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Jose Rubén Zamora

No al poder

La narcocleptodictadura predominante se quitó su ligero disfraz democrático y mostró su retrato desnudo: una narcocleptodictadura fascista, tiránica y explícita. Por medio de sus fiscales y jueces subordinados, peleles y acomodaticios, dirigidos y coordinados por el mezquino ogro de Gerona, emprendió la implacable cacería contra la Prensa independiente del país con todo el poder de coerción del Estado.

Más adelante aniquilarán y quitarán del camino a los demócratas de la derecha e izquierda: no dejarán santo parado. Arrollarán a quien no se sume a los aplausos, alabanzas y prédicas de su evangelio de intolerancia, inquisición y contra reforma, paradójicamente de una reforma que jamás ha tenido lugar. A quien no siga ni coincida con el discurso uniforme y ortodoxo del pestilente régimen autocrático multipartidista. El sistema político de Guatemala carece de controles, balances y contrapesos institucionales. Esta ausencia de mecanismos de control de contrapeso eficaz, ha exacerbado los excesos del poder, la corrupción y las mafias criminales. El Ministerio Público y la Contraloría de Cuentas son unas onerosas marionetas de la narcocleptodictadura.

Ha sido la Prensa y los periodistas independientes, con su trabajo crítico y su constante fiscalización, el único modesto freno “moral” a los abusos y excesos de poder. A la luz de esta dramática realidad, resulta evidente la importancia capital de que la prensa y los periodistas independientes no transijan jamás y mantengan sus convicciones y compromiso con un periodismo agresivo, de pequeño contrapoder “moral”, del poder establecido. Quisiera compartir mi convicción que nuestro verdadero desafío es vencer nuestros propios miedos y nuestra natural e inevitable cobardía, que representan los únicos obstáculos para desafiar y hacer frente a nuestro pervertido, perverso y siniestro “status Quo” prevaleciente. Es preferible morir de pie, aún aislado e incomunicado, que vivir arrodillado, avergonzado y pisoteado. El único enemigo que debemos vencer es a nosotros mismos. Si nos vencemos a nosotros mismos, a nuestros miedos, nadie puede vencernos. Por último, hago propia una convicción de Octavio Paz: La Libertad no es un concepto ni una creencia. La libertad no se define: se ejerce. Es una apuesta. La prueba de la libertad no es filosófica, sino existencial: Hay libertad cada vez que hay un hombre libre, cada vez que un hombre en contra de la corriente, en un contexto de soledad y marginalidad añado yo, se atreve a decir NO al poder. No nacemos libres: la libertad es una conquista y más que una conquista una invención y se ejerce al expresar lacónicamente no quiero al poder establecido.

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