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14 de19septiembre de febrerode de2014 2017// AÑO 20, 22, No. 1001 1128

«En la tentación no se dialoga con el demonio, se reza» La homilía del Papa Francisco en Casa Santa Marta POR RADIO VATICANO

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n la debilidad de las tentaciones, que todos tenemos, la gracia de Jesús nos ayuda a no escondernos del Señor sino a pedir perdón para levantarnos y seguir adelante.

Así lo ha afirmado el Papa en la Misa de esta mañana celebrada en la Casa Santa Marta, reflexionando sobre el pasaje en el que el diablo tienta tanto a Adán como a Eva y después a Jesús. Pero, recuerda el Pontífice, con Satanás no se dialoga, porque se termina en el pecado y en la corrupción. El diablo nos engaña con el diálogo Las tentaciones nos llevan a escondernos del Señor, permaneciendo con nuestra culpa, con nuestro pecado, con nuestra corrupción. Partiendo de la Primera Lectura, tomada del Libro del Génesis, el Papa Francisco se detiene después en la de Jesús en el desierto. Es el diablo, explica, el que «se hace ver con forma de serpiente», es «atrayente» y con su astucia trata de engañar. Es especialista en esto, es el padre de la mentira, es un mentiroso. Sabe cómo engañar, como decepcionar a la gente. «Lo hace con Eva, le hace sentir bien y así comienza con un diálogo y, poco a poco, Satanás la lleva donde quiere. Con Jesús es distinto, pero el diablo ‘termina mal’», recuerda Francisco. «Trata de dialogar con Cristo», porque cuando el diablo engaña a una persona lo hace a través de la conversa-

ción». Intenta engañarlo, pero Jesús no cede. Por tanto, el diablo se revela por lo que es, pero Jesús da una respuesta «que no es suya», es la de la Palabra de Dios, porque «con el diablo no se puede dialogar», se termina como Adán y Eva: «desnudos».

«El diablo es un mal pagador, ¡no paga bien! ¡Es un embaucador! Te promete todo y te deja desnudo. También Jesús termina desnudo sobre la cruz, pero por obediencia al Padre, es otro camino. La serpiente, el demonio, es astuto: no se puede dialogar con el diablo.

Todos nosotros sabemos lo que son las tentaciones, porque todos las tenemos. Muchas tentaciones de vanidad, de soberbia, de avaricia, de codicia… Muchas».

«tontos», reflexiona el Papa; por tanto, a tener los ojos «abiertos» y a pedir ayuda al Señor «porque solos no podemos». Adán y Eva se «esconden» del Señor. En vez de eso es necesario pedir la gracia de Jesús «para volver y pedir perdón».

La corrupción comienza por poco Hoy, añade el Papa, se habla mucho de corrupción. También por esto se debe pedir ayuda al Señor. «Muchos corruptos, muchos peces gordos corruptos que hay en el mundo y que conocemos por los periódicos: muchos comenzaron por pequeñas cosas, por no ajustar correctamente la balanza y lo que era un kilo lo convierten en 900 gramos. La corrupción comienza por poco, como esto que empieza con un diálogo: ‘¡No es verdad que te hará mal este fruto! ¡Cómelo, está bueno! Es poca cosa, nadie se dará cuenta. Hazlo’. Y poco a poco se cae en el pecado, en la corrupción».

«En la tentación no se dialoga, se reza: ‘Ayuda, Señor, que soy débil ¡No quiero esconderme de ti’. Esto es valentía, esto es vencer.

En la tentación no se dialoga, se reza al Señor La Iglesia nos enseña así a «no ser ingenuos», por no decir

«Cuando comiences a dialogar terminarás vencido, derrotado. Que el Señor nos dé la gracia y nos acompañe en esta valentía, y si somos engañados por nuestra debilidad en la tentación que nos dé la valentía de levantarnos y de seguir adelante. Porque Jesús ha venido para esto».


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