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La vida y el territorio
La trayectoria está dividida en dos momentos, la vida y la muerte. Una forma común de verlo es en nuestro territorio, el ciclo inicia cuando el frailejón nace, empieza a crecer lentamente, pero con cada año de vida, su función es igual de importante que el día anterior. Al pasar muchos años crece, grande y fuerte, pero como todo, su ciclo en algún momento debe llegar a su fin, cuando muere de forma natural, el abuelito del páramo, se cae. Al igual que este, muchas otras especies cumplen su ciclo, con la diferencia de que sus hojas son quienes caen, en el caso de los árboles o flores.
Mediante el arte, se puede evidenciar este ciclo. En un taller de cianotipia (forma de fotografía caracterizada por usar elementos secos, químicos y aprovechamiento de la luz solar. Se imprime una silueta en un papel), se logró representar de alguna manera dicho ciclo, se recogieron algunos pétalos, hojas, y ramas que habían caído al suelo en el brazo del humedal junto a nuestro colegio. Con los pétalos a un lado representando la vida, y con las hojas secas al otro, representando el fin de todo, el territorio nos ayudó a representar, tanto a él como a nosotros.
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