lo que el ojo no ve
barde mucho tiempo pero cuando me invadió la
Ceguera Perseverante
valentía y descubrí que conquistarla sería una
Noemí Benito
guerra de guerrillas me preparé para un largo asedio. Día tras día miné sus defensas, derribé cada muro que ella levantaba, fui lento, insidioso y paciente. Al límite ya de mis fuerzas, sin previo aviso, una tarde vi la bandera blanca perfilada entre sus labios. La rendición culminó en un beso aturullado, torpe al tiempo que desesperado. Desde ese momento el universo me regaló la mejor versión de esos ojos infinitos, llenos de amor y sorpresa. Lo éramos todo el uno para el
Tiene los ojos en los que nacen y mueren los océanos. Desde que la vi he vagado por la tierra en busca de su abrazo y su cariño. Fui co-
otro, o eso quería creer yo. Los tiempos de paz eran dulces y prósperos. Ella se sintió la princesa de todos los cuentos poco tiempo. No me di cuenta de los