26
Crisis... crisis...
crisis... “
Crisis... crisis... crisis... todo el mundo en crisis...” Así cantaba Luis Gabriel, el autor barranquillero de música protesta en los 70, en época de inflación rampante cuando se menospreció el peso colombiano. Ahora está prohibido mencionar esta palabra. Como en el cuento de García Márquez Algo muy grave va a suceder en este pueblo, los nuevos hechiceros de estos tiempos dicen que de tanto repetirla, la crisis llega. Claro, hablo de los muy entrenados programadores neurolingüísticos, esa deformación de los caritas felices, más sofisticados, más hipersilábicos al expresarse y que te dicen convencidos: “las palabras tienen poder”. Hablan como los brujos de las tribus en las películas de vaqueros. Según ellos, de tanto repetir una cosa esta se convierte en verdad. En serio que lo he intentando. Por ejemplo, me repito todas las mañanas como un mantra: en Caldas solo pasan cosas buenas. A los minutos me llaman para reportarme que asesinaron a dos indígenas en Anserma, entonces me digo: no puedes mirar el vaso medio vacío, Fernalonso. Y como no encuentro nada bueno en que se deteriore el orden público en el departamento me siento frustrado, no porque sea malo lo que sucede, que según la teoría de los que ven el vaso medio lleno, algo bueno debe tener hasta un doble crimen, sino porque no sea yo capaz de verlo. Me fui para donde un psicólogo amigo y le pedí que hiciera algo por mí, y me dijo que lo que yo necesitaba era pasar por el oftalmólogo, porque lo mío era miopía. Así que procedí, pero al llegar allí, me dijeron que mi visión era mejor que la del Plan de Desarrollo impositivo de Simón el Gaviria, lo que obviamente me preocupó más. Me fui a escuchar todas las entrevistas dadas por este yupi, pero más allá de entender poco, porque parecía siempre con una papa en la boca, menos discerní cuando trató de explicar que las autorizaciones para crear nuevos impuestos no son responsabilidad del Gobierno nacional, que cada alcalde verá
si las decreta o no. Salió chistoso el hombre, es como pescar en el balde de Mamá Leonor. Ahí sí que quedé fregado, y creí que mi problema era de oído. Me fui entonces a hacerme una audiometría, pero salió muy bien, mi problema es escuchar más de la cuenta. Oír cómo el alcalde de Manizales no habla con la Policía, cómo el gobernador no habla con el de Pensilvania, el de Pensilvania cómo no habla con el cura de San Daniel ni con nadie, mientras Caldas está muy bien. Y eso que no me detengo en todos los trámites para poder acceder a las citas médicas, porque de pronto me tratan de pesimista. Así que el colapso diario de las urgencias no importa. Todo está muy bien. De acuerdo con esta teoría, la crisis llega de que la invoquemos a punta de mencionarla y no porque el presidente se haya malgastado la bonanza minera o porque los políticos se hayan repartido los presupuestos locales, o porque la locomotora de la innovación se quedó sin despegar, o porque las Farc sigan matando y teteando, o porque las Bacrim se apoderen de la tranquilidad en donde debería haber Gobierno, o porque el gobernador de Caldas y el alcalde de Manizales y otros más del departamento sean incapaces de resolver los problemas que se les presentan. No, señor. La crisis llegará y no estábamos blindados, ministro Cárdenas, pero haberlo dicho en su momento sí le servirá para parapetarse como candidato conservador a la Presidencia. Ese es el poder de las palabras para la politiquería. Así que perdónenme ustedes cuando se queden sin puesto, sin salario o sin con qué pagar la universidad o la cuota de la casa. La crisis llegará y es mi culpa por decirlo. De nadie más. Y con Luis Gabriel prefiero cantar: “esto de ser artista es mejor que trabajar aunque a veces pasen cosas que no se han de imaginar...” y menos nuestros gobernantes, que no se dan cuenta de que el mundo pasa, mientras ellos pelean y buscan votos. De pronto hasta quiebran el vaso.