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Crimen, epidemia y Europa

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La cultura de Lars

La cultura de Lars

se reúnen con su productor, que al revisar el escaso guión, se siente decepcionado. En un final sencillamente impresionante, tras una sesión hipnótica, la línea divisoria entre pesadilla y realidad se ha disuelto, el horroroso mundo de Epidemic, el mundo de Von Trier, es la realidad ahora. Como en la primera parte de la trilogía, Von Trier ha creado un ambiente único, el detalle del título en la esquina superior de la pantalla nos ayuda a crear ese ambiente de irrealidad, es un mundo de vídeo, de vídeo hospitalario, en el que pareciera que vemos personajes que están siendo estudiados. Y es notable cómo, en el caso de los detectives, tenemos una diferencia diametralmente opuesta entre éstos.

Europa

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Un joven americano llega a la Alemania de la posguerra. Allí, su tío le encuentra trabajo en una compañía ferroviaria. En principio, él quiere mantenerse neutral ante la división ideológica del país, o sea, entre los nuevos alemanes y los nostálgicos del régimen nazi, entre los que está el dueño de la compañía. Sin embargo, le resultará muy difícil, sobre todo después de enamorarse de su hija. Trier propone una película ideológicamente compleja y llena de simbolismos, que pretende plasmar la angustia existente en una Alemania rota por la guerra. El filme en cuestión, si bien tiene un grado importante de autonomía constituye el final de una trilogía iniciada en 1984 con El elemento del crimen y continuada en 1987 con la prácticamente desconocida Epidemia. Esto último nos revela de algun.a forma las pretensiones del autor en cuanto iniciador de un movimiento estético y narrativo que, tomando distintos elementos de la cinematografía anterior, le permitiría constituir un nuevo cosmos dentro de la cinematografía actual, equipandose de alguna forma en cuanto a ambiciones, a otros directores actuales como Greenaway, Cronenberg, Wenders y Jarmusch.

Sin embargo, estas pretensiones no siempre se plasman en la realidad y terminan o repitiendo esquemas que los gigantes de la cinematografía -léase Lang, Welles, Hitchcock, Dreyer, Ford, entre otros- habían manejado con mucha mayor solvencia, o no pudiendo conformar un nuevo cosmos lo suficientemente coherente o atractivo para que perdure en el tiempo.

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