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Ópticas Emi

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Cortinas RoyGa

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ENTREVISTAS Ópticas Emi

Una óptica que hay que probar

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Ópticas Emi lleva 52 años en Villaverde Alto. Emilio García de la Iglesia abre este primer local en la calle Doctor Pérez Domínguez, 1, lugar en el que también se empiezan a vender los primero audífonos. Ahora son Emilio García Jiménez y Esther García Martín los que llevan las riendas de este negocio que ha apostado por separar la óptica de la audición en sus distintos locales.

¿Cuál es la historia de la óptica?

Esther: Ópticas Emi abre en Villaverde en el año 1967. La abre Emilio García de la Iglesia, que es mi suegro. En un local muy pequeño, la mitad del que tenemos ahora como centro auditivo. En 1987 se abre otra óptica en Villaverde Bajo en la calle Juan José Martínez Seco y en 1988 se abre la óptica que tenemos en el Paseo Alberto Palacios. Las ópticas se han ido reformando. La primera abierta, hoy es un centro auditivo y se ha reformado integralmente cuatro veces. El año pasado segregamos el negocio que teníamos juntos en ese mismo local: el de óptica y optometría y el de audiología. El local más antiguo lo hemos dejado como centro auditivo y hemos trasladado la parte de óptica al local nuevo que da a la Plaza Ágata. Los que ahora seguimos al frente somos la familia: el hijo de Emilio y yo.

¿Qué fue primero: la visión o la audición?

La óptica, mi suegro es de la primera promoción de ópticos de España. El campo de la audición era un campo que estaba sumado al campo de la óptica. En aquel entonces el campo de la audición estaba muy restringido, lo llevaba muy poca gente y en Villaverde no había nadie que pusiera audífonos. Aunque desde el principio de la empresa se ponían audífonos el negocio original siempre ha sido la óptica, de hecho, de los centros que tenemos, el de Villaverde Bajo y este son centros auditivos y el del Paseo Alberto Palacios es solo óptica como tal.

¿Qué servicios dais en concreto?

Emilio: Hacemos prácticamente todo lo que se puede hacer en una óptica: asesoramiento de imagen en cuanto a la estética y a las gafas que mejor le conviene a cada persona, un examen visual completo con todas las pruebas, no solamente para que la gente vea bien sino para que la gente esté cómoda, no tenga dolores de cabeza, no tenga problemas de rendimiento. Con el tema de las pantallas que es fundamental una lente que te proteja, una lente adecuada para ese entorno de trabajo ya que estamos mirando a unos 50 o 60 centímetros. Ahora mismo lo que está sucediendo como una epidemia es la miopía. Lo que hacemos es prevención de la miopía, tratamientos para que no aumente de manera brusca con lentes de contacto que lo que hacen es que esa progresión sea más lenta. En el tema de progresivos somos Varilux Especialista, lo que quiere decir es que somos una óptica que estamos reconocida por el sector, con lo cual confían en nosotros para vender productos muy personalizados a cada persona. No todo el progresivo le vale al mismo usuario, hay que hacer un estudio a medida para ver qué es lo que más le conviene. En cuanto a audiología ponemos siempre los audífonos de última generación no como otras empresas que lo que hacen es vender productos a un precio muy económico, pero de generaciones más antiguas, algunos obsoletos. Nosotros estamos a la última y ahora los audífonos recargables es lo que más despunta, te olvidas de pilas, no producen ruidos, no pitan… lo que hacemos es tratar a cada persona de una manera individualizada para que quede lo más satisfecha posible. No es una óptica tradicional de las que te gradúan la vista y te dan las gafas. Es algo más. Esther: Damos también servicios de telemedicina, hacemos tomas de tensión ocular, hacemos

fondo de ojo… Un estudio un poco completo de lo que es la visión y la audición.

¿Cómo superasteis la crisis?

Esther: Lo primero porque llevábamos mucho tiempo aquí, teníamos un respaldo de muchos años que nos permitía tener todo pagado. Toda nuestra inversión en maquinaria estaba ya amortizada, con lo cual eso nos generaba un poco menos de gasto, y sobre todo porque nos apretamos mucho el cinturón. Nuestro equipo nos apoyó mucho en toda esa etapa, los salarios tuvieron que ser un poco más bajos, luchando cada día, y trabajando más. Nuestra opción nunca fue cerrar ningún centro, nuestra opción era mantenernos y seguir apostando en nuestra manera de ser, en el trato personalizado.

¿Cómo son vuestros clientes?

Emilio: De todo tipo. Tenemos tres generaciones de clientes: abuelos, hijos y nietos. Por la

pirámide de población, lo que más tenemos ahora son personas de entre los 40 y los 60 años. Y en cuanto a clases sociales tenemos desde el pensionista más humilde que cobra una miseria de pensión hasta el empresario de la zona o el parado. Incluso gente que ya se ha jubilado y se va a vivir a su pueblo, vienen aquí a hacerse las revisiones o a por unas gafas nuevas. Esther: Tenemos inmigrantes de todas las nacionalidades: rumanos, chinos, latinos de casi todos los países de Suramérica, marroquíes… hasta clientes de Guinea que cada vez que vienen a ver a algún familiar nos llaman por teléfono para concertar una cita. Eso es algo que se agradece mucho.

¿Cómo creéis que seguirá desarrollándose el pequeño comercio del barrio?

Emilio:

Hay que apoyarle y ayudarle mucho, sobre todo a nivel institucional. Se necesitan ayudas para hacer reformas porque los negocios están bastante obsoletos. Muchos negocios están cerrando y ya los que hay prácticamente no reforman… También el trato personalizado que te da el comercio no te lo dan las grandes superficies. Esther:

Se necesita concienciar a los vecinos de que el comercio da vida a la ciudad y al barrio. Convencer al vecino de que el comercio mantiene el barrio vivo. El estilo de vida de todo el mundo ha cambiado, pero sí que es verdad que hay que apoyar al comercio de proximidad. Y entre nosotros mismos nos tenemos que ayudar y apoyar.

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