El Sol de San Telmo

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FEBRERO 2021 Número 135 - Año 13 -Buenos Aires-

Un fotógrafo que “nació” en el Colón

F

Ejemplar

g r at u i t o

Jorge Fama, uno de los fotógrafos más importantes del país que se ha especializado en diferentes formas de expresión del arte, como la danza y el teatro. Págs. 2 y 3

Reseña histórica del barrio y de una de sus escuelas

R A M El viejo edificio de la Escuela Rawson se destacaba en la cuadra, como el de mejor arquitectura. El resto de la misma, estaba ocupado por casas bajas de aspecto netamente colonial. Págs. 8 y 9

Anselmo Aieta

¡No los Maten! “Cualquier tonto puede destruir los árboles. Ellos no pueden escapar”.

Anselmo Aieta, un músico de oído fino que, sin saber escribir música, fue autor de más de trescientos temas. Págs. 4 y 5

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J O H N M U I R ( 18 3 8 - 19 1 4 , B OTÁ N I C O E S C O C É S ) .


2 -FEBRERO 2021

Nuestra Misión: El Sol de San Telmo es un periódico no-partidario dedicado a fortalecer y celebrar el barrio de San Telmo y el Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.. Definimos nuestra visión editorial como periodismo comunitario. Valoramos toda comunicación que genere un foro abierto de participación y diálogo para las muchas voces que constituyen la comunidad de San Telmo. Reconocemos que vivimos en una época en la cual los medios (tanto masivos como independientes) ocupan cada vez más el espacio de intercambio y comunicación que antes ocupaban nuestros espacios públicos-las plazas, parques y veredas donde nuestros abuelos se juntaban para conectarse con el mundo y con sus comunidades. Por eso queremos revalorar el intercambio y la conexión humana a través de un periódico cuya identidad, contenido, y espíritu se definen a través de la participación activa de sus lectores y colaboradores. Todos los que viven o trabajan en el barrio, o simplemente le tienen cariño, están invitados a formar parte del debate sobre San Telmo: su patrimonio tangible e intangible, su pueblo y su futuro.

w Propietaria / Dirección y Edición: Isabel Bláser Gestión y distribución: Hugo M. Del Pozo Diseño: Samanta Cardo Administración, web y redes sociales:

Hugo Lavorano elsoldestelmo@gmail.com elsol.desantelmo@yahoo.com.ar Isabel.elsol@yahoo.com.ar www.elsoldesantelmo.com.ar El Sol de San Telmo 4307 9704

Carlos Calvo 717 - CABA Colaboraron en este número: Horacio Cacciabue / Graciela Fernández / Rubén Montero / María Silvia Machicote / Jorge Carrachino / Imaretta Hermosilla / Mónica Seoane / José Sellés-Martinez

El arte de nuestro logo es un fileteado del maestro Martiniano Arce

w ISSN: 2313 9722 DNDA 63939703-2020 Diseño: SBC - Tel. 4383 5889 Impresión: Editora del Plata S.R.L. Neyra 75 - Gualeguaychú - E2820DQA Entre Ríos - Argentina El Sol de San Telmo es una publicación cultural de carácter comunitario y distribución gratuita mensual de 3000 ejemplares, orientada a la difusión de la historia y actividades barriales del barrio de San Telmo y el Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se autoriza la reproducción total o parcial de las notas citando la fuente. Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad de los autores. Fundadores: Catherine Mariko Black y Marcelo Ballvé

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Un fotógrafo que “nació” en el Colón

V

oy al encuentro de Jorge Fama, uno de los fotógrafos más importantes del país que se ha especializado en diferentes formas de expresión del arte, como la danza y el teatro. Siento que -a través de una amiga en común, Graciela Fernández- encontré otra “perlita” en San Telmo… Me recibe en su hermosa casona de la calle Brasil donde, al subir la escalera de madera, intuyo que estoy entrando a una historia de vida apasionante, porque veo -exhibidas en sus paredes- tremendas fotos de su autoría o portarretratos que lo muestran junto a personas que también se han destacado en sus profesiones. Todo eso y más, en un ambiente signado por el buen gusto en sus muebles, biblioteca llena de libros, perchero con diferentes sombreros, plantas de todos los tamaños y con el remate de una vista asombrosa al histórico Parque Lezama. En un diálogo fluido, cuenta que nació “en la calle Ayacucho 250, soy hijo único, malcriado, quiero hacer lo que me gusta y ahora -que estoy muy grande- hago absolutamente lo que se me da la gana. Mi padre -médico- quería que siguiera esa profesión, empecé primer año y salí corriendo; hice casi toda la carrera de sociología, pero desde chico sacaba fotos y cambiaba las cámaras por buenas notas porque la fotografía me atrapaba. A los 18 años, fui al Colón con un amigo de la secundaria (que luego conoció a su señora en la fila) y quedamos encandilados. De hecho comencé a sacar fotos a los bailarines, que luego vendía en la salida de artistas por la calle Cerrito en la entrada principal del teatro; ya como empleado, vendía discos de la ópera La voz del silencio”. ¿Se te ocurrió o alguien te dijo? ® Quería fotografiar a los bailarines y, en ese momento, los fotógrafos que tenía el teatro no cubrían las expectativas porque estaban (y siguen estando) muy burocratizados. Era joven y le agradaba a la gente, entonces -como hablaba algo de inglés- el administrador del teatro me propuso recibir a los extranjeros, cosa que para mí fue bárbaro ya que ganaba plata -que me permitía alquilar un departamento chiquito cerca del teatro- y veía todas las funciones, porque trabajaba ahí. Mi historia con el Teatro Colón, tanto como fotógrafo o asesor ejecutivo, fue maravillosa y compleja. ¿Tu familia cómo vio esta incipiente vocación? ® Soy de familia italiana y árabe, mis padres se separaron cuando yo era chico. Mi madre me apoyó siempre, era muy inteligente, independiente y me crio con la libertad de que hiciera lo que me gustara, sin importar lo que fuera. A mi padre por ahí no le gustó tanto, era un médico muy reconocido y se resignó, pero luego vio que me fue muy bien cuando hice mi primera exposición, en 1971, en el Teatro San Martín.

¿Cómo surgió? ® Son esas cosas del destino. Mis fotos eran buenas -aunque ahora las considero malísimas, porque tenía poca plata para comprar el celuloide y los líquidos para revelarlas- y trabajaba para grupos de ballet, como el de Norma Fontenla o el de Olga Ferri, ambas primeras bailarinas del Teatro Colón. Iba en las giras y cambiaba las fotos por los viajes. Un día decidí irme con el grupo de Olga a Mar del Plata, el de Norma viajaba al interior en avión, fue allí cuando tuvieron el accidente donde todos mueren.

formación analógica sólida estructural, en iluminar; tuve que estudiar sobre la hidroquinona para preparar un buen revelador, porque hacía mis químicos. Ahora los fotógrafos no saben la fórmula de un revelador, tampoco la necesitan. ¿Cómo hacías para encontrar “la” toma? ® Pasé muchas funciones buscando un salto; hubo fotos de Rudolf Nuréyev, por ejemplo en “El espectro de la rosa”, que lo “perseguí” no sé cuántas funciones para lograr fotografiar una pose igual a Vaslav Nijinsky. Actualmente, con la digitalización, esa toma la hubiera podido seriar, pero aun así hay que elegir la exacta, darle la forma final o acabarla y en el contenido va a estar la creación, la impronta personal de lo que uno quiere transmitir. ¿Qué querés mostrar en una foto? ® Esencialmente que la persona sienta algo, que no pase impávido. Me gusta el movimiento y la estética; la idea es detenerme en algo que a la gente se le pueda escapar o que lo haya visto, pero que lo aprecie desde otro lugar.

141 JMVarela & A Alventosa

Como Pepsi Cola patrocinaba a Norma Fontenla y yo tenía muchas fotos de ella con su grupo y quería hacer una muestra, la empresa decide auspiciarla como homenaje. Debe haber sido un suceso dentro de la tragedia… ® Hice la muestra con cientos de fotografías enormes que las revelaba en la bañera de la casa de un amigo, porque no tenía donde hacerlo. Un desastre, eran demasiadas fotos pero tenía 22 años y quería mostrar todo. Como lo auspiciaba Pepsi y se trataba de un homenaje, me invitó a almorzar Mirtha Legrand, quien fue como mi madrina porque se le ocurrió decir que iba a ir a la inauguración, así que la concurrencia fue masiva. Siempre digo que me alcanzó el éxito antes que la calidad. Te sirvió, después, para mejorar… ® Claro, al irme mejor corregí algunas cosas y hoy esas fotos, que ya no las consideraba porque el negativo está deteriorado o no servía, con las nuevas tecnologías -compré unos scanners- digitalizo el negativo y lo rescato. ¿La tecnología agregó o quitó valor a la creación espontánea? ® Lo digital me sirvió para sumar creativamente. Pelear contra el adelanto es una misión imposible. Siempre traen grandes contras pero también grandes avances, así que la digitalización la recibí con los brazos abiertos y la aplico todo lo que puedo desde el 2000. También es cierto que estoy entre los pocos fotógrafos híbridos que quedan o sea que tenemos una

Transmitirle lo que sentís… ® Cambié mucho desde que empecé a trabajar con Maya Plisétskaya, quien tenía una impronta distinta porque encaraba los personajes y lo hacía desde un apasionamiento diferente. Yo era joven y todavía no había dado rienda suelta a crear como quería o a tratar de transmitir sin que el prejuicio me comiera. Incluso me gusta mucho fotografiar desnudos, pero siempre lo hago desde la estética. Sé que la estética puede estar aún en lo feo, pero mi formación es tal que -aunque quiero crear una cosa más decadente- termino armándolo como siempre. Te gana la perfección… ® Comienzo con la idea de cruzar ese prejuicio, pero termino haciendo lo que creo que estéticamente se ve bien. Me gusta mucho la pintura y de tanto ver obras busco el equilibrio de las formas, naturalmente. Ya sé cómo quiero las fugas en las fotos, entonces cuando algo desequilibra lo saco para hacerlo lo más perfecto posible. Es la búsqueda de una perfección interna, que por ahí no es tal. ¿Tu amor es la fotografía o la danza? ® Mi primer amor es la fotografía y, posiblemente, el segundo gran amor es la danza. Pero, como me importa mucho la estética creo que cuando descubrí la danza siendo jovencito me fascinó de ella eso: la estética. En aquél momento, Esther Lisogorsky -bailarina del Teatro Colón- me dijo que si quería ser buen fotógrafo de Ballet tenía que estudiar danza y conocer las técnicas. Entonces, alrededor de cuatro años, tomé clases con Ilse Whitman y de paso me modeló el cuerpo porque -como la danza fortalece- me ayudó hasta hoy en día a no estar decadente.


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¿Cuántos años estuviste relacionado al Colón? ® Desde 1972 fui nombrado fotógrafo estable, como consecuencia de una exitosa muestra en el Salón Dorado del teatro. Luego desempeñé varios cargos relacionados con cultura y la dirección ejecutiva, que me daban más libertad y la posibilidad de tener una actividad artística paralela al teatro, con lo cual podía viajar dos o tres veces al año. También tuve una sociedad con Alicia Sanguinetti, en el Estudio Heinrich, que luego disolvimos, Pero en un momento sentí la necesidad de salirme de ese lugar y ser libre, incluso porque ya tenía instalado el estudio en mi casa. Quería hacer una película de Paloma Herrera (“Paloma Herrera. Aquí y ahora”) y un libro sobre ella (“Encuentro”) y pude concretar los dos proyectos que los trabajé con Julio Panno, quien dirigió la película conmigo y todo lo demás. ¿Las figuras son accesibles y se dejan guiar? ® Es un difícil camino. En el escenario el artista es libre, está entregado al personaje, lo captás cuando querés o te parece que alcanza una toma plena; en el estudio iluminás a tu gusto, tenés alta definición y más perfección técnica, pero conseguir que transmitan espontaneidad es un trabajo de los dos. Ahí hay que combinar mi ego -porque sé lo que quiero- con el del artista que dice lo que quiere y así comienza la “lucha” para lograr la creación. A veces pasa una cosa muy rara: quizás el artista no transmite el “allure” del escenario, pero la cámara capta algo que ni él ni yo vimos y al hacer la copia se produce ese milagro. Pero sos el profesional… ® Uno sabe lo que va a quedar mejor y trata de trabajar libremente. Hay artistas con los que se han dado comuniones increíbles, que me dejaron trabajar y salieron cosas maravillosas porque confían en que si hay algo estéticamente mal no lo voy a transmitir. Es fundamental la confianza. En ese sentido, Paloma confió ciegamente; la filmamos cincuenta horas y la película tiene una hora cinco minutos, así que hubo que negociar las tomas que yo quería dejar y las que no. ¿Te ha pasado que un artista importante no transmita? ® Están los que la cámara no los “quiere” ni siquiera en el escenario y tienen una técnica impecable y otros que hacen muy poco y cruzan esa barrera hacia el público. También fotografié muchos años teatro y estudié con Alejandra Boero para entender la técnica teatral. Cuando se armaban las fotos para la propaganda, a veces se conseguía transmitir como si fuera la función. Por ejemplo María Rosa Gallo, Alfredo Alcón -con el que tuve una gran amistad-, Elena Tasisto han sido personas con una aureola especial como Maya Plisétskaya en danza. ¿Quién te impactó? ® Tengo varios amores. Por ejemplo, tuve una relación muy particular con Alexander Godunov y pude compartir con él muchas cosas desde lo personal. Siento que las fotos que le tomé tienen un impacto diferente, pero no puedo distinguir si es porque lo creo o porque es así.

Jorge Fama

Una producción hermosa, con trajes de Jorge Ibáñez. Comenzamos en el 2006 y estrenamos en el MALBA en el 2008. La película tuvo un recorrido muy bueno, yo estaba preocupado, pero vino mucha gente al estreno. Luego un día fui con mi pareja -Walter- a curiosear y cuando abrimos la puerta estaba la gente sentada en las escaleras, ese es uno de los recuerdos más gratos. ¿Tenés algún proyecto en mente? ® Estoy con ganas de hacer una película y otro que está avanzado pero no puedo comentar, que tiene que ver con mi archivo y lo estoy trabajando con una periodista muy conocida. Por otro lado me gustaría hacer otro libro -que se llama Misceláneas y lo estoy separando por capítulos- con fotos de viajes, lugares, con amigos, amantes, desnudos, la vida…

¿Quién te quedó pendiente? ® Me hubiera gustado fotografiar a Ulyana Lopatkyna porque la considero de las grandes figuras de la danza. Cuando ocupaba la Dirección Ejecutiva del Colón la traje para bailar el Lago de los Cisnes con Igor Zelensky, pero yo estaba tan abocado a la producción que no podía crear nada. Luego viajé a San Petersburgo y teníamos todo arreglado, pero no pudimos hacerlo porque se enfermó. Fotografié personalidades avasallantes como Mijaíl Barýshnikov, Godunov o Fernando Bujones. Ahora hay uno que me apasiona, Matthew Ball, actual bailarín principal del Royal Ballet. Acá, Julio Bocca y Maximiliano Guerra, a quien como en su momento tuve una productora, descubrimos y preparamos para la Competencia Internacional de Varna, Bulgaria, donde ganó la Medalla de Oro y gané el premio a la mejor fotografía, con una toma que le realicé del tango de Julio López. ¿Y bailarinas? ® Ludmila Pagliero que está en la Opera de París como primera bailarina, la fotografíe en su primera función del ballet La Sylphide; Marianela Nuñez, primera bailarina del Royal Ballet de Londres, la fotografié en el Covent Gardner y, por supuesto, a Paloma Herrera. ¿Cuál se destaca, hoy? ® Por un proyecto que tengo, fotografié -hace dos años- a Svetlana Zajárova que para mí es impecable porque reúne todo: llega desde otro lugar, tiene una técnica asombrosa más un físico privilegiado. Es parecida a lo que fue Sylvie Guillem, que transmiten poniendo distancia. ¿Y alguna pareja como en su momento Fontenla-Neglia? ® Estoy trabajando en un proyecto donde, para cerrarlo, tendría que fotografiar a alguna pareja joven prometedora del Bolshoi, del Kirov y otra de acá. Pero no sé si ese “fuego” se va a dar porque son otros tiempos y se trabaja

diferente; aunque la técnica es cada vez mayor, los físicos son más atléticos. Todo tiene que ver con la formación. Las grandes bailarinas como Eva Evdokimova (compañera preferida de Rudolf Nureyev luego de Margot Fonteyn), con quien me encontraba en Londres e íbamos a los museos, sabía de música, literatura, pintura… hoy eso es muy difícil. Para un artista si sale a bailar Romeo y Julieta, Otelo o Giselle y no se informó muy bien, es más difícil. Hay muchos intuitivos, pero es difícil.

¿Y viajes? ® Me gusta viajar porque he tenido una gran suerte de conocer gente maravillosa y, como no me gusta el invierno, trato de hacer verano-verano. Este año me “agarró” la pandemia acá pero tengo fecha para irme en mayo a Londres, donde siempre hago base porque tengo a uno de mis amigos más queridos -Derek Stancombe- que tiene una casa maravillosa y es como si fuera mi casa. De ahí me muevo, en general voy mucho a Rusia porque tengo otro querido amigo -Andrei Schelkov- y como la vida tiene sus vueltas, los bailarines que fotografié hace cuarenta años ahora están dirigiendo los grandes teatros lo que me permite hacer fotos en el Bolshoi y en el Kirov, para un proyecto puntual que tengo acá. ¿Cómo llegaste a San Telmo? ® A través del Arq. Osvaldo Giesso que era Director del Centro Cultural Recoleta y yo estaba haciendo allí un trabajo fotográfico. Conversando le conté que vivía en un departamento en la calle Paraguay, muy lindo y me dijo “tenés que mudarte a una casa en San Telmo”. En ese momento yo tenía el estudio dentro del Teatro San Martín -donde trabajé nueve años y se crearon cosas maravillosas, fue una época de un ir y venir entre los dos teatros- pero ya tenía ganas de poner uno en mi casa, así que pensé ¿Por qué no? Vi alrededor de cincuenta propiedades hasta que encontré esta, donde podía vivir y tener el estudio. Un amigo arquitecto me dijo: “Comprala porque esa casa frente a un parque -el Lezama-, es única”. Y eso hice, hace ya más de 32 años.

Elena Tasisto & Alfredo Alcon en Hamlet

¿Cómo surgió la película y el libro de Paloma Herrera? ® Hacer una película era una asignatura pendiente. Empecé a dar pasos, en ese sentido, hace años cuando produje y codirigí -con mis amigos Los Gabriel- El Espartaco, con Maximiliano Guerra. Quería hacer un documental con Paloma, lo conversamos, aceptó y me dio la exclusividad. Yo ya estaba en tratativas con el INCAA -a través de María Lens- porque el proyecto lo tenía en mi cabeza, enseguida lo autorizaron y al mes comenzamos a filmar al mismo tiempo que hicimos las fotos para el libro. Trabajamos dos días en mi estudio y después viajamos a Nueva York.

¿Qué lugar del barrio elegís? ® Disfruto mucho mi casa: la terraza, mis plantas, la vista del balcón al parque. Salgo a comer en el Lezama o en el Británico o por los restaurantes de la Av. Caseros; camino por la plaza Dorrego. Soy muy aquerenciado, esta zona me encanta, la siento como si fuera parte de mí. Al irme, Jorge se da vuelta y en voz baja, como en secreto, con una sonrisa, confiesa que su primer gran amor fue… una máquina de fotos “Vitoret” que me regaló mi madre, Sarita”. Isabel Bláser Fotos cedidas por Jorge Fama, de su colección personal .


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EL SOL DE SAN TELMO

A N S E L M O A I E TA

La comedia dell’arte

E

mbrocantes verde magenta, nariz de guerrero griego, manos de arlequĂ­n festivo. Lo llamaban el Brujo del BandoneĂłn. Tocaba entre las colombinas que cruzaban del palco hasta el coche, en las noches del Royal Pigalle. Aieta era un bohemio que jugaba a ser uno mĂĄs en la comedia dell’arte y un mĂşsico de oĂ­do fino que, sin saber escribir mĂşsica, fue autor de mĂĄs de trescientos temas. Sin embargo, le hubiese bastado solo con su “Palomita blancaâ€? para estar en el Olimpo del tango. Su ausencia esta congoja me dio / y a veces su recuerdo es un bien / que pronto se me ahoga en dolor‌ Anselmo Alfredo Aieta naciĂł en San Telmo el 5 de noviembre de 1896. Sus padres, inmigrantes calabreses, lo bautizaron Anselmo por el santo benedictino de Aosta. Fue el penĂşltimo de once hijos. ConociĂł los rigores de la calle, de pibe lustraba zapatos en Plaza Dorrego, fue cadete, mandadero y operario en la fĂĄbrica Piccardo. Su casa parecĂ­a el escenario de cualquier comedieta; por su cocina circulaban vecinos, artistas, transeĂşntes y bohemios trasnochados. A los diez aĂąos le robĂł el bandoneĂłn, del ropero, a su hermano mayor y comenzĂł a entreverarse en los improvisados rejuntes musicales del “riobaâ€?. San Telmo estaba poblado de boliches donde tallaban mĂşsicos y cantores. Antes del aĂąo veinte, Aieta debuta en Botafogo y en La Buseca de Avellaneda, en un trĂ­o con AgustĂ­n Bardi al piano. SeguirĂĄ tocando profesionalmente con Carlos Marcucci, Rafael Tuegols, JosĂŠ Servidio, Luis Bernstein y Roberto Goyeneche. Para salvarse de la colimba, Anselmo tuvo la ocurrencia de arrojarse vinagre en los ojos, lo que lo obligarĂ­a a usar gafas oscuras que lo identificarĂ­an toda su vida.

En 1919 ingresa a la lĂ­nea de bandoneones de la orquesta de Francisco Canaro, donde permanecerĂĄ un par de aĂąos. Cada noche, antes de volver a su casa, Aieta pasaba por un boliche de la calle Cochabamba que frecuentaban Eduardo Arolas y el Tano Genaro EspĂłsito, quienes le transmitirĂĄn los misterios para el embrujo del fueye. En la dĂŠcada del veinte, convocado por Enrique Delfino para tocar en el sainete “Cuan-

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do un pobre se divierteâ€?, en el teatro El Nacional. Al terminar la funciĂłn Aieta, con sus embrocantes verdolaga, se quedaba hasta la madrugada haciendo solos con su fueye en el cafĂŠ lindero. El camandulaje que se juntaba a escucharlo lo hace su Ă­dolo y lo bautiza “El brujo del bandoneĂłnâ€?. Anselmo Aieta estaba en su mayor esplendor. TenĂ­a su propia hinchada, que se congregaba para escucharlo y verlo en El Germinal y en El


EL SOL DE SAN TELMO

El Brujo llegó a dirigir tres orquestas que actuaban simultáneamente en la noche porteña. Aún no había cumplido los treinta años y ya era todo un personaje, el heredero legítimo de Eduardo Arolas que había partido a París para siempre. Anselmo Aieta fue un músico virtuoso que tocaba por las noches con sus gafas oscuras, que parecían máscaras de una vera comedia dell’arte. La Comedia dell’arte nació en Italia en el siglo XVI, es una forma de teatro popular renacentista en la que se mezclaban tradiciones carnavalescas, recursos mímicos y todo tipo de improvisaciones. Según Alfredo De Angelis, no hubo ningún bandoneonista con sus recursos y su don de improvisación. Como compositor, Aieta, tenía una apabullante facilidad para crear motivos, sin perder el hilo de la melodía. Esa habilidad quedó plasmada en su clásico “Pavadita”, que compuso en un café, jugando con el bandoneón. Sin dar importancia al asunto ni a la belleza del tema, respondió indiferente a quienes le sugirieron que lo guardara: “Dejalo. Si es apenas una pavada”. En 1912, con dieciséis años, había desgranado su primera composición, “La Primera sin Tocar”. En sus compases ya se escuchaba el desbordante caudal de su inventiva de elevado vuelo. Componía -indistintamente- en el piano y en el fueye. No sabía escribir música; para esos menesteres estaban sus amigos, entre ellos -el más distinguido- era Charlo, que volcaba en el pentagrama las creaciones del Brujo, que luego repasaban en el piano de la casa de San Telmo, mientras comían una vera pasta italiana. Aieta solía mostrar sus dotes de brujo con el fueye en una “milonga para hombres” que se realizaba en el Orfeón Español de la calle Piedras. Era una comedia humana adonde concurrían oficinistas y obreros, de la naciente industria urbana, para aprender a bailar el tango. En esas veladas apareció una noche Francisco García Jiménez. Aieta estaba convencido de que sus obras no perdurarían porque carecían de la trama cantable. García Jiménez sostenía que las letras debían ser dictadas por las sugestiones de la melodía, ceñidas por la mágica respiración que tiene el buen tango. Iba a nacer una cofradía indeleble para la vida y una dupla trascendente, para la historia del tango. En 1921 Aieta perdió a su madre y manifestó su dolor a su manera, haciendo brujerías en su fueye. De ellas surgió un motivo inspirado en un valseado que había escuchado de algunos guitarreros en los boliches de San Telmo. “De aquel valseado de pegadiza melodía, Anselmo dio forma a una dolida melodía. Llegó hasta mi casa para pedirme que le hiciera los versos. Lo había titulado ¨El huérfano¨, porque así se sentía”, recuerda García Jiménez”.

“Anselmo poseía un talento insuperable para captar las esencias más profundas de esas humildes creaciones”, recuerda Paco. “Además de sus inmensas condiciones musicales, Anselmo sabía utilizar ciertos apoyos insólitos para difundir los temas. Recuerdo que llegó a mi casa y me pidió que le hiciera varias copias a máquina de la letra de “El huérfano” para distribuir entre las chicas del cabaret para que ellas, con el papelito, se la pudieran cantar al oído a los chochamus, bailando”. El hombre que salía de ese cabaret, después de rematar una noche de garufa, guardaría para siempre la letra en su memoria. ¡Querida una vez sola / con todo el corazón! Y ahora me abandonas. / Te alejas de mi lado / Me sumes en la noche / tan fría del dolor… Foto: Graciela Fernández

Guaraní. En 1925, comienza a dirigir la Orquesta Típica Paramount. En 1928, debuta en el Cine Hindú con su primer conjunto, sobre el que el poeta Juan Carlos Lamadrid escribió un octeto al que llamó “Aieta y sus ases”: “Estaban Polito en el piano; Mazzeo, Cacopardo y Juan D´Arienzo en los violines; Aieta, Moresco y Navarro eran los bandoneones; “Pucherito” Adesso en el contrabajo y el chansonnier Amour Naya, un maricón que cantaba un kilo y medio”.

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Una noche en que Aieta, con sus gafas de brujo, tocaba en el Pigalle, un señor muy elegante lo invitó a compartir su mesa: “Soy Carlos Gardel, mi amigo”, le dijo “y tendría interés en cantar ese tango que me ha gustado mucho”. Era “El huérfano”. Gardel lo grabó al otro día, pero en los cabarets, el camandulaje ya había adoptado al huérfano y lo habían grabado Firpo, Juan “Pacho” Maglio y Canaro. Era una pieza popular que juntaba fiesta, belleza y dolor. Un día te cruzaste mujer en mi camino yo andaba por la vía, sombrío y al azar, mi madre se había muerto y el dulce amor divino perdido para siempre nublaba mi destino. En 1923, Aieta y García Jiménez compusieron “Príncipe” para participar del concurso de los cigarrillos Tango, cuyo slogan era “Rey de los bailes y príncipe de los cigarrillos”. Marambio Catán lo estrenó y fue un suceso. Príncipe fui, tuve un hogar y un amor, / llegué a gustar la dulce paz del querer. En 1924, publicaron “La Mentirosa” que Irusta, Fugazot y Demare convirtieron en un éxito en España, desde donde Gardel reclamó la partitura para grabarlo inmediatamente. En 1925 Aieta compuso “La última cita”, que presentaba quebradas melódicas resueltas por García Jiménez con versos de solo dos sílabas que se acoplaban en dos notas bajas que caían sobre el tiempo débil del compás. Pasó / la sombra cruel de una duda / y en el romance de amor / clavó el dolor / su zarpa ruda. Con “Suerte loca” García Jiménez revolucionó todo lo conocido. Se trataba de una obra de fino barroquismo y compleja forma de versificar; un manifiesto de hondo escepticismo, estructurado en base a metáforas referidas al juego de naipes, engarzado en la magnífica pieza musical escrita por Anselmo Aieta: los dos conocían la noche, el juego, la vida y a la suerte que es loca. Años después, plasmarían el mismo enigma en la que sería la última composición de dos artistas de la comedia dell’arte, “Escolazo”. Descartes pensativos / se entreveran por mi frente / fulerías del presente / con primores del ayer. En la década de treinta, la música de Aieta y las letras de García Jiménez iluminaban los farolitos de papel de aquel loco carnaval en

el que los pobres vivían de fiesta arrojando papel picado. “Carnaval”, “La enmascarada”, “Siga el corso”, “Farolito de papel”, “Otra vez Carnaval”, serán clásicos del tango. Creaban un mundo donde el pobre era el poderoso; la mascarita, la reina; el antifaz ocultaba el rostro y descubría los ojos y las guirnaldas eran la luz que iluminaba la eterna comedia dell’arte. En la comedia, los zanni -las máscaras- encarnan los personajes de Arlequín, Colombina, Polichinela o Trufaldino. En su libro “Así nacieron los tangos” (1965), García Jiménez recuerda: “Yo vi una noche improvisarse el último corso céntrico importante que tuvo Buenos Aires. Surgió de lo espontáneo, como todos los festejos gregarios que después se evocan con grata emoción. Tres o cuatro coches de mascaritas femeninas, que iban a los bailes de los teatros, se metieron por la Avenida de Mayo para hacer tiempo, paseando, porque el apogeo de la danza comenzaba recién a medianoche. Tenían abundancia de serpentinas, pomos, confeti… iniciaron la batalla entre ellos y pronto se les sumó el público que en la noche y de inmediato, como al conjuro de una llamada misteriosa surgió el corso alegre, libre, sin barreras. Esa fiesta duraría todas las noches de ese Carnaval”. En 1926, Aieta y García Jiménez presentaron el tango “Siga el Corso”, que tenía como protagonista a una Colombina (palomita, en italiano). “Colombina y otros personajes provenientes de la Commedia dell´Arte son figuras presentes en las letras del tango en la medida en que fueron disfraces frecuentes en los viejos tiempos del carnaval porteño”, señala Oscar del Priore. Las colombinas, en los tangos, son coquetas ligeramente perversas. Esa Colombina / puso en sus ojeras / humo de la hoguera / de su corazón... Carlos Gardel lo grabó ese mismo año y luego lo cantaría, en 1928, en su debut oficial en París. También en 1926, Aieta y García Jiménez presentan “Bajo Belgrano”, un bello poema que relata como nadie el mundo de los studs y la pasión de sus autores por la raza equina. Aieta y su mujer eran burreros perdidos. Se dice que fue amigo de Irineo Leguisamo y que perdió fortunas en el hipódromo. Bajo Belgrano lo cantó Gardel quien, con su altura de grande, modificó la estrofa que lo nombraba: Se hizo la fija del parejero / y están de asado, baile y cantor. En 1928, presentaron “Alma en pena”, en el que se alejaban de la fiesta del carnaval. Cantado por Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Azucena Maizani y Nena Juárez (una ‘diva’ del Teatro

Colón) y orquestado por Firpo, Lomuto y Canaro, “Alma en pena” es un tango de rara perfección, con una altisonante melodía lírica de alta densidad dramática. Un abandonado amante, al pie del balcón de su amada, recoge como una limosna, las promesas de gloria que ahora ella dirige a otro. Él aprendió a odiarla, pero a olvidarla no puede aprender; le pide que le mienta; que su alma está en pena. Poema de delicado equilibrio con el que García Jiménez juega con la máscara y el dolor en su comedia dell´arte y Aieta, como un brujo, lo sigue con las quejas de su bandoneón. Ese año también presentaron “Tus besos fueron míos”. En 1929, “Palomita Blanca”; en 1930, “Viva la Patria” que Gardel cantará en el comité del Partido Conservador de la calle Anchorena y en el bar de los Traverso, donde se relacionaría con los caudillos Juan Ruggiero y Alberto Barceló. Gardel completaba sus diecisiete versiones de Anselmo Aieta. Anselmo Aieta produjo obras notables también junto a otros poetas: Enrique Dizeo, Santiago Adamini, Nolo López, Luis Rubinstein, Reinaldo Yiso y Celedonio Flores, con quien compuso “La Mariposa”, sublimada por la versión instrumental de Pugliese con arreglo de Julián Plaza. Fue un músico decisivo de los años veinte, un pintor de alegrías y tristezas, que cambió los colores por los sonidos. La irrupción de la renovación musical decariana de los años cuarenta, lo instaló en un segundo plano como un tradicionalista, pero su obra ya estaba incorporada definitivamente a la historia del tango. Las grandes orquestas siguieron interpretando sus temas hasta nuestros días; los músicos y poetas de la edad de oro del tango lo respetaban y consideraban. Aníbal Troilo, tal vez en nombre de todos, lo llamaba cariñosamente “papi”. Su casa de San Telmo, era un templo donde acontecía el arte de su tiempo. Gardel lo visitaba seguido, Roberto Fiorentino tenía la costumbre de ponerse el delantal y preparar antológicos tucos en su cocina para una mesa colmada de artistas populares. Un día los Aieta se mudaron de esa casa a un palacete del barrio. “El muchacho de las gafas oscuras que venía de una familia proletaria de San Telmo se compró el último modelo de automóvil que lo esperaba en la puerta de los cafés, de los cabarets, de los bailes donde trabajaba. Alquiló una casa enorme en la esquina de Brasil y Piedras, con ocho salas que daban a las dos calles. Tomó un cocinero profesional, para que su mesa fuera una fiesta gastronómica”, contaba García Jiménez. “Con el auto, a la madrugada, levantaba a alguno que otro amigo en la mala. Lo llevaba a su casa, donde sobraban piezas y les daba un almuerzo mejor que el del Plaza Hotel”. Anselmo Aieta andaba por la vida jugando con su máscara de brujo entre las colombinas, la mariposa, las mascaritas y la palomita blanca de su comedia dell’arte. Yo sé bien cómo se vuelve de la última parada, con un gris de madrugada y un dolor de soledad. Texto e ilustración Horacio -Indio- Cacciabue


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SE EXTIENDEN LAS CONVOCATORIAS DEL LABORATORIO FEDERAL 2021 Con residencias culturales para artistas emergentes y de mediana carrera de todo el país

E

l Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires anuncia las convocatorias del programa “Laboratorio Federal 2021”, organizado por @MuseosBA, que busca reunir, a través de residencias culturales, a artistas emergentes y de mediana carrera de todo el país. Los formularios de inscripción estarán disponibles, hasta las 18 horas del 12 de febrero de 2021, en los siguientes link: Laboratorio Federal Museo de la Ciudad 2021 y Laboratorio Federal Museo Sívori 2021. Los postulantes podrán elegir entre dos convocatorias: -La del Laboratorio Federal Museo de la Ciudad 2021 buscará reunir a creadores de todo el país, invitándolos a habitar espacios artísticos dentro del Museo para generar un intercambio colaborativo y federal. La misma está dirigida a artistas cuya trayectoria esté asociada a la fotografía y el videoarte, la cual finalizará con una exposición que dialogará con la colección del Museo de la Ciudad. Se seleccionarán diez artistas de diferentes puntos del país quienes estarán bajo la tutela de los artistas Vivian Galban y Estanislao Florido. -La del Laboratorio Federal Museo Sívori 2021 está dirigida a artistas cuya trayectoria se encuentre asociada a las Artes visuales y a la Escritura creativa, que finalizará con una exposición en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori. Para esta residencia, se seleccionarán diez artistas de diferentes puntos del país quienes estarán bajo la tutela de la artista Marcela Sinclair y la editora Julia Ariza. El jurado estará integrado por los tutores de cada residencia (la artista Marcela Sinclair y la editora Julia Ariza para la residencia de artes visuales y escritura creativa, y los artistas Vivian Galban y Estanislao Florido para la residencia de fotografía y videoarte), Martina Magaldi (Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico) y las directoras de los Museos involucrados (Teresa Riccardi del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori y Dolores Jaureguialzo del Museo de la Ciudad). La residencia tendrá dos etapas: una virtual y una presencial. La residencia virtual será entre marzo y mayo del 2021 y consistirá en 12 (doce) encuentros que involucrarán a los tutores, directoras y curadores de los Museos y docentes. Habrá clases compartidas entre ambas residencias a cargo de Mindy Lahitte y Guillermina Mongan, y clases específicas de las disciplinas abordadas a cargo de Claudia del Río, Gian Paolo Minelli, Eugenia Calvo, Cynthia Edul y la Editorial Iván Rosado.

Museo de la Ciudad - Defensa y Alsina, CABA.

La residencia presencial se llevará a cabo entre junio y agosto del 2021. Los artistas contarán con un espacio de taller dentro de la Torre Monumental. Cada uno deberá trabajar en obras inéditas que vinculen las temáticas abordadas en las con-

vocatorias por cada Museo con su acervo. Además disfrutarán de una agenda de actividades públicas, que contemplará acciones de relacionamiento, visitas a espacios culturales, talleres y charlas abiertas a la comunidad.

Retirar El Sol en: Feria de Antigüedades Plaza Dorrego Panadería Cosas Ricas Perú 1081/85 Restaurant Manolo Bolívar 1299 Librería Fedro Carlos Calvo 578 Ferretería San Juan Av. San Juan 574 Inmobiliaria Giesso Cochabamba 524 Di Mitrio Carlos Calvo 691 Mercado de San Telmo Puesto 54 y otros La Simbólica Carlos Calvo 708 Bar La Poesía Chile 502 Bar El Federal Carlos Calvo 599 Bar Hipopótamo Brasil y Defensa Pamela Biazzi Piedras 1055 Panadería y Confitería Europa Carlos Calvo 678 Club San Telmo Cochabamba 657 Peluquería Lito Cochabamba y Chacabuco Panadería Perú Perú 1217 Bicicletería Mila Av. Caseros 402 Defensoría del Pueblo Defensa esq. Cochabamba Emaus Cochabamba 466 Confitería Ronzino Perú 640 Caburé México 620 Granja Mharley Estados Unidos 654 Farmacia Indiana Chacabuco 1301 Panadería La Bohemia Brasil 419 Pulpería Quilapán Defensa 1344 Estación de servicio Chacabuco esq. Chile MAMBA San Juan 300 Museo Histórico Nacional Defensa 1600 Instituto Integral del Sud Defensa 1318 Escuela Nro. 4 Valentín Gómez Independencia 758 Escuela Guillermo Rawson Humberto Primo 343 Kioscos de Diarios: Carlos Calvo y Perú Piedras y Carlos Calvo Piedras y Chile Perú y México Defensa y Brasil Independencia y Piedras Carlos Calvo y Defensa Garay y Bolívar Independencia y Chacabuco Carlos Calvo y Chacabuco Brasil y Perú San Juan y Tacuarí San Juan y Bolívar San Juan y Piedras Caseros al 400


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Reseña histórica del barrio y de una de sus escuelas

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través del “Monitor de la Educación Común, órgano del Consejo Nacional de Educación”, que figura en el archivo de la Biblioteca Nacional de Maestros (http://www.bnm.me.gov. ar/giga1/monitor/monitor/751.pdf), pudimos acceder a la historia de San Telmo y de una de las escuelas públicas emblemática del barrio. En el solar que ocupa la Escuela Guillermo Rawson -Humberto I° 343, CABA- tuvieron su convento los monjes Betlemitas. Disuelta su congregación, el convento que construyeron y habitaron pasó al Estado. Como estaba situado en vecindad con el Hospital de Hombres, el Dr. Juan Antonio Fernández -Presidente de la Facultad de Medicina de ese entonces- hizo las gestiones para obtenerlo y establecer allí la Escuela de Medicina. Se demolió el antiguo convento y la nueva estructura fue habilitada en buena parte en septiembre de 1858, uniendo las comodidades del nuevo lugar con un amplio campo de estudio y experimentación para sus médicos con la cercanía del Hospital de Hombres. Esto se profundizó cuando en 1871 se desarrolló la violenta peste de fiebre amarilla, que asoló a la población porteña.

En las aulas de la Escuela, el Dr. Manuel Argerich -víctima de la fiebre- fue catedrático y el Dr. Guillermo Rawson -fundador de la Cruz Roja Argentina, en 1880- inauguró la catedra de Higiene Pública del país. A los pocos años, la Facultad de Medicina se trasladó a la calle Córdoba y el viejo convento de los monjes Betlemitas fue adquirido -en 1886- por el Consejo Nacional de Educación, teniendo en cuenta que el predio podía ser habilitado para que funcione una escuela. La fundación de la Escuela “Guillermo Rawson” N°1 del Consejo Escolar 4to. sita en la calle Comercio N°61 hoy Humberto I° N°363-, data del 5 de febrero de 1887 -fecha en que se dispuso la refundición de las escuelas de varones ubicadas en la calle Defensa Nros: 463, 637 y 730-, siendo su director Juan Cubillas. EI edificio constaba de planta baja y primer piso. Daba acceso al local una escalinata dividida en dos parates por una fuente de hierro, donación de la Facultad de Medicina de la ciudad de Montevideo a la vieja Facultad porteña. Una puerta de hierro cerraba el acceso a dicha escalinata. Esta puerta desapareció, para facilitar la circulación de los alumnos. La

puerta del zaguán principal, que era de madera, fue reemplazada por una enrejada de hierro que antes hacía las veces de cancel. Los muros situados a ambos lados del zaguán no sufrieron cambios sustanciales, salvo el reemplazo de los dos pares de columnas sencillas, por dos pilares de estilo español. El escudo data de 1915, época en que la escuela tomó el número de orden que hoy conserva. Entrando al viejo establecimiento, se hallaba un hall al que daban la Secretaria y Dirección, un baño para el personal, cuatro salones de clases ocupados por los grados primeros superiores y segundos, una puerta de acceso al patio, una escalera de madera que conducía a la planta alta. Transponiendo el patio, se llegaba al salón de música. A ambos lados, dos aulas destinadas a primer grado inferior. Detrás los servicios para los alumnos, dos patiecitos y la habitación para el portero. El acceso a las aulas situadas sobre las de primero inferior, se efectuaba mediante dos escaleras de madera, ubicadas en el interior del salón de música también usado como aula de trabajo manual. En la planta alta del cuerpo anterior había un gran salón de actos donde

también funcionó una biblioteca pública. Allí había dos aulas, una galería y la casa-habitación del Director. En lo alto del frente se veía un escudo nacional construido en cemento que sostenía el asta-bandera y, sobre la arcada de la puerta central que daba al balcón de hierro, una fecha en números relieve: 1886 (año de la adquisición del lugar por el Consejo Nacional de Educación). Es indudable que el viejo edificio se destacaba en la cuadra, como el de mejor arquitectura. El resto de la misma, estaba ocupado por casas bajas de aspecto netamente colonial. En el lugar que hoy ocupa la Plaza Dorrego, se levantaba el viejo mercado de San Telmo, con una gran puerta en la esquina, por donde entraban los rieles del tranvía destinados a permitir el tránsito de una zorra tirada por caballos, que sacaba periódicamente los residuos que se acumulaban en el interior. El predio del Asilo de Corrección de Mujeres, ya era prisión y su entrada estaba sobre la calle San Juan, conociéndose como ‘’penitenciaria’’. En 1892, con motivo de la creaci6n del Patronato de la Infancia, fue demolido el viejo hospital. Pasando Balcarce y sobre la esquina de Hum-


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berto I° se hallaba “la quinta de los Ingleses” y más abajo sobre el borde de la barranca que terminaba a pico, se estableció -en 1897-, la estaci6n eléctrica de la empresa tranways “La Capital”.

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La cuadra de Humberto I° al 300, lo mismo que las adyacencias del mercado, estaban empedradas con piedra bruta, no así el resto de las calles del barrio, que tardaron en recibir este tipo de pavimentación. Después vino el adoquín de piedra y la línea de tranvías y el afirmado de madera. Entre las familias más antiguas de la esquina de Humberto I° y Balcarce, figuran: Canale, Rico, Danielo, Raggio; Valenti. Los Pezzi, fueron propietarios de uno de los edificios más típicamente coloniales que existieron en el barrio, ubicado en la esquina de Paseo Colón y Carlos Calvo, que luego fue demolido. Los Forchieri, en Defensa y San Juan y no debemos olvidar a los Martínez de Hoz que vivieron en Bolívar entre San Juan y Comercio; las familias de Ezeiza, Belloc y Durañona en Defensa a la misma altura. También las de Nini, Desimone, Boeri y Capurro. Los niños de todos estos hogares, asistieron a la Escuela Rawson en distintas épocas. Como acto importante de la conmemoración del Centenario de la Revolución, el Consejo Nacional de Educación bautizó a numerosas escuelas públicas con nombres de ciudadanos ilustres, de allí el de “Guillermo Rawson”. El acto del bautizo se celebró a mediados de mayo de 1910. En el verano de 1933 la escuela necesitó algunas refacciones. La obra consistió en un cam-

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bio total de las ventanas. Se hizo una pintura general, las oficinas fueron empapeladas, se mejoró el servicio de agua de bebida para los niños, pero el arquitecto Gelly Cantilo no permitió, con inteligente acierto, que fuera tocado el frente pues la pátina del tiempo es, indudablemente, un motivo más de belleza en los edificios de arquitectura colonial.

1. Actual fachada, enmarcada por dos magnolias centenarias. 2. Entrada de la vieja Escuela Rawson. 3. Página original de El Monitor (1935). 4. Interior del edificio antiguo.

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*Agradecemos al Dr. José Sellés-Martínez, del Dpto. de Ciencias Geológicas / Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA, por la documentación.

MI PARQUE LEZAMA La calle empedrada Que llevaba al parque Donde tantos niños Juegos inocentes Entonces jugaban A la mancha y pido A las escondidas A las estatuillas Y hasta el rango y mida.

Las magnolias blancas Con melancolía Junto con la brisa Al caer la tarde Su perfume suave Todo lo envolvía.

La calesita girando y girando Con un pobre caballo cansado, Con cinco centavos Se daba una vuelta Sacar la sortija Era una proeza.

El añoso ombú Era fiel testigo De aquellas promesas De besos furtivos Y palabras tiernas.

Foto: Hugo Lavorano

Y la calle larga Con sus macetones Cubiertos de flores Llamada calle de suspiros Donde las parejas Vivían sus primeros Y tiernos romances, Donde se juraban Amarse por siempre.

El parque, mi parque Allí está como siempre Como entonces, el tiempo pasó Pero él está más joven Remozado y hermoso, El tiempo se detuvo en él. Hoy recorro sus calles Con mi andar más lento Y busco entre sus árboles Las iniciales de los dos Dentro de un corazón Que un día grabamos Pero no lo encuentro, Quizás, porque el paso del tiempo Promesas y amores Todo lo borró Y se lo llevó el viento. Elina Leal (*) *Elina Leal (fall.), alias “Rosita”, vivió en Garay y Paseo Colón. Agradecemos a su hijo, Rubén Montero, por hacernos llegar su poesía.

LUCES Y SOMBRAS Cuando descubres un reflejo de ternura en lo cotidiano. Cuando te das cuenta que a cada paso, algo te desafía. Cuando reconoces delirios de bondad y de belleza en las pequeñas cosas. Cuando casi sin pensarlo, estás de fiesta. Cuando al despertar reconoces tu cuerpo lleno de energía. Cuando anocheciendo, acuñas otro día pleno. Las luces y las sombras de tu vida, se hacen cuento de brillo y de alegría, que sin dudarlo, se expone claro y fuerte, como se canta un himno, como se recita una poesía. Así de suave, dulce y placenteramente, abrazo las horas. Las quiero mías. Las enhebro en un collar de años a modo de perlas valiosas que también cultivo en un mar profundo, transparente y bravío. Alzo los brazos en aro de baile, tan clásico como la historia que podré contar, cuando las sombras, tal vez, quizás, algún día, sean papel y las luces el lápiz con el que la escriba. María Silvia Machicote


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FE DE ERRATAS: Por un error involuntario, en la contratapa de la ediciรณn de enero 2021 se publicรณ el nombre de la ilustradora FIJAL como Violeja, cuando debiรณ decir VIOLETA.

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La ineficiencia y el daño de las mutilaciones

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ace tiempo venimos observando, en la ciudad en general y en el Casco Histórico en particular, las constantes mutilaciones que generan las podas masivas realizadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Hemos analizado, en conjunto con “Basta de Mutilar Nuestros Árboles”, las podas realizadas en el entorno del Colegio Otto Krause. De este análisis tomamos como referencia el árbol que se encuentra sobre Av. Paseo Colón y México (al lado del semáforo de cruce peatonal). Realizamos una secuencia temporal del período 2013-2021 y cómo respondió el árbol a la mutilación del año 2019. Observamos que luego de ella el árbol generó crecimientos exagerados, donde debió gastar demasiada energía para compensar la pérdida de follaje,

con lo cual termina debilitándose y de esta manera es propenso a enfermarse. Como se puede ver en la parte baja del follaje, en 2013 NO TAPABA EL SEMÁFORO y luego -al crecer descontroladamente producto de la mutilación- generó una frondosidad debajo de la anterior que casi TAPA COMPLETAMENTE EL SEMÁFORO. Con lo cual hay que PODARLO UNA VEZ MÁS, PRODUCIÉNDOSE UN CIRCULO VICIOSO QUE PERJUDICA SU SALUD. Las podas que se realizan ¡NO SON PODAS, SON MUTILACIONES! No respetan la Ley N°3263 sancionada en 2009, que establece las normas para el cuidado del arbolado público urbano. v Por ejemplo: Debe haber una causa específica para la intervención por cada árbol y no -como se realiza- por “corre-

dores”, donde podan -casi siempre sin necesidad- TODOS los árboles de una calle. Son mutilaciones, porque afectan severamente la fisiología del árbol limitando sus funciones vitales y, con los sucesivos maltratos, terminan matándolo. v La poda correcta establece no remover más del 25% del volumen de la copa en época invernal y 10% en poda estival (se recomienda consultar: K. Nilsson, A. Shigo, D. Lonsdale y la lectura: “Áreas verdes urbanas en Latinoamérica y el Caribe” -1998-). La poda correcta consiste en eliminar las ramas secas, mal orientadas y muertas. v Los cortes deben ser en ramas de HASTA 10 cm de diámetro. Los cortes en ramas más grandes, con el tiempo, causan pudrición ya que el árbol es incapaz de cicatrizar rápidamente la herida y en ese lapso se producen infecciones por ingreso de organismos patógenos.

Además, las mutilaciones causan que el árbol no pueda hacer -adecuadamente- su proceso de fotosíntesis ya que al perder su follaje no puede filtrar el aire, absorbiendo partículas contaminantes; reducir la temperatura ambiente en verano; retener agua de lluvia; almacenar CO2. Al destruir semejante cantidad de frondosidad, no puede amortiguar el efecto de vientos fuertes en los temporales y aumenta el stress de rotura sobre el tronco ya que este absorbe toda la fuerza de la corriente (efecto mass damping). ¡ESTAMOS EN UNA CRISIS AMBIENTAL MUNDIAL Y EL ARBOLADO URBANO CUMPLE UN ROL ESENCIAL! Es una herramienta no estructural para mitigar las consecuencias del cambio climático ¡NO LOS MATEN! Casco Histórico Protege

Restauración patrimonial L

uego de mucho tiempo de trabajo, se han quitado los andamios mostrando la renovada fachada del edificio de la calle Perú al 600. Allí está la plazoleta que homenajeaba a Rodolfo Walsh (1927-1977, periodista y escritor considerado el creador de la novela no-ficción en nuestro país), autor -entre otras obras- de “Operación Masacre” y la histórica “Carta Abierta” a la Junta Militar.

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Foto: Imaretta Hermosilla

Esperamos que se respete la historia no solo del edificio reciclado, sino del lugar.

Plazoleta Rodolfo Walsh antes (arriba) y después (abajo).


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Postales de San Telmo

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Perú al 1000 Foto Mónica Seoane


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