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VENTANA a la arquitectura Una
EL MUSEO NACIONAL DE ARQUITECTURA DEL PALACIO DE BELLAS ARTES FUNCIONA COMO UN LUGAR DE REFLEXIÓN EN EL QUE SE ENTRELAZAN LA ARQUITECTURA, EL ARTE Y LA HISTORIA
Por Azaneth Cruz azaneth.cruz@elheraldodemexico.com
Para José María Bilbao Rodríguez, director del Museo Nacional de Arquitectura (MUNARQ) del Palacio de Bellas Artes, las exposiciones de la disciplina se han consolidado como plataformas fundamentales para el desarrollo del discurso arquitectónico y como espacios de reflexión en los que se trasciende lo material y lo tangible.
En entrevista, explicó que, con el tiempo, la arquitectura ha evolucionado de ser un arte concreto y material a convertirse en una representación mediada por diversos dispositivos como la fotografía, lo que permite reflexionar sobre el contexto social y cultural.
“Las exposiciones se componen de elementos que la representan, lo que nos lleva a pasar del objeto construido a dispositivos como el dibujo, el plano, la maqueta y otros medios. Estos permiten que, a través de la vista, se conviertan en una experiencia visual y reflexiva”, señaló.
Además, añadió que, ante las limitaciones de no ser un espacio tradicional, “el área expositiva se transforma en un lugar transitable y habitable, donde, como afirmó Octavio Paz, la arquitectura es el testigo insobornable de la historia”.
En cuanto a las dificultades que presenta la realización de exhibiciones señaló que la principal radica en el desafío de representar edificios que no pueden trasladarse físicamente al espacio expositivo debido a su escala y naturaleza, “lo cual resulta un tanto evidente”.
“A diferencia del arte, que se exhibe en su materialidad original, los curadores emplean estrategias como el desplazamiento, la transferencia de valores y la reproducción para generar representaciones que propicien una reflexión crítica sobre la práctica arquitectónica. De este modo, el espacio expositivo no sólo presenta, sino que también cuestiona y desafía”, explicó.
La curaduría de arquitectura, en este sentido, reiteró que “no se limita a mostrar la obra, sino que la interpreta, la contextualiza y la pone en diálogo con diversas prácticas, convirtiéndose en una disciplina que establece un espacio de reflexión crítica sobre la arquitectura como una práctica cultural, social y política”.
SITIO ÚNICO
Jóvenes arquitectos mexicanos, exposición en el MUNARQ, presentó una variedad de estilos y técnicas utilizadas por proyectistas nuevos.
El museo abrió sus puertas en 1983.
Se han realizado 167 exposiciones.
Ha recibido a más de siete millones y medio de visitantes.
El MUNARQ celebró su 41 aniversario desde su fundación.
SEDE. El MUNARQ se localiza en el último piso del Palacio de Bellas Artes. Foto: Guillermo O'Gam.
ESCALA. El museo cuenta con una maqueta del propio edificio que lo resguarda. Foto: Guillermo O'Gam.
En este contexto, explicó que el MUNARQ funciona como un contenedor que involucra los cinco sentidos, ya que, además de ser ocupado por los visitantes, ofrece experiencias diversas y múltiples que facilitan el diálogo entre la edificación del Palacio de Bellas Artes, las pinturas murales de artistas como Rivera y Siqueiros, el teatro y otros espacios que resguardan obras de creadores, tanto de épocas modernas como contemporáneas.
“Este museo nació como una ventana para la difusión de la arquitectura mexicana, pero también para la cultura arquitectónica global, convirtiendo al recinto en un receptor de la historia de la inteligencia humana, de las tecnologías, de las capacidades técnicas, entre otros aspectos”, comentó.
El Palacio de Bellas Artes fue concluido e inaugurado el 29 de septiembre de 1934, mientras que el MUNARQ abrió sus puertas en 1983. Desde entonces, se han realizado 167 exposiciones y el museo ha recibido a más de siete millones y medio de visitantes.
“Una situación que nos enorgullece es que la arquitectura, además de ser una de las bellas artes, es una expresión única de las culturas. Es un punto de encuentro que permite al visitante conocer lo que representa nuestra arquitectura”, expresó.
La arquitectura, indicó, dejó de ser solo un objeto construido para transformarse en un discurso, en una conversación que sigue viva hoy en otros espacios, como los festivales, donde se presentan nuevos temas y se resalta la relevancia social, cultural y política de la disciplina.
Metro 50 años, que revela los trabajos realizados para construir las líneas que comunican, en su mayoría de manera subterránea, casi toda la ciudad, a través de fotos, maquetas y videos; y Palacio de Bellas Artes. Biografía de un símbolo, curada a partir de la maqueta del propio edificio que resguarda el MUNARQ, la cual presenta las perspectivas de su construcción, su entorno urbano, así como detalles y aspectos que a menudo pasan desapercibidos en la vida cotidiana de la morada de las musas, son algunas de las exposiciones que se han llevado a cabo.
En el museo se ha exhibido el trabajo de arquitectos emblemáticos como Manuel Tolsá, Nicolás y Federico Mariscal, Luis Barragán, Adamo Boari, Mario Pani, Géza Maróti, Frank Lloyd Wright, Ricardo Legorreta, Carlos Leduc, así como de aquellos que han documentado la arquitectura a través de otros formatos, como Santiago Arau, quien, a través de su lente, capturó una serie de imágenes que exploran el patrimonio, el territorio y la arquitectura de la Ciudad de México y sus periferias.
SINESTESIA
#OPINIÓN
TOMÁS LUJAMBIO
@tlujambiot
EL CINEASTA MEXICANO MICHEL FRANCO REGRESA A LAS PANTALLAS PARA ABORDAR EL TEMA DEL DOLOR QUE QUEDA COMO SECUELA DEL SUFRIMIENTO
Exactamente qué le hace el dolor a los recuerdos? Algunos son tan intensos que la mente los reprime como mecanismo de defensa; otros, en cambio, se vuelven inolvidables por su intensidad y nos persiguen constantemente en los pasillos de la memoria. A veces, recordar el dolor parece imposible; en otras, su huella lo vuelve inevitable. En Memory, el director mexicano Michel Franco explora esta dualidad con destreza a través de la espontánea relación que empieza a fraguarse entre una madre soltera que batalla con el alcoholismo y un viudo que sufre inicios de demencia.
LOS PERSONAJES NO SOLO SE RECONOCEN EN EL DOLOR, SINO QUE SON QUIENES LO ENTIENDEN
Ahora bien, Memory no es una película convencional sobre el dolor, sino sobre lo que hacemos como humanos con el dolor mismo. En esta obra cinematográfica, Franco no se esfuerza por retratar el dolor como suceso, sino más bien como eco: un sentimiento que no permanece fijo en ningún espacio ni en ningún tiempo y que se adapta a cualquier circunstancia. Como espectadores, no somos testigos del dolor que marcó a los protagonistas de la historia, sino testigos de las secuelas que ha provocado en los que lo sufrieron. En este sentido, el filme de Franco no sólo retrata el dolor como un trauma que invade a la memoria, sino también como un fenómeno que resiste a la comunicación y trastoca en el afecto. Sus protagonistas, retratados con suma destreza por Jessica Chastain y Peter Sarsgaard, no solo se reconocen en el dolor del otro sino que son los únicos personajes dispuestos a comprenderlo. Después de todo, no comparten su dolor para aprender a evitarlo en el futuro, sino para enfrentarlo juntos.
Más allá de eso, considero que Memory destaca por lo universalmente humana que se siente. En la relación que entablan los dos protagonistas, el director mexicano logró retratar de forma elegante la manera en que el diálogo y la comunicación pueden ser los métodos más eficaces para darle sentido a nuestros recuerdos y, en el mejor de los casos, reapropiarse del dolor que tanto suele obstruir el afecto.
• Luis Rius Caso ¦ Conmemoraciones
Cuauhtémoc latiendo en la
Por Luis Rius Caso Curador de la exposición segrel58@gmail.com
HERIDA ABIERTA
UN CENTENAR DE OBRAS ARTÍSTICAS PERMITE REPASAR, EN EL MUSEO MURAL
Cuauhtémoc late en las heridas abiertas del inquietante adolescente en posición de Chac Mool, de Germán Venegas, que abre la exposición Sobre los huesos de Cuauhtémoc y Hernán Cortés, Diego y el gran debate sobre la mexicanidad, que seguirá expuesta durante marzo en el Museo Mural Diego Rivera. También late en la herida de la pieza de obsidiana del escultor Jorge Ismael Rodríguez, que dialoga con el mural de Diego Rivera, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, y en la obra de Aurora Noreña que reproduce en el plástico característico de las sillas “Acapulco” y otros materiales, el “abigarramiento” de nuestro mestizaje, hermoso en su complejidad más que en su armonía.
Esta exposición puede entenderse como un recuento de diferentes abordajes y cuestionamientos del mestizaje mexicano a partir de los grandes debates sobre “el ser mexicano”, de mediados del siglo XX hasta el presente, con sus antecedentes liberales y conservadores del XIX, visibles sobre todo en Diego Rivera.
Pero además de encontrarlo en evocaciones simbólicas como las heridas, Cuauhtémoc también es visible en un amplio repertorio iconográfico que se ofrece en un contexto de tensiones, en zonas de disturbio (diría Mariana Botey), que arraigan una puesta en escena dialógica, comprometida, en el que las obras comparten una coexistencia negociada más que una convivencia armónica, tal como se verifica en el cuerpo social. En ese tenor, El célebre Cuauhtémoc de Leopoldo Méndez se mira de soslayo y con gran recelo con un óleo decimonónico de Carlo Prayer que plasma al templo de Jesús de Nazaret, de 1851, donde se albergan los restos de Cortés, y con un óleo de Ferrer Dalmau que registra la entrada de los españoles a Tenochtitlan, acompañados de guerreros tlaxcaltecas, huejotzingas y de otras culturas originarias que se les unieron.
SOBRE LA IDENTIDAD NACIONAL
MÁS DEL CURADOR Y LA EXPO
TRAYECTORIA. Luis Rius pertenece al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas.
EXPERIENCIA. Se desempeñó como director del Museo Mural Diego Rivera y del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.
DEBATES. Uno de los seis ejes temáticos que integran la exposición es sobre los huesos de Cuauhtémoc y Hernán Cortés.
Siempre redivivo y heroico, pleno en su ejemplaridad, el último emperador mexica se insulta sin descanso con retratos importantes de Cortes, que contrastan con el asesino y monstruo que plasmó Rivera en el Mural y en Palacio Nacional. Destaca la réplica en cobre del busto que el escultor Manuel Tolsá realizara en mármol en 1794, para acompañar la osamenta del conquistador en el monumento construido para tal fin en el citado Hospital de Jesús, el cual sería destruido en 1823. Se combinan obras de arte y documentos originales de autores afines al liberalismo radical del siglo XIX, claramente anti hispanistas, con caricaturas y textos de un periódico que se publicó en México entre finales de 1936 y finales de 1938, periodo en el que se desarrollaba en España la Guerra Civil. Dicha fuente, El Insurgente, encontrada en el archivo de Diego Rivera, ubicado en su Casa Estudio de San Ángel Inn, comprueba esta herencia liberal en el pensamiento de Rivera, así como su activismo en contra de la colonia española en México y de los españoles en general. Los textos editoriales del periódico coinciden con la visión que el pintor sostenía sobre la malograda Independencia de México –compartida por varios liberales— a causa de la apertura que dio el Plan de Iguala a los comerciantes españoles. Asimismo, en sus distintas ediciones, El insurgente repite una columna que publica denuncias contra los “gachupines” que maltratan o despiden de sus empresas a empleados mexicanos, en todo el país, las cuales son muy similares a varias escritas por el pintor con su puño y letra.
Se muestran dibujos, pinturas, fotografías y documentos que registran lo derivado de las polémicas en torno a las osamentas de ambos personajes, en las representaciones y acciones de Diego Rivera. Así, aparece un importante conjunto de fotografías en que se reconocen Eulalia Guzmán, Diego Rivera, Emma Hurtado de Rivera, entre otros, en apoyo a la autenticidad de los huesos encontrados en Ixcateopan, así como dibujos de Diego interpretando el rostro de Cuauhtémoc a partir de los indicios óseos. En contraste se muestran dibujos del mismo artista que interpretan como monstruo a Cortés, a partir de los indicios de su osamenta, descubierta en 1946. Se sigue la ruta investigada por el historiador Jorge Gurría Lacroix, quien interpretó las versiones de Rivera sobre Cortés como una reacción al hecho de que se negara científicamente la autenticidad de los del último emperador azteca, y se explora la unión de Rivera con Eulalia Guzmán y el criminólogo Quiroz Cuarón.
VISIÓN HISTÓRICA. La exposición incluye obras que van desde la época colonial hasta la actualidad. Fotos: cortesía INBAL.
La muestra curada por Luis Ruis Caso se presenta en el Museo Mural Diego Rivera (MMDR).
Reúne cerca de 100 piezas, entre óleos, dibujos, documentos, fotografíaS, etc.
Explora el gran debate sobre el pasado, el presente y el futuro de la mexicanidad.
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La continua búsqueda de la identidad nacional acentuó la controversia a mediados del siglo XX.
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Se incluye una selección de pinturas, dibujos y grabados que abordan la Conquista, sobre todo el conflicto bélico, con diferentes intenciones y puntos de vista. Destaca la obra de José Clemente Orozco que denota un punto de vista objetivo, así como la de Alberto Beltrán, Francisco Mora, Ángel Bracho, Jean Charlot, Jorge González Camarena y Mariana Yampolsky, entre los muy reconocidos. Se incluyen artistas de asombrosa claridad, recientemente descubiertos, como el pintor y escenógrafo Francisco Marco Chillet. Una de las derivaciones más claras del debate sobre la mexicanidad, giró en torno a los saldos negativos o incumplidos de la Revolución, así como a la marginalidad y miseria de los indígenas, a la idea de mestizaje fallido o inconcluso, y a los escenarios futuros para construir un mestizaje promisorio. Estos temas y problemas se ocuparon en el cine, la literatura, el pensamiento filosófico y las artes visuales, con una intención crítica muy notable. Se muestran obras y objetos que conectan las diversas disciplinas. Se continúa con el propósito de incluir obras muy conocidas como la de Carlos Orozco Romero, al lado de otras menos reconocidas, pero de gran valor artístico y documental como las de José García Narezo y la de Elvira Gascón, entre otros. El debate se acentuó a finales de los años 40 y durante los 50, y tuvo entre sus elementos recurrentes en el medio cultural, el de considerar al mestizaje y/o a la mexicanidad como una tarea en construcción. Las posturas ideológicas coincidían en la idea de retomar el proceso a partir de las lecciones del pasado, para construir un futuro promisorio. Así, repensar el presente a partir de los saldos del pasado fue un fenómeno que se verificó en la literatura de Juan Rulfo, la ensayística de Octavio Paz, la pintura de la primera y segunda generación de la Escuela Mexicana de Pintura y en no pocos artistas del exilio español, en Luis Villoro y filósofos del grupo Hyperion; en la crítica de arte y la reflexión cultural, la publicidad y los imaginarios sociales, la producción historiográfica, y suma y sigue… Centrado en los imaginarios visuales de amplio consumo social, este núcleo explora la solución idealizada y sublimada del mestizaje mexicano, emparentada con la visión de la retórica oficialista y las ensoñaciones mediáticas que ofrecían una solución alegre y occidentalizada en su estética. Se presentan óleos, almanaques, impresiones y objetos muy significativos. También en este apartado se combinan autores reconocidos con otros que sorprenderán, por su calidad y originalidad, a los espectadores
ESCRIBIR CON LUZ
@cynthiamileva
DE SUSAN SONTAG A BEATRIZ RIVAS O LYNSEY ADDARIO, HAY CREACIONES LITERARIAS DONDE LA FOTOGRAFÍA SIRVE PARA ILUSTRAR LA GUERRA
Con el cariño y la curiosidad que recibió mi lista pasada de recomendaciones de libros “Novelones fotográficos mexas” les correspondo con otra, porque no solo hay un surtido, sino verdaderas granadas literarias que pueden reventar tus nervios en compañía de un buen café, con el tema de la guerra y la fotografía.
ESTOS TÍTULOS SON GRANADAS LITERARIAS QUE PUEDEN REVENTAR LOS NERVIOS
El recorrido se distribuye en seis ejes temáticos, desde la llegada de Cortés a Tenochtitlán.
El debate creció tras el descubrimiento de los restos de Cortés (1946) y Cuauhtémoc (1949). 7 6 5
Hay piezas de José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, entre otros.
Ante el dolor de los demás de Susan Sontag. Aunque es una lista de ficción -bueno, de historias donde la realidad se funde o rebasa la ficción-, imposible no citar a la H.S.S. con uno de sus ensayos más influyentes, e imprescindibles como punto de partida en el estudio de la guerra y su documentación fotográfica. Dios se fue de viaje de Beatriz Rivas. Es una novela de rescate histórico de dos mujeres brillantes: Émilie du Châtelet una científica del s. XVIII y Gerda Taro, la primera fotoperiodista bélica. Entre el rigor histórico y la ficción, es un diálogo atemporal que manifiesta la fuerza creadora a salvo de clichés de género. De momentos memorables con sus respectivas parejas Voltaire y Robert Capa, mantiene la atención hasta el último párrafo. En el instante preciso. Vida de una fotógrafa en el amor y en la guerra de Lynsey Addario. Una de las fotorreporteras de guerra más importante de la actualidad y galardonada con el Premio Internacional de Periodismo y el Premio Pulitzer, nos conduce como testigos oculares sobre sus propios dilemas, en una narración lo misma dolorosa que apasionante. Un libro ilustrado que nos permite ver la poesía a través de la lente en medio del horror y el peligro. El club del Bang-Bang: instantáneas de una guerra encubierta de Greg Marinovich y Joao Silva. Esta novela, que luego fue llevada al cine, es la historia del grupo de los cuatro fotorreporteros que mostraron al mundo los horrores del apartheid en Sudáfrica. Un libro que se sustrae de la comodidad del hogar para asomarnos al infierno de la guerra.
A PROPÓSITO DE LOS 500 AÑOS DE LA MUERTE DEL ÚLTIMO TLATOANI, UNA CONFERENCIA EN EL COLEGIO NACIONAL RESULTÓ REVELADORA SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE FALACIAS EN TORNO A LOS HÉROES PATRIOS
Por Salvador Rueda Smithers y Eduardo Matos Moctezuma cupula@elheraldodemexico.com
Salvador Rueda: En enero de 1949 aparece un dictamen del doctor Alfonso Quiroz Cuarón sobre los huesos de Hernán Cortés, pero Quiroz Cuarón nunca trabajó con los huesos, trabajó sobre la fotografía de los huesos y llegó a la conclusión de que Cortés, además de feo y malo era sifilítico, los estudios posteriores encontraron que no tenía ninguna huella de sífilis, sino que era viejo cuando muere y lo que muestran los huesos es que era un hombre ya muy atormentado por los dolores óseos. Para febrero de 1949 aparece un documento fechado en Teloloapan, Guerrero, diciendo que un señor en Ixcateopan, un pueblito pequeñito en la esquina del estado de Guerrero, había encontrado un papel firmado por Motolinia (Toribio de Benavente) que decía en dónde estaba la tumba de Cuauhtémoc. Un mes después de que Quiroz Cuarón describe a Cortés se encuentra el documento para saber dónde está la tumba de Cuauhtémoc.
En esas fechas, Salvador Toscano está escribiendo una biografía sobre Cuauhtémoc, ya había una anterior, de 1944, un poco novelada, pero el historiador del arte estaba escribiendo otra con lo que sabía: haciendo estudios de imágenes. En agosto ya había escrito sobre la ida a las Hibueras y la muerte de Cuauhtémoc en Itzamkanac, pero Eulalia Guzmán estaba en polémica con él, ambos trabajaban en el Castillo de Chapultepec y tenían una polémica académica seria, interesante, intelectualmente de muy buen nivel.
Cuando aparecen los papeles de Ixcateopan, las autoridades del INAH mandan a Eulalia Guzmán a ver de qué se trata y lo que encuentra el 26 de septiembre de 1949 es una placa de cobre con una punta de lanza al lado, también de cobre, y una inscripción que dice: Rey E.S. Cuauhtémoc. Sale a las dos de la tarde y hace una suerte de ceremonia a los cuatro rumbos del universo y dice: ‘He encontrado la tumba de Cuauhtémoc, de acuerdo al documento que nos enseñó el señor Salvador Rodríguez Juárez’.
Rodríguez Juárez tenía también el documento firmado por Motolinia, pero era a todas luces falso y Eulalia Guzmán lo sabía porque ella era experta en escritura del siglo XVI. Lo que quería era seguir la polémica con Toscano.
HISTORIA. Una imagen que recrea la entrada de Hernán Cortés a la ciudad azteca de Tenochtitlan. Foto: cortesía INBAL.
ANHELO E IDEA FALAZ
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Un mes después del análisis de los restos de Cortés aparecen los del tlatoani. Eulalia Guzmán es enviada por el INAH a Ixcateopan para ver de qué se trata el hallazgo. Tres comisiones de científicos, formadas por la SEP, declaran falsas las pruebas.
1949
APARECEN LOS SUPUESTOS RESTOS DE CUAUHTÉMOC.
• Salvador Rueda Smithers y Eduardo Matos
ENTRE LA CREENCIA POPULAR Y
CIENCIA
Lo malo fue que la noche de ese mismo día, Toscano venía en un avión de Oaxaca que se estrella en el Popocatépetl, también venía Blanca Estela Pavón “la chorreada”, entonces muere el interlocutor de Eulalia Guzmán. Ninguno de los dos se entera, pero cuando Eulalia llega a México lo que tenemos es una revoltura de la cual no era muy fácil salirse, sobre todo si otros metían las manos, y quien las mete es Diego Rivera: él hace un boceto, como los que hacen los médicos forenses o los
antropólogos físicos, tratando de armar los huesos y un personaje, y le sale más alto y más guapo que Cortés, pero sabía perfectamente bien que no resultaba. En mi opinión, el problema es que las autoridades del INAH no trataron el asunto con la suficiente destreza, hacen un dictamen grande, se mandan a hacer estudios con los principales investigadores e historiadores del momento como Silvio Zavala, quien era director del Castillo de Chapultepec, se dan cuenta
CIENCIA CREENCIA Y LA
que evidentemente el documento de Rodríguez Juárez no era bueno y dicen ‘creemos que la profesora Guzmán se equivocó’. Pero doña Eulalia no se equivoca en una cosa de estas y eso la ofende. Entonces se amacha, era una mujer combativa y dice ‘a ver, compruébenme que no es cierto lo que digo’. Después hubo varias comisiones para estudiar los restos y los documentos, a veces entraron en polémica, se arman desde 1949 hasta 1976. El asunto finalmente causó revuelo porque se
encima la verdad científica con la ideología y con el arte y hay un choque: el principal es el de la ciencia contra el arte.
Eduardo Matos Moctezuma: Los documentos de Ixcateopan, desde la primera comisión —hubo cuatro comisiones— los especialistas detectaron que eran apócrifos, que eran falsos. La misma firma de Motolinia fue mal hecha, no corresponde a las que se conocen del fraile franciscano.
A partir de esto, todo lo que se indica en
TESTIGOS. Diego Rivera y Eulalia Guzmán atestiguan las observaciones realizadas a los supuestos restos de Cuauhtémoc. Foto: especial.
estos documentos cae por su propio peso. En algunas de las comisiones, inclusive la última, la de 1976, había antropólogos físicos, médicos forenses, que estudiaron los huesos. Los huesos son de por lo menos ocho individuos, por eso vemos en la foto en que está Diego Rivera haciendo el diseño —que, por cierto, al pie de la sábana pone la estatura de Cuauhtémoc en 1.75— que hay otro montón de huesos al lado porque le están sobrando.
Es muy importante separar dos cosas: una es la creencia popular, muy respetable. Si los pobladores de Ixcateopan piensan que allí está Cuauhtémoc, pues es su pensamiento y hay que respetarlo, pero otra cosa son las disciplinas académicas. Lo que no se puede hacer es que la ciencia avale algo que no se sustenta, y eso fue lo que hicieron los miembros de tres de las comisiones, que eran personas destacadísimas como don Alfonso Caso, como don Wigberto Jiménez Moreno.
En la última comisión había un indígena antropólogo, especializado en lingüística, Luis Reyes García, náhuatl de Veracruz que estudió en la Escuela de Antropología, preparado en documentos, estudió varios códices. Él fue miembro de la última comisión, de 1976, y le toca volver a reunir a los especialistas y ver los documentos; va, habla con los descendientes, analiza todo. Reyes García, quien era del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología, concluye igualmente que los documentos son apócrifos.
Cuando entramos a los análisis, a los estudios documentados, y los de 1976 ya con tecnología más refinada, los resultados están ahí. Fueron convocadas tres comisiones, hubo una cuarta del Banco de México que se armó a petición de doña Eulalia Guzmán, las otras tres fueron convocadas por la Secretaría de Educación Pública, por el secretario Manuel Gual Vidal en las primeras, en la última ya estaban otros funcionarios.
ANUNCIO. Eulalia Guzmán muestra la placa encontrada en Ixcateopan. Foto: especial.
¿Qué hubiera sido lo más fácil para los investigadores? Decir ‘sí, sí es Cuauhtémoc’ y se acabó el asunto. Pero no, eran personas con total reputación, científicos que no iban a avalar algo sin sustento por más que hubo amenazas, como las hubo en la última comisión también. Diego Rivera, incluso, en alguna declaración periodística dijo: ‘Hay que fusilarlos por la espalda porque son traidores’. El muralista se refería a los académicos que habían sido fieles a su conocimiento científico.