MANIFIESTO DEL ARJÉ DEL UNIVERSO

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M A A R N J I É F I D E E S L T O U N D I E V L E R S O
Alexandra Flores, Maria Anglada y César Alexander González Castillo
1.Introducción ............................... 3 2.Por los caminos del sueño .... 4 2.1 El sueño ................................ 5 2.2 Un croissant recién hecho con café ............... 6 2.3 Матрёшка ......................... 7 3.El espació inquietante ............ 8 3.1 El cuaderno .......................... 9 3.2 sin titulo ............................... 10-11 3.3 Un penalti es pura suerte 12-13 4.Mito en la actualidad ............. 14 4.1 Narcisos ................................ 15 4.2 Tantalo ................................. 16 4.3 Edipo ...................................... 17-20 5.Víctimas y victimarios ........... 21 5.1 Justicia ciega ......................... 22 5.2 Ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca ..... 23-24 5.3 La selva de cemento ........ 25-26 6.Desplazamiento de adjetivos 27 6.1 La rosa .................................... 28 6.2 El Bosque ................................ 29 7.PoesíaS a partir de sinestesias 30 8.Yo fui ............................................. 33 8.1 El horizonte ........................... 34 8.2 Trilogía del pensamiento ..... 35 9.Transparente lago donde hundirse es la palabra ....... 36 10.Olas gigantes ................................ 40 Índice
10.1 En la montaña ........................ 41 10.2 Bajo el burka ......................... 41 10.3 Cruzada ................................... 42 11.El cadáver exquisito ................... 43 11.1 Cadáver Exquisito ................ 44 12.Poetizar cuadros ........................ 45 12.1 Mujer en el río ..................... 46 12.2 Beso al borde del abismo 47 12.3 Fractal fragmentado ........ 48 12.4 La bebedora de absenta .. 49
Índice

Introducción

Aunque la literatura cambie de una época a otra, de una sociedad a otra, en su descripción debe integrar elementos textuales y extratextuales como caracterizadores del tipo de comunicación artística en que consiste.

Thienemann

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Por los caminos del sueño

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EL SUEÑO

Recuerdo muy bien aquella semana, esos días que no eran buenos y no podía dormir. Acabando la semana, una tarde me quedé dormida hasta el día siguiente, recordé aquel sueño que tuve. Todo parecía muy realista, estaba en el instituto como cada día de lunes a viernes. Era la hora de comer y parecía todo muy normal, no pasaba nada extraño, hasta que a lo lejos vi a unas personas sospechosas. Ellos vestían de negro y llevaban maletas. Cuando de repente entraron al comedor, había mucha gente, empezaron a sacar algo de la maleta y resultó ser armas, eso asustó mucho a la gente, allí acabó el sueño, ya que estaba sonando la alarma. Me desperté y fui al instituto, pasaron las horas y ya era la hora de comer, el ambiente era ruidoso pero no me importó. Cuando de repente vi a unas personas salir de un coche y sacar unas maletas, me puse nerviosa. Ellos se dirigieron hacia la sala, en ese momento se me vino aquel sueño. No sabía qué iba a pasar, se me aceleró el corazón y estaba inquieta.

Alexandra Flores
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Un croissant recién hecho con un café

Llevo más de 50 años escribiendo historias de todo tipo para los más pequeños, mis historias no son las de los príncipes azules, ni acaban con el “vivieron felices y comieron perdices”. Mis cuentos son de los que le lees a un niño cuando se porta mal, mis cuentos son de los que incluso a ti, un adulto hecho y derecho, te dejarían con los pelos de punta. Por eso puedo decir con toda certeza que mi mente ha pasado por una gran cantidad de situaciones escalofriantes para llegar hasta donde estoy en mi carrera profesional.

Pero nada se compara con lo que me pasó. Estaba paseando por la ciudad en busca de lugares para dar rienda suelta a mi imaginación. Mi muy rutinario paseo culminó con una parada en la cafetería para desayunar, donde siempre, un croissant recién hecho con un café bien caliente. Pero mientras desayunaba presencie a dos jóvenes que aprovechaban la extrema tranquilidad de la mañana para atracar el bar. Entonces uno de los ladrones fijó su mirada en la mía y por unos segundos vi lo que me parecieron ser los ojos de mi amado hijo.

Luego me levanté de la cama, empapado de sudor, tranquilizado de saber que todos esos hechos no eran más que una pesadilla de muy mal gusto.

Empecé mi día muy temprano, la gente me molesta a la hora de encontrar inspiración. Fui a recorrer la ciudad y al no encontrar nada útil para mis cuentos a causa de la monotonía de este sitio, decidí obsequiarme con un desayuno como los que a mí me gustan, un croissant recién hecho y un café caliente. Una sensación de déjà vu empezó a adueñarse de mí. De pronto, entró en el bar un chico con la cara tapada y una mirada familiar. Empecé a sentir un mareo generarse en mi interior y antes de darme cuenta me encontraba en el suelo, inconsciente.

Maria Anglada 6

Érase una vez un niño que soñaba que su padre soñaba que estaba en una sala de hospital. La sala era verde y estaba tirado en una cama. Enfrente de la cama había tres sillas pegadas a la pared no muy alejadas de la cama. En la silla del medio había un hombre, con la cabeza gacha y todo de negro. Apoyaba su mentón en sus manos entrelazadas mientras veía directamente al paciente. Después había una mujer, que estaba de pie, nerviosa, al lado de la cama. El paciente, después de su letargo, entreabre y cierra los ojos por el destello de la luz. Adapta sus ojos a la luz, ladea un poco a la derecha su cabeza y, con las pocas fuerzas que le quedan, se atreve a musitar un endeble “qué”. Después de esta palabra se disipó el sueño. El soñador intenta abrir los ojos, pero la intensidad lumínica le imposibilita realizar la acción con normalidad. Cuando sus ojos se adecuan, logra divisar la pared verde y las tres sillas. No distingue muy bien la figura que ocupa la silla del medio. Tampoco logra distinguir quién era la mujer que se encontraba a su lado, mirándole fijamente con cara de preocupación. Como se sintió extraño, intentó aclarar sus dudas. Y con la mayor de sus fuerzas, logró reunir en sus cuerdas vocales el suficiente aire para exhalar un susurrante y tenue “qué”. Lo raro de esta escena es que el niño ya no era tan niño…

Матрёшка 7
César Alexander González Castillo

El espació inquietante

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Desde que había encontrado el diario de su hermano no podía dejar de leerlo. Aquella tarde recordó el día que desapareció su hermano, nadie sabía dónde estaba o en qué asuntos estaba metido. Aquel día en que tuvieron la pelea y la discusión, fue el último día en que se vieron. Él lo extrañaba tanto que aún seguía pensando en él después de tantos años. Al cabo de un rato, fue a la cocina y se preparó un té de manzanilla, en una taza de aquellas que eran especialmente para los tés. Cogió el té, el diario y se fue a la terraza. Era un día agradable, no hacía ni frío ni calor, era una buena tarde para poder salir a la terraza y poder leer con tranquilidad, acomodado en aquella silla blanca con una almohada que se ajustaba a la medida de la silla. El diario encima de la mesa al lado de la taza de té. Al abrir el cuaderno por las páginas anteriores releyó para poder recordar con claridad. Se quedó impactado, volvió a releer aquella página que tanto le había llamado la atención. Allí estaba el nombre del jefe de aquel grupo clandestino que era intocable, un grupo que se dedicaba a prestar dinero con intereses. Los policías no podían tocarlos, al fin se iba a descubrir quién era el que estaba detrás de todos los malos augurios de aquellas personas que sufrieron tanto, que tuvieron que trabajar hasta el cansancio para poder pagar. Seguía leyendo. en un evento importante. Se presentó como el Jefe. Era un hombre alrededor de los veintiocho tocando a los treinta, se le consideraba joven para poder obtener esa posición, pero las personas a su lado demuestran respeto hacia él. Después de aquel evento, todas las personas que debían una gran suma de dinero y no la podían cancelar, fueron desapareciendo poco a poco. Estaban a punto de llegar al final de la lista negra, cuando él jefe vio el nombre de una persona conocida. Estaba ansioso por el reencuentro después de varios años, decidió actuar el domingo. Fueron seis hombres, no llamarón a la puerta, forzaron la cerradura, a continuación entraron. Recorrieron aquel pasillo que parecía interminable. Hacia lo lejos se veía una terraza, con un hombre sentado en una silla blanca, leyendo tan sumergido en la lectura que no se percató de las personas que entraron en su casa a interrumpir ese tranquilo entorno.

Alexandra Flores
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cuaderno
El

Yo ya estaba en mis ochenta años, vivía una vida muy rutinaria: levantarme temprano, salir a por el pan, ir a comprar el periódico y parar en mi bar de confianza, a tomar el café que ya tenían preparado para mí, de lo mucho que solía frecuentar el bar.

Esta rutina había sido muy placentera durante muchos años hasta que un día un crío, que no debía tener más de catorce años, decidió que durante mi tiempo de felicidad matutino saldría a pasear a su ruidoso y maleducado perro, escuchando a todo volumen su ruidosa música que, aparte de ser obscena, era digna de arrancarse las orejas.

Tras semanas de soportar repetidamente esa tortura que rompía la dulce paz de mis mañanas, decidí seguir al niño hasta el destino de su siempre ruidoso viaje. Era tan temprano que no había nadie por la calle, así que perderlo no era ninguna preocupación para mí. Después de unos buenos 20 minutos de intentar seguir su ritmo, lo vi entrar a una callejuela la cual me sonaba de algo, pero mi ya anciana mente no conseguía señalar el porqué de la familiaridad que me evocaba el nombre de esa calle en mis recuerdos. Así pues, decidí apuntar el nombre en un papel y guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta, antes de que se me olvidara, y volver a casa a seguir con mi farragoso día. Sin embargo, esa tarde mis nietos vinieron a casa a comer y se me pasó por completo investigar la información que había recopilado esa misma mañana. Pasaron días y semanas, y yo seguía sin recordar la existencia de ese papel, y el extraño hecho de que desde entonces el niño no volvió a aparecer durante mis mañanas, definitivamente, eso no ayudó a mi vieja mente a recordar.

No obstante, un día, cuando esta situación ya parecía lejana, durante mi rutina matutina leí en el diario una noticia que me dejó de piedra. Esta hablaba de que sesenta años atrás la ciudad de Barcelona había presenciado la trágica muerte de un niño de catorce años. Lo más llamativo de toda la situación era que la causa de muerte de este niño se había al fin encontrado tras tantos años. Supuestamente, un traumatismo craneal severo, provocado por un trofeo muy prestigioso de la época, había sido la causa de la muerte del niño. Por fin se podía reabrir el caso tras la denuncia que su hermano había impuesto y posibles pruebas fehacientes que había presentado. El artículo no especificaba nada más y atribuía esta falta de detalles al deseo de privacidad del señor García, hermano del niño difunto. Pero nada de esto fue lo que verdaderamente me impactó, sino la imagen del niño que mostraba la noticia.

Se me iluminó la mente, volví a casa lo más rápido que pude buscando como loco el papel que había escrito tiempo atrás en mi chaqueta, al encontrarlo fui directo hacia la calle, y no tuve que buscar entre muchas calles, puesto que la vía en cuestión tenía una particularidad que la diferenciaba de todas las otras.

No era solo el hecho de que era una casa de aspecto dejado lo que me llamaba la atención, sino también por el hecho de que fuese la única superviviente de una gran masacre de casas de baja calidad, destruidas, y poco saneadas. Además, la casa también resaltaba por donde se situaba, pues para llegar uno tenía que caminar unos buenos 100 metros de colina, sin nada en los lados.

Maria Anglada 10

Cuanto más me acercaba a esa casa, más nublado estaba el día, tanto que en unos pocos minutos pasó de una tarde soleada de primavera a una noche oscura y lluviosa.

Me acerqué a la puerta y mi curiosidad decidió abrirla. Al entrar a la casa vi a un niño de no más de catorce años, parecido al que veía esas mañanas, pero esta vez parecía estar esperándome con un trofeo reluciente en la mano. En un abrir y cerrar de ojos, la ira se empezó a adueñar de mí, me abalancé y empecé una pelea, no era justa, pues yo era más alto, maduro y fuerte que ese niñato, pero eso no me importó ni me paró, antes de darme cuenta de lo que estaba pasando el crío estaba tumbado en el suelo. Eché un ojo a mi mano derecha, y rápidamente vi que estaba empuñando un trofeo de donde la sangre derramada por el niño caía gota a gota sobre mis zapatos.

En ese momento perdí el control sobre mi cuerpo y este me llevó hasta el espejo más cercano, y ahí realmente me vi. El reflejo era el de un hombre joven, de no más de veinte años, ensangrentado por todos lados. De pronto el miedo y el remordimiento se dispersaron por todo mi cuerpo, se querían adueñar en mí, decir que había sido todo un accidente, que no estaba pensando en ese momento. Pero no era así, mi cuerpo sabía lo que hacía, yo sabía lo que acababa de hacer.

Maria Anglada
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Un penalti es pura suerte

Llegó a su casa. Dejó la mochila, se puso a calentar su comida y se sentó en su silla junto a la mesa. Cuando terminó el ciclo de la comida en el microondas la sacó y se la comió. Se sentía emocionado, porque era viernes e iba a jugar football con los compañeros de clase. Era la única escapada placentera que tenía en la semana y se le notaba la necesidad de salir de casa. Era un chico muy paciente porque después de comer le faltaba una hora para acudir a la cita deportiva. Solo eran las cuatro. El tiempo le pasaba rápido delante de la pantalla de su teléfono tumbado en su cama. Y así transcurrió una hora, la hora de irse al football. Era un muchacho con gustos peculiares. Le gustaba llevar jeans y abrigo cuando iba al football. Creía que esos pantalones les resultarían más cómodos y adecuados para jugar y no romperse. Personalmente, estoy de acuerdo; ya que la pista estaba hecha de cemento y cualquier caída provocaría un derramamiento innecesario de sangre. También se veía movido por la monotonía, pero no se percataba por la existencia de la misma. Se puso cualquier poloche y se puso unos zapatos cualquiera. Después se acordó de que tenía que hacer la mochila para ir al taekwondo, así que vació la mochila y llenó la mochila con el Dobok y su cinturón verde. También puso sus casi nuevos zapatos de futbito que le había comprado su padre. Después de todo eso, cogió su patineta, cerró la puerta con llave y se puso en marcha. Sale por la puerta principal de su piso después de bajar por el ascensor. Se dirigió hacia la parada de bus, o al carril bici, o a las dos. Probablemente cogió el bus, así que interpretemos que lo cogió. Entró, pagó su entrada y se arrinconó en un sitio en donde la patineta no estorbaba. Transcurrieron quince minutos desde que se subió hasta que se bajó del bus. Seguramente, eran las cinco y media. Se bajó casi instantáneamente y se subió en su patineta dirigiéndose hacia la pista de football. La parada donde se bajó está relativamente cerca de su punto de encuentro; y de camino hay una calle muy solitaria a pesar de lo abarrotada de coches que está. En esa calle hay un edificio muy imponente del cual nunca había sabido su propósito hasta hacía unos días antes, y supo apreciarlo más de lo que lo había apreciado antes de saber su significado.

González Castillo
César Alexander
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Al final de ese tramo de calle hay un giro a la izquierda y una rampa que lleva a un parque. Se decantó por la segunda opción. Le gustaba siempre disfrutar la bajada antes de que le crujieran los dedos por la rugosidad del suelo y la velocidad acumulada de la bajada. Siguió por esa senda un poco más y después giró a la derecha para encarar una subida. También disfrutaba la subida y esquivar las irregularidades del suelo, ya que le daba motivación para seguir y una leve sensación de alegría y libertad, ya que le era reconfortante saber que podía subir perfectamente y percibir el viento en las orejas. Al final de la subida giraba a la derecha una vez más para encontrarse con la pista de football. Le invadió una sensación de seguridad y confianza y se sintió como en su casa. Oyó que los compañeros gritaron a puro pulmón su nombre y les sonrió y los mandó a callar. Dejó su patineta y su mochila en un rincón del campo, donde hay mallas, y se cambió los zapatos. Inmediatamente saltó al campo cuando notó que le encajaron bien los dos zapatos. No era muy bueno jugando al football, tampoco le gustaba chutarle al portero antes de los partidos. Pero era humilde porque nunca se consideró mejor que nadie sabiendo que era mejor que bastantes de sus compañeros. Él creía que la virtud individual era la propiciadora del éxito colectivo. Era el que siempre animaba a los compañeros, el que daba los pases de gol si veía a un compañero solo, el que marcaba cuando podía marcar, el que narraba los partidos cuando no jugaba, era el que siempre daba algo más de sí. Solía celebrar los goles corriendo hacia el portero, no sin antes eludir a todos sus compañeros de equipo (pensaba que si le tocaban, estaba dándole la mano sucia al portero). Era un buen tipo.Y con todas esas acciones mezcladas entre ellas gastó dos horas más. Era la hora de irse y le dijo a sus compañeros que era su último partido porque tenía que ir al taekwondo. Ese partido lo ganó placenteramente y, como prometió, se despidió y saludó a todos los compañeros que pudo antes de emprender su camino hacia el taekwondo. Recogió su mochila, se cambió de zapatos, se montó en su patineta y se puso en marcha. Se marchaba contento por su gran desempeño en el football ese día.

Salió de la pista y se dirigió a la anterior subida girando a la izquierda. Le gustaba mucho esa bajada después de los partidos, le recordaba que estaba fuera de casa y era más o menos libre. Al final de la bajada giraba a la izquierda, justo con la suficiente velocidad para que el suelo rugoso no le provocara dolor en las manos. Siguió recto la calle hasta dar con el carril bici. Se incorporó en él y corrió en su patineta lo más rápido que pudo. Lamentablemente, no vio venir aquel coche rojo a toda velocidad que invadía el carril. E igual de rojo que el coche le quedaron la espalda y los ojos a ese chico.

César Alexander González Castillo 13

Mito en la actualidad

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NARCISOS

Había una vez un grupo de jóvenes que vivían en una sociedad moderna y tecnológica. Estos jóvenes pasaban la mayor parte de su tiempo conectados a las redes sociales, publicando fotos y vídeos de sí mismos, buscando constantemente la aprobación y el elogio de sus amigos y seguidores. Se sentían muy importantes y admirados, y no podían resistir la tentación de mirar sus teléfonos móviles cada vez que sonaba una notificación. Se habían convertido en verdaderos adictos a la atención y la admiración de los demás. Pero con el tiempo, comenzaron a darse cuenta de que su obsesión por las redes sociales y por sí mismos estaba empezando a afectar negativamente a sus relaciones personales y a su propia autoestima. Se sentían vacíos y sin sentido, y no podían dejar de compararse con los demás. Finalmente, se dieron cuenta de que habían caído en el mismo error que aquel ser mitológico griego que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua y se olvidó de todo lo demás. Al igual que él, se habían enamorado de sus propias imágenes en las redes sociales y habían perdido de vista su verdadera identidad. Los jóvenes decidieron tomar medidas para desconectar de las redes sociales y volver a enfocarse en las cosas que realmente importaban en sus vidas. Aprendieron a valorar a sus amigos y familiares, y a aceptarse a sí mismos tal y como eran. Y aunque a veces aún caían en la tentación de buscar la aprobación de los demás, habían aprendido a no depender de ella para sentirse bien consigo mismos.

Alexandra Flores 15

Yo nací siendo el hijo del mejor negociante de todo el mundo, nunca me faltó de nada: dinero, mujeres, las mejores universidades, las mejores fiestas, las mejores casas, la mejor comida, los mejores amigos, la mejor vida. O eso creía, hasta que a mis 24 años mi padre me dio un importante lugar en el negocio familiar, el poder que me confió era tal que no faltaban hombres en el mundo que quisieran ser como yo. Se podría decir que durante esos años mozos mi fama era palpable en todas las ciudades del planeta. Todo iba tan bien, el negocio iba viento en popa, mi padre se planteaba su prematura jubilación para dejarme a cargo, yo al borde de empezar una gran familia con una hermosa mujer a la cual tenía el privilegio de llamar esposa… Hasta que una noche, mientras estaba de fiesta con mis amigos, nos quedamos sin dinero en nuestras tarjetas para gastar. Solía pasar, no era gran problema porque siempre nos pasaba a final de mes y poco después siempre llegaba un gran cheque del trabajo, pero esta no era una fiesta normal, era una fiesta en celebración de mi primer primogénito, mi pequeño niñito que estaba en camino. Eso había que celebrarlo; así que los chicos sugirieron que usara el dinero de la empresa, había tanto que nadie notaría su ausencia, y así lo hice, y salió tan bien que esa pequeña acción se fue repitiendo a lo largo de los meses. Con el tiempo gastaba más y más y nunca nadie se daba cuenta. Al principio gastaba el dinero en pequeñas estupideces hasta que me metí en el mundo del juego y las apuestas, generando así una adicción. Cada vez que ganaba quería más y más dinero sin conformarme nunca. Hasta que un día, cuando ya era plenamente adicto al juego de manera enfermiza, llegó la inesperada revisión anual de hacienda. La ira de mi padre fue grande al descubrir lo que estaba pasando, pero lo que vino después fue aún peor, hacienda congeló nuestras cuentas, perdimos la reputación, el respeto y nuestro dinero y todo por mi avaricia.

Mi padre fue perdiendo la salud. Después del entierro empecé una nueva vida con el poco dinero que me quedaba, empecé a trabajar en un pequeño banco de una pequeña ciudad. Mis amigos se desentendieron de mí tan pronto como la empresa empezó a ser investigada por desfalco de dinero. Estaba solo y perdido y con una gran necesidad de dinero, así que fui a otra ciudad lejana y empecé de cero, con un nuevo trabajo y una vida muy distinta intentando seguir adelante como podía. Después de mis largas y horribles jornadas de trabajo, volvía a casa, y aún estando muerto de cansancio, miraba a la calle y veía a los coches con los que mis superiores volvían a sus grandísimas casas, los lujos que se podían permitir… Tenían todo lo que antes llenaba mi vida y esos lujos estaban tan cerca de mí, tanto que sentía que podía tocar esa vida, pero a la vez todo eso estaba tan lejos. Solo lo podría encontrar en mis sueños. Ese era mi castigo, la innegable sensación de tener todo al engañoso alcance de mis manos.

Maria Anglada
Tántalo 16

EDIPO

Pronto sabré quién soy

EDIPO 1997

Siempre sospeché que era adoptado.Supe hace tres meses que nací el día de Navidad del 77 ,como el Mesías. El cemento hacía de lecho y las hojas y la rasca porteña hacía de manto, y de fondo la Escuela de Mecánica de la Armada, y esa imagen era mi pesebre. Pero eso no era malo, no era dolor comparado con lo que le hicieron a mis padres. Pero ¡chsss! Silencio, que esto es un secreto…

JUANCÍN 1977

Hace más de año y medio que comenzó esta mierda. Yo en ese entonces trabajaba en el servicio de inteligencia naval y, como me he manifestado en contra de las aberraciones que están haciendo, me han expulsado del servicio.

Llevo bastante tiempo sin salir a la calle a caminar, pero no camino por placer, voy a comprarle comida a mi esposa embarazada, para que no haga el esfuerzo ella. Siento que mi cuerpo se carcome, que mi corazón está a punto de estallar; y en el aire, el miedo me presiona el cuerpo, haciéndome cada vez más pequeño.

Al girar la esquina para llegar a la panadería, me dan dos toques en el hombro, por detrás, mientras cuatro hombres me rodean con mirada desafiante, uno me pregunta si soy Juan Manuel Darraoux. Y todo el miedo en el ambiente se focaliza y se condensa en eso de tres segundos en un pistoletazo de salida, y mis piernas actúan en reacción al estímulo, pero fuerza es igual masa por aceleración y daba igual qué masa o qué aceleración tuviera, sé que no saldré de esta…

- Sabemos que Juancín tiene mujer. Entonces seguro comparten ideas, vamos a escribirle una carta- comenta uno de los soldados.

- No podemos hacer la carta nosotros, no se la va a creer y puede sospechar que la estamos buscando y escapar- comenta el otro.

- Oye, por primera vez en tu vida tienes razón en algo, entonces lo despertamos y que la escriba él y le decimos que si lo hace le damos comida. -Dale.

(Va un oficial a por agua fría y se la echa súbitamente a Juan Manuel en la cara, este se despierta).

César
Castillo 17
Alexander González

-¿Qué pasó?- pregunta Juan Manuel.

- Se levantó la bella durmiente después de tres profundas horas de sueño- responde el soldado-. Levántate, vamos.

Lo levantan los dos soldados y lo dirigen a una sala con una silla y una mesa. Uno de los soldados se va y al poco tiempo vuelve con papel y bolígrafo.

- Vas a escribirle una carta a tu mujer- le dice el soldado mientras le da el papel y el bolígrafo.

- No le hagan esto a mi mujer, ella no tiene nada que ver- le dice Juan Manuel.

- Escríbele que te vas a juntar con ella- sentencia con firmeza el otro soldado.

- De verdad, ella no tiene nada que ver, mi esposa está embarazada y…

- ¡Silencio! Aquí se hace lo que yo diga, y si yo digo que se hace una carta, se hace la carta. Y si no la haces, piensa en las consecuencias…- Juan Manuel asiente-. Le vas a escribir que te vas a juntar con ella donde te cogimos. Le dirás que te escapaste como un cobarde cuando te fuimos a buscar y que te refugiaste no muy lejos de allí. Vamos a leer la carta y como note yo algo raro , te mato ahora mismo y le hacemos lo mismo a tu mujer. ¿Entendido?

- Si señor.

ELENA 1978

No te entiendo Juan Manuel, no te entiendo. Te entiendo, pero no te entiendo. Me estas pidiendo algo muy difícil y, sé que te has sacrificado mucho por nosotros, pero lo que me pides puede ser mortal. Si te fueron a buscar a ti, lo más seguro es que hagan lo mismo conmigo, y si eso pasa estoy dejando a un niño huérfano y arrebatándole el derecho de vivir a otro. Pero, ¿cómo voy a valerme aquí sola, con un niño en la panza y otro que le cuesta hasta llorar y con una guerra de por medio? Estoy sola aquí, y no hay nadie que me ayude. Si acudo…estoy un paso más cerca de la muerte, pero si no acudo… Tengo que ir. Voy a ir, porque si sale bien el plan que me propones, tendremos más oportunidades para salir de esta o por lo menos sacar a nuestros hijos adelante. Ahora todo queda en manos de Dios, que todo salga bien.

ESCUELA DE MECÁNICA DE LA ARMADA 1978

-¿Qué le están haciendo a mi mujer?¿No ven que está embarazada, que el bebé corre peligro, en serio le van a hacer eso?¿ Y Javier? Dónde está Javier…

-¡Cállate y camina!

-¡No, suéltenme! ¡Quiero ver a mi mujer! Adónde se la llevan, qué le han hecho…

-¡Cállate y camina!, ¡que te mando a dormir! No me tientes que a lo mejor me encuentras…

-¡No, suéltenme!¡Quiero ver a mi mujer, quiero ver a mi mujer!

Y ahí estaría a mi padre, desesperado, gritando pleitesía para su mujer,mi madre, sedada, con un hijo en la panza, mientras la ve por última vez, antes de que el soldado que le acompañaba a su muerte lo llevara con un garrotazo a la inconsciencia…

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-¿Has escuchado eso?

-¿El qué?

-No sé, como un niño llorando o algo así.

-¿De qué estás hablando?

-Sí, escucha atentamente.

-Ahora sí que escucho algo, el sonido viene de por allí, detrás de esos arbustos de allí. Vamos a ver qué hay…

Se acercan a los arbustos, apartan un poco para ver detrás de ellos y ven a un bebé llorando desconsoladamente.

-¡Capitán!

-Sí, dígame.

-¿Qué piensa hacer con esta criatura?

-¿Por qué me pregunta eso? El hecho de que se encuentre en el recinto que está a mi cargo no me hace responsable del cuidado del menor. Pero, ya que está aquí, un niño inocente que no sabe nada de esta guerra, cógelo y búscale una familia que lo acoja.

-¡A la orden, capitán!

CAPITÁN FRANCISCO SCILINGO 1978

-Castelo, está sedado el cuerpo de Juan Manuel.

-¡Sí capitán!

-Ok, entonces llévelo usted junto con Morani al avión para hacer “el vuelo”.

-¿Dónde está el avión, capitán?

-Está en el hangar 1. Allí donde están haciendo la fila.

-¡A la orden, capitán!

-Saviotto.

-Dígame capitán.

-¿Cuántos pasajeros van en este vuelo?

-Si Juan Manuel es el último son trece, capitán.

-Ok, entonces asegúrese de que Castelo y Morani vengan con nosotros, ellos van a entregar el paquete, y tráigame al médico que los pasajeros están enfermos y necesitan una segunda dosis.

-¡A la orden!

-Vamos allá, Scilingo, tú puedes, tú puedes…

ROBERTO 1978

No responde… Bueno, solo queda rezar… Qué mala suerte hay que tener para que enamorarse te lleve a la muerte… No se lo merece. No se lo merece ni ella ni sus hijos.

Ni Juan Manuel. Pero la guerra es así, te arranca todo de cuajo y te vuelve alguien que no eres. Cómo se les puede pasar siquiera la maravillosa idea de matar a dos niños inocentes. Cómo se pueden llamar a sí mismos humanos. ..Me quedaré con los niños…

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Voy a llamar otra vez…

Y la línea se resume a un profundo pitido intermitente, tratando de agarrarse a la vida.

-Médico, póngale la segunda dosis a los pacientes.

-¡A la orden, capitán!

-Castelo, Morani, prepárense. En cinco minutos doy la orden de la entrega del paquete. Saviotto, ya puede abrir la compuerta para completar “la entrega” ¡Al mar con ellos!.

-¡A la orden capitán!

- Ya he terminado de sedarlos, capitán. -Ok, Castelo y Morani ya pueden comenzar…

EDIPO 1997

Me han dado un sobre cerrado con los resultados de ADN. En realidad, ni siquiera necesito que me lo confirmen Cuando hace tres meses se acercó una anciana para enseñarme una foto de su hijo desaparecido, fue como verme a mí mismo en una foto antigua.

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Fundido en negro

Víctimas y victimarios

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Era un día oscuro, tan oscuro que ni con la luz de la luna se podía ver bien aquellas figuras con unas siluetas extrañas, estaba lloviendo; por más fuerte que gritara, nadie me hacía caso, escuchaba las pisadas de alguien, pero aun así pasaba de mí. No recuerdo muy bien cómo llegué a aquel sitio, lo último que recuerdo es que estaba con mi familia dando un paseo, pero no les hice caso y me separé de ellos, me perdí y recuerdo que un señor se acercó a mí y me dijo que me iba a ayudar a encontrarlos. Después de eso me desperté y estaba en aquel lugar, era tan frío que podría haber muerto de hipotermia. No se podía ver claramente, sabía que había más personas porque escuchaba sus voces. Intenté calmarme, miré a los alrededores y vi a otros niños aparte de mí.Estaban asustados al igual que yo. Me acerqué a uno y le comencé a hablar, me dijo que llevaba tiempo en aquel lugar y que lo que les hacían era horrible. Algunos no tenían buen aspecto. Aquel lugar estaba en ruinas y nos mantenían con vida con unos recursos básicos, un día me sacaron de allí y me llevaron a otro lugar. Era un sitio donde había muchas personas que iban bien vestidas, al parecer tenían mucho dinero. Se dedicaban al tráfico de personas, me iban a vender. En ese momento me percaté de que una señora me estaba mirando fijamente. Después de aquel día me trasladaron ; pero no sabía dónde porque tenía los ojos vendados, y me sentía raro como si me hubieran drogado. Entró alguien . Al día siguiente me dolía el cuerpo y en aquel momento supe que me habían violado, luego me dijeron que me vistiera. Poco después me llevaron al mismo local en que estaba antes. Pasaron los días y esto se volvió una rutina para mí. Llevo años en este supuesto “negocio”, cuando cumplí mis 18 años me dejaron ir y me dijeron que si decía algo, me encontrarían y me matarían. Me tomó dos años poder establecerme en un pequeño pueblo, Aculco. Después de aquel incidente me quedó un trauma, quiero que aquellas personas que me destruyeron, mueran. Para poder lograrlo cambié mi forma de pensar. Me mudé a otro lugar, cambié mi identidad y mi aspecto, aquel trauma aún sigue presente en mí. Buscaré las organizaciones que estén involucradas con esto y las haré caer. La personalidad externa que he creado para conseguir mi objetivo es muy útil. Me muestro amable, de apariencia sensible y tremendamente manipulador. Mi única finalidad en la vida es vengarme. No me importa cómo. Soy capaz de utilizar a cualquier persona y cualquier medio para conseguir el objetivo que me he propuesto.

Alexandra Flores
JUSTICIA CIEGA 22

Ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca

padre siempre me decía “Ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”, por eso cuando llegó esa carta pidiéndome formar parte en un jurado popular no dude en aceptar. Meses más tarde llegó la segunda carta que decía así; “Señor McQuoid ha sido aceptado como parte del jurado popular en el caso contra Benjamin Baddeley que tendrá lugar el 20 de abril de 1926, en el que se requiere de su presencia a las 9 de la mañana en el juzgado de Londres”. El caso contra Benjamin Baddeley es de lo único de lo que se hablaba en las casas de bien londinenses, pues se decía que el señor Baddeley había matado al marido de su amante para sacarlo del medio y poder quedarse con su amante, la señora Caroline Rigby. Al leer el nombre del caso sabía que era el idóneo para mí, pues siempre había querido ser parte de esta sociedad cambiante y quería comprobar de primera mano si el acusado de verdad era culpable o simplemente eran los prejuicios de la sociedad hacia un hombre negro. Llego el día veinte me puse mis mejores ropas y me dirigí al juzgado, nos sentaron en orden y nos pidieron que escucháramos el caso y decidiéramos si el señor Baddeley era culpable o no. La gente no tardó en ir llegando. Todos puntuales como un reloj, luego el acusado junto con su abogado. La cara de sorpresa era obvia entre los presentes, pues cómo iba el prestigioso señor Kingston a defender a un negro. El juicio empezó y, la manera en la que el juez hablaba, uno podía entender que este no podía esperar volver a casa con un hombre más de color tras rejas. Los testigos fueron los primeros en salir, todos y cada uno de ellos declaro haber observado al señor Baddeley matar al señor Rigby; pero en el momento en el que el señor Kingston, abogado del acusado, hacía preguntas concretas sobre lo que habían visto, todos daban respuestas contradictorias o poco claras, las cuales parecían ser ignoradas por gran parte de los presentes incluyendo al juez que parecía tener su veredicto desde antes del inicio del juicio.

Finalmente, era el turno del acusado de dar su versión de los hechos, el abogado de la defensa planteó al señor Baddeley la pregunta esperada por todos: “¿Usted y la señora Rigby son amantes?”. Todos los ojos fueron a parar en la señora Rigby, la cual estaba sentada, observando, atenta, desde una mejor perspectiva de la que gozaba el acusado. Un claro “sí” retumbo en la sala y las caras de exclamación y ofensa eran lo único que se podía observar. Seguidamente, el abogado hizo su segunda y última pregunta “¿Cuánto hace que ustedes dos son amantes?” y con una voz tan clara y potente como la que anteriormente ya había salido, dijo un simple “desde siempre”. En su voz se podía observar una normalidad únicamente igualable con la que mostraba el rostro de la señora Rigby. El fiscal ya no volvió a preguntar. Se limitó a gritar para que se escuchara en todos los rincones de la sala que eso era un motivo de asesinato, más aún, afirmó que ese había sido el motivo por el que había sido acusado Benjamin Baddeley. El silencio llenó la sala, la desesperación que mostraba el abogado del acusado mostraba que para él era imposible ganar el caso, pero de repente su cara se iluminó y pidió que el forense volviera a testificar de nuevo, el abogado defensor solo le hizo dos preguntas: “¿Cómo fue asesinado el señor Rigby?” tuvo una respuesta igual de clara que la pregunto hecha: “A golpes, más concretamente a puñetazos” el abogado hizo su segunda pregunta: “¿Tiene usted alguna imagen de alguno de los golpes?” Respondió “sí” y mostró la imagen. El abogado se quedó con la imagen y pidió que el acusado subiera a declarar.Lo primero que el abogado hizo fue lanzarle una pelotita, la cual cogió aun estando despistado, permitiéndole hacer una observación para ayudar con el caso, el abogado dijo: “Usted es zurdo”. Lo dijo con un tono de sorpresa como si él no lo hubiera sabido de antemano, luego enseñó la foto y procedió a explicarnos los hechos: “El señor Rigby fue asesinado por un diestro, que además lleva un extravagante anillo en su dedo meñique, el cual no forma parte de las posesiones de mi cliente”.

Mi
Maria Anglada
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Ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca

Cuando el abogado acercó la imagen a la parte de la sala en la que yo me encontraba, sabía que ese anillo pertenecía al hombre más rico de la ciudad y único capaz de hacerle la competencia al negocio del señor Rigby. El abogado defensor nos presentó una posible escena del crimen más creíble que la expuesta por todos los testigos: dijo que el señor dueño del anillo había matado al señor Rigby para poder dominar el campo laboral que ambos compartían y seguidamente había usado su fortuna para pagar a unos falsos testigos. El señor Kingston no mencionó el nombre del que él consideraba como el verdadero asesino; pero no hizo falta, pues todos sabíamos de su nombre y apellido.

Con este gran final nos enviaron a deliberar si el señor Baddeley era el asesino del señor Rigby. Nos anunciaron que la votación no saldría de la sala y tendría que ser unánime, pues si se decidía que el señor Baddeley era culpable, su condena sería la pena capital y que la única manera de evitar la unanimidad era si un miembro del jurado era considerado incapaz por el resto. La votación empezó, primero, levantaron la mano aquellos que consideraban al acusado culpable; las once de las doce manos se fueron alzando, todas menos la mía. La votación no era unánime y tendríamos que repetirla al cabo de una hora. Durante esa hora, más de cinco de los once hombres vinieron con toda variedad de razones banales por las cuales se tenía que matar al acusado, pero ninguna me convenció. Tres votaciones más tuvieron el mismo resultado. Ante el cansancio y la exasperación, decidí ser yo quien convenciera a los presentes y empece diciendo: “Estamos jugando a ser Dios, banalizando y hablando sobre la vida de un pobre hombre que el único crimen que ha cometido ha sido amar, en una sociedad no preparada para aceptarle. Él no ha matado, pero si seguís así los asesinos seremos nosotros y ser un asesino desde la comodidad de tu casa no ha de ser tan agradable como parece.”

En la siguiente votación ya no se votaba si el señor Baddeley era culpable o no, ahora se votaba si yo era apto para hacer un juicio imparcial: el resultado fue un claro “no”. La siguiente votación ya fue sobre si el acusado era o no el asesino, los resultados de la votación fueron un unánime sí.

Se decretó que al señor Rigby se le daría la pena capital el próximo 20 de marzo del mismo año. El día llegó, era soleado y el calor del verano se notaba en la brisa del viento. Me levanté antes de lo normal para ir a la iglesia a rezar. Luego me dirigí al lugar en donde se acabaría con la vida del acusado. Llegué antes de hora y miré a mi alrededor para encontrar a alguno de los otros once hombres culpables de la inminente muerte, ninguno estaba. Su muerte fue llorada por la señora Rigby durante meses hasta que esta no pudo más y decidió seguir el mismo destino que había tenido su amante anteriormente.

Doce hombres culpables de dos muertes y un asesino aún libre. Trece asesinos y tres inocentes muertos.

Al año siguiente, empecé a trabajar en la empresa de un gran magnate con fama de ser un asesino y con un brillante anillo en el dedo meñique. “Ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca” decía siempre mi padre.

Maria Anglada
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No hacía mucho tiempo de haber empezado ese juego. Me gustaba porque conllevaba acción y se te ponían los pelos de punta. Llevabas pistolas, asaltabas, volvías, te drogabas y salías de putas. Todo sencillo… Bueno, a lo que iba, me encomendaron una misión. Yo tenía un poco de experiencia para completar esa misión y me puse en eso. Tenía que vigilar una casa y después asaltarla con todo lo que había dentro y salir con el premio. Me dijeron la casa y resulta que sabía quien era el personaje que vivía en la casa de la misión. Pero como hay que hacer bien el trabajo me puse a vigilar la casa y los movimientos del dueño. Hasta que un día lo acecho, y yo andaba con dos panas acechando la casa, y veo que cruza la calle para entrar a su casa y como de costumbre dejaba la puerta abierta. Así que nos metimos. Y cuando pasé la puerta, el juego se puso medio raro y todo se veía de colores. Le grité al viejo de la casa que se hincara en el suelo y que me dijera donde está el dinero. El viejo me dijo que no sabía y, como tenía suficiente experiencia en el juego y un superpoder para hacer recordar a la gente, se lo apliqué. Yo lo tocaba para ayudarlo a recordar, pero le daban espasmos y se le ponía la piel entre roja y morada. Me sentía como un dios tratando de hacer ver a un ciego y traté de aplicarle la técnica otra vez en conjunto con mis panas porque nos gustó el efecto que tenía. Le aplicamos la técnica, pero no funcionó y se quedó en el suelo todo morado y con espasmos. Entonces le grité otra vez que dónde estaba el dinero mientras mis panas revisaban la casa a ver si lo encontraban. Él dijo que no lo sabía otra vez y mis panas volvieron diciendo que no había nada. Entonces pensé que tenía que hacer algo con ese viejo porque yo lo conocía y si seguía vivo peligraba la misión. Entonces le improvisé una pulsera a dos manos a la espalda con una cortina para que no se soltase y peligrara la misión y él me dijo que quería volar. Entonces le hice el favor y le improvisé un collar con un pedazo de cortina, lo apoyé en las rodillas y le amarré lo que le sobraba del collar al techo. Y mis panas y yo vimos cómo intentaba volar, temblando y, al final, lo vimos separándose del suelo y levitando. Y se fue muy alto y muy alto porque atravesó el techo y no sé cómo no lo rompió. Entonces yo y mis panas nos fuimos de ahí en una moto de uno de mis panas para decirle al jefe que habíamos completado la misión.

Entonces, ¿usted alega que entró en la casa con personas más, le pidió dinero y, como no se lo dieron, le ayudó a recordar dónde estaba ese dinero, lo dejó en el suelo con espasmos, desordenó la casa con sus compañeros en búsqueda de ese dinero y después le pidió que le ayudara a volar y usted le puso un collar de cortina y lo enganchó al techo?

Sí, pero todo era parte de la misión dentro del juego…

Pero, usted sabe discernir si estos hechos fueron reales o no? ¿Sabe usted que todo lo que hizo conlleva una pena mínima de veinte años?

Sí, lo sé, pero siempre puedo reiniciar la partida y después, cuando salga de la cárcel, hacer una buena obra y trabajar honradamente…

Eso está bien caballero, pero con la vida no se juega… Ahora venga conmigo de nuevo a la celda.

César Alexander González Castillo
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La selva de cemento

Y esta es la realidad de la República Dominicana. Los jóvenes se tiran a la calle a delinquir creyéndose dioses intocables hasta que les llega la verdad, pero de paso dejan víctimas, como fue el caso de un familiar al que le hicieron los hechos relatados. Entraron a su casa, lo amenazaron, lo apalizaron, le inmovilizaron las manos y con la poca consciencia que le quedaba, lo ahorcaron con una cortina amarrada al techo apoyado en las rodillas, matándolo así su propio peso. Entraron a su casa creyendo que había cobrado el 27 de febrero, día de la Independencia de la República Dominicana. Mientras unos están pensando en celebrar la victoria de compatriotas, otros lo dedican a matarlos por dinero.

En el juego de la vida, no se juega con la vida.

Descansa en paz, Crusito Puello “Solón”

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César Alexander González Castillo

Desplazamiento de adjetivos

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Una rosa estrellada, tan única, tan exótica acompañada de piedras blancas, bajo los grandes cielos.

Qué peligrosidad la de las rosas con su aparente fragilidad y su verdadera dureza

Alexandra Flores

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Maria Anglada

Bajo un cielo ácido hacíase llover, y en una piedra áspera vínose a esclarecer

En los pies de un naranjo imaginario se eleva una rosa infinita y una extraña piedra azul.

En sueños,vislumbro tiempos de antaño

César Alexander González Castillo 29

Poesía a partir de sinestesias

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En el frío amargo de Enero vienen tres personas silenciosas de Oriente.

Todos duermen deseosos esperando ansiosamente el grato placer del dulce negro.

La música negra, que llenar no llena que sonar no suena

pero ese amargo sabor queda y todo frío color llega, pues el invierno helado suena con la amarga y fría música negra.

Alexandra Flores 31
Maria Anglada

Tacto agrio que revela mi miedo tacto sincopado que agrava la situación

color caliente pintado en mi cuello un sabor rojo captado en mi boca y una música amarga que incita a la violencia.

César Alexander González Castillo 32

Yo fui

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El Horizonte

Una línea infinita

infinita como los números aquella tarde pude observar el paisaje más hermoso del mundo.

Alexandra Flores
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Yo fui

semilla enraizando,pies descalzos, cantos rodados. Aprendí como alumno ansioso, vi cosas que no debí ver, jodí y rejodí como alarma en mañana.

Volé,soñé,subí, volví,pensé,aterricé, que fantasía es fantasía comprendí.

Ser velocista olímpico intenté, y vencedor con soberbio brío. Pero lloré,por mi madre,dolor tardío, fui luchador en cuadrilátero vacío, he sido.

Lo imaginario…

Fui insensible,alocado,irracional fui púgil,gladiador,pero sin causa. No sabía parar,ni poner pausa a ese flujo de energía sideral.

Así como me vieron, vieron mal porque en mi desorden soy ordenado Pienso antes de actuar a ritmo pausado.

Por eso,me salgo de lo normal.

Fui un meme,un chiste,un chascarrillo de este triste y taimado teatrillo del que la sociedad formaba parte.

Y el resumen,concreto,de bolsillo, y aunque parezca intrincado,es sencillo, el yo social y Yo son dos aparte.

Lo simbólico…

Yo fui,y he sido,y solo vivo de lo que he sido. Vivo por vivir y ni en mí convivo. Soy flor deshojada de una planta marchita,mi corazón es solo carne y por ser carne palpita. Y en mi cerebro se alojan todos mis sentimientos. Y en mi juventud,ya he perdido el desenfreno. Mi cabeza y mi carne van en raudo decaimiento. Ya no le tengo miedo ni al terrible acontecimiento. Antes de dar mi vida al dulce yugo de tu cuerpo, antes de dar mi vida prefiero caerme muerto…

César Alexander González Castillo

Lo real…
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TRILOGÍA DEL PENSAMIENTO

Transparente lago donde hundirse es la palabra

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Un cuerpo que se obtiene con arena o arcilla, hecha para ser utilizada, romperla, tirarla.

Unos son afortunados otros no tanto, rígidos, duros, frágiles todos acaban rompiendose.

Unos cuerpos estan hechos para utilizar, romper, y tirar.

Alexandra Flores 37

Campo verde, brisa suave y fresca

¡Infancia!

Alegría inocente, noche de fiesta pureza del alma.

El sensible regazo de la madre donde la ilusión descansa.

Maria Anglada 38

Viaje de una hora en patín,así es la juventud

mi madre besándose jovial con su novio, alegrías y desgracias que dejan juguetes rotos, mi abuela paseando lentamente por Valencia, yo,limitándome al ocio,al juego y a la abstinencia.

Unos cuerpos son como flores y unas flores son como cuerpos, y con preciso acierto nos recuerdan en todo momento que nuestro corazón palpita. Esclavos del paso del tiempo y de la vida,que se marchita.

César Alexander

González Castillo

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Olas gigantes

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guía mis pasos, hasta tu cima más alta donde los vientos me azotan donde la nieve me cubra y allí mi alma se renueve acógeme, naturaleza amiga.

Alexandra Flores

Bajo el Burka

Mujer, ¿Quién eres? - (Silencio)

¿Cómo te llamas? - (Silencio)

¿Qué edad tienes? - (Silencio)

¿De dónde eres? - (Silencio)

¿Tienes hijos? - Sí

¿Por qué te escondes? - (Silencio)

¿Por qué no confías en nosotros? - (Silencio)

¿Tienes casa? - (Silencio)

¿Tienes marido? - No, tengo amo

En la montaña
Maria Anglada 41

Cruzada

Me adentro lento en un río de sangre burdo paje a merced de tu tutela sé libre,amiga,busca tu esquela.

Y aunque no puedas,disfruta del paisaje

Y que la brutalidad del mismo no te engañe soy hombre muerto y hombre vivo en esta tierra busco la paz,la libertad,no busco guerra.

Este paisaje,pintado de carne y hueso, olor a muerte,metralla y retroceso… sentimientos que producen esta sangría.

Algarabía,discordia,progreso La duda del cambio en cada proceso, veo fronteras en la eterna lejanía.

César Alexander González Castillo 42

El cadáver exquisito

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César Alexander González Castillo 44

Poetizar cuadros

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Mujer en el río

Mujer hermosa y sensual, De piel clara y sedosa, Tus manos recogen una blanca camisa, Mientras tu cuerpo entra, En la superficie del espejo.

En el fondo oscuro del cuadro Tú eres la luz central.

Mujer serena y valiente, De plácido rostro

¿Qué secretos oculta tu semblante?

Alexandra Flores
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BESO AL BORDE DEL ABISMO

Un prado de coloridas flores Una mujer y un hombre.

Geometría dorada, luminosa y plena.

Él la abraza y la besa Con fuerza y con firmeza.

¿Escena erótica, casta o sentimental?

¿Beso robado?

¿Alegoría del amor?

En el cuadro y para siempre:

Dos amantes unidos por un beso infinito

Maria Anglada 47

LLegas, y en la mitad de mi mundo te posas, y languideces, y tu desgaste de energía llena el cielo de alegría, colores diferentes, luces de psicodelia…

El arrebol,lo cambias por negro y el contraste refleja tu figura, infinitesimalmente, pintando en mi mundo numérico un paisaje simétrico.

César Alexander González Castillo

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Fractalfragmentado

La bebedora de absenta, comedora de placenta de su hijo recién muerto. Un terrible desconcierto que quebranta la armonía, rompe la monotonía y te hace caminar tuerto. Acrecienta los entuertos esa dulce secundina y aunque es tuya todavía niegas,como un desacierto. Te amo,pero muy dentro. Me llenaste de alegría. Nos la arrebaté,en un día.

Sola,triste y pensativa solo queda la bebida.

César Alexander González Castillo

Labebedoradeabsenta 49
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