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Educar "para quien soy"

Zoraida Sánchez, Nieves Arce, Javier Poveda y Dolors Garcia, de Escuelas Católicas
Hablar de vocación en el ámbito educativo católico es hablar de sentido, pasión y misión, es hablar de persona pero también de compromiso en comunidad. Sin embargo, a pesar de su importancia, este tema suele quedar relegado por falta de tiempo o por la urgencia de otros contenidos, actualmente tecnológicos.

La vocación no es solo una cuestión de profesión, ni algo que se trabaje en las clases un día al año con testimonios de llamadas específicas dentro de la Iglesia. Hablar de vocación implica un enfoque global e integral del ser humano y su lugar en el mundo sabiendo que, en nuestros colegios, conviven alumnos y familias de diversas confesiones religiosas e incluso personas de cualquier tradición espiritual.

En las escuelas con identidad cristiana, la vocación está vinculada con la misión evangelizadora y con el carácter propio de cada centro: formar personas comprometidas con la justicia, la solidaridad y la esperanza al estilo de Jesús de Nazaret. Cada persona, desde su identidad profunda, está llamada a descubrir para quién es y cómo puede transformar el mundo.

La Conferencia Episcopal Española nos propuso participar a Escuelas Católicas en el Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?, asamblea de llamados para la misión” con la preparación de dos talleres.

En el diseño del taller desde el equipo de pastoral, vimos la necesidad de reflexionar sobre este tema con los responsables de pastoral de nuestras entidades titulares en el marco de la reunión del Proyecto EC 360, celebrado el 30 de enero.

Nuestro punto de partida fue el decálogo de identidad de Escuelas Católicas en el que compartimos qué principios han sido más inspiradores en nuestra misión y envío actual. A partir de preguntas orientadoras, reflexionamos sobre la educación vocacional desde una perspectiva inclusiva y multidimensional. La vocación no es una elección rápida, sino un camino que se construye con tiempo, acompañamiento y discernimiento. Identificamos cinco dimensiones clave:

  • Antropológica. Cada persona tiene un llamado único y está invitada a desarrollar sus talentos al servicio de los demás.

  • Testimonial. Los modelos de vida inspiradores pueden ayudar a otros a descubrir su propia vocación.

  • Ética. La vocación no es solo una opción personal, sino una respuesta a las necesidades del mundo.

  • Educativa. Se va forjando a través de procesos de reflexión y acompañamiento.

  • Espiritual. Un llamado interior que invita a preguntarnos “¿Para quién soy?”.

En un segundo momento de la reunión de 360 nos centramos en cómo mejorar el trabajo de la vocación en el alumnado de nuestros centros. Compartimos lo que necesitamos renovar o incluso reducir de nuestras propuestas y qué aspectos han de tener más espacio en este trabajo.

Es claro que la realidad de la vocación y su desarrollo no toca exclusivamente a nuestros alumnos. Es un reto el trabajar también con el profesorado. Este será el tema de reflexión para los próximos encuentros con los responsables de pastoral de nuestras entidades titulares.

Educar no es solo transmitir conocimientos, sino ayudar a cada persona a descubrir su razón de ser en el mundo, para, con y junto a los demás

En el Taller nº 55 del Congreso, en el itinerario de misión titulado con el nombre de “Escuela y vocación: Descubre tu Camino”, desde el Departamento de Pastoral quisimos mostrar que nuestros colegios son espacios privilegiados para trabajar la vocación de forma integral en el día a día. Para ello, diseñamos el taller con cinco paradas que representan aspectos clave en el trabajo vocacional de nuestros centros:

  • “Tu mejor yo”. Identificamos nuestros talentos y reconocimos a las personas que nos han ayudado a descubrirlos. Adentrarnos en aquello que nos hace únicos, concretando algunos de los rasgos que nos identifican y nos constituyen, ayuda a la persona a conocerse y reconocerse, a responder a la pregunta: ¿Quién soy yo? Es importante también reconocer a las personas que nos han ayudado en este camino de autoconocimiento.

  • “El mapa de los sueños”. Reflexionamos sobre metas pasadas y futuras, conectándolas con un sentido profundo. Dios tiene un propósito para cada persona. A través de los talentos recibidos, los sueños y anhelos, podemos ir reconociendo el sueño de Dios para cada uno de nosotros. El “Mapa de Sueños” es una oportunidad para descubrir esos planes y soñar en grande desde la fe.

  • “Red de encuentros”. A través de un juego colaborativo, visibilizamos la importancia de las relaciones y del trabajo conjunto con personas diversas. Nuestra vida tiene sentido cuando nos conectamos con los demás desde el amor y el servicio. La red simboliza nuestra interdependencia como comunidad cristiana. Esta comunidad está definida por el tipo de relaciones que creamos, desde el ejemplo de Jesús.

  • “Preguntas para el alma”. Un espacio de interioridad y silencio para escuchar Su Palabra a través del Evangelio (Mc 1, 32-35) y compartir en clave oracional.

  • “Decide tu camino”. Exploramos decisiones clave en nuestra vida y herramientas para el discernimiento. Elegir bien implica valentía y confianza en que Dios acompaña nuestras decisiones, incluso cuando hay dudas o dificultades.

Cada estación concluyó con una “esencia”, un mensaje que resume la experiencia, y la posibilidad de “sellar el pasaporte” como símbolo del avance en la búsqueda vocacional y de camino de descubrimiento personal.

Nuestra otra participación fue a través del taller nº 64, bajo el nombre “Familia, Escuela y Parroquia: sinergias para una cultura vocacional” conducido por Javier Poveda, director del Departamento de Administración de Escuelas Católicas y laico redentorista, que compartió este espacio con Antonio Roura, director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura.

En él se partió del hecho de que la cultura vocacional es fruto de un esfuerzo y se trató de ver cómo poder hacer que dicho esfuerzo sea conjunto. Todos tenemos una familia, pasamos por una escuela, o podemos acudir a una parroquia… y lo importante no es centrarse en “cómo es” cada uno de esos ámbitos, buscar sus debilidades, asignar responsabilidades buenas o malas, sino dar el salto que nos haga capaces de pensar en trabajar juntos para no diluir el mensaje. ¿Es posible hacer realidad el sueño de Dios para despertar vocaciones en la relación familia-escuela-parroquia?

Es bueno partir de cada ámbito de colaboración desde lo que cada cual aporta y es, para que el diálogo no sea un conjunto de reproches o estereotipos que desde cada ámbito se suelen coleccionar. La escuela es una realidad abierta a la sociedad y, como decía algún párroco, “yo abro la puerta, y aquí entra de todo”. De una forma muy gráfica es reconocer que si queremos ser escuelas abiertas a todos, y parroquias abiertas a todos, no podemos comenzar repartiendo etiquetas de exclusión. Vivirnos en misión es reconocer esa realidad y, por lo tanto, ni la escuela católica es solo para católicos, ni en las parroquias se asoman solo los creyentes modélicos. Y en las familias, mirando la realidad, hay la misma pluralidad que la vida tiene.

El diálogo del taller puso el énfasis en la capacidad de observar, escuchar y acompañar. Establecer vínculos basados en una comunicación efectiva, adulta y transparente, siendo capaces de respetar los roles específicos de cada uno y desde la corresponsabilidad. Poner en el centro lo verdaderamente importante, la persona y su proyecto vocacional, de modo que sea ese objetivo el que vertebre las propuestas (antes de discutir sobre si aquí o allí la catequesis, etc…).

Tanto la reunión, dentro del marco del Proyecto Escuelas Católicas 360, como los dos talleres del Congreso de Vocaciones, han ofrecido una manera integral de abordar la vocación. Desde la reflexión teórica hasta la experiencia práctica, el objetivo es acompañar a estudiantes, docentes y familias en la búsqueda de su propio camino, no como compartimentos estancos, sino en conexión unos con otros.

Educar no es solo transmitir conocimientos, sino ayudar a cada persona a descubrir su razón de ser en el mundo, para, con y junto a los demás.

El lema del congreso “¿Para quién soy?” continua con “asamblea de llamados para la misión”. Cada uno, estudiantes, educadores, familias… estamos invitados a encontrar la respuesta de manera personal e intransferible sintiéndonos asamblea de personas coherentes, íntegras, críticas y comprometidas con la construcción de un mundo mejor, al estilo de Jesús, sintiéndonos Iglesia de puertas abiertas.

Zoraida Sánchez, Javier Poveda, Dolors Garcia y Nieves Arce en el Congreso. FOTO EC
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