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Constelaciones mistralianas
Citlalli Romero
Al lugar de mi devenir poético, Chile.
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Existen en la bóveda celeste enormes masas de gas incandescente que brillan con luz propia. A lo largo de la historia su centelleo ha despertado el imaginario del ser humano. Si miramos el firmamento nos parecerá que muchas de estas estrellas están agrupadas, incluso algunos encontrarán que forman figuras de objetos, animales o personajes mitológicos. Pienso en los mapuches que llamaban Melipal a la Cruz del Sur, pues les recordaba la huella de un ñandú. Algunas de las estrellas que componen las constelaciones no están relacionadas entre sí, ni siquiera tienen un vínculo físico, pues se encuentran a años luz de distancia. Aunque puede haber excepciones y tener vínculos gravitatorios entre sí.
Finalmente, la proximidad entre ellas, atiende más a un efecto de perspectiva. Las constelaciones han servido por años para ubicar fácil y rápidamente a las estrellas en el cielo, para orientar a los viajeros por mar o tierra. Se les puede agrupar incluso de acuerdo a la figura que representan. Permítaseme entonces retomar lo antes mencionado como una analogía en el campo de la literatura, donde los teóricos, especialistas e incluso aficionados, como estrellas, forman figuras en torno a la obra de autores literarios. Cada uno brillando con luz propia, orientando a los que buscamos el camino trazado por los autores y sus obras. Es así como me gusta pensar mi recorrido en la obra de Gabriela Mistral.
Y es que pensar en constelaciones no es fortuito, la misma Gabriela Mistral solía mencionar algunas en sus poemas, basta recordar “Dos canciones del zodiaco” y “Recado de nacimiento para Chile”. Pero ahora estoy muy lejos de comenzar a teorizar sobre este par de poemas. De hecho, quisiera si así me es permitido, bajarme del academicismo y simplemente como una poeta que lee a los grandes que nos precedieron, dar cuenta de mi recorrido en torno a la obra de la autora. Mentiría entonces si digo que mi primer acercamiento a Mistral fue con la lectura del par de poemas antes mencionados. En realidad, las lecturas fluyeron de manera distinta dejándome largo rato pasmada en un sitio.
El primer poemario que leí de Mistral fue Tala. Logré descargarlo de una página maravillosa, llamada Memoria Chilena. Al abrir el archivo, tremenda sorpresa, porque el libro viene con dedicatoria “a Palma Guillén, y en ella, a la piedad de la mujer mexicana”. Entonces mi primer sobresalto se hizo presente ¿Un libro publicado por la editorial argentina Sur? ¿Dedicado a Palma Guillén y a la piedad de la mujer mexicana? ¿Qué tuvo que pasar para que Mistral llegara a ello? Fueron preguntas que a pesar de la conmoción que me ocasionaron los versos siguientes, no dejaron de acompañarme. Entonces comencé a buscar información sobre Palma Guillén. Y en el catálogo de la Enciclopedia de la Literatura en México, ahí la fui a encontrar. Una semblanza breve donde es destacada como la primera mujer que obtuvo un alto rango diplomático, Ministra Consejera de México en la Habana, colaboradora de José Vasconcelos. Amiga de Gabriela Mistral. Después de leer esto último pareciera que la curiosidad habría sido saciada.
Tiempo después buscando libros en línea sobre literatura chilena, encontré una antología de Gabriela Mistral titulada Poesía Reunida, con selección y prólogo de Jaime Quezada. Fue en esta antología donde leí por primera vez “Recado de nacimiento para Chile”. Pronto pude darme cuenta de algunas cosas: Con 4 poemarios ganó el Nobel. Poemario que más me gusta: Desolación. Poema favorito “Interrogaciones”. Algunos poemas están muy cerca del lenguaje místico, incluso de algunos símbolos como el agua, el fuego y la fuente, éste último incluso me remitió a San Juan de la Cruz.
Otros me han llevado a pasajes bíblicos como a Lucas 15: 11-32, mejor conocido como, la parábola del Hijo Pródigo. ¿Será que algunos poemas podrían estar cerca del arrebato místico? Pero sobre todo lo dicho anteriormente, la antología editada por el Fondo de Cultura Económica, realizada por Jaime Quezada, tiene numerosas dedicatorias, muchos de los personajes aludidos en ellas, son mexicanos. Incluso hay un punto donde México es un tema recurrente. Aparecen personajes como Tlaloc, Huitzilopochtli, Quetzalcóatl y el maíz.
Así que ante este panorama y bien lejos del arrebato místico, decidí darle vuelta a mi antiguo correteo por la vía de la mística y buscar cada nombre de aquel que aparecía en las dedicatorias, encontré a Amalia González Caballero de Castillo Ledón, ensayista, dramaturga y primera mujer embajadora de México. A la poeta Emma Godoy. A la escritora y feminista Adela Formoso de Obregón, fundadora del Ateneo Mexicano de mujeres. Nombres que, de alguna manera, a las mexicanas, se nos han ocultado.
Por esos días y un poco contagiada por la lectura del teórico mexicano Alejandro Higashi, quien dedica todo un estudio a las antologías realizadas en México, en lo que él denomina como la “era de la tradición de la ruptura”, recuerdo que en algún punto de su análisis menciona que las antologías suelen tener un fin específico: “modificar o no el canon, hacer justicia histórica a una generación, ajustes de cuentas, proyectos comerciales o consolidar la identidad literaria de un país”.
Y un poco provocada también por aquella afirmación donde sostiene que: “la antología se erige como una portentosa herramienta de lectura PARA NO LEER: una antología señala lo que debe leerse y deja fuera todo lo demás, de manera que se vuelve un camino seguro para el público lector más perezoso o más pasivo”. Me veo impulsada por un lado a no quedarme en ese plano que Higashi denomina como pasivo y perezoso, y por el otro ante las preguntas: ¿qué fue lo que pasó entre Mistral y México?
Es entonces cuando decido dar el salto y comienzo a buscar lecturas que atiendan únicamente a mi curiosidad sobre la relación entre Mistral y México. Varios autores se hicieron presentes, Pedro Pablo Zegers con su estudio Gabriela y México, Alfonso Calderón y su antología titulada Croquis Mexicanos, obras a las que, hasta el día de hoy, lamentablemente no he tenido acceso. Sin rendirme seguí mi búsqueda por el catálogo de la Biblioteca central de la UNAM, fue ahí donde encontré el estudio realizado por la Dra. Carla Ulloa Inostroza.
Así es como empiezo a dilucidar el periodo de Mistral en México. Viajó en 1922, por iniciativa de José Vasconcelos e invitada por el que fuese en ese momento el presidente, Álvaro Obregón, en calidad de invitada de honor y funcionaria de la Secretaría de Educación. Llegó acompañada de la escultora Laura Rodig y la profesora normalista Amantina Ruiz.
Fue recibida en el puerto de Veracruz por Palma Guillén y el poeta mexicano Jaime Torres Bodet. Si los cálculos no me fallan Mistral en ese entonces tendría 33 años aproximadamente. A partir de ese momento Gabriela Mistral no paró, salvo pocas ocasiones, por el trabajo que había adquirido como funcionaria de la Secretaría de Educación. Fue conferencista invitada en la Universidad Nacional, inauguró numerosas bibliotecas en varios puntos de la república mexicana. Incluso se creó una escuela hogar para mujeres que llevaba su nombre.
Cabe mencionar que, en la actualidad, en México, son numerosas las escuelas que lo llevan. Alfonso Caso le ofreció ser catedrática de la Universidad Nacional, puesto que Mistral rechazó. Durante su estancia en México, Mistral logró la publicación en Nueva York de Desolación, compiló y publicó Lecturas para mujeres y escribió en Michoacán parte de la biografía de Francisco de Asís titulada Motivos de San Francisco
La Dra. Ulloa en su análisis da cuenta de la manera en la que Mistral se va construyendo como intelectual en el campo cultural mexicano, así como de las redes que va tejiendo con poetas y diplomáticos, tiempo antes del arribo de la poeta a México. Destaca la correspondencia como una herramienta fundamental para lograrlo. Entiendo que el objetivo de la investigación de la Dra. Ulloa sea el antes mencionado, además de demostrar cómo fue que México tuvo un papel clave para el desarrollo de Mistral como poeta. Pero debo reconocer que hay un punto en la investigación que me retiene con avidez en el tema Mistral/ México.
Es justo aquel donde reconoce a Gabriela Mistral como propagandista del gobierno de Álvaro Obregón. Llegada a este punto busco casi con desesperación Lecturas para Mujeres, porque la curiosidad de saber qué es lo que Palma Guillen pudo haber escrito sobre Mistral no me deja.
Una vez adquirido en la librería Porrúa, el tomo de Lecturas para Mujeres, leo la breve semblanza que Palma Guillén nos brinda de José Vasconcelos y su labor como creador de la Secretaría de
Educación, institución que hasta el día de hoy existe. Guillén nos describe a un Vasconcelos cerca de los 40 años, entusiasmado por la llegada al poder de un gobierno “revolucionario”, lejos de los ideales de la dictadura porfirista y la represión de la milicia.
¿Y cuando Guillén nos habla de Gabriela? ¡Desconcierto! porque la describe como presumida, mal vestida y atemorizada. Por lo menos no era lo que yo esperaba leer después de varios documentales vistos en línea donde incluso las relacionan amorosamente. Se reconoce Guillén tan distinta de Gabriela Mistral, ella más cerca de Europa y a Mistral era América Latina lo que le importaba. Aunque a Guillén siempre se le asoció como su secretaria, por los menos, en este texto introductorio a Lecturas para mujeres, ella se desconoce como tal.
Más adelante el tono cambia, reconoce a Mistral como una gran poeta, con la que logró entablar un vínculo de confianza, casi como de familia. Guillén nos narra también un poco sus travesías a lado de Mistral por Pachuca, Puebla, Atlixco, Pátzcuaro, Zamora, Oaxaca, lugares a los que asistían para cubrir programas de alfabetización. Algunas veces se hospedaban en las mejores casas de la región, otras en casas de asistencia u hoteles. De este texto lo que más llama mi atención es que Palma Guillén refiere un trabajo arduo en México que no fue muy bien recibido por cierto sector perteneciente a la docencia, incluso por algunos intelectuales mexicanos, quienes cuestionaban que la labor realizada por Mistral, fuese llevada a cabo justamente por una extranjera.
Esta inconformidad es referida en la Introducción que Gabriela Mistral escribió para Lecturas para Mujeres. En el primer párrafo declara que la antología realizada fue encargo de la Secretaría de Educación de México, trabajo que le correspondía a los maestros nacionales y no a una extranjera. Justifica su trabajo declarando que la recopilación ha sido únicamente para las alumnas que cursan en la escuela hogar que lleva su nombre, quienes no cursarán ni podrán tener acceso a las humanidades en alguna otra parte que no sea a partir de la literatura. Finalmente da cuenta de la estructura del libro dando un breve resumen del contenido de cada uno de los apartados que lo componen.
Entre los autores integrados en este libro podemos encontrar a Tagore, Romain Roland, nombres que no dejan de remitirme a la mística; Baudelaire, Amado Nervo, José Enrique Rodó, Lugones, Michelet, Ada Negri, Giovanni Papini, María Monvel, Sor Juana y María Enriqueta Camarillo, quien fuese nominada al premio Nobel en 1951, hago hincapié en ello porque en México siempre se nos enseña que el Nobel lo ganó un hombre, pero rara vez nos hablan de las mujeres que también contribuyeron a la literatura mexicana.
En Lecturas para Mujeres de nuevo México es tema, incluso hay todo un apartado, titulado México y la América Española. Cabe destacar que en la introducción de esta antología Mistral declara que, a pesar de procurar una inmersión en el pensamiento y la sensibilidad mexicana, no lo logra, sin embargo textos como el de “Silueta de la india mexicana” me parecen tan alejados de esa declaración. Basta con leer la descripción que Mistral hace del rebozo.
No puedo evitar hablar del retrato que hace de Sor Juana Inés de la Cruz a la que compara con San Francisco de Asís y Santa Teresa, me parece un tono y estilo casi similar al de Motivos de San Francisco En este punto ya puedo tener la certeza de que Gabriela Mistral sabía bien de lo que hablaba cuando usaba el término místico, pues sostiene: “El místico es, casi siempre, mitad ardor y mitad confusión; es el hombre que entra como en una nube ardiente que lo lleva arrebatado. […] El místico cree que es la intuición la única ventana abierta sobre la verdad, y baja los párpados, desdeñoso de analizar, porque el mundo de las formas es el de las apariencias.”
Pero había dicho ya antes que le daría vuelta a mi antiguo correteo por la mística, así que no lo abordaré más, por lo menos no por el momento. Regresemos entonces a la labor de Mistral desempeñada en México. Leer los textos introductorios de Lecturas para Mujeres, me deja nuevas interrogantes ¿Por qué una antología como Lecturas para Mujeres causó tanta polémica? ¿De dónde venía el descontento porque Mistral elaborara la antología y desempeñara el cargo que Obregón y Vasconcelos le habían designado?
Esto me lleva inevitablemente a darme cuenta que hasta el momento he leído de manera descontextualizada. Es decir, había estado tan absorta en la obra de Mistral que no había reparado ni tantito en preguntarme ¿Cuál fue el México al que Gabriela Mistral se enfrentó? He mencionado con anterioridad que Palma Guillén nos describía a un Vasconcelos entusiasmado por la llegada de un gobierno revolucionario, lejano a los ideales porfiristas y lejos de la represión militar. Pues bien, esto es debido a que con anterioridad el país se había visto tomado por el que inicialmente fue nombrado como presidente Porfirio Díaz, quien, a base de golpes militares, reelaboraciones de apartados de la constitución y represión militar logró mantenerse en el poder durante los años de 1892 hasta 1910.
Este periodo se caracterizó además por la búsqueda de una identidad nacional y por uno que buscaba la construcción de un Estado. Sin embargo lo que premió fueron los saqueos de tierras, abuso de terratenientes a sus trabajadores, a los que tenían casi en calidad de esclavos, deportación de indígenas del norte hacia el sur del país para obligarlos a trabajar en plantaciones; movimientos armados a pequeña y gran escala, represión periodística; y fusilamiento de los opositores al régimen, amenazas constantes de invasión del país vecino, lo que llevó a procurar las relaciones diplomáticas con países como Francia, Inglaterra y Japón.
Una vez terminado el porfiriato, sus opositores vieron la oportunidad para poder destruir el Estado oligárquico. Pues hasta ese momento habían sido únicamente las altas esferas o los militares quienes decidían cómo manejar al país. haciendo a un lado a cierto sector de intelectuales y una clase media que venía naciendo. Se dejaba en manos de un grupo denominado como “Los científicos” los cuales tenían habilidad para fomentar la economía y sus relaciones con empresarios, banqueros e inversionistas, seguidores de los preceptos de la filosofía positivista, pero con nulo contacto y mucho menos empatía con el pueblo.
Fue entonces que estalló la Revolución mexicana y figuras como Francisco I. Madero vieron la oportunidad de la consolidación de un nuevo tipo de Estado. Madero logró instaurarse en la presidencia apoyado por varios sectores de obreros, campesinos e intelectuales. Eso no lo eximió de que durante su mandato no hubiese enfrentamientos violentos contra él, aún quedaban muchos seguidores del porfiriato, militares que buscaban su puesto y campesinos que protestaban ante tanta violencia y pobreza vivida durante y después del porfiriato.
En 1913 Madero fue destituido por un golpe de estado al que todo mexicano reconoce como “La decena Trágica”, efectuado por el defensor del porfiriato Victoriano Huerta. El proyecto de la construcción de un estado democrático se vio truncado. Al llegar al poder, muchos factores jugaron en contra de Huerta y uno de ellos fue que su gobierno no fue reconocido por Estados Unidos. Su gran opositor fue Venustiano Carranza quien se organizó con caudillos de la talla de Francisco Villa, militares como Álvaro Obregón y Pablo González Huerta para derrocar a su adversario.
Bajo tanta presión los seguidores de Victoriano Huerta abandonaron sus puestos, en su lugar se quedaron las clases medias no huertistas cuya labor fue la de reconstruir los gobiernos locales. Fue así como estas clases medias pudieron acceder al poder. Venustiano Carranza llegó a la presidencia en 1916, con el proyecto de una nueva constitución que se proclamaría en 1917. Dicha constitución apelaba a la construcción de un país que buscaba terminar con la idea neocolonial.
Carranza fue asesinado en 1920, el mismo año en el que comenzó la campaña electoral de Álvaro Obregón, quien buscaba alianzas con los sectores populares y la clase media, si bien el Estado naciente no resultó democrático, si tuvo una identidad nacionalista. El reto de Obregón fue diseñar y consolidar la nueva identidad cultural del país. No es sino hasta 1921 que comienza esta reconstrucción social. Obregón entonces se apoyó en intelectuales como Vasconcelos, quien había estado exiliado durante el gobierno de Carranza por ser opositor.
En 1918 Carranza suprimió el Ministerio de Instrucción Pública. Con la llegada de Obregón Vasconcelos vio la oportunidad de volver al país, restituir el antiguo Ministerio y presentar su proyecto con el nombre de Secretaría de Educación Pública. El proyecto de Vasconcelos se componía de tres departamentos fundamentales: Escolar, Bibliotecas y archivos, Bellas artes. Uno de sus objetivos fue el de poner la edición de los clásicos al alcance de la mayor parte de la población, hasta el más recóndito lugar del país, para ello sería fundamental la creación de bibliotecas y el apoyo de artistas e intelectuales.

El mismo Vasconcelos en sus memorias, sostiene que la iniciativa de los clásicos al alcance del pueblo, la había retomado de personajes como Anatoli Vasílievich Lunacharsky y Máximo Gorki. La aspiración de Vasconcelos fue: hacer de México una
Metrópoli del Continente latino; una Atenas, no por la ridícula pretensión de emular a la antigua, sino por el amor a la cultura y por la liberalidad, la hospitalidad para el talento extranjero. Así es como Vasconcelos decide invitar a Mistral a México, y a quien le encargaría la tarea de elaborar esas antologías de clásicos que tendrían que difundirse hasta en lo más recóndito del país, además de formar parte de jornadas de alfabetización.
En 1924, poco antes de la salida de Obregón del país, Gabriela Mistral partió de México. No regresaría hasta 1958, en calidad de cónsul, invitada por Jaime Torres Bodet quien gestionaba la SEP y el presidente Manuel Ávila Camacho. Mistral permaneció dos años en México y vivió en Veracruz. Muchas cosas acerca de la primera y la segunda estancia de Mistral, se quedan aún en el tintero. Me quedan demasiadas lecturas por delante, pero por el momento podría compartir las primeras conclusiones a las que he llegado:
La gran labor de Mistral llevada a cabo en México, además de aquella que ya conocemos como colaboradora de Vasconcelos, fue también la de difusora de la obra literaria de escritoras mexicanas como el caso de María Enriqueta Camarillo. Me atrevo a pensar a Mistral no sólo como propagandista del gobierno de Obregón, sino como un agente que contribuye en la creación de un nuevo Estado mexicano, el cual se verá drásticamente modificado, por lo menos en el ámbito de la educación con la llegada de Plutarco Elías Calles a la presidencia.
En el campo literario y siguiendo un poco el argumento de Higashi, puedo reconocer Lecturas para Mujeres como una antología que sirve, o por lo menos pretende, consolidar la identidad literaria de un país, por lo menos quizá es así como lo planeaba Vasconcelos. Finalmente percibo a Gabriela Mistral como una forma de reconectar con la historia y literatura de mi país, recordándome los fuertes lazos, incluso diplomáticos que hasta el día de hoy existen entre Chile y México.
Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño Rector
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