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Relojería Fernando, tu relojero de confianza
ENTREVISTAS Relojería Fernando
Tu relojero de confianza
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La relojería que abrió Fernando García González no siempre estuvo en la Calle Rocafort, 113, en San Cristóbal de los Ángeles. No obstante, la tienda era conocida en todo el barrio y su reputación también, fama que han sabido mantener su mujer Candelas Gómez Santa Cruz, que se hizo cargo de la tienda, y su hijo Fernando José García Gómez, quien actualmente regenta el negocio.
¿Cuándo y quién funda este negocio?
Candelas:
Empezamos con una tienda hace ya 60 años en un sitio que llaman El Rincón, que está detrás de esta tienda. Esa la fundó mi marido, Fernando García González, aunque la que estaba en la tienda era yo porque él trabajaba en Marconi. Yo estaba en la tienda hasta que viéramos como nos iba, cómo iba a funcionar, si él podía o no salir de la fábrica. Aquella tiendecita era un taller y yo empecé allí levándole el trabajo a mi marido por las noches a casa, él lo hacía y por la mañana lo llevaba a la tienda. Así hasta que él pidió una excedencia, que se la dieron de 3 meses, y con ese tiempo no podíamos calcular muy bien si interesaba o no interesaba dejar el trabajo. Durante ese tiempo empezó a ir él a la tienda y yo me quedaba en casa. Fue cuando decidimos tener a Fernando hijo, aunque ya teníamos dos hijas. Durante esos años fue mi marido el que estuvo en la tienda. Cuando Fernando hijo ya tenía 17 años yo me quedé viuda. Después volví a abrirla yo y a trabajar, y el trabajo de relojero lo hacía un amigo nuestro. Nosotros se lo dábamos el sábado y el domingo lo recogíamos. Después de que Fernando hijo se fuera voluntario a la mili, el representante del relojero que había en la tienda en la que estamos ahora vino a decirme que se iban a ir y que si me interesaba. Así que fui a hablar con el casero y nos quedamos con el local.
¿Cómo te formas en una profesión como esta?
Fernando:
Yo de mi padre, y él a la vez de su padre, mi abuelo, que tenía una relojería en embajadores. Candelas: Este oficio se aprende. No es como ahora que puedes ir a una academia. Entonces pasaba de padres a hijos, se aprendía mirando al relojero, como yo a mi marido. De mirarlo aprendí las cosas más sencillas.
¿Qué es lo que hacéis aquí exactamente?
Arreglar relojes. Arreglar la maquinaria de los relojes, las correas… Cuando nos vinimos a esta tienda la empezamos a poner bonita, teníamos muchas cosas en los estantes, y ahora parece que está vacía. Pero entonces se vendía. También vendíamos muchos relojes, pero ya muy pocos, ya no se venden. Ahora se venden los relojes que se rompen y se tiran y nosotros no somos de esos.
¿Cómo ha cambiado el negocio desde que empezasteis?
Pues un poco mal. Cuando vinimos aquí se vendía oro, los relojes de pared… si la gente te compraba una pulserita que en ese momento no podía pagar, pues la apartabas y cuando te la terminaban de pagar se la llevaban. Este siempre ha sido un barrio obrero donde la gente trabajaba y ganaba su dinero, y a muchas personas les gustaba llevar oro. Pero eso ya ha cambiado.
¿Cuál crees que es la clave para manteneros tantos años en el negocio?
Pues yo creo que la amabilidad, esto es más bien como una familia. Porque aquí venían clientes, personas mayores a contarte su vida, sus penas y le tenías que animar. Venían como si fuera su casa. Tampoco hemos tenido sustos de robos ni nada. Salvo una vez que me dejé la puerta abierta entró una persona y aprovechó para coger un reloj y salir corriendo.
¿Habéis tenido competencia?
No. Hubo un chaval, que era nuestro joyero, que nos trabajaba la joyería, entonces puso una relojería aquí a la vuelta, pero no le funcionó. Él sabía de sus cosas, pero poco de relojería.
¿Esta es la única relojería del barrio? ¿Por qué crees que es así?
Sí, no hay más que esta nuestra. Ni más relojerías ni más relojeros. Porque es una profesión que pasa de padres a hijos y ya apenas hay en las tiendas, porque ahora no tienen relojeros tienen dependientes y casi cualquiera puede cambiar una correa o una pila.
¿Por qué debería arreglar aquí mi reloj y no en un centro comercial?
Pues porque donde esté una relojería en la que cojas confianza… es igual que cuando llevas el coche a un mecánico, quieres que sea de confianza y que sepas que va a hacer lo que le dices.
¿Qué beneficios tiene para el barrio que la gente siga comprando en un negocio de proximidad?
La confianza que te tiene el cliente. Una relojería tiene que vender un reloj, que puedas dar una garantía. Que dure, no como los que hay ahora de cinco euros que te vale lo mismo la pila que otro reloj como ese. La confianza del cliente es el beneficio.
