794 El Observador de la Actualidad

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El Observador

26 de septiembre de 2010 AÑO 16 No. 794 $10.00 Fundado en 1995

DE LA ACTUALIDAD

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Benedicto XVI en Inglaterra sigue hablando a los sencillos

¾ PÓRTICO

PASTOR

DE HOMBRES

POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com

FOTO AFP / MATT CARDY / POOL

El sábado 18 de septiembre, en el tercer día del viaje apostólico del Papa Benedicto XVI al Reino Unido, miles de jóvenes de toda Gran Bretaña siguieron, a través de pantallas gigantes, la Misa celebrada por el Papa en la catedral católica de Westminster. Al término de la celebración, Benedicto XVI salió al atrio para desde allí saludarles y dirigirles un breve discurso. Recordando el lema de este viaje, «El cora-

zón habla al corazón», el Papa pidió a los jóvenes que «miren en el interior de su propio corazón», que piensen «en todo el amor que su corazón es capaz de recibir, y en todo el amor que es capaz de ofrecer». El amor, explicó el Papa, «es el fruto de una decisión diaria. Cada día hemos de optar por amar, y esto requiere ayuda». Por ello, exhortó a los jóvenes a «dedicar tiempo a Jesús en la oración».

JORGE E. TRASLOSHEROS

Reflexiones en el Bicentenario Hay que recuperar la memoria histórica de nuestra patria, para comprender que la batalla por la cultura de la vida viene de mucho tiempo atrás y que será tan larga como la historia de la humanidad. P. 8

Periodismo Católico

A los ingleses, el Papa Benedicto XVI los ha dejado estupefactos. No sabían quién era, ni cómo era. Lo que funciona en todas partes funcionó en el Reino Unido: la descalificación por adelantado, que es uno de los métodos más tontos de la historia. Porque no entiende nada. Porque no quiere entender nada. A Joseph Ratzinger de lo que no lo absuelven sus críticos es del hecho de haber sido elegido Papa. Como ellos son oscuros, creen que el Papa es un funcionario que defiende intereses oscuros. Y que por eso lo elige el colegio cardenalicio, sin tener en cuenta –ni en el horizonte más lejano—la acción del Espíritu Santo. Eso enfurece a la prensa. Que hace esperar a un «pastor alemán» y resulta que se trata de uno de los hombres más bondadosos, más dulces y más sabios que han pisado la tierra. Le cuelgan quién sabe cuántos sambenitos y les sale con aquello del amor, el perdón y la esperanza en Cristo, como única esperanza que llena el corazón humano. Definitivamente, el Papa Benedicto XVI trae «en salsa» a los medios. Y a los idiotas que los secundan en su tarea de empujar al público hacia no tener más fe que en el dinero, el placer y la venganza. A Benedicto XVI lo que «no le perdonan» es que le hable a los sencillos y no a los poderosos. Estos últimos, de verdad, le tienen sin cuidado. Su palabra es entendida por los jóvenes, por los viejos, por los niños. Decían que iba a vaciar las plazas; que iba a provocar una estampida hacia las denominaciones religiosas más «alegres», más bullangueras. Y nada. Por la simple obviedad de que el hombre fragmentado, mutilado, traído y llevado de aquí allá por la publicidad y el consumo, necesita verdades duras, palabras decisivas, una doctrina que le haga respirar por encima del fango, mirando al cielo, a su verdadera patria. Y eso lo da el Papa. Sea en Hyde Park, sea en Aparecida; sea en San Pedro o en el estadio de los Yanquis de Nueva York; sea en Caritas in veritate o en el Angelus dominical. Lo da porque lo tiene. Lo tiene porque ora y trabaja. Qué ejemplo para todos nosotros. Menos para quienes no le perdonan el ser un ejemplo porque empaña su «libertad». Con el Papa, el hombre deja de ser una «pasión inútil» para convertirse en lo que es: un acto de amor loco de Dios.


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