A Clara se le congeló la sangre. Andrea fue la doncella de ella y su hermana cuando eran pequeñas. Entonces Andrea lo sabía. A Clara le molestaba que Marie y Andrea estuvieran tan unidas, fueran tan amigas y a ella no le hicieran ni caso. Clara y Marie no estaban haciendo una guerra de piñas, se estaban peleando, y Clara la empujó al río. Marie murió asesinada por Clara. - ¿Cómo lo sabes? – preguntó Clara asustada y sorprendida. - Yo lo vi todo Clara, vi como la matabas escondida en un arbusto. Me marché con mis padres, y cuando fui mayor, me cambié el nombre y planeé tu muerte. ¡Qué tétrico que tuvieras que morir en la tumba de tu hermana!, ¿no? – rió terroríficamente. - La gente me va a encontrar....no puedo desaparecer de repente. - Has muerto hace ya una hora en un accidente de coche – dijo Andrea. A Clara no le salían las palabras. - ¿Cómo? – preguntó Clara. - No lo he hecho sola, Freenwich me ha ayudado mucho. Ha sido él quién ha falsificado tu testamento y ha puesto un cuerpo falso para despistar. ¡Qué gran marido! Ahora tengo que marcharme, adiós Clara. - ¡Espera! ¡Sácame de aquí! Los gritos de Clara no detuvieron a la doncella, tampoco le sirvió de nada pasarse gritando toda la noche hasta quedarse sin voz. Se quedó dormida y ya nunca despertó.
Al cabo de unos días, la Policía descubrió la falsificación del testamento y que el cuerpo del accidente no era el de Clara, y detuvieron a Andrea y Freenwich. Cuando confesaron al cabo de unos días, la Policía se presentó rápidamente en el cementerio. Pero para Clara ya era demasiado tarde. Su frío cuerpo estaba desfigurado por las mordeduras de las ratas y la falta de agua y nutrientes. En lo que quedaba de su muñeca llevaba una pulsera de oro que ponía: “Marie y Clara felices para siempre”.
Fin Roger Garcia
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