Procesos de experimentacion creativa

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II CAMPUS DE VERANO DE LAS ARTES DE GUÍA taller arte/empresa reciguía: ecodiseño y su aplicación a entornos locales

el diseño en el camino hacia la sostenibilidad JORDI OLIVER I SOLÀ y ANNA TORRES DELGADO* Ambientólogos

En agosto de 1519, una expedición dirigida por Fernando de Magallanes se hizo a la mar con la intención de “llegar a oriente por occidente”, es decir, dar por primera vez la vuelta al mundo. Magallanes murió durante el viaje, pero Juan Sebastián Elcano tomó el mando de la expedición, que en septiembre de 1522 regresó exitosa, aunque muy mermada, a España. Han pasado ya cerca de quinientos años desde estos hechos, y por tanto, desde que se obtuvo la primera prueba que la Tierra es un sistema limitado. Limitado no sólo en el espacio sino también limitado en recursos materiales y con una única fuente de energía externa, el Sol. Sin embargo, el hecho de que haga medio milenio que tenemos este conocimiento no ha influido lo más mínimo en los modelos sociales y económicos que hemos establecido desde entonces para el desarrollo de nuestras vidas. Actualmente el sistema económico occidental, con ansias de crecimiento perpetuo, tiene tantos ingredientes de utopía cómo el que tenían los excéntricos que intentaban lograr el móvil perpetuo (en latín, perpetuum mobile); una máquina que hipotéticamente sería capaz de continuar funcionando eternamente, después de haber recibido un impulso inicial, sin necesidad de energía externa adicional. La existencia del móvil perpetuo se ha demostrado totalmente imposible, ya que según las leyes de la física violaría la primera y segunda ley de la termodinámica. Del mismo modo, un crecimiento económico continuo, que implica un consumo ilimitado de recursos, no tiene sentido en un sistema limitado como la Tierra. Hasta el momento el crecimiento continuo de la economía en Europa se ha conseguido primero gracias al colonialismo a gran escala (siglo XIX), y segundo gracias a la creación de grandes desigualdades norte-sur (siglo XX). Actualmente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 20% de la población mundial que vive en los países desarrollados es responsable del 86% del consumo, mientras que el 20% más pobre sólo de un 1,4%. Al mismo tiempo, los elevados niveles de consumo de recursos y emisiones contaminantes, así cómo una población mundial cada día mayor han llevado al sistema a superar su capacidad ecológica. En este sentido, durante los años setenta y ochenta surgieron las primeras voces acreditadas defendiendo un cambio en el sistema socioeconómico. Publicaciones cómo Only one Earth: Care and Maintenance of a Small Planet (1972), Limits to growth (1974), o el documento Our Common Future (1987) más conocido cómo el Informe Brundtland, llevaron a desarrollar la idea de un nuevo desarrollo que tuviera cómo máxima satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin poner en riesgo la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. A este concepto se le llamó desarrollo sostenible, e integra una triple dimensión: la económica, la social y la ambiental. A su vez es un concepto estrechamente ligado al ejercicio de la autoresponsabilidad. El principio de autoresponsabilidad es especialmente importante en los países desarrollados, ya que son esencialmente ellos los causantes del deterioro ambiental global. Muy posiblemente, para corregir este hecho es necesario que cambiemos lo que entendemos cómo progreso, y al mismo tiempo que usemos la mejor de las herramientas de las que disponemos: la prevención. 76

Hasta los años 90, la política ambiental en las empresas se basaba en evitar las emisiones contaminantes difusas en el medio, y para ello se extendió el uso de filtros de humos, depuradoras de aguas, etc. Estas tecnologías no eliminaban la contaminación, sino solamente la cambiaban de medio y facilitaban la gestión de la carga contaminante. Es decir, esta política ambiental no aportaba mejoras ambientales globales asociadas al ciclo de vida de los productos, ya que no incidía en el diseño del producto ni su proceso de producción. Ha sido después de los 90 que las empresas han empezado a trabajar con la prevención ambiental al inicio del proceso, hecho que ha otorgando un gran protagonismo a los diseñadores. La etapa de concepción del producto es la clave del ecodiseño, ya que en ella se pueden predecir y dar soluciones para los problemas ambientales que puedan surgir en las distintas etapas de la vida útil del producto en cuestión: desde la elección de materiales hasta su tratamiento final cómo residuo, pasando por etapas tan relevantes cómo el transporte, y la etapa de uso y mantenimiento. El ecodiseño consiste en introducir los criterios ambientales en el proceso de diseño desde el principio y al mismo nivel que el resto de criterios que ya se tienen en cuenta en cualquier buen diseño, cómo son la calidad, la funcionalidad, la ergonomía, el precio, la seguridad, la durabilidad, etc. Tres factores clave que el ecodiseño aporta respeto a un proceso de diseño convencional son: 1º) Considerar la protección del medio ambiente cómo un criterio más, 2º) priorizando la prevención de los impactos ambientales, y para ello, 3º) diseñar pensando en la relación entre el objeto y el medio ambiente a lo largo de todo el ciclo de vida del producto. El ecodiseño es y será clave para poner en el mercado productos que satisfagan las necesidades de los usuarios pero que estén pensados para causar el mínimo impacto ambiental. El ecodiseño funciona porque previene, razonando antes de actuar, y porque se basa en soluciones más eficientes y económicas que la tecnología convencional. Teniendo en cuenta que la Tierra es limitada, el ecodiseño debería estar implícito en todas las formas de diseño, ya que al considerar todas las fases del ciclo de vida incide positivamente en la reducción del impacto ambiental asociado al producto diseñado.

(*) ANNA TORRES DELGADO. En el año 2000 inicia los estudios de Ciencias Ambientales en la Universidad Autónoma de Barcelona, complementando el último curso con una estancia Erasmus en la ciudad holandesa de Leeuwarden. Desarrolla su proyecto de final de carrera sobre la movilidad en parques naturales, y obtiene la calificación de matrícula de honor y la publicación de un artículo por parte de la Diputación de Barcelona. En 2005 empieza a trabajar en proyectos de consultoría en el ámbito de la planificación territorial y la gestión ambiental, y en el año 2007 le es otorgada una beca de La Caixa para profundizar en esta temática con la realización de un máster en la Universidad de Barcelona. Actualmente trabaja en dicha universidad en proyectos de planificación turística y desarrollo sostenible.


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