Correo del Maestro Núm. 192 - Mayo de 2012

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Familia y DISCAPACIDAD Araceli Ramírez Meda

Claudia Silvestre Vargas Pelayo

La familia tradicionalmente es considerada la célula de la sociedad, el primer espacio donde se propician vínculos de apego y socialización, que les permite a sus integrantes adquirir las habilidades y competencias necesarias en su proceso de formación como seres humanos; se integra inicialmente por la unión de dos personas, luego se amplía con el nacimiento de los hijos. Dentro del grupo familiar, el niño adquiere sentido de identidad, libertad y autoridad; asimismo, aprende a compartir, distinguir sentimientos de frustración, celos, rivalidad, situaciones que lo preparan para la vida futura.

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uando una pareja construye un proyecto de familia en el cual se planea tener hijos, se crean una serie de expectativas que implican ilusiones que van desde imágenes físicas, de género, gustos, aficiones, personalidad o su futuro profesional. Estos anhelos se alimentan durante el embarazo provocando, principalmente en la madre, sentimientos de ansiedad, inquietud y zozobra ante el nacimiento del nuevo miembro. Dentro de las expectativas relacionadas con las políticas de crianza, crecimiento y educación, rara vez se considera como tema de conversación en la pareja la remota posibilidad de tener un hijo con discapacidad, incluso cuando en alguna de las familias de la pareja hay algún antecedente de anomalías congénitas; esta situación, a la hora de establecer pareja no se toma en cuenta, o no se le da la importancia necesaria, y mucho menos se realiza algún estudio preventivo para disminuir los riesgos. Al momento del nacimiento, si el niño cubre las expectativas de los padres, inicia un proceso

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de reorganización familiar en el que sus progenitores ven realizados parte de los anhelos forjados, se bosqueja el futuro del niño desde la elección del nombre, la fiesta para dar a conocer al menor en sociedad, y se manifiestan sentimientos de alegría, orgullo y satisfacción. Por el contrario, si el recién nacido no responde al imaginario de la pareja, ante la noticia inesperada de un bebé con alteración física o intelectual, los padres enfrentan una crisis de incredulidad que los lleva a buscar posibles explicaciones al origen del problema, lo cual propicia sentimientos de impotencia y fracaso ante el proyecto de familia truncado. Este proceso lleva una serie de etapas que más adelante se definen. Cabe destacar que todo grupo familiar, independientemente de la presencia o no de un miembro con discapacidad, debe vivir un proceso que incluye incertidumbres y miedos relacionados con el ciclo vital de la familia, como la formación de la pareja, el nacimiento, la edad

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