DON GONZALO CASTILLO RANGEL Y SU PASIÓN POR LOS AUTOBUSES ANTIGUOS
A U T O B U S E S D E É P O C A UNA MIRADA AL DESARROLLO DEL TRANSPORTE DE PASAJEROS EN MÉXICO
y Oaxaca, hasta el año de 2000, cuando se incorpora de lleno al Consejo Directivo del Grupo Estrella Blanca.Aunque nunca fue conductor, Don Gonzalo ha sabido manejar todo tipo de autobuses, desde los primeros camioncitos ya mencionados, hasta los más modernos; y si hoy ya no se atreve a conducirlos es por la cantidad de vehículos que transitan por la ciudad. El inicio de la restauración de sus autobuses: un Ford T a punto de irse a la basura En la oficina de Don Gonzalo, en la Tacubaya-Mixcoac-San Ángel, habitan fotografías de automóviles antiguos en por lo menos dos paredes. Son relativamente grandes, de marcos bien seleccionados, imágenes en tonos de grises. Llega un chofer y avisa, advierte y urge: "Oiga Don Gonzalo, a Usted que le gustan los automóviles antiguos, fíjese que hay un automóvil ya muy viejo y casi destruido que lo van a echar a la basura; está ahí donde están construyendo el drenaje profundo y ya la maquinaría lo va a aventar con todo lo que están sacando, si le interesa, córrale para verlo". Revive don Gonzalo el momento: "Fui rápidamente y lo encontré. Era un Ford T. Me lo llevé. Estaba quemada su carrocería y ya no servía, y se me ocurrió hacer lo que hizo el japonés años atrás. Lo restauré, compré varias piezas originales en Estados Unidos y luego mandé a hacer una carrocería con tablones, y ahí lo tiene para la historia del transporte, por-
que inicialmente los automóviles antiguos me llamaban mucho la atención, su desarrollo, su tecnología; y para mí hasta su belleza". Ese fue el inicio. Don Gonzalo cuenta que siempre compró esos camioncitos baratísimos, siempre en condiciones muy ventajosas para ambas partes. "Compré un Dodge Brother modelo 28 con carrocería de madera, que es el que tenemos aquí en las instalaciones del Grupo Estrella Blanca. Le hice una carrocería de madera y quedó muy semejante a lo que eran los autobuses de esa época de 1928. Después un amigo me dijo que había un Ford modelo 42, con una carrocería americana. Lo fui a ver y recuerdo que lo compré en ocho o diez mil pesos de aquellos tiempos; posteriormente me hice de un flexible de 1946: es el rojo que está pintado como Frontera; ése me lo consiguió un socio de Estrella Blanca, por Torreón. Después compré un Parlor Coach, el 03, que está pintado de Chihuahuenses; luego adquirí un Sultana Imperial que es de los cincuentas, y sin querer, se ha ido haciendo una colección muy interesante.Todos, sin excepción, subraya Don Gonzalo, debieron pasar por reparaciones importantes. Y si tengo automóviles y autobuses antiguos es porque he podido obtener las piezas originales en los Estados Unidos, solo hay que saber dónde buscarlas. Insiste en que todos ellos los compró en condiciones deplorables y poco a poco los iba restaurando hasta que quedaban muy cercanos a los originales. Incluso la cromática pasó por una investigación para ajustarse a los
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colores y tipografía originales. Hoy, al verlos y lucirlos en los patios del Grupo Estrella Blanca y en las exposiciones del transporte de pasajeros de la CANAPAT, Don Gonzalo siente una gran satisfacción, pues llegan a su memoria los diferentes momentos de un lento y cuidado proceso de evolución en la restauración en la que participan mecánicos, hojalateros, pintores y vestidores, entre otros.Hace poco, todavía había quienes pensaban que la restauración de estos vehículos representaba un costo innecesario. pero ahora, afirma Don Gonzalo, tienen un valor importante porque para las generaciones futuras son un testimonio físico de cómo eran esos autobuses y la función que tenían para integrar al país. También, de cómo era su gente y cómo viajaban."En algunos de los viajes muy largos, por ejemplo, Transportes del Norte, que salía de Insurgentes en la tarde-noche para llegar a Monterrey en la madrugada, viajaban señoras con pieles y con sombrero y los caballeros con corbata; eran los servicios de Primera Clase. No había en aquel entonces un desarrollo de la aviación ni del propio automóvil. Ya después vinieron todos los automóviles y aviones, que fueron desplazando a algunas de esas personas que viajaban en el autobús. Tal vez como un tributo a su padre, Don Gonzalo, recién restauró un camioncito de carga, un Ford modelo 28 que tiene carrocería de tablas: “Es el último que restauré y yo creo que es el último que voy a restaurar”.Hoy prácticamente ha entregado todas estas unidades a su empresa, el Grupo Estrella Blanca, pues considera que ellos son los que mejor pueden preservar físicamente estos camiones y autobuses que representan la historia del transporte de pasajeros en México.Es grato saber que en el futuro, la gente se va a sorprender aún más que hoy al atestiguar lo que fue el inicio de la industria del transporte, y el hecho de que los vean físicamente bien les dará un mayor valor al que actualmente tienen, comenta Don Gonzalo, una persona que durante mucho tiempo ha contribuido al desarrollo de la maravillosa industria del autotransporte de pasajeros.