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“EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO”/ Rvdo. P. Fr. Luis Alberto Cáceres Parada OdeM
“EL SEÑOR
ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO”
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HOMILÍA DOMINICAL
(VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO) - 19 DE FEBRERO DE 2022
Rvdo. P. Fr. Luis Alberto Cáceres Parada OdeM Párroco de San Sebastián y Presidente de la Hdad.
Sr. Luis Vásquez, Coordinador General de la Hermandad de la Consagradas imágenes de Jesús Nazareno & Virgen de Dolores del Templo de la Merced-de la Antigua Guatemala, miembros de la Junta Directiva, socios honorarios, personas distinguidas, socios juveniles, socios, socias, familiares y amigos, hermanos todos en el Señor…
El inicio de la época seca en Guatemala llega alertado por los jardines que al sentir el clima cálido florecen. El esquisúchil, la jacaranda, el matilisguate, el guachipilín, el nazareno, la gravilea y el corozo entonces deslumbran la vista con sus colores llamativos. El resplandor del morado, anaranjado y rosado de estas flores en realidad significan algo más para los guatemaltecos que la llegada del verano: es el inicio de la Cuaresma y para nuestra ilustre y benemérita hermandad el conjunto de actividades que trae consigo.
Al toque de la ceniza se intensifica el trabajo en el interior del convento mercedario que es testigo del trabajo noble, apasionado y cuidadoso de los miembros de las distintas comisiones, que van perfilando los detalles para mostrar un año más a fieles y devotos el misterio de amor que lleva a Jesús de Nazaret a cargar con su Cruz y recorrer el camino del Calvario, que es camino de Esperanza para todos los que hemos sido tocados en el Corazón por su divina misericordia y, acompañando a su madre, que nos sigue invitando, una y otra vez, a escuchar sus palabras en las bodas de Caná que nos indican que en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad no podemos apartar ni la mirada ni el alma de la vida del Nazareno de los Antigüeños y tenemos que dejarnos traspasar por su vida que es camino y verdad que nos conduce al Padre.
Pero hemos estar muy atentos Hermanos de la Hermandad porque el trabajo de campo en el convento, en el salón de la hermandad y en las diversas tareas de las comisiones pueden hacer que de tanto preparar un Domingo de Ramos, un Viernes Santo, y las distintas Velaciones nos descuidemos de lo fundamental, que en esta hermandad no es otra cosa que preparar nuestro cuerpo y nuestro espíritu para vivir con intensidad estos días que se avecinan, con ánimo ferviente, con corazón mercedario que Dios rompa las cadenas de pecado, odio, enfermedad que nos atan.
Providencialmente, las lecturas de este Domingo ponen de manifiesto que la perfección de la vida cristiana está en descubrir como cantábamos en el salmo que, así como el señor es compasivo y misericordioso con nosotros, en la misma medida debemos ser compasivos, misericordiosos con nuestros semejantes. Jesucristo quiere que, así como hemos conocido a un Dios compasivo, no dejemos que esa compasión divina se detenga, sino que fluya a través de nosotros hacia nuestros hermanos.
Es verdad que los seres humanos somos imperfectos, pero en ocasiones esto lo usamos como pretexto, como excusa para no superar la prisión de la fe como transacción, es decir, si me hablan, hablo. Si me saludan, pues saludo. Me ofendió, y como no me pide perdón, yo tampoco le perdono. Pensar y actuar así nos ha dicho Jesús hoy en su palabra: ¿Qué has ganado con eso? ¿Qué haces de extraordinario?
Esta celebración tiene como objetivo iniciar solemnemente las actividades de las distintas comisiones, y fíjense como cada año que iniciamos el Señor nos traza un camino para seguir respondiéndole con fidelidad, este año a pesar de los esfuerzos por contar con todos los protocolos de bioseguridad de cada socio de la hermandad, la pandemia nos vuelve a impedir expresar en las calles las distintas manifestaciones de piedad popular que en antaño hacían de nuestra Antigua, la Jerusalén de Centroamérica, pero como somos hombres y mujeres de fe, sabemos que estos años no son perdidos, son la ocasión propicia para profundizar, enraizar el amor a Jesús, ya no solamente en la vivencia exterior de nuestra fe, sino en el corazón de piedra que muchas veces necesita estos momentos profundos, estos altos necesarios para recapacitar y tomar más fuerza.
Estamos llamados a ser extraordinarios, aceptemos la invitación de Jesús, no nos quedemos en conversaciones y discusiones inútiles o estériles, superemos juntos las distintas dificultades, colaboremos con nuestro testimonio, con nuestro granito de arena, con nuestra ayuda económica, con nuestros talentos, pero sobre todo con nuestro tiempo en cada una de las comisiones, disfrutemos de lo que tenemos planeado para vivir juntos una solemne cuaresma que nos lleve a una profunda conversión del corazón, ese es el anhelo de la parroquia que camina en proceso sinodal, construyamos juntos este anhelo y lo demás el Señor Jesús en su hermosa talla del Colocho Mercedario nos lo recompensará.
Y haciendo ese esfuerzo, pidiendo esa gracia en nuestra vida, trabajando para que cada minuto no sea mío sino del Señor, iremos transformando nuestra realidad, iremos transformando nuestro día a día. Nos abandonará la tristeza, olvidaremos las insatisfacciones de nuestra vida, porque nuestro único afán no será otro que Cristo, y aunque descubramos que no damos frutos, tampoco desesperaremos porque nuestra vida no será nuestra, sino del Señor, que perdiendo su vida cargando y muriendo en la Cruz, resucita glorioso del Sepulcro y nos ofrece a todos los que queramos seguirle, por el camino que nos marca, la misma vida de plenitud. Que los demás miembros cristianos de la parroquia descubran que no solo lucimos medallas, estandartes, trajes, madrileñas, etc., sino que ese privilegio se convierte en carga de amor y en llamada no solo para pensar que es posible vivir de otra manera (lectura del evangelio), sino para poner todo nuestro empeño en vivir desde Cristo y para Cristo. ¡Que viva el Nazareno de los antigüeños! ¡Qué viva su hermandad! ¡que viva la excelsa madre Dios, María Santísima! Amén….

