló a FEPADE nuevos retos que debían ser resueltos para cuidar la permanencia de los estudiantes y su experiencia. “A veces, me impactaba mucho que íbamos a hacer visitas a un instituto y encontrábamos a jóvenes dormidos, recostados en la mesa. Claro, no habían comido bien”, narra Ana. Enfrentarse a esa realidad motivó a Fundación Poma y a FEPADE a incorporar, entre 2010 y 2011, un bono alimenticio para los becarios de carreras técnicas en el ITCA (Escuela Especializada en Ingeniería). Así también, analizaron la necesidad de conexión a internet para facilitar a los estudiantes herramientas de estudio.
Uno de los resultados que más conmueve a la Directora Ejecutiva es que algunos estudiantes han sido los primeros en su familia en
llegar a esa etapa académica y son el punto de inflexión para comenzar la movilidad social y romper los círculos de pobreza.
Uno de los retos para el Fondo de Becas al Talento ocurrió durante la pandemia, al modernizar el proceso de postulación. “Antes las personas llevaban su formulario físico a las oficinas de FEPADE y, desde el proceso de postulación digital, los jóvenes pueden hacerlo desde su computadora o celular. Eso nos ha permitido mejorar en el proceso de selección y cada año hemos notado un incremento sustancial de postulaciones”, indica. Solo en 2023, alrededor de 1,285 jóvenes se registraron en la plataforma, 50 % más que en 2022.
La directora ejecutiva de FEPADE reflexiona que el impacto de un fondo de becas no se limita al número de beneficiarios, ya que, el hecho mismo de contribuir a que una tan sola persona mejore su calidad de vida es un verdadero cambio social.
Fundación Poma en una palabra: COMPROMISO.
Algo muy caracteristico de la Fundación es que apoyan de manera integral”.
“Becas al Talento me cambió todo”
Yamileth Díaz Graduada del Complejo Educativo Católico Ricardo Poma Exbecaria al Talento
Yami, como le dice de cariño su familia, estudió desde kínder hasta bachillerato en el Complejo Educativo Católico Ricardo Poma. Hay un antes y un después en su etapa escolar: “Yo era una persona sumamente tímida y no quería exponer nada en clase para que nadie me viera. Un proyecto con FUSAL (Fundación Salvadoreña para la Salud y Desarrollo Humano) cambió mi personalidad de manera radical. Conocí mis habilidades y aprendí a participar en todo lo que pude. ¿Quién me iba a decir que me iba a servir como herramienta profesional y de vida?”, reflexiona la joven.
El proyecto del que habla fue un voluntariado de jóvenes para dar charlas sobre educación y sexualidad integral a niños y otros adolescentes, implementado por la clínica de su comunidad en alianza con FUSAL. Esa iniciativa formaba parte de un proyecto social mucho más grande: “Residencial Libertad”, un complejo habitacional desarrollado por Grupo Roble en alianza con varias empresas en el municipio de Tonacatepeque, como una respuesta a la necesidad de vivienda de bajo costo tras los terremotos de enero y febrero del 2001.
Desde su concepción, Fundación Poma y su organización hermana FUSAL se involucraron
Becas al Talento me cambió todo. Sin ese apoyo, incluso en la pandemia, no habría podido continuar”.
para crear una intervención que completara las residencias con un equipamiento social conformado por una clínica, un complejo deportivo y un centro educativo. Todos ellos funcionan hasta el día de hoy y su impacto es notable no sólo para los habitantes de la residencial sino para los vecinos de comunidades aledañas como el Distrito Italia.
Yami siente que conoce a la familia Poma desde muy pequeña. Cuenta que creció escuchando historias sobre ella y su constante apoyo a la juventud y a la sociedad a través de becas de estudios para el bachillerato y la universidad, ayuda humanitaria, arte y cultura y le sorprendía la cantidad de personas beneficiadas con ello.
Cuando cursaba sexto grado, durante un intercambio juvenil, recuerda haber conocido al presidente de Fundación Poma, Ricardo Poma. Lo saludó y, al estrechar su mano, escuchó algo que atesora en su memoria: “Eres una joven con mucho talento. Nunca te rindas. Si el día de mañana piensas que tus sueños son imposibles, no dudes en tocar puertas porque se van a abrir”.
Previo a su graduación de bachillerato, en 2017, la joven participó en una charla vocacional para aprender a hacer su plan de vida. Dudaba si perseguir estudios universitarios o buscar un empleo para apoyar más a su
familia. Fue su mamá, quien al enterarse de que su hija había logrado el primer lugar de su clase, gracias a su rendimiento académico, comenzó a buscar apoyo financiero para costear la universidad.
Yami también hacía lo suyo. “Vendía frescos, panes con pollo y otras cosas para recaudar dinero y poder matricularme en la Universidad Don Bosco, que era la que me llamaba la atención. Los pagos me preocupaban mucho; pero al inscribirme en Mercadeo me acordé que FEPADE (Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo) hacía convocatorias para becas universitarias. Así me atreví a presentar un formulario, recolecté las constancias y documentos y envié lo que me pidieron”, recuerda.
La providencia conectaría nuevamente a Yami con Fundación Poma, quien cuenta con un fondo de becas para estudios superiores administrado por FEPADE. El programa se llama Becas al Talento y reconoce los fuertes deseos de superación y el sobresaliente desempeño de jóvenes con limitados recursos económicos. Además del apoyo financiero, facilita a los becarios acceso gratuito a servicios de terapia psicológica, consejería académica, espacios de formación complementaria y actividades de integración.
Una tarde en su casa, recibió una llamada por teléfono en la que le notificaron que había sido aceptada. Rememora que su corazón latía a mil por hora. La Fundación Poma le estaba dando la oportunidad de su vida. Se
le quebró la voz porque entendió que ese momento era el inicio del resto de su plan de vida. Se prometió ser disciplinada y proyectarse los próximos cinco años para cumplir con esas nuevas obligaciones.
“Todo joven becado podrá entender la felicidad de ese momento al tener personas que -sin conocerte- confían en tus sueños y apuestan por tu potencial. Becas al Talento me cambió todo. Sin ese apoyo, incluso en la pandemia, no habría podido continuar”, asegura Yami con la voz emocionada.
Más allá del alivio económico, explica que ha desarrollado habilidades que no sabía que tenía al vencer sus más grandes miedos y superar momentos difíciles. Yami sufrió pérdidas en su familia cercana y necesitó apoyo psicológico para continuar con sus responsabilidades de estudio: “Yo sentía que podía ayudar a otras personas; pero nada me estaba ayudando a mí. Ese programa de salud mental me ayudó a superar la crisis de esas pérdidas”, sostiene.
“El secreto del éxito es la persistencia. La Fundación Poma nos da herramientas de todo tipo; pero la disciplina es de cada quién”, concluye.
En 2023, Yami se graduó como Licenciada en Mercadotecnia. Es la primera de su familia en alcanzar un título universitario.
Fundación Poma en una palabra: APOYO.
El secreto del éxito es la persistencia. La Fundación Poma nos da herramientas de todo tipo; pero la disciplina es de cada quién”.
“Si estás vivo y en este lugar, es para poner tu vida al servicio de los demás”
Madre Rutilia Aguilar y Madre Rosa Elvira Santillana Exdirectora y directora del Complejo Educativo Católico Ricardo Poma
Los terremotos de enero y febrero de 2001 en El Salvador dejaron más de ochocientas personas fallecidas, al menos ocho mil damnificados y más de 134 mil viviendas destruidas. La tierra se movió durante dos meses provocando derrumbes y daños en todo tipo de estructuras.
Los esfuerzos de organizaciones sociales y el apoyo de la empresa privada fueron claves en la movilización de recursos y la gestión de ayuda humanitaria. Aliviar las necesidades inmediatas surgidas de la emergencia fue una prioridad de país, así como pensar en el futuro de las miles de familias que lo habían perdido todo.
Residencial Libertad, en Tonacatepeque, surgió como una respuesta sostenible y de largo plazo para enfrentar el desafío del acceso a la vivienda. Grupo Roble, junto con aliados del sector privado, ideó un modelo de vivienda social que incluyó un complejo habitacional con más de dos mil casas, una clínica comunitaria, un complejo educativo y un amplio espacio deportivo.
Para asegurar el impacto social de este proyecto residencial, Fundación Poma y FUSAL se unieron con el diseño y la ejecución del modelo de intervención comunitaria. Más de dos décadas han transcurrido y el compromiso de ambas organizaciones con los habitantes de Residencial Libertad se mantiene, con la estrecha colaboración de la Corporación Colegio Espíritu Santo.
“El edificio donde ahora está bachillerato fue construido por la familia Poma y la institución educativa lleva el nombre de Ricardo Poma”, cuenta Madre Rutilia, quien estuvo al frente del centro educativo desde sus inicios hasta 2017. Ahora, ella es directora del Complejo Educativo Católico Espíritu Santo, en San Rafael Obrajuelo, departamento de La Paz; pero recuerda con mucha ilusión y alegría cada hito alcanzado durante el tiempo que vivió en Residencial Libertad.
“Uno de los motivos de orgullo fue cuando comenzamos a impartir inglés como segundo idioma. Toda la gente de otros municipios quería venir a estudiar aquí, porque desde los cuatro añitos lo estudian y al graduarse ya llevan una capacitación diferente”, explica la religiosa. Este programa de inglés, ejecutado con el apoyo de la Salvadoran American Humanitarian Foundation (SAHF) - organización hermana de FUSAL en Miami- ha beneficiado, desde hace más de cinco años, a los 1,080 estudiantes que asisten al centro educativo.
En 2018, Madre Rosa Elvira Santillana se incorporó como Directora del Complejo Educativo y ha trabajado para profundizar los logros alcanzados. “Tanto la clínica, las canchas, la escuela y todo lo demás tienen un alto impacto en la forma de vida de las personas. Yo me mantengo impresionada con lo que este lugar significa para el bienestar de todos, sobre todo de los más jóvenes. Ahora paso los fines de semana en el complejo deportivo para estar cerca del desarrollo de los adolescentes”, cuenta la hermana religiosa.
Con el objetivo de facilitar opciones de sano esparcimiento en Residencial Libertad, desde sus inicios, se implementaron escuelas deportivas. Estos espacios facilitan el entretenimiento de los más jóvenes, el desarrollo de habilidades físicas y la práctica de valores. Entre los días martes y domingo, más de 270 participantes, cuyas edades oscilan entre los 6 y los 17 años, disfrutan de actividades guiadas y, por supuesto, torneos.
Una de las intervenciones con mayor alcance es la clínica, que recibe cerca de 2,970 pacientes por año. Los niños, las mujeres y la población adulta mayor son los grupos poblacionales más beneficiados con las atenciones de enfermedades, controles pre- y posnatales que incluyen vacunas, pero también con las charlas sobre estilo de vida saludable, higiene personal, nutrición y cocina.
Ampliar el horizonte de la juventud es una prioridad en Residencial Libertad. La
disponibilidad de una institución con cobertura hasta el bachillerato ha contribuido a esta comunidad y a otras aledañas, como el distrito Italia. El modelo del Complejo Educativo Católico “Ricardo Poma” es integral y, además de brindar formación académica, ejecuta programas psicosociales, entre ellos la formación en “Plan de Vida”.
Desde 2006, en estos espacios, los estudiantes desde séptimo grado hasta bachillerato aprenden a gestionar sus emociones, a descubrir sus habilidades físicas y cognitivas, a desarrollar habilidades blandas para la vida y a enfocar su disciplina en estudios y metas profesionales.
Madre Rosa Elvira reconoce que la realidad es dura para muchas familias debido a los problemas económicos y sociales. Sin embargo, enfatiza que es posible salir juntos adelante.
De acuerdo a la experiencia de su homóloga, la educación es relevante para mejorar el futuro de las familias en Residencial Libertad. “Necesitamos seguir ampliando la matrícula. Cuando yo estaba, comenzamos con 510 alumnos y cuando me fui ya había más de 1,200. Esa promesa de crecimiento es uno de mis mayores deseos, seguir cumpliendo, y creo que la familia Poma también se siente satisfecha de los resultados. El reto que nos pusimos ha sido más que superado con esta obra de amor”, finaliza madre Rutilia.
Fundación Poma en una palabra: UNIÓN.
Yo me mantengo impresionada con lo que este lugar significa para el bienestar de todos, sobre todo de los más jóvenes”.
Madre Rosa Elvira Santillana
“Si le pones empeño a lo que haces, puedes lograr lo que sea”
Melissa Chacón
Exbecaria de Fundación Poma y graduada de ESEN
Hija de Lorena Chacón, colaboradora de Grupo Poma
Desde sus estudios de bachillerato, la época en la que se comienza a decidir el rumbo de la vida, Melissa se trazó sus objetivos profesionales tomando en cuenta su vocación numérica. Era el año 2011 y junto a su hermana, Melanie, aún en el colegio, platicaban mucho sobre los planes de cada una.
Su mamá, Lorena Rivera de Chacón, colaboradora de Grupo Roble en el área legal por más de 30 años, les inculcó a ambas trabajar con excelencia y disciplina: “Debo decir que me siento muy orgullosa de mi mamá. Ella estaba estudiando leyes cuando nos tuvo a mi hermana y a mí y postergó sus estudios. Cuando se graduó, siguió creciendo dentro de Grupo Roble y siempre he admirado su forma de superarse en la empresa y en la vida”, comenta Melissa.
La familia de Melissa siempre estuvo familiarizada con la cultura de Grupo Poma y conocía el beneficio de beca parcial para hijos de colaboradores que ingresaran a la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN). Motivada por su reputación, así como por el sello de alto rendimiento y calidad educativa, la joven decidió postularse para la carrera de Licenciatura en Economía de Negocios. Su sobresaliente desempeño le abrió las puertas e inició sus estudios en ESEN en 2013.
“Siempre veía a mis compañeros muy contentos. Cada persona que me encontraba estaba disfrutando su experiencia, desde los que éramos nuevos hasta los catedráticos que llevaban años. Siempre encontré a alguien dispuesto a darte un consejo o una solución”, recuerda Melissa al hablar de su proceso de adaptación.
Hay que aventarse a lo desconocido y hacer tu propio camino”.
Melissa Chacón
Para ella, el camino recorrido en ESEN materializó el sueño que había forjado en bachillerato y el apoyo de la beca parcial le dio la seguridad necesaria para sobrellevar los retos de un ambiente con gran exigencia. Asegura que lo mejor que se puede hacer es tomar impulso y tirarse a lo que venga sin dudar de los talentos propios. “En esta época de redes sociales, vemos estilos de vida que parecen inalcanzables y nos pueden hacer dudar para qué tanto esfuerzo si nunca llegaremos a eso; pero justamente por eso es que debemos intentarlo todo”.
Su proceso de estudio también la transformó a ella como persona. Se confiesa como una mujer más empática y enfocada en su crecimiento. Cuenta que interiorizó el aprendizaje de todas las historias de vida con las que compartió y aprendió a trabajar en equipo para dejar una huella positiva en cada paso.
“Ese ejemplo lo aprendí de la Fundación Poma. Ellos se esmeran en ir a lugares difíciles y encontrar hasta debajo de las piedras el talento que ahí pueda estar escondido para
potenciarlo. Esa es la misión que tienen, hacer la diferencia en quien luego hará otra diferencia”, reflexiona.
Al graduarse en enero del 2018, comenzó a trabajar en finanzas en una empresa local y más adelante surgió la oportunidad de desarrollarse en el área de recursos humanos. Al recordar su filosofía de tirarse a lo desconocido e intentarlo todo, tomó la oportunidad de seguir aprendiendo.
Esa empatía que desarrolló en ESEN ahora la aplica todos los días al trabajar con vidas que necesitan enfoque personalizado para desarrollarse y disfruta escuchar todo tipo de historias de personas que buscan crecimiento y bienestar.
De 2022 a 2023, estudió una maestría en Madrid, en recursos humanos y gestión del talento, para sumar a su nueva experiencia laboral y la catapultó a un nuevo reto laboral en Premium Restaurants como Jefa de Compensaciones y Beneficios, donde ha consolidado su constante aprendizaje.
“Por supuesto que me gustaría que nuestra realidad no tuviera tantos obstáculos para superarnos. La juventud, sobre todo, tiene muchas barreras para cumplir sus sueños. Cuando alguien apunta alto siempre contestamos que eso no se puede o que ese sueño no te dará de comer; pero insisto en que hay que aventarse a lo desconocido y hacer tu propio camino”, concluye esta joven profesional.
Fundación Poma en una palabra: COMPROMISO.
“Gracias a Fundación Poma ahora trabajo en lo que siempre soñé”
César
Ruiz
Ganador del I Certamen
Nacional de Matemáticas
Exbecario de Fundación Poma y graduado de ESEN
César cursaba el último año de bachillerato en Contaduría en el Instituto Manuel José Arce en San Salvador. Era 2008, su habilidad con los números estaba por cambiarle la vida y darle paso a uno de sus tantos sueños.
Al regresar a clases de un permiso médico, le compartieron información sobre una competencia nacional de matemáticas y, como el año anterior su instituto había ganado ese mismo concurso, pero en Lenguaje y Literatura, querían participar de nuevo y obtener los mejores resultados. César aceptó el reto y, poco a poco, fue avanzando en cada ronda hasta llegar a la final nacional en octubre de ese año.
Mientras competía y se preparaba para cada eliminatoria, sus clases y la decisión sobre su futuro continuaban el mismo curso: entrar a una universidad que pudiera otor-
garle una beca. En el camino, se enteró de que el certamen nacional para el que tanto se estaba preparando era impulsado por Fundación Poma. El descubrimiento lo llenó de ilusión, porque esa podría ser la oportunidad que tanto necesitaba para continuar sus estudios superiores. El premio para el ganador era precisamente una beca para estudios superiores.
César llegó a la final. Entre nervios y sueños, encontró un ejercicio de ecuaciones que había repasado mucho y, gracias a uno de esos puntos, ganó la competencia en la categoría de tercer año de bachillerato. Ahora solo debía elegir la universidad en la que quería formarse.
Hizo un recorrido por la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) para conocer sus instalaciones, el equipo docente y la metodología. Fue amor a primer recorrido. Decidió inscribirse en la carrera de Ingeniería en Negocios, que estaba por inaugurarse el siguiente año. Además, gracias a su sobresaliente nota en la PAES (Prueba de Aprendizajes y Aptitudes para Egresados de Educación Media), quedó eximido del examen de admisión.
“El ambiente era increíble y las posibilidades al estudiar en la ESEN son mejores que en cualquier otra universidad. Era demasiado buena esa oportunidad para dejarla pasar. Antes que terminara ese tour, ya había decidido estudiar ahí”, agrega César.
Sonríe cuando comienza a recordar la casa donde vivía con varios becarios cerca de la universidad. “Compartía casa con otros alumnos que eran mayores que yo y
La beca en la ESEN me ayudó a concentrarme sólo en mis estudios, mejorar mi inglés y apuntar más alto”.
me apoyaron en todo. Pude preguntarles sobre cada materia y me dieron muchos consejos. Eso me ayudó con la transición de la escuela y a desarrollar otro ritmo y forma de estudio”, relata.
La ESEN fue una plataforma impensable a partir del cuarto año de carrera, cuando hizo un intercambio estudiantil en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). En esa visita, conoció al director de Ingeniería Industrial, quien le dijo que veía mucho potencial en él y lo animó a continuar estudiando.
El mundo se abría. “Básicamente comencé a recordar que venía de bachillerato donde sólo pensaba en estudiar en la universidad, encontrar un trabajo normal y ya. La beca en la ESEN me ayudó a concentrarme sólo en mis estudios, mejorar mi inglés y apuntar más alto”, comenta.
Se graduó en 2015, y en 2016, ya estaba en Kansas, en Estados Unidos, para seguir especializándose en ingeniería hasta el 2020, justo antes de que iniciara la pandemia por COVID-19. Imparable, César había decidido continuar con un doctorado, siempre relacionado a la ingeniería industrial, pero en el área de investigaciones en impresión 3D de metales.
“La idea es que podemos formar partes estructurales para temas de defensa, fabricación de cuerpos de cohetes propulsores, partes que son grandes para el campo de la aeronáutica y otros rubros”, explica.
A César lo motiva la ambición personal de seguirse retando en un área de trabajo que en Estados Unidos está en apogeo y tiene una contribución significativa en el desarrollo de la humanidad. “Siempre había querido trabajar en resolver problemas que yo sentía difíciles. Y por suerte, en este campo, encontré la forma de aplicar eso de manera inmediata”, enfatiza.
Se recuerda a sí mismo como un joven callado, tímido y concentrado en estudiar Contaduría Pública para obtener un trabajo rápido y ayudar a su familia. Ahora habla del agradecimiento inmenso que siente hacia aquel certamen de matemáticas que le hizo estudiar el doble para ganar una beca de la Fundación Poma.
Considera que su trabajo y la constante investigación le dan significado a su vida. Sus padres y todos sus catedráticos fueron fundamentales para confiar en sus talentos y ponerlos en marcha. “El Salvador tiene muchas dificultades para la juventud. No hay muchas oportunidades o no nos llegan a todos los que buscamos. Pero hay que seguir creyendo y aprovechar cuando llegan personas que te guían a trabajar de manera efectiva. Sin ellos me hubiera sido muy difícil -prácticamente imposible- llegar a este nivel”.
Fundación Poma en una palabra: GRATITUD.
“El teatro te dice: sos maravilloso, porque sos diferente”
Dinora Alfaro
Ganadora del X Premio Ovación y I Certamen Bienal de Dramaturgia
Directora, actriz y dramaturga
Dinora bromea con que ella se inventó los tutoriales de Youtube. Desde pequeña usaba su imaginación para hablar a un público que no existía y explicaba cosas del día a día. Cómo barrer en casa y cualquier otro oficio que no le gustaba hacer, sobrevivía porque se imaginaba que había un público al que narraba cada actividad. Así descubrió que le encantaba contar cosas, explicarlas, describirlas y actuarlas.
A medida que iba creciendo, fue entendiendo las cosas que ameritan ser contadas y cómo. “Así me fui transformando en ser la voz y la piel de otros. Así es como llegué al teatro. Ese es un poder que llega directamente al corazón, a los sentimientos y eso me parece mágico”, asegura.
Llegó al Teatro Luis Poma hace veinte años como espectadora de la primera presentación y se sintió en casa al ver que ese público de su imaginación de niña existía
realmente. Recuerda ese tiempo lleno de movimientos artísticos, festivales, compañías internacionales que venían de visita y que, al contemplarlos, quiso ser parte de ese mundo.
Evoca una carta larga que escribió a Roberto Salomón cuando iniciaba la dirección del teatro. Se presentó y describió todas y cada una de sus experiencias y presentaciones para argumentar por qué debía ser llamada a participar en ese nuevo espacio. Y funcionó: “El Teatro Poma se ha convertido prácticamente en una casa para mí y para toda La Bocha Teatro. Es nuestra casa más cercana, el espacio que pensamos para nuestros espectáculos”, agrega.
La Bocha Teatro es uno de los colectivos de larga data en El Salvador, formado hace varios años por jóvenes artistas que estaban terminando su proceso de formación y se lanzaron a hacer sus propias producciones. Incluso, comparte el mismo aniversario con el Teatro Luis Poma. Dinora era parte de otro proyecto llamado El Círculo, cuando fueron invitados a coproducir un montaje en conjunto y el resto es historia.
Un año después ya trabajaba junto a Jaime Ruano, Jennifer Valiente y Óscar Guardado, los tres fundadores de La Bocha. Más adelante, se sumó Juan García como técnico. Poco a poco, se fueron especializando en su método y buscando su propio lenguaje. Desde hace casi una década, son ella y Óscar los actores, productores y directores.
Pinocho fue la primera obra en la que Dinora participó en el Teatro Poma y recuerda a la perfección lo que sintió. “Ningún espacio para hacer teatro es igual a otro y ya que estamos hablando de magias, energías y de públicos imaginarios, los lugares también tienen su vibra, su energía, su personalidad y
Me fui transformando en ser la voz y la piel de otros. Así es como llegué al teatro. Ese es un poder que llega directamente al corazón, a los sentimientos y eso me parece mágico”.
uno siente en algunas tablas más comodidad o más confianza que con otras. Eso me pasó en este espacio”, asegura Dinora.
Parte de esa magia para ella es provocar en los públicos diferentes reacciones, como en las presentaciones de “La Fiesta”, un montaje de humor negro, al que describe como oscuro. Al principio, sentían temor de presentarla por la mezcla de violencia y dureza. Temían un rechazo del público y, para su sorpresa, la gente lo tomó con risa. Recuerda que se sintieron un tanto descolocados ante esa reacción; pero reflexionaron que el teatro es justamente un espejo de lo que ya está dentro de la gente y esas reacciones son tan únicas y diversas como el público asistente.
Esa idea de provocar diferentes reacciones del público la impulsó a participar con su texto “Así-calados” en el I Certamen Bienal de Dramaturgia, creado por Fundación Poma y el Teatro Luis Poma, con el objetivo de incentivar las creación de historias para teatro 100 % salvadoreñas.
La necesidad de contar cosas también pasa por la escritura. Tiene al menos cinco obras propias escritas y montadas, incluso con una de ellas ganó un premio para presentarla en España. Otra obra, escrita junto a Óscar, titulada “Íntimos” y otra coproducción con Costa Rica que también ganó un premio Iberescena.
Para Dinora, la escritura es un inicio y fin de todo su proceso creativo: “Cuando
yo estoy haciendo un espectáculo que además también lo escribí, creo que me estoy dando un lujo maravilloso. Me estoy comiendo el platillo, desde que sembré la semilla de cada uno de los ingredientes. Creo que la dramaturgia me va a acompañar siempre”, afirma.
Ganó la I Bienal de Dramaturgia de entre más de quince postulaciones y disipó cualquier duda que tenía hasta el momento sobre su propio trabajo. Sobre todo, porque el premio consistió en la edición e impresión de su libro. Tenerlo en sus manos fue la certeza de estar haciendo las cosas bien y que su instinto de contar cosas ya tenía su camino asegurado. Además, ese libro también podría convertirse en una obra de teatro, tarea que confiesa tener pendiente.
Explica que “Así-calados” es un juego de palabras. “Nos levantamos cada mañana y nos acicalamos, para esconder que estamos así, calados, llenos de hoyos, llenos de vacíos, llenos de tormentas. Hice un juego de palabras donde recordamos vernos bonitos por fuera, pero por dentro vamos destrozados. Es una historia de perdón hacia uno mismo, es el encuentro de dos personas que se necesitaban la una a la otra, para darse cuenta de que no hay razón para seguirse culpando por cosas que ya pasaron y necesitan lavarse la cara y acicalarse”.
Fundación Poma en una palabra: IMPULSO.
“El futuro pertenece a quienes creen y confían en lo grande que pueden lograr”
Nelson y Roberto Merche Exbecario y becario al Talento
El Salvador está lleno de historias de migración. De alguna manera, cada familia extraña a alguien.
Así comienza la historia de los hermanos Nelson y Roberto, de 24 y 22 años, respec-
tivamente. Hace más de quince años, su padre tomó la decisión de emigrar. Nelson y Roberto no pasaban de los cinco años y su hermano Ariel era apenas un recién nacido saludable y comelón, recuerdan. Mamá se dedicó a cuidar de sus hijos, mientras su
esposo ampliaba el presupuesto familiar lejos de casa.
“Mi papá siempre estuvo para nosotros, nunca lo sentimos lejos. Fue un papá presente. En esa época no existían redes sociales ni
herramientas digitales; pero recuerdo que nos llamaba por teléfono cada semana, a veces nos regañaba o jugábamos con él por teléfono”, cuenta Roberto.
Toda su educación la cursaron con el esfuerzo constante de sus padres, quienes sorteaban la distancia con mucho amor y disciplina. Valores que más adelante rindieron frutos.
Durante la pandemia por COVID-19, en 2020, papá tomó la decisión de regresar a El Salvador. El reencuentro familiar coincidió con una nueva etapa en la vida de Roberto, quien siempre se sintió fascinado por aprender cosas nuevas y había decidido estudiar Ingeniería en Desarrollo de Software, en ITCA-Fepade. Cursaba ya el segundo año, cuando conoció el fondo de Becas al Talento de Fundación Poma y decidió aplicar para aliviar las cargas económicas en su familia, especialmente en un momento de incertidumbre mundial.
El año después del encierro, la alegría de volver a la nueva normalidad se combinó con otra buena noticia: Roberto había ganado una Beca al Talento para finalizar sus estudios superiores.
Nelson toma la palabra y cuenta que, gracias a esa oportunidad, los ahorros que su papá trajo de regreso fueron utilizados para ampliar el negocio de la familia en El Salvador. Inspirado por su hermano mayor, el segundo de los Merche aplicó, a finales del 2021, para obtener también una beca para estudiar la carrera de Ingeniería y Desarrollo de Software. Lo logró.
“Ambos teníamos la preocupación de apoyar a la familia con nuestra independencia para estudiar. Ya teníamos esa conciencia de buscar nuestras posibilidades, de aportar a
la casa y cubrir gastos básicos entre todos. Nos llevamos año y pocos meses, y fuimos educados para colaborar entre nosotros”, agrega Nelson.
De la vida universitaria, cuentan que la socialización les costó un poco, porque desde pequeños han sido introvertidos. Aunque tuvieran un círculo de amistades durante el colegio, siempre se dedicaron más a los libros.
El nivel de exigencia de la beca los ha mantenido en el camino de la excelencia y la preparación continua, pero el programa también les ha facilitado espacios de desarrollo personal y de habilidades blandas. Coinciden en que más que una ayuda económica, Becas al Talento fueron un alivio emocional para superarse en la vida.
El programa de Fundación Poma incluye acceso a diferentes oportunidades de desarrollo académico y profesional. En 2022, Roberto decidió aplicar a una posición de pasantía como desarrollador en Autofácil, una de las empresas de Grupo Poma.
ITCA aceptó mover su horario de estudio a la noche para que pudiera comenzar su experiencia laboral y, a partir de julio 2022 comenzó a trabajar desarrollando aplicaciones móviles. Durante seis meses, practicó sus conocimientos en programación. Absorbió todo lo que pudo y en diciembre de ese año le notificaron que estaban tan contentos con su desempeño que le ofrecían el cargo de manera permanente, cuidando que este no interfiriera con sus estudios.
Roberto acaba de cumplir un año como colaborador de Autofácil y cuenta con mucho orgullo que esta experiencia le ha permitido fortalecer su confianza como profesional y le ha facilitado espacios de formación.
Desde mi beca he sentido que mi vida cambió, porque si gente como Fundación Poma estaba creyendo en mí y me daba esa oportunidad, es porque algo habían visto y yo debía verlo también. Cada día es un nuevo comienzo para avanzar en la vida”.
Nelson Merche
Su hermano Nelson explica lo que para él ha significado recibir el apoyo de Fundación Poma: “Desde mi beca he sentido que mi vida cambió, porque si gente como Fundación Poma estaba creyendo en mí y me daba esa oportunidad, es porque algo habían visto y yo debía verlo también. Cada día es un nuevo comienzo para avanzar en la vida”, enfatiza
Ambos están conscientes de los retos que enfrenta la juventud en El Salvador: tantos sueños, deseos, ideas, proyectos para los que se necesita tan solo un apoyo. Por eso, Roberto se ha convertido en un vocero permanente de las Becas al Talento, cuando puede, motiva a quien le pregunta por su experiencia de superación para que también toque la puerta de Fundación Poma.
“Dificultades siempre habrá, pero uno debe seguir concentrado en lo que quiere. No dejen de lado sus objetivos. El esfuerzo siempre es bien recompensado”, finaliza.
Fundación Poma en una palabra: OPORTUNIDADES.
“Los países que mejoran son los que apuestan por la educación”
Enrique Bolaños
Rector del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE)
La relación entre INCAE y la familia Poma se remonta a la década de los sesentas, cuando el gremio empresarial y los gobiernos centroamericanos, apoyados por la Universidad de Harvard, unieron esfuerzos para impulsar la formación ejecutiva en la región, a través de una institución de excelencia. La idea fue apoyada desde sus inicios por el empresario Luis Poma, quien más adelante se convirtió en uno de los precursores del comité nacional de INCAE en El Salvador.
Medio siglo después de su creación, el vínculo se mantiene fuerte y juntos han profundizado su impacto en la región. Para el actual rector de INCAE, Enrique Bolaños, la relación y conexión estrecha con Fundación Poma, que ahora canaliza la proyección social de la familia, es natural. “La idea de INCAE siempre ha sido mejorar la educación para jóvenes de Centroamérica. La Fundación Poma comparte esa afinidad. Sin duda, el apoyo de esta familia va más allá de lo económico”, comenta.
Bolaños reflexiona sobre cómo la educación transforma vidas y la define como la “sustancia importante en la vida humana”, ya que no sólo se superan las personas que permanecen estudiando, también esa familia actual y posterior. Así recuerda a los estudiantes que se graduaron de INCAE con mejores oportunidades de salida laboral y, ahora que casi todos tienen hijos, reconocen el poder multiplicador de la educación de calidad.
La Fundación Poma ha sido un aliado valioso para el desarrollo de INCAE. Hace 18 años, la organización contribuyó a la construcción del Foro Luis Poma en el campus Campus Walter Kissling Gam, situado en Costa Rica. En 2022, fue uno de los donantes de la iniciativa Metamorfosis, que incluye tres proyectos: la creación de un aula virtual especializada para el MBA (Master in Business Administration) online, un aula híbrida y la remodelación de dormitorios para estudiantes de maestría.
Hablar de los logros de INCAE también motiva a su rector a destacar la creación de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN), de donde se han graduado más de 2,600 jóvenes desde sus inicios en 1994. A la fecha, ambas instituciones mantienen una relación de apoyo en materia académica y de investigación.
Recientemente, Fundación Poma instituyó un fondo de becas para sus graduados en INCAE llamado Becas a la Excelencia Ricardo Poma. Con el apoyo de este programa, un destacado esenita tiene la oportunidad de cursar sus estudios de posgrado en la institución.
“Yo veo a los alumnos de INCAE y ESEN como gente comprometida que aspira a la
máxima educación posible y vienen a desvelarse y a esforzarse, para que ese esfuerzo les ayude a ellos y su familia. Los vemos muy diligentes, saben que a eso vinieron”, asegura.
Bolaños destaca que, si bien los niveles de exigencia son altos y la sana competencia es una característica del entorno académico incaísta, los profesionales también descubren el valor de la amistad, de las alianzas y el sentido de comunidad.
“Yo me gradué de INCAE hace 50 años y todavía los tengo en mi chat de grupo y seguimos en comunicación”, dice Enrique mientras sonríe. Diferentes miembros de la familia Poma han construido una relación estrecha con INCAE: Alejandro Poma, vicepresidente de Fundación Poma, fue presidente del Comité Nacional de INCAE en El Salvador; mientras que sus primos, Alberto Poma, vicepresidente de Grupo Roble y Diego Poma, director País de Excel Panamá, son graduados de las maestrías de Economía y Finanzas y Administración de Empresas de INCAE, respectivamente.
A estas dos instituciones, también las une el Índice de Progreso Social, una metodología de medición del bienestar, desarrollado por la organización Social Progress Imperative, de la cual INCAE y Fundación Poma son socios. Juntos han trabajado para impulsar en la región y El Salvador, respectivamente, una cultura de medición de la inversión social que contribuya a la ejecución de programas y proyectos eficientes, efectivos y sostenibles.
“El progreso social, como índice de bienestar social, se mide en función de resultados, no de esfuerzo. Cómo está la vivienda, acceso y calidad de agua, acceso a salud,
Estudien, aprovechen oportunidades donde puedan; pero siempre pensando en aportar y devolver a tu lugar de origen”.
educación, etc.”, explica Bolaños, quien enfatiza dos cualidades más que debe tener el nivel de progreso de un país: el cambio debe ser “sostenible y perdurable”.
Bolaños es optimista y considera que los jóvenes tienen ahora más sentido social y están más pendientes de la igualdad de oportunidades, la equidad en el desarrollo humano y la sensibilidad por los desafíos en sus países. Aunque el futuro para muchos no luzca brillante, él tiene un consejo para enfrentar la desesperanza: “Estudien, aprovechen oportunidades donde puedan; pero siempre pensando en aportar y devolver a tu lugar de origen. Si uno es persistente, trabaja duro y está enfocado, se puede salir adelante”, dice.
Afirma que sus nueve años al frente de INCAE han sido los mejores de su vida y de su carrera. “Aquí funcionamos para hacer el bien. Siento personalmente que estoy retribuyendo a la sociedad lo que yo recibí. Por eso me identifico con Fundación Poma, porque eso es lo que hace”, resume.
Fundación Poma en una palabra: OPORTUNIDAD.
“Ayudar a otros es una forma de agradecer el apoyo que hemos recibido”
Josué y Joel Natarén
Exbecario y becario de Fundación Poma
Dicen que los hermanos comparten los recuerdos de la infancia y los sueños de adultos. Josué, de 27 años, y Joel, de 22, ansían apoyar a los emprendedores para que puedan alcanzar la independencia financiera. En sus palabras, es una forma de devolver a la sociedad la ayuda que ellos recibieron. Por eso trabajan en una plataforma digital que brinde bienes y servicios a la pequeña y mediana empresa de El Salvador.
Josué comienza la historia de superación de la que él y su hermano son protagonistas. En 2014, obtuvo una calificación de 10 en la PAES y eso le permitió obtener una beca FANTEL. Josué tenía la idea de estudiar fuera
de El Salvador la carrera de Ingeniería Mecánica, en la Universidad Estatal de Michigan, y sus padres estaban convencidos de que harían todo lo que estuviera en sus manos para procurar a él y a su hermano oportunidades que les permitieran cumplir con sus aspiraciones académicas y profesionales.
Felizmente, la institución aceptó a Josué y lo esperaba en abril de 2015. Sin embargo, los recursos de la beca FANTEL y el préstamo que sus padres habían hecho no eran suficientes para cubrir por completo sus estudios. Fue entonces que la familia comenzó a tocar puertas de diferentes instituciones hasta llegar a Fundación Poma y a su aliado, FEPADE.
“Fue increíble porque un día antes de viajar me cayó una llamada de Alejandro Poma y me dijo que me otorgaban la beca de la Fundación y que era bienvenido a la familia Poma. Lo sentí como una bendición del cielo porque era exactamente lo que necesitaba”, recuerda Josué.
En 2019, él se graduó como ingeniero mecánico, mientras su hermano, Joel, culminaba el bachillerato. Otra historia estaba por comenzar.
Joel siempre tuvo el ejemplo de tenacidad de su hermano mayor y siguió sus pasos. Se postuló a la misma universidad, en Michigan, para la carrera de Ingeniería en Sistemas. A pesar de sus ahorros y un préstamo bancario adquirido por sus padres, necesitaba un complemento que cada vez parecía imposible de lograr debido a la pandemia por COVID-19, que tenía en pausa todo tipo de trámites.
“Siento que por fe y mucha esperanza viajé para cursar el primer semestre. Más allá de ese tiempo todo era incierto. Para el siguiente semestre, tenía que resolver por mi
cuenta, hasta que el equipo de Fundación Poma me dio la buena noticia de que podría continuar estudiando porque tenía ese apoyo asegurado”, cuenta.
Ambos hermanos coinciden en que hay un antes y un después de la Fundación Poma en sus vidas. Desde la parte evidente de poder cursar la carrera de sus sueños en Estados Unidos, hasta su forma de ver la vida y entender que, con esfuerzo y mucha disciplina, se puede llegar lejos, aunque no se tengan todas las respuestas en ese momento.
“Este proceso me enseñó que para que una puerta se abra debo tocar 99 más, con mucha disciplina y no quedarme de brazos cruzados a esperar que todo venga de manera automática”, dice Josué, quien ahora está cursando un doctorado en ingeniería biomédica en la Universidad de Carolina del Norte.
Mientras estudió en Michigan, el mayor de los Natarén también trabajó en un laboratorio de investigación donde aplican conceptos mecánicos y matemáticos en el sistema cardiovascular para ver el cuerpo humano como un “motor” y usar ecuaciones para describir el funcionamiento de la sangre en venas y arterias.
Ahora, con sus estudios de doctorado en ese campo, crea modelos computacionales para hacer simulaciones del tejido cardíaco
con datos de pacientes reales para estudiar mejor las arritmias, de dónde nacen, cómo tratarlas mejor, su relación con enfermedades y crear mejores terapias y medicamentos para las personas.
Joel y Josué destacan la importancia de la inversión en becas por parte de la empresa privada. Dicen que estos apoyos son algo de lo que casi no se habla, pero son sumamente relevantes.
“Me cambió mucho la oportunidad de poder prepararme bien. Las empresas privadas tienen mucho por hacer y ya que siempre me han interesado las startups (empresa de nueva creación), quiero apoyar como me apoyaron a mí”, asegura Joel cuando describe su plataforma digital.
Recuerdan con mucha emoción el sacrificio de sus padres, los préstamos bancarios, las horas de desvelo y la compañía que tuvieron ambos al tocar cada puerta. Sobre todo, las palabras de apoyo y los incentivos constantes para evitar el desánimo. Consideran que el valor de la familia es lo más importante. Sin pensar en tiempos y distancias, ese apoyo fue relevante para sentir bienestar en sus procesos y cumplir con las responsabilidades diarias. Incluso, en crear oportunidades para más personas.
Fundación Poma en una palabra: FAMILIA.
Me cambió mucho la oportunidad de poder prepararme bien. Las empresas privadas tienen mucho por hacer y ya que siempre me han interesado las startups (empresa de nueva creación), quiero apoyar como me apoyaron a mí”.
Joel Natarén
“Hay que despertar la vocación de servicio en los niños para tener adultos con empatía”
Hernán López
Socio de Club Rotario San Salvador - Cuscatlán
Hernán inicia de manera directa cuando habla de lo que comparten el Club Rotario San Salvador – Cuscatlán con Fundación Poma: “Ambas entidades buscamos el mismo fin. Además de tener acciones en áreas de salud, proyectos de agua potable y cirugías pediátricas, una de nuestras ramas de ayuda a la comunidad es la educación”.
Club Rotario es la organización de servicio más grande del mundo. Está conformado por distritos y en El Salvador opera por medio de trece clubes y casi 300 socios. Hernán tiene una trayectoria de 28 años en la organización y ha combinado la filantropía con su carrera profesional. Ha sido presidente, secretario, tesorero y ahora es asesor de la junta directiva. Repite el lema “servir de sí antes de pensar en sí” y explica que la base de todo lo que impulsan es que, antes de poder servir, hay que ser amigos.
Con esta filosofía y línea de acción, desarrollan uno de sus proyectos destacados: el patrocinio de escuelas y estudiantes con recursos limitados. Hace 16 años iniciaron su reconocida Campaña Nacional de Mochilas, con el objetivo de facilitar esta herramienta e incluso útiles escolares a niños y jóvenes del sistema público de educación. Fundación Poma es una de las instituciones aliadas que más mochilas distribuye en cada inicio de periodo escolar.
“Fundación Poma tiene más de 15 años de ayudarnos con este proyecto para repartir
esos equipos donde más se necesita y se nota que lo hacen con mucha estrategia. Nos sentimos honrados que se sumen para apoyar a la niñez a través de Club Rotario”, comenta.
La manera de entregar estas donaciones depende de cada entidad aliada; sin embargo, suelen coordinar festivales en las escuelas beneficiadas para hacer la entrega de cada equipo. Hernán recuerda que en uno de esos festivales en una escuela de La Libertad conoció a un alumno que había cortado y pegado una caja de cereales para simular una mochila y llevar sus útiles adentro.
“Nadie se imagina la alegría que ese niño expresó cuando le dimos una mochila de verdad, que además venía equipada con todo lo necesario y más. Para esos momentos es que trabajamos”, dice Hernán.
También relata una jornada de donación de zapatos y cómo el equipo de Club Rotario pudo ayudar a limpiar los pies de niños y niñas que nunca habían usado zapatos en sus años de vida. Confiesa la responsabilidad y sensibilidad que estas acciones implican y la manera en que la realidad de un país en vías de desarrollo reta a movilizar recursos y estrategias para impactar positivamente.
Tiene claro que la educación es la base de todo. La vocación de los maestros, las ganas de aprender de los alumnos y el re-
fuerzo de asociaciones que les apoyan son una poderosa amalgama. “El mensaje que quiero dejar es que hay instituciones que tienen ganas de ayudar y lo hacen con su propia responsabilidad social empresarial. Pero equipos como Fundación Poma y Club Rotario, que ya tenemos estas estrategias y experiencias, podemos extrapolar esas ayudas dispersas y enfocarlas para que sean más efectivas. Hay instituciones honestas y transparentes en donde uno puede solicitar participar para salir de su propio estado de confort. Ese es el ejemplo que debemos darle a la infancia para formar adultos dispuestos a servir”, concluye.
Fundación Poma en una palabra: EDUCACIÓN.
Fundación Poma tiene más de 15 años de ayudarnos con este proyecto para repartir esos equipos donde más se necesita y se nota que lo hacen con mucha estrategia. Nos sentimos honrados que se sumen para apoyar a la niñez a través de Club Rotario”.
“La base de una adolescencia y juventud sana e integral se forma desde la primera infancia”
Iris Palma
Directora de la Asociación Pro Casa Maternal
Conciliar el cuidado diario de los hijos durante sus primeros años de vida con la jornada laboral es un reto para las madres y padres de familia, especialmente para aquellos que no cuentan con una red de apoyo o suficientes recursos para costear servicios de atención infantil.
A finales de los años cincuenta, un grupo de amigas identificó la necesidad que tenían las vendedoras ambulantes para asegurar el cuidado de sus pequeños durante sus extensas horas de trabajo. Recibieron el apoyo de doce mujeres salvadoreñas, quienes se unieron para conformar la Asociación Pro Casa Maternal, lo que les permitió el alquiler de un predio en la colonia Luz y la construcción de instalaciones para materializar su proyecto.
“Doña Didine Poma fue benefactora de esta asociación desde sus inicios, en 1958, y doña Alicia de Poma una de las fundadoras”, recuerda María Elena Augspurg, quien actualmente es presidenta de la Junta Directiva y representante legal de Casa Maternal.
La visión permanece y funciona en una casa amplia, con un patio soleado y salones llenos de colores y sonrisas en la colonia San Benito, de San Salvador. Atiende a casi 100 niñas y niños, provenientes en su mayoría de comunidades cercanas como Las Palmas, Nuevo Israel y Corazón de María.
El proceso de matrícula en Casa Maternal funciona con una metodología que incluye estudio socioeconómico para evaluar el contexto de cada familia, explica Iris Palma, directora del centro. La cuota diaria es de $2.50, sin embargo, cuando este valor simbólico no es viable para las familias existe un plan de becas completas o medias becas gracias al apoyo de donantes y padrinos.
Uno de los diferenciadores del lugar es la incorporación de la metodología Montessori para los niños de 2 y 3 años. Por otro lado, los niños de cuatro, cinco y seis años tienen una educadora por grupo y sección, lo que permite una atención cercana y personalizada.
Iris asegura con orgullo que la labor de Casa Maternal trasciende el cuidado de los pequeños durante la jornada laboral de sus padres. “Es un centro de bienestar para el desarrollo integral de la primera infancia. Esta asociación incluye varios componentes de salud psicoemocional, nutrición y escolaridad. Nuestros niños nos tienen confianza para hablarnos de sus cosas porque saben que nos involucramos en todo su bienestar. No somos un kínder normal”, explica con mucha vehemencia.
En Casa Maternal; el equipo, conformado por una docena de personas, se organiza para recibir a los pequeños a las siete de la mañana. Les brindan desayuno, almuerzo y refrigerio. Después del desayuno, practican hábitos higiénicos y todos los meses les to-
man peso y talla para asegurar su adecuada nutrición y sano crecimiento.
Con las manos y los dientes limpios, inicia el componente educativo de acuerdo a cada edad. Entre cuentos y cuadernos lúdicos, con metodología ‘Leolandia’ desarrollan habilidades de lectoescritura; también estimulan su creatividad para que sea la base de su próxima etapa escolar.
Además de educación, salud y nutrición, Casa Maternal es un lugar de protección: “Nos sentamos con los niños para hablar sobre su entorno y conocer si están bien. Queremos saber si hay factores de riesgo para entender su conducta y personalidad, entender sus emociones y evitar que las repriman. Esta es la etapa más crítica para un mejor desarrollo de su adolescencia”, asegura Iris.
Para asegurar una adecuada transición al sistema tradicional de educación, la asociación desarrolló un programa de refuerzo, que le permite a los niños graduados de Casa Maternal llegar por las tardes para realizar sus tareas y compartir lo que viven en sus nuevos centros.
El involucramiento de la familia Poma con Casa Maternal ha sido histórico y, a lo largo de su trayectoria, ambas entidades han coincidido en la importancia de la primera infancia como base para lograr el progreso social sostenible, destaca Iris. Esa agenda social
común ha motivado proyectos conjuntos y actividades de voluntariado para mejorar las condiciones del centro y asegurar un espacio propicio para el aprendizaje.
Otras instituciones conocen el invaluable trabajo de Casa Maternal y se unen a ella para desarrollar actividades. Estudiantes de la Escuela Americana y el Colegio Internacional, cuenta Iris, llegan todos los viernes para impartir clases de inglés al grupo de 4 a 6 años y servir como ejemplo para recordarles que, si se comen todas las verduras, crecerán tan grandes.
“Encontré a un antiguo ahijado hace cuatro años en una graduación de nuestros niños de seis. Se levantó un joven a saludar y contarnos que estaba ahí por la graduación de su hermano pequeño y él estaba por salir de bachillerato. Son historias de superación que nos hacen suspirar por el tiempo que ha pasado y verlos ahora muy bien formados y haciendo su vida”, agrega María Elena.
Ambas agradecen a Fundación Poma por el apoyo y, más allá de los recursos, por su compromiso. “Me siento acompañada gracias a este respaldo. Estas alianzas son fundamentales y sin duda debemos seguir adelante, por los niños, adolescentes y adultos”, recalca la directora de Casa Maternal.
Fundación Poma en una palabra: MANO AMIGA.
Nos sentamos con los niños para hablar sobre su entorno y conocer si están bien. Queremos saber si hay factores de riesgo para entender su conducta y personalidad, entender sus emociones y evitar que las repriman. Esta es la etapa más crítica para un mejor desarrollo de su adolescencia”.
“El lugar donde estamos siempre tiene un propósito para nosotros y para ayudar a otros”
Karla
Alvarado
Mancía
Gerente de RR.HH. de Hotel Real InterContinental Guatemala
Pocas cosas angustian tanto como la enfermedad de un hijo. Karla pasó una prueba muy dura cuando su hijo Joaquín tuvo un Accidente Cerebro Vascular (ACV). Los médicos trataron de encontrar explicación a este cuadro de persona adulta en un pequeño de cuatro años de edad. Era el mes de septiembre de 2016 y faltaba un mes para su próximo cumpleaños. No había ni un indicio de su condición congénita ni una señal, nada que indicara lo que estaba por ocurrir.
En el carro, Joaquín se quejó de un fuerte dolor de cabeza, puso sus manos en los ojos, vomitó y quedó inconsciente. Al llegar a casa y llamar al médico, dijo que probablemente era un virus estomacal. Sin embargo, el instinto de madre no dejó tranquila a Karla. Estaba segura de que pasaba algo más. Veía a su hijo extraño, sin poder hablar bien y con las extremidades rígidas. Sin saber bien lo que buscaba, Karla le revisó los ojos y vio que una pupila estaba más dilatada que la otra. Volvió a llamar al médico por este detalle y este le
dijo que se encontraran inmediatamente en el hospital. Al entrar a emergencias, Joaquín convulsionó y fue entubado.
Al descubrir el ACV fue operado de emergencia para extraer el coágulo. Sin embargo, a pesar del buen resultado, quedó en su cerebro una pequeña malformación arteriovenosa que no tocaron más para evitar otros daños.
Entre chequeos médicos y seguimiento a su delicado cuadro clínico, Joaquín aprendió a hacer todo de nuevo: hablar, caminar, colorear. Mientras tanto, seguía pendiente eliminar esa malformación. Era necesario operar nuevamente y cortar. Eso implicaría retroceder más de un año de aprendizaje y avances en terapias de todo tipo.
Muchas investigaciones indicaban que debía practicarse un cateterismo desde la arteria hasta su cerebro para evitar que ocurriera otro episodio similar. Uno de esos estudios recientes recomendaba un tratamiento con rayos gamma, un procedimiento menos invasivo disponible en Estados Unidos y El Salvador
“A mi hijo lo sedaron cuatro horas y, cuando despertó, me devolvieron al niño que yo conocía. Le hablé y lloramos juntos porque pude recuperar a mi hijo tal como era antes de todo lo que pasó”, comenta Karla con lágrimas en su rostro. Al pasar otro año más y llegar a una nueva evaluación, la malformación remanente había desaparecido casi por completo. Al secar totalmente esa zona del cerebro, también sellaron la posibilidad de que volviera a ocurrir lo mismo. Joaquín estaba sano y seguro.
Ahora él es un adolescente, está por cumplir trece años y sigue en terapia. Le gusta mucho andar en bicicleta, practica natación y va muy bien en sus calificaciones.
“Joaquín cambió nuestras vidas. Nos enseñó una lección de amor y paciencia y a conectar con el entendimiento, aunque tengamos dudas. A veces me pregunta por qué le pasó todo esto y le digo que fue para unirnos como familia y demostrarnos la fuerza que ya tenemos”, dice Karla sonriendo.
Joaquín cambió nuestras vidas. Nos enseñó una lección de amor y paciencia y a conectar con el entendimiento, aunque tengamos dudas. A veces me pregunta por qué le pasó todo esto y le digo que fue para unirnos como familia y demostrarnos la fuerza que ya tenemos”.
Karla Alvarado
Con un costo de varios miles de dólares, Karla logró conseguir un descuento en el hospital. No obstante, seguía siendo una suma muy alta y todos sus ahorros se habían invertido en los meses anteriores y las terapias para Joaquín. Sus compañeros de trabajo en Hotel InterContinental de Guatemala se unieron para hacer varias recaudaciones de fondos para apoyarla y Fundación Poma se unió con un importante aporte para completar la totalidad del costo de la intervención en El Salvador. Madre e hijo se hospedaron en el Hotel Real InterContinental, en San Salvador, los días que duró el procedimiento.
Como mamá, le gustaría que las personas que conocen su historia reconozcan los motivos para estar agradecidas en sus vidas, sobre todo cuando otros se unen para ayudar a quien lo necesita.
La resiliencia y la perseverancia fueron para ella sus principales motores en los momentos más difíciles entre hospitales y clínicas. “Todo se supera con fe y de la mano de los seres queridos. Tener siempre a Dios en tu corazón te da esa paz de tener en tu camino lo que sea que necesites”, agrega.
Fundación Poma en una palabra: FELICIDAD.
“La vida es un milagro”
Celina Aguirreurreta
Directora ejecutiva de Fundación
Sana mi Corazón
El motor de la vida es un corazón sano. En contraste, la enfermedad congénita número uno en el mundo son los defectos cardíacos. Sus causas aún son inciertas, aunque pueden analizarse factores como el ambiente, la alimentación y las enfermedades. En todo el mundo mueren anualmente 240 mil recién nacidos en sus primeros 28 días. Ante esta realidad, Fundación Sana mi Corazón decidió, hace 24 años, salvar todas las vidas que pudiera a través de la recaudación de fondos y gestiones médicas para niños, adolescentes y jóvenes con problemas cardíacos.
“El cateterismo pediátrico utiliza materiales especiales y dispositivos para problemas congénitos. El doctor Velado y el doctor Guevara han hecho un dúo dinámico a través de sus intervenciones donde han sido capaces de salvar vidas a través de procedimientos de cateterismo cuando no hay necesidad de hacer una operación a corazón abierto. Así se evitan riesgos innecesarios, la recuperación y tiempo de hospital es mucho más rápido y los niños quedan sanos”, explica Celina Aguirreurreta, directora ejecutiva y una de las fundadoras de Sana mi Corazón.
Fundación Poma contribuye al tratamiento de pacientes que requieren cateterismo por medio de contribuciones anuales para casos específicos, así como a través de la campaña de recaudación conocida como Mc Día Feliz, que se realiza en alianza con una cadena de comida rápida.
Cada año se benefician a más de noventa niños, entre recién nacidos y 18 años de edad, de todo el país. “Recibimos peticiones de ayuda desde la frontera Chinamas hasta Conchagua, de las islas Meanguera,
Más allá de gestiones y presupuestos, estamos hablando de vidas, de corazones que existen y debemos ayudar. Hay una mamá, un papá y unos hermanitos que están esperando que ese corazoncito regrese sano”.
y caso, coordinan jornadas de cateterismo con médicos salvadoreños, quienes ven alrededor del 40 % de los casos, y trabajan con los insumos y fondos donados.
Además, realizan jornadas con médicos extranjeros, por lo que deben coordinar desde la documentación y papelería de aduanas, los permisos de las juntas de vigilancia de la profesión médica, gestiones de enfermería y atenciones básicas para los familiares que acompañan a los pacientes.
Chalatenango y hasta han venido de los exbolsones en Honduras y frontera con Belice”, destaca Celina.
El promedio de inversión para cada niño va de los $4 mil a los $5 mil quinientos y comenta que, a veces, se pueden corregir dos defectos en un mismo cateterismo y el costo se puede elevar hasta los $12 mil.
Una de las emergencias que más recuerda es la de una bebé de menos de seis meses de edad, por quien los especialistas analizaron mucho los riesgos de cada procedimiento para elegir lo más conveniente para la pequeña paciente. Afortunadamente y gracias a su experiencia, lograron salvarle la vida.
“Más allá de gestiones y presupuestos, estamos hablando de vidas, de corazones que existen y debemos ayudar. Hay una mamá, un papá y unos hermanitos que están esperando que ese corazoncito regrese sano”, subraya Celina.
El Equipo de Sana mi Corazón ha aprendido a trabajar cuidando cada minuto. Entre caso
Su experiencia coordinando exitosamente procedimientos así de complejos es tan reconocida que a veces los mismos hospitales buscan su apoyo para reparar equipo utilizado para exámenes. “Por supuesto que apoyamos”, afirma Celina.
Todos los esfuerzos que desarrolla Sana mi Corazón tienen una recompensa invaluable: la vida de un niño, la tranquilidad de su familia y la promesa de un futuro con mejores niveles de bienestar.
Fundación Poma en una palabra: AGRADECIMIENTO.
Un eterno agradecimiento a Fundación Poma, porque a través de la ayuda que brindan, muchos niños y jóvenes podrán cumplir todos sus sueños”.
“Quisiera
que todos los parques de San Salvador funcionaran como el Parque Cuscatlán”
Mayu Ferrufino
Directora ejecutiva de Fundación
Parque Cuscatlán (Fundaparc)
Uno de los espacios verdes urbanos más icónicos en San Salvador es el parque Cuscatlán, testigo de la historia arquitectónica y humana de la capital. Inaugurado por primera vez el 1 de marzo de 1939, pasó por un proceso de renovación entre 2016 y 2019 que le devolvió su misión y esplendor.
Su transformación fue el resultado de un proceso colaborativo liderado por organizaciones sociales y la cooperación internacional. Inició en 2015 y comenzó a cobrar fuerza después de un viaje a Colombia en el que participaron representantes de instituciones como Glasswing International, FEPADE, FUSAL, Fundación Poma y Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). El objetivo fue aprender de la experiencia de la ciudad de Medellín, un reconocido caso de éxito en materia de revitalización de espacios públicos y construcción de una cultura de paz.
Lo que vieron quienes participaron de ese viaje lo soñaron para San Salvador y el parque Cuscatlán. La idea fue apoyada con recursos de la Fundación Howard G. Buffet y la Agen-
cia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Bajo la dirección de Glasswing International, comenzaron, para los impulsores de este proyecto, meses de arduo trabajo para concretar la visión del arquitecto colombiano, Felipe Uribe.
“Abrimos en 2019 de nuevo y apenas estamos descubriendo el potencial de este espacio”, afirma Mayu Ferrufino, directora ejecutiva de la Fundación
Parque Cuscatlán (Fundaparc). De ser considerado un espacio de riesgo, el parque pasó a ser conocido como el “lugar de cosas preciosas”, significado de la palabra náhuatl “Cuscatlán”.
Su éxito se refleja en la cantidad de visitas. Antes de su renovación recibía alrededor de 100 mil personas al año y ahora atrae a más de 800 mil visitantes anuales. Es el sitio de recreación para familias, estudiantes, deportistas
y, con su diversidad de espacios, es el centro de diversas iniciativas como talleres, clases grupales de todo tipo, ferias y actos culturales.
“El parque no es una ‘zona verde’, sino una plataforma estratégica de transformación del territorio porque llegamos a los vecinos, sin duda, pero también a toda la gente de una ciudad que crece rápido y presenta todas las dificultades que toda ciudad en crecimiento padece: tráfico, escasez de zonas verdes, hacinamiento humano, etc. Pero es un ejemplo para desarrollar espacios públicos similares y Fundación Poma es un facilitador”, afirma Mayu.
Uno de los retos con el que se encontraron los promotores de la renovación fue cómo asegurar la apropiada administración y cuidado de las mejoras realizadas en el espacio. Guiados por renombradas experiencias internacionales, crearon la Fundación Parque Cuscatlán (Fundaparc), conformada por la municipalidad, diferentes organizaciones y empresas donantes, entre las cuales destaca Fundación Poma.
Actualmente, Alejandro Poma es parte de la Junta Directiva de Fundaparc, participa con muchas ideas para las actividades. “Por muchos años, este espacio tuvo mote negativo y hemos logrado transformarlo en
algo positivo que aporta a la comunidad”, destaca Mayu.
Uno de los logros más importantes de Fundaparc es haber construido un entorno seguro para las mujeres. Sólo en 2023, llegaron más de 782 mil visitantes y el 51 % de ellos fueron mujeres de diferentes edades.
“En el parque hay una bici-escuela que ha atendido a más de 62 personas sólo en 2023, y eso puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien. La mayoría de esas personas son niñas y mujeres adultas. Es importante que los espacios públicos también sean seguros para las mujeres”, subraya.
Mayu habla de la historia de doña Paty, una visitante asidua, que encontró en el parque una “tabla de salvación”. Recuerda que ella llegó por los talleres de manualidades mientras atravesaba momentos difíciles en su vida y sentarse con otras personas llenó su espíritu.
Uno de los diferenciadores más atractivos del parque es la oferta de infraestructura diseñada para actividades culturales, desde un anfiteatro abierto, pasando por salones apropiados para presentaciones y talleres, hasta la reconocida sala de exposiciones Salarrué. Contar con estos equipamientos también dinamiza a la comunidad artística de diferentes disciplinas, porque les facilita espacios de exhibición para sus proyectos.
Es un ejemplo para desarrollar espacios públicos similares y Fundación Poma es un facilitador”.
que contrastan con las 100 que desarrolló en 2019, durante su primer año de operación. Mayu cuenta que el promedio de tiempo de los visitantes es de al menos tres horas, lo que ha aumentado considerablemente si se compara con períodos previos a su renovación.
Con el objetivo de promover el uso responsable de este espacio y asegurar su existencia para las generaciones futuras, Fundaparc promueve entre sus visitantes la “cultura Cuscatlán”. Esta forma de vivir el parque engloba una serie de comportamientos positivos para cuidar de recursos como el agua y las zonas verdes, asegurar la inclusión de personas con algún tipo de discapacidad física o cognitiva, garantizar la integridad física y emocional de sus visitantes, entre otros aspectos relevantes en la esencia del parque.
El parque no es una ‘zona verde’, sino una plataforma estratégica de transformación del territorio”.
Los talleres, las exposiciones y las actividades enfocadas en el arte y la cultura son las que más atraen a la juventud y a los adultos mayores, dos grupos muy visibles en el parque. Solo durante 2023, el parque tuvo una oferta de más de 5 mil actividades,
La directora ejecutiva de Fundaparc reflexiona que, lastimosamente, los espacios públicos no son siempre una prioridad, especialmente en un país en donde también hay necesidades urgentes que atender como la salud, la educación o la nutrición. Por eso destaca la importancia de contar con aliados que creen y valoran la importancia de estos proyectos.
Fundación Poma en una palabra: COMPROMISO.
“Debemos regresar a las culturas que mantenían el arte como otro alimento necesario”
Naara Salomón Actriz
Los nervios de salir al escenario con la posibilidad de ser un animal, una reina, un hada o una bestia. Algo que no existe. Un extraterrestre o quizás algo que no se haya escrito aún. El teatro permite muchas vidas, muchas edades y posibilidades. Eso describe Naara, una actriz de origen suizo que ha grabado su nombre en el teatro salvadoreño.
Naara se dedica al teatro desde que tenía 12 años de edad y vivía en Suiza. Su familia siempre comentaba que se dedicaría a eso por los dotes que ya mostraba. Esa fue una semilla que germinó cuando una tía la llevó a una presentación del mimo más famoso del mundo: Marcel Marceau. “Me fascinó. A esa edad cambió algo en mí y nació un interés genuino por esa posibilidad. Fue un regalo fantástico”, rememora. Comenzó a tomar clases de teatro en la secundaria y no hubo marcha atrás.
Así se convirtió en la alumna consentida de sus maestros. Entendía las instrucciones a la primera, hacía todos los ejercicios, sus ideas eran diferentes y se notaba. Cuenta que sus profesores le confiaban al resto de alumnos para guiarlos cuando debían dejar la clase por un momento. La dejaron dirigir ensayos y, al pasar a bachillerato, comenzó el teatro universitario. Eso la convirtió en la jovencita de un mundo al que todavía no pertenecía; pero quería hacerlo y estaba pagando su derecho de piso por adelantado. “La gente de mi edad me aburría, yo quería estar con gente mayor. Me fui al teatro universitario. Los talleres eran de mucho trabajo físico, muy profesional. Me aceptaron”, cuenta.
Confiesa que desde temprana edad tuvo problemas para entenderse con los seres humanos. La violencia, la agresividad, las malas intenciones y las dificultades de comunica-
ción entre las personas siempre le parecieron suficiente argumento para acercarse más a los animales que a otra gente; pero a través del teatro comenzó a reconciliarse con la especie humana.
“Me meto en otras personalidades, tratando de entender otras formas de pensar para luego actuarlas. Eso me permitió entender mejor los caminos de la humanidad y sentirme menos amenazada. Ahora siento que mi arte se dedica a otras personas”, explica.
Naara llegó a El Salvador a los 18 años, después de haberse casado con el actor y director salvadoreño Roberto Salomón. Robi era ya un profesional de las artes. Dirigía elencos en los años setenta y tenía muy clara su filosofía como autor y qué tipo de teatro quería hacer. Eso le permitió a Naara dar el salto a ser profesional.
Durante la guerra civil en El Salvador, regresaron a Suiza y se integraron plenamente a la profesión actoral ginebrina. Recorrieron juntos las tablas de Francia, Italia y el resto de Europa. Naara absorbió todo lo que pudo de los directores con quienes trabajó y la ayudaron a consolidarse en 25 años de arduo trabajo.
Cuando la Fundación Poma crea el Teatro Luis Poma, la pareja de profesionales regresa y se unen a este proyecto. Robi fue llamado para ser el director artístico y de eso han transcurrido más de 20 años. Desde entonces, dividen su tiempo en un semestre salvadoreño
y uno suizo, entre trabajo y familia, aquí y allá. “Para mí, lo que la Fundación Poma logró crear en El Salvador con el teatro es que le permitió a la gente profesionalizarse. Porque no es que somos profesionales porque vivimos de eso. Todos estamos trabajando en otras partes, pero muchos logramos trabajar con algo cercano a la creación y a la creatividad teatral”, afirma Naara al contar el camino que los trajo de vuelta al país.
Esa constante necesidad de repartirse entre múltiples tareas, la lleva a reflexionar sobre querer dedicarse a una sola cosa y no poder. “El ser humano se ha desarrollado en su lado tecnológico. ¿Dónde caben pintores, músicos, actores, bailarines en este mundo totalmente de tecnología o de industria? Quizás por eso se sigue pensando en los artistas como hippies. Hemos olvidado esa otra parte tan importante del ser humano que necesita desahogarse, distraerse. Por eso el Teatro Poma importa tanto”, afirma.
Esa permanente sensación de ir más allá del día a día y tener otros significados en lo que hace, sumado a su eterno gusto por la fauna, la llevó a ser terapeuta asistida por animales. Presentó su proyecto a Fundación Poma y recibió su apoyo para concretar Nawali, un centro humano animal que facilita terapias asistidas, talleres pedagógicos y coaching empresarial.
Fundación Poma en una palabra: BIENESTAR.
Me meto en otras personalidades, tratando de entender otras formas de pensar para luego actuarlas. Eso me permitió entender mejor los caminos de la humanidad y sentirme menos amenazada. Ahora siento que mi arte se dedica a otras personas”.
“La manera de enseñar a leer y escribir debe cambiar a métodos y recursos psicoafectivos”
Zoila
Recinos Cofundadora y Directora ejecutiva de
Contextos
Leer y escribir son dos habilidades fundamentales para explorar el mundo. Esa es la base del quehacer de Contextos, una organización de la sociedad civil que tiene la visión de transformar a la sociedad por medio del reconocimiento y la reinterpretación de su propia historia. Actualmente, desarrolla intervenciones especializadas en prevención de violencia, nuevas formas de educación y reinserción social.
Contextos inició con un programa de fortalecimiento de las capacidades de los docentes a través del desarrollo de bibliotecas escolares para estimular la lectura y la escritura a través de formas menos tradicionales de las que se conocían en el país.
Zoila cuenta que en ese momento fue determinante el apoyo recibido de Fundación Poma. “Fue importante para ambas entidades que fueran escuelas de las zonas rurales de las que casi nunca reciben apoyo. Eso también nos permitió fortalecer nuestra visión. Ellos creyeron mucho en el equipo que formamos y en las dinámicas que implementamos con los maestros”, recuerda.
La relación entre ambas organizaciones se estrechó aún más cuando Fundación Poma decidió fortalecer uno de sus programas educativos incorporando experiencias de escritura creativa por medio de “Soy Autor”. En 2015, los jóvenes del Centro ¡Supérate! Fundación Poma participaron por primera vez en esta iniciativa, y, a la fecha, este espacio forma parte de la currícula educativa del centro para propiciar que los jóvenes exploren los diferentes momentos de su propia historia.
En Contextos celebramos la educación y la diversión de aprender. En todo este proceso, la Fundación Poma ha sido muy respetuosa al crear y mantener programas y alianzas”.
Somos 37 colegas entre las sedes de San Salvador y Morazán”, agrega Zoila.
En 2017, y a raíz de ese trabajo creativo, extendieron una siguiente fase en Chicago, donde se fundó Contextos hace más de doce años, para trabajar en las cárceles con la misma metodología de “Soy Autor”.
Más de 200 becarios de Fundación Poma han volcado en sus relatos sueños y aspiraciones, momentos familiares difíciles, soledad y amistad, retos académicos, entre otras experiencias de vida que han marcado su joven historia.
Los frutos del trabajo han alcanzado la esfera cultural y artística. “Tardes de Lectura en el Poma” es la más reciente actividad diseñada por ambas organizaciones para acercar a la niñez y a las familias al Teatro Luis Poma para leer y conversar. Una vez al mes, el salón de eventos del teatro recibe a decenas de pequeños visitantes, quienes en su mayoría se exponen por primera vez a una instalación cultural junto a sus padres. Juntos rompen con risas y pláticas el silencio de la sala, mientras escuchan y opinan sobre las lecturas en voz alta que hacen los facilitadores.
“En Contextos celebramos la educación y la diversión de aprender. En todo este proceso, la Fundación Poma ha sido muy respetuosa al crear y mantener programas y alianzas. Ha tenido mucho liderazgo en la organización y en validar nuestra mirada como equipo.
“Fundación Poma nos ha dado ese espaldarazo y lo vemos en los resultados. Nos han permitido experimentar con nuevas metodologías porque saben que el aprendizaje no es estático”, comenta la directora ejecutiva.
Para Contextos, la manera de aprender es tan importante como el contenido. La niñez y adolescencia deben establecer una buena base de lectoescritura para poder seguir aprendiendo lo demás y con una visión socioafectiva, no solamente cognitiva: “Aprender para estar vivos, para ser parte de una sociedad, para la convivencia, para ser un mejor ser humano”, insiste Zoila al hablar del bienestar integral.
Fundación Poma en una palabra: SIEMBRA.
Cuando yo leo una historia de ‘Soy autor’, tengo la capacidad de entender el mundo bajo la realidad de alguien más, y me permite replantear la mirada que tengo sobre el escritor”.
“Me motiva estudiar el pasado y la necesidad de que las cosas no se olviden”
David Rocha Investigador y crítico teatral
David se describe como una persona persistente: “Si me cierran una puerta entro por la ventana”, dice con determinación este artista, cuyo andar en el mundo cultural ha sido retador y fructífero al mismo tiempo.
Su perfil profesional incluye formación como titiritero, una licenciatura en Arte Teatral con especialidad en Teatrología y una maestría en Estudios Culturales. Actualmente, David se dedica a lo que él describe como “una carrera extraterrestre en Centroamérica”: estudios de crítica e investigación teatral. También combina esa pasión con la docencia universitaria.
Al hablar de oportunidades profesionales, destaca que El Salvador le abrió más puertas que su natal Nicaragua. Ese apoyo comenzó con pláticas con Roberto Salomón, director del Teatro Luis Poma, sobre la necesidad de tener investigadores y teóricos del teatro para mejorar las producciones y, sobre todo, entenderlas. David afirma que en El Salvador
están los mejores actores y actrices de la región, gracias a la tradición y la escuela del bachillerato en Artes. Sin embargo, hay poca gente dedicada a pensar el arte y menos el teatro.
Sin duda, estas coincidencias sobre la importancia y el rol del crítico teatral fueron una semilla que germinó en ambos para comenzar a construir puentes entre el quehacer del Teatro Luis Poma con los actores y sus audiencias. Surgió la figura de mediador del conocimiento. David insiste en la metáfora de ser puente: “El gestor de arte debe ser un puente creado desde el amor, el afecto, la empatía y el ser propositivo para que ese conocimiento sea desmenuzado a las audiencias y, de las audiencias, regrese a los artistas para que sean más que una simple opinión”.
El Teatro Luis Poma ha sido una plataforma que ha permitido visibilizar mi trabajo en El Salvador; han creído en mí. Es nuestro lugar de bienestar y de construir un legado para el futuro”.
El gestor de arte debe ser un puente creado desde el amor, el afecto, la empatía y el ser propositivo para que ese conocimiento sea desmenuzado a las audiencias y, de las audiencias, regrese a los artistas para que sean más que una simple opinión”.
Explica que su motivación es entender el pasado, la necesidad de visibilizar legados y trabajos de personas y experiencias ajenas. Dice que su día a día se basa en la inquietud de que el pasado no se borre para no repetir las mismas cosas. Entiende que más allá de las grandes revoluciones, en las que ya no cree, prefiere estudiar la micropolítica y las microsubversiones, como las llama, sobre la gente que hace arte y cultura de manera diferente, desde la risa, las lágrimas, las provocaciones en escena y los diálogos que todo eso generan después.
Desde el año 2020, se enfoca en todo ello y en coordinar la Escuela de Espectadores para el Teatro Luis Poma. Este es un proyecto
que replica la experiencia de Buenos Aires, donde ya cumplió 25 años de desarrollo. En El Salvador, con el apoyo de Fundación Poma ya ha logrado 27 sesiones, entre virtuales y presenciales. “El objetivo es tener un espacio de diálogo, entre artistas y audiencias, y que sea también un registro audiovisual de la memoria del teatro en El Salvador. Queremos escuchar a la gente, yo no enseño, yo medio”, afirma Rocha.
David también escribió el libro conmemorativo del 20º Aniversario del Teatro Luis Poma, una recopilación del repertorio construido durante dos décadas y una mirada al impacto de este programa en la vida de los artistas salvadoreños y las audiencias. La investigación reafirma la necesidad de que Fundación Poma siga invirtiendo en el teatro como uno de los legados más importantes de don Luis Poma y su familia.
Fundación Poma en una palabra: SEGUIR ADELANTE.
“La mejor política social es invertir en educación y generar empleos”
José Panadés
Presidente de Fundación Padre
Arrupe
Soyapango, ‘Lugar del Río de Palmas’ en lengua pipil, es la segunda ciudad más poblada de la zona metropolitana de San Salvador y la tercera de El Salvador. Con una producción industrial que abarca todo tipo de bienes y servicios, este distrito se enfrenta aún al estigma de la violencia. Por décadas, los jóvenes han sido los más afectados. En esta realidad, destaca el trabajo social de la Fundación Padre Arrupe.
Fundada en 1992 para mejorar las condiciones de acceso a educación de los grupos sociales más vulnerables de la zona, su equipamiento social es un inmenso complejo de 19 hectáreas con más de diez edificios que brindan servicios en tres áreas básicas: educación, salud y deporte.
El Colegio Español Padre Arrupe forma al año a más de 1,500 alumnos que provienen de familias con recursos limitados. Su modelo educativo se basa en becas cofinanciadas para todos los niños y jóvenes, de acuerdo a sus necesidades. Por otro lado, la clínica asistencial Padre Arrupe atiende alrededor de 60,000 pacientes al año, en más de 29 especialidades médicas y odontológicas, con precios notablemente inferiores a los del sistema de salud privado.
José Panadés, presidente de la Fundación, bromea recordando que tomó dicho cargo de manera provisional hace treinta años y nunca se fue. Le dedica cada minuto del día al buen funcionamiento de cada área. Afortunadamente, no lo hace solo y destaca el trabajo minucioso de los equipos dentro de la Fundación.
De acuerdo con don José, el apoyo de aliados ha contribuido a la operación del engranaje social que dirige en Soyapango. Cada año, Fundación Poma otorga cinco
becas en el Colegio Español Padre Arrupe, un apoyo que para él es una muestra de la confianza en la educación del centro y un reconocimiento al esfuerzo de los estudiantes seleccionados.
El centro educativo cuenta con profesores especializados para las materias, espacios idóneos para el aprendizaje, aulas equipadas y un ambiente que motiva a la niñez y la juventud a mantener su constancia y disciplina en los estudios. Su bachillerato sobresale por ser uno de los pocos en el país en ofrecer doble titulación: salvadoreña y española.
“No somos un colegio donde vemos a los alumnos de paso, creemos en profundizar los conocimientos en el aula y que después les sirvan para su vida. Hasta el momento, hemos graduado a más de tres mil jóvenes que se abrieron paso en la vida”, asegura el presidente de Fundación Padre Arrupe.
Esta transformación también alcanza a las familias de los estudiantes a través de las escuelas para padres de familia. “Les recibimos los sábados y siempre encontramos mamás y papás con mucha tenacidad para apoyar a sus hijos en sus procesos”, comenta.
El colegio tiene ambiciosos proyectos en puerta. Uno de ellos es crear una organización de exalumnos y otro es lanzar un bachillerato enfocado en programación, así como una escuela técnica y una escuela para maestros.
La experiencia lo hace destacar la importancia de unir esfuerzos para mejorar el país: “No hay otra forma de salir adelante que educar a las personas para que se desenvuelvan en la vida de manera independiente, romper círculos de pobreza y subempleo. Los individuos también estamos hechos de autoestima y esa también se educa a través del bienestar”, afirma.
En el ámbito de salud, con el apoyo de la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (FUSAL), la Fundación Padre Arrupe opera una clínica ambulatoria, que contribuye a la estrategia de recaudación, brindando diferentes especialidades, así como servicios de Rayos X, mamografías y medicamentos. “Una consulta puede costar tres dólares y ese dinero va para el fondo de becas para más niños. Así hacemos circular toda la ayuda, cerrando círculos”, explica.
“Vivimos en ciudades sobrepobladas, con violencias profundas, pobreza generacional, familias desestructuradas, paternidad irresponsable en todo sentido y no se puede salir adelante con un salario mínimo para familias de cuatro o cinco personas. La Fundación Poma acierta en enfocar la inversión privada en estas soluciones”, concluye don José.
Fundación Poma en una palabra: DIGNIDAD.
No hay otra forma de salir adelante que educar a las personas para que se desenvuelvan en la vida de manera independiente, romper círculos de pobreza y subempleo. Los individuos también estamos hechos de autoestima y esa también se educa a través del bienestar”.
“Una sociedad que no le apuesta a la educación, no podrá avanzar”
Karla Nicole Guzmán Castro Exbecaria al Talento
Hija de Ruth Castro, colaboradora de Grupo Poma
La historia de Nicole comienza con un acto de solidaridad y una conversación fortuita. En 2017, su madre, Dina Ruth Castro Fernández, quien trabaja como asistente legal en Grupo Roble, fue parte de un voluntariado empresarial para pintar escuelas. Entre varias pláticas de esa jornada, conoció sobre el programa Becas al Talento, de Fundación Poma.
Nicole recién se había graduado de bachillerato en el Liceo Salvadoreño y su primera opción fue estudiar Derecho. Tras varios sucesos, amplió su espectro de posibilidades a la carrera de Ciencias Políticas, pero cuando conoció la licenciatura en Negocios Internacionales supo que eso era lo que buscaba, la mezcla perfecta entre ambas ramas. Madre e hija se sentaron juntas para llenar los formularios y que Nicole pudiera postularse a Becas al Talento.
“Recuerdo que estaba en la universidad haciendo trámites y recibí un correo de Fundación Poma donde me informaban que había sido aceptaba para la beca. ¡Sentí una alegría inmensa!”, cuenta Nicole.
Al firmar la carta compromiso de su beca de estudio, decidió esforzarse más del ciento por ciento. “Quiero demostrar que valió la pena que me dieran esta oportunidad a mí. Si Fundación Poma vio mi capacidad y mi talento, eso me genera un sentimiento de compromiso y mucha responsabilidad. Debo seguir trabajando con disciplina y
Todo cambio que quieran crear en el país siempre va de la mano con el conocimiento que adquieran por estudios”.
constancia para no defraudar a mí ni a nadie”, pensó Nicole.
Sus deseos de aprovechar la oportunidad de la beca, la impulsaron a tomar de manera simultánea diferentes cursos impartidos por Fundación Poma, como programas de computación, talleres sobre finanzas y cursos de mejora para presentación de hoja de vida y entrevistas de trabajo.
Al hablar de su etapa universitaria, Nicole no puede evitar sonreír: “Mi vida en ‘la U’ fue muy buena, muy completa en todo sentido. Estudié con varios compañeros con los que me gradué. Las cátedras siempre las sentí completas en su contenido y como es un pénsum bastante extenso, pude estudiar mi rama favorita. Decidí que me quiero enfocar en comercio internacional y derecho migratorio para mi futura maestría”, revela.
Con esos objetivos en mente, dice que la motivación diaria es lograr su independencia
en todo sentido mientras sigue sumando experiencia en su lugar de trabajo. Piensa en lo que le habría gustado escuchar cuando comenzó todo su proceso y tiene un mensaje claro para quienes están en ese lugar: “Todo cambio que quieran crear en el país siempre va de la mano con el conocimiento que adquieran por estudios. El hecho de que no veas o no tengas claro tu futuro no debe afligirte, todos tenemos nuestro propio ritmo; pero estudiar es una herramienta importante”, concluye.
Ahora, con todos sus planes de vida y trabajando para sus propios objetivos, agradece el apoyo invaluable de Fundación Poma a la juventud en general y muy particularmente agradece a su mamá por su ejemplo de compromiso, disciplina y los consejos permanentes en cada etapa.
Fundación Poma en una palabra: ALEGRÍA.
Mi mamá y yo sentimos agradecimiento hacia la Fundación y Grupo Poma porque a las dos nos han ayudado en diferentes ámbitos, a mí como estudiante y mi mamá como colaboradora”.
“En nuestro medio se valora más el tener que el saber”
Margarita y Roberto Galicia Espectadores del Teatro Luis Poma
¿Qué hace un pintor en el teatro?, Roberto Galicia, destacado artista plástico, y su esposa Margarita, dentista, ríen con la pregunta y directamente explican que les encanta apreciar las puestas en escena del Teatro Luis Poma.
“Margarita siempre ha sido mi gran compañía”, cuenta su esposo. Casados desde 1972, han caminado juntos todo tipo de museos, conciertos, teatros y exposiciones. Recuerdan que el Teatro Luis Poma se inauguró en 2003, el mismo año que el Museo de Arte de El Salvador, dos de los espacios culturales más importantes y exitosos de las últimas décadas.
“¿Y sabe otra cosa?, dice Roberto, “para esos años, nuestra hija mayor, Marcela, se estaba graduando de la ESEN, por eso tengo tan presente esas fechas”, recuerda.
Como expresidente del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) conoce las dificultades que enfrentan los artistas para ejercer su oficio: “El trabajo del artista siempre es difícil y complicado, aquí y en países mucho más desarrollados. Quizás el problema más serio ha sido la inestabilidad de la administración cultural. Esa característica ratifica que, en el arte, los esfuerzos personales son los que sacan a flote el desarrollo cultural de un país. Si no hay una constancia en el apoyo y en los estímulos, el artista tiene que rebuscarse, porque nadie va a hacer por él lo que necesita hacer”.
Ahí es donde surgen de manera paradigmática proyectos como el Teatro Luis Poma, afirma, gracias al respaldo y la estabilidad que le proporciona Fundación Poma para romper con las formas tradicionales de hacer teatro en el país.
He visto que muchas personas van al teatro cuando la obra es comedia o muy entretenida, y sí nos hace falta reírnos; pero nos cuesta enfrentarnos a otras emociones. Nos cuesta ser provocados, nos asusta que nos provoquen”.
Margarita de Galicia
Roberto explica que antes del Poma, los grandes esfuerzos significaban hacer una obra y presentarla tres veces a lo sumo. Margarita destaca que tener una cartelera estructurada, con oferta variada en géneros, fechas, compañías, directores y productores, de manera continua, con una boletería organizada que permite transparencia en todo sentido, parqueo seguro y todo bajo la curiosidad de estar en medio de un centro comercial, es muy diferente a lo que se vivía antes en la época de Bellas Artes y el teatro universitario en el país. Esa evolución es algo que instauró el Poma y la gente, tanto el público como los artistas, lo agradecen, de acuerdo con la pareja.
Esos públicos también han interiorizado que ir a disfrutar el teatro implica tener una información mínima sobre lo que se verá. “Uno de los grandes problemas de nuestro país es que nos enteramos 48 horas después de lo bueno que ya sucedió y con el Teatro Luis Poma eso ha cambiado”, afirma Roberto.
También subraya la importancia de instalar la cultura teatral de las tres llamadas antes de comenzar cada presentación y dice que la puntualidad es una ganancia educativa tanto para actores como para el público.
Los ojos de este matrimonio han visto numerosas puestas en escena y la riqueza que brindan los diferentes géneros, por eso ella defiende la necesidad de promover el teatro más allá de la risa. “He visto que muchas personas van al teatro cuando la obra es comedia o muy entretenida, y sí nos hace falta reírnos; pero nos cuesta enfrentarnos a otras emociones. Nos cuesta ser provocados, nos asusta que nos provoquen”, declara.
“Con Robi decíamos una frase: si sólo divierte, enajena; y si sólo enseña, aburre y yo creo que la búsqueda de ese equilibrio es lo que permite mantener el interés de un público que va y regresa”, concluye el pintor.
Los dos reconocen los esfuerzos de la Fundación y su programa artístico y cultural para ampliar su impacto. Valoran el premio Ovación como un estímulo integral a diferentes áreas, sobre todo, la vertiente de la dramaturgia que necesita tanto impulso. Y es precisamente este impulso a las nuevas generaciones, lo que sirve de garantía para la continuidad de esta casa de arte.
Fundación Poma en una palabra: CREDIBILIDAD.
Si sólo divierte, enajena; y si sólo enseña, aburre y yo creo que la búsqueda de ese equilibrio es lo que permite mantener el interés de un público que va y regresa”.
Roberto Galicia
“El arte nos permite construirnos a otros niveles y eso también es bienestar”
Antonio Romero Curador de la sala de exposiciones del Teatro Luis Poma
No todo es seriedad en este mundo. Cuando Antonio habla de su motivación, dice, entre carcajadas: “¡Me motiva el drama! Vivimos para construir ideas y pensamientos. Y mientras más drama, más creativo soy”, afirma.
Pintura, fotografía, estudios de arte, curadurías colectivas y muchas exposiciones nacionales e internacionales forman parte de la experiencia de Antonio. Con más de 20 años de actividad artística, se dedica a la gestión cultural, diseño, artes visuales y museografía, así como a la gestión de otros proyectos como premios y convocatorias para diferentes organizaciones, entre ellas el Centro Cultural de España en El Salvador.
Sus estudios de Licenciatura en Artes con Mención en Pintura le permiten tener una base para dedicarse a la curaduría de espacios de exposición. Inició en 2018 con colaboraciones para el Teatro Luis Poma en el lobby que él llama Project Room.
“Comenzamos en septiembre de ese año con la exposición ‘Territorios’. Una muestra colectiva muy interesante que derivó en un acuerdo permanente con el equipo de Roberto Salomón para dirigir esa programación mensual. Fue muy fácil para mí apoyar en esto porque son las aguas en las que navego”, cuenta
Antonio explica que la intención no es hacer sólo exposiciones variadas cada mes, su objetivo es dar un sentido concreto a la sala con ejes de trabajo, entre formar tejido cultural artístico, fortalecer narrativas y favorecer la educación artística en los públicos. Afirma que no se trata de hacer un calendario como galería de arte, sino, proponer contenidos en ese cuarto de proyectos.
“Generamos un seguimiento a proyectos de artistas jóvenes, son los que más me gustan. Nos reunimos con Mauricio Kabistán, quien es un gran apoyo en estos procesos. Estas reuniones con los artistas emergentes pueden durar varios meses. Queremos darle sentido a estas discusiones de sus obras para apoyar narrativas y fortalecer sus procesos creativos y productivos”, explica.
Detalla que toda la programación anual se piensa y prepara desde el año anterior y no es necesario que sean artistas consolidados con obras ya establecidas, la intención es proponer a nuevos artistas con obras en crudo para darles forma a través de esas pláticas hasta crear la narrativa deseada.
Para Antonio, el arte y cultura son importante en todos los países y en la vida cotidiana de las personas: desde el lenguaje habitual, la ropa de cada ciudad, el diseño de una estación de buses, el trabajo de señalizar calles y edificios, etc. Ese arte no es elitista o reservado para cierto grupo social, es la cotidianidad que construye identidad para un bienestar individual y colectivo.
Por eso tiene como principal objetivo que cada muestra en el lobby del Teatro Luis Poma cuente algo concreto: “No queremos que sea algo sólo decorativo. Queremos que la gente se vaya con información que no tenía y que los artistas le están contando”, destaca Antonio
Las ideas y los espacios para desarrollarlas son los principales aportes de la Fundación Poma al ámbito artístico desde la perspectiva de este profesional. Promover otras realidades bajo una relación de confianza y respeto en la que se puede trabajar en equipos para construir cultura.
Al ayudar a una persona o colectivo, se pueden ver resultados mañana o dentro de cinco años y lo interesante es lo que viene después de lograr dichos cambios”.
Hablar de valores y principios es importante para Antonio al crear exposiciones de calidad, desde la igualdad y el respeto mutuo: “Intentamos establecer conexiones igualitarias sin decirle a los artistas qué exponer ni al público cómo debe entenderlo”.
Su mayor deseo en este aniversario de Fundación Poma es que logre extender en el tiempo la colaboración con todos los entes sociales para lograr más cambios estructurales. Confiesa que es muy idealista; pero la intención del Teatro Luis Poma y su agenda cultural a todo nivel es muy importante para generar cambios de valor en esta realidad.
“Más que una empresa privada, quiero referirme a lo que hace la familia Poma como ‘intenciones privadas’ porque tienen un sentido de provocar cambios y es su naturaleza. Al ayudar a una persona o colectivo, se pueden ver resultados mañana o dentro de cinco años y lo interesante es lo que viene después de lograr dichos cambios”, concluye.
Fundación Poma en una palabra: APORTES.
“Este país ha sido golpeado por muchas dificultades, pero salimos adelante”
Héctor
Vásquez Asistente técnico del Teatro Luis
Poma
Héctor no estaba preparado para actuar; mucho menos en una comedia y sin ensayos. Durante ‘El titiritero de Banfi’ actuó como el bar tender frente a 260 personas sentadas en butacas, alfombras y pasillos. Era un lleno total y debía salir a escena para ser insultado por un títere. Así lo repitió otras tres veces con el teatro repleto de gente y agrega: “Venía de hacer limpieza a los aires acondicionados, pintar las paredes y acomodar a la gente en su asiento, como ya estaba vestido de negro, ese papel me quedó bien. Salí a escena muerto de nervios. Ahora ya me río de lo que hice porque después de eso, todo es posible”, afirma.
Entró a trabajar en el área de mantenimiento de Metrocentro en octubre del 2004. Venía de trabajar en un taller y, al poco tiempo, solicitó un traslado para cubrir una vacante dentro del Teatro Luis Poma. De inmediato, comenzó a aplicar sus conocimientos técnicos para el mantenimiento impecable de las instalaciones, que reciben cada año, en promedio, a 15,000 espectadores.
Héctor cuenta que en un día sin eventos aprovecha para la revisión y limpieza del sistema eléctrico y aparatos relacionados, como aires acondicionados y compresores, además de remozar la pintura de puertas y paredes, realizar trabajos en madera para ciertos detalles, supervisar el buen funcionamiento, antes y después de los montajes escénicos y, por supuesto, mantener relucientes las instalaciones del teatro. Los espectadores más curiosos habrán notado que durante una función, arriba, en los controles de iluminación y sonido, a veces, está Héctor apoyando a su colega.
Vive con su esposa, dos hijos – uno de catorce y otro de seis- y su madre, doña Gregoria, de 66 años. Su familia pasó por un problema de inseguridad en 2018, lo que le
obligó a hacer un préstamo bancario para mudarse; además, por ese tiempo, afrontaba los gastos de tener a su hijo pequeño ingresado en el hospital. A esta difícil situación, se sumó un problema de salud visual de doña Gregoria, quien estaba perdiendo la vista.
Tras varias visitas médicas, diagnosticaron a doña Gregoria con cataratas. La solución que le propusieron a su hijo fue una operación, un procedimiento con altos costos y que suponía retos durante la recuperación. Preocupado por la situación de su madre, Héctor buscó el apoyo de Fundación Poma, que como parte de su atención a colaboradores, gestiona apoyos para casos catastróficos.
La intervención de la Fundación le facilitó a doña Gregoria una segunda opinión médica para evaluar la mejor opción. El resultado de los exámenes indicó la existencia de una degeneración macular, un trastorno que destruye la visión detallada de las cosas, y si bien había presencia de cataratas, por la etapa en que se encontraba la paciente, el médico descartó que la solución fuese una operación ya que el alivio sería mínimo.
En su lugar, el oftalmólogo le prescribió lentes especiales para la degeneración macular. Fundación Poma se encargó de su compra, de acuerdo a las especificaciones médicas. Las sombras que antes veía doña Gregoria
se transformaron en rostros y la angustia en tranquilidad, al recuperar nuevamente la vida a la que estaba habituada.
Para Héctor, el bienestar se basa en la unión de la familia y la certeza de que todos en casa tienen salud. “Luego viene el sustento diario, tener calzado y vestuario. Lo demás, no es que sea vanidad porque todo sirve; pero lo esencial es mi salud y mi familia en paz”, comenta. Piensa en la juventud que se ha beneficiado con becas, acceso a salud y nutrición oportuna y cree que esa base significa el impulso necesario para que cada persona pueda seguir superándose y construyendo la vida que desea.
“Pienso que Fundación Poma jamás va a tener una visión corta. Ellos siempre hacen más y van más allá de lo que se necesita”, reflexiona César, quien añade que disfruta ser parte del equipo del teatro y la Fundación, pero sobre todo ama lo que hace.
Ahora agradece poder contar su historia. Dice que necesitaba desahogarse de sus vivencias difíciles; pero quiere servir de ejemplo para quien lea estas líneas. Héctor vuelve a sonreír y recuerda su breve paso improvisado por los escenarios: “Fíjese que también estuve en una obra de teatro que vino de Costa Rica. Un muchacho de ese equipo se sintió mal de salud y los apoyé con la utilería. Yo le iba pasando a la actriz lo que necesitaba; pero al momento del saludo final me pidieron que saliera y yo no quería, me daba vergüenza y sentía raro”, dice sonriendo.
Pienso que Fundación Poma jamás va a tener una visión corta. Ellos siempre hacen más y van más allá de lo que se necesita”.
Héctor Vásquez
Para él, es imposible negar la ayuda. “Yo voy a seguir viviendo al día siguiente, siempre voy a estar bien”, enfatiza con una voz llena de fe.
Fundación Poma en una palabra: OASIS.
“Gracias a Fundación Poma podemos ayudar de manera efectiva y oportuna”
Mónica de Samayoa
Directora ejecutiva de Fundación Teletón
Fundación Poma y Fundación Teletón han caminado veinte años de la mano: “Ha sido un privilegio esta alianza porque tenemos un interés mutuo y genuino en apoyar a todos los salvadoreños”, dice Mónica de Samayoa, directora ejecutiva de Fundación Teletón.
Además de la Fundación, las empresas de Grupo Poma, sus colaboradores y becarios han sido voluntarios en distintos momentos y han apoyado numerosas iniciativas: “Estamos muy agradecidos que nos den el voto de confianza, porque a través de esta ayuda, hemos podido brindar más de 3 millones de atenciones de rehabilitación e inclusión, a más de 172 mil familias salvadoreñas que presentan algún tipo de discapacidad física”, dice Mónica.
Una de las actividades que recuerda fue un voluntariado para pintar la parte exterior del Centro de Atención en San Vicente. “Están educados en el valor de la empatía y humanismo”, asegura Mónica, refiriéndose a los becarios y a los colaboradores del Grupo.
Fundación Teletón brinda atención en tres centros en el país, ubicados en Antiguo Cuscatlán, Sonsonate y San Vicente. Su labor es realmente compleja y bien estructurada: “Hay secretarias clínicas que agendan los horarios de nuestros usuarios. Tenemos el área de calidad y atención al usuario para conocer nuestros puntos de mejora. También está el área de terapia física para niños y adultos, terapia ocupacional de niños y adultos, el área de terapia de lenguaje, atención psicológica y toda la parte de inclusión educativa, inclusión laboral, deportiva y recreativa”, explica la directora ejecutiva.
Para nosotros es importante enseñar a nuestros usuarios a ser lo más independientes posible,motivándolos a través de nuestros programas de rehabilitación e inclusión”.
Solo en 2023, de acuerdo con Mónica, atendieron en todos sus programas a más de 6,900 usuarios, de los cuales el 37 % fue población infantil y el 63%, adulta. “Para nosotros es importante enseñar a nuestros usuarios a ser lo más independientes posible,motivándolos a través de nuestros programas de rehabilitación e inclusión”, reflexiona.
Mantener el constante funcionamiento de cada área con sus respectivas atenciones es una tarea ardua y requiere de muchos recursos, especialmente para mantener el resultado de satisfacción en un 98%, de acuerdo con los datos de Fundación Teletón. Los gastos habituales y los servicios de rehabilitación que se brindan de manera gratuita son cubiertos por medio de donaciones, por lo que la participación del sector privado y de personas altruistas es sumamente importante para la sostenibilidad de la intervención.
Hablar de rehabilitación física y cognitiva es también procurar una debida inclusión, considerar que serán futuros colaboradores o empresarios y que las personas en situación de discapacidad también aspiran a cumplir
expectativas profesionales de manera plena y digna, afirma Mónica. Esta es una idea que procuran implantar durante las charlas con voluntarios o visitantes, además de formarlos en el uso de términos correctos para referirse a la discapacidad.
“Esta causa pasa desapercibida porque si no te pasa a ti o no tienes a alguien con estos retos cercano a tu familia, no comprendes la necesidad de rehabilitación y de inclusión que viven las personas en situación de discapacidad”, piensa Mónica y agrega que el impacto se extiende a la familia y el entorno.
Subraya que lo que más le hace falta a la sociedad es empatía e interés en la población para acercarse y conocer mejor este espacio y los servicios tan necesarios que brinda en rehabilitación e inclusión. Por eso, ella y todo el equipo que lidera se esmeran para visibilizar los resultados de su trabajo. “La discapacidad está en el entorno. En la medida en que construimos espacios más accesibles es como eliminamos la discapacidad”.
Fundación Poma en una palabra: FAMILIA.
Para mí, Fundación Poma es ejemplar porque se enfoca en todos los sectores que necesitan ayuda, se involucra, entiende las necesidades y humaniza las causas”.
“Todos los días somos testigos de la vida y la muerte. Lo que más necesitamos es apoyo”
René Aparicio y Brenda Córdova Director de programas y resiliencia comunitaria y Jefa de movilización de recursos Cruz Roja Salvadoreña
René y Brenda han convivido con la tragedia y el dolor humano incontables veces. René tiene más de veintiséis años desde que inició como voluntario de Cruz Roja hasta llegar a la Dirección de Programa y Resiliencia Comunitaria y Brenda tiene cuatro años de desempeñar el cargo de jefa de movilización de recursos en la misma organización.
Los servicios de Cruz Roja Salvadoreña contribuyen a aliviar el malestar y la angustia que provoca una catástrofe humana o natural, y, en muchos casos, marcan la diferencia entre la vida y la muerte. René y Brenda explican que la organización brinda su atención por medio de la clínica de emergencias, el centro de sangre y la clínica dental.
La clínica de emergencias funciona de manera gratuita y en ella atienden a pacientes de todos los accidentes de tránsito ocurridos en la zona periférica al centro de Gobierno, en San Salvador. También, a través de ambulancias, brindan primeros auxilios y atención prehospitalaria a las víctimas de percances viales o catástrofes. Con preocupación, ambos profesionales destacan que los accidentes en los que se ven involucrados motociclistas han incrementado en un 200 % y llaman a la prudencia a la hora de conducir.
En algunas ocasiones, la clínica también ha sustituido a una unidad de salud que estaba en esa zona y cerró operaciones, con la diferencia de que Cruz Roja Salvadoreña prioriza las emergencias. Durante 2023, este espacio atendió alrededor de 14,637 personas en servicios prehospitalarios y realizó 32,302 procedimientos.
La gran demanda de los servicios de esta organización requiere de constantes inversiones para mantener el buen servicio y los aliados son actores importantes para ejecutar proyectos de modernización.
La jefa de movilización de recursos recuerda que, en 2020, año en que inició la pandemia por COVID-19, el aporte anual de Fundación Poma fue destinado el equipamiento de la ambulancia, equipos de protección personal para voluntarios y kits de higiene para personas afectadas por la tormenta Amanda. El año siguiente, ambas organizaciones se enfocaron en remodelar y equipar una nueva área de atención en la clínica de emergencias, un espacio séptico, del cual Brenda se muestra muy satisfecha, ya que permite atender heridas con alto riesgo de infección con todas las medidas sanitarias y moderno equipo.
En 2022, la Fundación contribuyó con la donación de un congelador especial para mantener los componentes sanguíneos bien preservados y que la iånstitución pudiera brindar mayor calidad a los usuarios. Sólo en el año 2023, se mantuvieron refrigerados hasta 10,369 componentes de sangre obtenidos en jornadas de donación, garantizando su óptimo estado y las máximas medidas de seguridad.
“Cuando alguien nos pide reserva de sangre por algún accidente o transfusión programada es porque su vida ya está comprometida y cada segundo cuenta”, recalca René.
Los servicios dentales también son altamente demandados en la clínica de Cruz
Roja. Por medio del proyecto “Rehabilitando sonrisas”, la organización ofrece tratamientos como endodoncias y limpiezas dentales a un costo simbólico, explican René y Brenda. Esta iniciativa también fue apoyada por Fundación Poma en 2023 con la donación de nuevo equipo, instrumentos y mobiliario.
Unir esfuerzos con una organización como Cruz Roja tiene un gran impacto, ya que cada proyecto beneficia a dos públicos: los profesionales de la salud y voluntarios rotativos, que suman más de 1,600 personas, así como los 85,000 usuarios que la institución atiende cada año. Brenda destaca que los pacientes no solo provienen del área metropolitana, también de otros departamentos.
Con orgullo, ambos enfatizan el mandato de humanidad que guía a la organización que representan y los motiva a auxiliar a quien lo solicite. Para ejemplificar, cuentan que un contingente de salvadoreños acudió a Turquía, el año pasado, para sumarse a las labores de rescate después de los terremotos que afectaron a ese país.
Tanto la clínica de emergencias, la atención dental, el banco de sangre y la sala séptica son plataformas que mejoran la eficiencia para el día a día de este equipo que presta sus vidas para salvar otras.
Fundación Poma en una palabra: TERNURA.
Poma nos ayuda a brindar servicios de mayor calidad a nuestros usuarios”.
Fundación
René Aparicio.
“Cuando la vida te da una buena oportunidad, aunque sientas miedo, hay que aprovecharla”
Gabriela Melgar
Ganadora del XVIII Certamen Nacional de Lenguaje, Literatura y Ortografía
Exbecaria de Fundación Poma y graduada de la ESEN
Gaby saluda desde Noruega. Llegó a ese frío país como parte de un intercambio cultural para aprender el idioma y con el plan de estudiar un MBA en Gerencia Internacional. Antes, había realizado un intercambio en Suiza por seis meses y, al poco tiempo, le ofrecieron empleo en Oslo, en una empresa de reportes financieros utilizando software para inteligencia y análisis de datos. Ahí ha logrado construir una carrera estable.
Detrás de sus admirables logros, hay una historia de mucho esfuerzo, disciplina y perseverancia. Cursó hasta noveno grado en el Centro Escolar Cantón Calle Real, en Ciudad Delgado, donde demostró su afición por el estudio desde muy pequeña. Sacaba las mejores notas. Debido a los limitados recursos económicos familiares, continuar el bachillerato estaba en riesgo: sus padres no podían costear útiles, uniforme ni transporte. Sin embargo, su sobresaliente rendimiento le abrió las puertas para estudiar, becada en el Instituto Nacional Manuel José Arce, con el apoyo de la Fundación Génesis.
El hábito de Gaby para involucrarse en todo lo que podía la acompañó en esa nueva etapa. Tenía 16 años cuando participó en el Certamen Nacional de Lenguaje, Literatura y Ortografía, organizado por Fundación Poma y el ministerio de Educación. Lo que comenzó como una competencia dentro de la institución entre los diferentes bachilleratos escaló a nivel municipal, departamental, y, finalmente, a nivel nacional.
Durante todo el 2007, pasó preparándose con intensidad, transcurría horas con profesores que la retaban en análisis de oraciones, sintaxis, argumentos literarios y similares. Al final del año, anunciaron a los alumnos ganadores. Todas las horas extra de estudio
Todo lo que me dijeron en la visita guiada por ESEN fue verdad: que tendría oportunidad de conocer otras culturas, que la excelencia académica me abriría mejores puertas, que aprendería de liderazgo y podría usar eso como herramienta adonde fuera y que las salidas laborales serían más variadas si estudiaba con ellos. Todo eso fue cierto”.
acostado a la una. Dormía poco porque llevar cinco materias en la ESEN no es nada fácil. Menos mal que entre todos nos apoyamos para estudiar segmentos cada uno y nos explicábamos entre nosotros para abarcarlo todo”, cuenta.
Lo que más recuerda, además de lo retadores que eran los ejercicios de econometría, es la materia de Bienestar y Valores. Esos aprendizajes para fortalecer habilidades blandas para la vida, no sólo para su profesión, marcaron una diferencia en su manera de darle sentido a lo que hacía. Le mostraron cómo planificar de manera ordenada su futuro y los pasos siguientes para llegar a cada meta.
rindieron fruto y Gabriela no podía creer lo que había obtenido con su primer lugar: una computadora y una beca universitaria para estudiar la carrera que ella quisiera.
Eligió la licenciatura en Economía y Negocios de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN). Además de la beca para su carrera, recibió apoyo extra para hospedaje, gastos de alimentación y transporte.
“Todo lo que me dijeron en la visita guiada por ESEN fue verdad: que tendría oportunidad de conocer otras culturas, que la excelencia académica me abriría mejores puertas, que aprendería de liderazgo y podría usar eso como herramienta adonde fuera y que las salidas laborales serían más variadas si estudiaba con ellos. Todo eso fue cierto”, afirma Gaby.
Así como lo hizo en la competencia, debió mantenerse persistente durante la vida universitaria. “A veces me despertaba a las tres de la madrugada, aunque me hubiera
Sin imaginarlo, el camino recorrido la estaba preparando para desarrollarse en cualquier parte del mundo. Durante su cuarto año, hizo un intercambio estudiantil en Estados Unidos y después de graduarse de la licenciatura ganó una beca para estudiar Economía y Filosofía Política, en Chile. Al mismo tiempo, buscaba trabajo como recién graduada.
En un abrir y cerrar de ojos, de América saltó a Europa, e hizo de Noruega un nuevo hogar, que ahora comparte junto a su esposo y el hijo de ambos.
“Recuerdo que a mi graduación de la universidad fue toda mi familia. Mi abuela, mi tía, mi primo… todos estaban muy orgullosos. Y siempre me dicen que hablan de mí y de mi hermana menor. Ella también estudió becada en la ESEN. Me gusta mucho saber que nos ponen como ejemplos de constancia y esfuerzo”, cuenta Gaby.
Fundación Poma en una palabra: FAMILIA.
“No hay nada que sustituya el encuentro humano que brinda el teatro”
Óscar Guardado Ganador del XIV Premio Ovación Actor y productor de teatro
Óscar afirma que el teatro salvó su vida. Cuando tenía 17 años de edad, su hermana quiso alejarlo de la vulnerabilidad de la violencia y le contó que en la Universidad de El Salvador había un grupo de teatro.
Cuenta que la profesora lo hizo subir al escenario a leer, sin instrucciones ni nada. Sintió una adrenalina que lo atrapó para siempre, además de la posibilidad de vivir muchas otras historias sobre el escenario que, de otra manera, no podría.
Este sonriente actor tiene una trayectoria de décadas. Ha hecho teatro en toda Centroamérica. “Con mi familia tenemos una combi y nos damos el chance de viajar. Nuestro sueño es completar una ruta centroamericana. Me gusta manejar y me gusta hacerlo en un carrito de más de 50 años que nos lleva a todas partes. Es mi estilo de vida”, afirma.
Pertenece a La Bocha Teatro desde hace 21 años y recuerda que su colectivo tiene casi los mismos años que el Teatro Luis Poma. Eso siempre le pareció relevante ya que marcó mucho el tipo de montajes que decidió hacer con sus colegas. “Cuando la familia Poma decidió abrir este espacio, fue sólo para teatro, no como un foro para múltiples eventos. Eso fue muy interesante. Nos acercamos como artistas escénicos y propusimos un espectáculo. Fue una coproducción con Regina Cañas que nos amadrinó porque tuvo fe en nosotros. Presentamos una obra de Ricardo Lindo que se llamó ‘Tía Bubu, Tita y Lipe en el reino de Epaminondas’, con dirección de Juan Barrera. Todo eso incluyó títeres, cantamos, bailamos y usamos zancos. Estaban
recién abriendo el teatro y nos aceptaron una semana de cinco funciones”, relata.
Subraya que en El Salvador no hay mucha gente que quiera invertir dinero en teatro o arte en general, por eso el Teatro Luis Poma lo cambió todo al crear un espacio dedicado para ello. En sus 25 años de carrera actoral, con experiencia en crear todo tipo de espectáculos que no sabía si podría presentar una o varias veces y en qué condiciones, fue un alivio tener un espacio en el que las presentaciones estaban garantizadas. Eso lo consideró digno.
“Fue emocionante trabajar con ese orden, un reto también. Comenzamos a tener reuniones preparatorias y de creatividad con muchos meses de anticipación, incluso un año antes. Eso nos desarrolló un sentido del compromiso porque hay todo un equipo y un proceso de publicar la cartelera que viene, la gente compra entradas de manera organizada y debíamos estar a la altura”, narra Óscar.
Piensa que el teatro en el país y en toda Centroamérica tiene una calidad demostrable. Afirma que está bien pensar en presentaciones en México y Europa; pero reivindica el teatro regional con sus propias historias, lenguaje e idiosincrasia. Para Óscar, viajar por carretera y presentarse en distintos lugares de la región es un sueño encomiable y que el público de países vecinos disfrute del teatro salvadoreño es como una misión morazánica para él.
Esa visión pasa por crear un ambiente de confianza e intimidad con el público asis -
tente. “El espectador va a ver que actrices y actores nos podemos equivocar y también improvisamos. No hay nada que sustituya ese encuentro humano. La piel, el sudor de las luces, el acto en vivo y sus reacciones. Eso les hace sentirse identificados con lo que están viendo. Es un intercambio”, resume. A Óscar le interesan los encuentros con los espectadores más allá de las lecciones. Le gustan las conversaciones que detona el teatro.
En 2021, junto a la antropóloga Astrid Francia, ganó el XIV Premio Ovación con un proyecto cultural multidisciplinario, enfocado en pueblos originarios de Nahuizalco, y que le permitió a los habitantes de los cantones Pushtan y Sisimitepec contar desde el teatro sus creencias, deseos, luchas y preocupaciones.
Fundación Poma en una palabra: OPORTUNIDAD.
El espectador va a ver que actrices y actores nos podemos equivocar y también improvisamos. No hay nada que sustituya ese encuentro humano. La piel, el sudor de las luces, el acto en vivo y sus reacciones. Eso les hace sentirse identificados con lo que están viendo. Es un intercambio”.
“Los fondos que entrega el Premio Ovación generan más empleos”
Lorena Juárez Saavedra Ganadora del V Premio Ovación Escritora, dramaturga, actriz y docente
Lorena ha llenado el escenario con su sonrisa y su presencia escénica. Esta polifacética profesional se dedica a un sinnúmero de pasiones. “Yo escribo, hago dramaturgia, soy productora de mis proyectos y soy actriz. También soy profesora universitaria de redacción creativa, redacción para medios y redacción académica”, cuenta.
Comenzó estudiando teatro con Ruth Aragón, alumna de Roberto Salomón, actual director artístico del Teatro Luis Poma. “Yo tenía como 15 años y de ahí seguí las artes en la universidad, en la UCA. Entonces he hecho teatro toda mi vida, con todas las posibilidades y limitantes que se tienen”.
Uno de los retos fue la falta de acceso a formación académica. Afortunadamente, explica que logró prepararse a través de talleres. Así llegó al Teatro Luis Poma desde su época de colegio cuando le encantaba visitar el festival Creatividad Sin Fronteras.
Recuerda perfectamente la primera vez que se dio cuenta que había pasado de ser parte del público al escenario: “Vino al país el alumno de Marcel Marceau, el mimo Laurent Decol, y yo tomé ese taller. Luego armó un pequeño espectáculo y esa fue la primera vez que estuve en las tablas del Poma, como parte de uno de los ejercicios de mimodrama”, cuenta emocionada.
Siente que el Teatro Luis Poma tiene magia por ser un espacio construido con un formato para generar cierta intimidad con el público: “Hay que dejar de lado esa idea un poco preciosista y clasista de que los teatros tienen que ser enormes y súper decorados”.
Entre reflexiones, Lorena se emociona al recordar su experiencia con el Premio Ovación 2013, un galardón creado por Fundación
Poma y el Teatro Luis Poma para promover el desarrollo de proyectos artísticos innovadores en el país.
Había concursado en algunos Juegos Florales con muy buenos resultados y pensó hacer lo mismo con este reconocimiento. Con su pareja, Ricardo Barahona, compartieron posibles ideas de propuesta escénica y concluyeron en algo novedoso para el momento: video mapping, una técnica audiovisual que consiste en proyectar imágenes en diferentes superficies, comúnmente fachadas de edificios o lugares poco habituales.
“Estos espectáculos se estaban realizando en Alemania y Londres. Aquí pensamos con Ricardo en incluir además de la animación, bailarines. Conocemos a una amiga brillante que justo en ese momento estaba sacando una maestría de esto en Hong Kong. Unas semanas después, Robi Salomón me llamó todo misterioso para confirmar nuestra presencia en la entrega de los premios. Ahí nos enteramos que habíamos ganado”, sonríe Lorena.
Ovación fue para Lorena un parteaguas en su vida profesional. Ganar con su producción llamada ‘Tamborina’ la ubicó en el mapa del arte nacional y la acercó a otros fondos para sus producciones. Afirma que la consolidó como actriz después de tener cierto tiempo no actuar.
“¡¿Qué se hace con cinco mil dólares?!”, expresa con alegría al referirse al incentivo económico recibido con Ovación. Uno de los compromisos que exige el reconocimiento es entregar un presupuesto detallado de inversión. Así Lorena y Ricardo lograron pagarles a diferentes equipos, el alquiler del proyector, al arquitecto Rafa Tobar - quien diseñó la escenografía -, construir los bastidores. Luego
vino la construcción de la narrativa con sus planos y, poco a poco, la incorporación del equipo de asistencia, vestuario, entre varias actividades que transcurren previo a una puesta en escena.
“Esto quiero que quede muy claro: Los fondos que entrega el Premio Ovación, si se administran bien, generan industria. Porque yo cobré lo mío hasta el final; pero desde el principio pude dar trabajo a muchas personas. Fueron entre diez y doce personas que involucré en el proyecto y recibieron un pago digno por eso”, enfatiza Lorena.
La Fundación Poma la siente como una escalera de vida, que aúpa y sostiene mientras se sube a otra etapa de bienestar. En este punto, habla del premio Iberescena, al cual no habría podido llegar sin esa escalera de Ovación. Agradece por estas experiencias y aconseja a las generaciones actuales trabajar en cooperación mutua y con el ánimo de seguir haciendo propuestas de calidad, pero sin olvidar disfrutarlas.
Fundación Poma en una palabra: IMPULSO.
Vino al país el alumno de Marcel Marceau, el mimo Laurent Decol, y yo tomé ese taller. Luego armó un pequeño espectáculo y esa fue la primera vez que estuve en las tablas del Poma, como parte de uno de los ejercicios de mimodrama”.
“La educación y preparación constante son la mejor base para un futuro estable”
Armando y Luis Rivera Graduados de ESEN
Exbecarios de Fundación Poma
Hijos de Armando Rivera, colaborador de Grupo Poma
Los hermanos Rivera aprendieron en casa que la educación es una inversión que se hace en el presente para lograr frutos en
el futuro. Cuentan que su padre, Armando Rivera, quien trabaja en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) como
director financiero y administrativo, les inculcó desde pequeños la importancia de hacer las cosas con excelencia.
Armando y Luis cursaron sus estudios superiores en la ESEN, con el apoyo de una beca parcial, un beneficio para hijos de colaboradores de Grupo Poma que son admitidos en la Escuela. “La universidad nos forma para ser analíticos y críticos, más que para ir pasando el tiempo o conseguir cualquier trabajo”, afirma Armando, graduado, en 2018, de la Ingeniería de Negocios. Reconoce los conocimientos que le brindó la carrera y, al mismo tiempo, destaca los aprendizajes del día a día que lo hicieron crecer.
“Mi experiencia en ESEN me hizo estar más abierto a nuevos retos y desafíos, a buscar aprender siempre, a retarme y ser mejor cada vez. Me di cuenta que eso está en el ADN de todas las personas que estudiamos ahí”, afirma Armando. Para él, el ambiente y el sistema académico desarrolló sus habilidades de liderazgo desde el primer año.
“Cuando estamos jóvenes pensamos mucho en obtener dinero inmediato. No nos damos cuenta de que para tener un buen futuro necesitamos educación y mucha planificación. Queremos todo rápido y nos apresuramos a trabajar para sentirnos mejor; pero a los cinco años seguiremos teniendo el mismo ingreso si no tenemos educación que nos impulse a más. Las metas no deberían ser tan cortas”, reflexiona Luis, el menor de
los Rivera, quien se graduó de la Licenciatura en Economía y Negocios, en 2020.
Luis enfatiza el impacto que las becas tienen en los estudiantes, particularmente en la forma de pensar y proyectarse a futuro. “Tuve compañeros con situaciones económicas complicadas y fui testigo de cómo se abrió su mente. Todos crecieron y maduraron. La Fundación Poma hizo eso con su sistema académico. Estoy muy orgulloso de lo que mi hermano y yo hemos logrado también”, afirma.
Al recordar su tiempo en el alma máter, Armando destaca la oportunidad que tuvo de involucrarse en actividades sociales para retribuir a otras personas las oportunidades que él y su hermano han recibido. En tercer año de la universidad, fue parte del Club Rotarac Santa Tecla. Desde esa organización, se apoya a comunidades cercanas a la ESEN, como el Cantón Las Granadillas. Durante esta experiencia coordinó celebraciones para el día del Niño, recolectas de ropa, participó en jornadas de salud física y dental, en otras de vacunación infantil e incluso en donaciones de sangre para la Cruz Roja.
Tuve compañeros con situaciones económicas complicadas y fui testigo de cómo se abrió su mente. Todos crecieron y maduraron. La Fundación Poma hizo eso con su sistema académico. Estoy muy orgulloso de lo que mi hermano y yo hemos logrado también”.
Luis Rivera
se actualizado: estudió en Boston, Estados Unidos, una maestría en Finanzas. Las puertas se abrieron para él en aquel país y, actualmente, trabaja en el área de gestión y análisis financiero, del Banco de Crédito del Perú, en la ciudad de Miami.
Mi experiencia en ESEN me hizo estar más abierto a nuevos retos y desafíos, a buscar aprender siempre, a retarme y ser mejor cada vez”.
Armando Rivera
De su época como estudiante, Luis recuerda lo importante que fue el acompañamiento de la dirección estudiantil para su proceso de adaptación y el de sus compañeros. “El seguimiento es muy detallado para no perdernos en los primeros meses, porque algunos venimos de una vida de colegio muy resguardada y todo es nuevo: la gente, las materias, los horarios, todo parece tranquilo y uno lo siente fácil; pero en unos meses ya estás en parciales y finales y la realidad no es un juego”, explica.
Hace dos años, el menor de los Rivera decidió emprender un nuevo reto académico, siguiendo la premisa familiar de mantener-
Por su lado, Armando ha construido rápidamente una trayectoria profesional enfocada en innovación estratégica. Actualmente, trabaja como product manager en una de las empresas de origen salvadoreño más pujantes del sector, Applaudo Studio. Como constante, Armando destaca el impacto que ESEN tuvo en desarrollar valiosas habilidades sociales, desde hablar en público, pasando por el trato y la negociación con clientes, hasta tener una visión flexible a largo plazo.
Para ambos, bienestar es poder tener balance entre vida, trabajo y otros ámbitos que completan su sentido de realización, como gozar de buena salud, mantener una vida espiritual, relaciones estrechas con otras personas de las que puedan aprender y alcanzar la excelencia en sus trabajos.
Fundación Poma en una palabra: CRECIMIENTO.
“Aunque una oportunidad parezca lejana o imposible, siempre confía en ti mismo”
Henry
Ernesto Ascencio Trejo Exbecario al Talento
Hijo de Raúl Ascencio, colaborador de Grupo Poma
Muchos niños sueñan con robots. Desde pequeños juegan y piensan en crear cosas automatizadas y entender su funcionamiento. La historia de Henry cuenta cómo ese sueño se hizo realidad.
Desde hace treinta años, su padre ha trabajado en Autofácil, la división financiera de Grupo Poma. En 2016, cuando Henry se graduó del Instituto Técnico Ricaldone como bachiller en Electrónica, ambos decidieron aprovechar la oportunidad del programa Becas al Talento, de Fundación Poma, y presentaron una solicitud para que Henry estudiara Ingeniería Mecatrónica, en la Universidad Don Bosco.
Unos meses después recibieron la llamada que notificaba la adjudicación de la beca, celebraron juntos. “No soy muy expresivo, me cuesta demostrar emociones; pero en la ceremonia de entrega de becas en la ESEN, cuando nos explicaron las condiciones de estudio, vi a mi mamá sonriendo muy contenta. Mi papá también estaba orgulloso y verlos a ambos emocionados fue muy bonito. Mi hermano mayor comenzó a trabajar para apoyar en la casa y tuvo que hacer pausa en sus estudios. Esta beca fue realmente la forma en la que aumentamos nuestra confianza como grupo familiar. Fue un logro de familia”, recuerda.
Asegura que Fundación Poma cambió hasta su personalidad, ya que en esa entrega de becas le solicitaron que diera un discurso. Sintió que toda su timidez daba vuelta en su estómago y cuando pudo encontrar las palabras de agradecimiento frente al público salió tan bien que después lo invitaron a grabar más contenido para publicarlo en redes sociales. “Compartí mi forma de pensar en nuevos escenarios y me di cuenta de que existía la posibilidad de ser mejor porque
alguien me iba a escuchar. Me gustó la idea de poder ayudar a otras personas a que se expresaran como yo lo estaba haciendo”, cuenta.
En paralelo a sus estudios, Henry también aprovechó el tiempo para comenzar a obtener experiencia laboral en una empresa de automatización. Se integró más adelante a otra compañía para trabajar con imágenes y datos. Desde sus últimos años de colegio, ya tenía la certeza de querer trabajar con robots y, con mucha perseverancia, se abrió paso en ese camino sin perder de vista su objetivo.
Dos años después de graduarse de la universidad, en 2022, se animó a probar suerte en la Universidad Turku, en Finlandia, para seguir especializándose en contenidos para robots móviles y drones. Lo había motivado la experiencia de un profesor universitario que le contó su formación fuera de El Salvador y decidió seguir sus pasos.
Así inició estudios en robótica y sistemas autónomos. Se especializó en todo lo relacionado con sensores que recolectan datos del mundo y de manera digital se transfieren para mejorar los procesos de manufactura y producción. “La finalidad es que esas máquinas sepan lo que pasa a su alrededor y puedan actuar de manera más eficiente a favor de la vida humana”, sintetiza Henry, quien está enfocado en producir cosas útiles y promover más energía limpia y eficiente.
Opina que la juventud en El Salvador tiene el doble de retos ante la falta de espacios y oportunidades para superarse: “Yo recuerdo que terminé la carrera y no tenía opciones de trabajo en mi campo. Los jóvenes reconocemos esas dificultades inevitables”, dice; pero matiza con la importancia de “intentar buscar oportunidades que no aparecerán de
Esta beca fue realmente la forma en la que aumentamos nuestra confianza como grupo familiar. Fue un logro de familia”.
Henry Ascencio
manera mágica, sino a través del empeño, sin perder motivación, ganas y esperanzas”.
Por eso destaca los fondos de becas privados que administran organizaciones como Fundación Poma.
A veces sintió mucha frustración y dudas sobre su vocación; pero lo que siempre le ayudó fue mantener la confianza en sí mismo y la convicción de tener las habilidades necesarias para seguirlo intentando. En su mente, habitaba la expresión de alegría de su mamá en la entrega de becas años atrás y esa era su mejor motivación. “Las oportunidades pueden aparecer o no; pero cómo te sientas y trabajes por tus metas es la diferencia”, recalca.
Ahora, Henry está concentrado en su especialización en Finlandia y en seguir creando soluciones y apoyos para la humanidad. Piensa en su proceso y le parece un sueño trabajar de lo que veía tan lejano siendo un niño. Ahora, como joven adulto, se siente con total libertad de tomar decisiones de vida para seguir creciendo.
Fundación Poma en una palabra: AMOR.
“Me gusta sacar la esencia de una obra de teatro a través de la fotografía”
René Figueroa
Poeta y
fotógrafo oficial del Teatro Luis Poma
Cuando se juntan el amor por el teatro y la pasión por la fotografía, nace un talento tan particular como el de René. Comenzó a disfrutar el teatro como público habitual hasta que llegó una cámara a sus manos. Aunque era para deleite propio, cada fotografía despertó en él una necesidad de documentar lo que ocurría sobre el escenario desde 2008.
“Puede ser egocéntrico o egoísta; pero la verdad es que el arte uno lo hace para uno mismo, en primer lugar; luego para quien lo quiera consumir. Me divierte y me hace feliz hacer fotografías de arte teatral y en general de eventos artísticos y culturales. El arte escénico es fascinante. Estoy saltando de obra en obra tratando de encontrar este retrato y me gusta hacerlo de manera improvisada”, explica René.
Asegura que nunca va a ver los ensayos para conocer los cambios de iluminación, movimientos de personajes y escenografía. Le emociona ir a las funciones y descubrir lo que va a pasar para dejarle ese aporte a los artistas, individuales y colectivos, como apoyo a paliar esas dificultades que el gremio tiene para documentar su trabajo con fotografías de alta calidad.
Desde el año 2011, es el fotógrafo oficial de las producciones del Teatro Luis Poma y obras invitadas; además, ha capturado actividades memorables de la Fundación Poma. Comenzó como una idea de hacer una exposición por su cuenta, pero evolucionó a lo que define como el proyecto de su vida: “Para mí ese momento fue una validación de mi trabajo porque lo que hago pasa por muchos ojos. Hace visible lo que pasa en el escenario y, por supuesto, que el Teatro Luis Poma ha abierto oportunidades para la difusión cultural y artística en general”.
A partir de su reconocido esfuerzo detrás del lente, diversos grupos de teatro comen-
Alguien en algún momento se va a interesar por ver y saber qué pasó hace quince y cincuenta años en el teatro salvadoreño. Quiero creer que lo que hago va a contribuir a esas respuestas”.
zaron a conectar a René para que registrara sus proyectos, tanto artísticos como comerciales. Asegura que, en todo lo que hace, intenta dejar un guiño sobre su concepto de lo que está retratando, que puede, o no, coincidir con la visión de la dirección de arte o marca. Para René, es importante que los artistas puedan permitirse licencias creativas que sumen elementos que nadie más había pensado hasta el momento, así como lo demuestran algunas exposiciones creativas en la antesala del Teatro Poma.
“Lo que ocurre en ese espacio de tanto tráfico es importante para el país. En las demás salas (las exposiciones), se llenan el día de la inauguración y ya no sabemos quién llegó después; pero en el teatro, como tenemos funciones de jueves a domingos, cinco funciones por cada fin de semana y llegan en promedio 200 personas, es un volumen muy atractivo de gente. He tenido la suerte de tener tres exposiciones de mi onda creativa en el lobby del Teatro y eso ha sido otro impulso más para abrir caminos”, asegura.
Uno de los proyectos más grandes y que más satisfacción le ha dejado fue participar con su trabajo en el libro del centenario de Grupo Poma. La publicación incluyó cien entrevistas de colaboradores reconocidos por la vivencia de valores en todos los países donde opera el conglomerado. René fue el responsable de definir la estética de retratos para el libro y fotografió a todos los colaboradores de El Salvador.
René se siente orgulloso del impacto de su trabajo y de la relación que ha construido con Fundación Poma. “Es importante mencionar
los proyectos educativos y la administración de fondos de becas que hace Fundación Poma. También fotografío a los becarios, actividades educativas en el teatro, tardes de lectura y otro montón de cosas”, cuenta.
La visibilización de las artes escénicas a través de la fotografía puede hacer que una cierta cantidad de público se entere y se interese por lo que pasa. René ha notado a lo largo del tiempo que el público también crece con esa exposición y busca consumir lo que ve en las fotos. Todo ese registro es importante para mantener la memoria histórica en este rubro: “Alguien en algún momento se va a interesar por ver y saber qué pasó hace quince y cincuenta años en el teatro salvadoreño. Quiero creer que lo que hago va a contribuir a esas respuestas”.
René ve grandes oportunidades de crecimiento y evolución en el ámbito artístico salvadoreño. Su experiencia como jurado del Premio Ovación, otorgado por Fundación Poma y el Teatro Luis Poma a proyectos artísticos innovadores, le ha hecho notar que, de al menos 40 propuestas que ha conocido, menos del 5% de ellos incluye como una necesidad la fotografía o el video como parte de la documentación.
Los incentivos del Teatro Luis Poma a las artes escénicas, la dramaturgia y otras disciplinas son una manera de promover el bienestar cultural y René quiere plasmar ese impacto mientras sea posible. Para él, la fotografía teatral es fuente de bienestar personal.
Fundación Poma en una palabra: PERTENENCIA.
“Deseo que el Teatro Luis Poma siga siendo un oasis en la ciudad”
Gabriel Granadino Artista gráfico
Desde pequeño tomó los lápices y nunca los dejó. Para Gabriel, el bienestar pasa por hacer lo que le gusta todos los días. Encontró su propio estilo de ver y dibujar el mundo, siempre con una dosis de humor. En algún momento, pensó ser dentista y, afortunadamente, su familia lo impulsó a seguir sus instintos artísticos.
Su fuerte es la ilustración y el dibujo. Se especializó en ilustración infantil en Barcelona, España, entusiasmado por los códigos y la síntesis que se necesitan para llegar a ese público en especial y el reto constante de tener que resumir tanto en una idea que sea comprensible para todas las edades.
En 2017, Roberto Salomón, director artístico del Teatro Luis Poma, lo invitó a exponer un mural en la antesala. De inmediato, le pareció una idea divertida y se entusiasmó con la posibilidad de aprovechar un espacio visitado por muchísimas personas. “Fue una gran experiencia porque me dieron total libertad para crear”, cuenta Gabriel.
La cartelera de exposiciones se planifica con un año de antelación y Gabriel se tomó el tiempo para visitar el espacio, hacer mediciones y comenzar a inventar. “Quiero crear puentes sobre la cortina de entrada”, recuerda haber comentado con el equipo. “Me sentí bien en ese proceso, sobre todo muy valorado porque el equipo fue muy atento y se involucraron en cada paso para que todo el mural tuviera sentido”, explica.
¿Cómo sería San Salvador si fuera una obra de teatro permanente? fue la pregunta que detonó la idea general de esta exposición. Así comenzó a mezclar en un gran dibujo a
distintos personajes icónicos del teatro en el país y a otros de las obras clásicas como Romeo y Julieta en el transporte público, reyes y reinas de libros limpiando vidrios en semáforos, mezclados con personajes mitológicos cuscatlecos… San Salvador y su vida como un teatro.
“Las posibilidades para fantasear son infinitas. Poner personajes comunes en contextos extraños no es cualquier cosa. Eso era lo que quería demostrar, que en el Teatro Luis Poma uno se sumerge en fantasías que son lo que uno quiere que sean. El teatro es perder los límites a lo establecido”, agrega Gabriel.
Para él, también fue importante durante este proceso el interactuar con las personas alrededor del mural y quienes se acercaban para hacerle preguntas y comentarios. Cada palabra que le decían, le sirvió de termómetro y excusa para entablar diálogos que le iban dando más ideas.
Utilizando pintura negra y pinceles, esta obra monocromática le dio al bienvenida al público del Poma durante tres meses.
Sin importar el tema, como todo artista, necesita que su arte genere reacciones. “El arte sirve para contar cómo veo las cosas... A mí sí me gusta mucho provocar, no me gusta
el arte manso sólo de belleza, sino poder tener un rango amplio de ideas para decir las cosas. Así como dibujo cosas hermosas, también dibujo las horribles porque también son realidad”, afirma Gabriel, al recordar algunos comentarios críticos durante su carrera artística.
Como amante del diálogo, Gabriel le apuesta a la libertad de expresión en todo lo que hace: “Que el arte deje de ser censurado. Es muy necesaria la libertad de expresión como artistas porque es plasmar el presente y saber, en un futuro, lo que estaba pasando en cada época. Eso es muy necesario. Sería lindo que la gente se diera cuenta de la importancia de nuestra realidad y cómo el arte ayuda a preservarla en el tiempo”.
Esa es su misión personal, usar su creatividad para fomentar espacios y creaciones que permitan transportar a los públicos a otra dimensión, tal como lo hizo en la antesala del Teatro Luis Poma y muchos otros lugares que han visto pasar sus pinceles y dibujos. “Sólo me queda agradecer a todo el equipo del teatro por su apoyo y desearles que sigan siendo un oasis en la ciudad, llenos siempre de creatividad y fantasía”.
Fundación Poma en una palabra: REFUGIO.
Las posibilidades para fantasear son infinitas. Poner personajes comunes en contextos extraños no es cualquier cosa. Eso era lo que quería demostrar, que en el Teatro Luis Poma uno se sumerge en fantasías que son lo que uno quiere que sean. El teatro es perder los límites a lo establecido”.
Epílogo
Alejandro Poma
Vicepresidente de Fundación Poma
La Historia es un testimonio vivo de la constante transformación que experimenta la sociedad a través de la intervención humana. Está lejos de ser un relato inmutable. Cada generación deja su huella en el curso del tiempo, moldea el presente y define el futuro.
En 1984, cuando apenas tenía 12 años, recuerdo haber sido testigo de la constitución de Fundación Poma. Era todavía muy joven para reconocer el impacto que esa decisión impulsada por la segunda y tercera generación de mi familia tendría en la vida de muchos salvadoreños y, por supuesto, en la mía.
El tiempo y las experiencias son maestros de vida. En la adolescencia, mi participación como voluntario en el programa de Ayuda Humanitaria de nuestra organización hermana, FUSAL, me mostró las consecuencias de la desigualdad y la pobreza, pero al mismo tiempo me enseñó el poder del servicio y la solidaridad. Desde entonces, aquel evento familiar de la niñez cobró trascendencia; se convirtió en un compromiso personal y propósito de vida.
Los relatos de este libro son una muestra de que cuando la voluntad y el talento humano encuentran un entorno de condiciones favorables y oportunidades es posible para las personas ser artífices de su propio destino y aspirar a una vida plena. Como resultado, las transformaciones trascienden a todo un país.
Agradecemos profundamente el tiempo que nos brindaron los participantes de esta publicación y el
entusiasmo con el que se unieron al proyecto. A los beneficiarios de nuestros programas, gracias por compartir sus inspiradoras experiencias; a nuestros aliados, por persistir en la misión de impulsar el bienestar.
Quienes formamos parte de Fundación Poma compartimos el compromiso de forjar un ambiente de posibilidades, especialmente para quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad. Los logros que hemos alcanzado a lo largo de 40 años han sido posibles gracias a la labor de nuestros equipos.
Detrás de cada programa que ejecutamos e iniciativa que apoyamos siempre ha estado el esfuerzo, la pasión y la entrega de profesionales alineados a valores como la excelencia, la integridad, el servicio y la solidaridad. Todos ellos aspiran a dejar huella en la vida de otros y en el futuro del país.
Las empresas de Grupo Poma, organizaciones hermanas, instituciones aliadas y numerosos amigos también han sido actores claves en nuestra historia. Agradecemos su confianza para conformar sinergias que nos han permitido ampliar nuestro alcance y profundizar el impacto en educación, salud y cultura.
Miramos hacia el futuro con optimismo, conscientes de los retos que aún quedan por superar, pero también con la certeza de que podemos impulsar cambios significativos. Nos comprometemos a seguir trabajando incansablemente para crear más oportunidades, tender más puentes y abrir más caminos hacia un mañana mejor.
Estos sólo son los primeros 40 años de nuestro viaje.