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DOMINGO 21 de diciembre de 2014
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Lecciones de Alemania
La Stasi o
la obsesión por saber
Fue el aparato de la policía secreta del régimen comunista. Recopiló millones de expedientes durante su existencia. Aún no se conoce todo su alcance. Memoria. Fernando-Alonso Ramírez*
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LA PATRIA | Manizales
a cifra impresiona. La Policía Secreta de Alemania llegó a tener en 1989, al final de su existencia, 180.000 funcionarios, y sólo 90 mil figuraban como trabajadores oficialmente. Esto significa que uno de cada 100 alemanes de la República Democrática (RDA) trabajaba para el Ministerio de la Seguridad del Estado. Era espía. El lugar ocupado por la Stasi en la vieja Alemania oriental es un conjunto de
edificios de 15 mil metros cuadrados, en el sector de Lichtenberg (Berlín), a donde nadie distinto a sus funcionarios podía entrar. Sólo se ingresó allí después de la caída del Muro en noviembre de 1989. La Stasi se creó en 1950, cinco años después de terminada la Segunda Guerra Mundial y once antes de la construcción del Muro. Sólo tuvo tres directores, dos en los primeros siete años, y uno en los siguientes 32. Comenzó como un aparato desordenado y pequeño, pero crecía al ritmo del
En 180.000 bolsas se encuentra el papel picado, que esperan recuperar como documentos, gracias a un software que funciona desde hace cinco años para ello.
descontento de los ciudadanos. Cada protesta era un empujón para la Policía Secreta, hasta llegar a ser la máquina de intromisión en la vida de los alemanes de ese lado del Muro, explica Margret Steffen, del Departamento de Comunicación del comisionado Federal para la Documentación de la Stasi de la antigua RDA. Los expedientes hallados en este lugar, después de 1989, suman en línea recta 111 kilómetros, -la distancia entre Manizales y Armenia es de 105 kmcorrespondientes a los 7 millones de fichas que se acumularon y miles de audios y grabaciones, sin contar los que pudieron ser destruidos entre el 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el Muro, y el 15 de enero siguiente cuando miles de ciudadanos ocuparon las sedes de la Stasi e impidieron que se siguieran destruyendo los archivos. Fue tal la urgencia por desaparecer los documentos que todas las máquinas trituradoras de papel se dañaron en los primeros días y los empleados siguieron haciéndolo a mano. Lo que puso en alerta a los ciudadanos fue el olor a papel quemado, cuenta Steffen. Estos son los que aún hoy se intentan recuperar: 180.000 bolsas con unas 33 millones de páginas.
Valor civil
Prisión de la Stasi, en otra zona de Berlín, de la que apenas se vino a saber que existía un mes después de la caída del Muro
La Stasi tenía redes en cada departamento y a todas sus sedes llegaron representantes del pueblo durante esos días de lo que ha sido llamado la revolución pacífica y la reunificación, gracias a la caída de la segunda dictadura de los
últimos 100 años en Alemania. La primera fue gobernada por los nazis entre 1934 y 1945, la segunda en la RDA, entre 1945 y 1989, señala Michael Parak, de la Fundación contra el Olvido y por la Democracia.
Rescate de la memoria
En 1992, no sin polémica, se aprobó una Ley que le permite a todo ciudadano alemán averiguar por su expediente, si lo había en la Stasi. Es como si usted pudiera ir hoy a una oficina del gobierno a averiguar si fue espiado por el DAS. No es una situación fácil. Cientos de interesados se han encontrado de frente con la verdad. Quién los espiaba: un amigo, un familiar, el propio padre. En Alemania, las leyes de acceso sólo permiten que se pueda hacer público un documento reservado 30 años después, pero se hizo la excepción con la Stasi, aunque hubo voces, incluidas las del Gobierno de la República Federal, que no querían que se conociera toda la verdad, pues también había sido espiado y abrir todo el archivo era dejar la posibilidad de que sus ciudadanos se enteraran de cosas que incluso en la democracia no estaban bien hechas. Al final la norma se aprobó por amplia mayoría. El lugar lo visitan al mes unas 5 mil personas que quieren saber sobre su expediente. Al comienzo este número era el triple.
“Lo importante es saber que en la estructura del Estado -comunista-, el partido tenía el poder. El Estado era sólo un instrumento para ejercer tal poder”, describe Jörg Driesselman, quien orienta el Museo de la Stasi, lugar que se puede visitar, lo que no pasa con los edificios que albergan los documentos. Driesselman nació en la RDA. Era un adolescente cuando se dio la revolución del 68 y por eso, como alemán joven, quería escuchar a Jimmi Hendrix, usar cabello largo y probar lo que probaban los de su edad al otro lado del Muro. Eso le costó la persecución, ser detenido en 1975 en una cárcel de la Stasi y condenado a cuatro años y tres meses, aunque un año y tres meses después fue comprado como preso político por la República Federal de Alemania, cuenta. En 25 años estas transacciones permitieron la libertad de 35 mil personas y el pago a la RDA de 2 mil millones de marcos alemanes. “A esos jóvenes de entonces la dictadura nos declaró como enemigos y
siempre digo que si alguien te ofrece una enemistad, acéptala”, bromea Direselmann. Vender detenidos a la RFA fue uno de los mayores generadores de divisas para la RDA, dice Jorge Luis García Vásquez, exilado cubano, que es guía en Hohenschönhausen, una cárcel de la Stasi, de cuya existencia solo se supo un mes después de la caída del Muro. Era un lugar para los presos políticos, es decir para todo aquel que pensara diferente. García estuvo detenido allí cinco días porque siendo funcionario del gobierno cubano adelantaba conversaciones para desertar, según cuenta. Sin embargo la Stasi lo detuvo y lo deportó a Cuba. Luego conoció su expediente y pudo ver que en tan poco tiempo sumó 400 páginas y confirmó que sí fue un amigo el que lo delató. Lo que más lo impresionó fue la precisión de los datos sobre su paso por Alemania, relata.
Acumuladores
Para dar una idea de la Pasa a la página 19
El museo
La Stasi se creó para perpetuar el poder del partido obteniendo información de sus ciudadanos y de otros países.
Fotos y reproducciones | Fernando-Alonso Ramírez | LA PATRIA
Fichas debidamente clasificadas en las que cualquier ciudadano puede consultar sobre sus archivos.