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Ilusión y alegría como hecho político
La Mayor A De Las
PERSONAS SUEÑA CON VIVIR CÓMODAMENTE, PERO ESE SUEÑO ESTÁ METIDO EN LA CAJA DEL CONSUMISMO.
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Hay que buscar nuevos horizontes que puedan darnos satisfacciones personales y colectivas. Como sociedad, particularmente la guatemalteca, tenemos una cultura de sobrevivencia y chiste. Nos reímos de todo y toda situación, por dramática que sea, despierta el humor; nos gusta el contacto físico, estar en grupo es algo generalmente alegre y motivador para sacarnos la risa; tenemos gran disposición al trabajo, la mayoría de la gente se levanta de madrugada, trabaja duro y se esfuerza mucho para lograr sobrevivir.
Pero al observar diferentes hechos en días recientes, entre ellos, la creatividad silenciosa de la gente en la elaboración de alfombras en donde pudimos ver denuncias silenciosas que develan los atropellos cometidos por autoridades estatales; la difusión reiterada de noticias sobre la complicidad de empresarios y funcionarios corruptos; las reacciones de odio contra quienes opinan diferente en las redes sociales; sobresalen los enfoques cuyo objetivo reiterado es matar el espíritu, el gozo, la ilusión y la capacidad de soñar.
En general prevalece la indolencia y la comodidad de coexistir en medio de relaciones violentas, como que estamos más en nuestra salsa cuando vivimos en conflicto o en tensión, aunque sea por situaciones irrelevantes. De tal manera, que se ignora recurrir al diálogo franco, de tener en cuenta la importancia de la empatía o de impulsar procesos de sanación personal.
La mayoría de las personas sueña con vivir cómodamente, pero ese sueño está metido en la caja del consumismo. La ilusión se ve marcada por la búsqueda de la pareja perfecta, de la casa perfecta, de las y los hijos perfectos, del trabajo perfecto; a pesar de que sabemos que esa perfección no existe.
Ilusionarnos y soñar puede ser liberador. Hacer el esfuerzo por tener nuevos horizontes de inspiración, como salir a la calle libremente, tomar agua potable de los chorros, que los ríos sean libres y limpios, que existan espacios de tiempo y físicos para el descanso y el ocio, que las artes sean parte de la vida, pueden ser elementos de esas búsquedas que marquen nuestro vivir.
Mar A Jos Lara
Dudas
COMO ESCRIBIENDO CARTAS AL SILENCIO PREGUNTANDO (…)
Juan Gelman, Comentario LXIII (Van Gogh)
En ciertos días livianos, soy alguien sin esperas. De pronto, un nudo navega el aire y busca su territorio en mis neuronas. Se acerca, zigzaguea, se hunde, no termina de llegar, porque muta, crece, se deforma. Retengo en mí su fisión nuclear y observo con la parte de atrás de los ojos la extraña génesis de sus tentáculos. Me llena, me vacía, me rompe.
Así se instala la duda, esa maraña que asfixia, esa vocal muda.
Camino con una atadura, constituida por la concatenación de preguntas que he relegado al silencio. El eco sordo de las dudas que decidí ocultar arremete contra mi pecho a diario. Dejo que hagan mella en mi cuerpo y en esa extensión intangible de mi piel. Si entierro mis preguntas, ¿florecerá de mí una nueva forma de olvido?
Huidas y respuestas
Cada relación que establecemos con la otredad llega acompañada de inquietudes que enunciamos o callamos. Yo nunca supe cómo pronunciarlas, esas interrogantes que brotan del nacimiento, la expiración o la transformación de los vínculos. Las dudas se han agolpado en mi garganta y han trepado por mi lengua, solo para ser devueltas a su mutismo primigenio.
Con el tiempo, me acostumbré al peso de la falta de respuestas. Me he acomodado en el vacío que construí con esas cartas al silencio que nombra Gelman. Ahora, cuestiono si mi elección por no interpelar nace para huir de una respuesta dolorosa o si, en cambio, surge del temor –o del cuestionable consuelo– de encontrarme con una persona tan inmersa en la confusión como yo. ¿Me preguntas eso a mí? Pues yo tampoco lo sé.
Quizás no haya un sitio exacto para las dudas tardías. Quizás puedo permitirme aquí, en el claro de la hoja que espera a la palabra, una leve fuga para soltar a esas aves-nudo que jamás echaron vuelo. ***
¿Lograste ubicar aquella angustia de la que me hablabas?
¿Aún lloras ante la destrucción inevitable de las horas?
¿Habrías elegido una vida lejos de este hogar?
¿En dónde sostienes tu esperanza?
¿Te sientes todavía incapaz de amar?
¿Qué viste en mí que te hizo voltear la mirada?
¿Sientes odio por quien has sido?
¿Sientes compasión por tus muertes?
¿Qué te hace temblar por las noches?
¿A dónde huyes cuando llega el día?
¿Hallabas tristeza en mis ojos?
¿Encontrabas refugio en el secreto?
¿Por qué nos confinaste a la brevedad?
¿Reías más cuando eras niña?
¿Recuerdas la última vez que viste a tu padre a los ojos?
¿Has deseado olvidarme?
¿Has querido ser otro?
¿Has querido ser otra?
¿Esta distancia durará para siempre?
¿Este silencio durará para siempre?