Cúpula. Martes 1 de abril de 2025

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Entre las y los

MUROS encontró la libertad LETRAS �

A 330 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, LA AUTORA SEÑALA QUE MÁS QUE UN CONFINAMIENTO, EL CONVENTO DE SAN JERÓNIMO SIGNIFICÓ UN ESPACIO DE CREACIÓN

Por Dra. Lourdes Aguilar Salas

Universidad del Claustro de Sor Juana cupula@elheraldodemexico.com

I. Entre las letras y los muros del Claustro

Qué se puede decir de sor Juana Inés de la Cruz? Qiéna nacio ació un 12 de noviembre de 1648 (1651) en el pueblo de Nepantla (actualmente Estado de México) y falleció un 17 de abril de 1695. Seguramente, que el mundo ha cambiado en estos 330 años, pero no el mundo de sor Juana, que ha sido revisado una y otra vez por historiadores, artistas, poetas y tantísima gente que queremos saber desde siempre y desde cualquier latitud ¿cómo fue su tiempo?, ¿cuáles eran sus verdaderas pasiones?, ¿por qué su madre nunca se casó y la concibió como hija ilegítima?, ¿quién la apoyó como mujer y quién se enfrentó a ella?, ¿cómo pudo pasar de su tierra natural frente a los volcanes a la ciudad construida en la capital novohispana? Y tantas y tantas cuestiones que nos hacen pronunciar en voz alta con ella uno de sus mejores versos, y responder con ella: En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?...teniendo por mejor en mis verdades/ consumir vanidades de la vida/ que consumir la vida en vanidades. Las verdades de sor Juana pueden ser, conocer parte de su vida, sus méritos, su esencia de mujer brillante y, al mismo tiempo, saber las barreras que enfrentó desde los muros del convento, pero que paradójicamente le dieron la libertad que necesitaba. Pensando en su vida de niña en el pueblo, gozó del gran amor y enseñanzas que le dejó su abuelo Pedro Ramírez de Santillana, y de la biblioteca maravillosa que tenía este hombre venido de España, biblioteca

SABER MÁS

Para conocer más, el querido lector debe saber que cada línea de sor Juana tuvo su origen por la propia musa en cualquiera de sus obras originales: Inundación Castálida, Madrid, 1689. Volumen Segundo de Soror Juana Inés de la Cruz, Sevilla, 1692. Fama y Obras Póstumas, Madrid, 1700.

que entretuvo e ilustró a la pequeña en la hacienda de Panoayan (muy cerca de Amecameca). Saber acerca de la fuerte presencia de su madre, Isabel Ramírez, inspiradora de una personalidad férrea que le sirvió para sostener sus propios “empeños de una casa”. Cómo olvidar que apenas siendo una pequeña de ocho años de edad, Juana Inés, ganó su primer concurso poético con una Loa al Santísimo Sacramento. Recreando su niñez y crecimiento, damos con el pasado de una joven que llegó a la ciudad de los palacios en el momento que sólo destacaban los hombres del Imperio y la Colonia, los caballeros de la Corte eclesiástica, los humanistas del siglo XVII, o los maestros de oratoria, de gramática y aritmética, tal y como fue su propio profesor, el bachiller Martín Oliva, quien le enseñó en pocas lecciones el latín que necesitaba esta intrépida mujer para conocer, entender y descifrar el mundo letrado a través de sus “verdaderos amigos” los libros. ¿Cómo serían los encantos y atractivos cultivados de Juana Inés que logra cautivar y entrar a la Corte de la Nueva España? Donde, si bien es cierto, reflexiona que no es eso lo que quiere. Entonces, ¿qué quiere la joven Inés? Mientras muere el rey Felipe IV en España, la escritura de Juana va creciendo ya en los muros de San Jerónimo, donde estuvo el resto de su vida, desde 1669 a la fecha de su muerte en 1695; pasando más de 25 años de su vida en el convento y de su existencia, que termina a la edad de alrededor de los 47 años.

Y ¿qué decir del náhuatl que desde la comarca había escuchado y aprendido? Así como las letras, aprendidas, escritas y gozadas en el claustro fueron su mayor encuentro con los que serían los titanes de su vida: la razón y el entendimiento. Sor Juana Inés de la Cruz, en los muros de San Jerónimo, ama el conocimiento, vive por él, sufre por él, se mortifica y todos los minutos del convento los emplea en aprender, entender y guardar en la memoria todo aquello que explican los libros (sus mejores maestros) y todo lo que también aprende en la vida diaria; en las charlas, a veces tediosas de sus hermanas, en la cocina, gran lugar de alquimia natural para la monja; en las horas de un sueño que no llega porque ella está construyendo su propio Primero Sueño y en los cientos y cientos de versos que imagina, inventa y descifra en su mente y alma para bordar en el tiempo, versos, de los mejores que dejó el gran Barroco artístico, en sonetos, décimas, redondillas, loas, enigmas y un sinfín de estrofas llenas de ritmo, armonía y sobre todo esencia. Esencia de un siglo que se le escurría de las manos a sor Juana, ya en sus villancicos, que ella misma llegó a dirigir con los conocimientos que tenía y guardaba a la manera de un “caracol”, ya en sus obras teatrales o en sus cartas, que tenía que escribir en propia autodefensa para sostener su pensamiento, obra y mundo íntimo; como ocurriera con la Carta Atenagórica en 1690, que publicó el obispo de Puebla, sin su consentimiento y a quien ella contesta y replica en

HONOR. En 2022, fue develado el cenotafio dedicado a la Décicma musa en la Rotonda de las Personas Ilustres. Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.

la famosísima Respuesta a Sor Filotea de la Cruz de 1691, haciendo toda una defensa de su persona, de sus virtudes como mujer pensante y creadora de escritura; todo lo que le costó en vida el reproche y la censura masculina eclesiástica y social. Juicios que vivió in vitam y post mortem después de ese 17 de abril de 1695, cuando replicaron para siempre las campanas de San Jerónimo.

Pero si la cultura era para los hombres de su tiempo, aquellos que representaban la ideología y el poder de una Nueva España. ¿Qué podía hacer Juana Inés? San Jerónimo fue la libertad al entendimiento humano pero también la puerta a la muerte. Su escritura se convirtió al final en el dictamen del cual no podrá escapar por la vigilancia de sus detractores, ya fueran confesores, obispos u hombres que cuestionaron fieramente el que una mujer “del sexo débil” pudiera hablar de las sagradas escrituras y además leer y más leer.

Habrá más cartas atenagóricas y más respuestas a Sor Filotea de la Cruz, mientras existan sor Juanas –mujeres—dispuestas a defender el alma y cuerpo propios, la voluntad, la esencia y el coraje de simplemente ser.

II. La Grandeza de Sor Juana, la libertad para el saber y la Universidad del Claustro de Sor Juana La libertad y el amor por el conocimiento en sor Juana Inés de la Cruz llevan a fundar, en la propia casa de sor Juana y en pleno siglo XX, la institución que soñaba sor Juana para ella misma, un lugar donde el humanismo y el entendimiento sirvieran para “conocer acto todo lo criado”, tal y como expresó en El Sueño:…haciendo escala, de un concepto/en otro va ascendiendo grado a grado/ y el de comprender orden relativo/ sigue, necesitado/ del del entendimiento.

Así se dio origen al lugar en el que nos encontramos celebrando 45 años en la modernidad de la ciudad de México, en el Centro Histórico ¿Quién nos diría que este edificio del siglo XVI llegaría a ser la cuna del conocimiento, del saber y del placer de sor Juana y de muchas personas más en siglos venideros? En este lugar, hoy día, a 330 años de la partida de sor Juana, las generaciones van aprendiendo el valor de la palabra, su consistencia, su defensa. Pero también valoran y reconocen a una sociedad cambiante, “con sombras necias, con indicios vanos”. Vendrán nuevos retos, nuevas generaciones y los muros de sor Juana serán la puerta para los saberes humanos del intelecto, del alma y también del mundo que se mueve entre lo físico y metafísico, entre lo permanente y lo cibernético; entre paredes, cielos y esencias de la propia sor Juana. Merecidos 330 años de la memoria y partida de nuestra musa, siempre admirada, recordada y amada desde los patios que fueron huertos y desde los salones que fueron celdas. Pasen los visitantes a conocer la vida de los Colegios en estudios humanísticos, como son el Arte, la Cultura, la Filosofía, la Comunicación, los Derechos Humanos y Gestión de paz, la Escritura creativa y Literatura, los Estudios e historia de las artes, los Estudios y gestión de la cultura, la Filosofía, los estudios en Producción de espectáculos y la Psicología. Por supuesto la “sal y pimienta” de la escuela de Gastronomía, donde nos acompañan las palabras de sor Juana: Señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito (Respuesta a Sor Filotea de la Cruz). “Saber valorar, valorar para elegir”. Universidad del Claustro de Sor Juana.

HOGAR. La musa novohispana pasó la mayor parte de su vida en el convento de San Jerónimo, hoy la Universidad del Claustro. Fotos: cortesía UCSJ.

La niña Juana Ramírez nació rodeada de su familia española y criolla –sus abuelos maternos, su madre, tíos y tías–, y de la cultura náhuatl de la región donde creció y vivió sus primeros años: San Miguel Nepantla, Panoayan, Amecameca. En esa hacienda y en esos lugares dio sus primeros pasos y escuchó voces congolesas aunque afromexicanas ya. Diversas lenguas, costumbres y alusiones culturales la acompañaron desde su niñez, cuando empezó en los libros de su abuelo a leer y a vivir historias y geografías lejanas de su entorno y de su vecindario, primero rural y luego citadino cuando llegó a la metrópoli novohispana: la gran Ciudad de México. En la Catedral Metropolitana de esa gran ciudad se escucharon sus primeros villancicos:

Los Mejicanos alegres también a su usanza salen, que en quien campa la lealtad bien es que el aplauso campe; y con las cláusulas tiernas del Mejicano lenguaje, en un tocotín sonoro dicen con voces süaves

TOCOTÍN

–Tla ya timohuica totlazo Zuapilli maca ammo, Tonantzin, titechmoilcahuíliz. Ma nel in Ilhuícac Huel timomaquítiz ¿amo nozo quenman timotlalnamíctiz?

In moayolque mochtin huel motilinizque; tlaca amo, tehuatzin ticmomatlaníliz. Ca miztlacamati motlazo Pilzintli mac tel, in tepampa xicmotlatlauhtili. Tlaca ammo quinequi xicmoilnamiquili ca monacayotzin oticmomaquiti Mochichihualayo oquimomitili tla motemictía ihuan Tetepitzin. Ma mopampantzinco in moayolcatintin, e in itla pohpoltin, tictomacehuizque. Totlatlácol mochtin tïololquiztizque; Ilhuícac tïazque, timitzittalizque: in campa cemícac timonemitíliz, cemícac, mochíhuaz in monahuatiltzin.

Una maravilla imaginar ¡y con música! esos villancicos y sus ensaladas cantados en la Nueva España; otra, leerlos en España en la propia época de nuestra monja poeta jerónima. Y otra más, cuando en sus versos

SOR JUANA INÉS DE LA IMAGEN DE MÉXICO

Sara Poot Herrera Escritora, profesora y académica spooth@ucsb.edu

RECONOCIMIENTO. En 2021, la figura de la monja jerónima se sumó a las efigies que integran el Paseo de las Heroínas, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro.

LA CRUZ, IMAGENMÉXICO

“trochaicos” (mixtos) Sor Juana mezcla la lengua nahua y la castellana. “No da paso sin guarache” en los pies de su poesía. Esas primeras experiencias multiculturales sellan no sólo piezas fundamentales de la obra sorjuanina –sus villancicos, loas y romances– sino también se arraigan en el meollo de su creación, en su tejido. Luego se ampliarán en la casa extendida de su familia, la casa urbana de sus tíos; después en el palacio virreinal –costumbres de corte–, y más tarde en un convento, en otro, con sus “amadas hermanas”.

Su pertenencia a la esfera intelectual de su tiempo fue abriendo aún más el abanico de su enciclopédica cultura, e igualmente sus nexos con personajes de España y otros virreinatos, como el de México y Perú. No sólo sería una especie de embajadora que recibía en el convento de San Jerónimo a quienes llegaban a México (un ejemplo, el padre Kino), sino que en su obra encontramos una defensa de los intelectuales de su época y una propuesta de conciliación entre quienes llegan con la llamada “conquista” y los “de casa”. Esta promesa conciliatoria es visible en su Loa del auto sacramental El Divino Narciso: allí argumenta a través de las figuras alegóricas de su breve pieza teatral –América y Occidente, Celos y Religión–, los de adentro y los de fuera, y los reúne al final al cantar al Dios de la Alegría:

(Cantan la América y el Occidente y el Celo:) diciendo que ya conocen las Indias al que es Verdadero Dios de las Semillas!

Y en lágrimas tiernas que el gozo destila, repitan alegres con voces festivas:

TODOS

¡Dichoso el día que conocí al gran Dios de las Semillas!

Esta propuesta de conciliación –urgente siempre, por ejemplo, “gran ejemplo”, en nuestros días– es, entre otros, sustento de su creación, obra abierta a otras lenguas y culturas, al latín, a la lengua portuguesa, a la vasca o euskera, a la presencia de españoles, negros, italianos y mexicanos en su “Sarao de cuatro naciones”. Y qué decir (por allí tendríamos que empezar, pero lo dejamos para concluir esta breve nota) de los derechos humanos, de la libertad del entendimiento, de la defensa en su época de la mujer (¿sólo en su época?), de su reflexión en su “Hombres necios” (no todos lo son y ella lo supo). Es la suya (lo hemos dicho antes) una figura multidimensional: originaria, española, criolla, americana, mexicana, chicana. Un personaje de su época, de las siguientes épocas y de la nuestra. Una “moda de todas las modas, que no pasan de moda, porque no lo es”. Es Sor Juana Inés de la Cruz la imagen que da la imagen de México a México como país y al mundo. Como también escribiría Rosario Castellanos, quien habló de Sor Juana y propuso “un modo de ser humano y libre”. Mucho por celebrar de Sor Juana a nuestras escritoras, también a nuestros escritores. Esta maravilla nos regala con los versos de uno de sus últimos romances:

¿Qué mágicas infusiones de los indios herbolarios de mi patria, entre mis letras el hechizo derramaron?

Sor Juana volvió con sus originales versos a nuestros orígenes, a las mágicas infusiones de nuestras lenguas originarias , a las conciliaciones urgentes en cada época, a los derechos de los seres humanos, a su conciencia de género, a los muchos géneros literarios.

ANÓNIMO ERA UNA MUJER

PENSAMIENTO CASTIGADO

MELISSA MORENO CABRERA

@melissototota

LE NIEGA SU MAYOR PREMIO CULTURAL A LA SOCIÓLOGA EVA ILLOUZ POR EXIGIR JUSTICIA Y PENSAR CON LIBERTAD

AL LEERLA, MUCHAS ENTENDIERON QUE EL MALESTAR AMOROSO NO ES PERSONAL

l gobierno de Israel le negó a Eva Illouz el Premio Israel, el mayor reconocimiento cultural del país. No por falta de méritos —es una de las sociólogas más influyentes, traducida a más de 20 idiomas, premiada en Francia con la Legión de Honor y referente global en el pensamiento contemporáneo sobre emociones, poder y cultura—, sino por haber firmado una carta que pedía investigar posibles crímenes de guerra cometidos en Gaza. La decisión fue política, punitiva y profundamente reveladora. En un país que se presenta como democracia, se castiga públicamente a una mujer por pensar distinto, por cuestionar, por exigir justicia. Y no es cualquier mujer. Es una intelectual pública, sefardí, feminista, crítica del sistema. Illouz ha desmontado las ideas tradicionales del amor, mostrando que nuestras emociones no son naturales ni libres, sino moldeadas por el mercado, los medios y el discurso terapéutico. En Por qué duele el amor o El consumo de la utopía romántica analiza cómo el capitalismo ha invadido incluso lo más íntimo: el deseo, el sufrimiento y la promesa romántica. Su pensamiento ha sido fundamental para muchas mujeres que, al leerla, entendieron que el malestar amoroso no es personal, sino estructural. En un momento en que Israel profundiza su autoritarismo, su exclusión del no sorprende: pensar distinto se castiga. Illouz nos recuerda que incluso la tristeza tiene causas políticas. Que el amor también puede doler por razones que el sistema prefiere ocultar. Negarle el premio no silencia su pensamiento. Lo confirma: cuando el poder censura a quien expone sus fallas, deja claro qué voces le resultan más peligrosas. La obra de Eva no necesita validación oficial: ya es parte de las discusiones más relevantes. Mientras intentan callarla, su trabajo sigue circulando, generando preguntas incómodas y lecturas necesarias. Y eso, es lo que incomoda.

ISRAEL

LA UNIVERSIDAD DEL CLAUSTRO DE SOR JUANA ABRIRÁ UN MUSEO DE SITIO PARA RECORDA R A LA MONJA JERÓNIMA EN EL 330 ANIVERSARIO DE SU MUERTE

Por Rafael Tovar y López Portillo Rector de la Universidad del Claustro de Sor Juana cupula@elheraldodemexico.com

El que fue el convento de San Jerónimo -hoy, Universidad del Claustro de Sor Juana- ha sufrido, a lo largo de los años, un sinnúmero de transformaciones, trasgresiones, destrucciones y reconstrucciones. El paso del tiempo fue borrando la importancia del inmueble y ninguno de los habitantes, vecinos y transeúntes caían en la cuenta de la relevancia histórica del espacio en el que Sor Juana Inés de la Cruz vivió los últimos 27 años de su vida, en donde escribió la mayor parte de su obra, donde murió el 17 de abril de 1695 y en donde, por expreso deseo suyo, fue sepultada dos días después en presencia de todo el Cabildo.

El sepulcro de Sor Juana, al igual que el resto de sus hermanas jerónimas —las que vivieron entre estas paredes antes, durante y después de ella— estuvo en el Coro Bajo, ese espacio concebido para que las monjas vistieran el hábito al inicio de su vida conventual para hacer su profesión de fe, y para que fueran enterradas cuando llegase el inicio de una de sus creencias más arraigadas: la vida eterna.

Ese espacio, después de la exclaustración, siguió formando parte del templo. A mediados de 1960, Francisco de la Maza comenzó la restauración de los Coros Alto y Bajo para dignificar el sitio en donde se sabía, a ciencia cierta, que reposaban los restos de Sor Juana. Durante el proceso de restauración del convento, entre 1975 y 1979, se hicieron las excavaciones pertinentes del Coro Bajo, descubriendo seis niveles de enterramiento, siendo el primero en el que estaban enterradas Isabel de Barrios, fundadora de la Orden de Santa Paula, así como las primeras habitantes del convento. Entre el tercer y cuarto nivel se encontró una Bula Papal fechada en 1724, lo que permite pensar que el enterramiento localizado exactamente en el centro del Coro Bajo del convento de San Jerónimo, en el tercer nivel, pertenece a Sor Juana Inés de la Cruz. A decir de Arturo Romano Pacheco y María Teresa Jaén, “como una clara deferencia, con su hábito de gala, al interior de un ataúd de madera cuya superficie estaba llena de tachones y al perímetro del borde del cajón, donde descansaba la tapa, se le aplicó un delicado filete de oro; fue el único ataúd encontrado en las excavaciones con tales características”. Además, se pudo comprobar que ese cuerpo fue enterrado no solo con el hábito de gala, sino con un medallón y un rosario, características inusuales para la época, lo que podría dejar en

EN LUCHA POR EL SABER

INICIA OTRA VIDA

OBRAS. El convento de San Jerónimo inició resturación en los 60.

CABEZA

A cargo de los trabajos estuvo Francisco de la Maza.

LA POETA ES REVELADA

HALLAZGO. En los 70 se descubrieron seis níveles de enterramiento.

ÚNICO. Los supuestos restos de Sor Juana eran los más adosados.

INSPIRADORA UN MUSEO PARA

HONRAS.

En 2015, los restos atribuidos a Sor Juana fueron dispuestos en el Gran Claustro, flanqueados por la Bandera Nacional, en una procesión solemne hasta el Coro Bajo. Foto: Rodolfo Ángulo / Cuartoscuro.

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Sor Juana Inés de la Cruz nació en San Miguel Nepantla, Tepetlixpa, Estado de México9, el 12 de noviembre de 1648.

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Fue exponente del Siglo de Oro de la literatura en español e incorporó el náhuatl clásico a su creación poética.

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Considerada como la Décima musa, cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosa.

INSPIRADORA PARA UNA MUJER

APERTURA. El nuevo museo de sitio dedicado a la Décima musa será abierto al público en abril próximo. Foto: Rodolfo Ángulo / Cuartoscuro.

BALUARTE. Entre 1975 y 1979 se llevó a cabo la restauración del convento de San Jerónimo y se excavó el Coro Bajo. Foto: Rodolfo Ángulo / Cuartoscuro.

evidencia que dicho enterramiento, al decir de Jaén, era el de una persona notable.

En 2015, cuando se cumplieron los 320 años de la muerte de Sor Juana y después de varios años de estudios antropológicos, de restaurar el rosario y completar las cuentas que se habían pulverizado, dichos restos fueron colocados en un ataúd similar al utilizado más de tres siglos antes. Fue una ceremonia en la que los restos atribuidos a Sor Juana fueron dispuestos en el Gran Claustro y flanqueados por la Bandera Nacional; las campanas doblaron por ella y un grupo de estudiantes cargó el féretro y en procesión solemne hizo el trayecto hasta el Coro Bajo. Ahí fue colocado en el nicho central con una pequeña bolsa de terciopelo que contiene tierra de Nepantla, el lugar que la vio nacer.

Como una manera de honrar la memoria, la vida y la obra de la mujer que inspira a la Universidad del Claustro de Sor Juana, la que defendió la libertad de pensamiento y el derecho de las mujeres al saber, es que se decidió hacer, en dicho espacio, un museo de sitio que será inaugurado en abril, recordando el 330 aniversario de su muerte. En dicho espacio museístico se colocarán dos retratos de Sor Juana: una copia del cuadro hecho por Miguel Cabrera en el siglo XVIII, y que hoy se encuentra en el Castillo de Chapultepec, así como una copia del retrato hecho por Fray Miguel de Herrera, también en el siglo XVIII. Asimismo, se colocará una vitrina con distintas piezas arqueológicas encontradas en el subsuelo del inmueble durante los trabajos de excavación y restauración del convento, durante la segunda mitad de los años 70. Ahí podrán ser admiradas puntas de obsidiana y cerámicas mexicas, cuencos con el nombre de San Jerónimo y mayólicas de los siglos XVI, XVII y XVIII, y cerámica decimonónica. También se expondrán algunos de los ejemplares bibliográficos que abarcan desde el siglo XVII hasta la época actual; un selecto acervo que permitió que la Universidad del Claustro de Sor Juana fuera inscrito como Memoria del Mundo por la UNESCO en 2019. De igual forma estará expuesta una colección de monedas y billetes con la imagen de Sor Juana, pues es una de las personas que de manera ininterrumpida ha formado parte de nuestra numismática desde 1978, año en el que el presidente José López Portillo decretó el Día Nacional del Libro, justamente el 12 de noviembre, día del nacimiento de Sor Juana, para homenajear a una de las exponentes máximas de nuestra cultura.

Se contará con información sobre la vida, los escritos, los documentos, las investigaciones que, a través del Centro de Documentación Sor Juana y su mundo, hemos recopilado. Así, con este pequeño museo de sitio queremos honrar la vida, el ejemplo y la obra de Sor Juana, para que cada una de las personas que nos visiten pueda valorar su figura y entenderla. Hay que subrayar que Sor Juana fue una mujer que luchó por el conocimiento, por el saber y por la libertad en una época en la que las mujeres no tenían más opciones que el matrimonio o el convento y no podían asistir a la universidad por el simple hecho de ser mujeres Que hoy este espacio, que fue convento, sea una universidad es una manera, casi poética, de dignificar y celebrar a Sor Juana.

En 1669, por anhelo de conocimiento, ingresó a la vida monástica, donde encontró importantes mecenas.

Hacía 1693, la poetisa dejó de escribir con devoción y pareció dedicarse más a labores religiosas,

Se ha planteado que sufrió una conspiración misógina que la condenó a dejar de escribir y cumplir sus tareas.

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Sor Juana murió el 17 de abril de 1965, a causa de una epidemia que atacó al Convento de San Jerónimo.

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