PALMA ABORDO Nº68 RCNP 2025

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El RCNP pone rumbo al futuro

La Justicia reconoce el derecho del Real Club

Náutico de Palma a conservar sus instalaciones

SUMARIO

NUEVA ETAPA

Horizonte despejado para el RCNP

TRANSAT

Los cuatro ‘atlánticos’ de Hugo Ramón

VELA / REGATAS

Doble liga de regatas: nuevo formato para el crucero

PIRAGÜISMO

Álex Graneri

PIRAGÜISMO

El Ciutat de Palma de piragüismo consolida su fórmula de éxito

HISTORIA

Toni Jaume: Mis inquietudes me mantienen vivo

MASTERCLASS

Masterclass con Álex Pella

ESCUELA DE CAMPEONES

La escuela de campeones del Náutico de Palma

CLUB SOCIAL

Un espacio para la convivencia

CORAL DEL RCNP

El V Ciclo Piano Mar consolida al RCNP como referente musical en Palma

OBSERVACIÓN DE AVES

El primer habitante de Baleares fue un experto navegante

ENTREVISTA

Miguel Félix Chicón

CLUB DE LECTURA RCNP

Uno de los nuestros

TRIBUNA

La silla del capitán

Una nueva etapa para el Real Club

Náutico de Palma

RAFAEL GIL MARCH

PRESIDENTE DEL REAL CLUB NÁUTICO DE PALMA

La reciente resolución de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Baleares marca un punto de inflexión en la historia del Real Club Náutico de Palma. El tribunal ha reconocido el derecho de nuestro club a conservar sus instalaciones y ha estimado la demanda presentada frente a la Autoridad Portuaria de Baleares por no haber dado respuesta a nuestra solicitud de ampliación del plazo concesional.

El fallo judicial, que confiamos adquiera firmeza, es claro: el RCNP tiene derecho a que se le otorgue la ampliación de plazos y prórroga solicitadas, en los términos acordados entre ambas partes en marzo de 2019. Con esta decisión, se confirma que el contrato original de servicios se transformó, conforme a la legislación vigente, en una concesión demanial, y que nuestro club cumple con todos los requisitos para seguir invirtiendo social y económicamente en la mejora del espacio público portuario.

Se trata de una excelente noticia, no solo para quienes formamos parte del Real Club Náutico de Palma, sino también para toda la náutica deportiva y de recreo de Baleares y de España.

Durante los años de incertidumbre, el RCNP no se ha desviado ni un grado de su rumbo. Hemos seguido promoviendo la vela y el piragüismo, formando a nuevas generaciones de deportistas, acogiendo competiciones de primer nivel internacional y manteniendo nuestra implicación con la ciudad de Palma. Nuestro compromiso ha sido —y sigue siendo— hacer del puerto un espacio vivo, abierto y útil para la ciudadanía.

Los clubes náuticos son una pieza esencial del tejido social y deportivo de nuestro país. No son meros concesionarios portuarios: son entidades sin ánimo de lucro que reinvierten sus recursos en actividad deportiva, formación, sostenibilidad y proyección internacional. Proteger su continuidad es proteger la cultura del mar, el deporte base y un modelo de gestión que ha demostrado ser eficiente, responsable y socialmente muy valioso.

Desde la Junta Directiva quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los socios por su apoyo y confianza, así como a las instituciones y a la sociedad civil por las numerosas muestras de respaldo que hemos recibido durante estos últimos años.

Hoy iniciamos una nueva etapa con ilusión y sentido de la responsabilidad. El Real Club Náutico de Palma seguirá fiel a su misión: promover el deporte, acercar el mar a las personas y contribuir al prestigio de nuestra ciudad. Estoy convencido de que juntos sabremos aprovechar esta oportunidad para consolidar un proyecto que pertenece a todos.

Horizonte despejado para el RCNP

El TSJIB avala la continuidad del Real Club Náutico de Palma y abre una nueva etapa para la náutica deportiva y social en Baleares.

La Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB) ha estimado la demanda presentada por el Real Club Náutico de Palma (RCNP) contra la decisión de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) de no responder a la solicitud de ampliación del plazo de su concesión portuaria. Con este fallo, la Justicia reconoce el derecho del club a conservar sus actuales instalaciones y a que se le otorgue la prórroga solicitada.

La sentencia, de diez folios, establece que el RCNP tiene derecho a la “ampliación de plazos y prórroga de la concesión solicitados, en los términos previstos en el condicionado acordado entre el RCNP y la Autoridad Portuaria de Baleares, en marzo de 2019”.

El tribunal considera acreditado que el contrato inicial de servicios que mantenía el club con la Administración portuaria se transformó en una concesión demanial con la entrada en vigor de la actual Ley de Puertos del Estado, que dejó de contemplar los contratos de servicios para la gestión de amarres de embarcaciones de recreo. Esta interpretación se apoya en el régimen transitorio de dicha ley, que estableció un sistema de “título único” —licencia de actividad y concesión demanial vinculadas— para todos los casos en que existiera un uso privativo del dominio público portuario.

El TSJIB también subraya que la propia Autoridad Portuaria de Baleares ha venido tratando al Real Club Náutico de Palma como concesionario durante décadas, según la declaración en el proceso de su jefe de explotación, el ingeniero Armando Parada. En su testimonio, Parada confirma que el RCNP fue considerado en todo momento una concesión, tal y como se desprende de las comunicaciones internas, la gestión administrativa y la liquidación de tasas portuarias realizadas por la APB. Este comportamiento, según el tribunal, constituye una serie de actos propios que apuntalan jurídicamente la condición de concesionario del club.

En relación con los informes en los que la APB fundamentó su negativa —el de la Abogacía General del Estado, emitido en febrero de 2021, y el dictamen del Consejo de Estado, de junio de 2022—, la Sala recuerda que ninguno de ellos tiene carácter vinculante y que sus conclusiones resultan incompatibles tanto con el marco legal aplicable como con la práctica mantenida por la propia APB.

La resolución judicial ratifica además el criterio expresado por el mismo tribunal en un caso anterior relativo a Formentera, en el que ya se interpretó que los contratos de gestión de servicios portuarios con uso privativo del dominio público quedaron extinguidos con la aprobación de la Ley de Puertos, transformándose en concesiones demaniales.

En consecuencia, el TSJIB declara que la Autoridad Portuaria de Baleares debe otorgar al Real Club Náutico de Palma la ampliación y prórroga de la concesión en los términos pactados en marzo de 2019. Esta decisión supone el reconocimiento de que el club cumple todos los requisitos necesarios para ampliar su concesión, a cambio de nuevas inversiones destinadas a la mejora del espacio público portuario.

El Real Club Náutico de Palma recibió la noticia de la sentencia con lógica satisfacción. Su presidente, Rafael Gil, expresó su “alivio” tras años de incertidumbre derivados de la falta de respuesta a la solicitud presentada por el club. Gil recordó que, pese a esta situación, el RCNP ha continuado desarrollando su labor deportiva y social, manteniendo su compromiso con la ciudad de Palma y con la náutica balear.

“El club ha seguido trabajando por el deporte y por la ciudad, actuando como una verdadera plataforma de acceso al mar y organizando importantes eventos internacionales”, señaló el presidente, quien añadió que la entidad “mantendrá su compromiso, si cabe con más fuerza”, e invitó a los socios a sentirse orgullosos de pertenecer a una institución con más de un siglo de historia y un futuro “muy prometedor”.

ENTREVISTA

Ramón Castañer

JEFE DE CONTABILIDAD DEL RCNP DURANTE 29 AÑOS

“Mi

mejor decisión profesional fue entrar en el club”

Texto: José Luis Miró

Fotos: Tomás Moyà

Ramón Castañer se ha jubilado tras casi tres décadas al frente de la contabilidad del Real Club Náutico de Palma, donde ha sido mucho más que el responsable de los números. Con su seriedad profesional, su dedicación constante y una bonhomía que todos reconocen, Ramón se ha ganado el respeto de directivos y socios, así como el aprecio sincero de sus compañeros de trabajo. Su paso por la entidad deja una huella que va más allá de balances y auditorías: la de una persona discreta, siempre dispuesta a ayudar y a tender la mano, que ha sabido combinar la exigencia de su puesto con un trato humano y cercano que le convierte en parte de la historia viva del club.

¿Cuándo empezaste a trabajar en el Real Club Náutico de Palma?

Entré en octubre de 1996. Fue un cambio importante en mi vida, porque hasta entonces había trabajado en varias empresas y estaba buscando algo diferente. Recuerdo que envié mi currículum a varias compañías, entre ellas Viajes Barceló. Al cabo de unas semanas me llamó Gabriel Barceló.

¿En persona?

Sí, sí, directamente. Me sorprendió porque no me conocía de nada. Me dijo: “Usted ha enviado su currículum a Viajes Barceló, pero ahora soy presidente del Náutico. Estoy buscando un contable, ¿sabe dónde está el club?”. Yo llevaba tiempo sin pasar por allí, pero le aseguré que lo encontraría.

¿Cómo fue esa primera entrevista?

Muy directa. Me explicó que hasta ese momento la contabilidad se llevaba de manera externa, con una asesoría, y que querían incorporarla dentro del club. Me ofreció un trabajo inicialmente de media jornada. En aquel momento yo trabajaba en un mayorista de pescado en Mercapalma, de ocho de la mañana a tres de la tarde, y le propuse venir de cuatro a ocho de la tarde al club. Así empecé, prácticamente solo, con unos pocos medios y muchas carpetas llenas de papeles.

¿Qué te encontraste al llegar?

Recuerdo que mi despacho estaba en un espacio pequeño con muebles muy antiguos, incluso de los años 40. Les pedí un ordenador, un archivador y algunas condiciones básicas. Usaban el programa ContaPlus, que yo no conocía, pero me adapté rápido. Mi comunicación con el resto del personal era casi toda por memorándums escritos. No conocía a nadie, así que me limitaba a pedir la documentación por notas. Fue una etapa muy peculiar.

¿Cuándo empezaste a trabajar a jornada completa?

Al cabo de unos meses me di cuenta de que era imposible compaginar dos empleos. Llegaba agotado y un médico me advirtió de que debía frenar. Se lo planteé al entonces gerente, Alberto Pons, y me remitió a Barceló. Él aceptó que pasara a jornada completa, pero me puso condiciones: los cierres mensuales debían estar listos siempre a mitad de mes y había que mejorar varios procesos. El salario lo hablaríamos más adelante. Así fue como, en menos de un año, dejé mi otro trabajo y pasé a dedicarme exclusivamente al club.

¿Cómo era el trabajo en aquellos primeros años?

Muy manual. Los proveedores cobraban con talonarios de cheques físicos, y el día 25 del mes se formaban colas en el club para cobrarlos. Poco a poco fui modernizando cosas y, con el tiempo, se incorporaron más personas al departamento. Primero María Ángeles, que luego pasó a Regatas y regresó de nuevo; después Isabel, y más adelante Toni. Con los años llegamos a ser cuatro.

¿Cómo ha cambiado la contabilidad del club en este tiempo?

De manera radical. Pasamos del papel y los archivadores a programas integrados como Pandora, que nos permiten tener la contabilidad enlazada con la gestión portuaria. Eso nos dio un salto enorme porque dejamos de trabajar a tres pasos

Ramón Castañer junto a sus compañeros del departamento de contabilidad

y empezamos a tener la información en tiempo real. Otro avance decisivo fue la gestión documental: cuando haces una consulta, ya no necesitas buscar la factura en una carpeta, sino que tienes todo escaneado y vinculado. Para mí, eso fue un antes y un después.

¿Te adaptaste bien a los cambios tecnológicos?

Sí. Siempre me ha gustado formarme, hacer cursos, estar al día en fiscalidad, en temas laborales y también en tecnología. Me sentí cómodo con la transición. Hoy el departamento funciona con mucha rapidez y puede dar respuesta inmediata a cualquier consulta.

Has trabajado con distintos presidentes y tesoreros.

¿Cómo ha sido esa relación?

Cada uno ha tenido su estilo, pero todos han respetado la forma de trabajar y el sistema analítico que fuimos desarrollando, que consiste en controlar cada evento y cada regata con detalle.

El club decidió auditar sus cuentas incluso sin obligación legal.

Así es. Fue una decisión de Barceló en 1996. Creo que fue un gran acierto porque daba tranquilidad a los socios y a la directiva. Puedes estar convencido de que las cuentas están bien, pero cuando un auditor externo lo certifica, es una garantía añadida.

¿Qué diferencia encontraste entre la contabilidad del club y la de otras empresas en las que habías trabajado?

Aquí tuve la oportunidad de implantar un sistema analítico propio, porque cuando llegué no existía. Fue como construir algo desde cero. Eso me dio una motivación especial. Además, la variedad de actividades del club –regatas, puerto, escuela, combustible, etc.– hace que la contabilidad sea mucho más rica y compleja que la de una empresa convencional.

¿Siempre tuviste claro que tu vocación eran los números?

Sí, desde joven. Estudié Formación Profesional, no tengo carrera universitaria, pero siempre se me dio bien la contabilidad. Incluso hice prácticas en banca: trabajé en la antigua Banca Catalana y estuve unos meses en Sa Nostra. Pero al final mi camino fue otro, en empresas como Royaltour o incluso McDonald’s, donde estuve ocho meses en el departamento de contabilidad. Todo eso me dio experiencia hasta que llegué al club.

¿Qué tal te has llevado con los gerentes?

Muy bien. Con Alberto Pons tuve una conexión especial: me implicaba muchísimo y siempre intentaba resolver lo que me pedía al momento. Con Jaume Carbonell fue diferente, su

estilo era otro, pero también hubo una gran colaboración y confianza. Y con Manu Fraga, a quien conozco desde hace años, ocurre lo mismo. Todos me dieron libertad porque sabían que podían confiar en que la información era fiable.

¿Te has sentido valorado en el club?

Muchísimo. Siempre he recibido un trato exquisito de presidentes, tesoreros, vocales, vicepresidentes, gerentes y compañeros. Incluso marineros, con los que no trataba directamente, me han parado para darme las gracias por ayudarles en lo que necesitaban. Es algo que me emociona mucho.

La confidencialidad es un valor central en tu trabajo. Totalmente. Desde que trabajé en banca entendí que la discreción era fundamental. En el club lo he aplicado siempre: la contabilidad exige máxima seriedad, confidencialidad y profesionalidad.

Ramón Castañer sentado en la silla que ocupado durante casi tres décadas

Eso se lo he transmitido a todo el equipo. Tenemos un puesto privilegiado y no se puede perder la confianza.

Después de 29 años, ¿qué planes tienes ahora que te jubilas?

Soy una persona muy activa. Practico deporte, sobre todo gimnasio y bicicleta, y también bailo desde hace más de diez años, una afición que empecé con mi mujer cuando nos quedamos con el “nido vacío” porque nuestros hijos estaban fuera estudiando. La alimentación y la salud son ahora una prioridad para mí.

Además, hace poco fui abuelo de un niño, y eso ha influido en mi decisión de jubilarme un año antes: quiero disfrutar de él.

¿Te desvincularás del club?

No del todo. Seguiré viniendo, pero ya no con la presión de los números ni de los cierres. Viviré la Copa del Rey desde

fuera, como invitado, y eso también será bonito. Me quedo tranquilo porque el equipo que hemos formado en el departamento de contabilidad es muy bueno y está preparado para seguir adelante.

Si tuvieras que resumir en una idea lo que han significado estos 29 años en el club, ¿cuál sería?

Ha sido la mejor decisión profesional de mi vida. Dudar si aceptar o no en aquel momento fue lógico, pero con el tiempo he visto que fue un acierto absoluto. Me ha dado estabilidad, reconocimiento y la posibilidad de sentirme parte de una gran familia.

La escuela de campeones del Náutico de Palma

Bautizos de iniciación, escuela de verano y academia de tecnificación: la estructura deportiva que explica los resultados internacionales de la entidad mallorquina

Texto: Luis Forteza Fotos: Laura G. Guerra

Álex Graneri, doble medallista de plata europeo de piragüismo y uno de los firmes candidatos a representar a España en los próximos Juegos Olímpicos, no sabía nada de este deporte cuando su madre lo apuntó un mes de julio a la Escuela de Mar del Real Club Náutico de Palma. Allí afloró, con la primera palada, un talento que, en otras circunstancias, se habría echado a perder. “Tiene un don para este deporte”, reconoce Juan Juan Barceló, entrenador de piragüismo del club.

La misma historia se repite con la práctica totalidad de los deportistas de alto nivel que esta entidad suministra a la cantera balear. Es también el caso de los hermanos Palou. Jan, de 12 años, es vigente campeón del mundo de Optimist por equipos y el regatista más joven en ganar un Trofeo Ciutat de Palma en sus 73 años de historia; Nikko, el mayor, tiene 14 años y se acaba de proclamar campeón de Europa de ILCA 4 sub-16 (tercero absoluto), tras haber sido subcampeón continental de Optimist en 2023. Su madre, Esther Espinar, recuerda que la afición por el mar no les viene de familia: “Metí a Nikko en natación del RCNP y fue él quien pidió subirse a un barco. Empezó con cuatro años en la Escuela de Verano y ya nunca ha dejado de navegar. Me acuerdo de que tuve un rifirrafe con él porque, después de todo el día en el agua, se quería quedar haciendo piragua hasta las seis de la tarde. El pequeño siguió la estela de su hermano y empezó aún más joven, con tres años”.

Manu Fraga, actual director del RCNP y máximo responsable del área deportiva durante más de 20 años, no se atreve a tirar de memoria para poner una cifra exacta al número de grandes regatistas y piragüistas que empezaron en la Escuela de Mar. “Son muchísimos, casi todos”, asegura, y reivindica que sin este servicio que el club ofrece a la ciudad —“no solo a los socios”, remarca— se habría desperdiciado una gran cantidad de talento. “Uno no sabe que está dotado para un deporte de agua hasta que entra en contacto con ella; de ahí la importancia de mantener abierta esta plataforma de acceso al mar. No solo porque es el primer paso imprescindible para formar campeones como todos los que estamos teniendo este año, sino porque conseguimos que muchos chicos —los que no llegan al podio, que son la mayoría— descubran una vocación y una forma de vida”, afirma Fraga.

Los resultados a los que se refiere son, además de los ya citados de Graneri y los hermanos Palou, las victorias europeas individuales de Tim Lubat (ILCA 6), Gabriela Morell (ILCA 6 femenino) y Lluc Bestard (Optimist), una cosecha que, según Hugo Ramón, navegante oceánico y vocal de vela del RCNP, es el fruto de un ambicioso proyecto deportivo que empieza en la Escuela de Mar y continúa con la Academia y el posterior salto a los equipos de competición, ya sea en vela o piragüismo. “La Escuela está orientada a entretener y despertar el apetito por el mar y los barcos. Un porcentaje de los alumnos quiere seguir durante el invierno, y ahí es donde uno toma la decisión más importante: si está hecho para el mar o no. La experiencia nos enseña que quien pide repetir al final del invierno es un marinero. A partir de ahí ya entramos en la primera fase de una tecnificación cuyo objetivo es convertir a ese niño o esa niña en regatista”.

La puerta de entrada a ese proceso es la Escuela de Mar, que este mes de julio ha alcanzado las 313 inscripciones, agotando todas las plazas disponibles. Entre los alumnos hay 25 niños de entre tres y cuatro años, que participan en actividades diseñadas específicamente para su edad. El objetivo con este grupo no es otro que familiarizarlos con el entorno marino, generar confianza en el medio acuático y favorecer el juego y la interacción desde una vertiente lúdica y segura.

La oferta de la Escuela de Mar del RCNP incluye vela, piragüismo, paddle surf, natación y talleres medioambientales. Esta variedad responde a un enfoque integral de iniciación náutica, en el que los alumnos tienen la oportunidad de experimentar distintas disciplinas antes de decidir si quieren continuar en alguna de ellas de forma más especializada. “No se trata solo de aprender a navegar, sino de entender el mar y respetarlo”, apunta Ramón.

Además de la Escuela de Verano, el Real Club Náutico de Palma desarrolla durante el curso escolar una actividad paralela que ha permitido a 768 alumnos de distintos colegios de

Palma embarcarse por primera vez y descubrir la navegación desde dentro. “Para muchos de estos niños, ha sido su primer contacto con el mar, a pesar de vivir en una isla”, señala Manu Fraga. “A menudo damos por hecho que la proximidad geográfica con el litoral equivale a un vínculo real con el medio marino, pero no es así. Hay que crear ese vínculo, facilitarlo”.

En un nivel superior a la Escuela de Mar se encuentra la Academia del RCNP, antes denominada escuela de base. Se trata de la estructura donde actualmente se da continuidad a 39 alumnos que quieren seguir formándose más allá del verano. En este ámbito se imparten entrenamientos técnicos, se introducen conceptos de táctica y estrategia, y se inculcan valores como la disciplina, el compañerismo y la autonomía. Es el paso previo al salto competitivo.

La combinación de una base amplia, estructurada y bien gestionada, con programas que garantizan la continuidad y la excelencia técnica, está detrás de los éxitos recientes del Real Club Náutico de Palma. Pero, sobre todo, “hay una vocación firme por compartir el mar, abrirlo a la ciudadanía y garantizar que ningún talento se quede sin oportunidad por desconocimiento o falta de acceso”, remarca Hugo Ramón.

Generación de oro: la temporada más brillante de la vela ligera del RCNP

La vela ligera del Real Club Náutico de Palma ha vivido en 2025 su temporada más exitosa de la historia reciente, con un total de ocho medallas internacionales —siete europeas y una mundial— conquistadas por un grupo de jóvenes regatistas que confirman la solidez del proyecto deportivo del club.

Gabriela Morell, con el ‘maillot’ amarillo de líder de su categoría en el campeonato de Europa

Campeonatos de Europa, títulos mundiales por equipos, podios continentales y victorias en aguas internacionales han marcado un año irrepetible que sitúa al RCNP entre las principales canteras de talento juvenil de la vela europea. Una “generación de oro”, en palabras de los entrenadores, que refleja el trabajo sostenido de los últimos años y el compromiso de deportistas, familias y técnicos.

“Estos resultados no son fruto de la casualidad, sino de un esfuerzo combinado entre el club, los entrenadores, los deportistas y sus familias”, afirma Pedro Marí, coordinador de la sección de vela ligera.

“Estamos viviendo un ciclo de talento que se da cada ciertos años y que debemos cuidar para que tenga continuidad”.

La temporada empezó en primavera con una auténtica exhibición en el Campeonato de Europa juvenil de ILCA 6, celebrado en Vilamoura (Portugal). Tim Lubat y Gabriela Morell firmaron un histórico doblete al proclamarse campeones continentales masculino y femenino Sub 17, respectivamente, imponiéndose a flotas muy numerosas y de alto nivel. Junto a ellos, Sergio García rozó el podio con una meritoria cuarta posición, confirmando el dominio mallorquín en esta exigente categoría.

Apenas un día después, el optimista Jan Palou se coronaba campeón de España Sub 13 y tercero absoluto en Santander, demostrando el relevo generacional que empuja desde la base del RCNP.

Un mes más tarde, llegaría otro momento para la historia. Lluc Bestard, una de las grandes promesas de la flota de Optimist, se proclamaba campeona de Europa femenina en aguas turcas de Çeşme. Su regularidad y capacidad de mantener la calma en condiciones de viento duro la llevaron hasta el título. “Lluc es una caja de sorpresas, una regatista capaz de todo y que en esta ocasión ha dado lo mejor de sí misma”, destacaba su entrenador Jaume Genovard tras la regata.

El club le rindió homenaje pocos días después, en una ceremonia en la que la joven regatista afirmó que “aún me quedan sueños por cumplir”, reflejando el espíritu de superación que define a esta generación.

Jan Palou y su entrenador, Jaume Genovard.
Photo ©Bernadí Bibiloni
Lluc Bestard, campeona de Europa femenina de Optimist.
Photo ©Laura G. Guerra

A finales de junio, fue el turno de Nikko Palou y Mónica Osha, protagonistas del Campeonato de Europa Sub 16 de ILCA 4, celebrado en Puck (Polonia). Palou, de tan solo 14 años, se proclamó campeón europeo Sub 16 y logró además el bronce absoluto, mientras que Osha fue subcampeona femenina Sub 16. Ambos regresaron a Palma convertidos en referentes para los más jóvenes, y el club les ofreció un reconocimiento en el que los dos coincidieron en destacar el valor del esfuerzo diario, el trabajo constante y la importancia de escuchar a sus entrenadores.

El verano continuó con nuevos éxitos. En julio, Jan Palou volvió a brillar al proclamarse campeón del mundo por equipos de Optimist con la selección española, que derrotó a Singapur en la final.

Unas semanas más tarde, el equipo de ILCA 6 del RCNP cerró con nota el Campeonato del Mundo de la clase, disputado

en Los Ángeles. Tim Lubat, Nikko Palou, Sergio García y Juan Bennàssar lograron clasificarse en el grupo oro, situando al RCNP entre los pocos clubes europeos capaces de colocar a todo su equipo en la fase final de un Mundial. Lubat fue el mejor español, con una destacada décima posición absoluta. El cierre de la temporada internacional llegó en agosto, con otro podio europeo para el RCNP. El equipo español de Optimist, formado íntegramente por regatistas del club — Lluc Bestard, Sibila Busquets, Toni Llull y Edo Cioffi— se colgó el bronce en el Campeonato de Europa de Team Racing disputado en Turquía. El resultado fue especialmente simbólico: para Llull y Cioffi supuso su despedida de la clase antes de dar el salto al 420, mientras que Bestard sumó su segunda medalla continental de la temporada.

Lluc Bestard celebra su triunfo juntos a los regatistas de base de la clase
Optimist
Photo ©Laura G. Guerra

Una cantera sólida y un plan deportivo de largo recorrido

“Los resultados de esta temporada confirman que nuestros equipos de ILCA 4 e ILCA 6 son los mejores de España en este momento”, explica Pedro Marí, quien recalca que “detrás de cada medalla hay horas de entrenamiento, logística, preparación física y apoyo familiar”.

En la misma línea, Manu Fraga, director del RCNP, considera que “los éxitos pueden ser cíclicos y no todas las temporadas son iguales, pero lo importante es mantener una buena cantera y un plan deportivo sólido, en el que participen tanto los deportistas como sus compañeros y los padres”.

Más allá de los resultados, los responsables del club coinciden en que el verdadero valor de esta temporada está en la inspiración que los buenos resultados generan dentro del propio RCNP. “Cuando los más pequeños ven que compañeros suyos son campeones de Europa o del mundo, entienden que con trabajo y disciplina también pueden llegar ahí. Se crean referentes cercanos, reales, y se refuerza el sentimiento de pertenencia”, señala Pedro Marí.

Las medallas internacionales obtenidas por Lubat, Morell, Bestard, Palou y Osha son, así, un estímulo para las nuevas generaciones de regatistas que empiezan en la escuela de vela: “Ese efecto espejo es muy valioso”. Los homenajes celebrados en la Sala Magna del club tras cada campeonato han tenido precisamente ese sentido: reconocer los logros sin perder de vista el camino recorrido y el ejemplo que representan. El denominador común de todos estos deportistas es su juventud. Ninguno supera los 17 años, lo que deja entrever un futuro prometedor si mantienen la línea de trabajo actual. “Son muy jóvenes, tienen talento y ambición, pero sobre todo una gran capacidad de aprendizaje. Si siguen así, el techo está muy alto”, asegura Jaume Genovard, entrenador del RCNP.

Tim Lubat, campeón continental de ILCA 6
Photo ©Prowmedia
Nikko Palou y Mónica Osha
Photo ©Laura G. Guerra

Los cuatro ‘atlánticos’ de Hugo Ramón

El navegante del Real Club Náutico de Palma se convierte en el primer español en completar cuatro ediciones de la Mini Transat. Su llegada a Guadalupe, entre lágrimas, simboliza el cierre de un ciclo marcado por el esfuerzo, la soledad y la fidelidad al mar.

Luis Forteza
Hugo Ramón con el gallardete del RCNP un día antes de tomar la salida de la primera etapa en Les Sables d'Olonne
El regreso de Hugo Ramón a la Mini Transat no fue el resultado de un impulso nostálgico, sino un proyecto meditado y trabajado al milímetro.

Lloró al ver cómo la costa de Guadalupe se dibujaba en el horizonte, consciente de que el océano que tantas veces lo había puesto a prueba le estaba diciendo adiós, al menos por un tiempo. “Ayer llegué con muchas emociones. Es curiosa la diferencia entre mis antiguas Mini Transat y esta. En las anteriores llegué feliz y contento y en esta llegué llorando. Lloré, lloré, lloré. Sabía que era el fin de una época. Llevaba trabajando cuatro años para esta edición y al final los resultados no han acompañado. Lo iba sabiendo. Pero al final cuenta la experiencia. Tengo un poquito más de agua salada en mis venas. Soy un poquito más sabio y espero que esto me ayude en los próximos veinte años de mi vida”, confesó Hugo Ramón nada más pisar tierra.

Eran 18.57 (UTC) del 10 de noviembre de 2025. Habían pasado dieciséis días, tres horas y cincuenta y siete minutos desde que el CristalminaMajorica zarpó de La Palma rumbo al Caribe para cubrir una travesía de 3.118 millas reales. Con ese tiempo, el regatista del Real Club Náutico de Palma (RCNP) cerraba su cuarta participación en la Mini Transat —tras las de 2005, 2007 y 2009— y se convertía en el primer español en completar cuatro ediciones de la legendaria travesía oceánica. Un día después lo igualó Miguel Rondón, también en la categoría de serie.

Con cuarenta años y una vuelta al mundo a sus espaldas (la Global Ocean Race 2012, en doble), Hugo es, por derecho propio, el regatista oceánico más importante en la historia del RCNP, un club del que ha sido miembro desde su infancia y al que dedicó un emotivo recuerdo antes de la salida: “Nada me haría más feliz al llegar a Guadalupe que recibir la noticia de que el club donde me he formado, el que ha hecho posible que cumpla mis sueños y hoy esté aquí, haya podido renovar su concesión para seguir fomentando el deporte y la cultura marítima”. La buena nueva le llegó al día siguiente de su arribada al puerto de Saint François y sirvió para transformar los restos del llanto en una sonrisa.

Cuatro años de preparación

El regreso de Hugo Ramón a la Mini Transat no fue el resultado de un impulso nostálgico, sino un proyecto meditado y trabajado al milímetro. Durante cuatro años dedicó todo su tiempo y energía a cumplir los estrictos requisitos de clasificación que impone la organización de esta regata, en la que participan 90 barcos divididos en dos categorías: 57 de serie y 33 prototipos.

Dejó su empleo como capitán de yate para centrarse exclusivamente en el sueño de volver a cruzar el Atlántico en solitario. Pasó meses en astilleros, navegó miles de millas en pruebas clasificatorias, completó la formación de seguridad obligatoria y afinó cada detalle de un barco que debía soportar semanas de navegación sin asistencia exterior ni contacto con tierra.

“El océano amplifica todo lo que sientes: miedo, calma, euforia, gratitud. Por eso esta regata es más que una competición”, decía antes de zarpar desde Les Sables d’Olonne, el 25 de septiembre, en una salida marcada por la incertidumbre meteorológica y el aviso del huracán Gabrielle.

La tormenta y el paréntesis

La primera etapa, entre Francia y Canarias, fue suspendida tras la irrupción del ciclón atlántico. La flota tuvo que desviarse hacia la costa portuguesa y refugiarse en varios puertos, entre ellos Cascais, donde el RCNP puso en marcha un dispositivo de apoyo para asistir a su regatista si era necesario un remolque.

El Cristalmina Majórica en los momentos previos a la salida de la etapa Les Sables d'Olone-La Palma, que fue suspendida a mitad de recorrido por la amenaza del huracán Gabrielle.

El temporal obligó a anular la clasificación parcial y redujo la Mini Transat 2025 a una única etapa oceánica, de La Palma a Guadalupe. Esa circunstancia no alteró los planes de Hugo. “Por fin ha llegado el gran día”, declaró antes de soltar amarras. “Dejo atrás muchos años de trabajo y esfuerzo para intentar alcanzar la conciencia plena durante 18 días de travesía, en solitario, sin asistencia ni comunicación”.

La ruta del norte

Las condiciones iniciales del Atlántico fueron caprichosas. El navegante del RCNP optó por una estrategia más al norte, aprovechando un pasillo de viento que le permitió situarse entre los primeros de su clase durante los primeros días. Lideró la general de los barcos de serie durante más de 24 horas. Pero la presión del viento cayó en esa latitud y el grupo que había apostado por el sur encontró mejores condiciones.

La decisión lo relegó hasta el 17º puesto final. “En la Mini Transat, la frontera entre el acierto y el error puede medirse en un simple cambio de nube”, explicaba ya en tierra. “A

veces hay que invertir millas para ganar tiempo. En mi caso, me quedé un poco atrapado arriba, pero así es esta regata: te pone en tu sitio”.

El francés Paul Cousin, a bordo del Biocombustibles, se adjudicó la victoria en la categoría de serie con 14 días, 23 horas y 19 minutos, mientras que el suizo Mathis Bourgnon ganó en prototipos con un registro de 13 días, 17 horas y 24 minutos.

El mar como escuela

Pese a no haber cumplido sus expectativas deportivas, Hugo Ramón volvió a demostrar una profunda conexión con el mar. Para él, la Mini Transat siempre ha sido una forma de aprendizaje, un espejo en el que medir la paciencia, la humildad y la resistencia.

Esta cuarta travesía lo ha confirmado como un navegante de largo aliento, fiel a una filosofía que combina el rigor técnico con la introspección que solo ofrece la soledad oceánica. “En la Mini Transat navegas como los navegantes de la vieja escuela: sin Internet, sin poder hablar con nadie y con una información

meteorológica mínima. Aprendes a observar, a leer el cielo y a tomar decisiones sin más ayuda que tu instinto”.

Más allá del resultado, esta edición ha tenido en Hugo Ramón a su mayor divulgador. A través de su canal de Instagram, con cerca de 20.000 seguidores, ha compartido durante años el proceso de preparación, desde la botadura del CristalminaMajorica hasta las guardias nocturnas en mitad del Atlántico. Su manera de contar la regata ha conectado con navegantes experimentados y también con personas ajenas al mundo náutico que han descubierto la magnitud humana de esta aventura. Esa vertiente comunicadora ha sido una extensión natural de su carácter extrovertido y expansivo.

Cuando el Cristalmina-Majorica cruzó la línea de llegada en Saint François, el navegante del RCNP sabía que algo se cerraba. “El fin de una época”, dijo entre lágrimas. Pero en esa misma frase asomaba también el comienzo de otra: el resto de una vida en la que el mar seguirá ocupando un lugar preferente.

Hugo Ramón, consultando unas cartas en la cabina de su Mini.
Llegada Guadalupe con viento portante y sentimientos encontrados.

Doble liga de regatas: nuevo formato para el crucero

El programa del RCNP busca fomentar la participación y la regularidad tanto en regatas inshore como offshore

Texto: Julio González

Fotos: Laura G. Guerra

El Real Club Náutico de Palma (RCNP) ha presentado el nuevo calendario de regatas regionales de crucero, que este año se dividirá en dos ligas: una para las pruebas de altura (Offshore) y otra para las regatas que se celebrarán dentro de los límites de la Bahía de Palma sobre recorridos de bastones o costeros (Inshore).

El Trofeo Bon Vent-GP Sails, disputado los días 8 y 9 de noviembre de 2025, fue la primera cita puntuable de la nueva Liga Inshore.

La Liga Offshore, por su parte, comenzó el pasado 20 de septiembre con el Trofeo Memorial Pepe Bellver y se reanudará el 10 de abril con la XIII Volta a Mallorca A3. A continuación, la temporada continuará con La Larga de Palmavela, que se celebrará del 23 al 27 de abril, y finalizará el 23 de mayo con el Trofeo Memorial Pepe Estela.

En cuanto a la Liga Inshore, tras el estreno con el Trofeo Bon Vent-GP Sails, la actividad regresará con el Trofeo Carnaval los días 14 y 15 de febrero de 2026, seguido del Trofeo NOLI los días 7 y 8 de marzo. El 55º Trofeo S.A.R. Princesa Sofía, que se celebrará del 27 al 29 de marzo, será la penúltima cita antes de la Palmavela, prevista del 29 de abril al 3 de mayo de 2026, que pondrá el broche final a la temporada de regatas interiores.

El sistema de puntuación de ambas ligas se basará en la clasificación general de cada regata, de modo que la posición final de cada barco determinará su puntuación en el campeonato. Los barcos clasificados como DNS, DNF, RAF, NSC o DSQ recibirán la puntuación correspondiente al número de embarcaciones que llegaron a la zona de salida más un puesto, mientras que los clasificados como DNC obtendrán la puntuación equivalente al número total de barcos inscritos en la liga más uno. Con este formato se pretende potenciar la participación y premiar la regularidad a lo largo de toda la temporada.

El Real Club Náutico de Palma, que cuenta con la mayor flota de cruceros del circuito regional, busca con este calendario una programación de regatas adaptada a los armadores locales y a su realidad deportiva, ofreciendo regatas de ámbito local y la posibilidad de participar en competiciones de alto nivel como el Trofeo S.A.R. Princesa Sofía o la Palmavela, referencias internacionales en el ámbito de la vela de crucero.

La nueva ola del piragüismo balear Álex Graneri

Texto: Luis Forteza

Foto: Tomas Moya

Hay veranos que cambian una vida. Álex Graneri tenía diez años cuando su madre, buscando una actividad para que él y su hermana Cristina pasaran las vacaciones de verano cerca del mar, los inscribió en la escuela de piragüismo en el Real Club Náutico de Palma. No lo sabía entonces, pero aquel gesto cotidiano marcó el inicio de una trayectoria que hoy sitúa al deportista mallorquín entre los mejores del mundo.

Dos décadas después de coger por primera vez una pala en la dársena del club, Graneri ha firmado esta temporada un hito histórico para el piragüismo balear: dos medallas de bronce en el Campeonato del Mundo absoluto de Milán, una en K1 500 metros y otra en K4 500, la prueba reina del programa internacional y olímpico.

“Estoy muy contento. Este año ha sido muy bueno, he cumplido mis expectativas y creo que es el comienzo del camino hacia los Juegos Olímpicos”, explica el palista, que con solo 22 años se ha reivindicado como una de las figuras más prometedoras del equipo nacional.

Su bronce individual en el K1 500 (solo por detrás del checo Josef Dostal y el húngaro Adam Varga) corroboró el gran estado de forma con el que afrontó la temporada, mientras que el logrado junto a Rodrigo Germade, Carlos Arévalo y Adrián del Río en el K4 español lo situó en la élite del piragüismo internacional. No es un logro cuaqluiera: se trata de una de las embarcaciones más emblemáticas del deporte español, con una larga tradición de éxitos en Mundiales y Juegos Olímpicos.

“Competir en dos distancias, una de ellas olímpica, y hacerlo junto a deportistas como Germade, Arévalo o Marcus Cooper, ha sido un honor”, reconoce Graneri, que considera esta campaña como un punto de inflexión en su carrera. “He podido centrarme en la categoría absoluta y comprobar que podía rendir a buen nivel en las dos modalidades”.

De la escuela de verano al alto nivel

El recorrido de Graneri es un ejemplo de continuidad y arraigo. Todo comenzó en las instalaciones del Real Club Náutico de Palma, donde un entrenador, Ismael Uali, detectó el talento natural de los hermanos Graneri durante sus primeras semanas en la escuela. “Nos vio desde fuera y nos propuso federarnos. Nos gustó tanto la experiencia que decidimos hacerlo. Desde entonces, hasta hoy”, recuerda.

Aquel niño inquieto y competitivo pronto empezó a destacar entre los de su edad. “Supongo que me di cuenta de que podía llegar lejos cuando era infantil. Me pusieron a entrenar con chicos mayores, más fuertes, y aun así podía estar a su nivel. Eso me hizo pensar que tenía posibilidades”, explica.

El club, dice, ha sido su segunda casa. “Estoy eternamente agradecido. Mis mejores amigos son de aquí, incluso los que ya no hacen piragüismo. La relación con mis compañeros es como una gran familia, y eso me lo ha dado el club”, asegura.

Aunque los compromisos internacionales le obligan a pasar largas temporadas fuera, Graneri mantiene su conexión con Palma. “Claro que echo de menos mi vida aquí, pero intento gestionarlo bien. Cuando vuelvo, aprovecho para ver a mis amigos y disfrutar de la isla. Es mi manera de recargar pilas”.

Hace dos años, el palista decidió trasladarse a Asturias para entrenar. “En Madrid estuve una temporada, pero allí el trabajo estaba más enfocado en el 1000 metros, y yo quería centrarme en el 500. El cambio fue grande, pero me adapté bien y llegué en buena forma al momento clave”. Ese momento fue el Mundial de Milán, su primer campeonato absoluto.

El doble éxito obtenido en esta prueba confirma su madurez deportiva y lo coloca en la senda olímpica. Su nombre ya suena entre los candidatos a representar a España en los Juegos de Los Ángeles 2028, objetivo que persigue con la misma determinación con la que comenzó a remar en el puerto de Palma. “Sería un honor representar a España y llevar al Real Club Náutico de Palma a unos Juegos Olímpicos”, afirma.

En una disciplina tan exigente como el piragüismo de velocidad, la progresión de Graneri refleja el valor de una formación sólida y el trabajo continuado en el entorno adecuado. Desde los días de verano en la escuela del RCNP hasta su actual condición de internacional absoluto, su historia resume el papel del club como cantera de deportistas de élite y motor del piragüismo balear.

Con su doble medalla mundialista, Álex Graneri ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad. El niño que un día descubrió la piragua en el muelle del Náutico es hoy una de las figuras más emergentes del piragüismo español, con la mirada puesta en el horizonte más ambicioso: los Juegos Olímpicos.

Texto: Luis Forteza

Fotos: Laura G. Guerra / Tomás Moyá

El Ciutat de Palma de piragüismo consolida su fórmula de éxito

El Parc de la Mar volvió a convertirse en el epicentro mundial del deporte de la pala en una segunda edición que combinó espectáculo, nivel deportivo y compromiso con la ciudad

El II Trofeo Ciutat de Palma de Piragüismo, celebrado el pasado mes de octubre bajo la organización del Real Club Náutico de Palma (RCNP), confirmó en su segunda edición que el formato ideado para acercar el piragüismo de alto nivel al corazón de la ciudad funciona. La cita, disputada en el Parc de la Mar, al pie de la Catedral de Mallorca, reunió a una treintena de los mejores especialistas del mundo, procedentes de diez países y con un palmarés conjunto de 18 medallas olímpicas y más de 400 internacionales. Y lo más importante: atrajo a un numeroso público a pesar de la alerta por mal tiempo y la lluvia.

El éxito de esta competición novel se explica, en primer lugar, por un planteamiento deportivo diferente, que rompe con el modelo tradicional de regata. El formato de 400 metros con ciaboga (una maniobra que obliga a los palistas a virar 180 grados en plena carrera) convierte cada enfrentamiento en un duelo cuerpo a cuerpo, con un alto componente visual. Esta mezcla de velocidad, habilidad y estrategia atrajo este año a grandes nombres del piragüismo mundial, incluso fuera de su temporada oficial, como el portugués Messias Baptista, la húngara Csoka Csikos, ganadores de la edición 2025, o leyendas nacionales de la pala como Marcus Cooper, Carlos Arévalo o Rodrigo Germade.

A la solidez del formato se suma la organización impecable del Real Club Náutico de Palma, que aporta su experiencia de décadas en grandes competiciones internacionales de vela y un equipo humano volcado en la oportunidad que le ofrece trabajar de cara a la ciudad. “El RCNP tiene la ilusión de convertir el Ciutat de Palma de Piragüismo en el mejor encuentro nacional de este deporte, un referente tanto por su nivel como por su capacidad para acercar la competición a la ciudadanía”, destaca Manu Fraga, director del RCNP, quien subraya la profesionalidad del equipo técnico y la colaboración con el Ayuntamiento de Palma, Piraguas Nelo y Paddle Games.

Los participantes coinciden en elogiar el entorno y el concepto del evento, una rareza dentro del calendario internacional. Acostumbrados a competir en pistas situadas en las afueras de las ciudades, muchos destacan la experiencia de remar “con la Catedral de fondo y el público a pocos metros”, como expresó Fernando Pimenta, que calificó el Ciutat de Palma como “una prueba diferente, espectacular y muy bien organizada”. Csoka Csikos, campeona femenina, señaló que “es una competición muy emocionante, en un escenario increíble, donde el público y los deportistas disfrutan por igual”.

En el plano deportivo, los triunfos correspondieron a Messias Baptista (K1 masculino), Csoka Csikos (K1 femenino), el tándem Deborah Kerr–Jonas Ecker (K2 mixto) y el conjunto Ok Mobility (clasificación por equipos). Los podios se completaron con Pimenta y Rizza en K1 masculino; Emily Lewis y Ruth Vorsselman en K1 femenino; Ana Lucz–Gergely Balogh y Pauline Jagsch–Roi Rodríguez en K2 mixto; y los conjuntos Oliu y Eulen.

El coordinador del evento, Carlos Borrás, no tiene dudas sobre la consolidación del proyecto: “Cada vez más palistas internacionales se interesan por participar en el Ciutat de Palma. El formato, el entorno y la cercanía con el público hacen que esta competición tenga un atractivo especial. Nuestro objetivo es mantener esa esencia y seguir creciendo sin perder el vínculo con la ciudad”.

Un elemento clave en el rápido despegue del Ciutat de Palma es, sin duda, la retransmisión en directo por IB3 Televisió, que permite acercar el espectáculo a miles de espectadores en toda Baleares. La cobertura en directo de la categoría Élite.

La suma de todos estos factores —un formato vibrante, una organización sólida, el apoyo institucional y mediático, y un escenario único en el mundo— convierte al Trofeo Ciutat de Palma de Piragüismo en una referencia para los amantes del deporte y para la ciudad, que cada año ve cómo el Parc de la Mar se transforma, por unas horas, en un gran estadio deportivo.

La húngara Csoka Csikos se impuso en la categoría femenina individual
El portugués Messias Baptista fue el ganador del K1 masculino

La base también rema en el corazón de Palma El Trofeo Ciutat de Palma de Piragüismo no es solo una cita de élite. Desde su primera edición, el evento ha querido acercar este deporte a las nuevas generaciones y convertir el Parc de la Mar en un gran escenario de aprendizaje y convivencia entre deportistas consagrados y jóvenes promesas.

La jornada comenzó a las once de la mañana con las pruebas de las categorías de base, en las que participaron diferentes clubes regionales y nacionales, entre ellos el Scooter Club de Algemesí, invitado por la organización tras perder sus instalaciones en la riada de Valencia del año pasado. Los más pequeños desafiaron la lluvia con entusiasmo, bajo la mirada de familiares y transeúntes, demostrando que el piragüismo también puede vivirse en el corazón de la ciudad.

Como novedad de esta segunda edición, el Real Club Náutico de Palma incorporó la clase Fantasy, una categoría de exhibición en la que un grupo de jóvenes palistas fue seleccionado por sorteo para compartir un K2 con las grandes figuras internacionales.

“Queríamos que los más pequeños sintieran de cerca lo que representa una competición de este nivel y convivieran con sus ídolos deportivos”, explicó Ekaitz Sallés, responsable técnico del evento a través de Paddle Games.

“El formato Fantasy busca inspirar y reforzar el vínculo entre las bases y la alta competición, algo esencial para el crecimiento del piragüismo”.
Laura G. Guerra

Toni Jaume: Mis inquietudes me mantienen vivo

Tras cruzar el Atlántico en solitario, Toni Jaume se propone la vuelta al mundo en velero en 2029

Texto: Mariona Forteza Fotos: Tomás Moyá

Las historias bellas a veces se esconden tras un velo de elegancia y discreción. Toni Jaume es un navegante experimentado y valiente. Con el Cocoliso, su velero, ha recorrido las aguas del Mediterráneo y el Atlántico. El pasado año, logró su mayor hazaña por el momento: cruzar hasta el Caribe en solitario. Y en el horizonte apunta una nueva aventura: la vuelta al mundo en velero, que tiene programada para 2029.

“Mis inquietudes me mantienen vivo”. Lo cuenta como quien no quiere darse importancia. “Mis amigos me insisten que debería decirlo más”, revela. Toni sufre una enfermedad rara, que le ha ocasionado graves problemas de salud, entre ellos una pérdida progresiva de la visión. Una situación que le hace vivir en el ahora:

“No quiero retrasar demasiado las cosas, ni esperar a la jubilación, quiero dar la vuelta al mundo, y si me voy, me voy”.

Una determinación imparable que le llevó a culminar la travesía del Atlántico en solitario, tal como se había propuesto -desde Mallorca hasta la isla de Santa Lucía-, pese a encontrarse con serios contratiempos técnicos y meteorológicos. Mucha gente pudo seguir sus andaduras gracias a las redes sociales, algo que tuvo efectos sorprendentes. “Personas que no conocía me animaban a seguir”, explica. Un interesante diario audiovisual de navegación que aún hoy podemos revisitar, a través de su perfil de Instagram.

La aventura empieza en Mallorca, en octubre de 2024. Toni sale de la isla, cruza el Estrecho de Gibraltar y, después de algunas vicisitudes, llega a Lanzarote. La idea era partir desde allí rumbo al Caribe, pero una avería en el generador eléctrico y una meteorología adversa le obligan a posponer la travesía más de un mes. Así que regresa en avión a Palma, para atender sus obligaciones laborales, y vuelve a Canarias en diciembre, para afrontar, ahora sí, la navegación hasta América.

Toni Jaume posa en Marina Rubicón (Lanzarote), a punto de salir para el Caribe.

La primera pregunta que se plantea el profano es clara: ¿cómo lo hace un navegante solitario para dormir? En el Mediterráneo y en la bajada a Canarias -a causa del tráfico marítimo-, Toni dormía en tandas de veinte minutos: “Te tumbas, te pones un despertador, y cuando suena abres los ojos, controlas si hay tráfico o si hay que hacer algo, como cambiar una vela, y te vuelves a tumbar, y así el tiempo que haga falta, puedes estar diez horas; parece que no descansas, pero lo cierto es que pasan los días y no estás agotado, por lo tanto algo has dormido”.

Bajando a Canarias, Toni vivió el peor temporal de su carrera como navegante: más de cuarenta nudos de viento y olas de

seis metros, alcanzando el barco una velocidad vertiginosa, con puntas de 14 nudos. Sin embargo, el peor contratiempo estaba aún por llegar. Saliendo de Canarias se le rompió un piloto automático, y cuando ya llevaba ocho días de navegación hacia el Caribe, se le estropeó el segundo, obligándole a virar y dirigirse a Mindelo, en Cabo Verde, para reparar la avería. Entonces, se las vio con un viento de 26 nudos y olas de proa. Fueron 45 horas sin dormir nada, en las que se dijo a sí mismo aquella célebre frase de “quién me mandaba a mí meterme en esto, con lo bien que estaría yo en mi casa”.

Pero la recompensa estaba cerca. Al salir de Mindelo, los alisios y las olas constantes le acompañaron en su ruta, con más

o menos buen tiempo, hasta alcanzar Santa Lucía. En este tramo, Toni pudo darse el “lujo” de dormir en tandas de una hora y media, a causa del menor tráfico. Y de leer, escuchar podcasts o simplemente quedarse en un estado meditativo sin hacer nada, a causa del “efecto hechizador del mar”. En total, fueron 16 días desde Mindelo hasta el Caribe, y 30 días contando desde la salida de Mallorca.

Al oírle relatar su experiencia, es inevitable pensar en los primeros navegantes que cruzaron el Atlántico. ¿Pensaba Toni también en ellos? “Sí, mucho”. Una historia que para él siempre estará envuelta en un cierto misterio: “Hay muchas cosas que no sabemos, ellos hicieron la misma ruta, bajaron de latitud para encontrar los alisios, Colón tenía mucha más información de la que pensamos”.

Más de cinco siglos después, el navegante sigue exclamando lo mismo al ver recortarse la costa en el horizonte. “¡Tierra a la vista! ¡Santa Lucía! ¡Qué alegría la mía!” Toni Jaume inmortalizó el momento en un vídeo que colgó en las redes sociales, y en el que se le veía pletórico después de haber alcanzado su sueño. El bagaje acumulado le permite ahora encarar con mayor seguridad su próximo proyecto, la vuelta al mundo, prevista para dentro de cuatro años. La ruta prevista es la habitual en estos casos. Cruzar hasta el Caribe, atravesar el Canal de Panamá, navegar por las aguas del Océano Pacífico hasta la Polinesia, y de allí alcanzar Australia. A continuación, hay diversas posibilidades: o bien dirigirse al Mar Rojo y llegar al Mediterráneo por el Canal de Suez, o dar la vuelta a África para evitar a los piratas. Toda una aventura.

Pero esta vez no será en solitario, sino con amigos y también con su hijo Miki, que le irán acompañando en las diferentes etapas de la navegación. A pesar de ello, siempre existe la posibilidad de tener que afrontar alguna de las fases sin nadie, y el hecho de haberlo logrado en el Atlántico le da ánimos para encararlo con total seguridad.

“He aprendido que soy insignificante, que tengo capacidad de autogestión y que sé estar solo”. Una lección de navegación, pero también de vida.

MASTERCLASS CON ÁLEX PELLA:

“El

líder no manda, sino que se hace respetar”

El navegante oceánico, poseedor del récord de la vuelta al mundo a vela, compartió su visión sobre la determinación en el ciclo ValoresRCNP

El navegante oceánico Álex Pella protagonizó a principio de año una de las sesiones más inspiradoras del ciclo Valores RCNP en la Sala Magna del Real Club Náutico de Palma, donde compartió su visión sobre la determinación y el liderazgo en la vela de alta competición. La charla estuvo dirigida a los deportistas del club y sus familias, con la presentación a cargo de Hugo Ramón, vocal de vela del RCNP y navegante oceánico con una destacada trayectoria.

Pella, actualmente inmerso en el intento de récord de la vuelta al mundo por la ruta del Oeste a bordo del maxicatamarán Victoria, destacó la importancia del liderazgo basado en el respeto y en la consecución de un objetivo común. “El líder no manda, sino que se hace respetar”, afirmó, subrayando que la clave para afrontar desafíos de esta magnitud es contar con un equipo unido en torno a una meta compartida.

Photo ©Laura G. Guerra

El navegante repasó su trayectoria, marcada por la participación en proyectos de estructura reducida tanto a nivel humano como financiero. “Los grandes logros de mi carrera han sido proyectos pequeñitos, porque es ahí donde me siento cómodo y lo doy todo”, explicó. Recordó sus inicios en la navegación junto a su familia y cómo esa experiencia marcó su pasión por el mar: “La ilusión de ir al agua y de disfrutar del mar viene de mi familia”.

Durante su intervención, destacó que su éxito se ha basado en afrontar siempre nuevos desafíos con determinación y entusiasmo. “Siempre mi éxito ha estado ligado a tener un objetivo alcanzable e ir a por él”, afirmó. Sin embargo, reconoció que llega un momento en que resulta difícil encontrar nuevos retos: “La clave de mi éxito es hacer cosas nuevas, pero hay un momento en que te quedas sin”.

Pella también abordó la importancia de la seguridad en la navegación tras haber vivido un accidente grave. “Me replanteé si valía la pena todo esto”, confesó, y explicó que esa experiencia le hizo más consciente de los riesgos y de la necesidad de mantener la alerta tanto a nivel personal como dentro de la tripulación.

Para el navegante, la determinación es un rasgo innato que también se puede trabajar. “Yo lo llamo entusiasmo, y lo desarrollo haciendo siempre cosas diferentes”, dijo, insistiendo en su necesidad de afrontar constantemente nuevos desafíos.

El Ciclo Valores RCNP, dirigido por el doctor en psicología deportiva Miquel Salom, tiene como objetivo transmitir enseñanzas y experiencias inspiradoras a los deportistas del club. Desde su puesta en marcha hace seis años, ha contado con la participación de destacadas figuras del deporte, como Joan Cardona, Álex Graneri, Marcus Cooper, Lydia Valentín o Santiago Lange, entre otros. Las ponencias se desarrollan en formato entrevista y finalizan con un turno de preguntas abierto a los asistentes. Están especialmente dirigidas a padres y deportistas, aunque el público general también puede asistir. Las principales charlas pueden verse en el canal de YouTube del Real Club Náutico de Palma.

Photo ©Laura G. Guerra

Un espacio para la convivencia

Las actividades sociales del RCNP mantienen vivo el espíritu de comunidad más allá del deporte

Texto: Paula Ferragut

Fotos: Laura G. Guerra

El Real Club Náutico de Palma ha vivido a lo largo de 2025 un año especialmente activo en el plano social, con una amplia programación de actos destinados a fortalecer la convivencia entre los socios y a mantener vivo el espíritu de comunidad que caracteriza a la entidad desde su fundación en 1948. La variedad de actividades, desarrolladas a lo largo de los últimos meses, ha reflejado la diversidad de intereses y sensibilidades que conviven en el club, siempre bajo un mismo objetivo: promover la participación de socios y amigos del RCNP.

El calendario comenzó en pleno invierno con el tradicional Concurso Gastronómico de Invierno, celebrado el 8 de febrero y dedicado este año a los “platos de cuchara”, una cita ya clásica que combina la creatividad culinaria con la camaradería en torno a la buena mesa.

Pocas semanas después, el 23 de marzo, tuvo lugar el estreno del concurso de tortillas, una iniciativa novedosa que logró reunir a numerosos participantes en un ambiente distendido y festivo, donde la improvisación y la originalidad fueron tan importantes como el sabor. La primavera trajo también una notable actividad cultural, con la inauguración el 8 de mayo de la exposición de pintura de marinas en la Sala Magna, una muestra colectiva que reunió a seis artistas y convirtió el club en un espacio de encuentro entre el arte y el mar.

El mes de mayo continuó con dos citas muy esperadas: el Concierto de Primavera de la Coral del RCNP, celebrado el día 20, que ofreció un repertorio cuidadosamente seleccionado bajo la dirección de Xisco Bonnín, y el Concurso de Paellas, el 24 de mayo, que volvió a llenar las terrazas del club de aromas y risas en una jornada de convivencia intergeneracional.

Con la llegada del verano, los socios más jóvenes disfrutaron el 15 de junio de la Fiesta Infantil de Verano, seguida de la tradicional Sardinada de Sant Joan, el 22 de junio, una velada que marcó el inicio simbólico de la temporada estival.

El punto culminante del año social fue, como cada julio, la Cena de Aniversario, celebrada el día 5, que reunió a quinientos socios en conmemoración de la inauguración del club en 1948. El programa se cerró el 11 de septiembre con el Concert d’Havaneres organizado por la Asociación de Navegantes, a beneficio del banco de alimentos, poniendo el broche solidario a un año de intensa actividad y excelente participación.

EL V CICLO PIANO MAR CONSOLIDA AL RCNP COMO REFERENTE MUSICAL EN PALMA

La edición de 2024-25 ha completado el aforo de la Sala Magna en casi todos los conciertos y ha reafirmado el compromiso del club con la vida cultural de la ciudad

Texto: Paula Ferragut

Fotos: Laura G. Guerra

El Real Club Náutico de Palma ha acogido una de las ediciones más exitosas de su ya consolidado Ciclo Piano Mar, un programa musical que a lo largo de este 2025 ha convertido la Sala Magna del RCNP en un espacio de referencia para la música en directo en la ciudad. La quinta edición del ciclo ha reunido a algunos de los nombres más destacados del panorama jazzístico y de fusión de Mallorca, además de contar con artistas de proyección internacional.

Desde el concierto inaugural de Nayla Yenquis Group, en noviembre de 2024, hasta las actuaciones añadidas en los meses de septiembre y octubre de 2025, con Alec Dankworth Trio y Christa Elmer Trio, la respuesta del público ha sido excepcional: la Sala Magna ha completado el aforo en prácticamente todos los recitales, confirmando el interés que despierta esta iniciativa entre los socios y los aficionados a la música de Palma.

El V Ciclo Piano Mar ha tenido como eje central el piano histórico Bösendorfer del club, construido en 1873 y considerado el más antiguo que permanece activo en la ciudad. Este instrumento, restaurado y mantenido con esmero por el luthier Pere Josep Garcias, ha sido protagonista de todos los conciertos y se ha convertido en un símbolo del compromiso del RCNP con la conservación de su patrimonio histórico-artístico. “Es una maravilla que este instrumento siga activo después de un siglo y medio. No hay muchos casos como este, y menos con una actividad tan constante y de este nivel”, señala Garcias.

Yemanjá
Octavio Cortés & Néstor Casas

El pianista Octavio Cortés, que formó parte del ciclo junto a Néstor Casas con una propuesta de Hot Jazz, también quiso destacar la calidad acústica del espacio y la calidez del público: “Es una gozada tocar en el club. La Sala Magna tiene una sonoridad especial y el Bösendorfer ofrece matices que solo se encuentran en instrumentos con historia. Además, el público del RCNP escucha con atención, con respeto y con curiosidad, algo muy valioso para los músicos”.

A lo largo de la temporada, el Piano Mar ha ofrecido una programación variada, centrada principalmente en el jazz y la fusión, pero abierta a otros géneros. El cartel ha incluido nombres como Jaime Anglada y Sergio Llopis, con un repertorio acústico entre el country, el pop y el folk; Random Jazz, con una mezcla de fusion jazz y pop rock; y Flamencuba, con la presencia del pianista Caramelo de Cuba y Benji Habichuela, que unieron el alma cubana y la tradición flamenca en un encuentro especialmente celebrado por el público.

El ciclo ha servido también como escaparate para proyectos personales. Uno de estos momentos fue el concierto de Pep

Random Jazz
Marian Lush (Piano Mar)

Lluís García junto a The Grounding, en el que el baterista mallorquín —acompañante habitual de grandes figuras del jazz y muy querido por el público del club— presentó su nuevo trabajo. La respuesta fue unánime: la cercanía del formato, el cuidado sonido y el ambiente de complicidad convirtieron la velada en una de las más recordadas del año.

En esta edición, el ciclo ha sumado además propuestas internacionales como la ya mencionada de Caramelo de Cuba y, más recintemente, la de Alec Dankworth Trio, liderado por el contrabajista británico ganador de los British Jazz Awards.

El V Piano Mar ha confirmado la dualidad que caracteriza al proyecto desde su creación: por un lado, ofrecer una plataforma estable para la escena musical mallorquina y, por otro, agregar el Real Club Náutico de Palma a la oferta cultural de la ciudad.

“Estos conciertos nos permiten incorporar nuestro escenario a la vida cultural de Palma, como muestra del compromiso del club, al mismo tiempo que fomentamos la escena musical de Mallorca y mantenemos vivo nuestro patrimonio”, explica Alejandro López, vicepresidente y responsable del área cultural del RCNP.

López recuerda además que el ciclo forma parte de un programa más amplio de actividades sociales y culturales destinadas

tanto a los socios como al público general. “El club no solo es un referente deportivo, sino también un espacio de encuentro, donde la música, el arte y la convivencia tienen un lugar destacado. Ese espíritu es el que define el Piano Mar y explica su éxito”, concluye.

Jaime Anglada
Caramelo de Cuba & Benji Habichuela

El primer habitante de Baleares fue un experto navegante

Llegó procedente de la costa catalana o valenciana · Afrontó una navegación larga y compleja sin posibilidad de escalas · Pudo usar una barca de juncos, una canoa tallada o una barca de tablones cosidos

Mucho se ha escrito sobre los primeros colonizadores de las Islas Baleares. Las teorías se han sucedido -y se suceden aúncon pruebas de carbono, debates e incluso algún que otro rifirrafe. Sin embargo, muy poco se ha investigado acerca de cómo llegaron aquellas familias al archipiélago. La ausencia total de documentación y de restos arqueológicos directos dificultan enormemente la labor.

A pesar de ello, hay algunas certezas. Por ejemplo, a día de hoy se da por seguro que los primeros habitantes de Baleares llegaron procedentes de la península ibérica, de algún lugar cercano a el Cap de Creus, el Delta del Ebro o el Cabo de la Nao. También se da por hecho que eran expertos navegantes, ya que afrontaron una travesía de cabotaje o gran cabotaje, sin posibilidad de escalas intermedias y debiendo pasar al menos una noche en el mar.

Si algo sabemos acerca de los primeros navegantes que llegaron a Baleares es gracias al arqueólogo Víctor Guerrero, ya desaparecido, que nos ha dejado diversos documentos -entre ellos el libro Navíos y navegantes- que profundizan en el tema. ¿Cuándo llegaron? ¿Qué tipo de embarcaciones usaron? ¿Se quedaron? Las preguntas se suceden, no siempre con

Nave sarda de bronce del I milenio a.C. (Museo Arqueológico Nacional de Cagliari)

respuestas claras.

Teniendo en cuenta que los barcos prehistóricos y antiguos eran de casco redondo y sin orza, los primitivos colonizadores del archipiélago tuvieron que desplazarse mediante vientos portantes, de popa o aleta. Esta circunstancia determina su llegada desde la costa este de la península ibérica, impulsados por vientos de componente norte. Por contra, teniendo en cuenta los derroteros del Mediterráneo, una comunicación directa con Cerdeña o Córcega hubiera sido muy complicada.

A esta evidencia debe sumarse la posibilidad de observar la costa de Baleares, en días de buena visibilidad, desde diversos puntos de la península: el Tibidabo (Barcelona), Castellón y Denia (desde los dos primeros se divisa Mallorca y desde el último, Eivissa). No parece muy descabellado que los habitantes de estos lugares, ante la visión de otras tierras, decidieran llevar a cabo una exploración cuando los medios técnicos y navales se lo permitieron.

¿Cuándo llegaron? Este es el principal interrogante. Los arqueólogos están de acuerdo en que las Baleares estuvieron habitadas de manera estable a partir del calcolítico (aproximadamente el 2.500 a.C.). Así lo revelan los restos del poblado de Son Ferrandell-Oleza (Valldemossa), donde se han hallado restos de cabañas de esta época, así como cerámica con decoración incisa de estilo campaniforme.

Sin embargo, Víctor Guerrero siempre defendió la posibilidad de establecimientos anteriores, correspondientes a primeras exploraciones y ocupaciones esporádicas de tipo estacional, datadas aproximadamente a partir del quinto o cuarto milenio antes de Cristo. El hallazgo de instrumentos de sílex en Binimel·là (Menorca) y de sedimentos muy antiguos en los abrigos de Son Gallard y Son Matge (Valldemossa) sustentarían esta suposición, sobre la que hay gran incertidumbre. Por otra parte, el reciente análisis de un puente de piedra sumergido en la cueva Genovesa de Manacor podría situar los primeros establecimientos humanos en el octavo milenio a.C.

Aves para la orientación.

La imagen representa una nave sarda de bronce del I milenio a.C (Museo Arqueológico Nacional de Cagliari). La presencia de aves podría ser una reminiscencia de la época en que los navegantes se orientaban lanzando pájaros al aire (si no regresaban, significaba que había tierra cerca). Se trata de una técnica anterior a la orientación astronómica.

Reproducción según Cristòfol Veny del grabado hallado en el hipogeo de N’Abella Endins (Menorca), probablemente de la edad del Hierro.

¿Y qué tipo de embarcaciones utilizaron para alcanzar las islas? He aquí la otra gran pregunta. Desgraciadamente, en Baleares no contamos con ningún resto arqueológico naval tan antiguo. Así que, para elaborar hipótesis, no queda más remedio que buscar en otros lugares.

La primera posibilidad es el uso de las embarcaciones monóxilas, es decir, canoas elaboradas a partir de un tronco de árbol ahuecado. Aquí hay que tener en cuenta la gran distancia que separa las Baleares de la Península (no en vano son las islas mediterráneas más alejadas del continente: Ibiza y Formentera se encuentran a 90 kilómetros de la península; Mallorca, a 200; y Menorca, a 220). Por lo tanto, en caso de ser esta la embarcación utilizada, tuvo que ser estabilizada y reforzada de alguna manera, mediante tablones en los costados y la proa, aparejos de propulsión o batangas (o todas a la vez). Además, una navegación así se tuvo que efectuar en los meses de verano, cuando la bonanza del mar y el escaso oleaje permitiría alcanzar las islas con éxito.

Los restos más cercanos de embarcaciones monóxilas los encontramos en Dispilo, al oeste de Macedonia y en el Lago Bracciano, en Italia (ambas del sexto milenio a.C.), con refuerzos de tablones. En otras culturas lejanas, existen canoas similares con aparejos de propulsión y batangas (sin uso de metales): por ejemplo, en Samoa y Zanzíbar.

La segunda posibilidad es el uso de embarcaciones de juncos, elaboradas con la vegetación que crece en deltas y marismas de la costa este peninsular. La naturaleza perecedera de estos materiales impide contar con restos arqueológicos, pero sí

existe documentación iconográfica (en Egipto, Mesopotamia y Tasili) de la existencia de estas naves en épocas prehistóricas y antiguas, así como testimonios etnográficos vivos en el lago Titicaca. Además, el noruego Thor Heyerdahl demostró en los años 70 del siglo XX la posibilidad de llevar a cabo travesías considerables y sin escalas con una de estas embarcaciones, mediante la construcción de las naves Ra I, Ra II y Tigris. Se trata de naves con forma de media luna y provistas de aparejos, mástil y vela cuadra, capaces de adaptarse a la navegación con oleaje y mar gruesa.

Una tercera posibilidad, son las embarcaciones de tablas, probablemente cosidas con cuerdas y calafateadas. En el estuario del Humber (Gran Bretaña), se encontraron unos restos correspondientes a naves de este tipo, conocidos como los barcos de North Ferriby. El más antiguo de ellos está datado entre el 2000 y el 1.700 a.C. Las reconstrucciones de estas embarcaciones se acercan más a la idea que tenemos hoy en día de una barca.

Para encontrar referencias iconográficas de embarcaciones antiguas en Baleares, debemos esperar, como mínimo, a la Edad del Bronce. En la cámara funeraria de la Torre del Ram, en Menorca, el arqueólogo Cristòfol Veny halló tres grabados que representan embarcaciones. Uno de ellos podría corresponder a una nave ligera de casco redondo, y estaría datado entre el 1.300 y el 800 a.C. Muy cerca de la Naveta des

Tudons, en el hipogeo funerario de N’Abella Endins, posiblemente de la Edad del Hierro, el mismo Veny halló otro dibujo en una columna. Finalmente, en el barranco de Macarella, el historiador Josep Mascaró Pasarius documentó la existencia de una pintura en color rojo, que representa una embarcación antigua, imposible de datar.

Muchos indicios, pocas certezas y sobre todo mucho misterio. Más allá de todo ello, algo está claro: aquellos navegantes fueron capaces de desarrollar ingenios complejos para lanzarse a un mar hostil y peligroso. El premio fue alcanzar aquellas tierras que veían en el horizonte.

Nave pintada en rojo en el barranco de Macarella, según reproducción de Josep Mascaró Pasarius.

MIGUEL FÉLIX CHICÓN

“Lo más difícil es decirle a una madre que dejas de buscar a su hijo desaparecido

en

el mar”

El histórico jefe de Salvamento Marítimo en Baleares, ya jubilado, presenta su primer libro, fruto de su pasión por el mar y por la histioria.

Mariona Forteza Fotos: Tomás Moyá

Miguel Félix Chicón Rodríguez (Tánger, 1960) fue capitán en mar y también en tierra. Cuando las obligaciones familiares lo exigieron, desembarcó definitivamente para ser jefe de Salvamento Marítimo en Baleares durante 26 años. Allí se encargó de rescates famosos, como los del Sorrento, el Grande Europa o el Don Pedro, y se ganó el respeto de todos. Este año, ya jubilado, publicará su primer libro: Navegar es necesario.

P: Nació en Tanger, en una familia de pescadores.

R: Mi padre era pescador y la familia de mi madre también tenía relación con el mundo de la pesca.

P: ¿Por qué Tánger?

R: A finales de la década de los 40, mi padre empieza a navegar en barcos pesqueros y descubre la ciudad de Tánger, que en aquella época es una explosión de vida y de riqueza, comparado con España, que estaba saliendo de la guerra. Conoce a mi madre, se casan en Algeciras y se van a vivir a Tánger, y allí nacimos los tres hermanos. Mi padre se dedicó a la pesca, fue maestro redero y se integró muy bien. Fuimos emigrantes a Marruecos.

P: ¿Cómo llega a Palma?

R: En la década de los setenta, con el fin de darnos estudios a mis hermanos y a mí, nos vinimos para España. Yo llegué a Mallorca en 1975.

P: Para estudiar náutica.

R: Había dos posibilidades y escogí la de piloto de marina mercante porque la escuela estaba al lado de mi casa. Hay que hacer lo posible para evitar excesivos gastos en la familia.

P: Pero era algo vocacional.

R: Siempre había visto la mar. Yo iba al puerto a ayudar a mi padre a coser y a tintar las redes, que en aquella época eran de algodón. Y veía los ferrys saliendo del puerto, que se iban para Algeciras y Gibraltar. Eran barcos míticos de la época: el Ciudad de Tarifa, el Victoria, el Virgen de África... Y al llegar aquí y tener la ocasión... Me gustaba viajar y me iban a pagar por ello... pues me hice marino.

P: ¿Cuál fue el primer trabajo?

R: Entre el primer y el segundo año de náutica, mi padre me enroló en un barco de la Trasmediterránea de mozo de cubierta: el Ciudad de Toledo, que hacía una ruta llamada “La carreta del Mediterráneo”: Barcelona, Valencia, Alicante, Arrecife de Lanzarote, Tenerife, Las Palmas, Málaga, Barcelona. En 14 días.

P: ¿Y después?

R: Después ya embarqué, de alumno, como oficial en petroleros de Campsa y Petromed, yendo al Golfo Pérsico. Y de ahí, como piloto, hice las prácticas en un buque frutero que iba a Canadá, el Caribe, la Antigua Unión Soviética... Y luego,

como capitán, me embarqué en un ferry pequeñito de nueva construcción que trajimos a Ibiza. Después llegaron los rápidos y las embarcaciones de alta velocidad. Hasta que las circunstancias dicen que hay que plantearse un cambio.

P: ¿Estaba cansado de la vida de marino y quería volver a tierra?

R: No. A mí me encanta navegar en un buque mercante. Fueron circunstancias familiares. A mí me ha pasado llegar a casa y que mi hijo, que era bebé, llorara porque no me conocía, después de siete meses fuera. Como marino te vas a navegar, a hacer lo que te gusta, pero tu compañera se queda ella sola cuidando de dos niños. Mi hermano falleció, mis padres estaban solitos aquí... ¿Qué podía hacer que se pareciera? Salvar a mis compañeros. No fue mal.

P: ¿Pudo aplicar lo aprendido?

R: Sin duda. Siempre navegué en barcos bastante difíciles, con muchos problemas. Eso te da un bagaje de haber resuelto dificultades, o que otro las haya resuelto y tú lo hayas aprendido. Yo viví un incendio a bordo de un petrolero en medio del Océano Índico, por ejemplo.

P: ¿Y qué ocurrió?

R: Lo apagamos, ¡si no no estaría aquí!

P: ¿Es verdad que el capitán de barco, en último término, siempre está solo?

R: Las decisiones las tienes que tomar tú, pero también tienes que tener un buen equipo. Yo he tenido la suerte de tener siempre buenas tripulaciones, y los problemas los hemos solucionado. Ahora bien, antiguamente no había teléfono móvil y la comunicación en el mar era por onda corta. Y se decía: “en el cielo Dios, y en el barco el capitán”.

P: ¿Qué recuerda de esos 26 años como jefe de Salvamento Marítimo?

R: Fue una etapa muy bonita de mi vida, muy intensa. No podías desconectar, ni siquiera en vacaciones. El compromiso de servicio público lo tienes que tener muy imbuido. Estás trabajando con tu equipo para algo tan complicado y difícil como salvar personas. Tienes que tener esa convicción, por el módico salario que paga la administración. No es un compromiso con el trabajo, sino con la gente a la que prestas ese servicio. navegantes de todo tipo: el mercante, el militar, el de recreo, el pescador... y por supuesto todas estas criaturas que intentan pasar de la orilla sur a la orilla norte y que vienen en unas condiciones muy precarias.

P: ¿Cuáles eran los casos más graves?

R: Incendios, embarrancamientos... En el tiempo que yo estuve tuvimos la suerte de que todo salió bastante bien. No tuvimos un caso con un número importante de fallecidos, o una contaminación muy grave. Se pudo evitar. Y en eso tiene mucho que ver la suerte, pero cuanto más preparado estás, más te sonríe la suerte.

P: ¿Cuál fue el momento más difícil?

R: Lo más complicado para mí es cuando estás buscando a una persona que se ha perdido en la mar, y se ha superado con creces el tiempo en que es posible la supervivencia. Y tienes que llamar a su madre y decirle que dejas de buscar. Lo hacía yo, porque si hubiese estado en la otra parte, es lo que me hubiese gustado.

P: ¿Qué impacto emocional tenía?

R: Yo colgaba el teléfono y lloraba. Porque me ponía en el lugar de esa madre o ese padre. Me acuerdo de una frase que me dijo una señora ibicenca. Su hijo había desaparecido haciendo buceo, y de aquel chaval no se volvió a saber. Entonces yo llamé a la madre y ella me dijo sencillamente: “Recordauvos que el meu fill està a la mar, per favor”. El mar era la tumba de su hijo. Es algo sagrado.

P: A nivel operativo debe ser muy complicado.

R: Sí, mucho. Estás buscando una cabecita de 25 centímetros, y basta un mínimo de oleaje para que no la veas. Yo siempre me acuerdo de la operación de rescate de un barco llamado Beethoven II. Los compañeros recibieron de madrugada una llamada de un hombre que hablaba muy raro, y lograron entender que había embarrancado en la Conejera de Cabrera. ¿Qué problema tenía esta persona? Era sordomudo. A bordo iban dos personas. Pero su compañero no estaba. Había luna nueva.

P: ¿Qué había pasado?

R: A las ocho y media de la tarde, el compañero le había hecho el relevo para que se fuera a descansar. A la una y media de la madrugada el barco embarrancó. Movilizamos todos los

recursos para buscarle. Poco después de amanecer, un llaüt lo encuentra. Vivo. Lo llevamos al hospital de Manacor y tengo la ocasión de hablar con él.

P: ¿Qué le dijo?

R: No llevaba chaleco, y en un momento dado fue a cazar la escota del génova, la vela se hinchó de repente y lo lanzó al agua. El barco llevaba cuatro nudos de velocidad. Su amigo estaba descansando. Y se quedó allí en medio en bañador. Ve una luz al fondo y se pone a nadar, a diez millas mar adentro. Sobre las cuatro de la madrugada está a punto de dejarse ir, helado y con picadas de medusa por todas partes. Y de repente escucha el ruido del helicóptero. “Me están buscando”. Eso le dio una inyección de adrenalina y se mantuvo a flote hasta que lo encontró el llaüt

P: El rescate del Sorrento fue también complicado

R: Fueron muchas horas de trabajo y muchos días. Se evacuó a 139 personas, gracias a la propia tripulación, sin un solo herido. Pero el barco seguía allí con el fuego y con 750 metros cúbicos de fuel oil. Hicimos un cálculo y el vertido hubiera afectado a toda la Serra de Tramuntana. Se decidió no echar agua, para no poner en riesgo la estabilidad. La jugada salió bien. Lo pudimos remolcar hasta Sagunto y no se derramó nada. Otros casos fueron el Grande Europa y el hundimiento del Don Pedro, del que se recuperó el 93% del combustible.

P: Cuéntenos algo divertido.

R: Nos llama una señora desde Pollença. Que veía a una persona en la mar haciendo señales con los brazos. Vamos para allá y efectivamente había una persona. Era un piragüista remando tranquilamente.

P: Ha aumentado el número de emergencias en los últimos años.

R: Es normal. Es una cuestión probabilística, cuanto más navegantes hay, más emergencias.

P: ¿Cree que hay mucha imprudencia, sobre todo en verano?

R: Yo lo achaco sobre todo a que la gente está relajada. Imagínate meterte en un medio hostil, en el que no hay ni carreteras ni nada. El barco no tiene frenos. La seguridad a bordo tiene que ser una parte de la aventura, y debes transmitirla a la gente que va contigo.

P: ¿Se le ha perdido respeto al mar?

R: Siempre ha habido proporcionalmente la misma cantidad de imprudentes, lo que pasa que ahora lo publican en las redes sociales. Si hay mal tiempo, no salgas. ¡Estás de vacaciones! Lo dicen en Mallorca: “La mar fa forat i tapa”. Hay que tener mucho cuidado.

P: Afirman que, en situaciones de emergencia, la gente a veces reacciona de maneras inesperadas.

R: Es verdad que a veces te sorprende. Es una cuestión química, en una situación de estrés se genera adrenalina, cortisol, y cambia el equilibrio químico del cuerpo. También ves gente que se queda paralizada. El claro ejemplo es el comandante Schettino del Costa Concordia. Pero la mayoría de los capitanes dirige bien la emergencia.

P: ¿Lo echa de menos?

R: Navegar, siempre.

P: ¿Y emergencias?

R: También, pero no tanto. Curiosamente, tengo sueños recurrentes, que son todos maravillosos, en que estoy en un buque mercante navegando, yendo para arriba y para abajo, cargando... De emergencias no he tenido ninguno.

P: Y ahora, ya en su jubilación, va a publicar su primer libro.

R: Todo surge antes de jubilarme, me lanzan el reto desde Gaceta Náutica, de colaborar con un artículo mensual. Y para dar a conocer el mundo de la mar, de una forma asequible, empecé hablando del origen etimológico de los vientos.

P: El libro reunirá una cincuentena de aquellos artículos, en los que también se habla de las grandes gestas de la navegación, pero desde un punto de vista diferente.

R: Es la historia menos conocida: la del Pacífico. Se analiza de la manera más realista posible, más cotidiana. Para que el lector vea cómo era la vida a bordo. Se explican el Tornaviaje de Urdaneta, los motines... Son circunstancias que tal vez difunden la épica de la navegación de la época. El Pacífico es el gran desconocido. Los ingleses lo llamaban “spanish lake”.

P: Los marinos siempre han tenido mala fama...

R: De borrachos y puteros.

P: ¿Y es verdad?

R: ¡Yo creo que no!

P: ¿Qué tienen en común?

R: Hay de todo. Pero es verdad que hay que tener un cierto gusto por la aventura.

UNO DE LOS NUESTROS

El libro ‘La Guardia del Alba’ desentraña para el gran público la apasionante vida y obra del escritor Joseph Conrad. La novela ‘Lord Jim’ resume los ideales de Conrad sobre el individuo y los peligros de

la globalización

Joseph Conrad detestaba que lo clasificaran como un escritor de mar. Para él, el océano era el escenario perfecto para representar determinados conflictos humanos. Conflictos que nacían en lo más profundo de su ser y que, pese a haberlos plasmado en sus relatos hace ya más de un siglo, todavía siguen vigentes, y nos interpelan a nosotros, hombres y mujeres de la era digital.

La complejidad de la obra de Conrad, tanto por su forma serpenteante de escribir como por la diversidad de materiales (obras de ficción, artículos, cartas...), hace a veces difícil acercarse a este autor. Resulta complicado, sobre todo, interpretar correctamente sus motivos, el significado profundo detrás de sus obras. Sin embargo, el recientemente publicado La guardia del Alba (Debate, 2024) pone al alcance del gran público datos reveladores y sorprendentes sobre este enigmático escritor.

Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació en 1857 en Berdichev, en la actual Ucrania. Pertenecía a la antigua nobleza polaca, los szlachta, que reivindicaban la libertad política de Polonia con respecto a Rusia. Su padre, Apollo, era un escritor apasionado que no dudó en involucrarse en movimientos revolucionarios contra el zar, lo que le costó la prisión y el exilio, junto a su mujer e hijo, a una lejana región al noreste de Moscú.

La enfermedad y la desgracia golpearon constantemente a aquella familia, hasta dejar a Konrad huérfano con tan solo 11 años. Estas circunstancias, sumadas a un carácter hipersensible y bondadoso, fueron gestando una personalidad compleja y melancólica. Konrad, acogido por su abuela y su tío Tadeusz en Cracovia, se refugió en las lecturas sobre expediciones al Ártico y África, y decidió que de mayor quería ser marino.

La guardia del Alba, escrito por la catedrática en Historia de Harvard Maya Jasanoff, nos muestra cómo Konrad transforma

Retrato del escritor Joseph Conrad
Portada de La Guardia del Alba, de Maya Jasanoff

del film Lord Jim (1965), protagonizado por Peter O’Toole

el nacionalismo romántico de su padre en algo distinto. Para él, la navegación a vela encarna los valores más elevados del hombre, frente a la irrupción del vapor. Después de dos décadas como marino, trabajando en Asia y África, Konrad se establece en Inglaterra como escritor. Allí se convierte en Joseph Conrad, y utiliza sus experiencias en el mar para alumbrar una serie de relatos inmortales sobre la naturaleza humana y el destino.

Probablemente, una de las obras que mejor representan la personalidad y el mensaje literario de Conrad es Lord Jim, publicada en el año 1900. La novela nos cuenta la historia de un joven que se hace marino impulsado por las lecturas infantiles de grandes gestas y héroes. Sin embargo, sirviendo como primer oficial en un vapor llamado Patna, y cuando tenía la oportunidad de estar a la altura de sus ideales, comete el que tal vez sea el peor de los deshonores para un marino: abandonar el barco y a sus pasajeros en un bote salvavidas, cuando el buque estaba a punto de naufragar.

La historia se basa en hechos reales. En 1880, un vapor llamado Jeddah salió de Singapur rumbo a la Meca, con 953 peregrinos en su interior. Una semana después, las calderas de la sala de máquinas se desprendieron y el barco empezó a hacer aguas. El capitán, su mujer, dos ingenieros y el primer oficial escaparon en un bote salvavidas. Al llegar a Aden, declararon que el Jeddah se había hundido. Sin embargo, días más tarde, el vapor lograba llegar a puerto remolcado por un barco de pasajeros británico. Con todos los pasajeros a salvo. Aquello fue un escándalo.

En la obra de ficción, Jim carga con la vergüenza y la enorme culpa de haberse comportado como un cobarde. Durante el juicio para esclarecer lo ocurrido, entra en contacto con Marlow, personaje que aparece también en otras dos obras de Conrad: Juventud y El Corazón de las tinieblas. Pese a la gravedad de los hechos, Marlow ve una chispa redentora en Jim, y decide ayudarle.

¿Qué es lo que encuentra Marlow en él? En este punto, Conrad formula una de las mejores frases de la literatura contemporánea. Dice que Jim era “uno de los nuestros”. ¿Qué significa? Según Jasanoff, “Conrad creía en un ideal del honor personal, en el compromiso con el deber, en una comunidad de personas dispuestas a sacrificarse por alguna cosa superior a ellas”. Jim había fallado, pero seguía teniendo aquel germen en su interior.

Marlow se pone en contacto con Stein, comerciante y coleccionista de mariposas, que toma a Jim a sus órdenes y le envía “más allá de los cables telegráficos y de las líneas de los buques, donde las noticias [de su deshonor] no llegarían a alcanzarlo”. Es así como Jim desembarca en Patusan, lugar de fantasía inspirado, probablemente, en Borneo.

En Patusan, Jim se integra en una comunidad de bugis (pueblo indígena de Indonesia), donde entabla amistad con su gobernante, Doramin, y su hijo, Dain Waris, a los que ayuda a derrotar a sus enemigos. En agradecimiento, ellos le dan el apelativo de Tuan Jim (Lord Jim). Sin embargo, la llegada a Patusan de un pirata llamado Brown acaba con el

Fotograma

idilio: aunque Doramin quiere matarlo, Jim intercede por él. Entonces, Brown ataca el pueblo y Dain Waris resulta muerto. Jim, a sabiendas de lo que ocurrirá, se presenta ante Doramin, que lo mata de un disparo en el corazón. “El hombre blanco envió a derecha e izquierda una mirada orgullosa”, relata Conrad. Jim había encontrado su redención.

Para Conrad, los mares del sur representaban un lugar con una autenticidad honesta, algo que Occidente había perdido. No es casualidad -interpreta Jasanoff- que sea allí donde Jim puede recuperar el sentido del honor. La figura alegórica de Jim supone una mirada esperanzadora: la creencia en un sentido de la solidaridad humana que anima a los individuos a ser justos y sinceros.

Maya Jasanoff quiere ver en ello un mensaje dirigido a la sociedad del siglo XXI: “Los actuales corazones de las tinieblas se encuentran en otros lugares, donde las misiones civilizadoras sirven de tapaderas para la explotación. Los herederos de los marinos tecnológicamente desplazados de Conrad se encuentran en industrias perturbadas por la digitalización”. Elegir cómo ser “uno de los nuestros” ya depende de cada uno.

Retrato del escritor Joseph Conrad
Conrad a bordo del HMS Ready en 1916

TRIBUNA

La silla del capitán

Algunos recuerdos de la infancia te pueden marcar de por vida, incluso si son leves. Yo conocí muy poco a mi tío Nicasio, porque se pasó años navegando y después vivía en Valencia. Sin embargo, tenía para mí un halo irresistible. En plena II Guerra Mundial, y después de salir de la Escuela de Náutica, tomó el mando de un petrolero que cubría la ruta del Atlántico, plagada de submarinos y acciones de guerra. Algo de elevado riesgo y que no todos los marinos aceptaban.

Acabado el conflicto siguió en la mercante como capitán. Algunas veces lo visitábamos con mis padres si hacía escala en Barcelona. Era un hombre simpático, tranquilo e imperturbable. Cuando llevaba unas horas en tierra, empezaba a repetir: “Si acaso vámonos al barco”, que era donde se encontraba a gusto. Tenía libros firmados en “alta mar”, “Singapur”, “Buenos Aires”, “Nueva York”... Pero jamás contaba una historia de viaje. Ni una aventura.

Acabó la carrera ejerciendo como uno de los prácticos históricos del puerto de Valencia. “Don Nicasio Garrido Comas”, decían con reverencia. Ya jubilado, iba caminando hasta el puerto para saludar a sus conocidos y contemplar las maniobras de los barcos. “Ya no se hacen las cosas como antes”, me dijo un día con cierta tristeza.

En mi infancia, tanto viaje y singladura me parecían fascinantes. Pero, curiosamente, mi tío una vez retirado apenas se movió. Le cansaba cualquier actividad fuera de casa. Allí tenía un sillón magnífico. Uno de los primeros articulados que conocí. Y en él se pasaba horas y horas mirando por la ventana, que daba a la iglesia del Patriarca, como si siguiera en el puente de mando.

Tal vez por esa vivencia de infancia siempre sentí una gran simpatía por los capitanes de grandes buques. Recuerdo a un capitán menorquín del “Las Palmas de Gran Canaria” asomado a la aleta de babor mientras escudriñaba con mirada

fruncida el paso de un temporal, horas antes de zarpar. Una figurita pequeña, enfrentada a la grandiosidad del barco y del cielo. Calculando la responsabilidad de la travesía.

Hablé con un capitán de ferrys, que me confesó el apuro con el que entraba con su barco en el puerto de Mahón cuando la mar se arbolaba. “Me sudaban las manos”, admitía. Es el peso de la responsabilidad, de la suerte que corran pasajeros y mercancías. Todos en cierta manera dependiendo de sus decisiones.

He podido compartir mesa con los capitanes y los oficiales al mediodía. “Que me traigan el jamón del sobrecargo”, decía enfurruñado uno de ellos al levantar unas lonjas de embutido casi trasparentes. Todos callaban. Era una “capitanada”.

Otro salía en bata a dirigir la maniobra de atraque, para volver luego en pijama al camarote. Cuando tenía que ponerse el uniforme me decía a media voz: “Ahora, tengo que vestirme de Primera Comunión”.

Más allá del romanticismo, la figura del capitán acumula mucho peso y decisión. Es algo que se lee también en el rostro. En el cansancio acumulado, y también esa cierta rudeza que inspira la soledad del mando. “El capitán come solo”, se decía en una época.

En medio de la inmensidad imprevisible del océano todo puede ocurrir. Es una especie de metáfora gigantesca del destino. Y allí, lejos de todo y a merced de las fuerzas naturales, una persona simboliza el esfuerzo humano por mantener el rumbo, salir adelante y resolver los problemas. El capitán. Quizás, el antídoto a todo ese esfuerzo sea ese sillón confortable. Donde todo parece estar un poco más lejos, y se vuelve a un sentido del tiempo más profundo, menos tenso. Lejos del sitio de mando. Donde sólo se hace la singladura hacia el interior de uno mismo.

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