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Opi nión

ARTÍCULO:

Cuando la familia no es el hogar

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La mayor parte de los problemas que la gente padece se gestaron en su familia de origen. Hay varios factores en juego. Uno es el ambiente en el que se desenvuelve la familia. Su cultura y costumbres y cómo alteran el flujo de las emociones y la identidad. El nivel económico y cómo repercute en la unión familiar. Padres ausentes porque están todo el día trabajando, parejas separadas por las jornadas diarias o falta de convivencia por sus ocupaciones pueden tener un gran impacto.

Otro factor es el desempeño particular de cada rol y si cumple adecuadamente con su función. La madre que acoge y posibilita el desarrollo emocional, mental y físico de los hijos. El padre que garantiza la estabilidad de la madre y mantiene la cobertura del hogar. Los hermanos/as que son solidarios y conectan para integrarse en la familia. Los abuelos y los tíos que aman y ayudan sin meterse ni tratar de generar preferencia en sus hijos.

El carácter de cada uno de los miembros, de manera más fundamental los padres; si tienen vicios o adicciones, si hay violencia. Si hay enfermos o personas discapacitadas. Si hay machismo y sumisión o un matriarcado con hombres débiles de carácter. Si hay pereza y falta de compromiso para cubrir las necesidades. Si hay narcisismo o el concentrarse egoístamente en el bienestar personal. Que los miembros heridos emocionalmente ya estén trabajando en su recuperación y no “le carguen el muerto a nadie”.

Tiempo y recursos para tener momentos de esparcimiento, diversión en el marco de la unión familiar como el foco más nutricio de cualquier actividad. Conectar de corazón con respeto y con solidaridad, buscando que todos se sientan integrados y de allí definan su identidad e incluso su lealtad a la familia. De este modo la familia es siempre el refugio y el lugar para cargarse de energía y motivación para seguir en la vida.

Como sólo en un mundo utópico se dan todos estos factores de manera adecuada. Sabemos que cuando esto no ocurre, la familia se vuelve de todos modos “un hogar”. Es decir, muchas personas viven situaciones negativas en sus relaciones porque reproducen lo que vivieron en su casa y cómo tenía ciertas anomalías pues también las repiten en sus relaciones. Lo ideal sería superarlas, pero para ello hay que identificarlas y ello puede cuestionar el amor que se tiene a la familia. Las lealtades enfermas deben desaparecer aún a costa de producir crisis. Estas deben poder dar distancia a los miembros de la familia, para que cada quien desarrolle su individualidad y la posibilidad de crecer y mejorar.

Hay matrimonios que se hicieron al vapor por huir de casa. Hay relaciones que nunca fraguan porque la familia se mete. Hay

Estrategia en el aula

AAnivel nacional, más de 112 millones de estudiantes cursan el nivel de educación básica y media superior, justo en el rango de edad donde es necesario redoblar los esfuerzos para atenderlos, escucharlos, observarlos, orientarlos y prevenirlos sobre el real peligro que para su presente y futuro implica la adicción a las drogas.

La tarea se antoja titánica si consideramos que, además de su familia y entorno, esas y esos jóvenes son miembros de comunidades tan complejas y dispares como son las más de 62 mil escuelas que funcionan en el país.

Sin embargo, para esa noble tarea, las familias y autoridades tienen un valioso aliado: los más de 82 mil docentes que diariamente mantienen un contacto con ellos y ellas.

Así y ante el creciente consumo de enervantes por parte de menores y jóvenes, la Secretaría de Educación Pública del Gobierno federal lanzó un ambicioso e interesante plan de acción: “Estrategia en el aula: prevención de adicciones”. Nuestra Universidad de Colima, al integrar su matrícula con estudiantes de bachillerato y licenciatura, con edades de entre los 15 a los 22 años, fue invitada a sumarse.

El Gobierno de México destaca que “Estrategia en el aula: prevención de adicciones” tiene “el objetivo de instrumentar acciones en el aula y una campaña de difusión que contribuyan a la prevención del consumo de drogas entre estudiantes de secundaria y de educación media superior, a través de espacios de reflexión y mensajes de comunicación asertivos”.

Cabe recordar que, en nuestro país, la edad media en el inicio de consumo de drogas, legales o ilegales, es de 13 años. Por supuesto, en ese rango, el impacto de una adicción afecta al desarrollo integral de la persona, su desempeño académico, estabilidad y bienestar.

En la Universidad de Colima somos muy conscientes de que las adicciones tienen siempre en la mira a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, uno de los sectores de la población altamente vulnerable. Sus consecuencias son desastrosas: abandono escolar, conductas violentas o ilegales, enfermedades contagiosas y una posible muerte temprana.

Como institución educativa pública, la UdeC entiende que es necesario hacer un esfuerzo importante en contra de las drogas, especialmente desde las aulas, espacios donde a las y los alumnos les podemos compartir información básica de lo que puede implicar y las repercusiones de una adicción. Formemos parte de ese gran dique nacional de contención.

Cuando la familia

madres que no sueltan a sus hijos y viven eternamente como niños. Hay padres que siguen queriendo tener el liderazgo de sus hijos cuando ya son “harina de otro costal”. Entonces es cuando la familia no es el hogar, el verdadero hogar. Sino una prisión, un manicomio, un juzgado, una casa de huéspedes, una mansión con sirvientes (los padres), un antro por los vicios y la infidelidad o un monasterio por la mojigatería y la falta de conexión con el gozo de la vida.

En la psicoterapia atendemos a las víctimas de cada hogar que no lo fue, hasta recuperar lo bueno y elegir perdonar, ayudar o simplemente renunciar a la parte que no ha crecido o que entorpece la autonomía, la libertad para ser y la felicidad en armonía con todos.

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ARTÍCULO:

Por Marcial Aviña Iglesias

La comida ancestral

Cartón de Rima

Siempre he dicho y continuaré diciendo que a pesar de los avances tecnológicos, continuamos realizando rituales como lo hacían nuestros antepasados, entre los que se cuenta el culto del maíz, uno de los más antiguos, que según leyendas aztecas, este cereal fue un regalo de Quetzalcóatl, y en agradecimiento a tan rico legado, se realizaban varios actos ceremoniales en honor de quien les había proporcionado alimentación, pero como su idiosincrasia religiosa era politeísta, además de la citada deidad, tenían otro titipuchal de dioses a quienes venerar.

¡Híjole, creo que les voy a arruinar la inocente idea del 30 de abril! Resulta que después de la siembra, para hacer exacto durante el mes de abril, que para ellos en su calendario era el cuarto mes denominado Huey Tozoztli , acá para los hispanohablantes equivale a La Gran Vigilia -si no creen lo que escribo, consulten el Códice Borbónico -, durante la cual se sacrificaban infantes – ¡no manches! Tal cual lo lee, chavitos de 4 años,

Los amos del suspenso

como ofrenda a Tláloc para que lloviera y permitiera crecer las milpas.

En la actualidad, los chiquitines son amos y dueños del hogar, pero seguimos haciendo de la comida y el maíz un culto, incluso nos resultan aburridísimos esos convivios en donde ni una charola de churritos nos ofrecen, pero sí consideramos todo unos pachangones , aquellos en los que se ofrecen banquetes, de esos que incluyen botanitas, calmantes, entremeses, además, como todo evento bonito y coquetón, concluyen con el plato fuerte, una vez degustada toda esa comida, solamente existen 2 cosas que permiten prolongar ese ritual, hablar mal de los que no están en la mesa o que se siga ofreciendo más manducatoria.

Y así tenemos festejos desde los llamados “BBC” (bodas, bautismos y comuniones), así como las cenas navideñas y de fin de año -que, por cierto fueron inventadas por Charles Dickens al hacer mención de ellas en algunos de sus libros-, y en un México en donde las familias no escatiman sus gastos cuando de comer se trata, que gracias a ello, a nivel Latinoamérica nuestro país ocupa el vergonzoso primer lugar en desperdicio de comida per cápita por año, y el segundo sitio en toneladas de alimento desechado por los hogares, de acuerdo al Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas, nos hacemos de la vista gorda y cultivamos esa orgía ancestral del paladar como sopitos picaditos, sopes gordos, tostadas de pata, trompa y oreja, enchiladas dulces o saladas, flautas, tacos doraditos y sin faltar ese manjar gastronómico herencia prehispánica a nivel correcto… momento no se trata del pozole, sino el tamal que para los aztecas resultaba emblemático, en donde la masa con la que se elaboran representaba la piel, el relleno los huesos y las hojas de elote con las que se envuelve las vestiduras, ya para concluir les proporciono otro dato, los tamales salados representaban a los vivos, mientras que los dulces eran para los muertos, ¡buen provecho!

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