Eliminación de la violencia contra la mujer

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Ernesto Viamonte Lucientes

ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

UN PASEO POR LA HISTORIA, UN PASEO POR LA VIDA. La literatura, como el cine y tantas otras artes, suele reflejar la realidad, aunque esta en ocasiones no nos agrade. A menudo, cuando leemos un cuento o una novela nos frotamos los ojos y nos preguntamos ¿pero esto fue así o es imaginación del autor? Es lo que nos ocurre al leer historias del pasado y ver cómo los hombres tratan

-¿o quizás podamos decir trataban?- a las mujeres. Los

romances, cuentos, leyendas, novelas son espejos donde podemos ver nuestros comportamientos, y entre ellos está la violencia que los hombres hemos ejercido contra las mujeres desde que el mundo es mundo. En un romance medieval, el de Bernal Francés, se ve cómo la mujer es castigada por su marido por serle infiel. Observa el castigo:

Mujer: - ¿Quién a mi puerta a estas horas? Yo no me levanto a abrir. Hombre: - Tu buen francés soy, señora, a quien le sueles abrir. Mujer: - Levántate, mi criada, levántate y vete a abrir. Criada: - Levántese usted, mi ama, que con usted ha de dormir. Narrador: Se levantó en saya1 blanca, justillo2 de carmesí3, al desatrancar la puerta se le ha apagado el candil. Mujer: - ¡Quien ha apagado mi luz me quiere muy mal a mí! Narrador: Le ha cogido de la mano, se lo ha llevado al jardín, le ha lavado pies y manos con hojas de toronjil 4, lo ha cogido de la mano, se lo ha llevado a dormir. A eso de media noche estas palabras le oí: Mujer: - ¿Qué tienes, mi buen francés, que no sueles ser así?, si temes a la justicia, mi padre es el alguacil; 1

Falda utilizada como ropa interior. Especie de blusa sin mangas y muy ceñida al cuerpo. 3 Rojo grana. 4 Planta olorosa. 2


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si temes a mi marido, está muy lejos de aquí. Hombre: - Ni le temo a la justicia, ni a tu padre el alguacil. ni tampoco a tu marido, que lo tienes junto a ti. Mujer: - Pícara lengua mía, ¿qué te has dejado decir? Hombre: - Gargantilla colorada, niña, tengo para ti, Ya puedes rezar el credo, que pronto vas a morir.

Este comportamiento, claro, nos parece muy lejano. Pensamos, bueno, eso ocurrió en la Edad Media. Pero lo cierto es que historias así se han mantenido, al menos en algunos lugares, hasta nuestros días. Historias que, recuérdalo, reflejan lo que ocurría. Pero tenemos que pensar que además de relatar hechos reales, el que se contasen narraciones como esas durante siglos llevaba a ver como natural los hechos que allí sucedían. De tal manera que si la mujer era infiel, el marido tenía el derecho de matarla. Cosa que sucedió en nuestro país en la Edad Media, sí, pero ¿hasta cuándo piensas que eso se permitió? No sé si sabes lo que es un Código Penal. Se trata de un conjunto de leyes mediante las que se intenta fijar lo que se considera falta y delito, las personas responsables de cometerlos y las penas que se han de aplicar. Todos los estados evolucionados tienen códigos penales. En España el primero es de 1822. En él se recogía que el marido que tuviera esposa adúltera o el padre que tuviera hija en similar caso podría matar a la fémina por haber manchado su honor. Posteriormente otros códigos penales mantuvieron tal barbaridad. Y hasta el de 1944, que es el que ha estado vigente durante la segunda mitad del siglo XX en España, decía que el marido podía matar a su mujer infiel y que como castigo tendría que ser desterrado, es decir, irse de su localidad; pero que si la agredía sin llegar a matarla, quedaba sin castigo alguno. No sé si te das cuenta de que este Código Penal estaba vigente


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cuando tus abuelos eran jóvenes o cuando nacieron tus padres, no en la Edad Media. Como ves, hasta hace no muchos años la mujer se ha visto totalmente desamparada, incluso ante las leyes. Y no era necesario que la mujer fuese infiel al marido. La mujer no recibía el mismo trato que el hombre en ningún terreno. Piensa, por ejemplo, que durante buena parte de la dictadura franquista (1939-1975), para abrir una cuenta corriente en un banco o caja de ahorros, una mujer tenía que ir acompañada de su marido o de su padre para que autorizasen la operación. Y es que la mujer estaba supeditada totalmente al hombre y, siendo así, pasaba a ser como una propiedad suya, y todos sabemos que con lo nuestro podemos hacer lo que nos venga en gana. Es por eso que no era nada infrecuente que los maridos maltratasen a sus parejas.

SUMA Y SIGUE. Lee estos dos textos: La señora Fink estaba de visita en el departamento de la señora Cassidy, que vivía en el piso de abajo. - ¿Verdad que es hermoso? –dijo la señora Cassidy. Volvió orgullosamente la cara para que su amiga la viera. Uno de sus ojos estaba casi cerrado, y a su alrededor

se

veía

una

gran

magulladura de un púrpura verdoso. Su labio estaba cortado y sangraba un poco, y a ambos lados de su cuello había rojas marcas de dedos. - Mi marido no pensaría siquiera hacerme eso –dijo la señora Fink disimulando su envidia. - Yo no soportaría a un hombre que no me pegara por lo menos una vez por semana –declaró la señora Cassidy-. Eso revela que la aprecia a una.


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Este es el comienzo de un cuento de los maestros norteamericanos del relato corto de entre siglos (XIX-XX), O´Henry. La narración se titula <Una tragedia en Harlem> y forma parte de sus Cuentos de Nueva York.

Gurov no había cumplido todavía los cuarenta años, pero tenía ya una hija de doce y dos hijos colegiales. Se había casado muy joven, cuando aún era estudiante de segundo año, y ahora su esposa parecía dos veces mayor que él. Era esta una mujer alta, de oscuras cejas, porte rígido, importante y grave, y se llamaba a sí misma intelectual. Leía mucho, no escribía cartas y llamaba a su marido Dimitri, en lugar de Dimitrii. Él, por su parte, la consideraba de corta inteligencia, estrecha de miras y falta de gracia, por lo que, temiéndola, no le agradaba mucho permanecer en el hogar. Hacía mucho tiempo que había empezado a engañarla con frecuencia, siendo sin duda esa la causa de que casi siempre hablara mal de las mujeres. Cuando en su presencia se aludía a ellas, exclamaba: - ¡Raza inferior!

Este es casi el comienzo del que se considera el gran maestro universal del relato corto, Chéjov. La narración se titula <La dama del perrito>. Ambas citas, las de O´Henry y la de Chéjov, nos dan una visión de la mujer que ahora nos puede parecer ajena, pero que sin duda respondía a la realidad: la mujer se veía como un ser inferior al hombre, a la que se podía maltratar. Se le veía como una propiedad del varón. En realidad, como ves, cuando la sociedad se preocupa por acabar con la violencia de género está intentando terminar con una práctica que ha sido considerada como <natural> por una buena parte de la humanidad a través de su historia. Creo que vas a entender lo que quiero decir con un ejemplo. Tal vez tú no sepas lo que es una <huelga a la japonesa>. Si le preguntas a tus padres o a algunos de tus profesores te dirán que es lo que se realiza en Japón cuando hacen huelga: si aquí cuando vamos a la huelga dejamos de trabajar, allí hacen lo contrario, trabajan más y más y más. A cualquiera que se lo preguntes te lo dirá. Es algo que todos los adultos sabemos. Es una expresión que oirás a menudo, fíjate. Sin embargo esa creencia es TOTALMENTE FALSA. No es cierto que en Japón se


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haga eso. Allí se hacen huelgas, pocas, es verdad, pero como las nuestras. No se sabe de dónde ha salido la idea falsa que todos nos creemos. Algo similar ha ocurrido con la idea sobre las mujeres a lo largo de las historia. En muchas civilizaciones se les ha creído como inferiores, como supeditadas al hombre. Piensa, sin ir demasiado lejos, que Eva, para la tradición cristiana, nace de una costilla de Adán. Que el gran Platón les dedicó las cuatro emes: <Mujer es Mala Muerte del Marido>. Que Demócrito, hombre alto y fuerte, eligió como esposa a una mujer extremadamente pequeña bajo el pretexto de haber elegido el mal menor. Y que durante mucho tiempo fueron consideradas <muy pobres para dar consejos, para acarrear daños y desdichas poderosísimas y en la fábrica de un engaño grandes artífices>. Y así podríamos poner ejemplos de casi todas las culturas. Pero una afirmación, por mucho que se repita, no tiene necesariamente que ser cierta. Como salta a la vista, las afirmaciones anteriores no dejan de ser grandes tonterías, pero estupideces repetidas a lo largo de los siglos, lo que ha hecho que algunos se las crean. Ves, es lo mismo que la huelga a la japonesa: una creencia totalmente falsa, que muchos estiman como cierta. Hoy en día esas mujeres de las que se ha dicho que no tenían inteligencia ni alma, se codean en el mundo con los hombres. Ocupan, poco a poco, los puestos más altos y son mayoría en muchas de las universidades, lo que hace hablar a algunos del siglo XXI como el de las mujeres. Un ejemplo: durante el curso 2005/2006, en España, el 53% de los alumnos universitarios eran mujeres. Y en ese mismo año un 58,8% de los graduados fueron del género femenino. En fin, no tienes más que mirar a tu alrededor y fijarte en tus profesoras y compañeras. Afortunadamente esa situación descrita sobre la educación es la que en España vivimos. Y es lo que hará que acabemos con la violencia de género, es decir, con maltratar y discriminar a otros semejantes por razón de su sexo. El acceso a la educación en la mayor prevención que se puede hacer. Pero es evidente que en otros lugares del mundo eso no ocurre. En países donde no toda la población tiene


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acceso a la educación se sigue discriminando a las mujeres. En Camboya, por cada 100 chicos que reciben educación solo 65 chicas la reciben. Y en idéntica proporción, el Chad educa a 32 mujeres por cada 100 varones, Marruecos 84 y la India, con toda su tecnología atómica y sus preparados especialistas informáticos, logra un 81.

¿OTRA VEZ VOLVEMOS A LA EDAD MEDIA? Seguramente lo habrás visto en la televisión. En algunos países del mundo se castiga a las mujeres de una manera peculiar. Se las entierra vivas de cintura para abajo, dejando a la vista

su

torso

y

cabeza. Frente a ellas una masa de gente enloquecida les arroja piedras

de

tamaño.

Se

todo intenta

que la mujer no muera de inmediato para que sufra

durante

más

tiempo. Es un ritual que se conoce con el nombre de lapidación. Semejante acción nos parece terrible a todos. Y sin embargo no te estoy hablando de una práctica medieval, sino que esto se hace en pleno siglo XXI. Fue muy conocido hace un tiempo el caso de Amina Sawal. Se le condenó a la lapidación por tener un hijo con un hombre que no era su esposo. Pero el caso es aún más terrible si sabemos, además, que estaba divorciada de su marido. Por cierto, su nuevo compañero no sufrió mal alguno. A ella, sin embargo, se le condenó a morir lapidada. Es una salvajada que se produce en países como Irán, Afganistán o Pakistán, entre otros. Por cierto, este último estado presume de tener tecnología atómica y cierto desarrollo. Tal vez deberíamos reflexionar todos acerca de lo que es ser una nación desarrollada: ¿lo es por tener la capacidad de fabricar bombas atómicas aunque trate, como hemos visto, a sus ciudadanos?


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Está claro que la situación vivida por Amina es una barbaridad que no cabe en nuestras cabeza. A menudo, desde Occidente nos hemos movilizado, con protestas de los gobiernos y con recogida de firmas de los ciudadanos, y se ha logrado parar alguna lapidación. Pero son sucesos que siguen ocurriendo y que solo son ejemplos extremos de la violencia que se ejerce en contra de las mujeres por el mero hecho de serlo. Y ESTO, ¿OCURRE EN LA EDAD MEDIA U HOY? Tal vez el ejemplo anterior te haya parecido algo muy lejano, como el del romance. Sí, tienes razón, afortunadamente lo es. Pero quizás no sepas que la violencia en contra de las mujeres se produce en todas las culturas y en todos los países, sin excepción. Y puede que te sorprenda saber, si no eres aficionado a ver los telediarios, que en las relaciones de pareja, de hombre-mujer, es donde suceden con frecuencia comportamientos violentos. Porque la violencia no agresiones

físicas,

sino

solo son las también

los

maltratos psicológicos –cuando se humilla al otro y se le minusvalora, por ejemplo-, los comportamientos controladores –se quiere tener a la pareja en casa o siempre tutelada-,

o

las

relaciones

sexuales

forzadas. Y no creas que es tan raro. O al menos así lo indican las estadísticas. En 48 encuestas realizadas en todo el mundo, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo, entre el 10% y el 69% de las mujeres indicaron que habían sufrido alguna agresión por parte de su pareja masculina, en algún momento de su vida. Y la mayoría de las afectadas admitieron haber sufrido el maltrato en más de una ocasión. Desde luego eso no es lapidar, pero...


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A veces las consecuencias sí que son las mismas. Es decir, se llega a la muerte de la mujer. Se sabe que entre 1999 y 2003 murieron a manos de sus maridos o excompañeros un total de 246 mujeres. Apuñaladas, atropelladas, quemadas vivas, descuartizadas, lanzadas al vacío, etc. Por cierto, lapidadas no. Pero ¿es que el resultado no es el mismo? ¡Ah, casi se me olvida! Esto no ocurrió en Nigeria, ni en Irak, ni en Honduras. Ocurrió en un país desarrollado, en el tuyo, en España. En nuestro país, con todos sus grandes almacenes, móviles, hospitales, internetes, viviendas por las nubes y coches para todos, se produjeron en los primeros 6 meses de 2004 nada más y nada menos que 21.865 denuncias por delitos de lesiones y malos tratos en el seno de la familia. En ese mismo espacio de tiempo las Fuerzas de Seguridad efectuaron 11.411 detenciones por situaciones de ese tipo. Y ¿te has parado a pensar en las agresiones que no salen a la luz, aquellas en las que las mujeres no hablan por miedo, por ser dependientes de sus parejas o por otros motivos? ¿A cuánto asciende la cifra real? Y que conste que España no es una excepción. El problema está tan generalizado que se estima que afecta a una de cada cinco europeas, si bien solo el 10% de las víctimas denuncia las agresiones. Un paréntesis: aunque las mujeres suelen ser las mayores perjudicadas, también los niños y los ancianos suelen ser víctimas. Y los hombres, aunque al parecer solo representan el 5% del total de agredidos.

¿CÓMO ES POSIBLE? Estoy seguro de que te estás preguntando, ¿cómo se llega a esos extremos? Pues los desencadenantes de esas situaciones están también observados y analizados y son bien diversos. A veces se empieza por tonterías puntuales, por discusiones que nacen de recriminaciones del tipo no tienes la comida preparada o no cuidas bien de los niños. Pero está estudiado que hay factores individuales que nos marcan sin que casi nos demos


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cuenta. El hecho de haber vivido en tu familia situaciones violentas predispone a que seas violento. Un chico que ve golpear a su madre está más predispuesto a golpear a su pareja que otro que no ha vivido esa situación. Si has visto la película Los Ángeles Confidencial, recordarás que uno de los policías tiene especial odio a los muchos maltratadores de mujeres que en el filme aparecen. Hasta que a su compañera le cuenta cómo veía que su padre golpeaba frecuentemente a su madre. En un cierto momento de la proyección él hace lo mismo con su novia. También hay comportamientos que facilitan las agresiones. La toma de alcohol o drogas es determinante, como lo está un bajo nivel de ingresos. No todas las agresiones se dan entre personas con pocos recursos económicos, pero sí que es más habitual. Y sobre todo donde se da un mayor abuso de los hombres hacia las mujeres es en las sociedades donde existe importantes desigualdades entre ellos. Son factores, los vistos, que llevan a esos vergonzosos comportamientos, y que hacen, además, que para una mujer no sea fácil salir de una situación así, ya que el maltratador no suele admitir que se le abandone, pues piensa que su pareja es suya y tiene total dominio sobre ella y todas sus acciones.

Y DE NUEVO LA PREGUNTA DE SIEMPRE: ¿Y ESTO VA CONMIGO O NO? Estoy seguro de que lo que has leído hasta aquí te ha intranquilizado. O es así o, lamento decirlo, eres un vegetal. Esa sensación de inquietud la tienen tanto muchos ciudadanos como tú, como los gobiernos e instituciones

internacionales

como

Amnistía

Internacional. Todos somos conscientes de que hemos a hacer algo. De que datos como los vistos no son propios de países avanzados, de estados que viven en el siglo XXI. En España desde 2005 está en vigor la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género con la que se intenta paliar esta lamentable situación. La Ley intenta proteger a las mujeres de sus agresores, ayudarlas si son dependientes de


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sus parejas, dar mayor rapidez a los juicios, entre otras medidas. Pero pese a tal intento la organización Amnistía Internacional ha alertado acerca de la necesidad de hacer todavía un esfuerzo mayor. Por ejemplo han pedido, entre otras cosas, que a las mujeres agredidas se les facilita mayor ayuda psicológica. Piensa que cuando alguien es agredido por un desconocido es terrible, pero cuando eres agredido por alguien a quien quieres, en quien confías, que es tu familia, la situación mental en que se queda no es fácilmente recuperable. En todo el mundo las autoridades procuran actuar para detener este problema. Sin embargo hay que reconocer que no es fácil. Se tiende a hacer algo cuando la desgracia ha ocurrido y lo que se ha de hacer es invertir en prevención, especialmente en dos vertientes. Hay que intentar acabar con la pobreza, porque, como se ha dicho, la falta de recursos es fuente de violencia en todos los apartados, también dentro de la violencia de género. Y hay que educar en la no violencia. Y la mejor manera de educar es conocer, ser conscientes de que esto va con nosotros, y que somos nosotros los que jamás hemos de actuar con violencia. Como ves, toda la sociedad está concienciada de que hay que acabar con este problema. Pero, a menudo solemos esperar que alguien, otro, el estado, nos solucione nuestros problemas. ¿Si mi ciudad está sucia será porque no limpian o porque ensuciamos

nosotros

demasiado?

¿No formo parte yo de mi ciudad?, entonces

¿por

qué

procuro

no

ensuciarla? Pues en este tema tan terrible de la violencia contra las mujeres se funciona igual: ¿no formo yo parte de la sociedad?, entonces ¿por qué soy violento a veces? Y recuerda que la violencia puede ser pegar a alguien, pero también discriminarlo, hacerle el vacío o humillarlo. Todo empieza por uno, el que mi ciudad esté limpia, el que en mi sociedad no haya violencia.


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