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ENSEÑANZA DE LA MÚSICA Y BAILE TRADICIONALES

artistas

Y ARTESANOS

El regreso a la casa de las plumas de papagayo

ENSEÑANZA DE LA MÚSICA Y BAILE TRADICIONALES Segunda parte

Jorge Amós Martínez Ayala

El fandango en Tierra Caliente parece estar próximo

a desaparecer si la sociedad no toma en sus manos acciones encaminadas a fortalecer las expresiones artísticas tradicionales. La esperanza se centra en los niños y jóvenes de los entornos rurales, pero también en los músicos jóvenes y los amantes de la música y el baile tradicionales, y los profesores que han percibido el discurso nacionalista que se les impone y que va en detrimento de los saberes y las artes locales.

como recordarán, el presente trabajo tie- ne como fin dar a conocer la situación parte, comenzamos por hacer un recuento de las acciones culturales independientes en la Tierra crítica que se vive en la música y el baile tra- Caliente. dicionales de la Tierra Caliente. En la primera 1 mostramos un panorama parte de este artículo de las expresiones artísticas en sus contextos lo- cales; las acciones contraproducentes en el ám- bito cultural de las instituciones del Estado me- xicano, y el oportunismo mercantil de las elites económicas y políticas. En esta segunda y última

1 Ver papagayo. Enseñanza de la música y baile tradicionales. Primera Correo del Maestro, año 13, núm. 154, marzo de 2009, pp. 39-52.

Por una cultura independiente

La lógica de la sociedad civil es más pragmática, tal vez porque hay menos recursos económi- cos. En la agrupación “Música y baile tradicio- 2 por ejemplo, con recursos míni-nal A. C.”, mos (la mayor parte de ellos son aportes de sus

2 Ver ibid, p. 40.

miembros), hemos realizado una recopilación de las técnicas de construcción de instrumentos, de la música, la danza y la lírica tradicionales en varios lugares de la Cuenca del Balsas y del Tepalcatepec, cuyos resultados se han divulgado en conferencias, artículos y dos libros próximos a aparecer. Una parte de los recursos se consiguió a través del proyecto sobre Patrimonios en la Cuenca del Tepalcatepec, que realizó El Colegio de Michoacán de 2003 a 2007.

Hemos publicado varios discos con grabaciones de campo, un libro para niños, manua- les para que niños y jóvenes aprendan a tocar instrumentos tradicionales y algunas danzas y bailes de su región.

“Música y baile tradicional A. C.” ( MBT) ha organizado el Festival Cultural de la Tierra Ca- liente durante cuatro años y actualmente está preparando el quinto. Cada uno ha sido un ho- menaje a un músico o bailador tradicional. Cada festival cuenta con la participación de grupos de música tradicional, así como de estudiantes de música y baile de instituciones de educación su- perior. En las mañanas se realizan talleres en escuelas y plazas públicas, y por las tardes hay funciones en distintos escenarios.

Y lo más importante: desde hace tres años, la asociación realiza un campamento de verano de música y baile tradicional, con el objeto de vincular a los niños y jóvenes de Tierra Caliente con su tradición.

Los miembros de la sociedad civil interesados en revitalizar la tradición nos convertimos (aun sin estar conscientes de ello) en mediadores y en promotores culturales, y buscamos que las ins- tancias culturales municipales, estatales y fe- derales conozcan a los maestros tradicionales fuera del ámbito local. El problema es que la burocracia cultural siente que se han usurpado sus funciones y reacciona en contra del promotor cultural, ve en él su reflejo, asume que el promotor cultural pretende beneficiarse del artista

Santiagos.

tradicional y entonces lo evita, con la suspicacia de que de aquí obtiene un beneficio económico.

La consecuencia de esto ha sido un entorpe- cimiento sistemático de nuestra labor, que llega a restringir los de por sí magros apoyos. Las ins- tituciones contratan a los artistas para generar la duda entre los maestros tradicionales sobre el dinero que consigue el promotor cultural independiente como pago e, incluso, descalifican abiertamente nuestra labor; sin embargo, la ma- yoría (por no decir todos) de los músicos y bai- ladores tradicionales de la Tierra Caliente desde la confluencia del Balsas hasta Arcelia fueron presentados a las instituciones culturales por MBT o de asociaciones amigas como miembros de Centro Cultural El Tecolote.

Tales labores siempre se han hecho mediante el análisis de las condiciones culturales, econó- micas, sociales y políticas, pasadas y presentes, de la Tierra Caliente, así como reflexiones serias en torno a conceptos centrales como región, cul- tura, tradición, maestro tradicional que nos permitan transformar el proceso dialéctico de la

investigación en algo tangible como materiales didácticos y actividades de difusión. No hemos logrado los alcances necesarios, ni la profundi- d a d d e s e a d a , p e r o e s t o s e h a d e b i d o m á s a l a carencia de recursos económicos que a errores metodológicos. Es por ello que consideramos ade- cuado presentarles las estrategias didácticas que desde nuestra perspectiva son las adecuadas para fortalecer la tradición e incorporar a aprendices en la música, la lírica y el baile tradiciona- les, luego de haber realizado algunos trabajos de investigación, de dar cursos de verano para niños y ofrecer festivales donde ponemos en contacto a los maestros de la tradición con los asistentes a los cursos de verano.

Estrategias didácticas para revitalizar las tradiciones artísticas de la Tierra Caliente

La nota con sangre entra En el pasado, el aspirante a músico tradicional tenía que tener gusto, sentido, memoria y obedien- cia hacia su maestro. El aprendiz (cuando no te- nía un pariente músico) debía pagar al maestro y seguirlo a las tocadas, ayudarle a cargar el ins- trumento y a tocar cuando estuviera cansado. El alumno podía recibir regaños y castigos corporales por parte del maestro y de sus compañeros. Tocaba a veces varios años sin paga, por el gusto. Cuando recibía paga entonces podía consi- derarse músico, aunque para algunos maestros esto sólo ocurría cuando se dominaba el instru- mento, se podía cambiar de afinación, se conocía el repertorio y se cantaba, proceso que podía durar lustros.

La nota entra con jarabe En el presente no podemos recurrir a los mismos métodos para formar a nuevos músicos, baila- dores y versadores o amantes de las artes tradicionales. Existe la necesidad de transmitir los conocimientos tradicionales de la manera más rápida y eficiente a las nuevas generaciones para evitar su pérdida. Los contextos sociales y las posibilidades de sobrevivencia de las artes tradicionales exigen nuevas estrategias de enseñanza de las tradiciones y nuevos medios para preservarlas.

Para qué enseñar Las artes tradicionales ayudan a formar seres humanos sensibles, solidarios y felices. Son parte esencial de la educación de individuos con conciencia comunitaria y solidaridad social. La mú- sica, el baile y la lírica tradicionales forman parte de nuestras identidades locales, regionales y na- cionales. Nos ayudan a comprender quiénes fui- mos, quiénes somos y quiénes queremos ser.

Al igual que los idiomas o los sistemas bióticos, las tradiciones son patrimonios tanto locales como de la humanidad; es necesario preservarlos para dar cuenta de la diversidad cultural humana. Fundamentalmente, se deben enseñar las artes tradicionales porque son divertidas.

Qué enseñar La música, el baile y las líricas tradicionales viven y se transmiten de manera oral. Sólo a partir de fines del siglo XIX, y en unos cuantos lugares, se han llevado registros –incompletos– de las artes tradicionales; pero además, fueron realizados por aficionados que no tenían herramientas teóricas ni tecnológicas para hacerlo. No es raro encontrar animadversión y prejuicios en las des- cripciones, así como su empleo utilitario con fi- nes políticos.

En este momento, en que contamos con la tecnología de audio y video, de desarrollo teó- rico en antropología, historia, semiótica y las disciplinas híbridas (como etnomusicología, etno- coreología, literatura oral), pero, sobre todo, con maestros tradicionales con profundos conoci-

Conjunto Los Ticuches.

mientos sobre la vida y las artes de su localidad y su región, es que podemos realizar un adecuado inventario de las tradiciones de los pueblos.

Las estrategias para recopilar la información y desentrañar los sistemas sonoro-kinéticos y orales de cada pueblo y región dependerán de las situaciones concretas de cada lugar. Aquí presentamos las que creemos necesarias y viables para la Tierra Caliente.

La inevitable muerte de maestros tradicionales; la falta de estudios sobre las tradiciones en la región; los escasos niños y jóvenes que están aprendiendo las artes locales; el desinterés de los gobiernos locales y estatales, así como el poco dinero destinado por el gobierno federal, colocan la preservación de las artes tradicionales de la Tierra Caliente en una situación potencial de extinción.

Por lo anterior no es posible dar ningún paso en la enseñanza a niños y jóvenes de las artes tradicionales en la región –ni la divulgación y difusión de las artes tradicionales fuera de la región– si no conocemos qué hay en la cultura de estas localidades.

Cómo enseñar Desde mediados del siglo XIX comenzaron a hacerse las recopilaciones de los llamados aires nacionales, que se instrumentaron para piano y que se publicaron en Europa. Luego, con el auge de las bandas de viento, numerosos aires regio- nales se arreglaron para que se ejecutaran en los eventos cívicos promovidos por gobernadores y jefes políticos regionales. Estas recopilaciones arreglaban música tradicional para que fuera del gusto de las familias mexicanas de clase alta (las únicas que podían comprar un piano) que tenían la vista puesta en Europa y adoptaban gustos afrancesados.

Las políticas nacionalistas del final de la Re- volución enviaron a numerosos profesores a inventariar la música y el baile regionales, que

Doña Azucena Galván.

también se transcribieron para piano, aunque sin el afán de recomponer los errores del gusto popular.

A este impulso se unió la creación de muchas escuelas normales y el uso de la danza regional como un medio para desarrollar la sensibilidad artística de los niños, incrementar sus capacida- des motoras y de coordinación, a la par que impulsar la identidad nacional mediante el afianzamiento de lo regional.

La creación y la búsqueda de lo nacional en la música, el cine, la pintura, la literatura y la danza por parte de las vanguardias culturales concentradas en la Ciudad de México llevaron a estereotipar al máximo a las regiones y anquilosó las expresiones populares hasta transformarlas en folclor para turistas.

Salvo contadas excepciones, la academia no hizo investigación sistemática sobre las tradicio- nes artísticas en las regiones y para las regiones. Son muy pocos los titulados en la Escuela Nacional de Danza Folklórica, pues hasta hace algunos años se les orientaba más a ser bailarines ejecutantes que investigadores.

La creación temporal del Fondo Nacional para la Danza (Fonadan), la publicación de algu- nos estudios monográficos y la edición de algunas decenas de discos panorámicos no fueron superados con la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y de sus sendos centros de investigación, el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza (Cenidid) y el de Investigación, Documentación e Información Musical (Cenidim).

En el caso de la Tierra Caliente, son contados los discos y estudios monográficos que versan sobre la música, la danza y la lírica tradicionales. SEP y sus misiones culturales llevaron el

La mariachi con trompeta y las bandas de viento a lugares donde nunca los hubo. Crearon concursos de ballets folclóricos desde la primaria hasta

la educación media, con maestros que nunca estuvieron en una fiesta tradicional ni aprendieron a bailar con un maestro del pueblo.

Ya no hablamos de rescatar las artes tradicionales, sino de fortalecerlas. Sin embargo, primero hay que hacer un inventario, lo más completo posible, que incluya entrevistas, grabaciones de audio y video, con una metodología mínima y con objetivos claros y sencillos.

Siempre hay que contrastar lo que afirman los estudios previos con lo que dicen los maestros y lo que nosotros podemos observar. No pode- mos creer candorosamente a los “estudiosos”, o en el otro extremo, considerar palabra de fe lo que dice el maestro de la tradición.

Lo que se enseña en las casas de cultura y escuelas locales, así como en los talleres universitarios, es producto del folclor. Es decir, se trata de reconstrucciones o de escenificaciones que, desde fines de la década 1960, han reproducido estereotipos, los cuales se han afianzado sin cuestionamientos, sin investigación y sin que los bailarines y músicos folclóricos convivan con los bailadores y músicos tradicionales en las fiestas; por el contrario, su aprendizaje es académico, no se confronta con la realidad en la tradición, ni se acrecienta con información nueva, ni se pone a debate.

Así pues, cuando se crean programas para el desarrollo cultural de la Tierra Caliente, por p a r t e d e C o n a c u l t a , l a s s e c r e t a r í a s e i n s t i t u - t o s d e cultura de la región, quienes nos hemos aproximado desde hace una década a la región, quienes hemos tratado de sistematizar los enor- m e s y d i s p e r s o s c o n o c i m i e n t o s q u e l o s m a e s - tros tradicionales tienen, nos preguntamos: ¿qué se va a enseñar: el folclor o la tradición? Supongamos que se resuelve la cuestión del conteni- do por la “tradición”, entonces nos topamos con el problema de: ¿quién enseña?

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Manuales que edita interpretar música.

Quién debe enseñar ¿El músico tradicional? Suponer que la tradición sólo la deben (y pueden) enseñar los maestros tradicionales puede ser un error. En primer lugar, el peligro está en abandonarnos a un proceso que deberá llevar años, según se deriva del marco tradicional de aprendizaje de los músicos y bailadores, lo cual no se puede hacer en un momento en que el censo de músicos nos muestra los peligros de pérdida de la tradición.

En segundo lugar, las técnicas didácticas tra- dicionales que incluyen el maltrato corporal, la burla y el abuso no tienen nada que ver con la educación que reciben los niños en la actualidad; a d e m á s , e l a p r e n d i z a j e e s l e n t o , i n c o n m e n s u - rable y no sistemático, pues cada maestro tiene su método, así que un alumno del maestro x no puede pasarse al y. Esto es evidente por el eleva- do número de deserciones que hay en los alumnos que han entrado en esta dinámica alentada en Michoacán por la Secretaría de Cultura.

Y, por último, el maestro tradicional consi- dera adecuado cobrar por una hora de su trabajo docente justo lo que gana tocando en una fiesta, pues enseña tocando y el esfuerzo es el mismo; así que el costo de implementar al músico tradicional como maestro no sólo es alto por el tiempo de aprendizaje, por estrés para el alumno y para el maestro tradicional que no tiene las herramientas (y a veces la disposición), fundamentalmente económicas.

Nosotros hemos optado por un mediador que facilita el enlace entre el músico tradicional y el aprendiz.

El también llamado facilitador es una persona que ya sabe tocar, bailar o escribir poesía tradicional, que le gusta la tradición, que ha comprendido el peligro de extinción y quiere ayudar. A veces el facilitador ha desertado de los grupos folclóricos al tener contacto con la tradición. Es aprendiz de un maestro tradicional, se acerca a él sin prejuicios, no lo considera un mero informante (alguien que le provee información útil); pero, sobre todo, no lo suplanta.

El facilitador o mediador asume que por su condición de estudiado (formado en ámbitos académicos formales) no podrá alcanzar el estatus de artista tradicional; de la misma manera que un licenciado en letras hispánicas no podrá ser nunca un poeta repentista campesino analfabeto (aunque sí puede suceder a la inversa). Nunca se dirá a sí mismo músico tradicional, aunque sí “del gusto”, y dejará que el maestro tradicional valore sus adelantos.

El facilitador aprende un repertorio, sistema- tiza el conocimiento del maestro e idea técnicas para hacerlo llegar a los niños y jóvenes que inician. Utiliza para ello los términos tradicionales: derecho, atravesado, ejecutivo, ladino, grave, contrialta, jananeo, mudancear, redoblado, banquiao, verso cazao, verso no cazao, banco, cabeza, pescuezo . Enseña las técnicas tradicionales y el repertorio.

Cuando el facilitador considera oportuno, co- mienza a poner en contacto a los aprendices con el maestro tradicional, se convierte entonces en mediador y empieza a desaparecer su accionar conforme se afianza la relación entre aprendiz y maestro.

La relación entre aprendiz y maestro tradicional se debe dar cuando ya existe un conocimiento mínimo que sirva de base al entendimiento, cuando se conoce el vocabulario, algunos sones, coplas y pasos fáciles.

Maestro Mediador aprendiz Aprendiz

Figura 1. La labor del mediador agiliza y afianza la relación entre el maestro y el aprendiz.

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Integrantes del grupo Los jilguerillos en el Balsas y en el 2º Festival de Tierra Caliente 2004.

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El maestro entonces no desespera con los principiantes, antes se alegra y comienza a tocar, cantar y bailar con ellos. Se establece una rela- ción más dinámica y menos conflictiva. El co- nocimiento puede llegar de manera directa del maestro al aprendiz; pero entonces, la labor de mediador será la de mostrar con el ejemplo el res- peto al maestro, convidar a los alumnos a acatar las directrices y a limitar el orgullo de aquellos que ya creen que saben (ver fig. 1).

Con qué enseñar Enseñar a los niños y jóvenes la música, el baile y la lírica tradicionales requiere elementos materiales además de los conceptuales.

Es necesario un espacio, que no es el aula de la casa de la cultura, es el espacio de la tradición. Una tabla/artesa/tarima bajo la sombra de una higuera, un tamarindo, una parota y el suelo como espacios coreográficos, bancas corridas o silletas, un churingo con su chacape para tomar agua; además de una pizarra para mostrar ejemplos gráficos.

Todo músico es bailador y todo buen bailador es músico; por ello, sea que se elija un media- dor que facilita el enlace entre el maestro tradi- cional y el aprendiz; o bien, que se deje al niño y al joven en manos del músico y el bailador tradicionales, es necesario contar con instrumentos musicales para cada niño.

Y si no es posible que cada niño cuente con su instrumento, es importante que tenga la posibilidad de practicar cotidianamente con uno.

Tanto la tabla/artesa/tarima como los ins- trumentos musicales construidos en la región tie- nen características sonoras y físicas importantes p a r a l o s a r t i s t a s t r a d i c i o n a l e s . P o s e e n u n a e s tética visual, pero, sobre todo, sonora, que los hace característicos y necesarios.

Una guitarra de golpe paracheña o un arpa mariachera realizada en Guadalajara no presen- t a l a s c a r a c t e r í s t i c a s s o n o r a s d e s e a b l e s p o r l a

estética auditiva; así que hay que mandarla ha- cer y comprar con alguno de los contados eba- nistas de la región. El violín paracheño y el chino servirán para los que se inician; pero el aprendiz con gusto deberá buscar comprarse uno de calidad, ya sea en Ahuíran, con un constructor de renombre (Hernández, Silva o Rodríguez) o en una tienda de música.

Si se elige trabajar con un mediador, se pue- den utilizar materiales didácticos para guiar la práctica, o bien, para que los aprendices puedan avanzar en su casa leyendo y practicando.

Un buen material didáctico debe incluir, ade- más de una pequeña historia de los instrumentos, géneros de música y baile, los contenidos y alguna selección de imágenes que permitan a los aprendices conocer a los maestros tradicionales y los invite a buscarlos.

El material didáctico debe adecuar sus conte- nidos por rangos de edad, trazar bien los objetivos del conocimiento que se quiere entregar y de sus limitaciones. Deben existir cuando menos tres tipos de materiales didácticos:

Primero: los destinados a los niños que apenas saben leer, pero pueden colorear, recortar y aprender a amar la música, el baile y la poe- sía tradicionales de su región.

Segundo: los manuales para aprender a tocar instrumentos tradicionales, que tienen que in- c l u i r r e f e r e n c i a s a l a s t r a d i c i o n e s r e g i o n a - les, un mínimo vocabulario tradicional de términos usados en la música y el baile; y por supuesto, un catálogo de sones derechos que vayan creciendo en dificultad.

Tercero: los libros que expliquen el sistema músico-lírico y coreográfico de una región, q u e s i s t e m a t i c e n l o q u e v a r i o s m a e s t r o s s a - b e n y q u e u b i q u e n t e m p o r a l y g e o g r á fi c a mente la cultura tradicional.

Estos materiales deben acompañarse de otros que sirvan de apoyo para el facilitador, es decir, herramientas didácticas que complementen lo que trasmite de una manera dinámica. Éstas pue- den ser:

a) Grabaciones de audio y video que muestren a los maestros tradicionales tocando el reper- torio tradicional; así, los aprendices podrán estar en contacto con las técnicas aun antes de conocer en persona a los músicos tradicionales o aquellos que ya han fallecido. b) Fotos de pueblos, gente, vestimenta, fiestas r e l i g i o s a s , f a n d a n g o s e i n s t r u m e n t o s a n t i guos de toda la región, e invitar a que bus- quen en los álbumes familiares imágenes que puedan compartir con sus compañeros; sobre todo si alguno de sus parientes fue músico, versador o bailador tradicional.

c) Mapas que muestren las antiguas divisiones políticas que han transformado a la región, cuando se constituyen Guerrero y Colima como estados, los continuos cambios en las fronteras entre Michoacán y Guerrero, Colima y Jalisco, Michoacán y Jalisco. Con ello los aprendices podrán darse cuenta de que la división política no es estable y ha cambiado con el tiempo. Además de mapas culturales que enseñen dónde se toca, se baila y se canta de una manera y dónde de otra.

Estas estrategias didácticas nos permitirán entonces optimizar recursos y lograr una divulgación piramidal rápidamente: 1. Podemos crear mediadores entre los estudiantes universitarios que tocan y bailan en grupos folclóricos, entre los profesores de las casas de cultura locales que imparten música y danza (para los cuales ya están a dispo- sición algunos materiales didácticos que hemos elaborado en “Música y baile tradicional

A. C.”)

Fandango familiar.

2. Podemos iniciar con ellos una rápida recolección de sones, variantes musicales, líricas y co- reografías por localidad o subregión, e integrar un repertorio base sobre el cual trabajar. 3. Estableceremos los vínculos necesarios a fin de que los campamentos de verano para niños y jóvenes se realicen no sólo en un pue- blo de la Tierra Caliente, sino en cada una de las subregiones culturales.

A la par, podemos lograr fortalecer la mú- sica tradicional si, ayudados por mediadores, aprendices, burócratas e investigadores, logramos interesar a los músicos amariachados para que aprendan los repertorios locales, sus varian- tes musicales, las técnicas de ejecución, el reper- torio lírico y coreográfico con los maestros tra- dicionales. Estas acciones son, desde nuestro punto de vista, las más urgentes y necesarias.

Regresemos a La casa de las plumas de papagayo

En el pasado, la Tierra Caliente, Jurío, era llamada de manera metafórica y poética La casa de las plumas de papagayo . Era una región donde procedían materiales para construir instrumentos como las trompetas de metal y alabastro, los cascabeles de cobre, los huesos de caimán y tor- tuga; tal vez por ello, durante el periodo virrei- nal, la Tierra Caliente recibió con agrado los conocimientos musicales de los agustinos y fran- ciscanos, y tuvo muy buenos músicos y capillas de música en sus pueblos. Ya en el siglo XVIII había conformado una rica tradición sonora, lírica y kinética que aumentó con géneros, ins- trumentos y técnicas en el siglo XIX hasta llegar a nuestros días.

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Campamento de Verano Espinoza 2006.

En la actualidad esa riqueza y diversidad está a punto de desaparecer, no existen las condiciones materiales ni un verdadero interés, más allá de los discursos políticos, por fortalecer la t r a d i c i ó n . I n c l u s o e n l a s m i s m a s l o c a l i d a d e s las personas ajenas a la tradición desconocen el peligro en el cual se encuentra una buena parte de las prácticas culturales que conforman el ser terracalenteño.

Es posible fortalecer las tradiciones artísticas de la Tierra Caliente, pero para ello debemos actuar de manera coordinada las instancias culturales de los tres niveles con los ciudadanos interesados desde hace tiempo en la cultura de la región. Es necesario trazar de manera pública un plan de acción a corto, mediano y largo plazos, que vaya reorientando las políticas culturales en cada fase del proyecto; pero, sobre todo, que evalúe la pertinencia de cada actividad en la región y vigile la administración correcta de los escasos recursos económicos en manos de la burocracia cultural, que generalmente los desperdicia en acciones que no tendrán trascendencia.

Debe trazarse un Plan de Fortalecimiento de la Cultura Tradicional de la Tierra Caliente, cons- truido no sólo por los burócratas culturales asignados por los gobiernos estatales a través de las instituciones que atienden la cultura; debe ser abierto a los protagonistas de la tradición, a los investigadores, a los promotores culturales independientes, a los educadores, a los niños y a los jóvenes de la Tierra Caliente, y a los que desde afuera se interesan en la cultura de la región.

El Plan debe contener objetivos a distintos tiempos, rutas metodológicas para alcanzarlos, acciones concretas para conseguirlos, institucio- n e s y p a r t i c u l a r e s q u e l o s d e s a r r o l l a r á n y l a s fuentes económicas para financiarlo.

Debe ejecutar de manera paralela acciones como:

a) D o c u m e n t a r l a s p r á c t i c a s c u l t u r a l e s t r a d i c i o - n a l e s a p u n t o d e d e s a p a r e c e r m e d i a n t e h i s t o - r i a s d e v i d a d e m ú s i c o s , b a i l a d o r e s , v e r s a d o - res, constructores de instrumentos, fabricantes de indumentaria, etc. Se deben acompañar de g r a b a c i o n e s e n a u d i o y v i d e o , y d e r e g i s t r o s f o t o g r á fi c o s , n o s ó l o r e a l i z a d o s p o r e s p e c i a - l i s t a s , c u y o n ú m e r o s i e m p r e e s p e q u e ñ o , s i n o t a m b i é n p o r a d u l t o s , j ó v e n e s y n i ñ o s d e l a l o c a l i d a d . Alentar la formación de Centros de Información Cultural locales, que pueden estar en las bibliotecas municipales, en las de las escuelas primarias y secundarias. En ellos ha- brá una sección para guardar fonotecas y fototecas construidas desde lo local, donde los vecinos compartan con el pueblo sus álbumes y las grabaciones familiares; pues en ellos se documentan de manera indirecta vestimentas,

instrumentaciones, prácticas, construcciones antiguas, personas importantes para las tradiciones locales y un cúmulo de información. b) Gestionar para que grupos de investigadores de las universidades estatales y quienes re- dactan sus tesis se vinculen con las problemáticas culturales de la región. Hasta el momento, salvo el Proyecto Tepalcatepec de El Colegio de Michoacán, no hay proyectos institucio- nales en la región. Existe en Huetamo un Cen- t ro d e E s t u d i o s M u l t i d i s c i p l i n a r i o s p a r a e l

Desarrollo Sustentable de la Cuenca del Balsas financiado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ( UMSNH), cuyo r i m b o m b a n t e n o m b r e o c u l t a u n e l e f a n t e blanco que no ha producido nada ni tiene investigadores adscritos. En la Universidad de

Guadalajara hay quien está haciendo su tesis de la maestría en Etnomusicología, y otro del doctorado en Etnomusicología que proviene de la UNAM.

c) Generar acuerdos para que las secretarías de educación básica de los estados incluyan en sus ejes curriculares y programas a las artes tradicionales y ya no a la folclorización acostumbrada.

d) Buscar que los apoyos económicos federales y estatales a proyectos productivos incluyan a los artesanos que fabrican instrumentos y vestimenta tradicional, cuya producción deberá consumirse primero en los ámbitos loca- les, como escuelas y casas de la cultura. e) Promover la publicación de recopilaciones de lírica tradicional y de transcripciones de mú- sica tradicionales, para que músicos y poetas ya formados puedan acercarse a la práctica tradicional; éstos, además, buscarán instrumentos y maestros tradicionales para crecer. f) Generar materiales didácticos para niños y jóvenes, así como materiales de apoyo para instructores, que tengan en cuenta las particularidades de las subregiones de la Tierra

Caliente, los rangos de edad y los contextos en que se emplearán. g) Alentar para que en las casas de la cultura locales se creen clases de música, baile y poe- sía tradicionales impartidas tanto por mediadores como por maestros tradicionales.

He de concluir con dos breves respuestas que intentan resumir mi amplia disquisición. A la pregunta de ¿por qué enseñar la música, la lírica y el baile tradicionales de la Tierra Caliente?, respondería con lo siguiente. Las artes tradicionales son el patrimonio cultural más evidente y festivo de un pueblo; preservarlo ayuda a dar identidad, a mantener la diversidad humana y a propiciar el diálogo entre personas de diferentes orígenes; pero, sobre todo, crea seres humanos más plenos. La música, el baile y la lírica de la Tierra Caliente forman parte del patrimonio cultural de la humanidad, por diversos motivos, los repertorios de esta región se estereotiparon como “lo mexicano” y desde la década de 1950 se homogeneizaron y volvieron rígidas expresio- nes comerciales y folclóricas, que desplazaron a las tradiciones y a sus maestros.

A la segunda cuestión ¿cómo enseñar las artes tradicionales de la Tierra Caliente?, la respuesta sería que, en estos momentos, son contados los preservadores de la tradición, los cuales nos permitirán reconstruir esas diferencias intrarregionales y fortalecer las artes locales; pero también son contados los niños y jóvenes que están iniciando el proceso de aprendizaje, y los mú- sicos en capacidad de aprender las formas anti- guas están cegados por la eficiente propaganda de los medios masivos de comunicación y no intentan acercarse a los maestros tradicionales. Por lo anterior, es indispensable realizar de manera paralela tres actividades: investigación, divul-

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Grupo musical en el 2º Festival de Tierra Caliente 2004.

gación y difusión de las artes tradicionales, pero mediante un plan creado por todos los interesados en la tradición, por los investigadores que trabajan sobre la región y las instituciones obli- gadas a atenderla; plan que definirá acciones inmediatas, a mediano plazo y a futuro.

Lo más importante en este momento es reali- zar un inventario detallado de las artes tradicionales en sus vertientes locales a lo largo de todo el ámbito intrarregional; por ejemplo, registrar en video y audio técnicas de ejecución, reperto- rios musicales, líricos y kinéticos; investigar las genealogías de familias de músicos y sus despla- zamientos, sus técnicas de ejecución, etc., y hacer lo mismo con los lauderos y las familias de bai- ladores. El análisis y la reconstrucción de los sistemas lírico, músico y kinético nos llevará a di- señar políticas adecuadas a la región en su tota- lidad, pero también en los ámbitos subregiona- les y locales; a editar libros sobre las tradiciones y la manera en que trabajan a distintos niveles más allá de lo artístico (como memoria del pa- sado, por ejemplo, por tanto, de una historia so- cial popular); a editar discos con música de la región con criterios intrarregionales que nos permitan escuchar a los maestros ya desaparecidos y a los que siguen como ejecutantes, así como los repertorios locales antiguos. Entonces podremos crear rutas didácticas para llevar los contenidos de la tradición ya estructurados y fáciles de entender a los niños y jóvenes que ne- cesitarán un periodo muy corto para aprender; podremos, también, al revalorar al maestro tradicional, encontrar la manera en que los músi- cos amariachados, formados en la tradición homo- génea, dialoguen con su tradición, se acerquen a los maestros y sean capaces de ejecutar de nuevo su patrimonio cultural.

El camino de retorno a La casa de las plumas de papagayo es arduo y tortuoso, como las sierras pelonas de la Tierra Caliente, pero la llegada será fresca y gratificante como las aguas de sus ríos.

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