ENTREVISTA
EL DIOS DEL AMOR EN LA RED
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DE
8 de abril de 2012
AÑO 17
No. 874
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LA
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PÓRTICO Por Jaime Septién
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Contagiosa
L FOTO: AFP
En México se acaba de aprobar la reforma a los artículos 24 y 40 de la constitución. Con ello se explicita el estado laico y, al mismo tiempo, se garantiza una auténtica libertad religiosa. Esto es un paso más en un largo camino que atraviesa varias épocas de la historia del país. Aún la meta no se concluye pues falta
la aprobación por la mayoría de los congresos estatales. Esperemos que nuestra clase política se dé esta oportunidad y con ello coloque a México como una nación del siglo XXI. En la foto vemos un detalle de una manifestación por la libertad religiosa realizada en Washington (Estados Unidos).
OPINIÓN
TEMA DE LA SEMANA RESURRECCIÓN: EL MAYOR ACONTECIMIENTO DE LA HISTORIA Con la Pascua, Cristo ha extirpado la raíz del mal, pero necesita hombres y mujeres que lo ayuden siempre y en todo lugar a afianzar su victoria con sus mismas armas. PÁGINAS 4-6
BENEDICTO XVI. ESCUCHAR AL CANTANTE SENADO APRUEBA EL ARTÍCULO 24
El 28 de marzo se aprobó por la Cámara de Senadores la reforma de dos artículos de la Constitución Mexicana, los cuales tienen que ver con el estado laico y la reforma religiosa. PÁGINA 14
JORGE TRASLOSHEROS PÁGINA 14
NOTAS BREVES SOBRE LA VISITA PAPAL MONSEÑOR MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN PÁGINA 13
OLA DE ASALTOS EN IGLESIAS En 3 días, del 26 al 28 de marzo, se registraron cuatro robos a iglesias católicas de México. En ningún caso se ha logrado recuperar los bienes. PÁGINA 14
a ley no hace al hombre bueno. No lo hace vivir en un paraíso, aunque le evita vivir en el infierno. La reforma al artículo 24 constitucional –aprobada ya por el Senado— cumple los mínimos requeridos para establecer las bases de la libertad religiosa, pero los mínimos ni garantizan la libertad ni le dan el peso que requiere la propia religión. El nuevo texto del Artículo 24, tras su reforma, señala: «Toda persona tiene derecho a convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar en su caso la de su agrado...». A mi juicio, un sancocho que confunde ética, conciencia y religiosidad con deseo, gusto o agrado. Restringe la religión a la participación en ceremonias, actos de culto y devociones. Y, tangencialmente, la vuelve a meter en la sacristía pues le confiere un carácter de peligrosidad a los excesos de piedad vistos por la gente. Son contagiosos, como el virus de la influenza. Necesitamos algo diferente: que la ciudadanía reconozca que la religión es un aporte válido para construir el bien común de la nación. Que la religión es fuente de paz, de concordia, de respeto por el otro y por la naturaleza. Por lo menos lo es en toda la gama de expresiones cristianas. Hasta ahora –y es el espíritu de la reforma al 24 constitucional— la religión es sinónimo de atraso, de violencia, de esquilmar al pueblo, mantenerlo boca abajo. Pero, ¿cómo hacer que la ciudadanía reconozca –y nos reconozcamos como difusores de— la religión como un aporte válido al bien común? Usando los medios de comunicación. ¿Repitiendo «Señor, Señor»? Por supuesto que no: ya se ha mostrado hasta el cansancio que la religión es rechazada por los medios. Los estereotipos del cura, del santurrón, de la monja, de la beata, son del todo conocidos como para pensar que ellos van a transmitir el bien que provoca la religión (y el Evangelio). Se trata de algo radicalmente opuesto: integrar en el contenido mismo de los medios el hecho de que la religión es un aporte válido al bien común. Y que la libertad religiosa es –como lo expresó el Papa Benedicto XVI— uno de los caminos (quizá el más importante) para lograr la paz.
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