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Calidad de vida y educación

Tener una mejor calidad de vida es una aspiración social ampliamente aceptada, su relevancia es tal que todos los individuos y las familias le dedican gran parte de su tiempo, esfuerzos y recursos con la finalidad de alcanzarla.

Calidad de vida es un concepto que se empezó a utilizar después de la Segunda Guerra Mundial, su uso se extendió a partir de los años setentas del siglo pasado y ha sido definida de múltiples maneras, actualmente hay consenso para explicarla incorporando la economía, la medicina y las ciencias sociales (Urzúa y Caqueo-Urízar, 2012).

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Calidad de vida se puede entender como el conjunto de condiciones externas e internas que contribuyen al bienestar de los individuos y a la realización de sus potencialidades. Es decir, se refieren al derecho y disfrute de los bienes materiales, sociales, físicos, ambientales, culturales y de desarrollo que rodean al individuo, como son vivienda, educación, salud, trabajo, seguridad física y patrimonial y transporte, pero también los emocionales como autoestima, respeto a sus creencias y a las posibilidades de desarrollo individual y profesional.

En virtud de que tener mejor calidad de vida es un anhelo socialmente compartido, el énfasis se debe centrar en el camino para lograr dicho propósito. Un primer paso es realizar un diagnóstico para identificar las necesidades sociales y después hacer una definición de políticas públicas que se orienten a su solución.

Para saber que tan cerca o lejos está la sociedad de un ideal de calidad de vida, se han generado diversas metodologías donde se balancea la satisfacción objetiva de necesidades con la percepción subjetiva de bienestar (Urzúa y Caqueo-Urízar, 2012).

Organismos nacionales -CONAPO, INEGI y CONEVAL- y otros de carácter internacional –OCDE, BM y PNUD- han realizado estudios que proporcionan información suficiente para identificar las debilidades sociales y decidir hacia dónde orientar los esfuerzos de la sociedad y del gobierno.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo es uno de los más importantes porque conjuga indicadores de salud, educación y de ingresos de las personas para saber el nivel de calidad de vida o de vida digna que tiene un país, un estado o un municipio (PNUD, 2015).

Si bien estos factores están íntimamente ligados, es innegable que la educación constituye la palanca esencial para potenciar los otros factores. De modo que una estrategia para mejorar la calidad de vida debe tener como piso una buena educación porque como afirma la UNESCO (2014), ésta es fundamental para lograr una vida decente, favorecer el desarrollo individual y disminuir las desigualdades.

De manera específica un buen sistema educativo influye en los siguientes aspectos para mejorar la calidad de vida (UNESCO, 2014):

1. Proporciona conocimientos y desarrolla capacidades para el desempeño profesional y posibilidades de inserción laboral.

2. Proporciona formación para la salud, la nutrición, disminuye la mortandad infantil, los embarazos precoces y extiende la esperanza de vida.

3. Promueve la tolerancia, respeto a la diversidad y a la interculturalidad, favorece la equidad, el cumplimiento de derechos y la reducción de los delitos

4. Incrementa la prosperidad local y nacional, la distribución más equitativa de la riqueza y el incremento de ingresos para las mujeres.

5. Permite que las personas tomen decisiones fundamentadas sobre su vida, la sociedad, el medio ambiente y la vida pública de su estado y país.

Mejorar la calidad de vida significa lograr la satisfacción colectiva de necesidades de alimentación, salud, vivienda, empleo, seguridad y preservación del medio ambiente, lo cual pasa necesariamente por tener una buena educación.

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