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Entrevista

Para mí el futuro, a nivel medioambiental, lo veo del todo incierto e impredecible. Creo que hemos llegado ya a ese punto de no retorno, aunque esto debe motivarnos para implicarnos más y con más empeño con el objetivo de intentar dilatar y minimizar el deterioro en la mayor medida posible. Esto exige un sacrifico diario y aplicar medidas conservacionistas muy estrictas.

Educación y conciencia ambiental insuficiente, población mundial en constante crecimiento, intereses económicos depredadores…

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¿Se atreve a dar una receta para arreglar el desaguisado?

Pues la receta puede venir en parte del enunciado de la pregunta: aumentar la educación a nivel medio ambiental desde la infancia y un mayor control de la forma de vida actual, reduciendo los residuos y controlando lo que vertimos al aire, tierra o mar. Esta actitud tenemos que tenerla en todo: cuando nos lavamos los dientes, cuando ponemos la lavadora o abrimos una bolsa de lechuga o tiramos de la cadena cuando vamos al baño, etc. Son actitudes que tenemos que modificar sí o sí.

Sea todo lo concreto o ambiguo que desee. ¿Qué valoración hace de la conservación de los espacios naturales de la Región?

Pues en este punto destacaría el estado agónico en que se encuentra nuestro Mar Menor. Vertidos, colectores en estado deficiente, arrastres de lluvias o agricultura intensiva en sus inmediaciones hacen del Mar Menor y de la zona costera más próxima, como la Reserva de Cabo de Palos, enclaves de especial vulnerabilidad. Todos ellos se encuentran en un estado crítico, por lo que se precisa una modificación de las normas para proteger de forma más efectiva estos parajes. Se dedican muchos recursos económicos a tareas políticas que conllevan un implícito abandono de recursos que deberían ser dedicados a actuaciones proteccionistas del medio ambiente. Menos políticos y más actuación medioambiental.

Usted fue uno de los fundadores del Club Los Linces de Murcia.

¿Qué recuerda de aquella experiencia?

En aquella época éramos estudiantes de instituto y nos encontrábamos inmersos en pleno desarrollo de la democracia, teniendo que relacionarnos con un nuevo marco político-jurídico para poder darle forma a nuestra asociación, lo que nos obligaba a movernos en un ambiente poco frecuentado por jóvenes. Aquella fue la experiencia que más ha marcado mi juventud. Tuvimos la suerte de poder contactar con personajes tan relevantes como el Dr. Feliz Rodríguez de la Fuente y eso nos dejó una profunda huella que perdura hasta hoy. Las enormes dificultades contra las que nos abrimos camino para defender la Naturaleza ante administraciones poco colaboradoras y una opinión pública de conciencia ambiental apenas incipiente, creo que tuvieron la virtud de curtirnos para cualquier proyecto futuro, y precisamente de nuestro modesto club acabarían surgiendo algunos de los más brillantes expertos ambientales que tanto harían después por el medio ambiente regional.

¿Ha transmitido a sus hijos, nietos… su amor por la naturaleza?

Por supuesto. Desde muy pequeños he intentado influir en ellos para que sean consciente de lo que tenemos y de lo vulnerable que puede ser por nuestras malas actuaciones. Cuando estamos juntos, porque ya son mayores y no siempre coincidimos, intentamos salir al campo a disfrutar y admirar nuestros parajes naturales.

Alterno mi actividad profesional con la docencia, dando clase en la Facultad de Odontología de la Universidad de Murcia, y también intento trasmitir a mis alumnos la necesidad de aplicar este espíritu proteccionista medioambiental, imprescindible en una profesión como la nuestra que es capaz de generar tantos residuos contaminantes. El uso cotidiano de metales pesados, plásticos, material de un solo uso, etc. tiene que obligarnos a extremar las medidas de control sobre todos nuestros desechos contaminantes.

¿Qué relación mantiene actualmente con la naturaleza?

¿Concibe su vida sin tener contacto con el medio?

Pues, como dicen mis amigos, estoy todo el tiempo metido en el agua. No concibo un fin de semana sin salir al monte o ir a bucear. Además, sigo unido al grupo de naturalistas que formamos parte del Club “Los Linces”. Precisamente hace unos días pudimos reunirnos los “viejos Linces de Murcia” con Odile Rodríguez de la Fuente, con motivo de asistir a una charla dentro de la programación de Voces para el Planeta. Fue un encuentro muy emotivo; ella nos confesó que en cada localidad que acude en su labor divulgadora del cambio climático se le acercan sus “queridos Linces”, con los que siempre se sintió unida en su orfandad (Félix murió cuando ella tenía siete años).

¿Qué lugar elegiría de Murcia para perderse con una mochila, saco y prismáticos?

Pues un paraje que siempre me ha gustado mucho es Sierra Espuña y también la Sierra de Revolcadores.

¿Ha practicado alguna vez la espeleología?

No, aunque en algunas salidas al monte hemos hecho algún intento al descender alguna cueva, alguna vía ferrata, pero nada relevante.

Desde que descubrió el buceo se ha convertido en un apasionado de este deporte. ¿Cuál es el fondo de la costa regional que más le ha impresionado? Cuente alguna experiencia que desee destacar.

Yo soy un enamorado de los fondos de Cabo de Palos. De todos los momentos vividos ya son muchos los recuerdos que se van acumulando. Quisiera destacar la emoción que sentí hace 2 años cuando me encontré buceando con un grupo de más de 30 águilas marinas y más recientemente cuando fui sorprendido bajo el agua por un Alca Común (pequeño pingüino) que estaba cazando junto a nosotros, mientras buceábamos y sin ningún reparo para moverse a nuestro alrededor. Luego me comentarían desde ANSE que mi vídeo fueron las primeras imágenes de esta ave nórdica bajo las aguas murcianas.

¿Qué modalidad de buceo practica? ¿Qué le aporta de especial el mar?

Yo solo hago buceo recreativo, aunque intento estar al día haciendo cursos de especialización o de introducción al buceo técnico. El mar me aporta poder disfrutar de un mundo en paz, relajado y fascinante, que nos permite vivir sensaciones como la ingravidez que no se pueden sentir en tierra firme. Es como volar, pero dentro del agua. Hoy no sabría vivir sin poder disfrutar de esa experiencia.

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