Av. Errázuriz 2930, Valparaíso info@edicionespucv.cl www.edicionespucv.cl
Dirección Editorial: David Letelier
Edición: Vicente Bernal Guajardo
Diseño: Paulina Segura
Introducción
E n la actualidad, la filosofía a menudo se suele ver en dos extremos, una actividad sin fin alguno, una pérdida de tiempo para las necesidades de la época, o, por otro lado, un saber reservado a un círculo académico o a lecturas complejas y especializadas. Sin embargo, la realidad nos muestra que sigue siendo una herramienta de reflexión vital, capaz de iluminar cuestiones actuales y aportar claridad a las múltiples formas de entender el mundo. El proyecto “¿Cómo y dónde veo la Filosofía?” surge, precisamente, para evidenciar cómo un grupo de estudiantes logra aproximarse a esta disciplina y dónde la percibe en su entorno inmediato. A lo largo de estas páginas, se explorarán los motivos de la iniciativa, la labor docente de quien orienta el proceso y la valiosa oportunidad que tienen los alumnos de participar, cuestionar y aprender en conjunto.
Desde una perspectiva educativa, este proyecto busca romper con la idea de que la filosofía es un conocimiento inaccesible o desconectado de la vida cotidiana. Se propone, en cambio, mostrarla como un espacio abierto al diálogo, la curiosidad y la crítica, donde los estudiantes no solo reciben información, sino que se convierten en agentes activos de su propio aprendizaje. Así la enseñanza de la filosofía se concibe como un proceso dinámico que fomenta el pensamiento autónomo y la capacidad para analizar diversas realidades desde múltiples puntos de vista.
El enfoque pedagógico empleado promueve la reflexión crítica a través de preguntas abiertas y situaciones concretas, favoreciendo la construcción colectiva del conocimiento. De este modo, los estu-
diantes desarrollan habilidades para argumentar, cuestionar sus propias creencias y reconocer la importancia de la diversidad de ideas. Además, se busca que puedan notar que existen los conceptos filosóficos en sus experiencias personales y sociales, haciendo palpable la existencia y relevancia de la disciplina en su entorno.
Este escrito puede que no presente, para algunos lectores, la pulcritud ni el rigor académico que habitualmente se espera en textos especializados o trabajos formales. Es posible que encuentren aquí afirmaciones que, desde ciertas perspectivas, parezcan imprecisas, simplificadas o incluso erróneas. Quizá detecten interpretaciones que no coincidan con definiciones canónicas o que se aparten de las lecturas más convencionales. A todos esos posibles reparos quiero responder con una pregunta sincera y honesta: ¿Es realmente un error mostrar nuestra perspectiva, con sus aciertos y fallas, con sus luces y sus sombras?
La filosofía, en su esencia más pura, es una actitud. Es la disposición a preguntar, a dudar, a ir más allá de lo evidente. Este proyecto nos busca que los estudiantes repliquen palabras ni memoricen nombres de pensadores, sino que desarrollen su capacidad de filosofar en su entorno inmediato. Se trata de reconocer que las grandes preguntas sobre la existencia, la moral, el conocimiento o la belleza no están confinadas a los libros, sino que se manifiestan en nuestras decisiones diarias, en las noticias que consumimos, en las relaciones interpersonales y en la forma que comprendemos el mundo.
Este enfoque pedagógico busca liberar la filosofía, sacándola de los claustros académicos para llevarla a la vida cotidiana. Los alumnos, al ser invitados a identificar, interpretar y analizar conceptos filosóficos en sus propias experiencias, no solo comprenden mejor la disciplina, sino que también se apropian de ella, convirtiéndola en una herramienta útil para navegar por la complejidad del mundo
contemporáneo, al mismo tiempo que se hacen conscientes de que pueden tomar una pausa, aunque sea en sus mentes, para pensar.
La curiosidad, el diálogo abierto y la capacidad crítica, se convierten en los pilares de este aprendizaje, fomentando una mentalidad activa y participativa
Le invito querido lector, a detenerse un momento y acompañarme en esta reflexión. El propósito de este escrito no es ofrecer certezas absolutas ni erigir monumentos a dogmas inquebrantables. Más bien, lo que aquí se presenta es un testimonio honesto y genuino, una narración desde nuestra experiencia, nuestra forma particular de ver y pensar el mundo que nos rodea.
En este proyecto, la invitación es a despojarse de la pretensión de universalidad y abrazar la subjetividad como un punto de partida legítimo para la reflexión. No se trata de ofrecer verdades absolutas ni definitivas, sino de compartir cómo la filosofía resuena en la vida de un grupo de estudiantes, desmitificando su imagen de disciplina inalcanzable. Este escrito se convierte así en testimonio de un proceso vivo, donde el error no es una falla, sino una oportunidad para el aprendizaje y diálogo.
Si bien el ojo crítico podrá tachar este acercamiento a la filosofía como ingenuo, de carente de profundidad y el rigor que se le exige a los grandes tomos o a las disertaciones académicas, permítanme una analogía:
El primer paso de un niño, aunque inestable, tambaleante y propenso a caídas, es un paso tan genuino y fundamental como la zancada firme y experimentada de un adulto. En esa inestabilidad reside la promesa del movimiento, del avance, del descubrimiento del mundo a través de la propia exploración. ¿Le diríamos a un infante que no vuelva a caminar después de caerse? Espero que la primera respuesta de tu mente sea un no, porque lo correcto, bajo mi punto
de vista, sería ayudarle a levantarse y motivarle a emprender nuevos pasos y seguir el camino que quiere llevar.
De la misma manera, estos “infantes filosóficos”, como podríamos llamar a los estudiantes (Y me atrevo a decir que a mí mismo también), que se embarcan en esta aventura de pensamiento, no pretende emular la erudición de un catedrático consagrado ni el análisis exhaustivo de un tratado. Su aproximación es, quizás, menos pulcra, menos articulada en la jerga especializada, pero no por ello menos auténtica o carente de valor. Cada pregunta formulada, cada punto de vista, cada duda, cada concepto incipiente reconocido en su cotidianidad, cada debate que surge de sus propias vivencias, es un paso en firme, una zancada en el amplio terreno de la libre reflexión.
Los tropiezos, las interpretaciones que quizás no encajan con la ortodoxia, las afirmaciones que podrían ser vistas como “errores” por quienes dominan el canon, no son más que las inevitables caídas en el proceso de aprender a caminar. ¿Acaso descalificamos el esfuerzo de un niño por intentar andar solo porque se cae? De ninguna manera. Propongo que celebremos cada intento, cada pequeño avance, porque sabemos que es el camino hacia la autonomía y la maestría.
Así también, debemos observar estos pasos filosóficos con la misma benevolencia y el mismo reconocimiento.
Porque, en última instancia, la filosofía no es solo un saber acumulado, sino una forma de estar en el mundo, una actitud de constante cuestionamiento y búsqueda. Y esa actitud puede florecer tanto en la mente brillante de un académico como en la curiosidad incipiente de los y las jóvenes que, por primera vez, se atreve a preguntar y a intentar responder: “¿Y por qué?”. Este proyecto entonces, se trata de un testimonio de esos primeros pasos, de esa valiente incursión en el terreno del pensamiento, donde el valor no reside en la perfección, sino en el coraje de atreverse a pensar por uno mismo.
Liceo Santa Teresa de los Andes
El Liceo Santa Teresa de Los Andes, enclavado en el corazón de Miraflores Alto, Viña del Mar, emerge como una institución educativa de profundo arraigo histórico y valórico, consolidando su misión formativa bajo el alero de la Fundación Oficio Diocesano de Educación Católica (FODEC). Su trayectoria no solo refleja un compromiso inquebrantable con la excelencia académica, sino que también subraya una vocación intrínseca por la formación integral del ser humano, cimentada en principios éticos y cristianos que le otorgan un poder trascendente en el panorama educativo regional.
La fundación del Liceo Santa Teresa de Los Andes se inscribe en una tradición centenaria de la Iglesia Católica en Chile, que ha reconocido en la educación una herramienta fundamental para el desarrollo humano y la evangelización. Desde sus inicios, la institución ha abrazado la concepción cristiana del hombre, la vida y el mundo, un pilar filosófico que permea cada aspecto de su quehacer pedagógico. Este compromiso valórico se materializa en la promoción de virtudes como el respeto, la solidaridad, la justicia y la responsabilidad social, elementos esenciales para la formación de ciudadanos comprometidos con el bien común. La elección de Santa Teresa de Los Andes como su patrona no es casual; su vida de entrega y profunda fe sirve de inspiración constante para la comunidad educativa, instándolos a vivir con propósito y a proyectarse con un marcado protagonismo en la construcción de una sociedad más justa y fraterna.
FODEC, como entidad que agrupa y coordina una red de establecimientos educativos católicos, provee un marco de referencia pedagógico, administrativo y pastoral que fortalece la labor del liceo. Esta pertenencia garantiza la coherencia con los lineamientos de la educación católica a nivel diocesano, facilita el intercambio de buenas prácticas entre instituciones hermanas y asegura el acceso a recursos y capacitaciones que potencian la calidad educativa.
La FODEC actúa como un garante de la identidad católica de sus colegios, permitiendo al Liceo Santa Teresa de Los Andes no solo mantener su visión y misión, sino también proyectarlas con mayor impacto en la comunidad.
El Liceo Santa Teresa de Los Andes se distingue por su propuesta científico-humanista, que busca equilibrar la rigurosidad académica con el desarrollo de las capacidades críticas y reflexivas de sus estudiantes. Su currículo, diseñado para atender cursos desde 1° Básico hasta 4° Medio, prepara a los alumnos no solo para el ingreso a la educación superior, sino también para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio. Sin embargo, su visión va más allá de los resultados académicos; el liceo se propone formar personas íntegras, capaces de discernir, actuar con ética y proyectarse como agentes de transformación social, con un firme propósito de ser un referente en resultados pastorales, académicos y culturales, consolidando su legado como un espacio donde la fe y el saber se entrelazan para forjar el futuro.
Metodología
Crear un libro, una antología, tal como ¿Cómo y dónde veo la filosofía? no es un simple ejercicio académico ni pedagógico, sino una experiencia compartida, un proceso de descubrimiento que une a estudiantes, ideas y reflexiones en una misma trama. Este escrito es el fruto de un taller donde la filosofía no fue presentada como algo lejano, sino como una herramienta y acompañante vivo, presente en cada conversación, en cada reflexión cotidiana y, sobre todo, en la libertad de explorar y cuestionar el mundo que nos rodea. Este proceso se construyó de manera conjunta, en una atmósfera de confianza, colaboración, debate y apertura. La clave de este proyecto fue la pedagogía de la libertad, un enfoque que permitió a cada estudiante tener voz, que pudiera explorar sus propios intereses y dudas, y descubriera así la filosofía en el contexto de su propia vida.
Desde el inicio del taller, el objetivo fue claro: Los estudiantes no debían sentirse presionados por el rigor académico tradicional, sino animados a pensar de manera libre a relacionar sus propios pensamientos y experiencias con los grandes temas filosóficos. Así nos alejamos de la formalidad que a veces caracteriza las clases de filosofía y nos acercamos más a un espacio de conversación abierta.
Las ideas aparecían sin restricciones, (dejando claro que el ambiente siempre debía girar en torno al respeto) Había espacio para todo: para las inquietudes existenciales, las reflexiones sobre el presente, las comparaciones entre la filosofía clásica y dilemas modernos, pero también para los chismes, las anécdotas y las bromas que emergen cuando se está compartiendo algo tan personal como el pensamien-
to. La filosofía se aterrizó, alejándose un poco de la asignatura abstracta para convertirse en una forma para interpretar el entorno, entenderse mejor a sí mismo y, por su puesto, comprender las realidades que los rodeaban.
Siendo sincero, a veces las preguntas “funables” son dilemas filosóficos realmente interesantes y con una profundidad digna de abordarse.
Analizando el conocido dilema del tranvía, se planteaban diversos casos, comparando el valor de una vida. En el caso de una persona u otra siempre se tendía a elegir por factores emocionales, en el caso de desconocidos, por cantidad o utilidad.
Se me preguntó a mi como docente:
¿Profe, y si nosotros estuviéramos en las vías del tren, a quién salvaría?
Esta pregunta, prácticamente siendo un equivalente a “¿Quién mataría?” nos pone en un terreno denso, pero que, aun siendo un reflejo de lo extremo, nos trae a escenarios que pueden ser llegar reales. El tema del valor de una vida humana.
Puede ser en el las vías del tren un caso hipotético, pero en el caso de una madre que sabe que su hijo vendrá con complicaciones. O para no abordar el tema del aborto, no por su importancia, sino debido a su complejidad y variables en cuanto a las interpretaciones de cuando es un ser vivo, nos podemos trasladar a una persona en estado vegetativo, su vida ya es, ¿Pero tiene más valor que otra?
Al enfrentarnos a situaciones y cuestiones “funables”, nos enfrentamos a la realidad. El taller trataba de pensar juntos, explorar juntos esta incomodidad y descubrir la filosofía tanto en lo complejo como en lo sencillo de la vida.
¿Por qué las decisiones cotidianas pueden ser tan filosóficas? ¿Cómo se relacionan las series de televisión que consumimos con las grandes preguntas sobre la naturaleza humana, la moral y la justicia? ¿Cómo vemos la ética y la política en los espacios digitales que habitamos a diario? Estas preguntas eran ejemplo de las bases de nuestras conversaciones, y poco a poco, el alumnado comenzó a darse cuenta que tenían la libertad y capacidad de reflexionar sobre estos temas y escribir sobre ellos con la misma profundidad y valor que cualquier otro filósofo, pero desde su propia perspectiva.
El taller se organizó como un espacio de diálogo continuo, donde la reflexión era tanto individual como colectiva. Durante nuestras discusiones, los estudiantes fueron viendo que la filosofía no es solo una disciplina académica, sino una actitud ante la vida, una manera de entender las interacciones humanas, las decisiones cotidianas y los dilemas que nos atraviesan todos los días. Había una conciencia constante de que la filosofía se encuentra en lo que hacemos y pensamos, incluso en las cosas más simples y aparentemente triviales.
En este proceso, la idea de aprender fue reemplazada por la idea de “descubrir”: los estudiantes no solo se sumergieron en el conocimiento filosófico, sino que también fueron capaces de identificar las preguntas filosóficas y la reflexión en su propio entorno. De esa manera, el taller se convirtió en un laboratorio de ideas (con algunas explosiones) donde el pensamiento no se quedaba en las paredes de la clase, sino que se extendía al día a día de cada uno.
La metodología fue fluida y flexible, y las actividades estaban pensadas para que los y las estudiantes pudieran expresarse de la manera más libre y natural posible. No se trataba de seguir un formato rígido ni de limitarse a ciertas corrientes de pensamiento filosófico, sino de permitirles que exploraran sus intereses personales y sus propios puntos de vista. Cada estudiante eligió un tema que les llamara la atención, que pudiera analizar desde una mirada filosófica, pero siempre
en conexión con sus vivencias, lecturas, sus intereses y su contexto. De esta manera, las reflexiones filosóficas comenzaron a surgir de las cosas que realmente les importaban y gustaban: libros, películas, series, eventos actuales, debates políticos, o incluso experiencias personales. Lo importante no era tanto “la respuesta correcta” o el concepto filosófico preciso, sino la capacidad de pensar de manera crítica, profunda y coherente sobre los temas que elegían explorar.
En paralelo a las conversaciones y reflexiones que compartíamos, los estudiantes comenzaron a escribir sobre sus temas escogidos. La escritura no debía ser vista como una simple tarea académica, sino como una extensión del proceso de pensamiento que ya estábamos desarrollando juntos. Cada escrito era una oportunidad para poner en palabras lo que habían aprendido y lo que pensaban, plasmar su batalla filosófica.
Mi rol como docente, dentro de este proyecto, no se limitó a ser un simple transmisor de conocimientos o el de un evaluador que corrige y califica. Fue, más bien, el de un acompañante, un facilitador, un guía que caminó junto a los estudiantes en su proceso de descubrimiento filosófico. Mi trabajo fue estar presente a su lado, ofreciendo apoyo, orientando cuando era necesario y brindando un espacio seguro donde los estudiantes pudieran sentirse libres de pensar, cuestionar y reflexionar sin miedo a equivocarse. Ser docente en este taller, implicó despojarme de la figura tradicional de autoridad académica (con la cuál, recién empezando mi camino como docente es una figura que todavía estoy construyendo, pero esas son ideas para otra ocasión) y adoptar un rol más cercano, para que las y los estudiantes pudieran sentirse cómodos y sin barreras a la hora de expresar sus ideas.
Una de las primeras tareas que asumí fue crear un ambiente en el que los estudiantes se sintieran escuchados y respetados. En un ta-
ller que se proponía como un espacio libre y abierto, la confianza era clave. El aula no podía ser un lugar donde las ideas fueran solo “correctas” o “incorrectas”; tenía que ser un lugar donde los estudiantes pudieran arriesgarse, equivocarse y aprender de sus errores. En cada conversación, traté de fomentar un clima en el que todos pudieran aportar, en el que sus voces tuvieran el mismo valor, y en el que no hubiera jerarquías ni un único punto de vista dominante. Mi rol no era imponer mi conocimiento, sino más bien animar a los estudiantes a ser dueños de su propio proceso de aprendizaje. Esto implicaba ofrecerles libertad, pero también guiarlos cuando se sentían perdidos o cuando sus ideas no estaban lo suficientemente desarrolladas. El desafío fue, entonces, encontrar el equilibrio entre ofrecerles suficiente espacio para explorar por su cuenta y darles la dirección necesaria para que no se quedaran atascados.
En este sentido, mi función fue en gran parte de mediador. Mediar no solo en los contenidos filosóficos, sino también en el proceso de pensamiento y en la forma en que los estudiantes se relacionaban con las ideas. Durante las sesiones de taller, lo que más me interesaba era que los estudiantes no solo reprodujeran teorías filosóficas, sino que se sintieran capaces de pensar por sí mismos, de vincular lo que aprendían con su vida cotidiana y con sus inquietudes personales. En ocasiones, intervenía directamente en las discusiones para ayudarles a clarificar conceptos, hacer preguntas provocadoras o señalar contradicciones, pero siempre de manera respetuosa y constructiva. El objetivo no era darles respuestas, sino ayudarlos a que desarrollaran sus propias respuestas a través del diálogo y el cuestionamiento.
La corrección de los escritos fue otro aspecto crucial en mi rol como docente. Aquí, mi función fue también la de un guía, más que la de un evaluador. Los estudiantes, al escribir sobre temas que los apasionaban, eran capaces de generar ideas profundas y personales.
Mi tarea era ayudarlos a dar forma a esas ideas, a organizarlas de manera coherente y clara, y a expresar sus reflexiones filosóficas con la mayor precisión posible. Lo importante no era corregirlos para que encajaran en un molde académico predefinido, sino para que sus ideas florecieran de una manera más estructurada y comprensible. En cada corrección, traté de subrayar sus puntos fuertes, de hacer preguntas que los llevaran a pensar más profundamente sobre sus temas y de sugerir caminos para profundizar más en sus análisis. En lugar de centrarnos exclusivamente en la forma, nos enfocamos en el fondo, en el desarrollo del pensamiento crítico y en la construcción de un discurso filosófico propio.
Una de las mayores satisfacciones de mi rol fue ver cómo los estudiantes comenzaron a tomar más confianza en su capacidad de pensar filosóficamente. Al principio, muchos llegaban con la idea de que la filosofía era algo solo para “expertos” o para aquellos que ya dominaban conceptos complicados. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a darse cuenta de que la filosofía estaba en ellos mismos, en sus propias preguntas y reflexiones. Como docente, me convertí en un espejo que les devolvía sus propios pensamientos y los invitaba a profundizar, a cuestionar y a redefinir sus puntos de vista. Mi función no era darles una única verdad, sino ayudarles a que se sintieran cómodos con la incertidumbre, con las preguntas abiertas, con la ambigüedad que a menudo es parte del pensamiento filosófico. La filosofía, en este sentido, dejó de ser un campo reservado para unos pocos, y se convirtió en un espacio de exploración abierta y accesible para todos.
Otro aspecto fundamental en el que mi rol docente jugó un papel importante fue en la construcción de un sentido de comunidad dentro del taller. Aunque cada estudiante trabajaba en su propio tema y escribía desde su propia perspectiva, el taller fue también un espacio de aprendizaje colectivo. A través de las discusiones en
grupo, los intercambios de ideas y las colaboraciones informales, los estudiantes pudieron verse reflejados en los demás, enriqueciendo su propio pensamiento a partir de las contribuciones de sus compañeros. Mi tarea fue, en este caso, la de propiciar un ambiente de respeto mutuo, donde las ideas pudieran fluir sin temor al juicio, y donde todos pudieran aprender de las reflexiones de los demás. En lugar de ver la filosofía como un ejercicio solitario, tratamos de concebirla como un proceso compartido, donde la conversación y la colaboración enriquecen la reflexión individual.
A lo largo del proceso, mi trabajo también implicó ser consciente de las diversas realidades e identidades que traían los estudiantes al aula. Cada uno de ellos llegaba con sus propios antecedentes, perspectivas y preocupaciones, y mi labor fue la de reconocer y valorar esa diversidad. La filosofía no es una disciplina homogénea, y cada estudiante, con su historia personal, aportaba una visión única. Mi rol fue garantizar que esas voces pudieran expresarse sin obstáculos, que los estudiantes pudieran sentir que sus pensamientos eran válidos, sin importar si se ajustaban o no a los cánones filosóficos tradicionales. Esta atención a la diversidad también me permitió ayudar a los estudiantes a descubrir que la filosofía no es solo una tradición occidental, sino un campo vasto, lleno de perspectivas diversas y enriquecedoras que pueden surgir de cualquier lugar, desde cualquier identidad y desde cualquier experiencia de vida.
Finalmente, el papel del docente en este taller fue también el de inspirar curiosidad. Como guía, mi función era encender en los estudiantes el deseo de seguir investigando, cuestionando y aprendiendo más allá de las clases. Lo que más me interesaba era que, al final del taller, los estudiantes no solo tuvieran un libro en sus manos, sino que se llevaran consigo la certeza de que la filosofía es algo que pueden seguir explorando por su cuenta, algo que siempre estará a su disposición para ayudarlos a comprender mejor el mun-
do y a entenderse mejor a sí mismos. La filosofía, como proceso de reflexión continua, nunca se detiene, y mi objetivo fue transmitirles esa pasión por el pensamiento crítico y la curiosidad intelectual que, espero, continúen desarrollando a lo largo de sus vidas.
Escritos estudiantes
Matías Briones
Hay una concepción, a veces errónea, de que escribir apurado no es escribir con el corazón. Escribir cuando te queda poco tiempo para escribir. Escribir con prisa. Lo primero que se te ocurra, sin importar si es correcto o incorrecto, lo pones en la página y no piensas en ello más. No te importa ajustar el margen del texto, ni revisar la tipografía, e incluso adjuntar bien la fotografía. Ni siquiera corregir los errores de ortografía. Word toma tus responsabilidades técnicas. A veces sueles ser más malvado aún y recurres a las nuevas tecnologías. Al final, es solo una nota más que sumar al promedio de Enseñanza Media.
Pero al llegar el momento de la entrega, quedas pensando “ese ‘el’ en tal oración del tercer párrafo en la subsección cuatro… ¿era con tilde o sin tilde?”. Son esos pensamientos instantáneos los que te dejan desconcertado. Precisamente en la rúbrica había un ítem de ortografía y para obtener puntaje máximo no debía haber ningún desliz en tu argumento, ninguna coma en donde no tenía que ir, haber usado bien un punto coma, etc. etc.
Entonces te desesperas cuando tu trabajo ya no está sólo en tus manos, sino en las de alguien más.
¿Qué podrías haber hecho para evitar tener dudas? Pues, principalmente, haber revisado más cautelosamente tu trabajo por cualquier error. Pero ¡eran las dos de la mañana cuando terminaste, has trabajado toda la tarde y se entregaba impreso a primera hora!
“Me rindo, me voy a dormir” son las palabras que salen de su boca.
¿Qué podrías haber hecho para revisar a tiempo tu trabajo? Pues, empezar a redactar mucho antes.
Sin embargo, ¿sabemos bien todo lo que te ha sucedido los últimos días, que de alguna forma u otra te haya impedido escribir?
Probablemente usted tenga una gran variedad de responsabilidades, que le pidan estar en un momento aquello, en un lugar determinado. A usted lo debieron llamar del doctor para hacerse exámenes. Es posible que, similarmente, le llamaran familiares suyos por teléfono, invitándolo a celebrar en sus hogares. Y usted, siendo muy humilde, amigable y feliz de pasar tiempo con sus seres queridos, no pudo negar la invitación, aunque tuviese dos evaluaciones sumativas al siguiente día. Hablando de evaluaciones, usted también tenía pendiente diversos proyectos escolares que usted consideró más importantes para realizar inmediatamente, en comparación con el que recién terminó.
Se inscribió a talleres del colegio, o le pidieron ir a comprar el pan, o tiene que alimentar a los peces, o debe terminar tareas del propedéutico o del preuniversitario. Una lista de tareas que le acaban por dar sentido a su actual vida.
Noemí Fernández
A lo largo de este escrito, me propongo abordar mi percepción de la filosofía como una herramienta fundamental en la vida personal, especialmente en el contexto educativo. Para ello, establecí dos preguntas simples que guiarán el desarrollo del texto por medio de subtítulos.
¿Cómo
veo la filosofía?
En términos simples, veo la filosofía como una herramienta clave que me permite reconocer continuamente quién soy, qué sentido tienen mis acciones y qué es lo que quiero lograr. Por medio de un proceso de autocrítica que, a lo largo del proceso, ha provocado en mí una leve angustia, pero que también me promete una mayor autocomprensión que desemboca en calma, ya que, mediante la práctica de la filosofía he logrado entenderme a mí misma y, por consiguiente, reconocer a la sociedad.
La filosofía ha sido silenciosamente aquello que me ha conducido a pensar en mi vocación docente, y en el tipo de persona que deseo ser. Teniendo en cuenta que, para mí, la docencia es una forma de entregar herramientas, hábitos y confianza necesaria para que los jóvenes (y todas las personas) se sientan capaces de cumplir sus metas y sueños.
En mi experiencia educativa, la clase de filosofía me entregó el tiempo para detenerme, cuestionar, y buscar un sentido más profundo a la existencia. A partir de esa práctica, comencé a vivir con
preguntas sin respuestas, y a desarrollar un juicio más consciente sobre mi accionar.
La filosofía se introdujo en mi vida como una herramienta que creía, me permitiría resolver conflictos. Estaba equivocada. En lugar de entregarme respuestas, la filosofía trajo consigo más preguntas de las que podía manejar, y una incomodidad constante frente a lo desconocido. Sin embargo, esa incomodidad resultó necesaria para profundizar las ideas sobre aquello que antes evitaba cuestionar.
Entregarse al cuestionamiento es caer de frente al abismo. No por el riesgo irracional, sino porque implica un viaje largo, cargado de emociones en el que no todos están de acuerdo en adentrarse. Pensar a fondo y sin barreras puede remover estructuras que creíamos sólidas. Pero es precisamente en ese descenso donde comenzamos a comprendernos.
Desde luego, el ejercicio de formular preguntas fue tomando forma en mi vida: abrió mis enfoques, transformó mi manera de sentir, y generó una mayor conciencia en mi actuar. No se quedó solo en mi clase de filosofía, despertó una inquietud que comenzó a extenderse hacia todas las materias.
La autonomía para pensar por cuenta propia me ha llevado a actuar con más conciencia, como también a enfrentar momentos de ambigüedad, especialmente cuando el exceso de análisis dificulta mis decisiones. La filosofía no ha sido entonces para mí solo una reflexión teórica, sino una transformación profunda en las distintas áreas que conforman mi vida.
Suele ser inquietante no llegar nunca a una respuesta, a un punto fijo. Es contradictorio: me frustra, y a veces florece la idea de silenciar cada uno de los cuestionamientos que han llegado a mí. Me
condena a un juicio interno de valor, pero también me impulsa a actuar con la mente más despierta. Al mismo tiempo me da seguridad saber que otros pensaron igual que yo hace un tiempo, y que esta materia nos reúne como una multitud dispuesta a pensar y sentir. Me deja el compromiso de estar más atenta a mi entorno y, de algún modo, las divagaciones terminan para convertirse en claridad.
Para algunos, la filosofía puede llegar a ser una herramienta para evaluar el entorno, y empatizar con uno mismo, pero, personalmente, ser más consciente de mi entorno diario y más reflexiva bajo la oscuridad de la noche me ha vuelto más crítica conmigo misma y más empática con mi entorno. Además de mostrarme más abierta a comprender lo que antes evitaba, y más valiente al cambio interno.
Por supuesto, es más complejo mantener esta claridad en entornos abarrotados de personas, donde la realidad avanza demasiado rápido como para detenerse a pensar. Pero al finalizar el día, intento comprender mis falencias con calma. Cuestionar me ha hecho más receptiva a otras opiniones, menos esquiva frente a las incertidumbres, y más capaz de encontrar belleza en lo vivido. La filosofía me guía hacia una conciencia que no pesa, sino que me dirige hacia la libertad de saber qué hago bien, qué puedo mejorar y me acerca a lo que deseo lograr.
Siguiendo esa idea, suelo pensar en la filosofía como una herramienta que entrega la posibilidad de ir más allá de lo que se nos ha sido impuesto, de romper con la costumbre de aceptar todo tal como se nos presenta. Es tomar conciencia de las múltiples posturas que se pueden asumir en la vida, y darnos una pausa para preguntarnos qué nos gustaría mejorar, para quienes nos gustaría trabajar, cómo podríamos lograrlo, y cuándo estamos dispuestos a comenzar. Porque en medio del caos cotidiano, detenerse a pensar y soñar con ser mejores es, en sí mismo, un acto de rebeldía.
Mediante las preguntas que me planteé para trazar un camino hacia mi vocación, se me hizo exasperantemente posible encontrar belleza en cada uno de los trabajos existentes. Tener en cuenta que debo escoger solo uno para emplear vuelve todo más profundo. Debía cuestionar cada dimensión vocacional que me completaba como individuo, como mis amigos, mi familia y mis valores. Y con eso, podía tener en cuenta cómo completar mi parte del mundo.
En ese proceso, y tomando como elección final la vocación docente, decidí que me gustaría entregar a mis futuros alumnos las herramientas necesarias para que se sientan capaces de lograr lo que se propongan. Sería de mi agrado implementar la filosofía como un método educacional. Me gusta pensar, que al hacerlo comprenderán la importancia de esforzarse, de seguir ciertas reglas en algunos espacios y de ser rebeldes y destacables en otros.
Cuestionar nos acerca a la sociedad si lo que buscamos es comprenderla. Nos entrega el tiempo para frenar, y entender que hay detrás de cada perfil o creencia. En mis futuras clases como docente me gustaría fomentar este tipo de pensamiento, enseñar a opinar como también dar espacio al aprendizaje de algo nuevo.
Entonces, llevo la filosofía como una herramienta de perfección y comprensión, que permite reconocerme, actuar y encontrar el mejor camino para lograr mis metas. Pero más allá del entendimiento, comencé a reconocer en mi vida escolar ramos que no parecen filosóficos a simple vista pero que contienen cuestionamientos más profundos.
¿Dónde veo la filosofía?
En biología, por ejemplo, me sentí cautivada por la definición de vida, el profesor explicaba que se utiliza una serie de características
para identificar un ser vivo, funciones como el metabolismo o la reproducción. Pero estas descripciones tienen límites, como en el caso de los virus, que no cumplen todas las funciones y generan controversia en el campo de la investigación.
Siguiendo esta línea de pensamiento, el ser humano está formado por sistemas, tejidos, órganos y células, siendo esta última considerada la unidad más pequeña que se reconoce como un ser vivo. Pero antes de ella están los organelos, las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas, que por sí solas no pueden vivir, pero que, mediante una organización compleja, hacen posible la célula y, con ella, la vida.
Pero, ¿qué cambia exactamente? Es un cuestionamiento sin respuesta, y es ahí donde la biología necesita reunirse con la filosofía para debatir al respecto, ¿Dónde empieza realmente la vida? ¿En simples componentes inertes?
Esta no es una inquietud moderna, Aristóteles, en la antigüedad intentaba definir desde otra perspectiva dónde comenzaba la vida y definió que el ser vivo es un compuesto que se basa y consta de dos partes: materia, que es el cuerpo (soma) y la forma, que es el alma (psyché). Siendo el alma la forma de un cuerpo que en potencia está organizado y consta de vida y permite al alma cumplir funciones como la sensación que tiene por objeto lo sensible, y la intelección, que tiene objeto inteligible y que, a su vez, se subdivide en el intelecto pasivo capaz de ser todas las cosas y el intelecto activo, que es aquel capaz de hacer todas las cosas.
De forma similar, Santo Tomás explica que la persona humana está compuesta de materia y forma, es decir, cuerpo y alma que crean una sola sustancia en unidad, cumpliéndose un estado de perfección y especificando que sin esta unidad no hay persona.
Aunque estas explicaciones no resuelven todas las incógnitas del tema, nos muestran un enfoque distinto sobre la comprensión de la vida, con el objetivo de comprender a su vez las acciones humanas, como la naturaleza de un ser racional.
En relación con las matemáticas, mi profesor comentó durante una clase que las personas dedicadas a la investigación en física pueden mediante los números, reconocer partes del mundo que son invisibles a nuestro nivel ocular. Por ejemplo, un agujero negro puede llegar a reconocerse y dimensionarse basándose en los efectos que produce en su entorno y en cálculos que contemplan variables como la masa, la velocidad o la trayectoria.
Las fórmulas, teorías y razonamientos nos permiten conocer lo intangible mediante números, dibujar en el aire y comprender desde otra perspectiva, nuestra realidad.
Números que forman parte de operaciones precisas, capaces de ir de cifras enormes a valores diminutos, decimales que pueden representarse como fracciones sin alterar el resultado, o números reales que contemplan la totalidad de cifras. Todo parece tener un orden y, a pesar de ello, el infinito escapa de toda regla. No hay final. No se sabe dónde todo termina. ¿Es posible que una disciplina de tanta exactitud contenga un concepto inexacto?
El número infinito, a pesar de no estar delimitado puede representarse como un signo con el objetivo de poder utilizarlo en algunas ecuaciones y, mediante reglas, hacer un buen uso de este en las ecuaciones. Es símbolo de lo desconocido, de la inmensidad de las matemáticas y del mundo.
Pitágoras, uno de los primeros filósofos, planteaba que todo podía reducirse a relaciones numéricas. Siendo la matemática capaz de explicar la realidad mediante modelos abstractos.
En lo cotidiano, me sorprende la precisión de las matemáticas en relación con lo real. Pero no dejo de lado las dudas que nacen de esta comprensión ¿es la realidad tan precisa como la matemática? ¿Sigue un orden similar? De ser así, ¿Nos permitirá dar sentido a la realidad? ¿Será nuestro mundo igual de infinito?
La matemática, aunque se considere rígida en su forma tiene curvaturas en su estructura. Y tal vez por esto, nos permite acercarnos a la filosofía y a la comprensión profunda de nuestra realidad.
Un ejemplo de esta cercanía es la implementación de la matemática en la clasificación de las ciencias, realizada por Aristóteles, que tiene por objetivo dividir los tipos de ciencias según su objeto de estudio.
La matemática se encuentra en la categoría de ciencias teóricas que se enfoca en el objeto mismo de la investigación, esto quiere decir que, el estudio de las matemáticas sólo puede estudiar la matemática misma de forma teórica.
La clase de religión, a diferencia de las asignaturas anteriores, no dejó en mí un recuerdo específico, pero sí me entregó herramientas para seguir adelante con cuestionamientos cotidianos, además de información que resonaba en mi interior. ¿Quién soy? ¿Qué me compone? ¿Tiene mi vida un propósito, o soy libre de escoger?
La religión ha sido una constante en mi vida. No espero que responda todas mis preguntas, creo sin más. Creo en algo superior que me permite caminar entre dudas sin sentirme inestable.
Mis clases consisten, precisamente, en una serie de cuestionamientos que, como grupo, intentamos responder. Encontrando, al final de la clase, la calma de poder aceptar el misterio y las respuestas vagas.
Al igual que con la filosofía, la religión me ha permitido imaginar en quién quiero convertirme. Me enseña que puedo avanzar sin tenerlo todo claro.
Santo Tomás de Aquino utilizó la razón y lógica filosófica para demostrar la existencia de Dios. Explicando que, si Dios creó las ciencias, y nosotros nos acercamos al entendimiento de estas, también nos acercamos más a Dios, ya que, comprendemos mejor su creación. Haciendo que la fe y la razón trabajen en conjunto para ayudarnos a comprendernos mejor, ya que, según lo comentado por Santo Tomás, podemos cuestionarnos por medio de la razón, y la fe nos dará las respuestas.
En definitiva, a lo largo de mi rol como estudiante, he disfrutado aprender mediante el cuestionamiento filosófico en las distintas materias. Posiblemente por esta razón nace en mí el deseo de enseñar, porque supone la posibilidad de ayudar a mis futuros alumnos a alcanzar sus metas y objetivos de vida. Quiero que se sientan capaces de lograr lo que se propongan, sin temer a sus conocimientos, y que en ellos despierte el deseo de aprender más, de conocer, de escuchar, de respetar y de cuestionar.
Supongo que, mediante las consultas que surgirán a lo largo de las clases y el intercambio de conocimientos que se generará en el aula, muchas veces encontraré en la enseñanza una forma de filosofar. Escucharé dudas, compartiré lo que sé, estaré abierta a comprender lo nuevo y utilizaré las preguntas como impulso para el aprendizaje de mis alumnos.
La filosofía ha sido una herramienta para conocerme, para comprender mi vocación e implementarla en mi manera de vivir, de observar el mundo, de enfrentar mis dudas y de comprender a los demás. Es una inquietud que habita en mí. Está presente en mis materias, en lo inexplicable que es la vida, en lo precisa e indefinida que puede ser la matemática, en la firmeza de la religión sin necesidad de entregar respuestas, y en mi deseo de enseñar.
Las preguntas sin respuesta parecen acercarme a mí misma, a mi entorno, y espero que en el futuro también a mis alumnos. Cuestionar, muchas veces me ha impulsado a seguir buscando, o simplemente a aceptar con calma que algunas cosas puedan permanecer como incógnitas. Es probable que muchas de esas preguntas me acompañen hasta el aula, y entonces se convertirán en una forma de enseñar a mis alumnos a reconocerse a sí mismos, con sus dudas, sus deseos de comprender y de explorar su entorno.
Entonces, la docencia compartirá con la filosofía esa mirada crítica y sensible hacia el mundo, invitando a la conciencia de nuestras acciones y utilizando la enseñanza como una forma de búsqueda.
Lukas S. Garrido
§1 Fiel verdugo/Fidelis carnifex
¿Dónde vemos la filosofía?
Potestas non datur, sed tollitur/El poder no se da, se toma
Existe un arma poderosa en este mundo celeste, que nos permite evolucionar como humanidad, un poder latente en todos nosotros, dicho de mejor forma:
“Durante tres millones de años fuimos cazadores-recolectores; y gracias a las presiones evolutivas de ese modo de vida, con el tiempo surgió un cerebro sumamente adaptable y creativo. Hoy nos valemos de ese cerebro de los cazadores-recolectores presentes en nuestra cabeza.”
—Richard Leakey
Basándome en las palabras de Richard, quiero desenterrar un tema que pocas bocas hablan, puede ser por miedo, desinterés y/o ignorancia: La filosofía política en relación con la mente poderosa que habita y espera ser liberado. Esa sustancia tan esquiva y tan adicta, ‘el poder no se da, se toma’. Esa es la verdad, los débiles esperan a que se les otorgue el poder, a que se les dé permiso para actuar. pero los fuertes, los verdaderos maestros del juego, saben que el poder se toma. se arrebata de las manos débiles (pero débil no es alguien que simplemente tiene poco conocimiento, fuerza física o estado económico) porque los débiles puedes ser igual de fuertes,
inteligentes y tener dinero, pero siempre habrá alguien que busque más y tendrá más que tú, y por crudo que suene, es así quienes la gran mayoría lo vive, no todos probablemente, pero si quienes quieren cambiar lo que son y lo que buscan alcanzar.
Y así, como un sistema de competencia se les quita su poder a quienes no están dispuestos a seguir luchando. Un arma puede ser un símbolo de poder, un recordatorio de la capacidad de hacer daño y de controlar, pero, también puede ser un peso, un lastre que puede arrastrar a su dueño hacia la oscuridad y la destrucción.
El verdadero poder, no reside en el arma en sí misma que llamamos mente, sino que además incluya el corazón de quien la empuña. Porque una vez se tiene el poder, ¿qué se hace con él? ¿se utiliza para proteger a los débiles, para guiarlos hacia la seguridad y la estabilidad? ¿o se utiliza para dominar, para controlar y/o manipular? La respuesta, amigo desconocido, depende de la persona que tenga el poder. ¿Pero qué tipos de personas?
La doctora Helen Fisher ha actualizado la teoría en que existe 4 temperamentos, en término general hay 4 personalidades que son: El explorador (sanguíneo); El negociador (Flemático); El director (colérico); y el constructor (Melancólico). Ahora, esto no quiere decir que a quienes encuentres no tenga una mezcla de estos tipos de personalidad, pero, sin embargo, seguro que tienen un tipo dominante con el que puedes localizar.
§2 Du singe au fossile/de mono a fósil
En la generación Z, un chico buscaba ampliar sus conocimientos, no tenía con quién hablar, y lleno de ambición por comerse al mundo decidió tender una mano al diablo.
Un ápice del abismo que tuvo que recorrer Dante. Pero a diferencia de él. Este chico, Z. Abrirá el enigma de esa afección hasta la sombra más oscura jamás vista.
En esta generación, la política, en su raíz más cruda, no trata de servir al pueblo, ni de construir un bien común, trata de poder. No el poder simbólico del liderazgo, sino el poder real, el que mueve recursos, dicta leyes, decide quien vive cómodo y, a fin de cuentas, quién sobrevive.
Es una arquitectura invisible que se sostiene con palabras, pero se cementa con miedo, hambre, ignorancia y dependencia.
Los sistemas no se construyen para liberar, se construye para durar y para durar necesita sacrificios, necesita que unos pocos tengan mucho y muchos no tengan nada, necesitan que la gente crea que participa, que su opinión importa, que su voto cambia las cosas, pero el diseño ya está hecho, las reglas del juego no se escribieron con justicia, sino con estrategia y quien entra al juego creyendo que lo cambiará desde dentro, terminará adaptándose o desapareciendo
La verdadera política no ocurre en los debates ni en las urnas, ocurre en pasillos sin cámaras, en reuniones sin acta, en acuerdos que nunca se publican. Momentos y lugares donde la ética no entra, entra el cálculo, entran los favores, entran los intereses, porque el poder no se comparte, se negocia y cuándo se reparte, siempre hay alguien que pierde para que otros ganen.
Los pueblos caen en el mismo ciclo, porque quieren creer que la política es una lucha de ideales, pero es una lucha de control. Los discursos son máscaras, las banderas distracciones, las promesas tranquilizantes. Lo único que realmente importa en la política es quien tiene la capacidad de mover el mundo sin que el mundo lo
note, lo demás, es solo teatro para mantener al público entretenido mientras el guion se escribe a puertas cerradas.
“Tienes derecho a realizar tus tareas encomendadas, pero no a los frutos de tus acciones”
—Bhagavad-gitā
§3 Plaque de compétition/plato de competición
En la sociedad actual es común competir por estatus, posición y triunfos (siempre se compite) lo que genera sentimientos envidiosos dice quien cargó con el título de ‘Estrella de la mañana’.
Como con todas las cosas en el mundo natural, te adaptaras ahora y mutarás más tarde. Evolucionar o morir. Por ejemplo, los rituales de sangre implican una muerte simbólica, seguida de un renacer.
Pero el sujeto Z, no se quedó de manos cruzadas luego de tomar la mano del diablo, la estrella. Así que, en ese segundo en que los átomos que contienen electrones intentan tocarse con los del diablo, la mano del diablo desapareció y todo su cuerpo se volvió materia oscura.
“Quien con el diablo haya de comer, larga cuchara ha de menester”
—Geoffrey Chaucer, The Squire’s Tale
Pero entonces, Z. Concluyó lo siguiente: Aquel que no es conocedor del concepto de ser controlado para controlar, estará destinado a ser un miserable para toda su vida. Pero, también que no puedes quebrar a alguien fácilmente que encontró la fuerza dentro de su propia destrucción. ¿Pero la destrucción inherentemente natural la crea uno o fue el mundo el cual habitamos que nos convirtió como un detonador de destrucción?
“Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”
—John Milton
Dejando algo crucialmente importante, cada paso una pérdida, cada noche, una batalla sin testigos. Pero siguió, no por fe, no por promesas, por voluntad. La voluntad de no morir en donde nació, la voluntad de subir incluso cuando todo se venía abajo, lo enterraron con dudas, lo cubrieron con desprecio, dijeron que no llegaría, pero ahora, está aquí, en la cima. No hay cadena que me alcance.
Referencias
• Leakey, R. (1986). la formación de la humanidad. biblioteca de divulgación científica.
• Milton, J. (1667). Paradise lost. Samuel Simmons.
• Prabhupada, (capítulo 2, verso 46), A. B. S.-. S. (s. f.). El Bhagavad-gītā tal como es 2.47. Vedabase.
• Morales, J. (s. f.). Breves acotaciones al Infierno de Dante (Cantos I-VII). – Critica.cl.
• Sabater, V. (2022, 6 mayo). Los 4 tipos de personalidad, según Helen Fisher, para entender la atracción. La Mente Es Maravillosa.
Mayra Guerrero
¿Qué es la filosofía? Una pregunta poco recurrente entre las conversaciones del entorno, no suele ser el centro de atención en un almuerzo familiar, en una cita donde se busca impresionar, en un café entre amigos riéndose de la rutina o en los primeros momentos al conocer a alguien nuevo. En esos espacios, solemos hablar del clima, de lo que pasó en el día, del último video viral o de los problemas inmediatos que nos aquejan.
La filosofía, en cambio, parece habitar otra esfera, como si sólo perteneciera a libros polvorientos, a profesores de universidad o a quienes se “complican demasiado la vida”. Pero ¿qué es exactamente la filosofía?
La filosofía es una pequeña pincelada a nuestra aburrida vida no pretende llenar nuestro gris lienzo de colores, pero si añade algunos matices que marcan la diferencia. Es un espacio donde nos alejamos de la vida cotidiana y detenemos la prisa para contemplar el misterio de simplemente estar aquí, nos llenamos de unas preguntas que nos dan que pensar realmente, muchas veces alguna motivación o entretenimiento, analizar nuestro entorno en el ocio, llenar nuestra mente de “¿Por qué?”, en medio de ese agujero nacen preguntas que interrumpen la inercia como: «¿quiénes somos?» “¿Por qué estamos?” “¿qué sentido tiene todo?”.
Filosofar no es buscar verdades concretas, es explorar las posibilidades, cuestionar todo lo que nos rodea y dejar que aquellas preguntas nos toquen de tal manera que sea incómodo y a la vez nos da vida, es un arte de llenar la mente de cuestiones incluso si a veces nos pue-
den abrumar porque al final no terminaremos con un “porque sí”. No buscando una respuesta racional y concreta, buscar reflexionar, cuestionar y entender mejor lo que está alrededor nuestro disfrutando el proceso de pensar, enfrentarnos a lo desconocido sin miedo, es la necesidad natural del humano buscar el sentido, pero al final nos encontramos con la enorme pared que el universo no nos da ninguno. Es casi como gritarle al cielo que no responde, hablarle al vacío que no oye. Arraigándose a esto, aquí nace lo absurdo, la constante contradicción entre el deseo de comprender y la indiferencia del mundo.
Pero, ¿para qué reflexionar, cuestionar y entender si no hay un sentido objetivo? –Porque ahí está nuestra libertad, cuando aceptamos que no hay una respuesta clara, un diseño predeterminado en el mundo dejamos de buscar respuestas en cosas que en el fondo todos sabemos que no existen, como lo que es Dios y así elegimos nuestro propio camino forjado con nuestras propias ideas y pasiones, afirmar nuestra libertad y vivir libremente, aunque el mundo no nos dé ninguna garantía.
¿Y dónde vemos la filosofía en el día a día? La respuesta es más sencilla de lo que parece, encontramos la filosofía en nuestro diario vivir, en las cosas más cotidianas, en lo más normal, no necesitas estar metido en un libro complicado o estar atrapado en una descomunal crisis existencial para encontrar una cuestión filosófica, un ejemplo de esto sería:
La rutina repetitiva, te levantas, comes, vas a trabajar/estudiar, regresas, duermes y al día siguiente se repite, en un círculo monótono en el que todos caemos y vivimos.
Un ejemplo de esta situación en el mundo literario sería el libro de mi querido Albert Camus: “el mito de Sísifo”, el protagonista
empuja la piedra una y otra vez, cada día sabiendo que volverá a caer, pero lo hace con dignidad, tal como nosotros, como tú y yo, hacemos lo mismo cada día sabiendo que mañana lo haremos y siendo muy conscientes que moriremos algún día, absolutamente nada dura para siempre, ni siquiera nosotros, querido lector, pero seguimos, buscando un sentido sabiendo que el mundo no nos dará ninguno y ahí, justamente ahí, es donde no debemos huir de nuestra realidad, si no enfrentarla, enfrentar la realidad como lo que es realmente: un mundo sin sentidos claros, sin una respuesta final y dejemos de buscar el consuelo en simples mentiras, en religiones y dioses, simplemente abrir los ojos a lo absurdo que es todo y aceptarlo.
Desde mi perspectiva, la verdadera filosofía nace en la siguiente pregunta: “¿vale la pena vivir?” Una pregunta que no nace de un drama pasajero, ni una emoción descontrolada, sino que, surge de un hecho mucho más profundo: el mundo nunca nos ofrece un sentido claro, porque vivimos en un universo indiferente, donde nuestro deseo de comprender no encuentra una respuesta. Es una pregunta que nace en el silencio, en la soledad del que ha visto el mundo tal como es: mudo, indiferente, sin respuestas.
Frente a esta falta de sentido no buscamos una respuesta concreta, más que certeza, buscamos una actitud, una forma de estar en el mundo que no depende de un consuelo vacío ni una ilusión. vivimos buscando entender el mundo y buscando respuestas, esperando algo, lo que sea, como un dios, una señal o causa que nos devuelva el sentido de la existencia, pero el universo se queda quieto sin pronunciar palabra alguna, No hay un propósito escrito, no hay un destino que nos aguarde, no hay un plan maestro, solo estamos nosotros lanzados a la vida que no pedimos, llevando una existencia que no deseamos, buscando alguna respuesta.
Frente a esto, el camino fácil es rendirse como tantos han hecho, pero la filosofía no es un refugio no nos espera de brazos abiertos como refugio del dolor, la filosofía es un espejo en el que nos miramos cada día, reconociendo la dureza de nuestra existencia, la ausencia de un propósito real y lo frágiles qué somos. Pero en ese momento frente al espejo nace una actitud, no una solución, no nos llega una esperanza ilusoria, sino, una forma de vivir sin traicionarnos, sin buscar un escondite para no ver la verdad, esto es una rebelión lúcida que no trae esperanza, pero si mucha fuerza. No vivimos por la vida tenga sentido, vivimos porque decidimos hacerlo con dignidad, aunque no lo tenga.
Como Sísifo, cada día nos enfrentamos a la misma piedra, no elegimos el peso, ni la montaña, pero elegimos empujarla. Y en ese gesto hay grandeza, no por el resultado, sino por la conciencia, porque aún sin sentido, nuestra lucha nos pertenece, y eso basta para darle valor. Cada día frente al espejo decidimos si rendirnos ante lo absurdo que es todo o seguir empujando nuestra piedra como Sísifo, con un corazón firme, con dignidad y con la claridad de saber que su lucha no necesita una justificación para obtener valor.
Este es el corazón del absurdo: saber que el mundo no tiene sentido, y, aun así, seguir amándolo, seguir caminando, seguir creando, seguir viviendo, con un corazón firme, con una mente clara, y con la certeza de que no necesitamos una justificación para ser libres.
§1 Dolor
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, donde mencioné que la filosofía no es un refugio, aprovechó la oportunidad para también conectar con el dolor, muchas veces cuando chocamos con la realidad tal como es, viene de la mano con el dolor: pérdidas, vacíos, rutina, soledad, frustraciones.
El dolor es un cruel amigo, uno directo y sin pelos en la lengua, que nos hace notar que el mundo no está hecho a nuestra medida, nos susurra al oído las verdades que puedes hacer retorcerse al corazón, nos murmura qué no todo está bien, no todo sale como queremos, que no hay justicia y muchas cosas más y cada una duele.
Y también, nosotros tampoco estamos hechos a medida del mundo, no encajamos aquí del todo, somos criaturas que buscan sentido en un universo que calla, buscamos orden donde hay caos, esperanza donde hay vacío, consuelo donde sólo hay materia y tiempo que pasa, somos, como diría Camus, extraños en un mundo que no responde.
El dolor no tiene un “sentido oculto”, no es un plan superior, el dolor es algo que no se explica, es algo que se siente y eso lo hace tan difícil. Es inevitable en la existencia, simplemente no podemos escapar de él, por más que corramos, nos alcanzará en algún punto.
El dolor nace inevitablemente como consecuencia de nuestra propia condición como seres conscientes. Emerge de la ruptura entre las expectativas y la realidad dura. Solo somos criaturas que anhelan la estabilidad y sentido, pero el mundo solo nos extiende una mano llena de incertidumbre y pérdida. Una de las causas primarias del dolor está en la distancia entre lo que deseamos y lo que podemos obtener. La vida siempre nos recordará qué el mundo no gira a nuestro alrededor, nos lo recuerda con una pérdida, una ruptura, una despedida inesperada, entre otras cosas que lastiman muy en el fondo de nuestro ser que nos hace sentir en carne viva la fragilidad de nuestra existencia.
Otro motivo, por el que se forma el dolor, es nuestra necesidad de entender y dar sentido a todo, incluso lo que no tiene. Pero el dolor, como anteriormente te mencioné querido lector, no posee razón
oculta, es decir, que simplemente la falta de explicación lo vuelve insoportable para nosotros, como cuando nos sucede algo y solo nos preguntamos: “¿Por qué me pasa esto a mí?” “¿Qué hice mal para merecer esto?”, pero a estas preguntas no llegan respuestas, nos da una sensación de abandono, quedamos desamparados frente a él cruel e indiferente universo.
La repercusión del dolor es profunda, nos quiebra de raíz y nos llega a transformar, todo ser herido está forzado a la metamorfosis.
Nos enfrenta a la verdad brutal de la que no tenemos control, nos grita a la cara lo vulnerables que somos, esto puede derivar al cinismo, a la amargura y al encerrarse en sí mismo para negarse a seguir sintiendo, pero también, en algunos casos nos puede abrir a una sensibilidad mayor, a sentir la compasión, no como sentimiento de lástima, sino como sentimiento para entender y acompañar a quien vive lo mismo, a quienes cargan con dudas y dolor, porque lo han vivido, pero muy importante la compasión a sí mismo, porque después del dolor viene la tentación de odiarse por haber sido débil, por haber caído, por no haber resistido mejor, y justamente ahí nace la madurez de verdad: aceptarse herido y aun así digno, aceptar que atravesamos el fuego y aceptar que salimos heridos y aun así dignos, aceptarse como quien paso por las llamas y salió no ileso, pero sí cambiado y más consciente.
§2 Arte
Dolor, todos sentimos dolor, pero no todos lo mostramos de igual manera, algunos nacieron con el talento en sus manos y sienten placer al liberarlo en el papel o en un instrumento, personas complejas y a la vez sencillas en su vivir, muchas veces llamados distraídos o flojos, aquellos rebeldes que le pusieron más colores a su vida, así es, hablo de los artistas, de los músicos, pintores, dibujantes, poetas, todos lo que dedican una parte de su vida al arte.
¿Qué tiene que ver esto con el dolor? La respuesta es simple mi querido lector, las personas que tienen un sufrimiento, tan profundo en su corazón, pero no pueden abrir sus labios y decir que sienten, recurren a otras opciones de desahogo, ya sea tocando la guitarra, escribiendo un poema o incluso en un dibujo. El arte no es una huida, sino, una forma de encontrar refugio donde el espíritu puede afirmar su libertad, en aquel momento de arte son libres, no existen reglas o límites que le digan que no hacer o cómo no deben expresarse, el artista se libera, se suelta de sus cadenas, ellos no lloran, se desangran en su arte.
Pero sería un gran error pensar que el dolor es la única inspiración del arte, hay obras nacidas del gozo, del amor, de la esperanza, pero el dolor es aquel que arranca la máscara, el que obliga al artista a enfrentarse a sí mismo, verse a fondo, sin secretos o mentiras, es el que desnuda al ser.
El artista habla un lenguaje tan complejo que solo aquellos que comparten el sentimiento lograrán comprender, no siempre trae palabras escritas directas, solo una mirada basta para formar una conexión de entendimiento entre artista y receptor, quien creó la obra no sólo habla de lo que hay dentro de él, dice las palabras que muchos no se atreven a mencionar, se sienten identificados en secreto y eso les basta para sentirse con un peso menos, alguien en el mundo los comprende y comparte su emoción. El trabajo del artista desde mi vista es admirable, no se rinden al dolor, lo usan para crear cosas maravillosas que toca el corazón de muchos, los verdaderos artistas no desprecian nada, en su lugar están obligados a comprender en vez de juzgar.
La creación del arte no es evasión, es resistencia al sin sentido de la existencia, es como si dijera en la cara de lo absurdo “estoy aquí, siento y transformó”, cuando un corazón herido pinta, escribe o compone no significa que se esconda y escape de su suplicio, al contrario,
lo enfrenta y lo transforma a su beneficio, exigiendo su derecho de vivir libre en medio del vacío.
El artista no es un soñador, es un rebelde, cada día lucha hasta el final, levanta su piedra y la lleva encima no porque vaya a recibir un premio, lo hace porque eligió amar su destino, aunque le duela en el alma. En cada trazo, en cada verso, en cada melodía el artista declara su libertad y fuerza en vez de rendirse en lo absurdo, el crea con sus manos y su creación es su hermosa victoria silenciosa.
§3 Amor
Es una buena oportunidad para mencionar el amor, un sentimiento que es parte del humano, tan relevante como el dolor. Buscamos amor, porque, aunque el mundo no tenga un sentido claro, el ser humano sigue creando conexiones, buscando compañía, aferrándose a algo que lo haga sentir vivo.
Ahora, demos una oportunidad para hablar del amor, una experiencia tan humana que refleja nuestra grandeza y a la vez nuestra vulnerabilidad.
El amor no es la solución mágica a nuestro vacío existencial, solo es una llama frágil que arden entre todo lo absurdo y vacío que es el mundo, nos provoca una tentación de acercarse y extender la mano, sabiendo que nos vamos a exponer tan abiertamente, como si rompieras tus costillas y dejes camino libre para que tomen tu corazón, es bajar los muros a otro, atreviéndose a salir de sí mismo y dándonos la oportunidad de reconocer a otro ser perdido, lleno de dudas, heridas y aun así mirarlo a los ojos y decirle “te elijo”, que en este mundo indiferente es un acto sumamente valiente —o desesperado—.
Pero también, no debemos olvidar que el amor puede ser un arma de doble filo para nosotros, en ese momento donde decidimos confiar
nos desnudamos y no hablo del cuerpo, hablo del alma, del corazón, mostramos nuestras vulnerabilidades, defectos y carencias, que muchas veces pueden ser amadas por el otro u otras veces, simplemente le entregamos las armas al enemigo para que nos destruya, esas armas caen en manos que a palabras nos dicen que nos ama, pero en realidad, estamos poniendo nuestro cuello en la soga voluntariamente.
Amar también es aceptar que podemos perder, que el otro individuo al que decidimos querer se puede ir, que la muerte, la distancia u otros factores puede arrebatárnoslo en un movimiento vertiginoso de la vida. No ofrece un consuelo, amar es doloroso, pero eso lo hace real. En el fondo, lo que le da tanta importancia al amor es su fragilidad, el delicado hilo que fácilmente se puede romper.
Amamos sabiendo que no es seguro y eso nos hace más humanos, el amor no es malo, ni bueno, es una fuerza, una conexión, un deseo, una muestra de vulnerabilidad y pérdida. Nos puede llevar a lo más alto, pero también, nos puede dejar caer a lo más bajo...no es malo, pero no es seguro. Amar es hermoso, pero también expone lo que más nos duele, algunas personas de nuestro entorno lo viven con sufrimiento esperando que el amor mágicamente lo cure todo y cuando se dan cuenta que no lo hace, se sienten traicionados y decepcionados, por eso, el amor no es una medicina, es un riesgo.
Si se da la libertad de amar, con respeto, cuidado y sinceridad puede ser el más hermoso acto de rebelión contra la soledad. Pero si ese amor lo convertimos en posesión, dependencia e idealización, va a herir más que sanar, hay que tener cuidado en cómo amamos.
§ 4 Muerte
Hablamos de la filosofía, el dolor, el arte, el amor y ahora es momento de dar paso al lado y permitir que la muerte entre a la conver-
sación. A mi punto de vista, la muerte no es un final trágico, para mi es un límite inevitable que conforma a la existencia absurda nuestra.
La muerte es el recordatorio más claro que la vida no tiene sentido absoluto si vamos a morir de todas formas, así es como se forma un ciclo filosófico, si todos vamos a morir, ¿vale la pena vivir?
Desde mi perspectiva joven y no tan experimentada, digo que sí, vale la pena vivir, porque a pesar de que nuestra existencia es absurda y breve, podemos encontrar belleza, deseo, rebelión, amor, libertad y muchos sentimientos más que nos hace atesorar respirar.
Yo no le tengo miedo a la muerte, incluso escribí un poema para ella en alguna oportunidad pasada, pero rechazó la resignación de las personas ante ella. No creo que el suicidio sea el camino que debemos tomar para escapar del sinsentido, yo prefiero una vida rebelde, vivir libremente sabiendo que la muerte vendrá a besar nuestros labios y dormiremos en su eterno abrazo, la conciencia de que un día estaremos durmiendo en el pecho de la muerte no debería aplastarnos, si no, provocar un despertar, que nos haga vivir con lucidez, pasión y verdad.
Una frase que resume muy bien esto: “morir irreconciliado, y no de esperanza es lo más importante” nuevamente del mito de Sísifo.
No hay problema filosófico más grande y serio que el suicidio, la cuestión central no es si Dios existe o que es moralmente correcto, sino, algo más crudo y real en lo que muchos están atrapados, una cuestión en la que aquellos quedan amarrados girando alrededor de la cuestión: “si la vida no tiene sentido... ¿por qué no acabar con ella?”
Aquí, es el corazón de la filosofía absurda. La vida muchas veces parece vacía, sin un propósito real y eso nos hace enfrentar un vacío existencial tremendo, pero la respuesta a esto no es la rendición, el
suicidio es simplemente una forma de derrota, una escapada rápida al mundo absurdo, un acto débil o incluso cobarde, porque la verdadera valentía está en afrontar nuestra realidad.
“el suicidio es la confesión de que la vida no vale la pena. Pero esa es una respuesta, no una solución”
—El mito de Sísifo.
Se que puedes estar cansado, querido lector, que el mundo se siente vacío y el dolor tiene más peso que tus razones de vida, lo entiendo perfectamente, yo también estuve ahí, sentada mientras lo absurdo me susurra al oído que nada tiene sentido, que todo el esfuerzo es inútil, que la vida es una mera repetición qué no nos lleva a ninguna parte y lamentablemente es verdad. El mundo no tiene respuesta, no tiene culpa, no escucha, no promete nada.
Pero, aun así, aquí estás respirando, sintiendo todo y eso es lo importante.
No pierdas el tiempo corto buscando consuelo en mentiras e ilusiones, no te obligues a buscar un propósito mayor porque no hay, pero no lo veas como tragedia, ve esto como libertad, si el papel está blanco, puedes escribir en él lo que sigue, somos libres de reír en el espacio vacío, de amar sabiendo que será pasajero y sentir sabiendo que en algún momento dejarás de hacerlo.
Se que el suicidio parece lógico luego de leer todo esto, pero no es la respuesta final para alguien como tú, que has visto el fondo, déjame decirte que eres más fuerte de lo que crees, porque conociste personalmente el silencio del mundo y aun así pudiste hacer ruido. Tienes la oportunidad de ser un rebelde, no por esperanza, si no, por orgullo, por arte, por amor, por deseo, por la música, la piel y muchas cosas más, cualquier cosa que te queme por dentro, vive por esa llama.
Imagina a Sísifo, condenado a empujar esa maldita piedra sin final, ahí lo ves, solo, derrotado, pero míralo bien, muy bien, sigue empujando y así, afirma su libertad, es tu turno de hacer lo mismo.
§5 infancia y conectar con el yo de niño
Tras escribir sobre temas que suelen ser comunes al hablar de filosofía, se me ha cruzado un destello de inspiración por el susurro de una dama muy amiga mía, quise compartirlo contigo, querido lector, hablar un tema que no es tan popular entre las conversaciones de la mesa, pero que suele ser muy profundo y arraigado al pasado. Pero antes de mencionar la idea que me dio esta amiga, quiero que empecemos con el primer paso para entrar en este tema, para que lo puedas comprender mejor: la infancia.
La infancia es un tiempo de inocencia y pureza, casi sagrado, donde no nos hemos enfrentado de cara al sinsentido de la existencia. La infancia aún tiene una unidad mágica: los días son largos, el dolor es inmediato y pasajero, estamos unidos a la naturaleza, al sol, al juego, al momento.
Un infante tiene ante él un lienzo blanco y completamente vacío al que observa, pero el presente tiene entre sus manos muchos colores vivos y alegres con los cuales pintara.
El niño vive su día a día sin preguntas ni cuestionamientos profundos, ¿qué es el tiempo para él? Un concepto vago que solo será definido por la espera del próximo juego, que el sol se esconda en el horizonte o la próxima sonrisa de su madre.
La historia de un niño no es una narrativa llena de grandes logros, es solo un continuo fluir de momentos donde se dedica a explorar el entorno: la textura de la tierra en sus pequeñas manos, la sal del mar, la suave caricia de un rayo de sol que entra por la ventana, el
crujir de las hojas bajo sus pies... es un existir sin filtro, una existencia pura.
Sin embargo, este dulce estado no es eterno, a medida que crecemos la magia se comienza a ir y con ella la libertad que el niño disfrutaba.
A medida que crece, la puerta se abre y entra la carga de la conciencia, esa pesada carga que nos hace saber que el mundo no es tan amable como se creía, irrumpe en la joven mente, extinguiendo la luz de la inocencia lentamente. Lo que era sin esfuerzo, ahora es un largo camino lleno de obstáculos y dudas existenciales.
Pero antes de que la verdad amarga nos dé una bofetada, la infancia nos deja una linda enseñanza: hay belleza única en vivir sin saber que está por venir. Vivir sin construcciones sociales que no atan, sin roles impuestos, sin nada de eso. Vivimos con pureza el momento, disfrutando de cada segundo porque los dolores se van rápido, pero esa perspectiva y simpleza se va a medida que crecemos, los dolores duran más, la pureza se va y empezamos a conocer el mundo con su verdadera cara, esa simple alegría se marchita al paso del crecimiento. Ahora siendo mayor, ¿Cuántas veces has recordado ese tierno pasado con añoranza?, es probable que hayas querido volver y sentarse frente a tu YO de niño y conversar con él, darle un fuerte abrazo y un beso en su frente. Yo lo he pensado, lo he imaginado.
Aquí es donde entra la idea de mi querida amiga, ¿cómo se sentirá conectar con nuestro YO de niño?
En aquellos días la existencia se sentía más liviana, cuando el futuro era una promesa y no una amenaza, cuando caminabas por el mundo con una mirada que no exigía explicaciones, eres un niño, un simple niño y eso era suficiente, no había preocupaciones reales o pensamientos agotadores como ahora ya de mayor. Ahora siendo adulto, tropiezas con lo absurdo de cada día, buscando respuestas
donde solo hay preguntas vacías, exigir un sentido donde no hay y buscar un orden donde solo hay desorden, la vida de niño se sentía feliz y simple, pero ahora, estamos de pie en un escenario, en una obra de teatro sin guion, tratando de hacer algo con una historia que no va a ninguna parte.
Cuando recordamos a ese niño, nos llama a mirar hacia atrás, no para huir o buscar escondite, sino, para reconectar, pero... ¿Qué pasa cuando tu yo actual (adulto o adolescente) se encuentra, aunque sea por un momento con nuestro YO de niño?
Volver a ese momento no significa ignorar todo lo que sabemos o ignorar el presente, es simplemente recordar lo poco que sabíamos en nuestra inocencia, que vivir no necesita permiso, propósito o promesa, es simplemente existir feliz en la ingenuidad. Volver a estar con nuestro niño, es mirarlo a los ojos y decirle “lo entiendo ahora, lo que tu hacías sin pensarlo, yo quiero hacerlo con conciencia”. No vamos a recuperar la inocencia perdida jamás, pero al menos esto, nos deja ver que en el sinsentido hay una forma de vivir que no requiere explicaciones, solo la presencia.
Cuando recordamos la infancia, no son simples recuerdos sentimentales, son el punto de partida de su filosofía vitalista, que es alguien que muestra entusiasmo por la vida, la raíz de su deseo a vivir a pesar de todo. Quizás el mundo no tenga ningún sentido, pero con su belleza bastaba para querer tomar su mano. Y esa sensibilidad, esa manera de querer mirar el mundo como si fuera nuevo, como si solo bastará con existir es la realidad que vive un niño.
¿Entonces qué significa conectar con nuestro YO de niño?
Significa recordar que alguna vez fuimos a capaces de vivir sin hacernos las preguntas que ahora agotan, querido lector, que fuimos capaces de encontrar gozo en las pequeñas cosas de la vida,
significa que, aunque ahora entendemos lo dura que es la vida, podemos recuperar la mirada limpia qué no exigía sentidos para seguir adelante.
No te propongo fe, esperanza, ni redención en el más allá, pero si te propongo algo aún más poderoso: volver a vivir como si la vida bastará por sí sola, tal como lo hace el niño que no necesita razones para correr, reír o llorar con todo su cuerpo. El pequeño vive lo que hay y eso, exactamente eso es lo que el adulto o adolescente que despierta de lo absurdo debe hacer: vivir lo que hay sin negarlo o idealizar la vida.
Conectar con nuestro niño interior es resistencia, es decirle a lo absurdo “lo sé y aun así voy a jugar, reír y amar”, no porque tenga sentido, lo hago porque elegí hacerlo.
Imagina que te sientas frente a tu niño interior, no estás ahí para corregirlo o advertirle del futuro, estás ahí para aprender de él, para recordar cuando no necesitabas motivos para estar vivo y quizás, si escuchar al pequeño con atención, podrás recuperar esa libertad, no por la ignorancia, esta vez, es un acto consciente de valentía.
Volver a nuestro niño interior no es retroceder, es una revolución.
§6 Melancolía
En el corazón de esta filosofía, late una paradoja esencial que causa un conflicto interno, la pelea constante entre el ser humano que anhela entender el sentido de un universo totalmente indiferente, aquí nace lo absurdo, y con esto, viene de la mano de la melancolía, pero una melancolía profunda, que es lúcida, pero incluso liberadora. Muchos ven a este sentimiento como una condición a superar, como si fuera una enfermedad, pero te ofrezco una visión distinta, querido lector, no veas la melancolía como un
obstáculo que te hizo tropezar en la vida, vela como una forma de comprender mejor.
El ser humano está condenado a buscar respuestas en un mundo donde no hay ninguna, es una contradicción que da origen a lo absurdo, que es un estado de conciencia que se presenta cuando comprendemos que la vida no tiene un sentido, entender que ni Dios, la historia, la religión, ni la razón ofrecen un consuelo verdadero. Con esta revelación surge una reacción inevitable en la gente: la melancolía, que implica mirar a los ojos del vacío sin buscar escapatoria en ilusiones y creencias falsas.
Esta idea se muestra también en el libro “El extranjero”, donde Meursault, el protagonista, vive en su indiferencia emocional que la gente la malinterpreta en frialdad, sin embargo, a través del protagonista vemos a un hombre que reconoce el absurdo del mundo y deja de buscar explicaciones reconfortantes. La muerte de su madre, el crimen que comete, su juicio y condena, todo es narrado desde su conciencia y nos deja claro que nada tiene un sentido último. Al final, Meursault acepta su muerte sin desesperación y tiene una reconciliación con la indiferencia del universo, esta aceptación es una muestra de libertad, pintada con una melancolía serena, él sabe que todo es fugaz, pero incluso así elige estar presente.
La melancolía se podría tomar como el sentimiento de quien conoce su destino, pero se niega a dejarse derrotar, porque te mantiene despierto viendo el mundo sin filtros, aunque el mundo no tiene sentido, nosotros mismos podemos darle el valor a nuestra existencia con nuestras acciones, nuestra libertad y rebeldía silenciosa, nosotros nos damos nuestro valor cuando nos enfrentamos de frente al vacío. La melancolía sigue siendo triste, si, no lo negaré, pero es profundamente humana y nos da mayores ventanas en las que ver las cosas y comprenderlas, no la veas como una enemiga que viene a
tirarte, vela como una amiga, que te es franca, aunque te pone triste, sabes que está siendo sincera y te habla de frente.
La melancolía no es un error o estorbo, no nos hace débiles, solo es una forma de sabiduría, es la prueba de que hemos entendido la vida y como esta no tiene sentido, pero aun así decidimos vivirla con dignidad y mentón en alto, y eso, querido lector, es una forma auténtica de vivir.
§7 Soledad
La soledad no es solamente la falta de compañía, no es simplemente no tener a nadie con quien hablar y compartir el café, la soledad es una experiencia esencial para el ser humano cuando se enfrenta a un universo indiferente. En la obra propia de la vida, la soledad hace su aparición apenas el individuo se enfrenta al sin sentido, cuando en sus diálogos hay muchas preguntas profundas, pero ninguna respuesta del mundo. Aclaro que no es una condición sentimental pasajera, sino, una confrontación filosófica inevitable.
El ser humano naturalmente busca un sentido, desde que forma la conciencia, se llena de preguntas como: ¿Por qué existimos?, ¿Qué propósito tiene el sufrimiento?, ¿Qué nos ocurre después de la muerte? Y muchas más, pero al final no son superficiales, son existenciales y atraviesan la vida humana por completo, porque el humano no puede evitarlas, porque anhela la claridad, coherencia y una narrativa que de un orden al caos.
El humano se sienta frente al mundo exigiendo respuestas, solo obtiene silencio y fría indiferencia, porque la naturaleza no ofrece consuelo, no te dará explicaciones del dolor, no responde a la moral humana. El sol brilla sobre el justo al igual que sobre el criminal, el universo no se adapta a nuestras expectativas, no se molesta en justificarse, y es precisamente esta desconexión, entre
el deseo profundo de sentido y la indiferencia del mundo, lo que llamamos absurdo.
Justamente ahí, en lo absurdo nace la soledad, no por el simple aislamiento social, si no como una experiencia filosófica, cuando el ser consciente por la soledad descubre que habita un mundo que no fue hecho para él y jamás se acomodara para él, ya que el mundo ni siquiera te va a responder. No hay certezas divinas, ni una verdad absoluta que sirva de guía, los mitos se rompen, los sistemas morales se tambalean y el ser humano queda ahí, solo, enfrentando el existir desnudo.
Pero no nos quedemos ahí viendo esta soledad como desesperación, hay que verlo como el punto de inicio de la lucidez. Al comprender que el universo es indiferente, dejamos de esperar salvación y nos convertimos en los creadores de nuestro propio destino, porque la soledad te obliga a tomar la responsabilidad sobre tu propia vida, sin dioses, ni estructuras.
La soledad duele, pero también liberadora, pero ese dolor es el precio de la libertad, no es el castigo del que ha sido abandonado, si no, la conciencia de quien ha despertado. En vez de fingir orden que no existe, abracemos la ausencia de sentido y a pesar de ella, seguir viviendo, actuando y amando, porque si no nos dan nada, debemos construirlo nosotros mismos.
En la novela, “La Peste”, Camus nos retrata como una comunidad atrapada en una terrible epidemia vive soledad en masa, los personajes viven separados de sus seres queridos, asilados física y emocionalmente, pero lo más impactante no es la distancia entre las personas, sino la distancia entre las personas y el destino, entre la esperanza y la realidad que no les responde. El doctor Rieux no esperaba milagros, lucha por salvar vidas sabiendo que la muerte siempre dará
la última palabra. Su soledad es la de un hombre lúcido que no se engaña, pero aun así decide actuar.
Esta visión también se ve en “El Extranjero”, cuando su protagonista Meursault, vive una soledad radical, no es parte de las normas sociales ni de los rituales vacíos de consuelo. Como él no puede demostrar sus emociones ante la muerte de su madre y su condena a muerte, lo deja aislado del resto, pero no es una víctima, él abraza a esta soledad, con una brutal y cruda honestidad y al final encuentra la paz al aceptar que la vida no tiene un propósito más allá que vivirla.
No hay que rechazar a la soledad ni tenerle miedo, es un territorio duro, pero muy fértil, en aquella tierra, puedes encontrar una forma de libertad: la de no mentirse a sí mismo. En vez de buscar consuelos vacíos y carentes de sentido, miras al mundo desnudo, sin máscara, con todo su vacío y aun así decirle que si a la vida, no por esperanza, hacerlo porque existe el presente y eso es lo que importa.
§ Conclusión de lo absurdo
Y aquí hemos terminado, querido lector, solo nos queda detenernos y mirar hacia atrás el camino que juntos hemos recorrido, de cómo hablamos de la filosofía, esa chispa incomoda que interrumpe nuestra rutina, el dolor como un maestro cruel, el arte como un refugio y gritó, el riesgo del amor, la muerte como el límite inevitable, la niñez, la melancolía y soledad. Todas, experiencias muy humanas que nos hacen enfrentarnos al corazón del problema, golpear el núcleo: la vida no tiene sentido dado, el universo nunca nos va a responder y lo absurdo es la única certeza… y justamente ahí se forma algo poderoso: la posibilidad de elegir.
Elegir vivir sin promesas, sin seguridad y sin razones absolutas, en ese vacío elegimos crear, amar sabiendo que el amor no es eterno,
hacer nuestro arte, aunque a nadie le importe ni lo valore, sentir cada sentimiento sin meterlo en jaula y esconderlo del mundo y muchas cosas más, que solo son el reflejo de lo libres que somos, hacemos lo que queremos, porque queremos sin limitarnos y dejarnos caer en un agujero profundo porque la vida no tiene sentido.
La existencia no viene con un manual lleno de instrucciones de cómo vivir, pero eso no le quita su valor, porque, a pesar de no tener un propósito real, aún tiene peso, porque nosotros mismos le damos un valor cada vez que decidimos seguir adelante, con cabeza en alto y fuerza para llevar nuestra roca, aunque nada está garantizado, estamos afirmando que vale la pena estar vivos, sin respuestas, porque donde hay vacío nosotros mismos creamos el sentido y esa es la verdadera rebelión de un ser humano consciente: no rendirse ante lo absurdo, no escapar buscando refugio en ilusiones vacías, sino, mirando el vacío y responder con dignidad, con pasión y con una presencia única.
Y si algún día este mundo te parece demasiado frío y complicado para vivir, recuerda que no estás obligado a entenderlo todo, ni encontrar un propósito grandioso, estas aquí y eso es más que suficiente para comenzar a caminar por tu propio camino sin necesidad de un mapa o una dirección puesta que el destino haya trazado para ti, porque no la hay, porque no necesitas el destino para caminar, no necesitas certeza para amar, no necesitas sentido para vivir, lo único necesario es el coraje para empujar tu piedra día a día, con un corazón firme, tu mente clara y tu mentón alto.
El universo no habla, nunca hablara, pero tú y yo podemos hacerlo… con solamente eso basta para vivir, querido lector, así que se rebelde y vive sin cadenas ni mentiras, se libre y déjate abrazar por lo absurdo de todo, acéptalo como es y siente cada sentimiento, vive cada momento porque el presente es lo único importante.
Referencias:
• Camus, A. (1942). El mito de Sísifo.
• Camus, A. (1947). La peste.
• Camus, A. (1942). El extranjero.
• Camus, A. (1951). El hombre rebelde.
Karolinne Ibacache
¿Qué es la filosofía? ¿Cómo la observo siendo poeta?
Filosofar como quien escribe poesía:
Veo la filosofía en la poesía. No solo porque ambas terminan en “ía” y riman como si estuvieran hechas para encontrarse, sino porque la poesía es, en su esencia, una forma de mirar el mundo con ojos despiertos. Escribir poesía es escribir desde el dolor, desde el amor, desde la confusión y el asombro. Es abrir la piel y dejar que hablen los sentimientos, sin pedir permiso ni pedir perdón.
Cuando alguien me pregunta: “¿Por qué escribes?”, respondo lo mismo que tantos poetas antes que yo: porque escribir es tan vital como respirar. Porque si no escribo, ¿cómo sobreviviría en esta tierra tan ajena a los mil matices que mi corazón alberga? Porque escribir vive en mi sangre, en mi historia y en todo lo que no me han enseñado a decir en voz alta.
¿Y qué tiene que ver la filosofía en todo esto?
La filosofía es el amor a la sabiduría. Y la poesía es donde el amor habita más libremente. Si filosofar es preguntarse por el sentido de las cosas, entonces ¿qué hace un poema sino intentar descifrar lo invisible? ¿Qué hace un verso sino detener el tiempo y abrir espacio a lo que duele, lo que arde, lo que espera?
Veo filosofía en Alejandra Pizarnik, que demostró que desde el propio dolor nacen mariposas —rosas, sí— pero heridas. En ella, el pensamiento se vuelve cuerpo. No puedes comprender el mundo
solo a través de las noticias o de las películas románticas; necesitas sentarte contigo misma, con un café caliente, con la pantalla brillando, sonriendo sin darte cuenta, con los pómulos adormecidos por tanta ternura, anhelando que un amor verdadero te encuentre… como si se tratara de una profecía escrita en otra vida.
Veo filosofía en mi madre y en mi abuela. Porque han luchado para que el patrón no se repita, para que el círculo se cierre de una vez y la historia no nos siga hiriendo generación tras generación. Veo filosofía en cada niño pequeño, cuando con una voz ingenua pregunta lo que nadie se atreve a decir. Gracias a esas preguntas simples se han descubierto verdades enormes.
Veo filosofía en Simone de Beauvoir, que entendió que pensar también es amar, y que amar también es resistir. Y la veo en mí, cuando escribo. Cuando tiemblo. Cuando intento comprender lo que me pasa por dentro como si se tratara de una ecuación sin solución, pero igual la resuelvo en un poema.
Por eso este ensayo tiene entonación poética: porque no sé pensar sin escribir y no sé escribir sin sentir. Porque la filosofía que busco no está hecha sólo de citas y tratados, sino de vida. Porque si la filosofía es, como decía Sócrates en el Fedón, un ejercicio para la muerte, la poesía es un ejercicio para sobrevivir. Una forma de volver a mí cuando todo lo demás se cae.
Este es un libro sobre preguntas. Sobre las que me han dolido y las que me han salvado. Sobre cómo la filosofía me acompaña como una voz tenue y persistente. Una voz que, aun en medio del ruido, me recuerda que no estoy sola en la búsqueda.
§1 El nacimiento de la pregunta
La filosofía nace en el instante en que el ser humano se detiene. Se detiene a mirar el cielo, a oír el mar, a tocar la tierra con las manos sucias de duda. Es ese momento primitivo, cuando el fuego ya ardía y alguien preguntó: ¿por qué arde el fuego? ¿Quién lo trajo a nosotros?
No hay cuna más antigua que la de la pregunta, ni lenguaje más humano que el de no saber. La filosofía no es ciencia, ni fe, ni arte, y sin embargo las abraza a todas. Es la raíz profunda de todo pensamiento verdadero, la madre invisible del conocimiento, la voz que nos despierta del sueño mecánico de los días.
§2 La duda como camino
Filosofar es dudar. Y dudar no es perderse, sino abrirse. Abrirse a lo incierto, como quien cruza un puente hecho de niebla sin saber si hay tierra al otro lado.
Es vivir en el filo de lo posible, en ese punto donde el pensamiento se encuentra con la emoción, y juntos deciden seguir caminando. El filósofo no es quien tiene respuestas, sino quien ha hecho del preguntar su morada. Y aunque muchos le llamen loco o inútil, él sabe que en el fondo de toda pregunta habita el anhelo más profundo del alma: comprender, aunque duela.
§3 Filosofía y cotidianidad
La filosofía no vive solo en los libros polvorientos ni en las aulas donde los nombres griegos se repiten como rezos. Está en la madre que se pregunta si está criando bien, en el joven que duda de su camino, en la anciana que observa el atardecer y se pregunta si el alma también se pone dorada antes de irse.
Filosofar es detenerse en medio del ruido, cerrar los ojos y escuchar el murmullo del ser. Es mirar al otro con profundidad y preguntarse si alguna vez lo hemos visto de verdad.
§4 Filosofía y el dolor
¿Puede acaso filosofar quien nunca ha sentido el peso del mundo sobre los hombros? ¿Puede preguntarse por el sentido de la vida quien nunca ha probado el sabor de una lágrima?
El dolor es el umbral de muchas preguntas. Cuando algo se quiebra por dentro, cuando el alma se rasga apenas un poco, la voz del pensamiento se vuelve más clara. El sufrimiento, a veces, nos hace filósofos sin quererlo, porque solo en la noche más oscura aprendemos a mirar hacia dentro y a buscar una luz que no sea prestada.
La filosofía no es indiferente al sufrimiento humano. Es, de hecho, su más fiel acompañante. Nos toma de la mano cuando todo lo demás se va, y nos pregunta, con ternura, pero sin compasión: ¿por qué duele? ¿para qué duele? ¿hay belleza en esta herida?
Filosofar es aprender a no huir del dolor, sino a sentarse frente a él y escucharlo. No para justificarlo, sino para transformarlo en comprensión.
La filosofía no es solo teoría. Es una forma de estar en el mundo, una actitud ante lo incierto, una práctica diaria como el respirar.
Los antiguos lo sabían: vivir bien era pensar bien. Y pensar bien no significaba pensar más, sino pensar con profundidad, con amor a la verdad y fidelidad al alma.
El filósofo no busca acumular ideas, sino encarnarlas. Convertir sus reflexiones en acción, sus preguntas en sendero. Como Diógenes que
habitaba un tonel y buscaba un hombre verdadero. Como Epicteto, que, siendo esclavo, fue libre en su interior. Como Simone Weil, que escribió con el corazón partido y amó la justicia más que su propia vida.
Vivir filosóficamente no es retirarse del mundo, sino aprender a habitarlo con los ojos despiertos y el corazón atento.
§5 El filósofo: figura eterna
¿Quién es el filósofo? No siempre es quien se nombra así. A veces es el niño que pregunta sin miedo, la mujer que mira el horizonte y piensa en lo invisible, el anciano que se interroga sobre la muerte sin temblar.
El filósofo está en todas partes. No tiene un rostro único ni una voz igual. Puede estar en una biblioteca o en una montaña, en la ciudad o en el campo, en la palabra y en el silencio.
Es aquel que ha elegido la incomodidad de la búsqueda por sobre el consuelo de la certeza. Es aquel que ama más la verdad que la victoria, más el proceso que el resultado. Es aquel que vive con una herida sagrada: la necesidad de comprender.
§6 Filosofía y el tiempo
El tiempo, esa brisa que no vemos, pero que lo erosiona todo. Esa línea invisible que avanza sin detenerse, que nos arrebata la infancia, que transforma el presente en pasado y convierte el futuro en deseo.
La filosofía se detiene ante el tiempo y le pregunta: ¿quién eres? ¿Por qué corres mientras yo permanezco? ¿Existe un ahora que sea real? ¿O todo es sombra de lo que fue y lo que será?
Pensar el tiempo es pensar en la vida misma. Es comprender que somos seres en tránsito, caminantes sobre una cuerda delgada que
une el nacimiento con la muerte. Y, sin embargo, en ese trayecto, filosofar nos permite darle sentido al paso, belleza al instante, eternidad al segundo.
El tiempo no es solo lo que se pierde. También es lo que se contempla. Porque hay momentos en que un minuto contiene siglos, y hay vidas que, aunque breves, laten con más verdad que cien años de olvido.
§7 Filosofía y la muerte
Si la vida es pregunta, la muerte es su signo de exclamación. Filosofar es, también, ensayar la muerte. No como un acto morboso, sino como un ejercicio de humildad: recordar que somos finitos, que todo lo que amamos puede desvanecerse como polvo entre los dedos.
Pero lejos de entristecer, esa conciencia puede despertarnos. Puede darnos prisa por amar, por pensar con profundidad, por vivir con intención.
Sócrates no temía a la muerte, porque había hecho de la vida un diálogo constante con ella. Y quizá ese sea uno de los mayores regalos de la filosofía: enseñarnos a morir sin miedo y a vivir sin distracciones.
La muerte, al fin y al cabo, es la última pregunta. Y la filosofía, es la manera más honesta de prepararse para escucharla.
§8 Filosofía y el amor
¿Y qué hay del amor? ¿Puede pensarse el amor sin destruirlo? ¿Puede analizarse sin que pierda su magia? Tal vez sí. Porque filosofar el amor no es disecarlo, es descubrir su raíz sagrada. Es mirar más allá del deseo, del apego, y preguntarse qué significa realmente encontrarse con otro.
El amor, en su forma más pura, también es una pregunta: ¿quién eres tú? ¿cómo puedo cuidarte sin poseerte? ¿cómo puedo ser yo mismo a tu lado? Platón hablaba del amor como un puente hacia lo eterno. Simone de Beauvoir lo veía como una tensión entre libertad y entrega. Y entre una idea y otra, entre un beso y una despedida, la filosofía camina, buscando entender eso que nos eleva, nos confunde y nos transforma.
Filosofar es también amar con profundidad, reconociendo que el otro es un universo, y que conocerlo es una aventura tan infinita como conocerse a uno mismo.
§9 Conclusión: La filosofía como regreso a uno mismo
Entonces, ¿qué es la filosofía? ¿Una disciplina? ¿Un arte? ¿Una locura bendita? Quizás no sea una sola cosa. Quizás sea todas a la vez.
La filosofía es sentarse en silencio cuando todos gritan, y preguntarse: ¿qué sentido tiene todo esto? Es un refugio y una tormenta. Una lámpara encendida en el desierto, una brújula sin norte, una plegaria sin religión. Filosofar es caminar sin garantía de destino, es amar la búsqueda más que la llegada. Es atreverse a mirarse al espejo sin máscaras, y preguntar sin piedad: ¿quién soy? ¿quién fui? ¿quién puedo ser?
No todos filosofan con libros, algunos lo hacen con sus actos, otros con su dolor, otros con la forma en que aman, y algunos, simplemente, con la forma en que miran el mundo. La filosofía no exige un templo ni un título. Solo pide atención. Atención a lo invisible, a lo cotidiano, a lo eterno que se esconde en lo simple. Y al final, cuando ya no queden palabras y solo quede el silencio, la filosofía se retirará en puntas de pie, como quien ya ha cumplido su tarea, dejándonos solos, pero no vacíos. Llenos de preguntas, llenos de vida.
Referencias
• Beauvoir, S. de. (2010). El segundo sexo (Vol. 1). Editorial Losada.
• Pizarnik, A. (2005). La condesa sangrienta (2ª ed.). Editorial Seix Barral.
• Platón. (1999). Fedón (J. González, Trans.). Ediciones Gredos. (Originalmente publicado en el siglo IV a.C.)
• Weil, S. (2006). La gravedad y la gracia. Ediciones de la Flor.
Catalina Leiva
¿Dónde veo la Filosofía?, ¿Cómo veo la Filosofía?, es una pregunta que puedo sonar muy difícil responder a primera vista, yo también lo pensaba, hasta que me di cuenta que la filosofía está en las cosas más pequeñas de la vida, la filosofía no es solo una disciplina académica o una colección de teorías, es una forma de vida, el cual es una herramienta poderosa para cuestionar, comprender y transformar el mundo exterior como nuestro mundo interior.
Yo puedo decir que es un arte, el pensar profundamente y no conformarse con respuestas superficiales, explorar constantemente el porqué de las cosas, la filosofía es una brújula que orienta nuestro caminar, para poder tomar las decisiones moralmente correctas o por un bien mayor, creencias y acciones de nuestra vida cotidiana.
La filosofía está tan presente en nuestras vidas que una de la dimensión más común es la Ética, la cual puedo decir que es la base fundamental de nuestra sociedad actualmente, esta corriente nos hace una invitación a reflexionar sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo correcto y lo incorrecto. Aunque esta misma no solo se trata únicamente de seguir las normas impuestas por la sociedad, la ley o la religión, sino el poder nosotros como personas poder desarrollar una conciencia crítica que nos permita actuar con coherencia y responsabilidad frente a nuestros pares y con nosotros mismos.
Hay muchas maneras de ver la filosofía, depende de nosotros el cómo la vemos, la podemos ver en libros, series, películas, etc., lo importante es preguntarnos, ¿por qué?, la misma ciencia ha avanza
por que se cuestiona el sí es posible tal cosa, no solo se centra en los libros o en la política, también está en la estética, el por qué el ser bellos es tan importante, en la metafísica, porque es tan importante un Dios, ¿realmente existe un Dios?, como mencionaba antes la ética, lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno, La lógica, sacar conclusiones a partir de una premisa, no solo es pensar, también es el poder ver el mundo más allá de lo que nos dicen, preguntarnos el porqué de las cosas, porque muchas veces las personas no tienen todas las respuestas, a veces hay que buscarlas por nuestras cuenta.
A veces la filosofía se puede ver como algo para personas muy creativas o no muy cuerdas, como Platón con su idea del mundo de las ideas, que básicamente consiste en la existencia de dos mundos, el de las ideas y el mundo sensible, Pitágoras, él pensaba que todo venía de los números como la geometría analítica, Descartes, según su filosofía (pienso, luego existo), lo que nos lleva a que el mundo está separado por mente y cuerpo, es decir, la verdad absoluta se encuentra en la mente.
Con todo esto lo que yo quiero decir es que la filosofía no es sólo disciplina, sino es algo que de manera discreta está presente en nuestra vida y la ponemos en práctica sin darnos cuenta.
Yo la veo en Attack on titan que es un anime/manga del autor Hajime Isayama, en esta historia podemos hablar de ética, guerra y como el monstruo de la humanidad es el humano mismo. Se nos presenta con personajes complejos y nos hace reflexionar sobre la condición humana, la ética en tiempos de guerra y la monstruosidad que vive en el corazón humano
Un ejemplo puede ser el conflicto Israel Palestina, cada uno defiende su postura porque cree que es la correcta, defendiendo y atacando en base de sus ideales y creencias ya que son estos los que los impul-
sa a defender lo que ellos creen, con todo esto se generan preguntas filosóficas sobre el bien, el mal y el propósito de nuestras acciones.
Para contextualizar estimado lector, a continuación, plantearé un resumen de la obra que nos permitirá abordar esta temática:
Todo toma inicio en el año 845, donde tres amigos, Eren Jaeger, quien el principio es alguien impulsivo, emocional, idealista y vengativo, Mikasa Ackerman, Mikasa es un personaje sobreprotector, reservada, con dependencia emocional hacia Eren y con habilidades excepcionales y Armin Arler, es el tímido, analítico, soñador y dependiente emocionalmente de Eren y Mikasa, viven una travesía donde deben tomar decisiones difíciles y en varios ocasiones no son moralmente correctas, como el hecho de matar a sus compañeros para poder salvar el mundo o el tener que decidir tu felicidad por la vida del otro, con esto nos lleva a pensar, ¿quién es el verdadero monstruo?.
En el anime la humanidad es amenazada por unos seres que devoran humanos sin razón aparente, los cuales son llamados Titanes.
Por esta amenaza los humanos están refugiados dentro de tres murallas, Maria, Rose y Sina, los protagonistas viven en la zona de carnada en la muralla Maria, que es la más externa, el cual es el distrito Shiganshina.
Eren, el protagonista, es un niño que sueña unirse a el cuerpo de Exploración, ya que se siente dentro de una jaula el cual quiere escapar, en el año 845, un titan de 60 metros, (este titan supera el tamaño de la muralla ya que estas miden 50 metros) hace un agujero al pie de la muralla lo que permite la entrada de los titanes.
Eren junto a Mikasa corren a salvar a la madre del primero, Carla, sin embargo, no lo logran ya que los titanes invaden el distrito
de manera rápida. Entre un momento de furia y tristeza Eren jura exterminar a todos los titanes por la muerte de su madre, en este punto de la trama la muerte de Carla causa un trauma emocional que detona y marca este odio irracional hacia los titanes y con él su juramento de exterminio hacia estas criaturas, este juramento se convierte en el motor principal de la historia.
A su vez, es en este momento donde nace el deseo de libertad de Eren, ya que la impotencia que siente por lo poder salvar a su madre se convierte en rabia hacia los titanes, para Eren, los titanes representan una jaula opresiva que impide a la humanidad vivir libremente, la muerte de su madre Carla lo lleva a asocia a que la libertad es acabar con sus enemigos.
Tras ser refugiados en la muralla Rose y siendo huérfanos, Mikasa, Eren y Armin se alistan en el ejército para poder unirse, pasan tres años y los protagonistas están listos para unirse al cuerpo de exploración, sin embargo, siendo cadetes, el titan colosal ataca nuevamente las murallas, esta vez en el distrito de Trost en la muralla Rose.
Siendo cadetes, deben luchar junto al escuadrón de guarnición (encargados de mantener las murallas) mientras llegan el cuerpo de Exploración ya que estos se encontraban en exploración fuera de las murallas. Dentro de esta batalla, Eren ve a sus compañeros caer en manos de los titanes lo que lo hace enfurecer y es atacado por un titán, Armin queda en shock ante lo que está viendo y está por ser devorado, Eren salva a Armin, pero él no corre con la misma suerte y es tragado por el titan.
Armin da por muerto a Eren y cuando se reúne con los demás, da la noticia de que su escuadrón cayó en batalla, esto a Mikasa la destroza, ya que Eren la salvo en su niñez de secuestradores y responsables de las muerte de los padres de Mikasa, por esto Mikasa
se queda huérfana y es adoptada por la familia Jaeger y vive con ellos hasta la caída de Shinganshina, también es importante mencionar que un símbolo del anime es la bufanda roja que Eren le da a Mikasa tras ser rescatada por él y Grisha, desde ese momento Mikasa nunca se sacó la bufanda y la atesora con mucho cariño, Mikasa en un momento de shock y triste se lanza al campo sin pensar y su equipo de maniobras (que es un equipo especial que hace que las personas puedan elevarse a grandes alturas y moverse más rápido con gas) se queda sin gas y es atacada por un titán, ella en ese momento recuerda cuando Eren la rescato y se dice que para sobrevivir de pelear, esto saca a Mikasa del shock emocional y se levanta para pelear por su vida, en ese momento aparece un titán que mata al otro titán sin tener interés alguno en ella. Después de esto Armin junto a un compañero de nombre Connie salvan a Mikasa y se dirigen los tres a la torre de abastecimiento para recargar el gas de sus equipos.
Posterior a esto, mientras los cadetes tienen la intención de dirigirse a lo alto de la muralla, sin embargo esta idea se ve altera al darse cuenta que el titán que mataba a otros titanes estaba a punto de morir, pero este saca fuerzas al ver al titán que devoró a unos de los compañeros de tropa de Eren, el titán se lanza a morder la nuca del otro titán para así matarlo y matar a los demás titanes, el titán cae derrotado, Mikasa se da cuenta que hay algo en la nuca de este, resulta que era Eren, Mikasa corre a ver se su corazón late, al darse cuenta que estaba vivo ella rompe el llanto, Eren despierta de la inconsciencia se da cuenta que está siendo apuntado con armas, pero no solo a él, sino a Mikasa y Armin también, pero interviene el comandante de las tropa de guarnición y le da una misión a Eren, sellar el distrito de Trost.
Eren acepta la misión y a los soldados se les da la orden de proteger a Eren incluso si esto les cueste las vidas, Eren al convertirse en titán
no tiene control de sí y le causa una herida a Mikasa en el rostro lo cual deja una cicatriz.
Armin es el que se encarga de despertar a Eren de su sueño, donde el deja de lado la ira y los recuerdos para así cumplir su propósito, sellar la abertura, al sellarla Eren cae inconsciente y despierta en la cárcel de la Policía Militar, ya que su custodia está siendo peleada por la Legión de Exploración y la Policía Militar, Eren despierta desconcertado y lo primero que ve es al comandante de la Legión, Erwin Smith, junto a el Capitán Levi, quien dirige a la elite dentro de la legión, Eren desconcertado se da cuenta que la llave del sótano de su casa en Shinganshina que le dio su padre Grisha antes de desaparecer está en manos del comandante, Eren recuerda que Grisha antes de desaparecer le dice a Eren que con lo que le va a dar va a poder proteger a Mikasa y Armin, finaliza el recuerdo con Grisha diciendo que para entender esto debe ir al sótano de su casa en Shinganshina, Eren comenta esto y es donde Erwin cree más en su hipótesis que todo está guardado en ese sótano para con esto abandonar el lugar junto a Levi, al rato llega Hange Zoé quien ocupa el cargo de líder de investigación y desarrollo, quien escolta a Eren al juicio donde se elegiría si vive o muere, Eren no pone resistencia, al terminar el juicio se determina que Eren puede seguir viviendo pero bajo la tutela del Capitán Levi porque su condición nunca antes se había visto, terminando la primera temporada se nos revela que el enemigo no está solo fuera de las murallas sino, también dentro de las murallas ya que hay infiltrados con el mismo poder de Eren, con esto capturan a Annie Leonhart, quien también es la titán hembra y responsable de la muerte del equipo de Levi, situación que deja afectado a Eren dándose cuenta que no puede depender de los demás para tomar decisiones.
Para ir resumiendo querido lector, en la segunda temporada del anime se nos revela que los Reiner Braun y Bertholdt Hoover, compa-
ñeros de Eren, eran los traidores, el titan Colosal y el titan Acorazado , responsables de la caída de la muralla María, esto a Eren le causa una herida emocional donde se nos muestra el cambio de carácter de Eren en las últimas temporada, pasa de alguien impulsivo, emocional e idealista, a un personaje cerrado, desconfiado y calculador, también cambia su forma de ver el mundo, ya no es una lucha por su libertad, sino de supervivencia, y esto lo marca más ya que es secuestrado por Reiner y Bertholdt, donde la Tropa de Exploración va en su rescate, en la lucha Hannes quien salvo a Eren y Mikasa es devorado por el mismo tirano que devoró a su madre frente a Eren, Eren cae en cuenta que si él no hace algo con su poder, nunca va a poder proteger a los que quiere y que su enemigo puede estar sentado a su lado, para finalmente se nos revela que los titanes son humanos transformados con un suero especial.
Pasamos a la temporada tres, donde se ve la lucha política interna de la murallas, La Legión de Exploración se enfrenta al gobierno corrupto y busca liberar a la humanidad del control autoritario de este mismo, donde se nos revela que el rey no es el verdadero, sino la única heredera al trono es Krista Lenz o con su nombre verdadero Historia Reiss compañera de Eren, La Legión se dirige hacia el distrito Shinganshina para recuperar la muralla y así saber la verdad de los titanes, empieza la lucha, La Legión con Eren vs el Titan Colosal, Titan Acorazado y Titan Bestia, en la batalla surge un conflicto, Erwin se sacrifica junto con los cadetes para que Levi pueda matar al titan Bestias, causando que Erwin quede gravemente herido, por otra parte Armin se sacrifica para vender al titan Colosal, Levi tiene que tomar una decisión para que tiene solo un suero, solo un titan cambiante, solo uno se puede salvar, Eren y Mikasa luchan para que Armin sea el escogido, pero Levi ya tomo una decisión, salvar a Erwin, pero Erwin quita el brazo dando a entender que no quiere que lo salven, así quien sobrevive es Armin, el titan Bestia y Acorazado huyen así lo desconocido, solo sobrevivir nueve de la Legión,
Eren llega al sotana y se revela que el mundo fuera de las murallas sigue existiendo y que los habitantes de la isla Paradis son parte de un grupo étnico llamado Eldianos, oprimidos por la nación de Marley.
Llegamos a la última temporada y donde yo me centro más, la temporada empieza presentándonos a la nación de Marley, son presenta a Gaby Braun y Falco Grice, Eldianos candidatos a Titanes cambiantes, en Marley los Eldianos con poder de titan son utilizados como armas de guerra y por esto ser Eldiano es mal visto en el mundo, todos los Eldianos tienen que llevar un brazalete en el brazo izquierdo y su color depende de su posición social, Amarillo que lo usan eldianos civiles comunes que viven en las Zonas de Internamiento (como Liberio donde sucede acontecimientos en la primera parte de la temporada y final), el cual puede significar “Eldiano bajo vigilancia”, Rojo que lo usan eldianos candidatos a guerreros como Gabi y Falco, significa “Eldiano con potencial militar valioso” y Blanco, usado por eldianos que ya han heredado uno de los Nueve Titanes, llamados Guerreros de Marley.
El brazalete es un símbolo de opresión y discriminación, dando a entender que los Eldianos solo son usados como armas e incluso considerados enemigos dentro de su propia nación, pero mi estimado lector para entender esta parte es primordial retroceder 2.000 años atrás dentro de la historia de Attack on Titan donde este poder tiene un inicio trágico, Ymir una esclava del rey Fritz, Ymir es acusada de liberar a los cerdos de su establo, Ymir tiene que huir de sus cazadores, herida con flechas encuentra un árbol de gran escala y se adentra para encontrar refugio y cayó en un abismo donde entró en contacto con un ser orgánico desconocido, Esta criatura se unió a su cuerpo, y así Ymir se transformó en el primer titán, en esto el rey Fritz usó a Ymir como arma para expandir su imperio y eliminar a su mayor enemigo, Marley, como recompensa Ymir da a luz a las hijas del rey, María, Rose y Sina, pero ocurrió un atentado contra
el rey Fritz, Ymir creyendo que lo que tenía con el rey era amor, se cruza recibiendo la lanza, la cual mata a Ymir ya que ella no quiso regenerarse, el rey no quería que el poder de Ymir se perdía, por esto hizo que sus hijas comieran del cuerpo de su madre, para así sus hijos también comieran de sus cuerpos, así nacieron los Nueve Titanes, y comenzó la transmisión del poder titánico por generaciones entre los eldianos. El alma de Ymir quedó atrapada en los Caminos, que es un lugar donde toda la sangre eldiana se une, durante 2.000 años, Ymir siguió obedeciendo órdenes y creando titanes a pedido de los portadores del Titán Fundador, ya que estaba atrapada emocionalmente por el miedo y la lealtad hacia el linaje Fritz.
Con esto aclarado volvamos al presente donde se nos revela que Eren tiene un medio hermana mayor, Zeke, o conocido como el titan Bestia, Grisha, padre de los dos era originaria de eldianos de Marley, un día le dice a su hermana que se quite el brazalete en un juego de niños inocente que no sabía que esto firmará la sentencia de su hermana, un marleyano de alto rango dentro del ejercito la ve sin el brazalete y le dice a Grisha que va a hablar con ella, sin embargo ella nunca volvió, tiempo después encontraron el cuerpo de ella en un río, esto a Grisha le generó odio hacia los marleyanos y al crecer conoce a Dina Fritz, descendiente del linaje de Ymir, de esa unión nace Zeke, alguien que nunca recibió atención de sus padres por estar metidos en un grupo de revolucionarios, Zeke, para salvarse él y sus abuelos, delata a sus padre y ellos son condenados al paraíso, todos son convertidos en titanes puros, pero Grisha es salvado por Eren Kruger, un agente infiltrado a quien apodan el Búho, Eren Kruger le da su poder de titan a Grisha y así él llega a las murallas donde conoce a Carla y tienen a Eren, el día que Grisha desaparece fue porque él va hacia donde la verdadera familia real para suplicar que paren todo, pero ellos tiene el voto de no a la guerra, ya que el momento donde los eldianos llegan a Paradis fue porque el rey Karl Fritz hace un voto de no a la guerra, así que a
pesar que los descendiente quisieran liberar a su pueblo no iban a poner ya que su voluntad estaba primero, así Grisha se transforma y termina devorando a la portadora del Titan Fundador, este poder se lo paso a Eren el día que cae la murallas María, Eren se infiltra en Libero, matando a decenas de civiles en el proceso, en este momento se nos revela que Eren es apodado como “El Usurpador”, ya que él no es de linaje real Eldiana por esto es un peligro inminente para Marley, tras la destrucción y muertes en Libero, la Legión, quienes fueron a buscar a Eren, se dirige hacia Paradis, pero Gabi tras ver la destrucción de su hogar y por el odio que se le inculcó desde niña, mata a Sasha, compañera de Eren y amiga de Mikasa y Armin, generando más odio y división entre ambos bandos, Eren empieza a actuar por su cuenta, alejándose de sus antiguos amigos, y se asocia con Zeke, para poner en marcha el Plan de la Eutanasia Eldiana, que busca acabar con el sufrimiento de su pueblo de forma radical. Eren toma el control de la milicia en Paradis junto a sus seguidores, y las tropas marleyanas llegan a las murallas, Eren rompe todas sus alianzas para así empezar su verdadero plan, destruir toda la vida fuera de la murallas con El Retumbar , Eren activa el retumbar despertando a los titanes Colosales que estaban dentro de las murallas, Mikasa y Armin junto a sus amigos deben tomar una decisión, Eren o el mundo, al quedar horrorizados, La Legión decide aliarse con el comandante Magath, quien estaba con Reiner, Annie, Gabi, Falco y Pieck, esta última también es una portadora de titan, exactamente del titán Carguero, todos con una misión en común, detener a Eren y salvar al mundo, Eren avanza en forma de titán Fundador junto a los titanes Colosales, en el anime se nos muestra el horror del genocidio con el personaje de Ramzi, un niño que es víctima del paso de los titanes, Armin confronta a Eren dentro de los caminos (el espacio donde habita Ymir), intentando razonar con él, tras una larga batalla, lograr detener el Retumbar ya que Zeke tras hablar con Armin, se da cuenta que ya no tiene sen-
tido seguir con esto, se muestras para así Levi matarlo y cumplir su promesa con Erwin, Mikasa tiene la misión te matar a Eren, con el dolor que se enfrenta y con ayuda de sus aliados logra matar a Eren para después besarlo como símbolo de liberación, Se revela que Eren ha visto el futuro y acepta su rol como destructor, creyendo que eliminar la mayor parte de la humanidad es el único camino para liberar a Paradis del ciclo de odio que lleva 2.000 años, con esto finaliza la existencia de los titanes, Armin junto a Annie, Reiner, Pieck, Jean, Connie se quedan en Liberio siendo embajadores de la Paz, mientras Mikasa se va a Paradis para enterrar la cabeza de Eren, al pie del árbol donde Eren solía descansar cuando era un niño, un niño que solo deseaba la libertad.
Ya con el contexto estimado lector, ahora lo voy a ver de una manera más filosófica, Desde el inicio de la historia se nos presenta unos seres que amenazan a la humanidad, los titanes, estos seres que se devoran los humanos sin razón aparente, para sobrevivir, los humanos viven dentro de tres enormes murallas que los protegen del mundo exterior, mientras la historia avanza se nos revela que estos seres que devoran a los humanos, son los mismos humanos, esta metáfora nos revela que el que llevará a la humanidad a la extinción en el mismo humano, los personajes deben tomar decisiones difíciles y en varios ocasiones no son moralmente correctas, con esto nos lleva a pensar, ¿quién es el verdadero monstruo?, Desde el primer episodio, Attack on Titan plantea una pregunta existencial que atraviesa toda la serie, ¿qué significa ser libre?
Eren es un momento de ira y frustración, grita con rabia jurando que destruirá a los titanes y luchará por su libertad, sin embargo, a lo largo de la historia Eren tiene que tomar decisiones que ponen en riesgo la existencia de la humanidad, un ejemplo claro en el activar el Retumbar sabiendo que esto acabaría con gran parte de la población mundial.
Uno de los temas centrales es la ética en tiempos de guerra los que nos lleva a preguntarnos, ¿es necesario sacrificar millones por el bienestar de unos pocos?, Los personajes como Zeke y Eren, hermanos pero con posturas extremas, Zeke propone la eutanasia masiva para su pueblo y así evitar más sufrimiento, mientras Eren decide exterminar al 80% de la humanidad para proteger a los suyos, estas acciones nos obliga a el dilema del utilitarismo, el fin justifica los medios y también a la siguiente pregunta, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar actos atroces si conducen a una supuesta paz?.
A través de la figura de Eren, se pone en evidencia la lucha entre el libre albedrío y el determinismo, aunque puede ver el futuro, (gracias a sus poderes de titán), parece encadenado al destino, sus acciones están guiadas por un fuerte sentido de libertad, irónicamente, en su intento por liberarse y liberar a su gente, sin embargo, mientras la trama avanza nos damos cuenta de que la libertad de Eren está en constante conflicto con las fuerzas que lo rodean.
Su deseo de libertad se ve obstaculizado por un destino aparentemente inevitable, representado por la misteriosa habilidad que posee para transformarse en titán, aquí entramos en una decisión que Eren debe tomar, la libertad o el destino, tomando como base las ideas de Friedrich Nietzsche, quien desarrolló la noción del “eterno retorno” y el “superhombre”, Nietzsche propone que la vida no tiene un propósito divino o predeterminado, sino que son los seres humanos los que deben crear su propio sentido a través de sus decisiones y acciones, Eren en las primeras temporadas muestra esta lucha con el autodeterminación, pero a medida que avanza la historia y se adentra en el misterio de los titanes y la historia detrás de los muros, se tiene que enfrentar a la desoladora realidad que la gran mayoría de acciones que está haciendo ya está predestinado, Por otro lado, el filósofo francés Jean-Paul Sartre, con su teoría del existencialismo, nos hace recordar que los seres humanos están con-
denados a la libertad, el hombre no tiene predefinida su naturaleza, sino la debemos elegir constantemente quien es, lo que nos lleva a su libertad radical, este concepto está presente en Eren, quien está luchando contra el destino, aunque constantemente toma decisiones que lo empujan a un camino oscuro, lo que nos lleva a cuestionar si tiene control sobre su vida o está siendo manipulado por fuerzas mayores. Otro tema es la guerra y la moralidad, mientras la historia avanza, los personajes enfrentan la dura realidad de que la guerra es una constante y que, para sobrevivir, deben tomar decisiones morales difíciles. Esta confrontación entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto,
Aquí entra la filósofa Hannah Arendt, quien argumenta que el mal no siempre es evidente ni radical, un concepto que describe cómo las personas pueden cometer atrocidades simplemente siguiendo órdenes o por la deshumanización del otro, en el anime la humanidad se ve obligada a cometer actos atroces para sobrevivir y muchas veces los protagonistas se ven enfrentados a situaciones en las que deben elegir entre su supervivencia y su moralidad. La serie pone en cuestión si es moral luchar por la libertad si las decisiones que tomamos para lograrla, implican la destrucción y el sufrimiento de otros, En Attack on titan ponen en prueba una y otra vez, es que la acciones deben ser juzgadas por sus consecuencias, para buscar el bien mayor para el mayor número de personas, esto sucede cuando los personajes se ven obligados a elegir entre sacrificar a unos pocos para salvar a muchos y viceversa.
Desde el principio la humanidad está confinada dentro de los muros, temerosos de los desconocido a tal grado que apenas se enteraron del poder de Eren querían ejecutarlo por el miedo que sentían ya que estaban dispuestos a considerar a los titanes como meros monstruos, sin embargo mientras que avanza la historia, los personajes se enterar de la verdad, ellos no eran la única humanidad,
existía vida humana fuera de las murallas y que ellos eran un pequeño porcentaje de esta, para Eren esto fue algo desolador, porque se tiene que enfrentar a la triste realidad que se acercaba, de hecho, en la última temporada del anime se ve un Eren cansado y sin ganas de vivir, solo con un objetivo en mente, activar el retumbar y exterminar a la humanidad fuera de Paradis.
Dentro de la trama está el proceso de “demonización” del otro puede ser analizado a través de la teoría de la “otredad” de Simone de Beauvoir, En el caso de Attack on Titan, los humanos ven a los titanes como el otro, despojándolos de su humanidad. Esta construcción de un enemigo externo, deshumanizado, es un reflejo de cómo las sociedades construyen narrativas de opresión y exclusión, creando “otros” para justificar la violencia y el conflicto.
Por otro lado, en el anime se nos muestra que lo que esclaviza a las personas es el “amor”, Mikasa puede matar a Eren porque su amor no la esclaviza, sino que la libera, Mikasa actúa por elección propia, lo hace con responsabilidad y sin perder su humanidad en un mundo lleno de odio y predestinación, ella es la excepción que cambia el curso de todo.
Attack on Titan no es solo un anime que se trata de supervivencia y muerte, es una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, la libertad, la moral y el conflicto, la serie nos hace confrontar la idea de que el enemigo no siempre está afuera, sino dentro de nosotros mismos, los titanes, quienes son presentados inicialmente como amenazas inhumanas, terminan siendo un reflejo distorsionado de la humanidad, esta metáfora nos lleva a cuestionar la fuente real de la violencia y el odio en el mundo.
A lo largo de la historia, los personajes se enfrentan a estos dilemas éticos, donde no hay decisiones correctas, solo consecuencias, la li-
bertad, tema central de la historia se nos representa como algo ambiguo, pesado, y a veces incluso inalcanzable, Eren representa esta lucha entre el libre albedrío y el determinismo, encarnando el dolor de quien busca crear su propio camino, pero termina atrapado en el destino que intenta resistir.
El anime expone las contradicciones morales de la guerra, la banalización del mal, la demonización del otro y el sacrificio de vidas humanas en nombre de una paz relativa, a través de las figuras como Zeke, Eren o Mikasa, se puede plantear el eterno dilema de si los fines realmente puede justificar los medios, para finalizar Attack on Titan nos recuerda que el verdadero monstruo no es aquel que tiene colmillos ni es gigantesco, es el miedo, el odio, la deshumanización del otro y la incapacidad de enfrentar nuestras propias sombras, en medio de este caos, personajes como el de Mikasa nos enseña que la libertad auténtica sólo es posible cuando actuamos con responsabilidad, humanidad y amor, incluso en un mundo gobernado por el dolor y la guerra.
Referencias
• Arendt, H. (2006). La banalidad del mal: El Eichmann en Jerusalén. Ediciones Siglo XXI.
• Beauvoir, S. de. (2017). El segundo sexo. Editorial Fondo de Cultura Económica.
• Nietzsche, F. (2003). Así habló Zaratustra. Ediciones Akal.
• Sartre, J.-P. (2002). El ser y la nada: Tratado de ontología fenomenológica. Editorial Losada.
• Isayama, H. (2009). Attack on Titan (Vol. 1-34). Kodansha.
Rayen Mora
La filosofía nace de la necesidad del ser humano de entender el entorno en donde vive cada día de su vida, es un modo de buscar su propósito y su lugar en el gran universo que nos rodea. No tiene una única forma ni una única verdad, y precisamente por eso resulta tan compleja al igual que su creador. Cada cultura, cada época, e incluso cada individuo, puede desarrollar una visión filosófica propia, adaptada a sus circunstancias, creencias y experiencias.
Por ello, muchas personas encuentran en la filosofía una guía de vida, una forma de pensar que se alinea con sus valores y que les permite actuar con coherencia. La filosofía se trata de perturbar al que está cómodo y consolar al perturbado.
Desde mi experiencia, como una persona que padece un trastorno de déficit atencional el cual deriva a una ansiedad de sobre pensamiento, la filosofía me parece un tema muy complejo y hasta aterrador del cual abordar. Personalmente si me pusiera a hablar de la vida nunca acabaría y empezaría a tener una crisis de tanto que he pensado en lo que nos rodea, es lo difícil de vivir con un constante sobre pensamiento y a la vez querer aprender más sobre la filosofía de otros en esta vida. Es una constante contradicción del día a día, que llega a ser incomoda e incluso dolorosa, el deseo de saber más y el miedo que me domina...es difícil, pensar, buscar respuestas y que mis manos comiencen a temblar y deje de respirar por unos momentos, la ansiedad me domina y eso...no es algo malo, solo me está dando otra perspectiva, la mayoría de personas ven a la filosofía como algo aburrido, a veces estúpido, otros la ven como algo her-
moso, agradable, pero, ¿cuántos la ven con miedo? Una minoría sin duda, en este texto, muestro la visión de esas minorías, siendo la voz de aquellos que callan porque los llamaron locos y enfermos, darte la visión de los rechazados, de los llamados “dementes”.
§1 Trastorno de Psicosis Post-Parto
Está condición sucede por un evento traumático en la madre al momento de dar a luz, las mujeres afectadas por esta condición comienzan a tener impulsos que no pueden detener fácilmente, dejan de sentirse a salvo y se estresan con la presencia del individuo por el que culpan de su sufrimiento. Las mujeres llegan a tener un grado de demencia debido a su impulso de querer acabar con todo al punto de asesinar a su creación nacida de su vientre. Esta condición puede afectar a cualquier edad después de un parto traumático, ocurriendo mayormente a madres primerizas las cuales no saben afrontar la responsabilidad de traer un ser vivo a este mundo, se presenta en cualquier edad fértil, pero el rango de edad promedio es de 20 y 35 años, aunque realmente no importa la edad.
También suele influir el historial médico de la mujer, ya que las mujeres que lo suelen padecer ya han tenido síntomas de otros tipos de trastornos mentales, como la bipolaridad o la psicosis previa. Esto influye en su vulnerabilidad a la hora ser madres sin importar la edad que posea.
Una mujer con psicosis postparto no ve el mundo como el resto, en cambio solo tiene la capacidad de ver un espejo hecho pedazos. No suele distinguir lo humano por lo que intenta darle una forma distorsionada en su mente. Suelen sentirse que viven en el borde de lo que es real y lo que crea su mente para reemplazarlo, lo sagrado y lo terrible, el amor incondicional de una madre que debería sentir y la amenaza inminente que realmente siente al frente de su pri-
mogénito. Filosóficamente, vive la desintegración de sus sentidos, y con ello, la posibilidad de una mirada radicalmente distinta sobre el ser, el otro, y la existencia misma. La mujer en psicosis no está simplemente “confundida”; está viviendo otra versión del mundo, una versión donde lo lógico ya no rige, donde el tiempo puede parecer detenido o acelerado, y donde el lenguaje pierde su solidez. El significado de las cosas se ha despegado de su forma.
Ellas ya no pueden organizar el mundo de forma coherente, su perspectiva de la realidad está muy distorsionada y lo que antes era familiar se vuelve inquietante. La casa ya no se siente como un hogar, su espejo ya no la refleja como antes, ya no es estable. Lo cotidiano se volvió complicado, como si todo fuera una amenaza o una señal divina, su mente ya no es “normal” por así llamarlo, ya nada se siente apropiado para ella.
No está simplemente “confundida” está viviendo otra realidad, otra versión del mundo, que las personas de su entorno no ven, ya no hay lógica
§2 Trastorno de Demencia
El síndrome de demencia es una condición médica que provoca un deterioro progresivo tanto mental como físico en la persona que lo padece. Este deterioro afecta significativamente diversas funciones cognitivas esenciales para la vida diaria, como la memoria, el lenguaje, la orientación en tiempo y espacio, la atención, la capacidad de juicio y otras habilidades mentales necesarias para desenvolverse con autonomía. A medida que la enfermedad avanza, estas funciones se ven comprometidas, lo que repercute negativamente en la calidad de vida del individuo, dificultando incluso las tareas más cotidianas.
La demencia no afecta a todas las personas por igual, ya que su aparición y desarrollo dependen en gran medida del tipo específico
de demencia que se padezca. Aunque en muchos casos comienza a manifestarse en personas de edad mediana o avanzada, existen formas de demencia de inicio temprano que pueden aparecer incluso antes de los 60 años. Esta variabilidad en la edad de inicio influye también en la naturaleza y progresión de los síntomas, que pueden ser diferentes de un caso a otro.
Además, la evolución de la enfermedad puede verse influenciada por factores como la genética, el estado general de salud, el estilo de vida y la presencia de otras enfermedades crónicas. Por esta razón, el diagnóstico temprano y un seguimiento médico adecuado son fundamentales para ofrecer un tratamiento personalizado y mejorar, en la medida de lo posible, la calidad de vida del paciente y de su entorno.
Uno de los grandes temas filosóficos es: ¿Quiénes somos realmente? Para muchos pensadores, como John Locke, la memoria es la base de la identidad personal. Si olvidamos quiénes somos, lo que hemos vivido o a quienes amamos, ¿aun podemos considerarnos nosotros mismos?
Desde Sócrates hasta Nietzsche, la razón y la conciencia han sido consideradas como lo que nos distingue de los animales. La demencia nos enfrenta con la fragilidad de esa razón. No es una caída inmediata, sino un lento desmoronamiento del pensamiento, de la lógica, del lenguaje.
Esto nos puede llevar a ver la demencia no solo como una enfermedad, sino como una tragedia existencial, donde el ser humano se va apagando desde dentro, perdiendo lo que lo hacía consciente de sí.
§3 Trastorno de Esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno que abarca lo mental, lo crónico y lo severo, a tal punto que llega a trastocar las raíces más profundas de la experiencia humana: el pensar, el sentir y el ac
tuar. Afecta no solo la relación de la persona con los demás, sino también —y quizás más intensamente— su vínculo consigo misma. No se trata, como a veces se cree de forma simplista o sensacionalista, de una “doble personalidad”, sino de una alteración mucho más compleja y desgarradora en la percepción y organización de la realidad.
Es como si la mente, ese espacio que debería ser refugio, se volviera un terreno extraño, ajeno, a veces hostil. Como vivir dentro de una película cuyo guion cambia sin previo aviso, donde las escenas se repiten, se mezclan o se contradicen, y donde el protagonista ya no está seguro de si es quien dice ser. Es la angustiosa sensación de que ya no se tiene el control de la propia conciencia, de que los pensamientos se tornan extraños, las emociones confusas y la realidad, un enigma sin respuesta clara.
Ser una persona con esquizofrenia es, en un sentido existencial, habitar un umbral entre mundos: el mundo de la razón compartida y el mundo del caos íntimo. Es caminar sobre una frontera inestable entre lo real y lo imaginado, entre la voz interna que reflexiona y las voces que irrumpen, fragmentan y disputan la identidad. En ese territorio ambiguo, la conciencia se vuelve un escenario de lucha, donde múltiples interpretaciones del mundo y del yo entran en conflicto, cada una reclamando ser la verdadera.
Desde la filosofía de la mente, se podría decir que el esquizofrénico sufre una fractura radical del sí mismo. El “yo” —esa entidad que en la mayoría de las personas opera como una continuidad estable, como una línea narrativa coherente— se rompe, se dispersa. Ya no hay un centro claro que organice la experiencia. La identidad se percibe como un rompecabezas que nunca termina de encajar, donde incluso las piezas que parecen coincidir no logran formar una imagen unitaria.
Como si el espejo de la identidad estuviera irremediablemente resquebrajado, cada fragmento refleja un aspecto distinto, a veces contradictorio, de quien se es. Y, sin embargo, esas partes fragmentadas no son meras ilusiones: cada una lleva en sí una carga de verdad, una porción de significado, una demanda de existencia. Se enfrentan, se superponen, se confunden, en un intento desesperado por construir sentido. La esquizofrenia no elimina el deseo de ser uno mismo; más bien lo vuelve un anhelo trágico, desgarradoramente consciente de su imposibilidad.
Esta condición no niega el ser; lo complejiza. Desde una mirada existencial, la esquizofrenia revela que no hay una sola manera de habitar el mundo. Rompe con la idea de que existe una única forma “correcta” de percibir, de pensar, de estar. A pesar del sufrimiento que conlleva, la experiencia esquizofrénica puede verse como una manifestación extrema —e involuntaria— de la plasticidad y vulnerabilidad de la conciencia humana. Es una invitación, brutal y profunda, a repensar las nociones que solemos dar por sentadas: ¿Qué es la realidad? ¿Qué significa ser cuerdo? ¿Qué define a una persona?
El esquizofrénico no es menos humano por su condición; al contrario, en él se manifiesta con crudeza una verdad sobre todos nosotros: que la mente humana no es una máquina infalible ni una roca inamovible, sino una corriente en constante transformación, siempre al borde de lo inexplicable. El sujeto con esquizofrenia se convierte así en un testimonio viviente de la fragilidad del equilibrio que sostiene nuestra experiencia cotidiana del mundo. Lo que para otros es fondo estable, para él es abismo. Y, sin embargo, sigue siendo un ser que siente, que busca, que piensa, que sufre, que ama.
En su sufrimiento hay una profundidad filosófica: la del ser humano confrontado con los límites últimos de su propia mente. No por elección, sino por destino. Y en esa confrontación, tal vez podamos
encontrar una forma más amplia y compasiva de entender lo que significa ser.
Referencias:
• Camus, A. (1942). El extranjero. Gallimard.
• Quiroga, H. (1917). La gallina degollada. En Cuentos de amor de locura y de muerte (pp. 23-35). Sociedad Cooperativa Editorial Limitada.
• Kafka, F. (1915). La metamorfosis. Kurt Wolff Verlag.
Conclusiones Finales
En el proceso reflexivo y filosófico que se ha desarrollado en este proyecto, los y las estudiantes han logrado dar un paso más allá de la concepción tradicional de la filosofía. Lo que inicialmente se veía como una disciplina abstracta, llena de teorías complejas y desconectada de la vida cotidiana, se transforma ante ellos (y gracias a ellos) en una herramienta viva, accesible y profundamente conectada con la experiencia humana. La filosofía, entendida como un camino constante de cuestionamiento, no solo para eruditos ni para los académicos; se convirtió y fluyo por medio de este dinámico proceso que realizó cada alumno y alumna en su propia búsqueda de sentido y comprensión del mundo en el que estamos. Este viaje, cargado de reflexiones personales, nos demuestra que pensar filosóficamente es una actitud ante la vida y no un mero ejercicio intelectual.
Desde las primeras páginas, los estudiantes comienzan a entender que la filosofía está presente en los rincones más cotidianos de la existencia. No se trata solo de leer a los grandes pensadores ni de memorizar teorías complicadas; la filosofía se encuentra en cada decisión, en cada emoción, en cada pregunta que surge en la mente ante lo que sucede (o no) en el mundo. En este contexto, la filosofía se muestra como un ejercicio continuo de cuestionamiento. Cada duda, cada incertidumbre, se convirtió en el punto de partida para reflexionar más profundamente, una indagación que nunca se detiene. Los estudiantes no solo aprendieron, sino que se atrevieron a reflexionar sobre cuestiones abstractas, mostrando que son capaces de
aplicar este cuestionamiento en su vida diaria, en sus interacciones, en las decisiones que enfrentan y en la manera en que entienden a los demás. La filosofía se convierte en una forma de estar en el mundo, una forma de pensar y vivir con mayor conciencia.
A lo largo de este proceso, surge una revelación importante: La filosofía no está desvinculada de los dolores y los retos de la vida humana. De hecho, el dolor y el sufrimiento se convierten en fuentes de profunda reflexión. En su lucha por encontrar respuestas ante la dureza de la vida, los estudiantes se dan cuenta de que la filosofía no solo ofrece consuelo intelectual, sino que les proporciona herramientas para enfrentar la incomodidad y la incertidumbre. Esta toma de conciencia no es una evasión de la realidad, sino un reconocimiento y apreciación de su complejidad. Los momentos de dolor, los interrogantes existenciales y las dudas sobre el sentido de la vida se convierten en el terreno fértil para el pensamiento filosófico. No para eludir estos temas, al contrario, lejos de esto, los estudiantes aprenden a enfrentarlos con valentía, a pensarlos desde diferentes perspectivas y a encontrar en ellos la oportunidad para profundizar en su comprensión de sí mismos y del mundo. La filosofía no resuelve los dolores de la vida, pero ofrece una forma de vivir con ellos, de convertirlos en un puente hacia una vida más plena y consciente.
El dolor que se aborda en las reflexiones de los estudiantes no solo está ligado a experiencias personales, sino que también resuena con el malestar colectivo, el vacío existencial que muchos jóvenes perciben hoy en día frente a un mundo que parece desprovisto de certezas y promesas claras.
En un contexto global caracterizado por crisis sociales, políticas y ecológicas, donde los modelos tradicionales de progreso parecen fallar y las expectativas de un futuro estable se desvanecen, la juventud actual enfrenta un sentimiento generalizado de incertidumbre.
Este es un dolor diferente, uno que no solo se experimenta a nivel individual, sino que tiene una dimensión colectiva. A menudo, este sufrimiento parece no tener una causa clara, más allá de la percepción de estar atrapados en un ciclo sin salida, en un mundo que cambia rápidamente, pero de manera impredecible y muchas veces desorientadora. Sin embargo, lo que este proyecto de reflexión filosófica revela es que, en lugar de rechazar el dolor o esconderlo, la generación actual lo confronta directamente, como un punto de partida para el pensamiento crítico. El dolor ya no es solo una experiencia emocional aislada, sino una señal de que la generación está profundamente conectada con los desafíos que enfrenta el mundo contemporáneo.
Este enfoque, lejos de ser una forma de rendición, se convierte en una forma de resistencia. La aceptación del dolor, el reconocimiento de la incertidumbre y el enfrentamiento con la falta de respuestas definitivas (elementos que no se solían aceptar sino omitir por las generaciones pasadas), se transforman en actos de rebelión intelectual. En lugar de rendirse ante la angustia existencial, los jóvenes hoy, a través de sus reflexiones filosóficas, están aprendiendo a vivir con ella. Este dolor no es una debilidad, sino una forma de resistencia al absurdo, al caos, y a la indiferencia del mundo. Este enfoque también refleja una tendencia de la generación a buscar significado en lo que parece ser un vacío absoluto. A través de la filosofía, encuentran una manera de llenar ese vacío con pensamiento crítico, con la capacidad de cuestionar el statu quo y con la libertad de decidir cómo vivir en un mundo que no ofrece garantías.
Las implicancias futuras de esta perspectiva son complejas, pero al mismo tiempo reveladoras. Si esta generación, al enfrentar el dolor y la incertidumbre, logra encontrar en la filosofía no solo una forma de pensar, sino una herramienta para la acción, entonces estamos ante la posibilidad de un cambio radical en la forma en que aborda-
mos los problemas sociales y existenciales del futuro. La filosofía podría convertirse en un faro de esperanza, pero no de una esperanza ilusoria o simplista. En su lugar, se trata de una esperanza arraigada en la comprensión profunda de que el sufrimiento y la incertidumbre son inherentes a la existencia humana, pero que, a pesar de ello, tenemos el poder de decidir cómo enfrentarlos.
Así, este dolor filosófico, lejos de ser una trampa emocional que sume a la generación en la desesperación, se transforma en el motor de un cambio profundo. En lugar de huir de la angustia existencial, los jóvenes están aprendiendo a vivir con ella, a usarla como catalizador para la reflexión y la acción. Este proceso tiene el potencial de generar una nueva forma de pensar sobre el mundo, una que no ignore el sufrimiento, pero que también se niegue a ser derrotada por él. Si esta actitud se mantiene en el tiempo, podríamos estar ante el surgimiento de una generación que no solo es capaz de cuestionar el sistema, sino de transformar profundamente la manera en que entendemos y vivimos la vida.
Otro tema importante presente en los escritos es la libertad. La libertad también emerge como un tema fundamental. En este proyecto, la filosofía se revela como una disciplina liberadora, no solo porque permite pensar por uno mismo, sino porque enseña a cuestionar lo dado, lo impuesto. Esta libertad intelectual no es sinónimo de caos o indiferencia, sino de la capacidad de encontrar respuestas que son propias, que provienen de una reflexión interna y de un proceso personal de indagación. Los estudiantes descubren que la filosofía no está allí para dar respuestas definitivas, sino para fomentar el cuestionamiento, la exploración y la duda. En lugar de ofrecer certezas absolutas, la filosofía invita a vivir con la incertidumbre y a hacer de este espacio ambiguo una oportunidad para la libertad personal. Pensar filosóficamente implica no conformarse con lo establecido, sino ser capaz de construir un camino propio hacia el
entendimiento, sin miedo a equivocarse ni a dudar. Este proceso no es fácil ni cómodo, pero es profundamente liberador.
A medida que avanzan en sus reflexiones, los estudiantes también llegan a la conclusión de que la filosofía está íntimamente ligada a la cotidianidad. La idea de que la filosofía se encuentra únicamente en los grandes textos académicos o en los debates abstractos comienza a desvanecerse. Los estudiantes se dan cuenta de que la filosofía está presente en lo más cotidiano: en la rutina diaria, en los dilemas morales, en la manera en que se toman las decisiones y en las interacciones con los demás. Las preguntas filosóficas no solo se dan en momentos de crisis existencial, sino que están en cada paso de nuestra vida. Preguntas como “¿qué es lo justo?”, “¿por qué actuamos de la manera en que lo hacemos?”, “¿qué sentido tiene nuestra vida?”, surgen constantemente a lo largo de nuestras experiencias, y son estas las que permiten que la filosofía se convierta en una herramienta útil para comprender nuestra existencia. La filosofía, por lo tanto, se presenta no solo como una disciplina intelectual, sino como una forma de vida, una forma de ver y entender el mundo, que va más allá de los libros o las aulas.
Sin embargo, no se trata solo de encontrar respuestas fáciles a estas preguntas. La filosofía, como afirman los estudiantes, implica un enfrentamiento con el absurdo y la falta de sentido último en la vida. En este aspecto, las reflexiones sobre el absurdo, inspiradas por pensadores como Albert Camus, juegan un papel fundamental. A lo largo del proyecto, los estudiantes exploran cómo el mundo, al carecer de un propósito claro y trascendental, nos desafía a vivir con dignidad y a encontrar valor en la lucha diaria, a pesar de la falta de respuestas definitivas. En lugar de caer en la desesperación o la resignación, la filosofía se presenta como una invitación a vivir con lucidez y a enfrentar la vida tal como es, sin ilusiones ni falsas esperanzas. La reflexión filosófica no se detiene en el vacío, sino
que nos impulsa a seguir adelante, a resistir el absurdo con nuestra propia libertad.
El amor, otro tema recurrente en las reflexiones de los estudiantes, se convierte en un tema filosófico central, que invita a cuestionar las formas en que nos relacionamos con los demás y cómo entendemos la conexión humana. A lo largo de sus escritos, los estudiantes exploran el amor no solo como un sentimiento romántico, sino como una experiencia profunda que nos desafía a pensar sobre nuestra libertad, nuestra vulnerabilidad y nuestra capacidad de entregarnos a otro ser humano. El amor, como afirman, no es la solución a todos nuestros problemas, ni una forma de escapar del dolor o la angustia existencial, sino una forma de vivir plenamente en el presente, aceptando la incertidumbre y la permanencia de la vida. En este sentido, la filosofía del amor se convierte en una manera de vivir con mayor apertura, sin miedo a la pérdida, pero también con la conciencia de que amar es siempre un acto de valentía.
Finalmente, lo que este proyecto revela de manera rotunda es que la filosofía no es solo una materia académica, sino una actitud ante la vida.
La filosofía se muestra como un proceso continuo de reflexión, cuestionamiento y búsqueda de sentido que está presente en cada momento de nuestra existencia. No se trata de encontrar respuestas definitivas o soluciones fáciles, sino de abrazar la incertidumbre y la complejidad de la vida. Los estudiantes, al embarcarse en este viaje filosófico, han descubierto que la filosofía no es un acto aislado, sino una forma de vivir con mayor conciencia y autenticidad. Al integrar la filosofía en su vida cotidiana, no solo han aprendido a pensar más profundamente, sino que han aprendido a vivir de manera más plena, enfrentando el dolor, la incertidumbre, el amor y la libertad con una mente abierta y un corazón dispuesto a cuestionar y a crecer.
Quiero felicitar de todo corazón a cada u, Uno de los participantes de este proyecto por su valentía, por su dedicación y por la profundidad con la que se han entregado a este ejercicio de reflexión filosófica. Ustedes han dado un paso más allá del conocimiento convencional, adentrándose en un proceso de cuestionamiento y autodescubrimiento que no solo les ha permitido entender mejor el mundo, sino también a ustedes mismos. Este proyecto ha sido un testimonio del poder transformador de la filosofía, no solo como una disciplina académica, sino como una forma de vivir, de interactuar con el mundo y de buscar respuestas a las preguntas que surgen en nuestra vida cotidiana. Al enfrentarse al dolor, la incertidumbre, el amor, el sentido de la vida y la muerte, han demostrado que la filosofía es algo mucho más cercano y accesible de lo que muchos creen. Es una herramienta poderosa que está al alcance de todos, no solo para entender la realidad, sino también para transformarla. Mi mayor mensaje es que sigan filosofando, que sigan cuestionando, que sigan buscando. La filosofía no termina aquí, no se limita a lo que se puede aprender en un aula o a lo que los grandes pensadores del pasado dijeron. Filosofar es un acto constante de curiosidad, de reflexión crítica y de apertura al mundo. No importa la edad que tengamos, las circunstancias en las que nos encontremos o las respuestas que creamos haber encontrado, siempre hay algo nuevo que aprender, siempre hay algo más por descubrir. A todos los que han participado en este proyecto y a quienes aún no se han animado a filosofar, los animo a dar ese primer paso, a no temer a las preguntas que no tienen respuesta inmediata, a abrazar la incertidumbre y la ambigüedad como el espacio perfecto para crecer, para cuestionar y para construir una vida más plena y consciente. Filosofemos sin miedo, con pasión y con la certeza de que cada reflexión nos acerca un poco más a una comprensión más profunda de nuestra persona y del mundo en el que vivimos.