TRASTORNOS DEL DESARROLLO INTELECTUAL

"Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos"

"Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos"
A través de esta revista digital te daremos a conocer los trastornos del desarrollo intelectual, tales como los trastornos del espectro autista (TEA) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) ya que la finalidad u objetivo de este trabajo es desarrollar habilidades para comprender y atender las necesidades educativas especiales en el aula desde un enfoque inclusivo, aplicando los fundamentos teóricos de los trastornos del aprendizaje asociados a la discapacidad intelectual, sensorial, motriz, TEA y TDAH.
Según Fiuza y Fernandez (2014), el vocablo "autista" se deriva del término griego "autos", que significa "sí mismo". El psiquiatra suizo Bleuler utilizó este término por primera vez en 1911 al describir a pacientes esquizofrénicos que mostraban una evasión de la realidad y una concentración excesiva en su mundo interior.
Las personas con autismo se caracterizan por experimentar una alteración severa y generalizada en diversas áreas de su desarrollo, incluyendo habilidades para interactuar socialmente, habilidades de comunicación y la presencia de comportamientos, intereses y actividades estereotipados (p. 231).
Los trastornos del espectro autista estas constituidos por cuatro niveles:
1. Trastornos cualitativos de la relación social:
Nivel 1. Impresión clínica de aislamiento completo.
Nivel 2. Impresión de soledad e incapacidad de relación, pero establece vínculos con personas (padres y profesores).
Nivel 3. Relaciones infrecuentes, inducidas, externas y unilaterales con iguales.
Nivel 4. Hay motivación definida de relacionarse con iguales.
2. Trastornos de las capacidades de referencia conjunta (acción, atención y preocupación conjuntas)
Nivel 1. Ausencia completa de acciones conjuntas y de interés por las acciones (incluso miradas) de referencia conjunta.
Nivel 2. Realización de acciones conjuntas simples (devolver una pelota que se lanza) con personas implicadas.
Nivel 3. Empleo a veces de miradas de referencia conjunta en situaciones interactivas muy dirigidas.
Nivel 4. Pautas establecidas de atención y acción conjunta.
3. Trastornos de las capacidades intersubjetivas y mentalistas
Nivel 1. Ausencia de pautas de expresión emocional correlativa (intersubjetividad primaria), atención conjunta y actividad mentalista.
Nivel 2. Respuestas intersubjetivas primarias ocasionales. Respuestas intersubjetivas primarias ocasionales.
Nivel 3. Indicios de intersubjetividad secundaria, pero no atribución explícita de mente.
Nivel 4. La persona con EA en este nivel tiene conciencia de que las érminos mentales.
Los trastornos del espectro autista estas constituidos por cuatro niveles:
1. Trastornos de las funciones comunicativas:
Nivel 1. Ausencia de comunicación entendida como cualquier clase de relación intencionada con alguien, acerca de algo, que se realiza mediante empleo de significantes.
Nivel 2. La persona realiza actividades de pedir, mediante conductas de uso instrumental de personas, pero sin signos.
Nivel 3. Se realizan signos para pedir: pueden ser palabras, símbolos inactivos, gestos suspendidos, símbolos aprendidos en programas de comunicación, etc.
Nivel 4. Empleo de conductas comunicativas de declarar, comentar, etc., que no sólo buscan cambiar el mundo físico.
2. Trastornos cualitativos del lenguaje expresivo:
Nivel 1. Ausencia total del lenguaje expresivo. El mutismo puede ser total o funcional.
Nivel 2. El lenguaje es predominantemente ecolálico o compuesto de palabras sueltas.
Nivel 3. Lenguaje oracional.
Nivel 4. Lenguaje discursivo. Es posible la conversación, aunque tienda a ser lacónica.
3. Trastornos cualitativos del lenguaje receptivo:
Nivel 1. Sordera central.
Nivel 2. Asociación de enunciados verbales con conductas propias.
Nivel 3. Comprensión de enunciados.
Nivel 4. Capacidad de comprender planos conversacionales y discursivos del lenguaje.
Los trastornos del espectro autista estas constituidos por cuatro niveles:
1. Trastorno de las competencias de anticipación:
Nivel 1. Resistencia intensa a cambios y rígida adherencia a estímulos que se repiten de forma idéntica.
Nivel 2. Aparecen conductas anticipatorias simples en situaciones cotidianas muy habituales.
Nivel 3. La anticipación les permite un tratamiento más amplio de futuro: semana, vacaciones, escuela.
Nivel 4. La persona prefiere un orden claro y un ambiente previsible.
2. Trastorno de la flexibilidad mental y comportamental: Estereotipias motoras simples (balanceo, giros sobre sí mismos, giros y rotaciones de objetos):
Rituales simples acompañados de resistencia a cambios ambientales.
Rituales complejos (pautas invariables para ducharse, para comer). Contenidos obsesivos y limitados de pensamiento.
3. Trastornos del sentido de la actividad propia: Conductas sin meta. Acciones sin propósito alguno y que no se relacionan con los contextos en que se producen:
Sólo se realizan actividades funcionales ante consignas externas. Presencia de actividades con un cierto grado de autonomía y en las que no es necesario un control externo paso a paso.
Actividades complejas y de ciclo muy largo cuya meta precisa conoce aunque no la asimile con una perspectiva de futuro precisa.
Los trastornos del espectro autista estas constituidos por cuatro niveles:
1. Trastornos de la imaginación y de las capacidades de ficción:
Nivel 1. Ausencia completa de actividades que sugieran juego funcional o simbólico, así como de cualquier clase de expresiones de competencias de ficción.
Nivel 2. Presencia de juegos funcionales.
Nivel 3. Juego simbólico evocado, y rara vez por iniciativa propia.
Nivel 4. Capacidades complejas de ficción.
2. Trastornos de la imitación:
Nivel 1. Ausencia completa de conductas de imitación.
Nivel 2. Imitaciones motoras simples, evocadas. No hay imitación espontánea.
Nivel 3. Aparecen pautas de imitación espontánea, generalmente esporádicas y poco flexibles.
Nivel 4. Dificultad para guiarse por modelos personales internos.
3. Trastornos de la suspensión (la capacidad de hacer significantes):
Nivel 1. No se suspenden preacciones para crear gestos comunicativos.
Nivel 2. No se suspenden acciones instrumentales para crear símbolos inactivos.
Nivel 3. No se suspenden las propiedades reales de las cosas o situaciones para crear ficciones y juego de ficción.
Nivel 4. No se dejan en suspenso representaciones para crear o comprender metáforas o estados mentales ajenos o propios que no se corresponden con las realidades.
Se aísla o presenta inhibición social manifiesta. Tiene dificultades para hacer amigos o conservarlos. Alteración de la relación con los iguales, compañeros y amigos.
Presenta dificultad o escaso interés por jugar con otros niños.
Se observan aproximaciones inapropiadas para jugar (puede manifestar agresividad, interés por un juego de forma obsesiva, conductas disruptivas).
No cumple con las normas de clase: no coopera en las actividades, no hace intervenciones o las que hace resultan incoherentes.
Presenta habilidades limitadas para interpretar las normas socioculturales (por ejemplo, la forma de vestir).
No sabe jugar en grupo. Dificultades en la interpretación de las reglas del juego.
Su juego es solitario, repetitivo y con la misma secuencia.
Dificultad para comprender el lenguaje no verbal.
Trastorno mental y del comportamiento.
Reacciones desproporcionadas ante pequeños cambios (rigidez).
Trastorno por ansiedad: acciones repetidas y sin sentido, de las cuales no sabe prescindir (rituales compulsivos).
Dificultades de organización en espacios poco estructurados. Emite respuestas fuera de lugar. No es consciente de lo que sucede a su alrededor. Muestra impulsividad, oposicionismo, rabietas, rebeldía. Manifiesta conductas agresivas (autoagresiones y heteroagresiones).
Trastornos del ánimo: irritabilidad, euforia y excitación excesivas.
Miedos desproporcionados y persistentes limitativos de su vida cotidiana (fobias).
Crisis de ansiedad o indiferencia total ante el alejamiento de sus padres.
Exceso de movimiento, sin finalidad, en diferentes situaciones. Agitación o lentitud psicomotora, entre otros más.
De acuerdo con Marco, Grau y Presentación (2011), el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se define por una serie de disfunciones cognitivas y neuropsicológicas, las cuales, junto con las manifestaciones conductuales, tienen un amplio impacto en diversas áreas del desarrollo. En la actualidad, se considera que este trastorno, de naturaleza psicopatológica, afecta a lo largo de toda la vida y se caracteriza por una mayor presencia de conductas hiperactivas e impulsivas en los primeros años, mientras que en la adolescencia o edad adulta, las características más notables son la inatención y la falta de organización en la conducta.
Por otro lado, según la CIE-10, este síndrome llamado "trastorno de la actividad y la atención" forma parte del grupo de trastornos del comportamiento y las emociones que se inician en la infancia y la adolescencia. Es clasificado en el subgrupo de trastornos hipercinéticos, que incluye cuatro entidades diagnósticas distintas: el trastorno de la actividad y la atención, el trastorno hipercinético disocial, otros trastornos hipercinéticos y el trastorno hipercinético sin especificación. Aunque no hay un acuerdo total, ambos sistemas clasificatorios coinciden en los tres síntomas principales del trastorno (desatención, hiperactividad e impulsividad) y en su persistencia a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones.
Según Fiuza y Fernandez (2014), los niños que sufren de TDAH a menudo son catalogados como molestos, distraídos, o perezosos. Es crucial que los docentes comprendan qué es el TDAH para que puedan adoptar una perspectiva diferente sobre este problema. En este sentido, es fundamental que los profesores sean capaces de distinguir entre el comportamiento malicioso intencional y el comportamiento incontrolable involuntario (Ramírez, 2011). El comportamiento malicioso intencional es aquel que es decidido y causa problemas cuando los niños eligen no cumplir con lo que se les ha pedido. Por otro lado, el comportamiento incontrolable involuntario, que es una consecuencia del TDAH que el niño padece, también genera consecuencias no deseadas, que incluso pueden ser más difíciles de abordar.
No obstante, es importante reconocer que la mala conducta involuntaria, es causada por el TDAH, no debe pasarse por alto, sino que demanda la aplicación de enfoques educativos apropiados. Tanto los docentes como los padres deben implementar técnicas y estrategias adecuadas para abordar esta situación.
Dificultad para ordenar sus tareas. Problemas para mantener la atención hasta finalizar sus tareas.
Tiende a abandonar una actividad por otra al poco rato de haberla empezado.
Pierde u olvida cosas necesarias.
Parece no escuchar cuando se le habla. Olvida sus obligaciones cotidianas. Problemas para seleccionar lo importante.
Dificultades para prestar atención a dos estímulos alternativos o simultáneos. Evita tareas que requieren esfuerzo mental sostenido y/o grado de organización elevado.
Dificultades para pensar antes de actuar.
Responde a preguntas antes de que se le hayan acabado de formular.
Es poco previsor, le falta de planificación.
Dice cosas en momentos poco oportunos.
Dificultades para controlar sus emociones y pensamientos. Reacciones de ira/rabia ante pequeñas frustraciones o situaciones que percibe como amenazas.
Dificultades para esperar, guardar turno. Se inmiscuye en conversaciones, juegos o actividades de los demás.
Impaciente, dificultades para aplazar la gratificación inmediata.
Realiza movimientos frecuentes de pies y manos. Se mueve con frecuencia en su asiento.
Se levanta en situaciones en los que debería permanecer sentado.
Le cuesta entretenerse o dedicarse a actividades tranquilas. Prefiere los juegos y actividades movidos.
Va de un lugar a otro sin motivo aparente.
Puede verbalizar sensación de in- quietud interna a pesar de ser capaz de estarse quieto.
Act today for a better tomorrow - for us, our children, and the generations yet to come.
Habla excesiva o hace ruiditos con la boca o tararea.
A. Un patrón de enfado/humor irritable, argumentativo/desafiante o vengativo mantenido al menos durante seis meses, estando presentes al menos cuatro síntomas de las siguientes categorías:
Enfado/humor irritable
1. A menudo pierde los nervios.
2. Se molesta fácilmente.
3. A menudo se enfada.
4. A menudo discute con las figuras de autoridad o con los adultos si se trata de niños y adolescentes.
5. A menudo desafía o rehúsa cumplir con los requerimientos de las figuras de autoridad o con las normas.
6. A menudo molesta deliberadamente a otros.
7. A menudo culpa a otros de sus propios errores o conducta.
8. Ha sido vengativo al menos dos veces en los últimos seis meses.
NOTA: Para niños menores de cinco años, este comportamiento debería ocurrir la mayoría de los días dentro de un período de al menos seis meses. Para individuos de cinco años o mayores, el comportamiento debería ocurrir al menos una vez por semana durante al menos seis meses.
B. La alteración de la conducta se asocia a malestar en el individuo o en otros sujetos de su entorno próximo (familia, grupo de amigos, etc.) y/o produce un impacto negativo en su funcionamiento social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes.
C. Los comportamientos no ocurren en el transcurso de un trastorno psicótico, trastorno bipolar, depresivo o asociado al uso de sustancias, ni tampoco asociado a un trastorno disruptivo del ánimo. Se identifican tres niveles:
Nivel medio: los síntomas se restringen a un solo ámbito (casa, escuela, trabajo o grupo de amigos).
Nivel moderado: algunos síntomas se presentan en al menos dos ámbitos.
Nivel severo: algunos síntomas se ámbitos.
Fiuza, M., & Fernández, M. (2014). Dificultades de aprendizaje y trastornos del desarrollo.
(Primera ed.). Madrid: Ediciones Pirámide.
Revista digital Realizada el 30/07/2023
Autor: Elfer Oliver Tillaguango Tillaguango.